martes, marzo 14, 2017
Revista COMUNISMO N° 66: El ABC de la "cuestión española"
Cuando uno ya piensa que no volverá a leer nada decente en
un buen tiempo, suele aparecer el nuevo número de la revista COMUNISMO: En esta
ocasión, el N° 66 (febrero de 2017), que contiene la Primera Parte de “Revolución
y Contrarrevolución en la región española. Años treinta”.
En medio de un verdadero mar de mistificaciones y
tergiversaciones de mierda, estos “ABC” se agradecen y merecen todo nuestro
esfuerzo de difusión.
Por supuesto que se recomienda leerla entera, pero por de
pronto extracto una breve pero contundente parte que aparece casi al inicio:
EL ABC SOBRE LA CUESTIÓN ESPAÑOLA
Insistir sobre el "abc de la
cuestión española", que en realidad es exactamente lo mismo que el
"abc de la lucha de clases", implica combatir todas las ideologías
que han pretendido ver en España contradicciones particulares, condiciones
únicas en el mundo o especificidades debidas al supuesto atraso
o a la falta de desarrollo capitalista.
Para nosotros, hay sólo una cosa
realmente particular en España, y es el desfase con el que llega la
confrontación con respecto a la lucha de clases en otros países. Como
afirmábamos más arriba, el proletariado había sido derrotado en todo el mundo,
cuando en la década del 30, en España, éste hace temblar el orden burgués. Esa
es, para nosotros, la única excepción. Contrariamente a todo lo que se dice, la
lucha de clases en España es igual que en todas partes, una lucha entre
el capital y el proletariado y todo lo demás es una gigantesca
mentira.
Dada la complejidad aparente con
la que la cuestión española es presentada, este criterio de clase es
indispensable, para no enredarse en las mil y unas cuestiones personales, de
fracciones, de posiciones y grupos, que ha hecho escribir, a más de uno, que la
"cuestión española" es un laberinto inextricable.
La complejidad misma
es crucial en la falsificación. Partamos pues de lo que es más
simple para nosotros, proletarios, y descubriremos la clave de todo el proceso.
El punto de vista del proletariado es siempre el de sus intereses materiales
e históricos, el de su antagonismo general con toda la sociedad del capital, el
de su necesidad de contraponerse al capital y su Estado. Esta es la tendencia
"natural" del proletariado cuando actúa como clase.
Sin embargo, en el proceso de asociacionismo, en la organización proletaria en
contraposición a la propiedad privada y todos sus defensores, aparecen un
conjunto de ideologías, de "teorías socialistas que los intelectuales
introducen en la clase", según las cuales "es demasiado prematura la
lucha por la revolución social", "lo que hay que hacer ahora es
apoyar a tal gobierno progresista", "hay que hacer una alianza con
tal o cual sector de la burguesía", "el enemigo principal es el
fascismo, el feudalismo, el atraso o, lo que sea". No es que en España
dichas teorías fuesen originales (a pesar de la pretensión de algunos de los
autores); sino que por el hecho de que toda la burguesía mundial (con sus
respectivas expresiones "nacionales") intenta transformar esa lucha
revolucionaria en guerra imperialista, se produce la presencia simultanea de
multitud de expresiones ideológicas que se encaminan a desdibujar aquella simplicidad
de las contradicciones de clase, que caracteriza todo el capitalismo,
y a confundir todo en un enjambre confuso de ideologías. La confusión es
enorme, llegando en algunos casos al extremo de explicar esa formidable lucha en
España como producto de un conflicto ideológico. Hasta algunos de sus
protagonistas presentan lo sucedido sin tener en cuenta en absoluto la
contraposición de clases, como si en España se hubiesen enfrentado
"ideas", o principios "estatistas" versus "anarquistas",
o según otros "la reacción" y "el progreso", o diferentes
tipos de "socialismos": "socialismo libertario" versus
"socialismo autoritario".
