domingo, abril 24, 2016
Acerca del proceso de canonización de Patricio Aylwin Azócar (Parte 1)
Cuando empezaron
las protestas antidictatoriales en 1983 yo estaba por cumplir 12 años. En un
Liceo Salesiano en Punta Arenas, el grueso de los alumnos “opositores” sentía
la tentación - cuidadosamente estimulada
por varios sacerdotes- de simpatizar activamente con la Democracia Cristiana.
Yo no, y eso se
lo agradeceré siempre a mi padre, que me explicó que en realidad los DC habían
apoyado el Golpe, y que se habían pasado a la oposición casi 3 años después (Un
gran amigo, obrero y trotskista, guardaba y exhibía vez que podía un gran documento
histórico que encontró en un lote de diarios viejos que le pasaran una vez para
evitar manchar el piso con pintura en una de sus pegas: los titulares de El
Mercurio de 1976 anunciando: “La DC se pasa a la oposición”).
En la retina de todos quienes conservaban en la memoria esos momentos, un nombre se asociaba notoriamente a esa posición momia y golpista: Patricio Aylwin Azócar.
En la retina de todos quienes conservaban en la memoria esos momentos, un nombre se asociaba notoriamente a esa posición momia y golpista: Patricio Aylwin Azócar.
Gracias a esa gran
revelación paterna, confirmada luego por mi abuelo materno (Raúl Morales, 1922/2001, mi primer y más
querido maestro de marxismo), realmente incómoda para las filas de una “oposición”
que se pretendía “unitaria” en el contexto de la primera mitad de esa década (verdad
casi tan incómoda como el hecho de que el P”C” argentino apoyó en 1976 el golpe
de Estado presidido por el gorila Videla), nunca sentí simpatía alguna por la Falange, todo lo contrario, y pese a que me consideraba comunista, ante la ausencia de una base jotosa en
mi Liceo, hacia abril del año 1984 pese a mi corta edad ya militaba en el Frente de Estudiantes Socialistas, junto a una
gran camada de amados, carismáticos, inolvidables e irremplazables compañeros de Liceo como
Marcelo Barrios, alias "Sapito" (asesinado en agosto de 1989 por infantes de marina en los
cerros de Valparaíso) e Iván Muñoz, alias "Pelito" (fundador del Centro Cultural At Atoja en la
población 18 de septiembre de Punta Arenas, muerto hace unos años por causa
natural, ya de regreso a su ciudad y población que lo vieron crecer), entre
otros.
Creo no exagerar
si digo que el FES fue la vanguardia estudiantil de Punta Arenas en cierto
momento, y al menos durante un par de años. En él convivían todos los jóvenes socialistas
magallánicos, adscritos a varias tribus en una época que hoy es difícil de
recordar, después de la reunificación del PS hacia 1989 y su conversión en un
partido harto menos que socialdemócrata, pero totalmente apto para gobernar, que
ya en los inicios del gobierno San Patricio Aylwin suministró invaluables
servicios a la represión estatal a través de “la Oficina” y terminó siendo básicamente
la pata izquierda de la dominación capitalista en su fase llamada “neoliberal”[1].
El FES era una
estructura juvenil regional, bastante autónoma del partido “adulto”, con lo
cual enlazaba con una tradición más autónoma e insurreccional, y creo que se
hacía digna heredera de las formas espontáneas de socialismo magallánico que
existían hace 100 años y que finalmente fueron integradas al POS de Recabarren.
En todo caso, la
hegemonía en el FES era primero de los “almeydistas” (integrantes junto al P”C”
y el MIR del Movimiento Democrático Popular), y luego de su escisión de
ultraizquierda: los llamados “comandantes” (o “comanches”: aún recuerdo cuando
salíamos de concentraciones en el Gimnasio Regional gritando como indios, acercando
y alejando la mano de la boca: ahora la mayoría de los ex comanches están en la
casa o en el gobierno, y ese gimnasio es un Casino en la parte más gentrificada
del centro de la ciudad). Por supuesto que todos nosotros pertenecíamos a este último
lote. Los demás se fueron luego con la Federación Juvenil Socialista de los
Briones y Nuñez, y se derechizaron de inmediato ya en plena época de paros y
protestas nacionales, y cada vez más y peor a futuro.
