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domingo, agosto 31, 2008

Marcelo Barrios. jesus christ superstar/31 de agosto en el cementerio 



En marzo de 1984 ensayaba un número espectacular en que participaban todos los liceos salesianos de Punta Arenas: la preparación de la puesta en escena de “Jesucristo Superestrella”, para la semana santa. Era entretenido. La cosa era masiva: banda de rock, coro masculino y femenino, actores/cantantes y no se qué hueá más. Tito Beltrán, vecino mío, ex-enemigo y alumno del Don Bosco, hacía de Judas con su vozarrón tenor. No era mal tipo ese Tito Beltrán, aunque nuestro primer contacto en el barrio había sido hostil y terminó mal, con él aforrándome un bien puesto combo en el hocico una vez en un peladero donde íbamos a andar en bicicleta (Yo le había arrojado previamente una bolsa de agua a los rayos de su bicicleta mientras pasaba fuera de mi casa, y días después me interceptó y aforró el combo, tras decir "a los choritos me los como con limón". No pude hacer mucho, pero en defensa de mi honor debo decir que el es 5 años más viejo que yo). Recuerdo que se ensayaba mucho. Yo tocaba flauta traversa en unas partes, y en ciertos momentos para dar más variedad me cambiaba a un pito de banda de liceo que yo veía más bien como una especie de piccolo o “flautín” (había probado uno en una tienda, de vacaciones en Valparaíso y a falta de uno de verdad, me había comprado por cuatrocientos pesos esta otra opción bastante más económica, con un sonido mucho más feo pero bueno...es lo que había). Pero me estoy dispersando. Un día uno de los que cantaba, que iba en el tercero "Borgatello" de mi liceo (los cursos tenían nombres de curas muertos...de 6º a 8º yo era del "Benove", y no me acuerdo ahora del nombre de mi primero medio), me dijo a la salida: “Supe que estás interesado en entrar a la juventud socialista, Marcelo, de mi curso, te va a esperar a la salida para conversar”. En esas escaleras que daban a calle Fagnano estaba este cabro totalmente normal para los estándares de esa época pingüinos australes (nótese la redundancia). Expresión muy inteligente, determinada, y bastante amable sin ser meloso. En resumen me cayó muy bien y me contagió de inmediato una energía subterránea que era precisamente aquello con lo que yo quería contactar. Antes, en el verano, había intentado con mi primo Ernesto, del Cerro Cordillera (medio remolcado a lo militante pero entusiasta en su oposición verbal y práctica a la dictadura ) contactar a las juventudes comunistas en Valparaíso, supuestamente se juntaban en una iglesia, pero finalmente no se dio la ocasión, y mi abuelo nos dijo que esperáramos un poco, pues teníamos recién 12 años y las cosas estaban duras en ese momento. De vuelta a clases allá abajo, y en mis actividades musicales que me mostraban un mundo exterior a mi familia y vecinos empecé a conocer algunos cabros más grandes con simpatías socialistas, que se estaban organizando, y eran en general huevones muy talentosos y carismáticos, con los que se daba una amistad natural. Marcelo era el líder natural de todo ese lote. Caminamos, fuimos a la plaza de armas, seguimos hacia el María Auxiliadora -que hacía la dupla “científico humanista” con el San José, mientras el Sagrada Familia y el Don Bosco eran los “técnicos”, pues no olvidemos que la división social del trabajo se empieza a ensayar/imponer ya desde que somos chiquititos, y los curas también la replicaban-, dimos unas vueltas alrededor de ese centro de internación escolar diurna de niñas lindas , conversando dimos varias vueltas (como en el chiste el gatito ¿lo conocen?), y lo que mejor recuerdo de la conversación es que yo le confesaba no tener muy claro la diferencia entre comunismo y socialismo. Cuando mi abuelo me lo había tratado de explicar, me dijo algo de unas carretillas. Mineros que acarreaban no se cuantas caretillas de carbón por día. Según la “Crítica del Programa de Gotha”, en el socialismo sería todavía necesario que les pagaran según el número de carretillas acarreadas, y sólo en la fase comunista se podría practicar el “de cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades”. O algo así. Pero esa tarde al lado de Marcelo ya no recordaba muy bien el ejemplo, y ante la evidencia de la necesidad de hacer algo y ya, acepté ingresar al FES. Frente de Estudiantes Socialistas. La primera reunión fue en su casa, en el bastante visible y famoso Edificio Don Bosco (única construcción de gran altura en esa época. Muy distinto a los Paz Froimovich que impiden que mire hacia la cordillera esta tarde tan triste, a un día de cumplirse 19 años de la ejecución asesinato de Marcelo). Aún recuerdo los banderines rojos con letras bancas del FES en las pare desde su pieza.

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Marcelo, que iba en 3° medio, tuvo la gentileza de dejar a los 3 militantes de 1° a cargo de un Renato, un excelente tipo, mateo de 4º, que mientras nos daba once en su casa nos explicaba algunos rudimentos de materialismo histórico y una noche en reunión clandestina en el observatorio meteorológico –donde era el chico estrella- nos informó de la primera misión: salir a rayar los muros de la ciudad. El día elegido nos encontramos todos en los flippers y partimos en grupos. Sentía miedo, cuando vigilaba que nadie nos viera mientras el compañero que me tocó acompañar rayaba las consignas, y luego satisfacción al presenciar los resultados. De repente, se sienten unos gritos: “¡qué están haciendo ahí mierda!”, y los dos arrancamos en distintas direcciones. No habíamos fijado puntos de reencuentro ni nada, así que tomé un colectivo y me fui urgidísimo a la casa. Al otro día en la mañana Marcelo estaba esperándome a la entrada del liceo: “¡Pollito!¡Putas que corrís rápido hueón! ¡Eramos nosotros! Te gritamos para que volvieras pero no nos escuchabas…¡Jajaja!”. Y yo reía también, tranquilo al fin de que no haya sido la represión, y contándole que mientras corría sentía las piernas de lana y, casi como en sueños, que no avanzaba nada.

Una vez lo pasé a ver a su departamento en el Edificio Don Bosco, ¿era el piso 15? Estaba afuera, paseando a su sobrinito. Empezamos a atacar los autos con bolas de nieve y al poco rato estábamos los 3 arrancando de un automovilista enojado que valoraba más su propiedad privada que nuestra entretención. En el mismo edificio tuvimos una reunión “ampliada” (teníamos hartos militantes, y a veces nos juntábamos con socialistas de variedades más amarillas) en el sótano. La medida de seguridad eran unos tarros que Marcelo dejó en la puerta de modo tal que si algún vecino la abría iban a caerse y sonar fuerte. Sonaron en un momento, causando harta agitación y torpeza, pero fue una falsa alarma. Recuerdo y oigo risas, siempre una gran cantidad de risas de una gran tropa de quinceañeros.

En ese mismo lugar, una vez hicimos un alto en los mítines y corridas callejeras en una jornada de protesta nacional, para ver desde el televisor de su casa las imágenes de la protesta en Santiago…Un amigo más pequeño, nuestro pre-militante de Octavo, a quien también llamaban "Pollo" ( a partir de esa coincidencia y de mis amores musicales, pasé a autodenominarme "Pollo Metal"), alucinaba mirando los sprays que había sobre la mesa y hacía una y otra vez la broma de “agítese antes de usar”…
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Me lo he topado varias veces después como fantasma. O sea, no creo que sea “él” en el sentido espiritista, sino que una proyección que viene desde mi psiquismo, y que lo presentifica de manera reforzada. Una vez lo ví en el espejo de un baño, estando yo ebrio, y justo un día antes del 11 de septiembre. Estaba con Ariel Antonioletti, a quien también pude ver una vez más, antes de su muerte, sin saber tampoco que me estaba despidiendo. La semana pasada lo ví en Asunción. Estaba abajo, en la calle, con mi abuelo Raúl. Se veían tranquilos. Conversaban...