Es totalmente lógico que quienes
presentan las cosas de tal manera, se alineen necesariamente, como sucedió
prácticamente, en uno de los lados de la guerra imperialista, sea a favor del
franquismo, sea del antifranquismo; es decir que pongan todas sus fuerzas en la
lucha para liquidar al proletariado como clase, como fuerza y transformarlo en
simple masa de maniobras o más concretamente en carne de cañón.
Desde el punto de vista de
nuestra clase, las cosas son simples, transparentes: el
proletariado se enfrenta al capital y al Estado burgués, exactamente igual que
en cualquier otra parte. Esa es la contradicción real, profunda, total,
que determina, como en cualquier otra parte, a todas las demás. Las "dos
Españas", "el atraso no permite...", el feudalismo y el
capitalismo", "las tareas democrático burguesas", la
"revolución burguesa incompleta", las "necesidades de la
guerra", "la lucha contra el fascismo", son, sin excepción,
ideologías, anzuelos de la burguesía para ensartar al proletariado,
abombarlo y arrastrarlo para mejor servirse de él.
Desde el punto de vista del
proletariado, no puede haber absolutamente ninguna duda, se trata de una
cuestión de vida o muerte, o se fortifica como clase o se lo destruye
transformándolo en base de apoyo de las distintas fracciones burguesas,
enviándolo al frente, transformándolo en ejército (industrial y militar.) Y en el
ejército republicano o franquista, en la lucha fascista/antifascista, dígase lo
que se diga, el proletariado no es clase, no se afirma a sí mismo,
sino que da su vida, sus tripas, su sudor y su sangre en beneficio de los
(éstos sí) complejos intereses de la ganancia capitalista, del reparto del
mundo entre potencias burguesas afincadas en España y al mismo tiempo
internacionales. El proletariado no entra en la guerra capitalista
(fascismo-antifascismo) como clase, sino como carne de cañón, como
negación negativa del proletariado.
Comprendidas las cosas
precisamente así, en toda su simplicidad (1), toda
alianza interclasista o renuncia a esa simplicidad, es un abandono de la
posición proletaria. Es totalmente transparente que las organizaciones que se
decían obreras, como el PSOE o el PCE (o el PCUS), afirmaban claramente que no
había que hacer la revolución social sino la guerra, que el enemigo no era el
capitalismo y la burguesía, sino el fascismo. Siempre fueron, coherentes, en
fortificar el Estado burgués para ello, en desarmar el "caos"
proletario y armar el orden y el ejército ("todas las armas al
frente").
En cambio, otras organizaciones
como la CNT, la FAI o el POUM oscilarán con respecto a esa
simplicidad durante toda su existencia, en función de la oportunidad, de los
períodos, de las estructuras, de los"programas"y/o dirigentes. Sin
embargo las especulaciones sobre "las particularidades de la cuestión
española", sobre "el enemigo principal", sobre el hecho de que
"la derecha es peor" conducirán a dichas organizaciones, de
especulación en especulación, a renunciar a todas las posiciones de clase que
se habían expresado en su seno. Dichas estructuras perderán así su carácter
contradictorio desde la adopción misma de las tesis frentepopulistas de "primero
la guerra, luego la revolución" e implicarán su alineamiento total en la
guerra interburguesa, constituyéndose en parte fundamental del Estado burgués,
impulsando, desde entonces, el encuadramiento y la militarización del
proletariado. En definitiva, esas organizaciones, dentro de las cuales se
habían asociado proletarios en su lucha y a pesar de sus tendencias
tantas veces dominantes (socialdemócratas y sindicalistas), liquidarán
totalmente esta posibilidad y se afirmarán como actores principales
para la reorganización del orden burgués.
Todo lo que en España parece
complicado, sobre el qué hacer, sobre las consignas, es fruto del abandono
fundamental de ese simple análisis de clase que indica: el
enemigo es la burguesía y el Estado, no hay un gobierno mejor que otro, no hay
una burguesía mejor que otra, la posición del proletariado, frente a la policía
y al ejército, es simplemente la de su destrucción. En cambio el POUM y la CNT
argumentarían todo lo contrario: "que hay que hacer la guerra", que
"el enemigo es el fascismo", "que el gobierno de la república es
pequeño burgués", "el carácter excepcional, popular, de las
organizaciones burguesas de izquierda" (2)...