Pero parece que me
estoy desviando del tema: este artículo no es sobre la Juventud Socialista de
Magallanes, experiencia juvenil que jamás podré ni quisiera olvidar y que creo
amerita un texto especialmente dedicado a recordarla y explicarla, sino sobre
la patética pero inevitable canonización de uno de nuestros peores enemigos de clase:
don Patricio Aylwin Azócar, golpista democrático y beato cristiano de la
variedad romana, que en el plano de las representaciones culturales nacionales
acaba de pasar al panteón de los Padres de la Patria.
En rigor, sobre
ese proceso tan risible no hay mucho que decir por ahora. Más bien mi intención
es sacar a la palestra, sobre todo para las más jóvenes generaciones de camaradas,
algo de memoria y un perfil histórico preciso de semejante personaje.
Pocos años
después de saber que el principal DC coligado con los gorilas hacia 1973 era
este famoso patricio Aylwin, gastaba varias tardes hurgando en el pasado más o
menos en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Santiago, y fue ahí que conocí
las posiciones precisas tanto del PDC en general como las de Aylwin en
particular durante el 73 y los años posteriores. Nunca olvidaré la indignación
que me causó leer las declaraciones de “don Pato” a la prensa italiana, donde
no sólo justificaba el golpe, sino que minimizaba sus consecuencias en materia
de "violaciones a los derechos humanos" (nombre elegante para el genocidio). En algún momento las extracté y puse en un diario
mural de la Escuela de Derecho en calle Pío Nono, pero duraron bastante poco: la censura
orwelliana a cualquier forma de conocimiento verdadero ya operaba en esos años
a cargo de las mafiosas juventudes de
los que pasaron a ser los partidos de la Concertación/Nueva Mayoría.
Por eso es que,
si en 1988 me parecía que participar del plebiscito era un profundo error para
el movimiento antidictatorial que se había gestado a sangre y fuego pocos años
antes, dado que por sobre todo, independientemente del resultado, implicaba
aceptar el itinerario trazado por la criminal Junta de Gobierno en la
Constitución de 1980, en 1989 la candidatura presidencial de Aylwin me pareció
un chiste siniestro y de mal gusto.
La “salida
electoral y negociada” era en realidad un mero traspaso de mando, y
simbólicamente era potentísimo que el mismo golpista que había abierto las
puertas a la irrupción genocida de los militares tuviera 16 años después las
llaves para volver a pasar del fascismo a la democracia capitalista. Era la
sensación de muchos izquierdistas, pero la mayoría eran militantes que habían
renunciado a toda autonomía y se plegaban de arriba abajo a las órdenes de su
estructura jerárquica: el (los) partido (s).
Mientras la
campaña oficial concertacionista decía “sin odio, sin miedo, sin violencia:
Vota Aylwin”, los izquierdistas resignados con la cabeza gacha agregaban: “¡y
sin asco!”.
“¿Cómo nos va a
sacar de la dictadura el mismo que nos entregó a ella?” le pregunté una vez a Estela
Ortiz en una plaza situada por ahí por Avenida Grecia entre Los 3 Antonios y Exequiel Fernández, cuando ella hacía campaña
como candidata a diputada, y respondió que aunque todos sabíamos que era algo difícil de aceptar,
pero teníamos que hacerlo nomás, como la única vía de derrotar a la dictadura
en las urnas, mirando hacia el futuro…Tremendo futuro en todo caso, pero en esos años yo no había escuchado a los Sex Pistols como para haberle espetado en su cara: NO FUTURE!
Pero no: ni yo
ni ninguno de los adolescentes del numeroso grupo que por entonces se juntaba
en ese sector y que había luchado con todos los medios disponibles contra el
aparato represivo de los milicos se inscribió ni fue a votar. Rechazamos toda
esa salida pactada, y poco a poco, con los años, nos liberamos del lastre
“leninista” y nos fuimos volviendo libertarios.
