martes, diciembre 14, 2021
La historia no se repite pero rima (Parte 2): Alemania 1918/9
Boric ya se parece más a Aylwin que a Ebert, pero el análisis de la revolucion alemana de hace 100 años sirve para esclarecer bien cual es el rol histórico de la socialdemocracia.
Como le comentó Horkheimer a Adorno hacia 1956, "(a los socialdemócratas) no debemos decirles: ustedes no quisieron la dictadura del proletariado, sino: ustedes traicionaron a la humanidad (A&H, Hacia un nuevo manifiesto).
Recomendaciones musicales para acompañar la lectura:
-Kurt Weill/Bertolt Brecht, Das Berliner Requiem (1928).
-Heiner Goebbels con Alfred "23" Harth, Berlin Kudamm 12/4/81.
-Cassiber, Beauty & the Beast (1984).
EL MOVIMIENTO
COMUNISTA EN ALEMANIA DE 1918 A 1922 –EXTRACTO-
(Denis Authier y Gilles Dauvé, presentación a “Ni parlamento ni sindicatos: ¡Los Consejos Obreros! Los comunistas de izquierda en la revolución alemana” )
La revolución
“democrática” de noviembre de 1918
En el otoño de 1918 el
proletariado alemán, inspirado en el ejemplo de los soviets rusos que habían
concluido la paz desde el mes de marzo, soporta cada vez peor las dificultades
materiales impuestas por la prosecución de la guerra, y esto, mientras la
derrota de su país se siente como próxima. Para desactivar el movimiento, el
gobierno recurre el 2 de octubre a dos ministros socialistas. Pero es demasiado
tarde. El amotinamiento de los marinos de Kiel actúa como un detonador: el 4 de
noviembre, éstos, después de haber rehusado librar un último combate contra la
flota inglesa, se hacen dueños de los navíos. Una vez llegados a Kiel, se les
unen los obreros de los arsenales y, con ellos, eligen un Consejo de obreros y
de marinos que toma el poder en la ciudad. Del 4 al 9 de noviembre, las antiguas
estructuras del Estado alemán dinástico y burocrático son dejadas de lado: los
consejos toman el poder en todas las ciudades; Berlín cae el último. Allí, bajo
la presión de una inmensa manifestación, el SPD y el USPD constituyen un
Consejo de los comisarios del pueblo, destituyen al antiguo gobierno imperial,
y el ministro socialdemócrata Scheidemann proclama la República. Así, el SPD
toma el poder gracias a un mar de fondo que él ha tratado de impedir a toda
costa y que ningún otro grupo político, por revolucionario que sea, ha previsto
ni desencadenado. Por lo demás, se apresura a vigilar el mantenimiento del
orden. A este efecto, se firma un armisticio con la Entente (Francia,
Inglaterra), sin condiciones, desde el 11 de noviembre.
Estos consejos, llamados de
obreros y de soldados, que aparecen en todas las ciudades de Alemania, son muy
numerosos, alrededor de 10.000. Agrupan a las diferentes clases de la sociedad
y están copiados, como hemos visto, del modelo de la revolución rusa,
prestigioso incluso para los menos revolucionarios de estos demócratas.
Aparecen de modo espontáneo pero, dominados muy ampliamente por los
social-demócratas derechistas, se revelan en su conjunto inofensivos hacia los
partidos burgueses, excluidos momentáneamente de la escena política. Equivalen
a los comités de salvación nacional, que resuelven los asuntos corrientes en el
lugar de un Estado que ha naufragado pero que ellos se encargarán de reflotar.
Estas estructuras, que celebrarán dos congresos nacionales (diciembre de 1918,
marzo de 1919) – en los que los radicales y los espartaquistas, muy poco
representados, no juegan casi ningún papel – hay que distinguirlas rigurosamente
de los consejos revolucionarios obreros en las empresas, de los que hablan el
KAPD -1-,
la AAUD -2- y otros grupos “izquierdistas”. Por lo demás, este “consejismo” desborda
ampliamente al movimiento obrero: todo el mundo se pone a formar consejos,
sobre cualquier base de agrupamiento social. Así, los profesores, los bomberos,
los policías...
