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miércoles, junio 21, 2017

EL POST-68 A NIVEL GLOBAL (Capítulo ¿2? de Barricadas A-Go-Go) 

Se acabo el mes de Mayo. No se subió acá nada referente a Mayo de 1968. No importa. En cierta forma,es casi de lo único que hablamos acá. Según nuestros propios deseos....



CONTEXTO: EL POST-68 A NIVEL GLOBAL (Capítulo ¿2? de Barricadas A-Go-Go)

“Tan sólo ha habido dos revoluciones mundiales. La primera se produjo en 1848. La segunda en 1968. Ambas constituyeron un fracaso histórico. Ambas transformaron el mundo. El hecho de que ninguna de las dos estuviese planeada y fueran espontáneas en el sentido profundo del término, explica ambas circunstancias: el hecho de que fracasaran y el hecho de que transformaran el mundo” (Arrigi, Hopkins y Wallerstein, 1968: El gran ensayo, en “Movimientos antisistémicos”).

Al igual que en el resto del mundo, el 68 trajo en Japón lo que en referencia a Italia algunos llamaron “la gran ola revolucionaria y creativa, política y existencial”[1].

La perspectiva más opuesta a la que puede percibir el 68 como una revolución mundial, es esa otra tan popular que nos habla de unos cuantos mega-eventos sociales (o culturales, o políticos, según qué énfasis se quiera dar o que sector del conocimiento parcelado está emitiendo opinión): como la anunciaba un evento de recuperación a gran escala en el 2008, en la Biblioteca Nacional, Santiago centro, de lo que se trataba era de ver cómo el “Mayo de los estudiantes franceses” (pues en esta lectura la huelga general salvaje de 10 millones de trabajadores, llevada adelante en contra del poderoso aparato contra-revolucionario del Partido “Comunista” Francés[2], no cuenta) encandiló con su ejemplo al mundo. Pura historiografía socialdemócrata al servicio del espectáculo integrado. Grez (que decía que daba lo mismo si hubo una protesta estudiantil o una huelga salvaje de 10 millones de obreros, porque “cada uno ve lo que quiere ver”), Richards (que describía a la IS como “una revista de crítica cultural”), Cuadra (para quien el evento parisino estaba lejos de Marx pero cerca de “el surrealismo”), Sohr (que estuvo allí y en retrospectiva valoraba a los grupos de patriotas que arrojaban papas con gillette a los estudiantes, y hasta exhibió una cicatriz que le quedó!) y un par más, incluyendo a un “intelectual francés”, en un evento denominado Repercusiones universales de mayo de 1968 y vigencia de su legado en Chile actual[3]. Todos ellos beben de la tradición estalinianana del “socialismo en un solo país”, si es que no eran o han devenido abiertamente socialdemócratas[4], y así, para ellos es la suma de las realidades locales lo que agregado matemáticamente en una maravillosa y positivista suma, aunando así el trabajo de muchos expertos separados, se llega a vislumbrar como la “dimensión global”, que en este caso consistiría en el megaevento parisino, que después “repercute” en el resto del mundo... Así de “afrancesados”…Tan anclados en ese paradigma están todos los expertos del mundo izquierdista y académico que desde hace más de diez años sigue siendo para ellos novedoso hablar de la “globalización” como un fenómeno reciente. O sea, nunca leyeron en serio el capítulo final del libro 1 de El Capital[5] (o lo leyeron con los ojos de Althusser, Harnecker o los manuales rusos).

Otros “intelectuales” posmodernos van más allá y hasta llegan a plantear la interrogante acerca de si alguna vez existió ese “mayo del 68”. Así superan lo que por décadas se había hecho tragar: una hostia denominada como “materialismo histórico”. En fin…mejor no hablar de ciertas cosas.

