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viernes, enero 25, 2013

Con toda la magia del sur: Adjudicación atentado a COLÚN S.A. 




"En la práktika permanente de subversión para la Guerra Social"

El ultrapatriota alemán Friedrich Grob Besler ...instalado (en tierras expropiadas despues de la Pacificacion de La Araukania!!!) fue recibido por el Estado chileno y las Ligas Patrioticas de Chile como colono de la komuna de La Union, en La Region De Los Rios. La usurpación de estas tierras se inició hace más de setenta años por la vía violenta y prosiguió por varias décadas, siendo los principales responsables Augusto y Teófilo Grob, abuelo y padre del actual presidente de Colún, Augusto Grob Fuchs y del Concejal y pre candidato a Alcalde de la fascista Alianza por Chile en La Unión, Roberto Grob Fuch, las patotas de Hector Caro, Augusto Pinochet y por los llamados "gobiernos democraticos" ejerciendo el ESTADO DE DERECHO!!!

En esas tierras se instalo el poderoso impertio de los Grob, Sociedad Industrial Teófilo Grob S.A., Cooperativa Agrícola y lechera COLUN, La Empresa Agrícola y Ganadera El Pilar, entre otras tantas.

Por eso atakamos COLUN empresa capitalista enemiga del pueblo Mapuche y de todos los explotados del mundo!!!

Pensamos ke la unika solidaridad es la axion misma ke transpasa la legalidad y se vuelve enemiga de toda autoridad!!! haciendo estallar en kuestion de segundos su paz social.

Somos enemigos del Estado chileno y de todos los estados si excepcion y no deskansaremos hasta vivir en un mundo si patrias, ni fronteras, sin nada de aquello ke nos pudre.

Saludamos a todos los prisioneros dignos del planeta karcel ke kon determinacion y valentia resisten regimenes para el anikilamiento. En especial a Stefano Fosco y Elisa Di Bernardo anarquistas secuestrado por el Estado italiano, aktivxs solidarios kon el pueblo Mapuche. A los presos del kaso Security. Freddy, Marcelo y Juan. En memoria de Matias Catrileo. Libertad a Celestino Cordova!!! A la bella huida de Hans Niemeyer

Amulepe Taiñ Weychan
Nuestra lucha kontinua
por la komunidad Humana Mundial
Por la liberacion total.

Kon toda la magia del sur _Fraxion Heterogenea de Weichafes libertarios_ F.H.W.L

(tomado de Hommodolars)

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La burguesía eufórica 

Viernes 25 de Enero de 2013
Chile derrota la cesantía

El anuncio del Departamento de Economía de la Universidad de Chile de que el desempleo en el Gran Santiago descendió en diciembre pasado a solo 5,2% -la tasa más baja en cuarenta años- viene a coronar un 2012 lleno de logros. El gobierno del Presidente Piñera, que se propuso -ya en la campaña electoral- hacer de la creación de empleos su principal meta económica, se anota así un triunfo incuestionable.
El sobresaliente desempeño del mercado laboral durante los últimos tres años ya había sido detectado por el INE, tanto en Santiago como en el resto del país, pero ello había sido cuestionado por economistas de oposición, quienes lo atribuyeron a la nueva encuesta de empleo introducida en 2009. Las cifras de la Universidad de Chile vienen a zanjar la discusión: la cesantía está alcanzando los mínimos históricos. Esta encuesta goza de gran prestigio entre los expertos, porque es elaborada en forma independiente del Gobierno y porque ha mantenido inalterada su metodología por más de cuatro décadas. Lo que muestra es que, tras el bajón de 2009 debido a la crisis global, en los siguientes tres años la contratación de empleos ha cobrado un inusitado dinamismo -creciendo a un ritmo de 3,5% promedio anual-, lo que ha permitido abatir el desempleo muy por debajo de lo observado durante toda la década previa. Cabe destacar que el crecimiento es liderado por la ocupación femenina, con lo que avanzamos en la superación de nuestro rezago en la materia. Asimismo, las tasas de cesantía de jóvenes y adultos mayores han descendido pronunciadamente, mejorando de modo sustancial sus oportunidades.
Este logro es de enorme trascendencia, pues la falta de trabajo es la principal causa de pobreza en Chile. Nuestros altos índices de desigualdad también son un reflejo de la escasez de oportunidades de empleo en los estratos más populares. Que en un hogar la mujer o un hijo aporten un ingreso adicional al presupuesto familiar puede hacer toda la diferencia para salir de la pobreza o ascender a la clase media. Que los jóvenes, además de estudiar, trabajen, ayuda a sus familias a afrontar los gastos que exige la educación. La cesantía juvenil suele ser caldo de cultivo de la drogadicción y la delincuencia, puesto que implica también menor aprendizaje y desarrollo de hábitos laborales, lo que redunda en menores sueldos a futuro. Es además causa de "lagunas" previsionales que impiden acumular ahorros suficientes para una jubilación digna. Ya reducido el desempleo, ahora es posible prever un aumento sostenido de los sueldos y salarios, y las estadísticas revelan que así ha comenzado a ocurrir. Crear empleos y abatir la cesantía es -qué duda cabe- la mejor política social imaginable.
Este éxito se debe, en parte, a un escenario internacional que ha sido favorable a Chile. Inicialmente ha de haber ayudado el efecto retardado de las políticas reactivadoras aplicadas para enfrentar la recesión de 2009. Luego, el impacto del masivo y eficiente esfuerzo de reconstrucción tras el terremoto. Pero el vigor y la persistencia del crecimiento económico y la creación de empleos no pueden sino ser atribuidos a las buenas expectativas suscitadas por las positivas señales micro y macroeconómicas emitidas por la presente administración. Un gobierno comprometido con el crecimiento, el emprendimiento y la competitividad genera confianza, y la confianza reditúa.
Desde luego, no será fácil mantener esta baja cesantía. Porque diciembre es un mes especialmente favorable, cabe esperar luego un cierto repunte en el desempleo. Existe también el riesgo de que la estrechez del mercado laboral termine desencadenando una espiral alcista de salarios y precios. Así ocurrió 40 años atrás -en pleno gobierno de la Unidad Popular-, cuando la cesantía descendió por debajo del nivel actual. También a mediados de los noventa la disminución de la desocupación ocasionó presiones desestabilizadoras. Por eso los economistas advierten que estamos ya cerca del "pleno empleo". Pero el llamado no es a bajar la guardia, sino a seguir propiciando reformas que favorezcan una mayor productividad y participación laboral.

