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martes, agosto 11, 2020

CORAZÓN DE CHANCHO: 1995/1998. 

 Publicado hace unos meses por el Archivo Histórico la Revuelta en su boletín impreso. Quería dedicarlo ahora a la memoria de César Olea, el Huevo

CORAZÓN DE CHANCHO: 1995/1998.


Nunca vi muchos  fanzines en los años 80. En esa época lo que se leía ávidamente era la prensa de oposición, y los diversos y numerosísimos órganos de propaganda de los distintos grupos de izquierda que existían, cada uno de los cuales aspiraba como mínimo a tener buenos panfletos y órganos de expresión, desde los más precarios hasta los impresos. También había revisterías donde se encontraba todo tipo de publicaciones irregulares, centradas por lo general en el comic, o de contenidos más variopintos como la mítica “Beso negro”. La contracultura llegaba sobre todo mediante la publicación argentina “Cerdos & Peces”, que se encontraba hasta en los kioskos de Santiago Centro y costaba como 300 pesos.

A inicios de los 90 empezó a circular prensa anarquista, después de mucho tiempo, y ahí fue cuando los fanzines fotocopiados y corcheteados empezaron a verse cada vez con más frecuencia. Hay algunos cuyo nombre ya no recuerdo…en los que se entrecruzaba el interés por la cultura punk con las ideas anarquistas. Con algunos amigos nos atrevimos a hacer un pasquín fotocopiado y doblado de un solo número, “Antídoto”, con la imagen en portada de un “zorrillo” policial ardiendo tras recibir una buena andanada de molotovs y realizando al fin una crítica de la democracia en sí misma. Luego vino el famoso “Duende Negro”, que armábamos como podíamos, a veces por parte (cada interesado podía aportar con su página) y fotocopiábamos en los alrededores del Centro de Estudiantes de Ingeniería, por Beaucheff, antes de pasar e hacerlo en una imprenta amiga.

La inspiración para armar un fanzine político/musical provino directamente de mi encuentro casi causal hacia 1994 con el fanzine inglés “Fear and Loathing”, hecho por una sola persona (era una edición que venía con un vinilo 7 pulgadas de Jesus Lizard en vivo), simple y muy efectivo: plagado de entrevistas y comentario de discos. En 1995 conocí a Jero, vocalista de Silencio Absoluto, que un día me prestó 3 ejemplares de “Maximum Rock and Roll” que a su vez le había prestado otro amigo.  No salí de mi pieza como en tres días. Estaba entre encantado y eufórico leyendo páginas y páginas de entrevistas, comentario de discos y de fanzines/libros, reportes de escena desde los lugares más insospechados del planeta, y columnas personales de una decena de personas (desde Tim Yo y Rev. Norb a Mykel Board reportando desde Mongolia, Queenie con sus columnas sobre sexo, S/M y bondage, y Lefty Hooligan hablando de anarquía, consejos obreros, la Internacional Situacionista y la revolución social). Por esos años a MRR, de frecuencia mensual, se le conocía como “la Biblia del punk rock”. Me suscribí de inmediato.

Y ahí me decidí: ¡tenía que tener mi propio órgano de expresión! Como no tocaba en ninguna banda hasta entonces, pensaba que a través suyo y de la organización de tocatas (como el famoso Encuentro Hardcore a fines de 1995 en el Galpón de Lautaro) podía hacer mi aporte para construir una escena hardcore punk de inspiración libertaria.

El nombre surgió casi por accidente: al escuchar en la radio que los avances de la ciencia médica estaban a punto de hacer posible criar chanchos para usar sus corazones trasplantándolos a seres humanos. Así que le comenté a mi hermana menor (una de las más fieles colaboradoras, que después creó su propio fanzine de inspiración Riot Grrrl: “Sangre en el Ojo”): “¿te imaginas vivir con un corazón de chancho?”.

La inquietud no es menor: ¿Cuál es el límite de la tecnología supuestamente puesta al servicio del ser humano? ¿Estamos dispuestos a manipular genéticamente a los animales para poder vivir más o mejor? Por otra parte, en nuestra cultura lo “porcino” tiene una connotación bastante despectiva: desde las cochinadas, chancherías y marranadas, conceptos que admiten a los menos una triple acepción: culinaria, de aseo/orden y sexual; hasta la costumbre -hoy casi en desuso- de llamar “chanchos” a los pacos y agentes de la “Inteligencia” estatal. Todo ello a pesar de que está demostrado que los chanchos están dentro de los animales más inteligentes del planeta.

