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lunes, enero 31, 2011

El proletariado como sujeto y como representación 


Muchas personas dicen que "La sociedad del espectáculo" les parece incomprensible, que han tratado de leerla y no entienden ni mierda, y gracias a la moda posmo posintelectual posmarxista y postodo esa supuesta "dificultad" del texto hace que en ciertos ambientes académicos sea fácil meter a Debord a la licuadora que fragmenta de nuevo en pequeños trozos la crítica unitaria haciéndola inofensiva y vendiéndola a bajo costo como "situacionismo" como una variedad de "posestructuralismo" o de vanguardismo contracultural.

La verdad es que el capítulo 1 de SdelE puede ser algo difícil de tragar para un lector no acostumbrado al hegelo-marxismo (y como en los Liceos y en la izquierda no leen ni a Hegel ni a Marx, la gran mayoría de los posibles lectores suelen estar en esa situación. Si los leen a través de Carlos Pérez Soto, la situación no necesariamente mejora...). Por eso, un sano consejo que deberían dar los anti-profesores es partir por el capítulo 4, que es en realidad la médula del libro en tanto balance y perspectivas del proyecto revolucionario proletario.

En su momento, una edición italiana del libro con una traducción particularmente lamentable (Ediciones Donato, septiembre de 1968) obligó a la sección italiana de la IS a contrarrestar dicha maniobra recuperadora traduciendo y editando el capítulo 4, El proletariado como sujeto y como representación, de manera autónoma. Tras hacerse cargo de demostrar la catástrofe consumada por los trauctores a sueldo de Donato, la sección italiana presentaba de la siguiente manera dicho texto:

II) La sociedad del espectáculo, aparecida en Francia a finales de noviembre de 1967, tuvo una influencia evidente sobre una fracción avanzada de los revolucionarios que aparecieron, seis meses más tarde, en el movimiento de las ocupaciones (para entonces, la primera edición ya se había agotado. Una segunda edición apareció a comienzos de 1969). Aunque sus tesis no hayan dejado de ser confirmadas a cada momento por la acción real del espectáculo mundial y, al mismo tiempo, por la quiebra de su imagen ilusoria, característica de esta época en la que se recompone el movimiento revolucionario internacional, este libro también marca, positivamente, una fase de dicho movimiento, y su conciencia negativa. Cuando anuncia “los signos precursores del segundo asalto proletario contra la sociedad de clases” (tesis 115), todavía se refiere a los elementos aislados de una nueva “lucha espontánea que comienza bajo el aspecto criminal”. El mes de mayo en Francia confirmó ante las masas de todo el mundo que las luchas obreras “son reprimidas en primer lugar por los propios sindicatos” y que las corrientes rebeldes de la juventud reúnen en su búsqueda “el rechazo de la antigua política especializada, del arte y de la vida cotidiana”. Y, ciertamente, la lucha de los Enragés de Nanterre comenzó, en enero, bajo el aspecto más “criminal” que jamás se haya visto en una universidad. El año 1968, poco después, demostró sencillamente que el movimiento revolucionario de nuestra época ha superado su momento “criminal”. Ya entonces actuaba abiertamente y sobre toda la sociedad en cuanto movimiento histórico.

III) El proletariado como sujeto y como representación es el capítulo que ocupa la parte central del libro. El primer capítulo expone el concepto de espectáculo. El segundo define el espectáculo como un momento en el desarrollo del mundo de la mercancía. El tercero describe las apariencias y las contradicciones socio-políticas de la sociedad espectacular. El cuarto, traducido aquí, retoma el movimiento histórico precedente (siempre yendo de lo abstracto a lo concreto), como historia del movimiento revolucionario. Es una síntesis del fracaso de la revolución proletaria y de su retorno, y desemboca en la cuestión de la organización revolucionaria. El quinto trata sobre el tiempo de la conciencia histórica. El sexto describe “el tiempo espectacular” de la sociedad actual en cuanto “falsa conciencia del tiempo” y como “el tiempo de la producción” de una sociedad histórica que rechaza la historia. El séptimo critica la organización del espacio social, el urbanismo y la división del territorio. El octavo restituye en su perspectiva revolucionaria histórica la disolución de la cultura en tanto que “separación del trabajo intelectual y trabajo intelectual de la separación”, y une a la crítica del lenguaje una explicación del propio lenguaje del libro, que “no es la negación del estilo, sino el estilo de la negación”, el uso del pensamiento histórico, sobre todo de Hegel y de Marx, y el uso histórico de la dialéctica. El noveno considera a la sociedad espectacular como materialización de la ideología y la ideología como “la base del pensamiento de una sociedad de clases”. A la culminación de la pérdida de la realidad le corresponde su reconquista a través de la praxis revolucionaria, la práctica de la verdad en una sociedad sin clases organizada en los Consejos, “donde el diálogo se ha armado para vencer sus propias condiciones”.

El proletariado como sujeto y como representación (versión Archivo Situacionista Hispano).

La sociedad del espectáculo (traducción de Rodrigo Vicuña Navarro).

SdelE the movie, en 9 partes en youtube, Capítulo 4 a partir de parte 6, minuto 8:28.

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