Cuando el candidato
Aylwin fue a hacer campaña al Aula Magna de la Escuela de Derecho de la Universidad
de Chile lo recibimos con pifias y un lienzo en el frontis que decía “PINOCHET
= HAMBRE EN DICTADURA / AYLWIN = HAMBRE EN DEMOCRACIA”. El viejo de mierda y sus numerosos fans se
indignaron bastante. Al final, quemaron el lienzo y a mí me golpearon en gran
estilo: sujetándome entre cuatro miembros de la JDC para que un quinto joven demócrata y cristiano me depositara un par de combos en el hocico. Al otro día en la mañana
el valiente socialcristiano me esperaba tempranito en la entrada de la facultad para darme la
mano y disculparse. En vez de eso preferí escupirlo en el rostro.
La noche que
Aylwin ganó las elecciones, en Grecia con Los 3 Antonios, mientras unas jotosas se abrazaban y lloraban de
felicidad diciendo “se acabó la dictadura”, nuestro lote compuesto por hartos JRME, pocos troskos, y uno que otro miembro de la Juventud Patriótica (estructura juvenil
del FPMR-Autónomo) aprovechamos la borrachera electorera de gente abraza-pacos para hacer inmensos
rayados con brocha en los muros de Grecia, cerca del Estado Nacional, apelando
sobre todo a la necesidad urgente de liberar a los presos políticos. Yo además agregué: "VIVA LA CUARTA INTERNACIONAL", je je je. Mientras tanto, las
jotosas lloronas nos cantaban: “solos, se van quedando solos”.
Después, nos
fuimos a palpar el ambiente que se vivía en Plaza Baquedano, tratando de beber lo que fuera en medio de una ley seca que se acabó abiertamente a eso de las 3 AM.
Mientras todos celebraban la despinochetización homeopática que implicaba la elección como Prócer de este viejo momio y golpista, nosotros gritábamos “NO OLVIDAR: AYLWIN FUE, QUIEN LLAMÓ A PINOCHET”, lo cual nos mereció primero el repudio general, y luego ser atacados por miembros de la JDC, que pese a sus apelaciones al pacifismo, eran en general bastante dados a oficiar matonescamente de policía alternativa contra ultrones como nosotros. Nos defendimos como pudimos, y hasta recuerdo haber optado por no romperle una botella en la cabeza a un joven DC; sino que sólo en su hombro izquierdo. Nos fue bastante bien, pese a la impresionante diferencia numérica: ninguno de nosotros le hacía asco a la violencia callejera, de hecho, nos encantaba ejercerla vez que ameritaba. Causamos algunas bajas, y tuvimos una sola entre los nuestros: el camarada Carlanga, que terminó siendo atendido en el Hospital Salvador con una gran herida en la cabeza, y entiendo murió unos años después, en medio de la desesperación juvenil que empezó a cundir en esas villas y que sigue ahí y es notoria apenas uno traspasa con los ojos abiertos esa zona psicogeográfica.
Mientras todos celebraban la despinochetización homeopática que implicaba la elección como Prócer de este viejo momio y golpista, nosotros gritábamos “NO OLVIDAR: AYLWIN FUE, QUIEN LLAMÓ A PINOCHET”, lo cual nos mereció primero el repudio general, y luego ser atacados por miembros de la JDC, que pese a sus apelaciones al pacifismo, eran en general bastante dados a oficiar matonescamente de policía alternativa contra ultrones como nosotros. Nos defendimos como pudimos, y hasta recuerdo haber optado por no romperle una botella en la cabeza a un joven DC; sino que sólo en su hombro izquierdo. Nos fue bastante bien, pese a la impresionante diferencia numérica: ninguno de nosotros le hacía asco a la violencia callejera, de hecho, nos encantaba ejercerla vez que ameritaba. Causamos algunas bajas, y tuvimos una sola entre los nuestros: el camarada Carlanga, que terminó siendo atendido en el Hospital Salvador con una gran herida en la cabeza, y entiendo murió unos años después, en medio de la desesperación juvenil que empezó a cundir en esas villas y que sigue ahí y es notoria apenas uno traspasa con los ojos abiertos esa zona psicogeográfica.
