miércoles, junio 27, 2018
Tildaflipers, MUAU MUAU (2018, Prius discos)
El espacio
virtual nos trae de regalo un nuevo disco de los Tildaflipers -que además
existe en formato de vinilo 12”-: inquieta formación con sede habitual en
Buenos Aires, donde tienen su base de operaciones, y una casa-estudio que
funciona como su propia Black Ark: el Estudio Ercilla.
9 temas, con una
duración promedio de 4 minutos (la más breve marca 3:20, y la más extensa
4:40). O sea, se trata de canciones, y en efecto, en casi todas ellas hay
vocalización, uniendo muy bien la voz masculina con la femenina, y samplers de
otros profetas y pontificadores en medio de
los paisajes sonoros que se construyen cuidadosamente por este
Laboratorio del Dub.
En “Cacería” se
hace un muy buen uso de la voz masculina y femenina, con visiones poéticas
sobre estar “sentada al borde del precipicio”, viendo al cielo como un jardín
de flores/estrellas. Tanto aquí como en “Hojas” se trata de un dub etéreo,
volátil, que te permite abandonarte a la deriva mientras lo oyes.
En “Sacachispas”
el sonido muta un poco, ofreciendo unas excelentes dos notas (¡para qué más!),
sobre las cuales atacan de nuevos las dos voces, y se agrega luego el sampler
de algún profeta rasta. El sonido me parece más industrialoide, pero a poco
andar concluyo que no, que lo que me trae a la mente son los Suicide, con las
famosas y certeras máquinas repetitivo/electrónicas de Martin Rev. Los teclados
me recuerdan también un poquito a Chrome.
En “Valle sin
viento” el estilo mesiánico del dub reggae se toma las pistas, con excelentes
bronces, y me parece que el mensaje de regreso al África que por lo que creo
llegó a Mar del Plata en los 80 de la mano de Luca Prodán. O sea, la
afro-profecía que se desplazó desde Africa a Jamaica, Italia y Londres, para
llegar a Córdoba y Buenos Aires, y emanar en este momento desde allí hasta
Santiago de Chile, a través de estos viejos parlantes que ya van a cumplir
medio silgo. Y que arda Babilonia, y que las trompetas derriben todas las
puertas que nos encierran en los circuitos de la fábrica social.
El texto señala
a cada rato que “no pasa nada”. Pero me quedo pensado en que hay en principio una
doble acepción: en sentido positivo, no pasa nada es lo mismo que decir “está
todo bien, quédate tranquilo”, pero en sentido negativo no pasa nada sería
equivalente a “todo es muy fome”, como decimos por acá (Mientras en Brasil
“fome” es hambre, en Chile es aburrimiento).
“Sueño” es,
según creo, una especie de homenaje a la melomanía y sus devotos, amntes de las
diversas formas de organización humana del sonido. “Sueño sinfonía, dulce
melodía, es mi elixir, sos mi porvenir”. De nuevo un dub etéreo, flotante, y de
la nada pienso en la teoría de la Big Note, de Zappa en el “Lumpy Gravy”, donde
se pregunta si todos los sonidos del cosmos no formarán una especie de Gran
Nota en la vibración universal. De ser así, en efecto somos todos sonido,
vibración, y apuntamos hacia un devenir constantemente música/no-música, vibración,
y muchos microcosmos y mares de ruido, drone y
“porvenir”. Cuando dicen “nada está tan bien, nada está tan mal”, se
reconecta con la idea del “no pasa nada”.
“Dengue”:
juraría que había escuchado este tema antes. Difícil olvidar una canción donde se diga que
tu poesía le falta algo, y se hable desde un “extremo pesimismo, justo al borde
del abismo”. Con una instrumentación más tradicional est sería punk rock, pero
pese a la inspiración se transforma en otra cosa en las manos de Tildaflipers,
héroes de la derretición contemporánea.
“Semilla” y
“Corte duro” ya se van adentrando al final de este bello artefacto. La idea de
una semilla que crece en medio del basural es la misma que cuando Archie Shepp
decía que en cierta forma el jazz es “una flor en medio del pantano”. Lo mismo
se puede decir del blues, el soul, el dub reggae y el free jazz. El vocalista
nos recuerda varias veces que “la herencia de derrotas es tu manantial”. Es
nada casual que escuche esto mientras leo “La horda de oro”, sobre el manantial
de derrotas que hubo entre 1968/1977, vistas desde el territorio italiano,
desde su “Otoño caliente” de 1969 hasta “la estrategia de la tensión” y luego “los
años de plomo”, ya a fines de los 70, pasando por los comités de base en las
fábricas, las luchas de estudiantes-trabajadores y trabajadores-estudiantes, la
autonomía obrera, y el lado menos conocido del movimiento: la explosión de
1977, prefigurada por el surgimiento en todo el hinterland (periferia) de los Círculos del Proletariado Juvenil.
Las ocupaciones, las radios, los festivales. Y tambien, el terrorismo estatal,
la lucha armada….una desastrosa espiral de acción y reacción que se saldó con
muchos muertos y encarcelados. En fin: derrota tras derrota, hasta la victoria final.
Por cierto, fue en esos años en que se ya imponía el reflujo y la angustia
existencial cuando murió la hermana de Luca, a quien éste dedicará su versión
de “Heroína” de los Velvet Underground (y siguiendo con mi obsesión por las
trilogías, recomendaría escuchar seguido la versión de V.U., la de Lou Reed en
“Rock and Roll animal” y la de Luca/Sumo). Una sobredosis de heroína acompañada
de aspiración del gas del tubo de escape del auto en que Claudia Prodán se
encerró junto a su amante, dejando una nota en que se afirmaba que era “mejor
morir de droga que vivir así”…
Cerrando el disco,
tenemos a “Estación Benavidez”. Originalmente esto era una especie de homenaje
a Ornette Coleman, fallecido el 11 de junio de 2015. Monki me decía que nunca
se le pasó la tremenda impresión que le produjo hace varios años escuchar el
inicio del álbum Body Meta (1978), “Voice Poetry”, con su hipnótico uso del
ritmo conocido como “latin”, popularizado mil veces desde Bo Diddley a los
Residents y Aksak Maboul. “Es un Groove eterno” me decía, mientras me invitaba
a agregarle algunas tomas de saxofón (o chantofón). Pero no llevé ningún
saxofón al estudio de Prius discos en noviembre del 2017, y desde lejos Monki
sugirió que “la voz de la poesía” invitaba a alguna intervención hablada, y así
fue como puse manos a la obra intentando relatar la extraña y psicogeográfica
anécdota de cuando Ornette fue a tocar en Buenos Aires en el 2009 y se perdió
en la ciudad tras ser expulsado del lobby del Hotel, yendo a parar vagando a
Tigre, en subte y tren, donde fuera detenido por la policía, que por supuesto
no tenía ni remota idea de quien era este señor. Lo mejor de todo es que la
ausencia del saxo motivó a incorporar además sampleos de la famosa trompeta de
bolsillo del viejo compañero de aventuras harmolódicas de Ornette, Don Cherry
(¡y es mucho mejor escuchar a DC que a JC! Aunque gracias a la magia de las
técnicas del dub master, podemos escucharlos a ambos dos juntos en esta
ocasión).
100%
recomendable, y por supuesto que es una recomendación que viene de muy cerca.
Archivar bajo la etiqueta “dub harmolódico del Sur”.
Etiquetas: buenos aires, dub, free chant, free jazz, punk rock
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