miércoles, abril 02, 2025
Trumputinismo // Seminario // Bifo //Futurismo reaccionario.
El futurismo
del siglo XXI, que reaparece como tecno-futurismo transhumanista y supremacista,
es una utopía de Occidente en decadencia.
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El futurismo está de moda. En Italia, cuna del movimiento futurista, desde que
el fascismo está en el gobierno, se han celebrado exposiciones futuristas por
todas partes. Exponen su mercancía, aunque esté vieja y mohosa.
En lo que a mí respecta, estudio el futurismo desde los años 70, cuando la idea
de que los seguidores de Mussolini pudieran gobernar el país era una distopía
difícilmente imaginable.
Una gran retrospectiva sobre el movimiento en la Galería de Arte Moderno y
Contemporáneo de Roma en diciembre de 2024 fue el momento más significativo de
este redescubrimiento. Cien mil personas visitaron la muestra que, hasta donde
puedo juzgar, es de alta calidad. Mercancía algo vieja, pero bien expuesta.
Felicitaciones al curador, Gabriele Simongini.
Despreciando el ridículo, como corresponde a un audaz, el Ministro de Cultura
Alessandro Giuli proclama que el futurismo ha conquistado el corazón de los
italianos. El curador Gabriele Simongini introdujo la exposición con las
palabras: *El futurismo es hoy.*
Lamento decírselo, pero la verdad es otra: el Futurismo es ayer, porque hace
tiempo vivimos en una época que está *después del futuro*, un tiempo en el que
la expansión es suicidio y la civilización tiende a la extinción.
El futurismo del siglo XXI, que reaparece como tecno-futurismo transhumanista y
supremacista, es una utopía de Occidente en decadencia.
Hoy, el culto al tecno-futuro es una reacción contra la conciencia subterránea
de agotamiento que ha invadido la cultura occidental. La retórica anti-*woke*,
tan central en la revolución reaccionaria estadounidense, está dirigida contra
la conciencia feminista y contra la misma conciencia ética.
En 2024, Marc Andreessen lanzó un manifiesto del tecno-futurismo, retomando la
retórica de Marinetti. Es un texto patético, inflado de ridícula exaltación que
no puede ocultar la realidad de un panorama de agotamiento psíquico, económico
y, sobre todo, demográfico en Occidente. La tecnología puede funcionar como
prótesis y como *Ersatz*, pero no puede devolver la vida a un cuerpo
moribundo.
En estos cien años ha cambiado algo decisivo: en 1909, cuando Marinetti publicó
su *Manifiesto*, la civilización europea era joven, enérgica y expansiva,
mientras que la de hoy es una sociedad senil en términos demográficos,
psico-sexuales y geopolíticos. El nacionalismo de hoy no persigue la expansión
civilizadora y colonialista, sino la defensa de los límites de la *fortaleza
blanca* frente a la migración y la *sustitución étnica*.
El futuro se ha dado vuelta como un guante, y lo que hace cien años parecía una
enérgica amenaza de los dominadores del mundo ahora aparece como la rabiosa (y
vagamente demencial) venganza blanca contra la inevitabilidad del
declive.
El cuerpo flácido de la sociedad occidental no puede resistir la presión que
viene del sur del mundo (y de su propia implosión demográfica) sino usando la
técnica del genocidio y la destrucción.
El *trumputinismo* interpreta el oscuro sentimiento de venganza de una
civilización moribunda.
Y sin embargo, debemos reconocer que no es fácil imaginar quién podrá detener
la ofensiva reaccionaria *trumputinista*.
La democracia liberal no volverá, está enterrada. La clase trabajadora ha sido
derrotada, disgregada y sometida al nazismo, como ocurrió en la Alemania de
Hitler.
Pero eso no significa que el trumpismo haya ganado, porque su enemigo no es la
resistencia política, sino la vejez, el declive físico y mental, el *Alzheimer
sistémico*. Su enemigo es el caos mental y geopolítico que provoca y explota, y
que, al final, está destinado a hundirlo.
La raza blanca, esa entidad mitológica a la que el *trumputinismo* da una
identidad agresiva, está desapareciendo, y no será el orgullo racista lo que la
salve, porque las microplásticos reducen la capacidad reproductiva, porque la
sexualidad heterosexual está desapareciendo y porque las mujeres ya no quieren
engendrar víctimas del horror que se cierne sobre el planeta.
Patético es el futurismo de los viejos que se pavonean con sus misiles
gigantescos.
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### **El *trumputinismo*, reacción impotente ante el declive
demográfico**
El declive demográfico de Occidente (y del hemisferio norte en general,
incluida Rusia) es al mismo tiempo un síntoma y un factor de agotamiento. En
siglos pasados, los ancianos constituían una pequeña minoría de la población
global y eran considerados con cierto respeto como portadores de sabiduría.
Gracias a los avances de la medicina, hoy los ancianos representan una parte
cada vez más importante de la población. Aunque siguen al margen de la vida
cotidiana, son el símbolo de una catástrofe social inminente: el fin de la
energía psíquica mina la maquinaria social.
El agotamiento del agua y el aire es solo una parte de la historia de nuestro
tiempo. La otra parte es el agotamiento de la energía humana: este es el
corazón del movimiento reaccionario que arrasa Occidente.
Hemos entrado en una era de mutación post-antropocéntrica: el dominio humano
sobre el planeta físico y social se está desintegrando, mientras la mente
humana pierde la capacidad de gobernar la complejidad del entorno en el que
vive y se comunica.
Un conjunto de automatismos tecno-lingüísticos toma el control de la vida social,
pero la supervivencia de los organismos conscientes se vuelve cada vez más
frágil y precaria.
**El autómata gobierna el mundo moribundo,
mientras el ser vivo se hunde en el caos.**
Los seres humanos se mueven como alienígenas en un planeta desconocido cuyas
dinámicas no comprenden completamente: cataclismos climáticos, aumento del
nivel del mar, escasez de agua, guerras devastadoras con un trasfondo
psicótico.
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### **El joven simulacro y el cuerpo senescente**
En un ensayo de Laura Preston sobre las futuras aplicaciones de la inteligencia
artificial, encuentro una escena conmovedora que resume bien el sentido del
futurismo contemporáneo:
*"Tu madre es anciana y debes recordarle constantemente que tome su
medicina. ¿Por qué no dejarle esa tarea a un avatar?"*
[...]
No hay mejor descripción del futuro que nos preparan los futuristas que han
tomado el poder en Occidente.
**La verdad es senil, pero el simulacro es joven.
El autómata controla el caos del cerebro blanco en descomposición.**
La mitología supremacista blanca se agota, porque la energía psíquica se está
agotando.
Franco "Bifo" Berardi
Etiquetas: Apocalipsis ahora, fascistología