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lunes, abril 11, 2016

Contra Foucault: Bill Not Bored, sobre las pifias de "Vigilar y castigar". 

El foucaultianismo no sería ni necesario de tomar en serio, ni menos de estudiarlo, si no fuera por la función particularmente central y nefasta que ha ido adquiriendo en el sistema de las mentiras dominantes.

Hay algunos aportes en la tarea de criticar a dicha vaca sagrada. No tantos aún...

Por ejemplo, el libro de J-M. Mandosio "Foucault: la longevidad de una impostura", que causó pataleta a muchos academicistas e izquierdistas sofisticados. Es gracioso leer en la defensa que hace uno de ellos, datos tan claros e incontestables de la trayectoria de semejante personaje: se mete de mala gana al PC, luego pololea con los “maos”, después como que trata de reacercarse al PS….¡qué flexible! ¡qué conveniente! ¡que devenir mas rizomático!

(Necesito escuchar algo suave: Jon Hassell, Vernal Equinox).

Carlos Peña (que ejerce de intelectual orgánico de la burguesía académica desde las páginas de El Mercurio, y que es lo más parecido a un intelectual “crítico” en nuestro territorio (porque tiene harto tiempo para leer “crítica”, “crítica crítica” y hasta algo de “crítica de la crítica critica”.) O sea: es un burgués que critica). Y con su pluma le enseña a los lectores de dicho pasquín que alguna vez existieron Marx, Freud, Castoriadis, Zizek y Foucault. Ah: ¿que Zizek está vivo me dicen? Es verdad. De hecho, se dice que tiene un romance con Lady Gaga. ¡Qué pésimo gusto! ¿Quién salió perdiendo más feo? Y tan bonita que era su ex-esposa argentina. Por último con Exene Cervenka o Lydia Lunch...en fin: en cuestión de gustos no hay nada escrito, decían 8 mil millones de moscas comiendo caca. La cosa es que hasta Peña se da cuenta que la teoría del panóptico se verifica más bien en curiosas formas invertidas, ya que no de acuerdo al ideal de Bentham:

“"Esa voluntad de sigilo se estrella, sin embargo, con el panóptico al revés que la era de la internet parece haber instalado. Alguna literatura (v.gr. Foucault) describió la sociedad moderna como un panóptico, un dispositivo mediante el cual el poder podía observar a los ciudadanos sin que él, por su parte, pudiera ser observado. Pero internet -lo confirman los Panamá Papers- parece haber erigido un panóptico al revés: basta un infidente decidido a entregar un paquete de datos para que quienes conforman la estrecha élite del poder y la influencia sean vistos por todos, sin que ellos, por su parte, puedan vigilar a quienes los observan", apunta Peña (Peña y Panamá papers, elmostrador.cl).

Michelito F. es la vedete del Espectáculo, que se caracterizó precisamente por cumplir una curiosa función “antiespectacular”: no en el sentido de oponerse a la existencia del Espectaculo, sino en cuanto a ayudar a que no se pueda hablar de él. Ni de Debord.



Sobre las pifias de “Vigilar y castigar” de Michel Foucault.

Los defectos de “Vigilar y castigar”[1], que fuera publicado en Francia en 1974, derivan del hecho de que su autor claramente veía a “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord, publicado en Francia en 1967, como competencia, esto es, como un trabajo que debía ser desacreditado, antes que comentado, complementado o corregido. Dada la naturaleza de la escena intelectual francesa, quizás este aspecto de competición era inevitable. En cualquier caso, a diferencia de Guy Debord, que siempre mencionó por su nombre a aquellos que estaba criticando o descartando, Michel Foucault no mencionó a Debord por su nombre en “Vigilar y castigar”: en vez de eso, intentó apropiarse y alterar el significado de aquello que Debord llamó “el espectáculo”. (Notemos que, aunque es igualmente despectivo con el concepto debordiano de espectáculo,  Jean Baudrillard siempre se ha dado la molestia de mencionas a la Internacional Situacionista, de la que  Debord fue miembro fundador. Ver por ejemplo “El espejo de la producción”, de Baudrillard, publicado en Francia en 1973).