(emol, 25 de enero de 2013)

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miércoles, enero 23, 2013

ser juzgado en comisiones de juristas 

XXII



Es posible me persigan hasta cuatro
magistrados vuelto. Es posible me juzguen pedro.
¡Cuatro humanidades justas juntas!
Don Juan Jacobo está en hacerio,
y las burlas le tiran de su soledad,
como a un tonto. Bien hecho.

      Farol rotoso, el día induce a darle algo,
y pende
a modo de asterisco que se mendiga
a sí propio quizás qué enmendaturas.

      Ahora que chirapa tan bonito
en esta paz de una sola línea,
aquí me tienes,
aquí me tienes, de quien yo penda,
para que sacies mis esquinas.
Y si, éstas colmadas,
te derramases de mayor bondad,
sacaré de donde no haya,
forjaré de locura otros posillos,
insaciables ganas
de nivel y amor.

      Si pues siempre salimos al encuentro
de cuanto entra por otro lado,
ahora, chirapado eterno y todo,
heme, de quien yo penda,
estoy de filo todavía. Heme!



(César Vallejo, Trilce).

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Retratos de la alienación 


Miserias de la industria cultural
(A propósito de espectáculos como el Encuentro internacional de cultura surrealista, la Trienal de artes de Chile y la Pequeña Gigante).

(Comunismo difuso, N|2/3).



La Pequeña Gigante y la Trienal de Chile quedarán en nuestra memoria como claros ejemplos de un arte industrial y de un arte burocrático. Ambas ocurridas bajo el reinado del espectáculo integrado. Ambas manifestaciones culturales como vivos ejemplos de la distinción existente entre un arte masivo y un arte elitista, entre un arte para masas y un arte para profesionales, aunque los convocantes hagan hincapié en el carácter “ciudadano” de dichos eventos.
Y no es que creamos a priori que los organizadores sean mercaderes declarados o tipos ególatras, iluminados e incomprendidos genios ocupando un merecido espacio en el debate cultural. No. Lo que ocurre es que la cultura en general, y el arte en particular, han devenido en cadáveres mil veces ultrajados por la necrofilia especialista. Lo que ocurre es que, siguiendo a Marx, bajo el régimen de propiedad privada capitalista el arte cae bajo la “ley general de la producción”, que configura una contradicción –cada vez más sofisticada en nuestros días- entre arte y capitalismo, producción mercantil y libertad de creación.
No obstante este hecho no es nuevo y los dos eventos mencionados no son más que ramplonas manifestaciones de un fenómeno históricamente constituido.

Las primeras colecciones de arte comienzan a conformarse en el siglo XVI. Se inician como encargos de la nobleza, viajes de compra (tours, de los que deriva la palabra turismo), pero no es sino hasta la consolidada burguesía del siglo XIX cuando el coleccionismo masivo se hace patente y se vuelve grotesco en el siglo pasado con el sistemático saqueo nazi y la política de compra de arte patrocinada por el gobierno norteamericano tras la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, el interés que movía a unos y otros, burgueses y burócratas, “totalitarios” y “demócratas”, era la misma: acumular capital simbólico, status, prestigio social o nacional, incentivar el turismo cultural (que expande la tercerización del trabajo hasta hoy). En otras palabras, la posesión de una mercancía de alto valor de cambio, nulo valor de uso; inservible, pero decorativa.

Tras la revolución burguesa de 1789, el artista se vio arrojado al mercado, tal como el resto de los artesanos (en progresiva proletarización); ahora con una libertad que realizar, pero lanzado al reino de la mercancía, en el que sus antiguos clientes cautivos (reyes, nobles, monasterios, iglesias, palacios, salones) ahora son quienes ponen los precios. Porque la nueva mentalidad exigió un mercado del arte, que separó a los artistas de su obra, mitificó al “genio” y la “obra maestra”, elitizó el acceso y producción de arte, alejó progresivamente a la clase embrutecida en largas jornadas de trabajo de las discusiones en torno a él, alimentó las apariencias y se coronó como la más siniestra de las mercancías hasta nuestros días.

Simplificando, en este escenario al artista le quedaban dos caminos: convertirse en el actual artista de becas y subvenciones del poder, la caricatura del artista “crítico” y profesional o, en el marco de la relativa autonomía, independencia y originalidad del desarrollo artístico, llegar a la conclusión de que es hora de cambiar la vida, más allá de lo estrictamente estético e integrar sus investigaciones a la lucha del proletariado por la destrucción de la sociedad de clases, es decir, integrarse a la crítica unitaria de las condiciones de vida, transformar el mundo, cuestionando la propia significación de la actividad artística y la de los contemporáneos, y las condiciones de la vida, en general.



