viernes, noviembre 30, 2018
TOCATAS. PARTE 2: Matucana 100 versus Centro Cultural Alameda
“Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”
(Groucho Marx)
Siempre he despotricado harto
contra M100, desde que supe quiénes son sus dueños y cómo la obtuvieron. Una
vez toqué ahí con el Colectivo No, después de un ensamble de Edén Carrasco. O
era un dúo? No recuerdo muy bien. Fue el 2016, creo. También andaba por ahí
Raúl Ulra Díaz. En esa ocasión llevé un saxo soprano. Qué difícil instrumento
es ese. Kaoru Abe le sacaba un buen nivel de ruido. Tocando con la tremenda
cara de curao, pero así era él: muy intenso.
La otra vez tocamos ahí con Disturbio
Menor. No me parecía a priori que fuera un buen lugar para tocar, pero la
primera sorpresa fue que nos dijeron que podíamos ingresar todo el alcohol que
quisiéramos, y no había que estar preocupado de pasar piola ni de que te lo
quitaran los guardias. De hecho, no había guardias.
La sala pequeña que tienen (no
esa grande donde tocó el gran maestro Peter Brötzmann hace poco: ¡qué concierto!) es ideal para combos de punk rock.
Tocó la banda nueva de Emilio Asamblea, Angara, y al final Zaherir. Ya
no me acuerdo de quien toco segundo y tercero, si Enfermos o DM, y no por
exceso de cerveza (aunque teníamos muchas) sino que por exceso de tocatas. O
una mezcla de ambos excesos, puede ser…la cosa es que todo sonaba bien, la
gente que había estaba muy atenta, Emilio bailaba pero no se atrevió a hacer
coros, por más que hubiera sido genial que lo hiciera. Olea me acercó el
micrófono en la parte final de “No soy cómplice”, que es la única parte en que
me gusta hacer coros porque no me distrae de la ejecución del cuatro cuerdas.
Había una fotógrafa punk rock,
Manuela González, y sacó unas excelentes tomas., como esta:
Así que M 100 no estuvo mal en
definitiva. Puede que se deba a que tenemos amigos que trabajan ahí.
Un día después voy en el metro
con mi maltrecho saxo tenor (que alguna vez perteneció al gran instrumentista
Diego Manuschevic, que por lo muy poco que he sabido de él ahora se dedica por
sobre todo el clarinete bajo. Acá lo vemos tocando hace un par de años tocando un tema de Thelonious Monk con un soprano). Llego al CCA a la hora señalada por Negro
Duchamp: pasadito las 22:00.
Craso error: una vez dentro de
ese lugar, los guardias no te dejan salir. Me embronqué tanto con un
automovilista el otro día, por no respetar el paso peatonal, que no quiero
pelear con guardias así que me quedo adentro hasta que la tocata empieza recién
a eso de las 00:00
(Es un defecto personal: me dejo aplastar
muchas veces, por timidez, y cuando me enojo y reacciono, tiendo a sobre
reaccionar…La discusión con el automovilista terminó conmigo dándole un cadenazo
al parabrisas. Mi hijo se sorprendió un poco: “Papá, por qué hiciste eso?”).
Pero adentro me convidaron
algunas cervezas los amigotes, escuché desde abajo a los ZATs y vi desde el
costado a Gangrena Surf, y al final llegó Cris Pintoi y entre los dos emulando
a los Hermanos Ayler chillamos con tenor y trompeta acompañando a Marcel
Duchamp en “Sistemática” y otro tema previa que no sé cómo se llama.
Eso fue como a las 4 de la
mañana, segunda vez en mi vida que toco tan tarde….¿o debería decir tan
temprano?
Pero no era de eso de lo que
quería hablar ahora, sino que de la irrupción de algunas mujeres durante el
set de Marcel Duchamp, reclamando a viva voz contra el pogo/slam excesivamente
testosterónico que se estaba dando, con puros machos adelante y las chicas
desplazadas hacia los costados o hacia atrás.
Les encontré bastante razón, y recordé que en
los viejos tiempos noventeros para nosotros era toda una lucha el que el pogo
fuera un espacio enérgico pero amigable, ayudando a los caídos y evitando
excesos de fuerza bruta, para que todos pudieran sumarse: chicos y chicas, altos
y bajos, grandes y pequeños, adultos y adolescentes.