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Cuando llegó la represión, se hizo sentir primero como disciplina escolar (y así aprendí que todo sistema escolar es, por definición, un sistema represivo en minuatura): luego de un retiro espiritual de los cursos “grandes” en Puerto Natales, donde todos los militantes antidictatoriales se dedicaron una noche a hacer rayados en los muros de esa ciudad y fueron detectados por los chanchos. Los curas los protegieron en el momento, con todos esos cenetas a las puertas del lugar donde se estaban quedando. Los cabros tuvieron que quemar panfletos y parkas con manchas de pintura. Pero luego de unas semanas, los curas los sancionaron, teniendo la sutileza de perdonar después a los democristianos, no así a los socialistas (pues lo que querían evitar era que presentáramos candidatos al centro de alumnos…a diferencia de los establecimientos más autoritarios, hacían elecciones allí: podíamos elegir de entre 3 chicos nominados por ellos, y afines a la Iglesia de Roma y la DC). A Marcelo y varios más los expulsaron a fin de año, y cuando un cura me dijo que debía optar “entre Marx y Jesucristo” pedí a mis padres que me sacaran de ahí. Marcelo se fue el Liceo de Hombres, y a mi me becaron de cierta forma por mis actividades musicales y buen promedio para irme al cuiquerío del Britsh School, donde no había células de ninguna organización de izquierda. No perdí el contacto con la JS, pero fue más esporádico en 1985.

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No lo ví con tanta frecuencia a Marcelo el 85. Ya no éramos del PS “almeyda” sino “comanches” (del PS Comandantes, o “Dirección Colectiva”). Las acciones se radicalizaron: barricadas sorpresivas en distintos puntos de la ciudad. Pololeó con una de las chicas más lindas del entorno, la Sole. Una vez alguien le dijo que se estaba acercando cada vez más a los comunistas, y él respondió que tal vez era cierto…Yo escuchaba esas conversaciones pero no entendía mucho y dentro de mi cabeza resonaban riffs de Iron Maiden y Judas Priest más que el Manifiesto Comunista.

A fin de año, la despedida fue una fiesta, aunque no sabíamos bien de qué nos estábamos despidiendo. Algunos, de la infancia (empezando a apreciar el alcohol, el sexo), otros de la ciudad (casi todos los que salían de la media se iban a estudiar “al norte”), y sonaba insistentemente una canción de Obús: “Te visitará la muerte”. Aún puedo ver a Marcelo cagado de la risa cuando yo recordaba un antiguo amor platónico echándome pisco en la cabeza y diciendo: “Yo brindo por la Mabel…”, y luego nos comimos hasta las naranjas que flotaban en el vino ya helado. Al otro día, sentí por primera vez los rigores de la resaca.



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Hoy fui con mi novia a verlo al cementerio. Supe por Ernesto Guajardo que hubo homenajes en Valparaíso los últimos días. Tarde para ir. Fuimos al Cementerio (por extraña coincidencia, la abuela de mi novia murió también un 31 de agosto). No sabía exactamente donde está la tumba, dentro del cementerio general, pero un par de veces antes la había encontrado, cerca de la tumba de Jécar Nehgme, para los 11 de septiembre. Buscamos una hora y media. En el libro de Ernesto (“El fulgor insomne. La vida de Marcelo Barrios”, Ediciones MemoriActiva, Valparaíso, 2000) dice la página 128 que su cuerpo está en el patio 104, galería 12, nicho 13. Pero no. Está entrando por Limay, en la galería 89. Había una mujer cerca, hablando con una de las cuidadoras/limpiadoras. Resultó ser la hermana mayor de Marcelo. Le dejamos un montón de claveles rojos. Luego Vero se sentó a rezar con un collar mala. Después, tomé la página 144 del libro de Guajardo y dije que quería leerle un poema que alguien había escrito para Marcelo (incluido en el libro “Canto a un hombre nuevo”, de un autor desconocido que apuntó lo siguiente: “no fuimos amigos entrañables/ no recorríamos juntos los bares/ jamás fuimos compañeros en la U”). La hermana, que había dejado de conversar con la viejita, nos miraba, y se nos acercó. Leí:

“Cuando pregunte mi hijo
por la dignidad
¿Puedo enseñarle tu foto?
Esa que los diarios
no entendieron
porque no te conocían
ni sabían
tu arte de la vida
Cuando mi hijo me pregunte
Y quiera conocer la certeza
de estos años
¿Me autorizas a mostrarle
la cicatriz que dejaste
en mi memoria,
Ese dolor de no haberte acompañado
y el no poder imaginarte lejos?”

Lloramos abrazados, hablamos un buen rato, los tres juntos.
Nos contó que no podían trasladarlo a Quilpué, donde su madre, porque la Fiscalía Naval (la misma que ordenó el operativo de ejecución y luego absolvió a todos los marinos asesinos) debía otorgar la autorización y no lo ha hecho porque dicen que no tienen todos los papeles y registros de esa época a mano, eso dicen ahora los mismos muy rechuchesumadres que lo mataron.

Me fui, tras poner unas pocas flores blancas en otra parte de la lápida. Levanté el puño y le dije: "Chao compañero. Gracias por todo".



pegandose en la cabeza con la mejor banda de la historia de nuestras vidas 




Estas notas muy desordenadas fueron tomadas presenciando muy ebrio y en solitario la segunda parte de un dvd de flipper editado hace poco por target video. es un concierto del 81, abriendo para throbbing gristle. además el dvd trae una versión en estudio de sex bomb del 83, y un concierto ondero california ponk del 80. antes de morir espero ver editado en dvd el hardcore vol. 1 y otras joyas historiográficas de target.



"Muestrame todos tus miedos"

Decía Will Shatter, luego se empinaba una botella de tinto, y seguía cantando:

"Te ví
Te ví brillar"

Fuma y bebe, pero sigue gritando

A diferencia del concierto del año anterior donde todos parecían amigos y el ambiente es festivo, un año después, abriendo para Throbbing Gristle, la cosa empieza más bien en el lado oscuro, negativo, sufriente de Flipper.

Nothing, nothing, nothing ahora Bill toca el bajo, y Will canta:

"No hay nada, nada, nada
Te da lo mismo
Así que dices
Nada
Nada
Nada"

Luego sigue Low rider. Pero acá en este lugar no era una canción semi-alegre, divertida, como antes, es opresiva y mareadora, da como una nausea leve en la parte inferior de la guata cuando cantan “looooouuuu....raaaaider”, y el bajo tiene una línea tan simple que impresiona como se las arregla en el bajo para que parezca estar siempre mal, y de una forma levemente diferente pero idéntica a la vez, cada vez. Al final, afinan…prueban…

Y viene una versión demoledora, negra, de One by one. El recurso principal para diferenciar este tema de otros sonidos industrial no wave post p-funk es el bajo….(bueno…y Ted Falconi, en sí mismo, como siempre). Pero el baoj se toca con un chancacazo directo al piso, o un combo a las 4 cuerdas abiertas...nada más...y el efecto es devastador.