Y no es que creamos que los artistas son una lacra. Es un sistema que los controla de manera objetiva y subjetiva, que los regalonea y los disocia del conjunto social, el que los hace no llevar la crítica hasta la raíz. A pesar de eso, sabemos que la complacencia frívola y el éxito (Andy Warhol, el trivial mercader por excelencia, como ícono), motivan la reproducción del modelo de vida y la integración y recuperación de los posibles “revoltosos” al engranaje.

Las vanguardias históricas, especialmente el futurismo, dada y el surrealismo, fueron potentes gestos negadores de la triste historia garabateada más arriba, pero más triste resulta ver convertida hoy su lucha en una mercancía más, en decoración de museos, en vestigios de un asalto nunca perpetrado con éxito. ¿Qué pensaría el fantasma de Breton sobrevolando la galería Sotheby's en 2008, cuando se pagaron 3,2 millones de euros por nueve de sus manuscritos? Las vanguardias idearon y difundieron nuevos valores subversivos, pero fueron rápidamente trivializados por el poder dominante. La clave estuvo en lo mismo: esterilizar los descubrimientos al separarlos de la investigación global y de la crítica total. El mecanismo comercial y la especialización alejaron estos elementos del proletariado, evitando así la comprensión y utilización de estos gestos potencialmente revolucionarios por parte del movimiento obrero. Luego de esto, la mayoría de los artistas han optado por la primera de las opciones anteriormente enunciadas.
Por eso resulta risible y pintoresco el encuentro surrealista, realizado en noviembre del año pasado en Santiago. Los surrealistas chilenos, “artistas” y “poetas” todos, amigos del Fondart, “locos lindos”, como fueron tratados por cierta prensa babosa que alegaba la indiferencia del Ministerio de Cultura y de los fondos concursables con la iniciativa, jugando a la provocación a través de una descafeinada jornada de expresión callejera, coronada con la entrega de una carta-poema a la mismísima presidenta. Luego, repliegue hacia museos y galerías, el lugar predilecto para contemplar sus obras de arte. Lo ocurrido no es más que otro ejemplo de arte recuperado, de artistas que se sirven del cadáver de una vanguardia de muy mala vejez, que se sirven sólo de los descubrimientos formales (hasta las empresas utilizan los “brainstorming” o “lluvia de ideas” para “hacer participar” a sus empleados) y abandonan la perspectiva crítica total.

Las vanguardias nos dieron la posibilidad de negarlo todo y recomenzar. Hoy los artistas ni siquiera niegan, tan solo buscan y describen la miseria que encuentran o entregan elementos para una evasión colorida. Una crítica que se aísle del todo antagónico, que no entregue posibilidades, que hoy no pueden ser sino radicales, es reaccionaria. En el actual estado de descomposición del arte, nada mejor que enterrar el cadáver mil veces ultrajado: la crítica radical del mismo y del mundo como la mejor obra de arte, el comienzo de la obra de arte total. ¿Qué podría parecernos más bello que la propagación e intensificación del incendio y el derrumbe de las condiciones actuales de sobrevivencia humana?

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sábado, enero 12, 2013

Un notable ejemplo de lapsus linguiaies etc. 

 "Esto se vio cristalizado, sólo por citar los ejemplos más evidentes, en el aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso y la agudización de la concertación de la riqueza ocurrida durante los 20 años de gobiernos de la concertación mediante la consolidación del modelo exportador de materias primas y el gran peso de los grupos financieros en la nueva estructura de poder".

No es necesario acudir a Freud:

Concentración (del Capital) = Concertación (alianza de la socialdemocracia histórica con la fracción "democrática" de los partidos burgueses).

Por algo socialdemos como Salazar la denominan "Concertraición".

Seguir leyendo:

http://www.hommodolars.org/web/spip.php?article4759



Mentes débileeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeesssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! (Muerte por napalm).

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Nuestro Marx (x Tonino G.) 