Los consejos dominados por
elementos radicales o “izquierdistas” actúan esencialmente en las grandes
regiones proletarias (Bremen, Hamburgo, el Ruhr, la Alemania central). Así, en
Sajonia oriental (Dresde), Rühle y los obreros revolucionarios abandonan al
cabo de una semana los consejos sostenidos por el SPD -3- y el USPD -4-,
dándose cuenta de que estas organizaciones no quieren más que administrar los
asuntos corrientes antes del restablecimiento de un “Estado normal” en el que
estos dos partidos accederían al poder. Su función es impedir el desarrollo
natural del curso revolucionario.
Así, los actores de la “revolución
democrática” se separan casi inmediatamente en dos campos. El campo capitalista
– cuyo elemento más consciente de los peligros es, como debe ser, “el partido
obrero más poderoso del mundo” – quiere orientar todas las energías hacia la elección
de una Asamblea constituyente. Al estar el Partido socialdemócrata en el poder,
el socialismo no es, pues, más que una cuestión de tiempo y llegará al cabo de
una serie de reformas cada vez más amplias. En esta concepción, los obreros
deben detener toda acción violenta, desordenada, ineficaz, etc., y, por el
contrario, ayudar al nuevo gobierno en su tarea de reconstrucción nacional.
Un primer paso hacia este
porvenir radiante es el acuerdo conocido con el célebre nombre de Arbeitsgemenschaft
(“comunidad de trabajo”), aprobado entre los sindicatos obreros y patronales
(jornada de trabajo de 8 horas, reconocimiento de las secciones sindicales de
empresa, institución de comités paritarios en las grandes empresas, etc.). Es,
ciertamente, la aplicación del programa socialdemócrata, más precisamente el
propuesto por el “revisionista” Bernstein.
Los elementos, minoritarios
aunque bastante numerosos (se los puede estimar en más de un millón), que
quieren efectivamente pasar de la revolución política democrática a la revolución
social, serán tachados de irresponsables, lumpenproletarios, izquierdistas,
tunantes, saqueadores, bárbaros, etc., y todos reunidos bajo el vocablo de
“espartaquistas” en todas partes en que ocurra cualquier cosa, mientras que
éstos no son más que un grupo revolucionario entre otros, y no el más radical.
Los revolucionarios, por su
parte, en general bajo la consigna extremadamente imprecisa de “Todo el poder a
los consejos”, combaten las elecciones a la Asamblea constituyente, entran en
conflicto con la mayoría de los consejos y destruyen los sindicatos en muchos
lugares -5-.
El dinero cogido en las cajas es repartido entre los parados (que son cerca de
un millón al acabar el año); los sindicatos mismos son suplantados (no se puede
decir “reemplazados”, pues es la misma práctica sindical la que es abandonada)
en las zonas revolucionarias por organizaciones de empresa del tipo AAU (Unión
general obrera), efectivamente revolucionarias, es decir, que rechazan el reformismo
y luchan por la dictadura del proletariado, mientras que los hombres de
confianza se contentan con un sindicalismo “duro”, que no deja de ser reformismo.
Los “izquierdistas” militan lo más frecuentemente en las organizaciones de tipo
AAU.
El congreso de
fundación del Partido comunista alemán (KPD-S)
Es convocado a iniciativa del ISD -6- (que entonces tomó el nombre de IKD -7-)
y de una parte de los espartaquistas (Luxemburgo, Levi, Jogisches eran
reticentes al juzgar que no estaban maduras las condiciones). Pero la mayoría
de los delegados no pertenecen a ninguna de estas organizaciones. Representan a
grupos locales formados espontáneamente durante la guerra y después (comités de
acción en las empresas, etc.). Esencialmente, se trata de obreros, jóvenes en
muchos casos, que se han hecho directamente revolucionarios sin haber pasado
por la política o la acción reformista. En absoluto “revolucionarios
profesionales”, representan lo que la sociedad capitalista puede producir de
más radical en su descomposición.
Pero la ausencia de madurez de
estos nuevos militantes y, con ella, el peso del pasado socialdemócrata, pesan
con dureza sobre este congreso: la mayoría se adhiere a una dirección compuesta
por los jefes espartaquistas más prestigiosos (Luxemburgo, Liebknecht,
Jogiches..., social-demócratas de izquierda, de hecho, que no quieren entablar
el combate revolucionario). Se adopta casi sin discusión un programa (¿Qué quiere
Spartacus?) redactado por Luxemburgo que niega de hecho lo que son y lo que
quieren los elementos a la cabeza del movimiento, puesto que declara que
Spartacus – el Partido comunista ahora – no tomará el poder más que cuando “la
mayoría de la clase obrera” esté de acuerdo conscientemente con estos fines y
lo exprese claramente. Visión democrático-espontaneísta que desconoce el
proceso real del agrupamiento de los revolucionarios (Ver la intervención del
kapedista Sachs [Schwab]en el III Congreso de la Internacional comunista sobre
el problema de la táctica, p. 240-246) y los medios por los que toman el poder.