La tensión máxima se alcanza luego del tratamiento de bajo aplicado en One by one. Genesis P. Orridge tiene que prestarles su bajo, y ahí en adelante eno logran que la guitarra y el bajo suenen bien juntos…Genesis afinaba, Flipper no. Bruce Loose interrumpe la canción ...


es en Hard Cold Old World donde se zanja la discusión con una destrucción de guitarra…? Bill empina y empina vino. Le convida fumadas al baterista. La tensión repetitiva del riff se va acumulando hasta llegar al máximo nivel de negativismo para este hit. Pero el bajo no va bien…Bruce mira a sus amigos y paran….

Y ahora sí. La guitarra..

Recomienzan…Will se caga de la risa. No pasa nada con el bajo…pese a los esfuerzos del bajista…suena como el pico todo a estas alturas, y hay ganas de ir y romper huevadas right now…tomarse algo, golpearse en la cabeza, desaloja neuronas de perro que quedaron metidas en un intersticio de los tuyos. Pero canta, canta conchetumadre…si total ya estás muerto, no? Canta, por favor, y entiende que te extrañamos acá en medio de esta mierda confitada, te hacemos gritar por nuestros parlantes y llegamos del matadero a observarte en la pantalla.

, y luego, Ted Falconi se comienza a acelerar…y rompe furiosamente y por largo rato su guitarra en una manera que este registro devela como superior incluso a The Who, porque acá ya no estábamos en el “verano del amor”. Flipper estaba conciente de hacer música en el peor momento posible de la historia, y eso se refleja en todo, incluso en la dialéctica de amor/odio, regocijo y vómito que tiene los dos polos más notorios de la banda.

Comparación de los temas que se repiten: lowrider y one by one. Punk niu waiv/industrial…chao. this is the end.

FIN

sábado, agosto 30, 2008

"it´s 1970" 



Out of my mind on Saturday night
1970 rollin' in sight
Radio burnin' up above
Beautiful baby, feed my love

All night till I blow away
All night till I blow away
I feel alright, I feel alright

Baby oh baby, burn my heart
Baby oh baby, burn my heart
Fall apart baby, fall apart
Baby oh baby, burn my heart

All night till I blow away
All night till I blow away

I feel alright...

(The Stooges)

10 años antes del extraño domingo en que dio muerte a su mujer, Helene, conviertiendo un masaje en el cuello en estrangulamiento, desde su despacho en la esucela nomal superior de París el Profesor Loco de marxismo-leninismo soltó la siguiente ponificación. fue en "1970", el mismo año al que le cantaba Iggy en Funhouse, que encontraron muerto a Ayler flotando en el río:

Los aparatos ideológicos del Estado

Lo que se debe agregar a la “teoría marxista” del Estado es entonces otra cosa.

Aquí debemos avanzar con prudencia en un terreno en el que los clásicos del marxismo nos precedieron hace mucho tiempo, pero sin haber sistematizado en forma teórica los decisivos progresos que sus experiencias y análisis implican. En efecto, sus experiencias y análisis permanecieron ante todo en el campo de la práctica política.

En realidad, los clásicos del marxismo, en su práctica política, han tratado al Estado como una realidad más compleja que la definición dada en la “teoría marxista del Estado” y que la definición más completa que acabamos de dar. Ellos reconocieron esta complejidad en su práctica, pero no la expresaron correspondientemente en teoría.

Desearíamos tratar de esbozar muy esquemáticamente esa teoría correspondiente. Con este fin proponemos la siguiente tesis.

Para hacer progresar la teoría del Estado es indispensable tener en cuenta no sólo la distinción entre poder de Estado y aparato de Estado, sino también otra realidad que se manifiesta junto al aparato (represivo) de Estado, pero que no se confunde con él. Llamaremos a esa realidad por su concepto; los aparatos ideológicos de Estado.

¿Qué son los aparatos ideológicos de Estado (AIE)?

No se confunden con el aparato (represivo) de Estado. Recordemos que en la teoría marxista el aparto de Estado (AE) comprende: el gobierno, la administración, el ejército, la policía, los tribunales, las prisiones, etc., que constituyen lo que llamaremos desde ahora el aparato represivo de Estado. Represivo significa que el aparato de Estado en cuestión “funciona mediante la violencia”, por lo menos en situaciones límite (pues la represión administrativa, por ejemplo, puede revestir formas no físicas).

Designamos con el nombre de aparatos ideológicos de Estado cierto número de realidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas. Proponemos una lista empírica de ellas, que exigirá naturalmente que sea examinada en detalle, puesta a prueba, rectificada y reordenada. Con todas las reservas que implica esta exigencia podemos por el momento considerar como aparatos ideológicos de Estado las instituciones siguientes (el orden en el cual los enumeramos no tiene significación especial):

AIE religiosos (el sistema de las distintas Iglesias),

AIE escolar (el sistema de las distintas “Escuelas”, públicas y privadas),

AIE familiar,

AIE jurídico,

AIE político (el sistema político del cual forman parte los distintos partidos),

AIE sindical,

AIE de información (prensa, radio, T.V., etc.),

AIE cultural (literatura, artes, deportes, etc.).

Decimos que los AIE no se confunden con el aparato (represivo) de Estado. ¿En qué consiste su diferencia?

En un primer momento podemos observar que si existe un aparato (represivo) de Estado, existe una pluralidad de aparatos ideológicos de Estado. Suponiendo que ella exista, la unidad que constituye esta pluralidad de AIE en un cuerpo no es visible inmediatamente.

En un segundo momento, podemos comprobar que mientras que el aparato (represivo) de Estado (unificado) pertenece enteramente al dominio público, la mayor parte de los aparatos ideológicos de Estado (en su aparente dispersión) provienen en cambio del dominio privado. Son privadas las Iglesias, los partidos, los sindicatos, las familias, algunas escuelas, la mayoría de los diarios, las familias, las instituciones culturales, etc., etc.

Dejemos de lado por ahora nuestra primera observación. Pero será necesario tomar en cuenta la segunda y preguntarnos con qué derecho podemos considerar como aparatos ideológicos de Estado instituciones que en su mayoría no poseen carácter público sino que son simplemente privadas. Gramsci, marxista consciente, ya había previsto esta objeción. La distinción entre lo público y lo privado es una distinción interna del derecho burgués, válida en los dominios (subordinados) donde el derecho burgués ejerce sus “poderes”. No alcanza al dominio del Estado, pues éste está “más allá del Derecho”: el Estado, que es el Estado de la clase dominante, no es ni público ni privado; por el contrario, es la condición de toda distinción entre público y privado. Digamos lo mismo partiendo esta vez de nuestros aparatos ideológicos de Estado. Poco importa si las instituciones que los materializan son “públicas” o “privadas”; lo que importa es su funcionamiento. Las instituciones privadas pueden “funcionar” perfectamente como aparatos ideológicos de Estado. Para demostrarlo bastaría analizar un poco más cualquiera de los AIE.

Pero vayamos a lo esencial. Hay una diferencia fundamental entre los AIE y el aparato (represivo) de Estado: el aparato represivo de Estado “funciona mediante la violencia”, en tanto que los AIE funcionan mediante la ideología.