NUESTRO MARX
[4-V-1918; I.G.P.; S.G. 217-221]
¿Somos marxistas? ¿Existen marxistas? Tú sola, estupidez, eres eterna. Esa cuestión resucitará probablemente estos días, con ocasión del centenario, y consumirá ríos de tinta y de estulticia. La vana cháchara y el bizantinismo son herencia inmarcesible de los hombres. Marx no ha escrito un credillo, no es un mesías que hubiera dejado una ristra de parábolas cargadas de imperativos categóricos, de normas indiscutibles, absolutas, fuera de las categorías del tiempo y del espacio. Su único imperativo categórico, su única norma es: "Proletarios de todo el mundo, uníos". Por tanto, la discriminación entre marxistas y no marxistas tendría que consistir en el deber de la organización y la propaganda, en el deber de organizarse y asociarse. Demasiado y demasiado poco: ¿quién no sería marxista?
Y, sin embargo, así son las cosas: todos son un poco marxistas sin saberlo. Marx ha sido grande y su acción ha sido fecunda no porque haya inventado a partir de la nada, no por haber engendrado con su fantasía unaoriginal visión de la historia, sino porque con él lo fragmentario, lo irrealizado, lo inmaduro, se ha hecho madurez, sistema, conciencia. Su conciencia personal puede convertirse en la de todos, y es ya la de muchos; por eso Marx no es sólo un científico, sino también un hombre de acción; es grande y fecundo en la acción igual que en el pensamiento, y sus libros han transformado el mundo así como han trasformado el pensamiento.
Marx significa la entrada de la inteligencia en la historia de la humanidad, significa el reino de la conciencia.
Su obra cae precisamente en el mismo período en que se desarrolla la gran batalla entre Tomás Carlyle y Heriberto Spencer acerca de la función del hombre en la historia.
Carlyle: el héroe, la gran individualidad, mística síntesis de una comunión espiritual, que conduce los destinos de la humanidad hacia orillas desconocidas, evanescentes en el quimérico país de la perfección y de la santidad.
Spencer: la naturaleza, la evolución, abstracción mecánica e inanimada. El hombre: átomo de un organismo natural que obedece a una ley abstracta como tal, pero que se hace concreta históricamente en los individuos: la utilidad inmediata.
Marx se sitúa en la historia con el sólido aplomo de un gigante: no es un místico ni un metafísico positivista; es un historiador, un intérprete de los documentos del pasado, pero de todos los documentos, no sólo de una parte de ellos.
Este era el defecto intrínseco a las historias, a las investigaciones acerca de los acaecimientos humanos: el no examinar ni tener en cuenta más que una parte de los documentos. Y esa parte se escogía no por la voluntad histórica, sino por el prejuicio partidista, que lo sigue siendo aunque sea inconsciente y de buena fe. Las investigaciones no tenían como objetivo la verdad, la exactitud, la reconstrucción íntegra de la vida del pasado, sino la acentuación de una determinada actividad, la valoración de una tesis apriórica. La historia era dominio exclusivo de las ideas. El hombre se consideraba como espíritu, como conciencia pura. De esa concepción se derivaban dos consecuencias erróneas: las ideas acentuadas eran a menudo arbitrarias, ficticias. Y los hechos a los que se daba importancia eran anécdota, no historia. Si a pesar de todo se escribió historia, en el real sentido de la palabra, ello se debió a la intuición genial de algunos individuos, no a una actividad científica sistemática y consciente.
Con Marx la historia sigue siendo dominio de las ideas, del espíritu, de la actividad consciente de los individuos aislados o asociados. Pero las ideas, el espíritu, se realizan, pierden su arbitrariedad, no son ya ficticias abstracciones religiosas o sociológicas. La sustancia que cobran se encuentra en la economía, en la actividad práctica, en los sistemas y las relaciones de producción y de cambio. La historia como acaecimiento es pura actividad práctica (económica y moral). Una idea se realiza no en cuanto lógicamente coherente con la verdad pura, con la humanidad pura (la cual no existe sino como programa, como finalidad ética general de los hombres), sino en cuanto encuentra en la realidad económica justificación, instrumento para afirmarse. Para conocer con exactitud cuáles son los objetivos históricos de un país, de una sociedad, de un grupo, lo que importa ante todo es conocer cuáles son los sistemas y las relaciones de producción y cambio de aquel país, de aquella sociedad. Sin ese conocimiento es perfectamente posible redactar monografías parciales, disertaciones útiles para la historia de la cultura, y se captarán reflejos secundarios, consecuencias lejanas; pero no se hará historia, la actividad práctica no quedará explícita con toda su sólida compacidad.
Caen los ídolos de sus altares y las divinidades ven cómo se disipan las nubes de incienso oloroso. El hombre cobra conciencia de la realidad objetiva, se apodera del secreto que impulsa la sucesión real de los acaecimientos. El hombre se conoce a sí mismo, sabe cuánto puede valer su voluntad individual y cómo puede llegar a ser potente si, obedeciendo, disciplinándose a la necesidad, acaba por dominar la necesidad misma identificándola con sus fines. ¿Quién se conoce a sí mismo? No el hombre en general, sino el que sufre el yugo de la necesidad. La búsqueda de la sustancia histórica, el fijarla en el sistema y en las relaciones de producción y cambio, permite descubrir que la sociedad de los hombres está dividida en dos clases. La clase que posee el instrumento de producción se conoce ya necesariamente a sí misma, tiene conciencia, aunque sea confusa y fragmentaria, de su potencia y de su misión. Tiene fines individuales y los realiza a través de su organización, fríamente, objetivamente, sin preocuparse de si su camino está empedrado con cuerpos extenuados por el hambre o con los cadáveres de los campos de batalla.
La comprensión de la real causalidad histórica tiene valor de revelación para la otra clase, se convierte en principio de orden para el ilimitado rebaño sin pastor. La grey consigue conciencia de sí misma, de la tarea que tiene que realizar actualmente para que la otra clase se afirme, toma conciencia de que sus fines individuales quedarán en mera arbitrariedad, en pura palabra, en veleidad vacía y enfática mientras no disponga de los instrumentos, mientras la veleidad no se convierta en voluntad.
¿Voluntarismo? Esa palabra no significa nada, o se utiliza en el sentido de arbitrariedad. Desde el punto de vista marxista, voluntad significa conciencia de la finalidad, lo cual quiere decir, a su vez, noción exacta de la potencia que se tiene y de los medios para expresarla en la acción. Significa, por tanto, en primer lugar, distinción, identificación de la clase, vida política independiente de la de la otra clase, organización compacta y disciplinada a los fines específicos propios, sin desviaciones ni vacilaciones. Significa impulso rectilíneo hasta el objetivo máximo, sin excursiones por los verdes prados de la cordial fraternidad, enternecidos por las verdes hierbecillas y por las blandas declaraciones de estima y amor.
Pero la expresión "desde el punto de vista marxista" era superflua, y hasta puede producir equívocos e inundaciones fatuamente palabreras. Marxistas, desde un punto de vista marxista...: todas expresiones desgastadas como monedas que hubieran pasado por demasiadas manos.
Carlos Marx es para nosotros maestro de vida espiritual y moral, no pastor con báculo. Es estimulador de las perezas mentales, es el que despierta las buenas energías dormidas que hay que despertar para la buena batalla. Es un ejemplo de trabajo intenso y tenaz para conseguir la clara honradez de las ideas, la sólida cultura necesaria para no hablar vacuamente de abstracciones. Es bloque monolítico de humanidad que sabe y piensa, que no se contempla la lengua al hablar, ni se pone la mano en el corazón para sentir, sino que construye silogismos de hierro que aferran la realidad en su esencia y la dominan, que penetran en los cerebros, disuelven las sedimentaciones del prejuicio y la idea fija y robustecen el carácter moral.
Carlos Marx no es para nosotros ni el infante que gime en la cuna ni el barbudo terror de los sacristanes. No es ninguno de los episodios anecdóticos de su biografía, ningún gesto brillante o grosero de su exterior animalidad humana. Es un vasto y sereno cerebro que piensa, un momento singular de la laboriosa, secular, búsqueda que realiza la humanidad por conseguir conciencia de su ser y su cambio, para captar el ritmo misterioso de la historia y disipar su misterio, para ser más fuerte en el pensar y en el hacer. Es una parte necesaria e integrante de nuestro espíritu, que no sería lo que es si Marx no hubiera vivido, pensado, arrancado chispas de luz con el choque de sus pasiones y de sus ideas, de sus miserias y de sus ideales.
Glorificando a Carlos Marx en el centenario de su nacimiento, el proletariado internacional se glorifica a sí mismo, glorifica su fuerza consciente, el dinamismo de su agresividad conquistadora que va desquiciando el dominio del privilegio y se prepara para la lucha final que coronará todos los esfuerzos y todos los sacrificios.
http://www.gramsci.org.ar

