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jueves, octubre 21, 2021

Lanzamientos: "Evade" (Tren en Movimiento) // "Prendió" (nuevo EP de Disturbio Menor) 

Se lanzará en Santiago de Chile la publicación trasandina "Evade", basado en texto de Julio Cortés con gráfica de Gustako Cornejo. Va a ser este sábado en la Plaza 4 de septiembre, Villas Unidas (Grecia con Longitudinal). En el marco de un gran encuentro de Asambleas Territoriales, en que a las 18 se lanzará un libro de Quimantú sobre la brutalidad policial. Traiga su feria. 

Dos horas antes de eso (qué ingenuidad mi creencia en la puntualidad) tocará Disturbio Menor en una actividad en La Victoria. Si quieren hacerlas todas, acompáñeme a la tocata y luego nos vamos desde Metro Lo Valledor hasta Estadio nacional y lo logramos. 



Los dejo con el EP "Prendió" que contiene tres temas nuevos de DM y su new wave antiyuta: "Capital" (la última que hicimos, poco antes de que el baterista histórico abandonara el país), "Sala de espera" (en la que estábamos trabjando justo para cuando prendió todo, y difundimos -en otra versión- en youtube el 21 de octubre de 2019), "Como antes" (la primera nueva que hicimos, y que alcanzamos a estrenar en el extinto Bar Playa para el desastre de Valparaíso por ahí por marzo del 2019). 

Y además los dejo con el Epílogo que se incluyó en el libro "Evade", pensando en el público trasandino:

EVADE: SOBRE LA REBELIÓN POPULAR EN CHILE 2019/2020

Octubre. Despertar. La pesadilla de la realidad se rompe bajo el peso de un empobrecimiento vuelto insoportable. Todo el pueblo responde al llamamiento de sus jóvenes. Los patrones envían a sus mercenarios” (Evade Chile, Reporte de una Insurrección).

A inicios de octubre del 2019, en medio de un encarecimiento general de las condiciones de vida, un “panel de expertos” decidió aumentar en 30 pesos la tarifa del Metro (tren subterráneo) de Santiago.  La respuesta espontánea de grupos de estudiantes secundarios fue comenzar a saltar los torniquetes bajo la consigna: “¡Evadir, no pagar, otra forma de luchar!”.

La evasión fue en ascenso a partir del lunes 14, para llegar el viernes 18 a un nivel de masividad inesperado, respondido por el gobierno con un grotesco despliegue de violencia policial, causando enfrentamientos y muchxs estudiantes heridxs. Al atardecer, miles de personas salieron a las calles, agrupándose alrededor de las estaciones del Metro, que por primera vez en toda su historia había dejado de funcionar por completo. El Gobierno anunció que se presentarían querellas por Ley de Seguridad del Estado en contra de quienes resulten responsables de las evasiones y desórdenes, calificándolas como “delincuencia pura y dura”.  

Hacia la medianoche, cuando las barricadas iluminaban todas las comunas, fue decretado el estado constitucional de emergencia. Los militares en camiones y tanquetas se desplegaron por toda la Región Metropolitana reprimiendo las barricadas y saqueos de supermercados y multitiendas.  La protesta no sólo no disminuyó ante una presencia militar, que no se daba desde los tiempos de la dictadura (1973-1990), sino que se intensificó y durante el fin de semana se fue extendiendo a todo el país, instalando la consigna: “No son 30 pesos, son 30 años”, en alusión a los 30 años transcurridos desde el inicio de la transición pactada entre la dictadura militar y la democracia neoliberal.

Tras decretar toques de queda y extender el estado de excepción constitucional a 12 regiones, el domingo 20 el presidente multimillonario Sebastián Piñera declaró por cadena nacional estar “en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta a nada ni a nadie y está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”.

Para el lunes 21, cuando ya se contaban al menos 8 muertos y cientos de heridos,  se convocó a huelga general. Miles de personas se tomaron las calles desde el mediodía, confluyendo en el corazón del centro de Santiago: la Plaza Italia, luego rebautizada popularmente como Plaza Dignidad. En ese momento y espacio se centra el relato “La batalla de Santiago”, publicado en carcaj.cl e incluido en “Reporte de una insurrección”.