Rectificando esta distinción, podemos ser más precisos y decir que todo aparato de Estado, sea represivo o ideológico, “funciona” a la vez mediante la violencia y la ideología, pero con una diferencia muy importante que impide confundir los aparatos ideológicos de Estado con el aparato (represivo) de Estado. Consiste en que el aparato (represivo) de Estado, por su cuenta, funciona masivamente con la represión (incluso física), como forma predominante, y sólo secundariamente con la ideología. (No existen aparatos puramente represivos.) Ejemplos: el ejército y la policía utilizan también la ideología, tanto para asegurar su propia cohesión y reproducción, como por los “valores” que ambos proponen hacia afuera.

De la misma manera, pero a la inversa, se debe decir que, por su propia cuenta, los aparatos ideológicos de Estado funcionan masivamente con la ideología como forma predominante pero utilizan secundariamente, y en situaciones límite, una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica. (No existe aparato puramente ideológico.) Así la escuela y las iglesias “adiestran” con métodos apropiados (sanciones, exclusiones, selección, etc.) no sólo a sus oficiantes sino a su grey. También la familia... También el aparato ideológico de Estado cultural (la censura, por mencionar sólo una forma), etcétera.

¿Sería útil mencionar que esta determinación del doble “funcionamiento” (de modo predominante, de modo secundario) con la represión y la ideología, según se trate del aparato (represivo) de Estado o de los aparatos ideológicos de Estado, permite comprender que se tejan constantemente sutiles combinaciones explícitas o tácitas entre la acción del aparato (represivo) de Estado y la de los aparatos ideológicos del Estado? La vida diaria ofrece innumerables ejemplos que habrá que estudiar en detalle para superar esta simple observación.

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jueves, agosto 14, 2008

ha ha ha 



Los amigos de revista FAKXION me pidieron encarecidamente hace un tiempo esperar que esté listo el último número antes de subir acá el texto "Free Jazz Punk Rock, parte 2". Como la revista salió hace poco, no subiré dicha pontificación todavía, sino que recomendaré a los interesados conseguir la revista, que en todo caso es gratuita.

Los lugares de la ciudad de Santiago del Nuevo extremo donde se puede re-coger este artefacto, son estos:

DISQUERÍA "DISCO BEAT". SAN DIEGO 119, LOCAL 135 (FRENTE AL MALL CHINO)

"PATEANDO DISCOS". EUROCENTRO, TERCER PISO, LOCAL 315

"KIND OF BLUE". MERCED 323

“BAR LA OTRA REPUBLICA” (STA ISABEL)

“ESCUELA MUSICA U ARCIS” (CONCHA Y TORO 29)

Los contenidos de este nuevo número son los siguientes:

Entrevista Alan/Anla Courtis, revisión seleccionada de discográfica.

Bedford Avenue is Dead, lo que hay y hubo en la gran Babilón (NY).

Electrónica Peruana 50 y 60, algo de neo iconografía musical.

Free Jazz /punk Rock Parte 2, continuación de extenso y completo articulo.

Nick Drake, Revisión “¿Como suena la tristeza?”

Camanchaca, Carrizal Bajo.

Dossier, Reseña de Discos.



Hace tiempo empecé a traducir una entrevista a Weasel Walter, de los Flying Luttenbachers, un puntal importante del Free jazz Punk Rock que por supuesto olvidé mencionar en el texto de FAKXION, al igual que los Harry Pussy. Entrego ahora la priemra parte de esa entrevista, tomado de no me acuerdo donde, y como no tengo a mano fotos de Weasel Walter, puse una de mi sobrino Félix.

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Weasel Walter nació, según sus propias palabras, “ en1972 en algún pueblo estúpido y conservador del medio oeste, mostraba signos de excentricidad a una temprana edad y se sentía atraído por la música y las artes visuales, particularmente en la forma de comics Marcel”. A la edad de 11 escuchó y se identificó con el punk rock, cambió su nombre a Weasel (ardilla) y comenzó a aprender guitarra, eventualmente tocando un bajo hechizo en una banda hardcore. Descubrió la música de James Chance y Lidia Lunch (“dos iconoclastas con los que me identifiqué fuertemente”) y tomó la batería a los 15. Descubrió el free jazz y a Xenakis en discos que obtenía en la biblioteca local, comenzó a grabar su propia música extraña en casets de 4 pistas a los 16 años y se trasladó a Chicago en 1990 “para tocar música (y asistir a la Universidad en mi tiempo libre”). Trabajó como ingeniero de sonido en el ahora difunto espacio Southend Musicworks de Chicago y conoció, entre muchos otros, a Peter Brötzmann, Evan Parker, Marilyn Crispell y Barry Guy. Tocó bajo en la Anthony Braxton's Workshop Orchestra y luego ese mismo año conoció a Hal Russell y armó la primera formación de los Flying Luttenbachers. Weasel es a los Luttenbachers lo que Mark E. Smith a The Fall – es su criatura y todavía está viva 14 años y muchos albums después. La entrevista fue ensamblada de varios mails intercambiados durante el otoño del 2006.

Cual era el estúpido y conservador pueblo del Medio oeste?

Rockford, Illinois. Cheap Trick vienen mayoritariamente de ahí. También una compañía llamada Sunstrand. Un peladero. Aburrimiento total. Afortunadamente crecí en un medio hardcore / punk y habían tres excelentes tiendas de discos que vendían extraños discos usados y antigüedades en liquidación por unos pocos dólares. En esa época no podías encontrar No Wave o free jazz. Ahorraba mi patética mesada y salario mínimo de mi trabajo parcial en una biblioteca para comprar el vinilo más raro que pudiera pillar.

Eres bien conocido como una autoridad en No Wave. Como es que eso surgió?

Compré un álbum de los Contortions en liquidación en mi tienda de discos local cuando tenía 14 y me identifiqué con el concepto, música e imagen de lo que ellos estaban haciendo. Proviniendo del punk a mediados de los 80, la trayectoria de ahí al No Wave tenía mucho sentido para mí. Era más extraño y más extremo, mucho más basado en personalidades fuertes. Así que compré un montón de las ediciones ROIR en casete y mantuve mis ojos abiertos ante copias usadas de discos clave. El crossover entre las escenas No Wave y del jazz ayudaron a encender mi interés en el free jazz, así que ciertamente estoy agradecido de eso. Desde 1986 más o menos, he logrado acumular mucho material gráfico e información sobre el particular. Lo considero una especie de hobby anticuado. No me preocupa en realidad ser reconocido como algún tipo de autoridad.
Mi cerebro ya no es la trampa de acero que solía ser y estoy demasiado ocupado tratando de vivir mi propia vida y carrera, así que no tengo mucho tiempo para estar obsesionado con alguien más.

Había algo de música en tu familia?

Cero. Mi familia directa era y permanece libre de cualquier pretensión artística. No sé qué pasó conmigo. El viejo refrán de “una maldición y una bendición” me viene a la mente. Ellos no desalentaron lo que yo hago pero, definitivamente, les tomó mucho, mucho tiempo aceptarlo. Piensan que si llevo haciendo esto desde hace tanto tiempo, entonces debo saber qué es lo que hago. Sólo aciertan en un 10% con eso, pero no se los digas. Veo mi actividad musical como una implicancia constructiva del hecho de ser neurótico..

Por qué escogiste el nombre “Ardilla”?