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Demasiado y demasiado poco (el estado del arte/y el arte del estado) 

Hace un par de meses sólo podía escuchar a Black Sabbath (S/T, Paranoid, Master of reality, Vol. 4, Sabbath bloody sabbath, Sabotage).

Hace un par de semanas sólo podía escuchar a Can (Monster movie, Soundtracks, Tago mago).

Desde hace un par de días, sólo escucho a Neil Young (Neil Young, Harvest, Zuma, Everybody knows this is nowhere, After the gold rush).

Pero me siento convocado a hablar menos estupideces musicales, y más cuestiones políticas.

Por qué será que sólo aparece abiertamente como político el estado de arte referido a la cuestión político/criminal?

Cada canción debiera servirnos para hablar de eso y mucho más.

PD: Nada más feo que las jirafas de mierda que ví en la TV la otra noche.

PD II: Carbone tiene razón: los burgueses muertos mueren siempre en su ley.

PD III: Y Nosotros también.

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Documentos de cultura/barbarie:


I.- " Según lo declarado por el Fiscal Nacional Sabas Chaguán, el 9 de mayo de 2008 éste designó, en virtud de lo dispuesto en el artículo 19 de la Ley 19.640, Orgánica del Ministerio Público, al fiscal regional Xavier Armendáriz, para que se hiciera cargo de la investigación de los atentados que se habían agrupado por disposición de Guillermo Piedrabuena.

Sobre la misma base, el 11 de junio de 2010, el Fiscal Nacional decidió colocar la investigación del Caso Bombas a cargo del Fiscal Regional Alejandro Peña, en reemplazo del señor Armendáriz. Previamente, el Ministro del Interior y Seguridad Pública vertió declaraciones en los medios de prensa, criticando la ausencia de resultados en la investigación.


Sobre la base de las declaraciones del Fiscal Nacional, su decisión fue tomada con el objeto de adecuar la carga de trabajo de los fiscales a cargo de la investigación; evitar las perniciosas consecuencias del agotamiento investigativo, debido a la falta de resultados, y poner la investigación a cargo de la Fiscalía Metropolitana Sur, que contaba con una unidad de análisis de inteligencia y experiencia en una serie de causas de narcotráfico y crimen organizado para el tráfico de drogas, factores que podían ser de utilidad para la investigación de delitos perpetrados por la que parecía ser una organización anarcoterrorista".

II.- "Finalmente, se puede señalar que el fracaso del “Caso Bombas” no se puede atribuir a una persona en particular, ya que son diversos los factores que confluyeron a su desplome como, por ejemplo, las deficiencias investigativas e, incluso, falencias legales. No obstante lo anterior, resulta patente que el desenlace del “Caso Bombas”, constituye un fracaso para los órganos del Estado, básicamente para el Ministerio Público y el Ejecutivo. Ello se ejemplifica en un dato de la Defensoría Penal Pública: durante los nueve meses que estuvieron los imputados de este denominado “Caso Bombas” detenidos en la cárcel de máxima seguridad, hubo 18 artefactos explosivos, siendo el promedio de 20 al año. Esta situación es de la mayor gravedad, en una doble dimensión: en primer lugar, porque da cuenta de personas que fueron privadas de libertad durante meses y que, finalmente, fueron absueltas por los Tribunales de Justicia y en segundo lugar, radica en que, no obstante estar privados de libertad los imputados, supuestos autores de los bombazos; estos siguieron produciéndose, y a la fecha, los verdaderos autores de los atentados explosivos siguen impunes, dejando en evidencia la incapacidad de los órganos del Estado responsables de la Seguridad Pública, y de aquéllos que tienen a su cargo la persecución penal".

(Informe parlamentario Bomb Case).

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sábado, enero 05, 2013

Declaración pública N° 1 de Hans Niemeyer 




“Si hay que violar el derecho que sea para reinar. ¡En lo demás observa la moral!”
Eurípides

Ante la serie de tergiversaciones e interpretaciones sesgadas y tendenciosas a raíz de la revocación de la medida cautelar del arresto domiciliario por parte de la Corte de Apelaciones y mi posterior huida para evitar el arresto por parte de la policía, me veo en la obligación de de levantar la voz y aclarar cuestiones fundamentales relacionadas con mi caso, las irregularidades, mentiras y presiones políticas existentes.

