jueves, abril 05, 2018
Torniquetes (x Comunidad de Lucha # 3)
Cualquiera que haya
sufrido el hacinamiento y la espera tortuosa en el “horario punta”, puede
fácilmente comprender la naturaleza inhumana del sistema de transportes.
Efectivamente, este sistema no ha sido creado pensando en nuestras necesidades,
ni mucho menos en la comodidad y el placer de quienes viajamos en micro o en
Metro. Muy por el contrario, ha sido planificado con la misma racionalidad
egoísta y calculadora con la que un empresario compra camiones para transportar
animales hacia el matadero: no importa el bienestar de las personas,
lo que importa es el bienestar de las empresas.
Es decir, el sistema
está creado para hacer de lxs asalariadxs, y de sus hijxs, una fuente
permanente de acumulación de capitales: explotadxs directamente en tanto
trabajadorxs, y además como “usuarios” de un servicio por el cual debemos
pagar. El hecho de que el “Panel de expertos del Transantiago” haya decretado
19 veces desde su puesta en marcha en 2007 la subida del precio del pasaje
evidencia su verdadera labor: mejorar la rentabilidad económica de una empresa.
El apoyo –financiero,
legal, policial– del Estado a las empresas del transporte es un hecho que ni
siquiera cabe discutir, puesto como entidad administradora y protectora de la
dominación capitalista, tiene sumo interés en que la gigantesca masa de
esclavxs asalariadxs pueda ser transportada todos los días, y en grandes
cantidades, a los lugares de trabajo y consumo. Más aún, el día 18 de enero se
aprobó la famosa “Ley Anti-Evasión”, que penalizará duramente no sólo el no
pago del pasaje y creará un registro nacional de “evasores”. Así, no solo se
protegen con multas, cárceles y listas negras las ganancias, inversiones y la
propiedad privada de capitalistas y políticos, también se logra, al mismo
tiempo, el doble objetivo de perseguir a quienes no pagan, y de aislar y
dividir cualquier manifestación de rebeldía por parte de lxs explotadxs y
destruir cualquier posible brote de solidaridad.
La existencia de
fiscalizadores, así como de la policía, es la prueba de que jamás hemos
abandonado la época de los “negreros”: esclavos que controlan y apalean a otros
esclavos.
Pero el verdadero
símbolo de la miseria de este sistema capitalista, el secreto revelado de su
existencia impersonal, inhumana, son los torniquetes.
El torniquete, lejos de
ser un objeto neutral o accidental que con maquiavélico ingenio es usado por
empresarios para obligarnos a pagar, es en realidad el modelo de toda esta
sociedad, el verdadero espíritu de esta falsa comunidad, es la imagen que
resume toda nuestra no-vida: pagar para vivir, vivir para pagar.
¿No es, acaso, ilimitado el
número de “torniquetes” que debemos pasar durante nuestra vida? ¿Y cuántos de
esos otros “torniquetes” son imposibles de saltar? Está el torniquete de la
vivienda: pagar para habitar, para dormir, para tener un espacio –reducido para
la mayoría de nosotrxs– en el cual sobrevivir. El torniquete de la salud: pagar
para sanarnos y continuar nuestra existencia, no en tanto que seres humanos,
sino como asalariadxs. Por lo demás, cuando se trabaja por menos de $400.000
(es decir, más de la mitad del universo de quienes trabajan) enfermarse es casi
una condena a muerte. ¡Y no se le vaya a ocurrir tener una enfermedad crónica!
Porque entonces el “torniquete farmacia” le cobrará mensualmente una suma para
que Ud. siga respirando. Y si te endeudas y no puedes pagar, también habrá
fiscalizadores acompañados de policías que irán a tu casa a embargarte por la
imprudencia de haberte endeudado para mantenerte vivo ¿Y el “torniquete de la
educación”? Pagar por venderte a un mejor precio, en el mejor de los casos, que
obviamente es el más raro. Una situación laboral precaria e insegura es lo más
común, aquí nuevamente… ¡no se le vaya a ocurrir tener problemas, estar triste,
enfermarse, tener hijxs que le necesiten mientras trabaja, algún problema
familiar! ¡Recuerde que hay cientos, miles tal vez, esperando reemplazarle! En
resumen: si no pagas, no comes, no hay casa, y no hay salud, porque si
no pagas… ¡no vives!
En el actual sistema de
transportes y su organización, se encuentra visiblemente revelada toda la
miseria de nuestra vida cotidiana. Hasta tal punto son el Metro y el
Transantiago una manifestación de la universalidad de nuestra
no-vida, que la crítica del sistema de transportes –y de la rutina social y del
aburrimiento que fomenta– es al mismo tiempo la crítica de toda la
sociedad, y la confirmación de la necesidad de una vida no sometida al
dinero ni al trabajo asalariado. No se trata, por lo tanto, de que se cometa
contra nosotrxs una injusticia particular –el torniquete, el hacinamiento, la
humillación, la vigilancia– sino que se comete contra nosotrxs una injusticia
de carácter universal que abarca todas las dimensiones y facetas de nuestra
vida social. El problema no es tal o cual aspecto de esta sociedad
capitalista –transporte, salud, AFPs, educación, etc.–, sino que la forma misma
en que producimos y reproducimos la totalidad de nuestra vida. Es
necesario, entonces, crear dentro de esta sociedad inhumana una comunidad que
no dé cabida a la explotación; una comunidad que nos permita imaginar y crear
colectivamente una forma de vida emancipada del miedo y de los efectos de todas
las formas que asume la represión y, sobre todo, de un modo de no-vida basado
en la dominación sobre el ser humano y la naturaleza.
Esta comunidad comienza
parcialmente con la rebeldía colectiva a enajenar nuestra vida en el chip de
una tarjeta, al negarnos individual y masivamente a reforzar un sistema que nos
transporta directo hacia nuestra esclavitud. Pero para que la actual pasividad
y evasión individual se convierta en rebeldía generalizada, habría que
cuestionar prácticamente todos los aspectos de nuestra vida, de la cual el
sistema de transportes es –por fundamental que resulte– solamente un elemento
entre muchos otros. Una comunidad de lucha solamente podrá emerger con la
ruptura del aislamiento capitalista que cotidianamente reproducimos, no
solamente con la evasión o el negarse a pagar un pasaje, no solamente
impidiendo que fiscalizadores y policías bajen de la micro a quienes no pueden
o se niegan a pagar, sino en la subversión colectiva contra la sociedad del
capital. Debemos ir a la raíz del problema. Es necesario dejar de pagar el
pasaje como primer paso para dejar de pagar para vivir. Es necesario abolir la
propiedad privada y el trabajo asalariado, bases reales sobre las que crecen el
Estado y el sistema capitalista. Una comunidad de lucha solamente podrá
afirmarse en ruptura con la totalidad del sistema y no solamente contra un
aspecto particular, en la creación colectiva de una vida que ataque
directamente los fundamentos sociales e históricos de la inhumanidad. La
rebeldía contra el sistema aunque se manifieste por ahora en situaciones que
aparecen como las más injustas –como las alzas de pasajes– lleva en sí un
espíritu universal: el comienzo de la época de la superación colectiva del
aislamiento capitalista.
Contra las leyes, la
represión y la paz social del Capital
¡Comunidad de lucha!
¡Comunidad de lucha!
(Tomado de CdL noblog)
Etiquetas: a desalienar, chanchos culiaos explotadores, Chantiago, comunismo difuso, psicogeografía, tercer asalto proletario contra la sociedad de clases
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