Por que rimaba con mi apellido. Y me pareció simpático en ese momento. Tenía 11 años. Las cosas parecen mejor cuando tienes 11. A veces mis detractores usan mi nombre en contra mía, como si mi personalidad reflejara las características estereotipadas de ese animal. En realidad, necesitan ser más imaginativos con sus insultos.

Puedes recordar alguna temprana experiencia musical que realmente te haya impresionado?

La primera música con que me identifiqué fuertemente fue con Kiss. Los veía como una especie de superhéroes de naturaleza divina. Hice mis primeros, totalmente incomprensibles intentos por componer música en una guitarra plástica de Kiss (sabía que había alguna manera de hacerlo, pero el “cómo” se me ocurrió un poco después). Fui parte de una generación que tenía la impresión de que a) podías lograr lo que fuera que te propusieras si es que trabajabas duramente en ello y b) que ser música era realmente fácil y divertido. Además, podías salir en videos entretenidos. Ups. Pero nada de esto fue real para la mayoría de mi generación, creo yo. Lamentablemente, prevaleció una realidad fría y cruda. No necesito decirlo pero, yo sentía que podía definirme a mí mismo dentro de la música y eso parecía una forma abierta con potencial infinito. Recuerdo que cuando tenía como 8 años (y mis facultades auditivas todavía eran decentes) podía quedar hipnotizado por la cualidad de la señal en sí misma, escuchando cualquier mierda que estuviera en la radio FM con audífonos en el estéreo de mis padres escuchando sólo la información cruda de la frecuencia. A los 11 adquirí una guitarra acústica y dado que mi madre trabajaba en una tienda barata de artículos electrónicos, fui capaz de instalarla una cápsula. Rápidamente descubrí el feedback y pude ejecutar improvisaciones largas y cacofónicas en guitarra para entretenerme.
La mayoría de los descubrimientos musicales esenciales han sido solitarios, excepto cuando en 1993 Kevin Drumm me mostró Legion de Deicide.

Parece que has intentado tocar una serie de instrumentos.

Comencé tomando clases de guitarra cuando tenía 11, cambiándome al bajo muy luego, inspirado por lo “cool” que se veía John Taylor de Duran Duran en el video de "Planet Earth". Me decepcioné cuando cuando mi profesor insistió en que aprendiera a tocar con uñeta en vez del estilo recortado con dedos de rigor en MTV, pero ahorma pienso que estuvo bien aprender así. Traté de tocar batería en cajas de cartón, así que la primera vez que toqué un verdadero set de batería sabía qué hacer. Empecé a aprender clarinete y clarinete bajo por 1988. No practico más, pero me lo tomaba en serio cuando estaba en la Universidad. También soy un ejecutante inepto de saxofón en Do y un pianista y trombonista realmente terrible. Renuncié al contrabajo en los 80 porque es demasiado grande, silencioso, y la música orquestal que se ha compuesto para él es una mierda. Pero la mayor parte de la habilidad que sea que tengo proviene de golpes duros, la universidad de la gratificación eternamente pospuesta y el estudio del trabajo de la obra de los maestros. He logrado lo que he logrado a través de determinación intensa y fuerza de voluntad así como del aliento de mucha gente que me he encontrado en el camino.

Cuando se formaron los Flying Luttenbachers, y de donde viene el nombre?

Compré una copia usada de Eftsoons [Nessa, 1981] de Hal Russell y Mars Williams' cuando estaba en la secundaria y realmente me gustó el primer track. Cuando ví que Hal estaba en la facultad en la Universidad de Columbia , me imaginé que sería un buen lugar para ir. Chicago parecía mejor que Rockford y yo definitivamente quería algún tipo de ingreso a la escena del free jazz. Hice sonido en Southend Musicworks durante el 91 y el 92 y conocí a Hal cuando él tocó allá con el NRG Ensemble. A fines del 91 me metí en lecciones privadas con él. Llevé mi saxo y tocamos un dúo, enganchando inmediatamente. Solíamos tocar juntos, él en saxo soprano y yo en una batería mierdosa que había en la sala de ensayo. Entonces me llamó para reemplazar en bajo a Noel Kupersmith en el NRG 3 para tocar en una extraña fiesta privada ara un fan del free jazz. Tocamos versiones de Ayler en el sótano del tipo antes de cenar con su tremendamente horrorizada familia.

Hal sugirió que armáramos nuestro propio grupo, cambiando instrumentos a voluntad. Mi amigo Chad Organ se invitó a sí mismo en saxo tenor y adoptamos el nombre The Flying Luttenbachers, que era una broma tonta sobre el poco conocido apellido de Hal. Chad y yo íbamos en bus a Chicago del Sur cada fin de semana y Hal nos esperaba en el estacionamiento de un Taco Bell y nos conducía a su casa. Tocábamos en el sótano por horas. Cada minuto está grabado.

capacidad de asombro 


Cuando ví este aviso en el diario me costó un buen rato convencerme de que no erea hueveo. Pues bien, se trata de un evento totalmente serio: la final de un concurso empresarial de debate en inglés, "¿Chile debe privatizar CODELCO?" D&S (por el NO) y VTR (apoyando el SÍ). Lástima no haber ido. Total, era gratis. ¿Quieren saber quien ganó? Visiten el sitio.

miércoles, agosto 13, 2008

De como el Estado chileno asesinó a Marcelo Barrios 

Hace unos años Ricardo (aka King Gordo) me contó que un amigo suyo, Ernesto Guajardo, había escrito un libro sobre mi amigo Marcelo Barrios. Este 31 de agosto se cumplen 19 años desde su cobarde ejecución, que ocurrió cuando Marcelo tenía apenas 21 años de edad. En la página de Memoria Viva encontré que habían subido un capítulo del libro de Ernesto ("El fulgor insomne"), que en su momento leí en voz alta con KG y Pollo Pemucano, causándonos una pena/rabia colectiva muy intensa que nos unió mucho más de lo que ya estábamos en nuestro colectivo amistoso/musical que tuvimos hasta el año pasado. Pese a lo terrible de lo que ahí se describe, me gustaría poder compartir el relato con los eventuales visitantes de este blog.



LA MUERTE DE MARCELO BARRIOS
(Valparaíso, 31 de agosto de 1989)