Como contrapartida a dicha literatura, tenemos la memoria proletaria de esos tiempos, y así, tal cual lo comenta un ex miembro del 1000 (Movimiento Ibérico de Liberación) y la OLLA (Organització de Lluita Armada), Ricard de Vargas-Golarons -en una intervención en Madrid en marzo del año 2010, en un Seminario sobre Autonomía Obrera y Antagonismo, que luego fuera recogida como en el libro El 1000 y la OLLA, editado por Klinamen el 2014-, en esos años se combatía en cada rincón del planeta. Y por eso es que hablamos del ciclo histórico abierto hacia 1968 y que se prolongó intensamente a lo menos hasta 1977, como del “segundo asalto proletario contra la sociedad de clases”. El primer asalto fue el que ocurrió  aproximadamente entre 1917 y por lo menos hasta 1922/3, entre la revolución mexicana, la rusa y la derrota definitiva de la revolución alemana, aunque uno se vea tentado de ver en España 1936/7 su último acto…pese a cierto desfase temporal que hizo que ese enorme movimiento se produjera cuando en el resto del mundo el primer asalto ya había sido derrotado[6]. Hoy en día suena algo extraño recordar que en esos tiempos no se concebían las revoluciones locales o nacionales como eventos aislados, sino que el proletariado revolucionario lucha abiertamente por la Revolución Mundial[7].

Veamos lo que nos dice ese viejo militante, bajo el subtítulo de “Inminencia de la revolución” (páginas 32 a 34):

“Por aquellas fechas la revolución parecía estar al cabo de la calle. Cataliza en una serie de cambios radicales: de la vida cotidiana, de la familia, de la sociedad. Se evidencia que no se puede combatir la alienación desde posiciones alienadas –entre las cuales se incluye la alienación que supone acatar servilmente el partido-. El mundo se sacude en la efervescencia. Para pulsar el derrotero global de la época, no precisaremos fechas, y sólo ordenaremos los hechos a partir de un escueto criterio geográfico. Entre el 71 y 73, Chile intenta una vía pacífica hacia el socialismo, pero lo que marca el tono de América Latina es la lucha armada; desde Argentina hasta El Salvador combaten las guerrillas, tanto las rurales en diversos países de Centroamérica, como las urbanas, menos conocidas, pero más interesantes para nosotros: las de Carlos Mariguella en diversas ciudades brasileñas, los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en Buenos Aires, o los Tupamaros en Montevideo. En Oriente próximo, Septiembre Negro, Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Organización  para la Liberación de Palestina (OLP) y Al Fatah. Los yanquis sufren una derrota en toda regla en el Vietnam, Camboya y Laos. En África, el Frente de Liberacao de Mocambique (FRELIMO) en Mozambique , el Partido Africano para a Independencia da Guiné e Cabo Verde (PAIGC) en Guinea Bissau y el Movimiento Popular de Libertacao de Angola (MPLA) en Angola acorralan el imperialismo luso.  En Sudáfrica combaten con armas, African National Congress (ANC), South African Communist party (SACP) y Umkhonto we Sizwe. Yemen y Etiopía devienen estados que se reclaman del socialismo. Pero también el centro del capitalismo siente el zarpazo de la revuelta. En los EEUU, se sublevan los guetos negros , combate el Symbionese Liberation Army (SLA), Black Panther Party, Weathermen (Weather Underground Organization – Weathermen) (WUO), Venceremos (sic, en castellano). En Canadá, se mueve el izquierdista Front de Liberation du Quebec (FLQ). En Polonia, Italia y Francia, hay huelgas salvajes que descolocan los sindicatos reformistas, en línea –pero sin poderse confundir en modo alguno- con lo que sucedió con el movimiento de los consejos obreros que triunfó momentáneamente con el colapso de la Gran Guerra europea. La llama de la lucha armada se alza más alta que nunca. A horcajadas de los dos decenios separados por el año 70, en Italia llegan a actuar hasta dieciséis grupos armados de los que mencionaremos tan solo sus nombres: Brigate Comuniste (BC), Brigate Rosse (BR), Collettivi Politici Veneci (CPV), Comitate Comunisti Rivoluzionari (CiCoRi), Formazioni Comuniste Armate (FCA), Gruppo d´Azione Partigiana (GAP), Gruppo XXII Octobre (XXII Octobre), Volante Rossa Martiri Partigiani (Volante Rossa), Movimento Comunista Rivoluzionario (MCR), Nuclei Armati Proletari (NA), Nuclei Comunisti Territoriale (NCT), Fronte Armato Rivouzionario Operaio (FARO), Pantere Rosse (PR), Guistizia Proletaria (GP), Nuclei Operari di Resistenza Armata (NORA)…En Alemania luchan la Rote Armee Fraktion, Bewegung 2. Juni, Tupamaros München, Tupamaros West-Berlin, Revolutionären Zellen, Sozialistisches Patientenkollektiv (SPK)…En Inglaterra combate la Angry Brigade; en Francia, Groupe d´Action Révolutionnaire Internationaliste (GARI), Noyaux Armés pour l´Autonomie Populaire (NAPAP), Action Directe (AD), Mouvement du 22 Mars, Gauche Prolétarienne y Nouvelle Résistence Populaire (NRP). En el Estado español actúan los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), Acción Revolucionaria Unida (ARU), grupo escindido en 1969 del PCE (ml) en Madrid. En el 74, la revolución de los Claveles en Portugal induce un proceso de clase en todo el Estado, remontan las luchas obreras particularmente en Cataluña, Madrid, Euskadi y Asturias. Emerge un movimiento de barrios, también bajo el impulso de las Comisiones Obreras. Hay agrupaciones de solidaridad. Parecía que todo era posible, que el capitalismo se hundía en un naufragio...”.