Para Foucault, el espectáculo es idéntico a “el espectáculo de la ejecución” (esto es, las ejecuciones públicas del siglo XVIII); y así “la desaparición de las ejecuciones públicas marcó la decadencia del espectáculo”. La conversión telescópica de “el espectáculo de la ejecución” en “el espectáculo” tiene lugar una y otra vez en “Vigilar y castigar”. Para citar un solo ejemplo: “los modernos rituales de ejecución atienden a este doble proceso: la desaparición del espectáculo y la eliminación del dolor”. 

De acuerdo a Foucault, las relaciones sociales modernas son “el reverso exacto del espectáculo”. Él insiste en que “nuestra sociedad no es una sociedad del espectáculo, sino de vigilancia”, a pesar de que ambos términos se refieren al dominio social de lo visible y no son necesariamente excluyentes. 

Para Foucault, “el poder del espectáculo” disminuyó y desapareció con el reemplazo de emperadores y reyes por “disciplinas” y “máquinas”. Él insiste en que “somos mucho menos griegos de lo que creemos. No estamos ni en el anfiteatro ni en el estadio, sino en la máquina panóptica, investida por sus efectos de poder, que traemos con nosotros desde que somos parte de su mecanismo”.

Como muchos de nuestros lectores deben saber, el panóptico era originalmente una prisión circular diseñada por Jeremy Bentham a principios del siglo XIX. Su sello distintivo era una torre de vigilancia ubicada en el centro, desde la que un guardia podía ver hacia el interior de cada celda. Es significativo que Foucault diga que, antes de su trabajo,

el panoptismo ha recibido poca atención. Era visto como poco más que una pequeña utopía bizarra, un sueño perverso (…)  Hay muchas razones por las que recibió pocos elogios; la más obvia es que los discursos a los que dio lugar raramente adquirieron el estatus de ciencia, excepto en las clasificaciones académicas; pero la verdadera razón sin duda es que el poder que opera y que aumenta es un poder directo, físico, que los hombres ejercen unos sobre otros. Una culminación poco gloriosa que tenía un origen que sólo podía ser reconocido de mala gana.

Y así, mediante el descubrimiento y popularización de la relevancia del panoptismo en la sociedad moderna Foucault esperaba desplazar a Debord y su presumiblemente sobrevalorada o sobreexpuesta teoría del espectáculo.

Pero a diferencia de Debord, Foucault no está realmente dedicado a su concepto clave. Destaquemos que Foucault no lleva el panóptico de Bentham a su “poco gloriosa culminación” en la novela 1984 de George Orwell, que no recibe mención alguna en “Vigilar y castigar”.  Ni tampoco menciona Foucault el hecho de que a pesar de que fueron frecuentemente construidas hacia 1830[2], las prisiones panópticas no se siguieron construyendo después, a pesar de su tan elogiada utilidad. 

Irónicamente, es el mismo Foucault el que provee de razones para el rechazo de las prisiones panópticas. Por un lado, la posición de la torre de vigilancia central fácilmente se prestaba para abusos: “No importa que motivo tuviera: la curiosidad del indiscreto, la malicia de un niño, la sed de conocimiento de un filósofo que desea visitar este museo de la naturaleza humana, o la perversidad de aquellos que sienten placer en espiar y castigar”. Por otro lado, los otros empleados del panóptico podrían objetar sus condiciones de trabajo, y causar ‘probemas laborales’”.

De nuevo Foucault:

En esta torre central, el director podría espiar a todos los empleados bajo sus órdenes: enfermeros, doctores, encargados, profesores, guardias; el sería capaz de juzgarlos continuamente, alterar sus comportamientos, imponerles los métodos que cree mejores; y hasta sería posible que se observara al director mismo. Un inspector llegando inesperadamente al centro del Panóptico sería ser capaz de juzgar en base a una observación, sin que nada se le oculte, como está funcionando el establecimiento entero.  