Cuando tocaron los Crudos en el
Cimarrón ese verano del 98 Martín era insistente en ironizar con los muchos machos
que se tomaban el espacio frente al escenario: “Ay pero qué rudos que son! Qué
machos! Por qué no dejan que las chicas y los niños presentes bailen también?”.
No surtía mucho efecto, o tal vez sí, pero sólo por un momento. Ahueonaos picados a Hardline y algunos
machocores seguían aforrándose duro y haciendo del espacio un lugar de mierda…Algunos
mientras practicaban su karate hacían la señal de la cruz con las manos y gritan
el nombre de una banda bastante horrible para mí, que era un verdadero emblema
de esa actitud patotera, y que empezaba con la letra A.
Fin del flashback….
Regreso al sábado pasado.
Pero…¿qué se puede hacer? Los hombres en
general reaccionaron haciendo gestos que invitaban a las chicas a pasar
adelante, pero…no me gustaba mucho el gesto. Se veía un tanto paternalista y hasta sobreprotector. Yo
pensaba: “si estuviera ahí, daría un paso al costado”.
Tampoco se trata de reprimir la espontaneidad
del baile….En fin….
Joako trata de presentar un tema
hablando de las ciudades como un espacio de control….La voz femenina sale de
nuevo y señala algo acerca de que el espacio se lo toman siempre los machos….Joako se ve un poco descolocado, y como que no
sabe bien qué hacer, pero luego dice “estoy hablando de otra cosa”. Tocan un tema más, y
las quejas siguen, así que ofrece la palabra.
Una mujer joven, con falda de
mezclilla, sube al escenario y toma el micrófono que Joako Duchamp le alcanza. Y
dice más o menos esto: que a diferencia de los hombres, que da lo mismo sin son
feos o ricos, pues pueden caminar tranquilos por las calles, las mujeres no
pueden porque los hombres las agreden. Que todos los hombres que están ahí
presentes dándoselas de punk son iguales que el resto de los agresores, que en muchas tocatas a las mujeres les agarran el poto, y que por eso muchas no se atreven a estar ahí adelante
Marcel Duchamp sigue tocando, la tensión al final baja, aunque de vez en cuando se escuchan gritos antimacho.
Algunos hombres responden: “somos todos seres humanos”. Es verdad pero…ante lo señalado por esta chica, proclamar la igualdad formal es una manera de no hacerse cargo del problema tampoco…que sí es un problema real.
Quedo bastante confundido. Debería
solidarizar con ellas e irme de ahí? Debería preguntarle a esa chica qué
medidas propone para hacer del evento algo agradable para hombres y mujeres? El set de Marcel avanza a toda velocidad.
Tocamos “Sistemática”, donde en una
parte se dice “el sistema somos nosotros, el problema a somos nosotros”. Y
pienso que es cierto, que con nuestras actitudes no podemos ir y replicar inercialmente lo mismo que hace el sistema, y que no sé cómo resolver este problema.
Al terminar nuestra colaboración free chant,
trato de decir algo al micrófono, que es cierto que adelante hay
mucho macho, y ante los reclamos que acabamos de oír algo se podría hacer para corregir eso…Se escuchan un par de
aplausos, pero todo sigue casi igual. En el pogo nunca veo a más de dos mujeres
al mismo tiempo. Todo el resto son hombres.
Antes de irme no veo a esa chica
por ningún lado, pero le comento el tema a una conocida, y me dice que discutió
con ella, que no está para nada de acuerdo con cómo planteó las cosas, y
tampoco con su discurso del miedo: “yo quiero caminar sin miedo por las calles,
y este discurso me trata de asustar”. Le digo que si bien yo no comparto la ideología anti-hombre, no puedo dejar de encontrarle cierta razón a los reclamos de esa chica.
A las 4:30 me voy. Y en el camino recuerdo la
tocata en Puerto Montt: el pogo era una masa humana de hombres y mujeres, y
pese a su entusiasmo no era violento.
¿Qué hacer?
No me parece un tema menor.
Veamos como se da la cosa en Talca este fin de semana.
Etiquetas: Chantiago, feminismo, free chant, free jazz, hardcore punk, rock pichulero, violencia y control
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