Y ahí se
acabaron los 80. La gente muy contenta, se fue a sus hogares no tan tarde, a vivir y trabajar tranquila y ver a Rod Stewart en el Estado nacional, como gesto más impresionantemente triste de lo limitado y patético de nuestro "destape" a la chilena y en la medida de lo posible, cuya relevancia fue tal que en la dudosa serie "Los 80" no pudieron sino llevar a la pantalla chica como un gran momento histórico esa mierda de noche de "Rod Stewart in Chile".
(…)
Pero de
inmediato y sin pausa comenzaron los 90, una década que será reverenciada a
partir de ahora, y que nos suministró cosas tan feas como el “grunge”, la “Zona
de contacto”, la mitología de Chile como jaguar de América Latina, las
victorias nacional populares de Bam Bam Zamorano, Chino Ríos y un par de héroes
más: todos los cuales quedarán opacados a parir de ahora por la presencia
todopoderosa y bienhechora de “Pato
Gallina” o “Patricio Cobarde” (como lo llamaban en ese tiempo los mismos fachos
que ahora lloraban compungidos custodiando el fiambre de Estado).
Y lo que demostraremos en la segunda parte de este escrito es que, cuando empezó la década más horrible que mi generación recuerde: los 90 (sobre todo su primera mitad), Aylwin se lució no sólo como continuador y defensor del modelo social de la dictadura, sino que además encabezó una represión sangrienta e ilegal sobre lo que quedaba de ultraizquierda armada, donde nuestra generación se cobró varias decenas de víctimas, gracias a la mezcla de la continuidad del aparato represivo anterior (tal como se vio entre la UP y los inicios de la dictadura: los gorilas eran los mismos) y el nuevo estilo suministrado por la siniestra “Oficina” comandada por antiguos "socialistas".
La continuidad sangrienta del aparato represivo de Estado demostró una vez más que, tal cual dice al camarada Gilles Dauvé, la cuestión no es "fascismo o democracia" sino que "fascismo y democracia":
"La dictadura no es un arma del capital (como si el capital pudiera sustituirla por otras armas menos brutales); la dictadura es una de sus tendencias, una tendencia que se efectiviza siempre que se la juzgue necesaria".
La continuidad sangrienta del aparato represivo de Estado demostró una vez más que, tal cual dice al camarada Gilles Dauvé, la cuestión no es "fascismo o democracia" sino que "fascismo y democracia":
"La dictadura no es un arma del capital (como si el capital pudiera sustituirla por otras armas menos brutales); la dictadura es una de sus tendencias, una tendencia que se efectiviza siempre que se la juzgue necesaria".
(G. Dauvé aka J. Barrot: "Cuando las insurrecciones mueren", edición rosarina de Mariposas del Caos: consígase una y difúndala).
(CONTINUARÁ)
[1] Antes de esa
reunificación , en vez de 1 PS había alrededor de dos decenas, incluyendo una
farsa montada desde el régimen que se hacía llamar PS Chileno, y que mezclaba
retórica antigringa radical con un abierto apoyo “nacionalista” a Pinochet.
Aparte de esa verdadera rareza, recuerdo a lo menos estos partido, minipartidos
y sectas socialistas: PS Almeyda, PS Briones, PS Mandujano, 24 Congreso, CNR, Vanguardia,
Histórico, Dirección Colectiva (Comandantes), PS Unitario, PS Salvador Allende,
La Chispa, etc.). En rigor, a diferencia del origen bastante monolítico del P”C”
chileno, el PS fue ya dese su inicio el intento de unificación de una gran cantidad de organizaciones socialistas pre-existentes con diversos estilos y posiciones políticas, desde la extrema
derecha socialdemócrata a variedades más bien nacional populares, extrema
izquierda trotskista y reconvertidos desde posiciones libertarias. Aclaro además, aprovechando esta nota al pie, que escribo P"C" con comillas alrededor de la palabra "comunista" porque si el COMUNISMO es "el movimiento real que suprime las condiciones existentes" (Marx), la sociedad sin clases y sin Estado, los P"C" en cambio son sólo partidos socialdemócratas que defienden a rajatabla lo existente, administrando la sociedad de clases desde el Estado.
Etiquetas: democracia/dictadura, magallanes, memories of you, muerte no accidental de un viejo de mierda
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