martes, octubre 03, 2017
"Para acabar con el trabajo", x Tortilla Flat Unlimited (1979).
Una importante reedición, en formato PDF potlacht/don, está circulando gracias a editorial ni tiempo ni ganas. Se trata de "Para acabar con el trabajo", un documento de enorme importancia para la teoría revolucionaria, eslabón perdido entre los textos iniciales sobre la comunización, en los 70.
Los dejo con algunos fragmentos de la presentación a este edición, y un fragmento sobre el comunismo.
No fue malo leerlo escuchando a Musica Elettronica Viva, Abandona la ciudad/Comunión Cósmica.
- Este libro que tiene en su pantalla fue editado, casi con total seguridad, en el año 1979, por la editorial Tortilla Flat Unlimited. Como relatan en la introducción fue escrito por dos franceses, uno de ellos vivía en España. Poco más puedo decir sobre la primera edición del texto. Se ha intentado mantener, en la medida de lo posible la maquetación original, incluyendo las fotografías, comics desviados y respetando los textos insertados en el bloque del texto principal.
(...)
Los dejo con algunos fragmentos de la presentación a este edición, y un fragmento sobre el comunismo.
No fue malo leerlo escuchando a Musica Elettronica Viva, Abandona la ciudad/Comunión Cósmica.
- Este libro que tiene en su pantalla fue editado, casi con total seguridad, en el año 1979, por la editorial Tortilla Flat Unlimited. Como relatan en la introducción fue escrito por dos franceses, uno de ellos vivía en España. Poco más puedo decir sobre la primera edición del texto. Se ha intentado mantener, en la medida de lo posible la maquetación original, incluyendo las fotografías, comics desviados y respetando los textos insertados en el bloque del texto principal.
(...)
Se de buena tinta que se intentó, por lo menos un par de
veces, editar por estas moradas del norte por el colectivo Llar/Agitazión; e
incluso por mediación del colectivo Etcétera se llegó a contactar con uno de
los autores para que realizase una introducción al texto. Al final todo quedó
en nada; los golpes represivos, el triunfo de la contrarrevolución, el
desarreglo completo de todos los sentidos, la megalomanía, el devenir de la
historia… a lo que hay que añadir, como causa principal, una pereza natural (¡y
de convicción!).
(...)
Lo ideal hubiese sido expropiar un banco y con el dinero
realizar una edición para regalar a las diferentes bibliotecas y colectivos
pero dicha empresa me parece demasiado trabajo, muy arriesgada y poco fructífera
a tenor del dinero que se podría conseguir con ello. O quizá hubiese sido mejor
financiar la edición con el atraco a una okupa después de una fiesta y
reivindicarlo haciendo una crítica en actos del mantenimiento del ciclo de
acumulación de Capital en los espacios “liberados”, al uso del dinero dentro de
los mismos.
(...)
En cuanto al etiquetamiento del libro se podría decir que es
un texto escrito por dos revolucionarios, dos compañeros, que rechazan toda ideología
y buscan en las diferentes teorías revolucionarias lo que consideran válido para
la Revolución Social. Sus fuentes están ahí en el texto: Jean Barrot, Guerre
Sociale, Marx, Fourier… Se podría decir, entonces, que entran dentro de la “corriente
comunizadora” o comunización que surge a principios de los años 70. Esta
apreciación, creo que es la que más se ajusta al espíritu del texto, pero
dejaré a l@s profesionales de la hermenéutica revolucionaria dicho análisis.
(...)
El contenido se divide en cuatro partes diferenciadas: El
mundo del trabajo y su lenta y cruel agonía, panorama de una derrota, la
ofensiva democrática del Capital en España y algunas recetas para la olla de la
historia.
Además incluyen como suplemento “Abundancia e indigencia en
las sociedades primitivas”, un artículo que apareció por primera vez en el primer
número de la revista “Guerre Sociale” en 1977 y que republicó como suplemento
en el cuarto número de la misma en 1982.
(...)
No quiero extender más esta introducción, no tengo ni tiempo
ni ganas, solo espero que agite el espíritu a más de un@ y por lo menos les
haga reflexionar sobre la supervivencia superequipada en la que estamos para
poder salir, de una vez por todas, de la prehistoria.
Vigilancia: ¡L@s recuperadores están entre nosotr@s!
¡Por la Anarquía! ¡Por el Comunismo!
¡Abolición de la mercancía y del trabajo asalariado!
¡Abajo la sociedad de clases!
¡Descansad!
Desde algún lugar en el entorno rural de la región
asturiana.
Pierre Françoise Lacenaire
-Llamamos
comunismo…
“Ya no está lejos el tiempo en el que los hombres se considerarán como miembros de una sola y misma familia, y trabajarán juntos en comunidad. Si la industria moderna no hubiera estado ahí para sacudir primero esta sociedad egoísta, y para después darle en tanto que sociedad comunista su excedente de fuerzas productivas, no hubiéramos recibido la idea del comunismo, y mucho menos hubiéramos creído que su realización fuera posible.” (Moses Hess, en un mitin comunista en Renania, en 1845)
La historia del capitalismo es la historia del hombre produciendo su sociedad en condiciones radicales de separación del productor y del producto. El fundamento, y el resulto de estas condiciones es la división de la sociedad en clases: una asegura la producción material, y la otra, a través de la propiedad privada, asegura que lo que es producido materialmente sea la misma sociedad a una escala aumentada: dicho de otra manera, que perpetua la pobreza de una clase y su sumisión. El modo de esta producción es el trabajo, es decir la especialización de una parte del tiempo para producir más de lo que es inmediatamente necesario. La relación humana que se concretiza en esto es el salariado, el intercambio mercantil generalizado.