El viernes 27 de octubre se realizaron masivas marchas en todo Chile, reuniéndose en Santiago más de un millón y medio de personas. Tras diez días de estado de excepción la intensidad de la rebelión popular no decreció. El gobierno estuvo a punto de caer, y tuvo que cancelar dos importantes cumbres internacionales que se iban a realizar en Chile: APEC y COP25. Ante la enorme y violenta protesta nacional del 12 de noviembre Piñera estuvo a punto devolver a sacar los militares a las calles, reconociendo que la policía estaba totalmente superada. Por esos días se filtró un audio en que la “primera dama” decía sentirse como ante una “invasión alienígena” y concluía que iban a tener que “renunciar a algunos privilegios”.

Descartada la opción del “autogolpe”, la casi totalidad de la “clase política” reunida en el Congreso firmó el 15 de noviembre un acuerdo por la paz social y una nueva constitución, iniciando así un largo proceso de plebiscitos y elecciones con los que de a poco la protesta fue bajando de intensidad, sin desaparecer del todo hasta el 18  marzo de 2020, cuando se inició un nuevo estado de excepción del que aún no se ha salido, ahora con el pretexto de la pandemia de covid-19. El 25 de octubre de 2020 ganó por un 80% de votos la opción de aprobar una nueva constitución que reemplace a la actualmente vigente, impuesta por la dictadura en 1980 y reformada varias veces en democracia. En la elección de constituyentes en mayo de 2021 la derecha alcanzó sólo el 20% de los votos.

En total murieron entre el 18 de octubre y el 18 de marzo del año siguiente más de 30 personas, en la mayoría de los casos por acción de agentes del Estado y también en confusos incidentes durante incendios y saqueos. Miles fueron torturadas o quedaron heridas o mutiladas, incluyendo más de 50 casos de estallido ocular con pérdida de visión, y los casos de Fabiola Campillai y Gustavo Gatica, que fueron cegados  completamente por acción de Carabineros. Un estudio publicado de la revista Eye comparó estos datos con episodios de traumas oculares por acción policial en otros países. La mayor cifra comparada de trauma ocular se situaba en el conflicto palestino-israelí, donde se registraron 154 casos en un período de seis años (1987 a 1993). En Chile se registraron 182 casos de lesión ocular por proyectiles de impacto cinético sólo entre el 18 de octubre y el 30 de noviembre de 2019 en el Hospital del Salvador. Luego de eso el total de casos ascendió a cerca de 500.

Más de 30 mil personas, en su mayoría jóvenes, fueron detenidas por su participación en las protestas, quedando cerca de 2 mil en prisión preventiva, de las que al menos un centenar sigue privada de libertad, mientras la clase política discute muy lentamente un posible indulto o amnistía general, lo que contrasta con la velocidad demostrada al aprobar en enero del 2020 -con algunos votos de izquierda- la “ley antibarricadas”. En contrapartida, de las casi 8 mil 500 denuncias recibidas por la Fiscalía por violaciones de derechos humanos, sólo 5 policías han sido condenados, aplicándose a todos ellos penas de cumplimiento en libertad. Casi la mitad de estas causas han sido cerradas sin determinar culpables. Con esto se materializa la impunidad que en noviembre de 2020 anunció el General Director de Carabineros de Chile durante una arenga a los grupos antimotines: “a nadie voy a dar de baja por procedimiento policial. Aunque me obliguen, no lo voy a hacer”.

A pesar de la canalización de la revuelta hacia el proceso constituyente, la profundidad de la crisis y la conflictividad social no se han calmado totalmente. La grieta que se abrió el 18 de octubre sigue ahí, abierta, tal como la oleada de revueltas que ha recorrido el globo desde Francia a Hong Kong, Estados Unidos, Ecuador, Colombia y un largo etcétera.  

“Toda revuelta puede describirse como una suspensión del tiempo histórico, como una batalla en la que se elige participar deliberadamente y en que la mayor parte de aquellos que participan eligen comprometer su individualidad en una acción cuyas consecuencias no pueden conocer ni prever” (Furio Jesi, Spartakus. Simbología de la revuelta).


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