Se trata sin duda de un largo y valioso listado que cabría complementar y también criticar…pues por cierto que se incluyen ahí varias “formas de lucha” que no sólo eran en sí mismas formas de alienación, sino que también a fuerzas que actuaban bajo la bandera del viejo mundo. Además, dados los fines de su exposición (una historia en primera persona del MIL y la OLLA, no exclusivamente pero en gran medida en tanto grupos armados de la era del segundo asalto), el listado refiere organizaciones más que procesos sociales, y así es como en relación a Chile se describe más bien la superestructura jurídico-política (el intento de transformación socialista pacífica dentro del Estado conducida por los dos partidos obreros (P”C” y PS) en alianza con otros sectores de la socialdemocracia y la política burguesa,  y no se menciona ni sus grupos armados (de la VOP al MIR y pasando por un buen puñado más, menos conocidos como el Movimiento Revolucionario Manuel Rodríguez o “MR2” y el Grupo Ranquil) ni tampoco los cordones industriales ni los brotes tímidos pero significativos de autonomía obrera a la chilena[8].

Así y todo, Vargas es claro en afirmar que en realidad en esos tiempos no se estuvo ni por lejos ante la posibilidad real de una revolución, y en cuanto a eso discrepa abiertamente con otros expositores en el mismo encuentro, entre ellos Amorós y Santiago López Petit[9]. Pero ya en 1969 la IS nos recuerda que una revolución que no consigue triunfar sigue siendo pese a ello una revolución[10]. Así, por ejemplo, el hecho de que en 1848 las revoluciones proletarias no hayan triunfado no impide que se considere que fueron revoluciones en toda regla. Y en ese mismo sentido los situacionistas afirmaban que el movimiento de las ocupaciones de mayo/junio 68 en Francia también lo fue, abriendo paso a toda una nueva época[11].




[1] Ver el libro La Horda de oro, de Nanni Ballestrini y Primo Moroni, editado en español por Traficantes de Sueños.

[2] Aclaro de una vez y para siempre por qué en estos casos pongo “comunista” entre comillas: porque si comunista es quien lucha por la sociedad sin clases y sin Estado, no merecen ese nombre quienes se dedican a gestionar la sociedad de clases desde el Estado.