Cada ejemplar del fanzine fue “diseñado” cuidadosamente en la pieza que tenía en mi hogar familiar, con tijeras, pegamento, hojas, fotocopias, y una impresora muy precaria que usaba para los avances de mi Tesis  de Grado sobre las secciones de menores en cárceles de adultos. Además de mi hermana -que tenía como 12 años- me ayudaban activamente un par de fieles amigos. A veces nos atrevíamos a teclear una vieja máquina de escribir que apenas funcionaba y que heredamos de mi abuelo paterno. Nadie tenía experiencia ni formación en cuestiones gráficas, pero la inspiración dada/punk nos pegaba fuerte y nos atrevíamos a ir probando.

Para la primera portada usé la imagen de una cabeza de chancho que asemeja bastante un corazón, que hizo el ilustrador Hans Bellmer y estaba incluida en el libro de Georges Bataille “Madame Edwarda”, en la bella edición de la colección de literatura erótica La Sonrisa Vertical, que una amiga me había regalado para un cumpleaños. Otra amiga que le pegaba al dibujo me ayudó a retocarlo un poco y dejarlo más adecuado para la fotocopia.

Entre fines de 1995 e inicios de 1998 hicimos 5 números. ¡No conservé ninguno!

El fanzine circuló harto dentro y fuera del país, sobre todo en Argentina. Un par de veces fue incluido en la sección de comentario de fanzines de “Maximum Rock´n´Roll”, lo que permitió incrementar considerablemente  los contactos internacionales. Nunca faltó en las tocatas de Disturbio Menor, en taller Sol de calle Agustinas, o donde fuera. Recuerdo que el N° 5 debe ser el que más circuló, pues apareció de la nada un chico que gustaba del fanzine y de DM, que por su trabajo tenía acceso a fotocopiadora y se encargó de hacer una gran cantidad de ejemplares de muy buena calidad de impresión. Muchas gracias, donde sea que estés.

Mediante el viejo servicio de correos había un contacto fluido con el resto del mundo y especialmente con Argentina. Ahí conocí a viejos amigos, editores de fanzines trasandinos como “Civilización Violenta”, “Bs. As. Desorden” y luego dando el salto a la impresión masiva, el “Hazlo Tú Mismo”. También se trabó un buen contacto con los anarco-punks de Minneapolis que editaban “Profane Existence”, gracias al cual se editó el “Hardcore para las masas” en caset, y luego el 7” de DM “Heridas abiertas”, por el sello asociado Sin Fronteras discos. Hubo un momento en que recibíamos cartas todos los días, y como dijo mi hermana: “nuestro mejor amigo era el cartero”.

Si bien no recuerdo en detalle los contenidos de cada número, creo que a través de esas páginas es posible detectar el paso desde una posición anarquista más clásica o anarcosindicalista a lo CNT-AIT, que era lo que intentábamos reflotar en los 90, hacia el comunismo de consejos y un re-descubrimiento de Marx a través de la influencia de la Internacional Situacionista. Curiosamente, o no tanto, a la IS la conocimos por la vinculación que Greil Marcus hizo entre ella, el dadá y el punk, en el libro “Rastros de Carmín” (que yo hubiera traducido como: “Marcas de lápiz labial”).

Entremedio hablábamos de todo un poco: de Lemebel (a quien pude conocer un poco después y de quien guardo la peor impresión), la moda zapatista que se acababa de iniciar y ya nos hinchaba bastante, las cárceles, Palestina, traducciones de la sección histórica de MRR con notas sobre Damned y Sham 69, entrevistas desde bandas de acá como Alternocidio a Dave Dictor de los Millions of Dead Cops, traducciones de letras de bandas como The Ex, Dead Kennedys y varias más, y una sección de “documentos históricos” que en sintonía con  el libro de Marcus nos permitía desenredar una especie de hilo  rojinegro oculto en la Historia.

Otros fanzines amigos eran “Anorexia Mental” -ligado a Enfermos Terminales-, “Intoxicación Social” -que en rigor era el más antiguo-, y luego salieron otros como “Nuevo Extremo”, de Joao/Redención 9-11.

En síntesis: el fanzine reflejó lo que sentíamos y hacíamos en esos tiempos, tratando de crear una comunidad de amistad y lucha a través de la música, las imágenes y la correspondencia internacional. Fue un órgano de expresión precario pero eficaz, acorde con la energía juvenil que nos impulsaba en ese fin de siglo, justo antes del cambio de milenio y  el inicio de las “protestas antiglobalización”.

Su espíritu sigue vivo en nosotros, todos los que en él participamos, y sus activos lectores.

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