Combinemos ambos –un niño malicioso o un mirón sádico observando y controlando a un equipo de bien educados profesionales- y tenemos un sistema que simplemente no funciona.

Incluso si estos problemas pudieran ser solucionados, tanto Bentham como Foucault cometieron serios, incluso fatales errores en sus cálculos acerca de la efectividad de la vigilancia.  De acuerdo a Foucault, "el mayor efecto del Panóptico" es "inducir en el interno un estado de consciencia y visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del poder",  que puede sser alcanzado arreglando las cosas de forma que “la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si hay discontinuidad en su acción; que la perfección del poder nos lleve a que su ejercicio real sea innecesario; que este aparato arquitectónico sea una máquina para crear y sostener una relación de poder independiente de la persona que lo ejercita; en síntesis, que los internos sean capturados en una situación de poder en que ellos mismos sean sus portadores". Foucault llega a decir,

En vista de esto, Bentham sienta el principio de que el poder debe ser visible y no verificable. Visible: los internos van a tener constantemente ante sus ojos el enorme contorno de la torre central desde la cual son espiados. No verificable: el interno no debe nunca saber si está realmente siendo vigilado en todo momento; pero debe estar seguro de que siempre es posible.

Como señalé en un ensayo sobre “póquer” para los Surveillance Camera Players,[3] alguna –mucha- de la gente que sabe o sospecha que podría estar siendo observada constantemente  no se pone “ansiosa”, no restringe ni cesa voluntariamente su comportamiento infractor, no queda “capturada” en la “situación de poder”. Por el contrario, sin dejarse intimidar, tratan esta situación como un juego, un juego de póquer: ellos sospechan que el otro jugador (el vigilante) está blufeando o se dedican a blufear activamente ellos mismos.  Constantemente experimentan: ¿Cómo podría burlar esto? ¿En qué momento es posible hacerlo? ¿Cuándo podría hacerlo de Nuevo? Y, si nadie está observando, ellos tratarán de burlar el mecanismo todo el rato. Incluso más, incluso si en realidad están siendo vigilados todo el tiempo, algunos se volverán “actores”[4], esto es, van a actuar para los vigilantes, y de paso demostrar el hecho de que ser observado no es suficiente, y que si el “Gran Hermano” realmente quiere ser un tirano, no le saldrá ni fácil no barato; se verá obligado a aplicar la fuerza; tendrá que mancharse las manos, con sangre.

Pero, ¿Quién podría saber realmente que es lo que va a su vez a interpretar o actuar el vigilante, una vez que sea confrontado? ¿Responderá como un niño, un filósofo o un sádico? Nadie lo sabe, y esta es la debilidad fatal del Panóptico. Podría terminar ocurriendo que el Gran Mago, “el hombre detrás de la cortina”, sea expuesto como un fraude o un cobarde, y el daño infligido a la “perfección” de la ilusión-maquínica sería irreparable. Nadie más le tendría miedo nunca más.   

Bill Not Bored, Octubre-Diciembre de 2004.









[1] Modestamente siempre he entendido que la mejor traducción al español era “Disciplinar y castigar” (N. del T.).
[2] La Penitenciaría de Santiago de Chile, que sigue fielmente el modelo de Bentham, fue construida en 1843: mismo año en que el gobierno de Bulnes, el primer gran penitenciario de la República, tomó posesión del Estrecho de Magallanes, adelantándose por 1 día a un barco francés que venía a hacer lo mismo (N. del T).
[3] Grupo de “jugadores con las cámaras de vigilancia”: no sé cómo traducirlo mejor en este momento. Hay constantes alusiones a las actividades de este grupo revolucionario en las páginas de NOT BORED (N. del T.).
[4] La gracia de la palabra “play” es que sirve para referirse tanto a las acciones de: jugar, tocar, interpretar y actuar (entre otras) (N. del T.).

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