En primer lugar debo aclarar que mi huida jamás tuvo por objetivo una fuga para evitar el juicio. SE trató de un acto de protesta ante el hecho principal que es la ilegalidad de la prisión preventiva en las actuales circunstancias en que mi juicio se encuentra suspendido por un requerimiento presentado por el Ministerio del interior ante el Tribunal Constitucional. De esta forma, a 3 meses de terminada la preparación de juicio oral, me encuentro en una situación jurídica anómala al dictárseme prisión preventiva y no encontrarme ni en etapa de investigación, ni en preparación de juicio oral, ni en juicio oral, sino en una especie de limbo jurídico, acusado por una ley antiterrorista de una dictadura (hecho que en cualquier país civilizado sería un escándalo, pero aquí es algo normal), con el caso intervenido políticamente por el Ministerio del Interior y la utilización política de mi caso como “caballo de batalla” en la furibunda campaña contra los llamados “jueces garantistas” en la que confluyen el gobierno, el duopolio de la prensa escrita y los sectores conservadores del país, todo en aras del populismo punitivo que quiere convertir la llamada “reforma a la reforma” en su primer hito y conquista política. Ejemplo de esto último es que han entrado a cacarear los diputados fascistas María Angélica Cristi y Cristián Letelier, representantes de la ultraderecha y férreos defensores del terrorismo de estado y los crímenes de lesa humanidad en este país. Esa es la clase de gente que pretende erigirse en juez y parte, colaborando con la horca en la que se me pretende ejecutar en la plaza pública, sin derecho a defensa.

La situación ilegal de mi prisión preventiva, la presión política y las múltiples irregularidades, contradicciones y mentiras en mi caso han sido denunciadas en varias ocasiones en las audiencias en el tribunal por mis abogados Rodrigo Román y Julio Cortés, sin embargo han sido silenciadas sistemáticamente por parte importante de la prensa. Al contrario, el foco ha sido puesto en aspectos anecdóticos e incluso interpretaciones mañosas y malintencionadas,como la exposición del Juez Gallardo presentándolo como protagonista relevante de “los jueces garantistas”, llamándole “el juez que lo liberó dos veces”, en circunstancias que sólo ha sido alguien serio que sólo ha hecho su trabajo y ha llamado la atención sobre las especulaciones policiales, aspecto que no parece llamar la atención de la prensa, seguramente preocupada de cosas más importantes. O poniendo como el hecho central si carabineros fue o no al control domiciliario. Lamentablemente la Corte de Apelaciones se hizo parte de estas frivolidades y aspectos de segundo orden, señalando además que “no existe” ningún antecedente nuevo que cambie la necesidad de la prisión preventiva. ¿No es acaso un nuevo antecedente el fallo que rechazó anular el fallo en el Caso Pitronello por la misma Corte de Apelaciones? ¿No es acaso un antecedente nuevo que mi juicio está suspendido por 3 meses y que se pretende esté suspendido al menos por dos meses más ya que el TC tendrá redactada su sentencia –con suerte- en Marzo? Esto último lo supe al ir con mis abogados personalmente al TC donde fui autorizado por el 13° Juzgado de Garantía a salir durante 4 horas luego de las cuales volví, ya que cumplí estrictamente el arresto domiciliario todos los días hasta el viernes 7 de Diciembre.

Pero lo más irritante de la resolución de la Corte de Apelaciones es que “les parece grave que Carabineros no haya realizado el control”. ¿Así que eso es lo que le parece grave? ¿No parece grave que los funcionarios de la PDI mientan en su declaración; que no patrullaban en la dirección que indican, que no me vieron salir del epicentro de la explosión; que es imposible que la explosión les moviera la camioneta pues llegaron mucho después que ésta ocurrió; que es mentira que yo era el único transeúnte pues había más gente, incluso un ciclista; que jamás boté ningún polerón y que dicha prenda no tiene mi ADN?. En definitiva que mienten al decir que fueron testigos presenciales porque no lo fueron y que todo esto que señalo está grabado en una cámara de un Banco cercano al BCI y aparece en un informe de la DIPOLCAR al que tuvo acceso El Mercurio publicando un artículo, pero sin entrar en lo medular, que la PDI no fue testigo presencial de los hechos como dice su declaración. ¿No parecen lo suficientemente grave estos hecho Señores Ministros?. Para qué mencionar las“filtraciones a la prensa de parte de la fiscalía, el prejuzgamiento y la condena mediática, el que El Mercurio haya tenido acceso a la carpeta investigativa cuando estaba en calidad de investigación secreta y se le negaba el acceso a mi defensa, pero no a cierta parte de la prensa ¿No es eso grave?¿No vulnera la presunción de inocencia? ¿No atenta contra el debido proceso la condena mediática previa? ¿No fue grave cuando El Mercurio se hace parte de la mentira de la DIPOLCAR en un reportaje de media página vinculándome a Luciano Pitronello, hecho absolutamente falso?

