lunes, abril 11, 2016
Contra Foucault: Bill Not Bored, sobre las pifias de "Vigilar y castigar".
El foucaultianismo no sería ni necesario de tomar en serio,
ni menos de estudiarlo, si no fuera por la función particularmente central y
nefasta que ha ido adquiriendo en el sistema de las mentiras dominantes.
Hay algunos aportes en la tarea de criticar a dicha vaca sagrada. No tantos aún...
Por ejemplo, el libro de J-M. Mandosio "Foucault: la longevidad de una impostura", que causó pataleta a muchos
academicistas e izquierdistas sofisticados. Es gracioso leer en la defensa que
hace uno de ellos, datos tan claros e incontestables de la trayectoria de
semejante personaje: se mete de mala gana al PC, luego pololea con los “maos”,
después como que trata de reacercarse al PS….¡qué flexible! ¡qué conveniente! ¡que
devenir mas rizomático!
(Necesito escuchar algo suave: Jon Hassell, Vernal Equinox).
“"Esa voluntad de sigilo se estrella, sin embargo, con
el panóptico al revés que la era de la internet parece haber instalado. Alguna
literatura (v.gr. Foucault) describió la sociedad moderna como un panóptico, un
dispositivo mediante el cual el poder podía observar a los ciudadanos sin que
él, por su parte, pudiera ser observado. Pero internet -lo confirman los Panamá
Papers- parece haber erigido un panóptico al revés: basta un infidente decidido
a entregar un paquete de datos para que quienes conforman la estrecha élite del
poder y la influencia sean vistos por todos, sin que ellos, por su parte,
puedan vigilar a quienes los observan", apunta Peña (Peña y Panamá papers,
elmostrador.cl).
Michelito F. es la vedete del Espectáculo, que se
caracterizó precisamente por cumplir una curiosa función “antiespectacular”: no
en el sentido de oponerse a la existencia del Espectaculo, sino en cuanto a
ayudar a que no se pueda hablar de él. Ni de Debord.
Sobre las pifias de “Vigilar y castigar” de Michel Foucault.
Los defectos de “Vigilar y
castigar”[1],
que fuera publicado en Francia en 1974, derivan del hecho de que su autor
claramente veía a “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord, publicado en Francia
en 1967, como competencia, esto es, como un trabajo que debía ser
desacreditado, antes que comentado, complementado o corregido. Dada la
naturaleza de la escena intelectual francesa, quizás este aspecto de
competición era inevitable. En cualquier caso, a diferencia de Guy Debord, que
siempre mencionó por su nombre a aquellos que estaba criticando o descartando,
Michel Foucault no mencionó a Debord por su nombre en “Vigilar y castigar”: en
vez de eso, intentó apropiarse y alterar el significado de aquello que Debord
llamó “el espectáculo”. (Notemos que, aunque es igualmente despectivo con el
concepto debordiano de espectáculo, Jean
Baudrillard siempre se ha dado la molestia de mencionas a la Internacional
Situacionista, de la que Debord fue
miembro fundador. Ver por ejemplo “El espejo de la producción”, de Baudrillard, publicado
en Francia en 1973).
Para Foucault, el espectáculo es
idéntico a “el espectáculo de la ejecución” (esto es, las ejecuciones públicas
del siglo XVIII); y así “la desaparición de las ejecuciones públicas marcó la
decadencia del espectáculo”. La conversión telescópica de “el espectáculo de la
ejecución” en “el espectáculo” tiene lugar una y otra vez en “Vigilar y
castigar”. Para citar un solo ejemplo: “los modernos rituales de ejecución
atienden a este doble proceso: la desaparición del espectáculo y la eliminación
del dolor”.
De acuerdo a Foucault, las relaciones sociales modernas son “el
reverso exacto del espectáculo”. Él insiste en que “nuestra sociedad no es una
sociedad del espectáculo, sino de vigilancia”, a pesar de que ambos términos se
refieren al dominio social de lo visible y no son necesariamente excluyentes.
Para Foucault, “el poder del espectáculo” disminuyó y desapareció con el
reemplazo de emperadores y reyes por “disciplinas” y “máquinas”. Él insiste en
que “somos mucho menos griegos de lo que creemos. No estamos ni en el
anfiteatro ni en el estadio, sino en la máquina panóptica, investida por sus
efectos de poder, que traemos con nosotros desde que somos parte de su
mecanismo”.
Como muchos de nuestros lectores
deben saber, el panóptico era originalmente una prisión circular diseñada por Jeremy
Bentham a principios del siglo XIX. Su sello distintivo era una torre de
vigilancia ubicada en el centro, desde la que un guardia podía ver hacia el
interior de cada celda. Es significativo que Foucault diga que, antes de su
trabajo,
el panoptismo ha recibido poca atención. Era visto como poco más que
una pequeña utopía bizarra, un sueño perverso (…) Hay muchas razones por las que recibió pocos
elogios; la más obvia es que los discursos a los que dio lugar raramente
adquirieron el estatus de ciencia, excepto en las clasificaciones académicas;
pero la verdadera razón sin duda es que el poder que opera y que aumenta es un
poder directo, físico, que los hombres ejercen unos sobre otros. Una
culminación poco gloriosa que tenía un origen que sólo podía ser reconocido de
mala gana.
Y así, mediante el descubrimiento
y popularización de la relevancia del panoptismo en la sociedad moderna
Foucault esperaba desplazar a Debord y su presumiblemente sobrevalorada o
sobreexpuesta teoría del espectáculo.