El invierno se hace más presente en horas de la tarde, la temperatura comienza a descender y el cuerpo lo percibe. El día nublado aumenta la sensación invernal. Marcelo Barrios viste una camiseta, camisa blanca –con líneas verticales grises–, un chaleco de lana negro, una chaqueta de mezclilla azul –con forro escocés rojo–, pantalón de mezclilla azul.
Sale con Paola, su pareja, a realizar algunas diligencias. Regresan temprano, cerca del mediodía; las nubes en el cielo invitan al refugio. Alrededor de las cuatro de la tarde, Paola sale de compras. Marcelo se queda en casa leyendo; desea aprovechar el tiempo para terminar algunos trabajos pendientes.
Aproximadamente a las 18:25 horas, el contingente uniformado llega a la población 18 de septiembre, ubicada en el cerro Yungay de Valparaíso. Llegan en un camión 3/4, de color verde, con barandas, el cual transporta a 18 hombres, vestidos de pantalón y polerón azul, quienes cubren su cabeza con un gorro; junto a ellos están dos hombres, vestidos con tenida verde de camuflaje y otros tres, de alrededor de 30 años, vestidos con tenidas deportivas de calle. Los testigos afirman que esta fuerza militar portaba armamento moderno, consistente en fusiles, ametralladora de cajetillas largas, dos fusiles con mira telescópica, fusiles largos. Además, llevan un equipo de radio y, al menos cinco de ellos, equipos walkie talkie.
El camión se estaciona en calle Aquiles Ramírez, con el Callejón 25. La tropa se baja a la calle, tomando el control de esta e impidiendo a lo pobladores continuar transitando por el sector. Luego de recibir una orden por walkie talkie, se dispersan por la población, en dirección a la quebrada, quedando sólo dos de ellos en el lugar. Una vecina, que baja el cerro para buscar a sus nietos al colegio, es interceptada por los efectivos navales. Le dicen que cuando suba tenga cuidado, porque “supuestamente van a haber muertos”.
A través de la quebrada, los uniformados se despliegan en forma de comando hacia la casa de Marcelo y Paola. La vivienda ubicada en el segundo piso del Pasaje Leighton, calle Latorre N° 5 estaba a punto de recibir mucho más que un ejercicio de violencia.
Valparaíso tiene una geografía que estalla por sobre toda lógica, por ello, aunque los uniformados tratan de impedir el desplazamiento o la proximidad de los pobladores, son decenas de ojos los que pueden observar los acontecimientos. Y es su memoria la que permite reconstruirlos.
Los marinos se ubican en posición de ataque frente a la casa. Algunos se despliegan en la quebrada, otros en el patio y algunos en la escalera exterior, la cual comunica los tres pisos de la vivienda. A las 18:30 horas, el dueño de la vivienda, Pedro Montoya, observa por la ventana de su dormitorio. La dislocada arquitectura porteña permite que esta ventana, ubicada en el tercer piso del inmueble, se transforme –al mismo tiempo–, en el primer piso hacia la calle principal. En ese momento, a los ojos de Montoya aparece un despliegue absolutamente anormal, para la tradicional tranquilidad del sector: decenas de uniformes rodean todo el sector.
La acción militar la inicia la partida explosivista, instalando una carga de 200 gramos de explosivos plásticos, “para accionar posibles cazabobos puestos por el enemigo”, señala el capitán Schiffelle. Continuamos con su versión: “Después de ello, personalmente insté a los ocupantes de la casa, a viva voz, a salir de ella. Un hombre salió de la casa gritando y con un arma en la mano, la cual disparó una vez, sin herir a nadie. Ante esto dio la orden de abrir fuego. Luego, continuando con el plan de acción militar, se detonó la carga explosiva y, antes del ingreso de la brigada de asalto, se lanzaron granadas al interior de la vivienda. Personalmente constaté la muerte del hombre de la casa”.
Sin embargo, esta declaración del capitán Schiffelle, realizada mediante exhorto, el 23 de marzo de 1990, no concuerda con la única versión oficial de los hechos que se dio a conocer.
En efecto, en Valparaíso, el 1 de septiembre de 1989, la sección relaciones públicas de la 2a Zona de la Policía de Investigaciones de Chile, entrega un comunicado oficial, el cual concuerda sólo parcialmente con la declaración de Schiffelle. Dicho comunicado señala que el “delincuente subversivo” fue “conminado a entregarse, pero respondió haciendo uso de armas de fuego. Dicho individuo parapetado, al ser herido en el intercambio de disparos, procedió a detonar una explosiva, la que le causó la muerte en forma instantánea, ocasionando además daños en el inmueble”.
Así, la familia de Marcelo no sólo debió enfrentarse a una batalla judicial, por el esclarecimiento de su muerte y la determinación de responsabilidades. También, a través de sucesivos comunicados públicos, deberá desmentir las informaciones oficiales, reiteradamente difundidas por los medios de comunicación, señalando las informaciones que ellos obtienen, tanto a partir del protocolo de autopsia, como de los testimonios de pobladores del cerro Yungay.
De hecho, es muy distinta la reconstitución de los hechos que han logrado hacer, a lo largo de los años y con encomiable paciencia, familiares de Marcelo.
Aproximadamente a las 18:40 horas, Marcelo Barrios, luego de abrir la puerta de la casa, y presentándose con las manos en alto, recibe de inmediato impactos de proyectiles en las piernas y en la región toráxica. Esta versión de algunos testigos, es precisada por su hermana Gladys. Ella señala que es factible que Marcelo ni siquiera haya alcanzado a rendirse: ella vio rastros de la sangre de su hermano, a lo menos, un metro y medio hacia el interior de la casa. De hecho, al pararse en el pequeño balcón de la casi, es posible comprobar que, tanto por el ancho de dicho espacio, como por el alto de la casa (aproximadamente 1,80 metros), es muy difícil alcanzar siquiera a rendirse; mucho menos intentar algún tipo de resistencia.
En esos momentos, se encontraba en la escalera exterior Pedro Montoya, el dueño de la casa, quien habita el tercer piso. Un marino lo amenaza esgrimiendo un fusil con bayoneta; le ordena que entre a su vivienda. Lo llama por su nombre.
Cinco minutos después, otros testigos señalan que los uniformados encienden unas mechas que se extienden hacia los pastizales aledaños. El delgado, pero constante crepitar de la llama, concluye con una explosión en una ventana de la casa, colindante con la puerta de entrada. Inmediatamente, los marinos disparan nuevas ráfagas hacia la casa, mientras ingresan a ella. Se repliegan prontamente. Arrojan una granada en el umbral de comunicación, entre la sala de estar y el interior de la casa. Disparan otras ráfagas. Arrojan otra granada, la que estalla al interior de la casa, en una pequeña habitación ubicada entre el baño y la cocina. Son las 18:55 horas.
Cuando ya les queda claro a los uniformados que el enemigo era sólo un muchacho, y que nadie ofrece resistencia, el operativo se da por finalizado.
En el sumario realizado por la Fiscalía Naval, se señala que a las 18:30 horas, el jefe de las fuerzas, el capitán Pavez, se comunicó telefónicamente para reportar la muerte de Marcelo Barrios, al resistir el allanamiento.
A las 19:10 horas llega, por calle Progreso, un radiopatrulla con dos carabineros. Luego de conversar con los marinos, los policías se retiran del lugar.
Pasan diez minutos, un grupo de civiles se aproxima a la casa y realiza algunas diligencias en su interior y los alrededores.
A las 19:30 horas, el sector comienza a convertirse en un hervidero de uniformes. Llegan carabineros y civiles, estos últimos portan brazaletes amarillos, con el escudo patrio en el centro.
En calle Etchegaray, a 200 metros de la casa, se ubican tres furgones le carabineros. Los uniformados se despliegan en el sector, portando fusiles. En calle Rocuant, y en la cancha aledaña, se ubican civiles con brazaletes. En Aquiles Ramírez con Callejón 25, se encuentran más civiles; junto a ellos, se estacionan un furgón amarillo, tipo Kleimbus; un automóvil negro de Investigaciones y un Suzuki de color gris. Entre la calle Aquiles Ramírez y Juan Francisco Prieto, se ubica un microbús Mercedes Benz, de Carabineros.
Son los ojos de quienes se atreven a no cerrarlos, los que nos permiten ahora mirar a través de ellos.
A las 20:15 horas, aproximadamente, llega un .automóvil americano de color amarillo, con cuatro individuos en su interior. Se dirigen a la casa de Marcelo. Permanecen en ella casi un cuarto de hora, luego se retiran
Luego, otros tres civiles ingresan a la vivienda, portan maletines en manos. Otro cuarto de hora están en las piezas agujereadas.
Una casa, un cordón policial en torno a ella, fuera de este, aproximadamente ochenta pobladores que insisten en mirar, en recoger hasta el más mínimo detalle de los acontecimientos.
A las 21:30 horas comienzan a retirarse los vehículos, llevándose a los efectivos. Primero parten los automóviles de los civiles e Investigaciones Luego se retiran los carabineros. En el lugar permanece el furgón amarillo, a las 22:05 también se retira. Uno de los testigos señala: “cómo será de sucia esta acción que hasta la CNI se retira”.
Los últimos en retirarse fueron los hombres vestidos con los uniformes azules, los marinos. Ellos, posiblemente, fueron quienes se llevaron material de guerra incautado en la vivienda, a saber: un juego de living de mimbre, completo (un sofá, dos sillones, tres pisos y una mesa de centro); un televisor blanco y negro, marca Kioto; un equipo minicomponente; una calculadora programable; una estufa automática, a parafina; una máquina de escribir; una plancha, marca Phillips; un sartén eléctrico; loza y cuchillería; artículos de baño; textos y útiles de estudio; ropa de vestir; ropa interior; ropa de cama; un poncho; dos alfombras.
La ambulancia del Servicio Médico Legal, acompañada de dos carabineros, llega a las 22:30 horas. Se dirige hacia la casa, la que está custodiada por dos carabineros de la Subcomisaría de Cerro Alegre; uno de ellos es el cabo 1°, de apellido Ríos.
Los funcionarios están acostumbrados. Cargan el cuerpo de Marcelo en un latón. Está desnudo, sólo su rostro está cubierto por una pañoleta. Al pasar frente a la casa de Pedro Montoya, este lo cubre con un nylon. No sirve de mucho, es invierno: una ráfaga de viento levanta el nylon; los pobladores ven un cuerpo completo, con alrededor de cinco o seis heridas a bala en el torso y las piernas. “Lo llevaban desnudo, sobre un latón que utilizan ellos, el cuerpo tenía cuatro impactos de bala. Saqué un nylon que tenía para cubrir unos barriles y lo tapé. Uno de los infantes de me empujó con la culata de su fusil, el sargento a cargo le dijo que la cortara”, afirma Montoya.
La casa se convirtió en un elocuente testimonio de la violencia. Una de sus ventanas quedó destrozada, incluyendo el marco de fierro y el muro de ladrillo y cemento, en un radio de tres metros. Dos paredes de la sala de estar fueron destrozadas por impactos de balas; todo su techo fue destruido; el piso fue abierto a golpes de bayoneta; el fondo de esa pieza recibió la onda expansiva de una de las granadas. Otra pieza interior sufrió el impacto de una granada, y tres de sus paredes fueron profusamente baleadas. En otra pieza, una pared completamente tiroteada. Una separación de madera, presenta un forado e impactos de bala. Las instalaciones eléctricas, tres tableros automáticos y veinte enchufes y soquetes quedaron inutilizados, 64 vidrios, todas las ventanas de la vivienda de tres pisos, destruidas. La puerta de calle, y seis puertas interiores, destrozadas. El balcón de fierro, en igual condición. Hasta la vivienda del tercer piso, habitada por Pedro Montoya, recibió impactos de bala en el suelo y en un closet. 45 vigas del techo de la casa de Marcelo y 800 tablas de madera fueron destrozadas o dañadas. Las investigaciones posteriores contabilizarían aproximadamente 500 disparos realizados en el interior de la vivienda.
Algunas veces, la poesía puede expresar de mejor manera, lo que significan los datos de la realidad. Los versos de Luis Rodríguez, escritos en homenaje a Alejandro Sosa Durán, asesinado por carabineros en 1994, son un ejemplo de ello:

La casa vacía tiembla en sus cabellos.
Una bala atravesó el pecho de la casa,
una bala que se clavó en el centro de la escalera,
una bala que trapeó sus peldaños con palabras vacías,
una bola que le arrancó a su pasamanos dedos
y días,
una bala que huyó
como huyen los olores
que amedrenta la vida.

Marcelo Barrios fue asesinado a los 22 años de edad. Era militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y estudiante de la Universidad de Playa Ancha, en Valparaíso. Los responsables inmediatos de su muerte son los integrantes de la brigada de asalto: Jorge Figueroa Castro, sargento de Infantería de Marina; Silverio Fierro Peña, cabo 2º; Óscar Aspé Aspé, cabo 1º; Luis Ceballos Guerrero, cabo 1º. Todos ellos, al mando del capitán de corbeta, Sergio Schiffelle Kirby, a cargo de la patrulla de combate.
Para ejecutar su acción, los uniformados utilizaron escopetas calibre 12, pistolas Remington Colt calibre 45, fusiles HK 33, granadas de mano y explosivos plásticos. Marcelo Barrios, por su parte, se encontraba desarmado.
El año pasado, Óscar Aspe Aspe hizo noticia nuevamente: se encontraba en Honduras, junto a otros ex uniformados chilenos, preparándose como mercenario con un nuevo destino: Irak. Él, al igual que los otros integrantes de la brigada, jamás fue juzgados.

martes, agosto 12, 2008

Fase ámplica y fase cincelante/Balsa del dolor 

La descomposición (en la cultura) tiene, según los materialistas históricos, una fase activa y otra de mera repetición. De tal forma se ve por debajo de todos los procesos de la superestructura el influjo necesario de los ciclos que se presentan en el proceso de producción capitalista, las que al estar también a la base de los ciclos de la lucha de clases, permiten detectar relaciones estrechas entre momentos activos y decadentes en el plano estético. Hay en esto una relación de correspondencia más o menos estrecha. Esa lucha de clases álgida quiebra la distinción política/economía, haciendo saltar por los aires tanto la infra como la superestructura del viejo edificio de mierda. Y lo mismo ocurre en la esfera del arte...que además muchas veces se anticipa a las situaciones revolucionarias (y también a las contra-revoluciones) (no se ha insistido lo suficiente en que una contra-revolución es también una revolución).



Inicios del siglo XX (sobre todo 1917/22, y luego 36/37) era una fase activa en la lucha de clases y la cultura. Se nota en todos sus productos culturales (que siempre son, según Walterio B., a la vez "documentos de cultura, documentos de barbarie").