Pero hay más ¿No es grave y no constituye un atropello los peritajes del LABOCAR hechos a la medida de las necesidades de los querellantes, con especulaciones, visiones sesgadas, sin ningún fundamento científico serio, con conclusiones que van contra la lógica más elemental? ¿No es grave que el Ministerio del Interior me acuse de colocar una bomba en la Automotora One, a una hora en la que me encontraba en una reunión de equipo en Lo Espejo? Hecho que aparece en la carpeta investigativa, y que no ofrezca ninguna prueba concreta, salvo una conjetura ridícula, una especulación hecha para dejarme preso. ¿No es grave la intervención política, el afán dilatorio con que se acude al Tribunal Constitucional?, todo para poder utilizar mi caso y sacar el rédito político necesario en un año electoral. Pero todas estas preguntas a nadie parecen interesarles, no hay voz disidente la opinión publica parece abandonada a ser caja de resonancia de las versiones de la fiscalía metropolitana sur, pese a sus antecedentes mafiosos y a sus técnicas sucias propias del equipo de Alejandro Peña, muchos de los cuales están en pleno ejercicio y que fueron parte del ridículo delirio llamado Caso Bombas. Solo por mencionar un hecho, el fiscal Barros, la noche de mi detención trató de vincular a mi esposa en el atentado al BCI, por el solo hecho de haber estudiado en la Universidad Academia De Humanismo Cristiano a esta altura como ya no sorprende nada, no es raro que los Señores de la Corte de Apelaciones estos hechos no le parezcan graves.

El tono y el contenido de la Corte de Apelaciones, y la situación de intervención política y de dilación para que mi juicio coincida con un año electoral son la gota que rebalsó el vaso. Ante este hecho me rebelo y decido evitar la detención. Volveré solo cuando el juicio vuelva a su cause normal y la prisión preventiva deje de ser ilegal, y por tanto una herramienta de la razón de Estado para castigar a quienes no agachan la cabeza.


Escribe para ustedes desde algún frío lugar de la Acrópolis

Hans Felipe Niemeyer Salinas

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3/enero/2013

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Matías Vive/ Burgueses mueren y punto. 




Matías vive como reafirmacion de la vida. Otros mueren al ser engranajes desechables del capital..

por n.a.c
Se cumplían 5 años desde que el Estado en su defensa orgánica del Capital y encarnado en la figura de la policía dio la orden de “mándale un balazo!”. El destino era el cuerpo de Matías.
Alrededor de mas de un centenar de persona se reunión a eso de las 19_00hrs en la alameda con ahumada para marchar hacia la plaza de armas. La policía se hizo presente para que no ocurrieran focos de mini-revueltas como el año pasado. Y es que el significado de reivindicar a los caídos se va haciendo fuerte en tanto los conflictos devienen luchas.
¿Pero que significa Matías Catrileo? Abandonemos por un momento el nombre propio y comprendamos lo que era, el modo de vivir en el conflicto inmanente a la sociedad capitalista: un guerrero. Esto puede resultar casi repetitivo, escuchado cuantas veces para reivindicar a los que caen en la lucha. Pero intentemos comprender esto de otra manera.
Un guerrero es un modo de ser, un momento que participa del ser-social que somos, el que esta determinado por la totalidad capitalista. Con esto nos referimos a un aspecto que es parte de la realización de aquello que somos: el rechazo, la negación a la fuerza del capital que expropia nuestras energías y nos deshumaniza. En lo inmediato somos la pura valorización del valor, pero cuando reconocemos la primacía, la superioridad de la vida sobre el valor entonces empezamos a vivir el conflicto como una lucha por ser-humanos. Y esto va más allá del mapuche, estudiante, etc. Es ahí donde el vínculo con la realidad espectacular ya no es más de acoplarse a lo que aquella nos indica y se convierte en una larga lucha contra esta. Las formas son variadas (*) y lo común es el potenciamiento de esa reafirmación por negar la realidad impuesta, por alterar la cotidianeidad que cubre cada conflicto, por experimentar en la calle misma lo que somos y podemos ser; al tiempo que reconocemos en cada acto la vida sobre la mercancía.
Es así como en la marcha, ya llegada a Plaza de armas, compas encapuchados se apropiaron de aquello que no solo Catrileo, sino muchos mas, incorporaron a su vida como sentido mismo: la guerra hacia lo que la niega. Y ya sabemos, de distintas formas…en este caso fue atacando bancos (Santander y Estado) con molotovs, iluminando la calle con barricadas saboteando temporalmente el funcionamiento del capital. Lógicamente la policía se hizo presente, la experiencia del des-orden como momento de nuestra existencia en tanto presente para desarrollarse en diversas formas y lugares, debía ser detenida. Esa es la razón de la policía, esa es la función de la política. Guanacos y gas para “restablecer el orden” . Lamentablemente algunos compas fueron detenidos.
Y es ahí donde Matías no ha de ser un recuerdo para encender velas: es la reivindicación de algo que somos todos los explotados y oprimidos, apropiarnos de lo que su cuerpo en vida nos ofreció: el ser guerrero como momento que nos constituye también a nosotros en tanto ser-social determinado por el capitalismo; en tanto aquello que el Estado y Capital contiene para que no emerja de nuestra existencia so pena de castigo. No hablamos de un “ejemplo”, hablamos de el acto del otro como extensión de lo que le es propio a cada explotado y oprimido; como aquello que participa de nuestro ser pero entra en acto en determinadas circunstancias.
Matías vive porque nos dejo lo que es parte de todos los explotados y oprimidos: reconocer en un acto lo que pertenece a nuestro ser. Los Luchsinger mueren porque como simples encarnaciones del capital están condenados a la existencia como engranaje…que desaparece y es reemplazada.
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(*) Las formas en que se potencia y reafirma nuestra guerra contra el capital tiene variados modos: relaciones, practicas, actividades que como fuerza irrumpen los espacios del capital para destruirlos en su constitución relacional, para instalar un espacio creado por nosotros que no es nada si coexiste con los espacios del capital…ahí solo sirve como núcleo para su expansión, pero aquella nunca es gradual sino que requiere que las otras luchas parceladas se desarrollen para una apertura de las mismas y su "re-encuentro" una vez que han llegado a la raíz idéntica que las genera: el capital. De ahí viene el salto cualitativo de lo parcelado en condición de apertura...