[3] Esa fría noche asistimos junto a AZ y VJ, provistos de unas cuantas petacas de whisky barato, y ganas de aportillarles un poco la fiesta. El camarada VJ tiene un registro en video de la intervención cuestionadora que hicimos (y las pelotudeces extremas con que los panelistas se defendieron). Algún día se dará a conocer.

[4] Estoy usando las expresiones “socialdemócrata” y “estalinista” en sentido usual, es decir, como si fueran opciones diferentes. En rigor, tanto la socialdemocracia de derecha como las diversas variedades de leninismo o socialdemocracia radical (incluyendo a trotskistas, maoístas, guevaristas y demás sectas con nombres de persona) constituyen diversos aromas de la misma mierda, así como todas las  expresiones históricas y actuales del “izquierdismo”: la pata izquierda de la sociedad del Estado/Capital.

[5] Adecuadamente titulado “Moderna teoría de la colonización”.

[6] Al respecto no cabe sino recomendar ardorosamente la lectura de la primera parte de la investigación del Grupo Comunista Internacionalista sobre la “Revolución y contrarrevolución en la región española. Años treinta”, publicada recientemente en el N° 66 de su revista Comunismo. Una sola cita resulta suficientemente ilustrativa del enfoque que estamos comentando acerca de la dialéctica entre lo global y lo local: “Para nosotros, hay sólo una cosa realmente particular en España, y es el desfase con el que llega la confrontación con respecto a la lucha de clases en otros países. Como afirmábamos más arriba, el proletariado había sido derrotado en todo el mundo, cuando en la década del 30, en España, éste hace temblar el orden burgués. Esa es, para nosotros, la única excepción. Contrariamente a todo lo que se dice, la lucha de clases en España es igual que en todas partes, una lucha entre el capital y el proletariado y todo lo demás es una gigantesca mentira”.

[7] En los Estatutos de la Internacional Comunista (o Tercera internacional), fundada en 1919 y que de intento de Partido Mundial de la revolución proletaria a poco andar se convertiría en un mero órgano de expresión política internacional del imperialismo ruso, se señalaba expresamente que: “La Internacional comunista se fija como objetivo la lucha armada por la liquidación de la burguesía internacional y la creación de la república internacional de los soviets, primera etapa en la vía de la supresión total de todo régimen gubernamental. La Internacional comunista considera la dictadura del proletariado como el único medio disponible para sustraer a la humanidad de los horrores del capitalismo. Y la Internacional Comunista considera al poder de los Soviets como la forma de dictadura del proletariado que impone la historia”. Por su parte, el mismo año, los dadaístas alemanes proclamaban entre sus exigencias centrales: “La unión internacional y revolucionaria, fundada sobre un comunismo radical, de todos los hombres y mujeres creadores e intelectuales” (“Qué es el dadaísmo y qué quiere en Alemania?”, en Raoul Hausmann, Correo Dadá (una historia del movimiento dadaísta contada desde dentro), Acuarela & A. Machado, 2011, pág. 207).

[8] Para una perspectiva general de la lucha de clases en Chile en ese período recomendamos el Dossier publicado en la revista Revolución hasta el Fin N° 0 el año 2014 y el libro de Helios Prieto “Los gorilas estaban entre nosotros”, publicado por Viejo Topo el mismo año en su serie Combate por la Historia. Algunos de los documentos contenidos en el dossier mencionado fueron además editados por la Biblioteca y Archivo Histórico-Social Alberto Ghiraldo, de Rosario, Argentina, en septiembre de 2015.

[9] “No es cierto –contra lo que afirman López Petit o Miguel Amorós- que se hubiera alcanzado una fuerza tan tremenda que desafiase al Estado” dice en la pág. 68. “La literatura de la época, en la medida que tenía que insuflar coraje, glorificaba sistemáticamente los hechos, con lo que el actual lector desavisado puede llegar a confundir lo enunciado con lo sucedido”.