Sin embargo, la mayoría del
congreso se opuso violentamente a los jefes espartaquistas cuando se pasó a
cuestiones de táctica inmediatas: ante todo, las elecciones a la Constituyente.
Los delegados, que querían boicotear estas elecciones, acogieron las argucias
“dialécticas” de Luxemburgo, Levi y consortes a favor de un “parlamentarismo
revolucionario” con ruidosas protestas. Fue Otto Rühle quien hizo el
contrainforme representando la posición del conjunto del congreso.
Las elecciones a la Constituyente
se celebraron después del aplastamiento de las insurrecciones de enero en
Berlín y en otras zonas de Alemania. Por lo demás, en las regiones en las que
la izquierda era fuerte (Berlín, Alemania central, Sajonia, Hamburgo, el Ruhr),
se constató un importante abstencionismo del proletariado en las diversas
elecciones (nacionales, municipales y regionales) a todo lo largo del período
1919-1921.
Tras su fracaso sobre las
elecciones, Luxemburgo maniobró para que el congreso no tomase una posición
análoga sobre la cuestión sindical, que se remitió a una comisión. El KPD no
tomó una resolución oficial clara sobre este tema. Esto no quita que el
conjunto de los miembros del partido obró a continuación por la destrucción de
los sindicatos y contribuyó a la formación de las AAU, o al desarrollo de las
que ya formaba parte. Por otro lado, la izquierda desarrolló en el congreso la
concepción de la Organización unitaria y de la necesidad de acabar con la
separación entre organizaciones “políticas” y organizaciones “económicas” del
proletariado. Para ellos, el KPD (con sus 40.000 miembros en el momento de su
fundación) ya no era un “partido en el sentido tradicional”.
El enfrentamiento de enero de 1919 (primer fracaso de la revolución)
El período comprendido entre
enero y abril de 1919 no es más que una sucesión de insurrecciones y tomas de
poder a escala local, aplastadas muy violentamente por los restos del ejército
alemán que habían escapado al torbellino de la derrota y por los “cuerpos
francos”, organizaciones militares de extrema derecha sostenidas bajo cuerda por
el nuevo gobierno. La represión es dirigida por el Partido socialdemócrata, que
obtiene en diciembre de 1918 la confianza del Congreso de los consejos y
después, en enero de 1919, la del pueblo (por las elecciones a la
Constituyente).
En Berlín, la insurrección de
enero (del 6 al 15) es motivada por la destitución del prefecto de policía
Eichhorn, del USPD (el cual se había proclamado como tal durante los acontecimientos
de noviembre). Los revolucionarios se apoderan de toda la ciudad, pero se
dividen inmediatamente. El USPD, que ha formado un comité insurreccional,
entabla enseguida conversaciones con el Consejo de los comisarios, que ha huido
fuera de Berlín, en lugar de organizar la lucha contra él.
Al principio, Luxemburgo y la
dirección comunista en su conjunto condenan la insurrección, después se unen a
ella pero sin querer tomar el poder (en la línea de ¿Qué quiere Spartacus?,
como queda indicado más arriba). Liebknecht, sin que lo sepa la dirección, toma
parte en el comité insurreccional del USPD, después es obligado a dimitir de
él. Finalmente, la izquierda (proveniente del ISD), no obstante ser fuerte,
participa de modo dirigente en las diversas acciones militares pero no se
decide a actuar por sí misma y a crear lo irreparable; necesitará varios meses
para darse cuenta de ello. De este modo, mientras que las discusiones van a
buen paso entre los insurrectos (y que sus jefes, en su conjunto, minimizan la
insurrección, queriendo reducirla a un elemento de la política tradicional), la
social[1]democracia
(representada por el comisario del pueblo Gustav Noske) establece metódicamente
su plan de reconquista de la capital. La represión ocasiona numerosos muertos
(entre ellos, Luxemburgo y Liebknecht). A pesar de todo, este aplastamiento no
parecerá suficiente y se asestará un nuevo golpe al proletariado berlinés dos
meses después, en los combates de marzo. Estas dos acciones causarán varios
miles de muertos, nada más que en Berlín. Es decir, enseguida más muertos que
durante toda la revolución rusa de 1917.