Pero a diferencia de Debord,
Foucault no está realmente dedicado a su concepto clave. Destaquemos que
Foucault no lleva el panóptico de Bentham a su “poco gloriosa culminación” en
la novela 1984 de George Orwell, que no recibe mención alguna en “Vigilar y
castigar”. Ni tampoco menciona Foucault
el hecho de que a pesar de que fueron frecuentemente construidas hacia 1830[2],
las prisiones panópticas no se siguieron construyendo después, a pesar de su
tan elogiada utilidad.
Irónicamente, es el mismo Foucault el que provee de
razones para el rechazo de las prisiones panópticas. Por un lado, la posición
de la torre de vigilancia central fácilmente se prestaba para abusos: “No
importa que motivo tuviera: la curiosidad del indiscreto, la malicia de un
niño, la sed de conocimiento de un filósofo que desea visitar este museo de la
naturaleza humana, o la perversidad de aquellos que sienten placer en espiar y
castigar”. Por otro lado, los otros empleados del panóptico podrían objetar sus
condiciones de trabajo, y causar ‘probemas laborales’”.
De nuevo Foucault:
En esta torre central, el director podría espiar a todos los empleados
bajo sus órdenes: enfermeros, doctores, encargados, profesores, guardias; el
sería capaz de juzgarlos continuamente, alterar sus comportamientos, imponerles
los métodos que cree mejores; y hasta sería posible que se observara al
director mismo. Un inspector llegando inesperadamente al centro del Panóptico sería
ser capaz de juzgar en base a una observación, sin que nada se le oculte, como
está funcionando el establecimiento entero.
Combinemos ambos –un niño
malicioso o un mirón sádico observando y controlando a un equipo de bien
educados profesionales- y tenemos un sistema que simplemente no funciona.
Incluso si estos problemas
pudieran ser solucionados, tanto Bentham como Foucault cometieron serios, incluso
fatales errores en sus cálculos acerca de la efectividad de la vigilancia. De acuerdo a Foucault, "el mayor efecto
del Panóptico" es "inducir en el interno un estado de consciencia y
visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del
poder", que puede sser alcanzado
arreglando las cosas de forma que “la vigilancia sea permanente en sus efectos,
incluso si hay discontinuidad en su acción; que la perfección del poder nos
lleve a que su ejercicio real sea innecesario; que este aparato arquitectónico
sea una máquina para crear y sostener una relación de poder independiente de la
persona que lo ejercita; en síntesis, que los internos sean capturados en una
situación de poder en que ellos mismos sean sus portadores". Foucault llega
a decir,
En vista de esto, Bentham sienta el principio de que el poder debe ser
visible y no verificable. Visible: los internos van a tener constantemente ante
sus ojos el enorme contorno de la torre central desde la cual son espiados. No
verificable: el interno no debe nunca saber si está realmente siendo vigilado en
todo momento; pero debe estar seguro de que siempre es posible.
Como señalé en un ensayo sobre “póquer”
para los Surveillance
Camera Players,[3] alguna
–mucha- de la gente que sabe o sospecha que podría estar siendo observada
constantemente no se pone “ansiosa”, no restringe
ni cesa voluntariamente su comportamiento infractor, no queda “capturada” en la
“situación de poder”. Por el contrario, sin dejarse intimidar, tratan esta
situación como un juego, un juego de póquer: ellos sospechan que el otro
jugador (el vigilante) está blufeando o se dedican a blufear activamente ellos
mismos. Constantemente experimentan: ¿Cómo
podría burlar esto? ¿En qué momento es posible hacerlo? ¿Cuándo podría hacerlo
de Nuevo? Y, si nadie está observando, ellos tratarán de burlar el mecanismo
todo el rato. Incluso más, incluso si en realidad están siendo vigilados todo
el tiempo, algunos se volverán “actores”[4],
esto es, van a actuar para los vigilantes, y de paso demostrar el hecho de que
ser observado no es suficiente, y que si el “Gran Hermano” realmente quiere ser
un tirano, no le saldrá ni fácil no barato; se verá obligado a aplicar la
fuerza; tendrá que mancharse las manos, con sangre.
Pero, ¿Quién podría saber
realmente que es lo que va a su vez a interpretar o actuar el vigilante, una
vez que sea confrontado? ¿Responderá
como un niño, un filósofo o un sádico? Nadie lo sabe, y esta es la
debilidad fatal del Panóptico. Podría terminar ocurriendo que el Gran Mago, “el
hombre detrás de la cortina”, sea expuesto como un fraude o un cobarde, y el
daño infligido a la “perfección” de la ilusión-maquínica sería irreparable.
Nadie más le tendría miedo nunca más.
Bill Not Bored, Octubre-Diciembre de 2004.
[1]
Modestamente siempre he entendido que la mejor traducción al español era
“Disciplinar y castigar” (N. del T.).
[2] La
Penitenciaría de Santiago de Chile, que sigue fielmente el modelo de Bentham,
fue construida en 1843: mismo año en que el gobierno de Bulnes, el primer gran
penitenciario de la República, tomó posesión del Estrecho de Magallanes,
adelantándose por 1 día a un barco francés que venía a hacer lo mismo (N. del
T).
[3]
Grupo de “jugadores con las cámaras de vigilancia”: no sé cómo traducirlo mejor
en este momento. Hay constantes alusiones a las actividades de este grupo
revolucionario en las páginas de NOT BORED (N. del T.).
[4] La
gracia de la palabra “play” es que sirve para referirse tanto a las acciones
de: jugar, tocar, interpretar y actuar (entre otras) (N. del T.).
Etiquetas: autoliberación integral, crítica del urbanismo, muerte a los imbéciles, pomo, psicogeografía, teoría revolucionaria
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