jueves, junio 18, 2020
César Olea, el Huevo. RIP.
Recuerdo muy bien el día en que
estábamos en la pieza de Lautaro antes de un ensayo, cuando de repente Cristián Olea
sacó el demo de Enfermos Terminales, que acababa de llegar a sus manos, y lo escuchamos como dos veces seguidas. Creo
que fue en 1996. Nos sorprendió que hubiera una banda así de sincera y corrosiva,
totalmente alejada de los clichés del NYHC y otras modas de esa época, y de
inmediato quisimos conocerlos y tocar
con ellos. Olea incluso redactó un elogioso comentario del demo para la Corazón
de Chancho.
Los llamé por teléfono para
invitarlos a tocar en el Taller Sol (ubicado entonces en Agustinas con Brasil),
y ahí hable por primera vez con el Huevo. Quedó todo listo, y me tocó hacer el
afiche. Cuando estaba en eso, de repente me di cuenta de que la tocata, que era
un domingo, coincidía con un importante partido de la selección chilena.
Entonces lo llamé de nuevo, y se dio más o menos el siguiente diálogo:
-Oye, estoy preocupado porque hay
un partido de Chile a la misma hora de la tocata.
-¿Y de qué te preocupai? ¿O acaso
te interesa verlo?
-No, para nada. Pero me temo que
vaya poca gente por culpa del partido.
-Si alguien no va porque prefiere
ver el partido, ¡mejor pos! Menos ahueonaos en la tocata.
Le encontré toda la razón, e hice
al afiche agregando en una parte a una chica de manga diciendo: “Ni ahí con el
partido”.
La tocata salió muy bien. Enfermos
en esos años eran Patán en voz, Huevo en guitarra, su hermano Canito en
batería, y el famoso punk rocker Francois en bajo. Francois era lo más extraño
de la formación, porque de alguna manera su bajo iba como más lento que el
resto de la música, generando un efecto de caos semicontrolado que recordaba un
poco las grabaciones en vivo de los Germs.
Entre un tema y otro recuerdo a
patán diciendo: “pierde Chile, 3-0”.
Seguimos tocando hartas veces juntos,
y armamos el caset compartido “Vamos bien, mañana mejor”, donde ambas bandas,
cada una en su propio estilo, repasábamos las principales críticas al soporífero
orden social de la segunda mitad de los 90. En un momento el cuartel de los ET
en la casa familiar de Patán era un centro contracultural por el que todos
orbitábamos, y el Huevo siempre estaba ahí riendo y hablando del punk rock con
un nivel de conocimiento experto.
Ya en el nuevo milenio, por ahí
por los años 2000/2001, me integré a ET
en bajo. La formación había sufrido numerosos cambios, siendo Patán y Huevo los
pilares estables. Yo conocía bien su repertorio, y en unos pocos ensayos el Huevo
se encargó de enseñarme desde su guitarra como eran las distintas partes de
cada tema, quedando en condiciones de tocar con ellos en su incesante actividad
que incluyó un par de minigiras a Chillán y Arica.
Nunca olvidaré que en el viaje
nocturno a Chillán el asistente del bus nos quitó y retuvo una caja de vino, devolviéndola
al arribar al terminal. Pero no fue obstáculo para ir cagados de la risa dando
jugo, y la nota dominante del caos era él por supuesto, que transitaba por el
pasillo escuchando en su walkman el disco de las ranas sudamericanas de Peter
and the Test Tube Babies. Los sonidos de la guitarra de “The Jinx” se escapaban
de los audífonos y Huevo gritaba: “¡Peter and the Test Tube Babies….esta es la
verdad!!!!”. Llegamos a Chillán, y en su casa el Jose A. nos esperaba con un
desayuno de campeones: marraquetas, palta, y varios litros de Escudo heladita.