[10] En “El comienzo de una época” (IS N° 12, septiembre de 1969) se señala: “Tras la derrota del movimiento de las ocupaciones, tanto los que participaron como los que tuvieron que padecerlo se han planteado a menudo la pregunta: "¿Fue una revolución?". El empleo extendido, en la prensa y en la vida cotidiana, de un término cobardemente neutral -"los acontecimientos"- señala precisamente el retroceso ante la respuesta, ante la formulación siquiera de la cuestión. Hay que enfocar tal cuestión en su verdadera perspectiva histórica. El "éxito" o el "fracaso" de una revolución, referencia trivial de periodistas y gobernantes, no puede servir de criterio por la simple razón de que aparte de las burguesas nunca ha triunfado ninguna revolución: no ha abolido las clases. La revolución proletaria no se ha hecho hasta ahora en ninguna parte, pero el proceso práctico a través del cual se manifiesta su proyecto ha producido ya al menos una decena de momentos revolucionarios de extremada importancia histórica a los que se reconoce el nombre de revoluciones. Nunca se ha expresado en ellos el contenido total de la revolución proletaria, pero se trata en cada ocasión de una interrupción esencial del orden socioeconómico dominante y de la aparición de nuevas formas y nuevas concepciones de la vida real, fenómenos diversos que sólo pueden comprenderse y juzgarse en su significación de conjunto, inseparable ella misma del devenir histórico que pueda tener. (…)La revolución española de 1936 no suprimió formalmente el poder político existente: surgía por lo demás de un alzamiento proletario comenzado para defender la República contra Franco. Y la revolución húngara de 1956 no abolió el gobierno burocrático-liberal de Nagy. Si tenemos en cuenta otras limitaciones dignas de ser señaladas, el movimiento húngaro fue en muchos aspectos una sublevación nacional contra una dominación extranjera, y ese carácter de resistencia nacional, aunque menos importante en la Comuna, tuvo sin embargo un papel en sus orígenes. Ésta no suplantó el poder de Thiers más que en la afueras de París. Y el soviet de San Petersburgo en 1905 no llegó siquiera a controlar la capital. Todas estas crisis, inacabadas en sus realizaciones prácticas e incluso en sus contenidos, aportaron sin embargo muchas novedades radicales y pusieron seriamente en jaque a las sociedades a las que afectaron, por lo que pueden ser calificadas legítimamente como revoluciones (…) Pero lo más evidente, para aquellos que conocen la historia de nuestro siglo, es esto: todo lo que los estalinianos hicieron por combatir sin descanso el movimiento demuestra que la revolución estaba allí”.

[11] En el mismo número ya referido de la revista Comunismo, se señala algo en que estamos muy de acuerdo: “Nosotros, como Marx, consideramos que la revolución y la contrarrevolución se desarrollan contradictoria y simultáneamente; que los niveles más altos de revolución mundial fueron destruidos por los niveles más desarrollados de contrarrevolución mundial. Nuestra visión se encuentra también aquí en las antípodas de la metafísica (dominante en todo el socialismo burgués), que imagina que en la oposición entre ambas, cuando una se fortifica un poco, se debilita la otra y recíprocamente, o que cree que hay como autopistas y cuando se toma la de la guerra la revolución desaparece, y cuando se toma la de la revolución la de la guerra desaparece. Toda la experiencia histórica muestra a la revolución surgiendo y desarrollándose en los períodos más profundos de contrarrevolución, como sucede precisamente la guerra imperialista (en donde la consigna clave de los revolucionarios es precisamente la transformación de esa guerra interburguesa en guerra contra la burguesía). De la misma manera que la respuesta, por excelencia, del Estado a la lucha del proletariado es la transformación de la guerra revolucionaria de clases en guerra interburguesa, es decir en guerra imperialista entre países o dentro de un país (fascismo-antifascismo, por ejemplo)”.

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