Al mismo tiempo son aplastados
los poderes proletarios locales: República socialista de Brunswick, República
de los consejos de Bremen, así como las huelgas insurreccionales en el Ruhr y
en Alemania central. En todas partes, los socialistas, a quienes los obreros
revolucionarios dejan libertad de acción, los traicionan, preparando el terreno
antes de la intervención de la fuerza armada. Pero durante los combates la democracia
continúa a pleno rendimiento: nuevas elecciones a los consejos con vistas al II
congreso pan-alemán de estos órganos en marzo de 1919, elecciones a los
parlamentos locales de los diversos Esta[1]dos
de que se compone el Reich alemán. Casi siempre es el SPD quien detenta la
mayoría absoluta, salvo en Sajonia oriental, donde es el USPD.
Pero un solo Estado se muestra
insuficiente para domeñar una Alemania en estado de revolución: Francia ocupa
la orilla izquierda del Rin, y el gobierno de Berlín prefiere no intervenir en
Baviera mientras el movimiento no esté lo bastante dominado. En 1871 Bismarck
había ayudado a Thiers a masacrar a los comuneros, devolviendo las armas
modernas a los soldados que acababa de vencer. En 1918 la Francia victoriosa le
devuelve el favor.
En Baviera es el USPD el que toma
el poder pero no para hasta que organiza elecciones en las que, por lo demás,
no obtiene más que el 2,5% de los votos, el 12 de enero de 1919. A pesar de
todo, el asesinato de su jefe, Kurt Eisner, el 21 de febrero, aclara las
relaciones de fuerza: los consejos toman el poder y la Dieta burguesa acabada
de elegir se dispersa ella sola. Pero los consejos vuelven a pasar el poder a
la Dieta con un gobierno SPD-USPD. Una fracción de este último partido toma
poco después, el 7 de abril, la iniciativa de proclamar la República de los
consejos de Baviera, por arriba. El gobierno socialdemócrata huye a Bamberg y
comienza la guerra civil.
Los consejos se radicalizan, se
desembarazan del USPD: es la segunda República de los consejos en la que participa
el KPD. Los obreros forman un ejército rojo, a expensas de los patronos,
haciéndose pagar las jornadas dedicadas al entrenamiento. No intentan
verdaderamente atacar las relaciones sociales capitalistas, contentándose con
encargarse de la gestión de la sociedad tal cual está e imponer algunas
reformas en su favor.
Son aplastados a principios de
mayo de 1919.
1.- KAPD: Kommunistische Arbeiter Partei Deutschlands (Partido comunista obrero de
Alemania).
2.- AAUD: Allgemeine Arbeiter Union Deutschlands (Unión general obrera de
Alemania).
3.- SPD: Sozialdemokratische Partei Deutschlands (Partido socialdemócrata de
Alemania).
4.- USDP: Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands (Partido socialista
independiente de Alemania, nacido en 1917 tras la exclusión, por el SPD, de su
izquierda: los espartaquistas forman parte de él, pero no los “Radicales de
izquierda” del Norte de Alemania).
5.- Los sindicatos, blanco de estos ataques de una parte de la clase obrera, lanzan
una campaña de reclutamiento y pasan de un millón de miembros al final de 1918
a siete millones en 1920. Hasta entonces, los sindicatos, compuestos en su
mayor parte por obreros de oficio cualificados (“la aristocracia del trabajo”)
tenían tendencia a cerrar la puerta a la gran masa de los obreros no
cualificados (del tipo “OS”, obrero especialista), multiplicados por el
desarrollo de la industria moderna en Alemania (empresas gigantes con
racionalización del proceso de trabajo). El desarrollo de las organizaciones de
empresa autónomas crea una situación nueva en la que los sindicatos están
dispuestos a recuperar todo lo que puede serlo.
6.- ISD: Internationale Sozialisten Deutschlands (Socialistas internacionales de
Alemania, agrupa a los “radicales de izquierda” opuestos a la dirección
socialista en 1916-1918).
7.- IKD: Internationale Kommunisten Deutschlands (organización que sucedió a los
ISD en 1918).
Etiquetas: Alemania, comunidades de lucha, comunismo, fascist pigs, memoria negra, revolución social, terrorismo de estado