Durante la tocata ocurrió lo que
ahora me parece más gracioso. Dado que no había amplificadores, había que
conectar bajo y guitarra directo a la mesa. Sin ser un fetichista del sonido,
la opción no me acomodaba nada, y entonces apareció un viejo amigo de Cristián Olea (con
quien estábamos totalmente distanciados en esos años) y fue a su casa a buscar
un ampli de bajo [Por cierto, había una dupla Olea/Cortés en ET y otra en DM!]. Al verlo el Huevo decía que era mejor usarlo para la guitarra,
porque “el sonido de Enfermos es así, corrosivo”. Me negué totalmente a su
propuesta, probamos sonido, y salí al patio a fumar algo. Al rato me llegan a
buscar para tocar, así que llego justo a tiempo para agarrar las cuatro cuerdas
y tocar…Al final del primer tema quise re-regular un poco las perillas pero me
di cuenta de que no había ampli, que estaba conectado en línea a la mesa. Miro
al otro extremo del local al Huevo, que estaba feliz tocando la guitarra con el
ampli de bajo y me gritaba: “corrosivo, corrosivo”. Lo odié un poco, tal como sé
que a veces él me odió a mí (por ejemplo una vez que en Serrano 444 anuncié el
nuevo tema “Váyanse a la mierda” con una dedicatoria a varias bandas machocore,
que después nos tenían amenazados y por supuesto nunca nos pasó nada), pero
esos enojos se nos pasaban altiro en torno a conversación, música y unas
cervezas.
Pese a que a veces lo seguí
viendo en tocatas tras mi breve pero intenso paso por ET, no fue sino hasta el
retorno de Disturbio Menor en el 2018 (que por cierto fue idea de Patán) cuando
volví a convivir con él digamos “on the road”. El viaje a Puerto Montt y
Chillán fue memorable, y ya escribí sobre eso por si lo quieren revisar. Y
después, recuerdo bien la tocata de Ignorantes en Hangar Subterráneo un domingo
de verano, donde el Huevo tuvo la gentileza de alojarlos en su casa, y aún
recuerdo cuando luego de la tocata estaba algo complicado porque el séquito de
los de San Pedro de la Paz era bastante numeroso y parecía poco probable que cupieran
en su hogar. Pero apañó igual y luego me dijo que lo pasaron la raja. Me
imagino ese carrete y todavía me dan ganas de ir.
Conozco a unos cuantos amigos que
conocieron al Huevo viéndolo en tocatas de la sala Lautaro hacia 1989/1990, con
DTH (Death to Humanity…¿pioneros del ecoextremismo/humanx plaga? jaja). Dicen
que era impactante verlo cantando en escena con gran violencia acústica y
visual. También tocó guitarra en los Políticos Muertos, a quienes la muerte ya
les había arrebatado hace unos cuantos años al guitarrista Cabro Perro (RIP
amigo…te ví pocas veces pero siempre en buenos contextos y en una época en que
yo era bastante paranoide dada la relativa abundancia de críticos y enemigos siempre
me trataste muy bien).
Hace tiempo que empiezan a morir
los viejos próceres del hardcore punk. El movimiento ya envejeció, y nosotros con él.
El virus chino ataca de cerca y
todavía faltan tres días para principiar el invierno.
Huevito se suma ahora a los que
ya no están acá, y quiero creer que el punk rock nos hace inmortales y que hay
una dimensión del espacio/tiempo en que estaremos siempre todos juntos
aportando nuestra cuota de vida a través del ruido de acoples y apocalípticos riffs
de esos que te hacen cabecear desde adentro, desde las profundidades del alma.
Guardaré para siempre el “Doble
Platino” de Kiss en vinilo que una vez me “regalaste”, al escuchar una triste
historia que conté sobre el terremoto del 85. Y nunca olvidaré que una vez que
estuve bien deprimido por penas de amor fuiste a acompañarme a mi pequeño
departamento por una semana completa. Qué tiempos aquellos, y qué lejanos
parecen ahora.
Te recordaré en cada momento en
que tenga que recordarme a mí mismo qué es el punk rock y por qué es algo que
transforma nuestras vidas.
Un abrazo coleguita, y recuerda
que nos faltó tomarnos una Pilsen más. Yace tranquilo que muchos seguiremos
oyendo tu risa estrepitosa y tu ataque corrosivo sobre las seis cuerdas, sin
parar, hasta siempre, 1-2-3-4!
Etiquetas: hardcore punk, memoria negra
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