Por ahí entremedio, en los años 30, Heitor Villa-Lobos –que se inspiraba en otros compositores que querían recrear el universo de la imaginación infantil mediante músicas-, y escribió 3 entregas de composiciones breves para piano bajo el título de “A Prole do Bebé”. El volumen 3 nunca ha sido encontrado, se sospecha que tal vez don Heitor nunca llevó las composiciones que lo integraban al papel, y todo indica entonces que las perdimos irremediablemente para la biblioteca de la memoria que tenemos como género humano. Tengo a mano (o más bien, en la oreja) el volumen 2, que se inspira supuestamente en distintos juguetes reales e imaginarios de los niños. 9 piezas breves para piano en menos de 33 minutos:

-A Baratinha de papel (2:20)
-O Gatinho de papelao (3:09)
-O Camundongo de massa (3:29)
-E Cachorrinho de borracha (3:13)
-O Cavalinho de páu (2:55)
-O Boisinho de chumbo (5:07)
-O Passarinho de panno (3:33)
-O Ursozinho de algodao (3:12)
-O Lobosinho de vidro (5:18)

Se trata de una obra tan brillante y según dicen los músicos, difícil, que a la vez que me dedico a escucharla una y otra vez me pregunto con cierto especpticismo qué tan atractiva pueda ser esta música para los niños medianos o pequeños. Tal vez es mi momento ineviable de adultocentrismo, pero la intuición y cierta experiencia me indican que las guaguas y cabros chicos prefieren en general obras tales como el “Six things to a cycle” de los Residents, Harry Partch, música festiva de diversas partes del mundo, además de Eno ambient y Eric Satié. Tal vez me equivoque... De hecho, es lo más probable. Paa refutarme, consigan este disco y háganselo audicionar a sus hijos, hijas, nietos, nietas, guachos no reconocidos del vecino o de Ud. mismo, goles que le pasaron, retoños, sobrinos, discípulos y novios/as, el “niño interno”, los niños de internado o en internación penal o psiquiátrica y Ud. Mismo. No se arrepentirá.

En la edición Naxos, the leading company in budget price CDs, que se encuentra en cualquier feria del disc, viene acompañado de Cirandinha (1925), también basada en el mundo infantil (en este caso se trata de 12 rondas recopiladas por todo Brasil), y 3 piezas autónomas (A lenda do Caboclo, de 1920; Ondulando, de 1914, y Valsa da Dor, de 1932). ¿Cierto que, al ser leído, el portugués se entiende bastante bien?

Police and Thieves in the street 




Sin tiempo para el análisis de contingencia nacional. Valga entonces utilizar el trabajo ajeno no enajenado:


Juan Bustos y el Diputado Designado, por Azeta

Juan Bustos Ramirez fue un jurista nacional fuera de serie, que duda cabe. Sabemos que ambos halagos quizá no digan mucho, no por que se desconozca qué hacen los juristas sino por que su labor es insignificante, máxime en Chile. Por eso en todo los homenajes se apuran en mencionar sus cualidades humanas que son presentadas como virtudes heroicas. En gran parte suscribo dichas palabras, apresuradas, destempladas, como suelen ser en el último tiempo cada vez que se habla de un muerto asociándolo de inmediato a un mártir mediático por un par de días; me gustaría completar el homenaje mencionando algunos hechos que la velocidad de los eventos han pasado desapercibidos.

El trabajo de Juan Bustos en Alemania y en Barcelona se refirió al derecho penal y fundamentalmente a su crítica; gracias a él muchos han podido leer a algunos autores – gracias a sus traducciones – e imbuirse de los argumentos de autores abolicionistas holandeses y escandinavos. No cabe duda que Bustos, luego de haber sido perseguido por los servicios de seguridad chilenos que lo persiguieron hasta la Argentina, se trasformó en un escéptico de los sistemas penales, utilizando las palabras de Zaffaroni (un crítico en los setenta) “los sistemas penales no deben inventar ningún método pues todos los que utilizan ya se construyeron en democracia para perseguir a las clases peligrosas”. Bustos sinceramente mientras había dictadura suscribía las palabras de su colega argentino, y según dicen lo decía también en sus clases en la Universidad de Chile, sin embargo su trabajo legislativo no dejó testimonio alguno de esas sofisticadas ideas. Es cierto que el era sólo uno entre ciento veinte diputados pero durante su gestión el sistema penal chileno ha incrementado su poder en forma desmesurada y además se lo utiliza con total desenfado para reprimir el pensamiento y la organización política. De nada sirvió que uno de los principales criminólogos críticos latinoamericanos fuera diputado, el discurso ultra represivo, facilista, neo fascista, de la tolerancia cero se extendió como una mancha de aceite y su “amiga”, que lo lloró el público – y dicen que también en privado – Michelle Bachelet, puso en marcha la bestialidad de la reducción de edad de imputación infantil para poder reprimir políticamente a los secundarios. El uso y el abuso del derecho penal en la represión a los mapuche que ha sido denunciado por muchas instancias internacionales se ha seguido como un plan, sin variaciones, por los últimos gobernantes y camaradas del occiso. La nefasta Paz Ciudadana no sólo creció al amparo de los grupos empresariales sino que gracias a la omisión culpables de quienes sabían de las consecuencias a mediano y largo plazo de sus propuestas. Me cuesta pensar en alguien que supiera mejor de qué se trataba todo y nunca supe de un esfuerzo, siquiera tímido, de emprender una contraofensiva comunicacional antes que cristalizara como hegemonía.

Pero se puede disculpar a Juan Bustos debido a sus años, a su enfermedad y a su cansancio debido a los años de estudio y lucha. Lo que ni se puede disculpar, ni aceptar, ni olvidar, es todo cuanto lo hecho en su vida por Marcelo Schilling quien desde hoy sucede a Bustos.

En los partidos políticos participan menos del 1% de la población nacional. Los que llegan a ellos algún cargo reciben de consuelo, alguna platita les llega por ahí, puesto que hay más para repartir que con quien. Pero llegar a ser diputado sin haberse testiado ni en una elección para una junta de vecinos, por la caridad partisana, o más bien por la omertá de los mafiosos, es la mejor forma de darle un portazo a todos los ingenuos que siguen diciendo que vivimos en una democracia. Es anti estético, y ostensiblemente anti ético, que no esperaran ni que se enfriara Bustos para constituir una ordalía que se repartiera sus cargos; seguramente estas discusiones comenzaron muchos antes del último suspiro del jurista.

Ya que el modo de designar al remplazante de Bustos al menos el partido socialista debería haber buscado en sus filas, aunque fuera una tarea titánica, alguien que lo supliera quizá no en su entidad académica o intelectual pero al menos que se acercara a sus virtudes emotivas. Sin embargo se designa al personaje más siniestro de los noventa, el creador de la Oficina, y se lo unge como diputado dándole un portazo a todos quienes aún quieren buscar algo de dignidad en en todo esto. Me imagino a Pinochet instalando a Fernando Torres Silva en la corte suprema a lo que acaba de hacer Escalona y la Stasi en pleno que gobierna el PS; y que no se nos olvide que es el núcleo de base de la presidenta. Ni Pinochet se atrevió porque nadie está tan solo en el poder como para no reflexionar o para perder el pudor en un grado tan mayúsculo.

Shilling realizó la tarea sucia de la Concertación y si se lo quiere criticar por eso también se debe objetar a quienes se lo ordenaron, lo permitieron y finalmente aprovecharon su trabajo. Pero el mínimo exigible era que guardaran a un personaje tan nefasto en el sótano hasta su muerte. El que reemplacen a una persona, que obstante las críticas dignificaba la cámara de diputados, por un designado con el prontuario de Marcelo Schilling es sin lugar a dudas un escándalo.


Más pontificaciones de Azeta en Violencia y control

lunes, agosto 04, 2008

odio todo, o casi todo, menos la música... 



Por supuesto las imágenes de esta sacada de cresta policial a una niña de 14 años que parece de 12 no las he visto en la tele ni en los diarios. Bueno...tampoco he visto mucho de eso, pues he tratado de mantenerme al margen de toda esa avalancha de información de mierda. Mejor quedarse encerrado en casa con las cortinas tapando el sol, leyendo a Horkheimer y escuchando el "cuarteto para el fin de los tiempos", de Messiaen. Adiós. Fuck the police.

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