Sin embargo, si, en ruptura con
la historia oficial se corre el velo de las superficialidades ideológicas, se
constata enseguida que la clave es la contraposición de clases, el antagonismo
entre necesidades humanas y el Estado burgués. A ese nivel fundamental, es
clarísimo que el fascismo y el antifascismo son dos mandíbulas de la
misma jeta sanguinaria, dos discursos del mismo monstruo. En efecto,
cuando no se olvida nunca el carácter burgués del Estado, y se
tiene en cuenta que su objetivo es, como siempre, liquidar la revolución,
reventar al proletariado autónomo, desarmar los grupos de proletarios que no
aceptan someterse a la disciplina estatal (por ejemplo ante la
militarización)..., todo lo ideológico queda clarísimo. Así cada discurso
oficial de la República, cada llamado a "renunciar a todo menos a la
victoria", "dejar de lado las desavenencias en la retaguardia"
sea hecho por Azaña, Companys, Federica Montseny, Andrés Nin, Juan Negrín o
Abad de Santillán, adquiere su real significado.
¡Cuánto más simple son las cosas
si, contra todos los elementos ideológicos, contra todos los pretextos y
mentiras, no olvidamos nunca que el Estado burgués, cualquiera sea
su forma, es el capital constituido en fuerza y el órgano vital de
opresión del proletariado! ¡Cuánto más transparente resulta cada hecho, y
cada figura histórica, si dejamos de lado lo que esos individuos dicen de sí
mismos, y vemos si dicha figura luchó por el proletariado o se puso al servicio
del Estado!
¡Cómo también quedan claros los
discursos de ambos lados del frente de batalla para llamar a la reorganización
sindical del trabajo y la marcha hacia la guerra,
si no perdemos de vista que de los dos lados de la guerra se impulsan la misma
reorganización del capital!
A lo largo de nuestra exposición,
veremos la tragedia en la que se sumerge la lucha proletaria en España, en
donde los dirigentes fundamentales de su lucha histórica irán pasando a
integrar los cuadros del Estado burgués, y le pedirán, al proletariado, que
abandone su lucha clasista, hasta desarmarlo y derrotarlo. Veremos que para
ello se irán liquidando aquellas bases instintivas y simples de lucha contra la
propiedad privada y el Estado que, durante décadas, había caracterizado la
lucha del proletariado en esa región, y se construirán complejas explicaciones
y teorías para justificar esas claudicaciones.
Notas:
1. Aquí, como en
otros dominios, la clave teórica y metodológica está en romper con esa confusa
representación ideológica (concreto representado), que aparece en la superficie
de la sociedad, haciendo abstracción de todos los elementos ideológicos y
propagandísticos que le dan potencia a esa representación (como el cuco del
fascismo o cualquier otra fórmula de propaganda partidaria) y concentrarse en
los intereses antagónicos de las clases en pugna y los proyectos históricos que
de los mismos se derivan. Esta abstracción, que nos permite captar la
realidad en toda su simplicidad, es equivalente a la que nos permite, por
ejemplo, comprender las formas más simples del valor, así como el desarrollo de
ellas (hasta las formas más complejas) y el proceso mismo de valorización; es
decir concebir el capital como sujeto general de esta sociedad y poner en
evidencia la necesidad y la posibilidad histórica de abolirlo.
2. "Los centristas y
reformistas de cada país subrayan siempre el carácter excepcional, popular, de
las organizaciones burguesas de izquierda de cada país", decía
Moulin, militante que se definía como trotskista o mejor dicho bolchevique
leninista, en un artículo de denuncia contra el POUM por su participación
gubernamental titulado "El POUM se convierte en partido
gubernamental". Moulin fue desaparecido y torturado a muerte por los
lenino/estalinistas.
Etiquetas: anarquia, comunismo, difusión comunista, España, GCI, nada mas práctico que una buena teoría, teoría revolucionaria
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