En cada época, la resistencia del proletariado a esta sumisión, la tentativa de abolir el salariado, (consigna de la “liga de los comunistas”, de los primeros sindicatos, de la A.I.T.), pasa por la lucha económica contra las bases materiales de esta sumisión, (la miseria, el salario apenas suficiente para reproducirse, la propiedad privada de las máquinas y de las tierras), por la lucha política contra la clase que trata de dominar esta sociedad (la burguesía, al menos en un principio), y su Estado; implica la disolución de las relaciones sociales que han llegado a ser intolerables a consecuencia del desarrollo de las posibilidades humanas, y la construcción de una sociedad cuya meta sea la vida humana. Como trataremos de ilustrar, esto significa una conmoción profunda de toda la actividad, y del empleo humano del tiempo, de la naturaleza, del hombre mismo.
La teoría revolucionaria no es más que la expresión abstracta, la visión de un momento determinado de la lucha, de la sociedad que se quiere construir; es decir el análisis de las relaciones que se han creado en este momento de la guerra de clases, y de esta misma realidad que vuelve a servir como modelo general de quienes la utilizan, de aquello para lo que la utilizan, de las condiciones en las que la utilizan.
“Llamamos comunismo al movimiento real que suprime el actual estado de cosas”, es decir la lucha de los proletarios para cambiar radicalmente las relaciones sociales, y las relaciones aparecidas en esta lucha que crean las condiciones de la vida humana, de la dominación de su propia actividad. El comunismo no es un programa a realizar o a hacer realizar, sino un movimiento social. Si la memoria histórica de nuestra clase ha sido cuidadosamente obliterada por los defensores del orden, el mayor peligro viene del seno del movimiento obrero, y no solo del oficial. El Capital ha sabido superar cada plazo que le imponemos, remodelando el mundo, reestructurando la producción y a nosotros mismos, adaptándose por necesidad vital a la desenfrenada carrera que le impone la lucha de clases. ¿Y nosotros, revolucionarios pretenderíamos guardar formas de lucha que ya fueron vencidas en su tiempo? Esto no es serio.
Es necesario ante todo reconocer qué situación específica vivimos, qué opresión moderna sufrimos; y, para esto, esclarecer, a través de la historia de las luchas que nos han hecho lo que somos, lo que es constante y lo que está superado.
“Ya no está lejos el tiempo en el que los hombres se considerarán como miembros de una sola y misma familia, y trabajarán juntos en comunidad. Si la industria moderna no hubiera estado ahí para sacudir primero esta sociedad egoísta, y para después darle en tanto que sociedad comunista su excedente de fuerzas productivas, no hubiéramos recibido la idea del comunismo, y mucho menos hubiéramos creído que su realización fuera posible.” (Moses Hess, en un mitin comunista en Renania, en 1845)
La historia del capitalismo es la historia del hombre produciendo su sociedad en condiciones radicales de separación del productor y del producto. El fundamento, y el resulto de estas condiciones es la división de la sociedad en clases: una asegura la producción material, y la otra, a través de la propiedad privada, asegura que lo que es producido materialmente sea la misma sociedad a una escala aumentada: dicho de otra manera, que perpetua la pobreza de una clase y su sumisión. El modo de esta producción es el trabajo, es decir la especialización de una parte del tiempo para producir más de lo que es inmediatamente necesario. La relación humana que se concretiza en esto es el salariado, el intercambio mercantil generalizado.
En cada época, la resistencia del proletariado a esta sumisión, la tentativa de abolir el salariado, (consigna de la “liga de los comunistas”, de los primeros sindicatos, de la A.I.T.), pasa por la lucha económica contra las bases materiales de esta sumisión, (la miseria, el salario apenas suficiente para reproducirse, la propiedad privada de las máquinas y de las tierras), por la lucha política contra la clase que trata de dominar esta sociedad (la burguesía, al menos en un principio), y su Estado; implica la disolución de las relaciones sociales que han llegado a ser intolerables a consecuencia del desarrollo de las posibilidades humanas, y la construcción de una sociedad cuya meta sea la vida humana. Como trataremos de ilustrar, esto significa una conmoción profunda de toda la actividad, y del empleo humano del tiempo, de la naturaleza, del hombre mismo.
La teoría revolucionaria no es más que la expresión abstracta, la visión de un momento determinado de la lucha, de la sociedad que se quiere construir; es decir el análisis de las relaciones que se han creado en este momento de la guerra de clases, y de esta misma realidad que vuelve a servir como modelo general de quienes la utilizan, de aquello para lo que la utilizan, de las condiciones en las que la utilizan.
“Llamamos comunismo al movimiento real que suprime el actual estado de cosas”, es decir la lucha de los proletarios para cambiar radicalmente las relaciones sociales, y las relaciones aparecidas en esta lucha que crean las condiciones de la vida humana, de la dominación de su propia actividad. El comunismo no es un programa a realizar o a hacer realizar, sino un movimiento social. Si la memoria histórica de nuestra clase ha sido cuidadosamente obliterada por los defensores del orden, el mayor peligro viene del seno del movimiento obrero, y no solo del oficial. El Capital ha sabido superar cada plazo que le imponemos, remodelando el mundo, reestructurando la producción y a nosotros mismos, adaptándose por necesidad vital a la desenfrenada carrera que le impone la lucha de clases. ¿Y nosotros, revolucionarios pretenderíamos guardar formas de lucha que ya fueron vencidas en su tiempo? Esto no es serio.
Es necesario ante todo reconocer qué situación específica vivimos, qué opresión moderna sufrimos; y, para esto, esclarecer, a través de la historia de las luchas que nos han hecho lo que somos, lo que es constante y lo que está superado.
Etiquetas: 77, a desalambrar, a desalienar, comunismo, España, teoría revolucionaria
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