(Tomado de Hommodolars)

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jueves, enero 03, 2013

la insurrección y su doble. Consideraciones sobre la insurrección que viene. 


Tomado de: http://finimondo.org/



Al distinguir el verdadero romanticismo del falso, Victor Hugo observó que todo pensamiento auténtico es espiado por un inquietante doble siempre al acecho, siempre a punto para fundirse con el original. Personaje de asombrosa plasticidad que juega con las semejanzas para recabar algunos aplausos sobre el escenario, este doble tiene la singular capacidad de transformar el azufre en agua bendita y hacer que sea aceptado por el público más recalcitrante. También la insurrección moderna, la que gustosamente prescinde de los Comités Centrales y los Sol dell’Avvenire, tiene que vérselas con su sombra,  con su parásita, con un clásico que la imita, que lleva sus colores, se viste con sus ropas, recoge sus migajas.

Publicado en marzo del 2007 y firmado por el Comité Invisible, La insurrección que viene se ha dado a conocer en las crónicas transalpinas a raíz de la investigación judicial que condujo a la detención de 9 subversivos en el pequeño pueblo de Tarnac el pasado 11 de noviembre de 2008, acusados de estar involucrados en un sabotage contra la red de trenes de alta velocidad. Como frecuentemente ocurre en estos casos, el juez ha querido reforzar su teorema también desde el punto de vista “teórico”, atribuyendo a uno de los detenidos la autorìa del libro en cuestión. Publicado por una pequeña editorial comercial de izquierdas, distribuido por todo el territorio nacional, y bien acogido por el establishment en el momento de su publicación, La insurrección que viene se ha convertido, por decisión de la Fiscalia, en un peligroso y temible «manual de sabotage». De ahí su éxito, favorecido además por la intervención a su favor de algunos clérigos de la intelligentsia (francesa y no sólo), preocupados por la indebida intrusión policial en el campo de la filosofía política. Se puede intuir el desconcierto de quien ha descubierto de pronto que el Partido podrá ser Imaginario, pero que la policía lo es mucho menos, y lo es menos aún la satisfacción del editor de este libro, que jamás hubiera imaginado encontrar en el Ministerio del Interior una agencia publicitaria tan eficiente. De todos modos todos los arrestados han salido de la cárcel al cabo de unos meses y no se espera que vuelvan en mucho tiempo. Se puede pues concluir aquí toda referencia a este acontecimiento, que no ha dejado de tener connotaciones grotescas dado que la relación entre La insurrección que viene y los arrestados de Tarnac ha sido, a fin de cuentas, obra de la magistratura francesa. No hay por tanto motivo para seguir ocupandonos de él.´

Digna de mención es sin embargo la breve nota introductoria a la edición italiana, en la que los “Traductores Invisibles” (hablando del franchising de la política ...) no dudan en utilizar la investigación judicial de la que hablamos como demostración práctica del valor de este texto. Tras haber dado la palabra a su presunto autor, según el cual «Lo escandaloso de este libro es que todo lo que en él figura es rigurosa y catastróficamente cierto, y no deja de demostrarse cada vez más» (cita extraída de una entrevista concedida al conocido periódico subversivo Le Monde), los Traductores Invisibles llegan a la bizarra conclusión de que fue arrestado sólo por ser sospechoso de haber escrito «el libro que tienes en las manos». Presos de la excitación, dicen haberlo traducido «porque lo que dice es cierto, y sobre todo, porque lo dice». Razón por la que «casi deberíamos dar las gracias al triste teatrillo de las leyes antiterroristas... por haber hecho que este libro sea leído a tan gran escala, de manera colectiva, y a menudo desde un punto de vista práctico. Si no hubiera sido por ellas, probablemente el gozo propagado por este libro no hubiera alcanzado a tanta gente». ¿Qué decir respecto a semejantes consideraciones, que compiten en devoción con otras salivaciones de reminiscencia prositu? Quizás haya que recordar que no es la primera vez que un escrito subversivo se ha utilizado como elemento de apoyo de una investigación judicial sin convertirse por ello en Evangelio. Sería como pretender que la detención de algunos estalinistas demuestra la verdad de las publicaciones marxistas-leninistas, o la de algunos anarquistas la verdad de los libros antiautoritarios. Y pretender al mismo tiempo que el poder francés no se alarma por las revueltas que inflaman los banlieu, por los periódicos movimientos sociales radicales, por las acciones directas que se van propagando por todo el territorio, o por un posible encuentro entre todos estos acontecimientos, sino por un comentario sobre ellos disponible por 7 euros en cualquier librería... es un consuelo típico de ciertos barricadistas de salón. El hecho de que los Traductores, Invisibles pero sobre todo Interesados, transformen la represión en un spot publicitario no dice nada sobre este libro, pero dice mucho sobre ellos.

Pero ¿cuál es esa insurrección que llega de la que hablamos? ¿La original procedente de Francia, o la que desembarca en otros lugares precedida de toques de trompeta? No nos dejemos engañar por las apariencias, porque no son en absoluto la misma. La primera es la expresión de un medio que en un mundo de zombis apunta directamente al éxito resucitando el cadáver de la vanguardia, y para hacerlo se apoya en la industria cultural. La segunda, que tiene la desventura de ser exhibida en un país en el que por ahora la revolución no hace mercado, está obligada a cubrir las lentejuelas de la mercancía con la capa de la conspiración. Los lectores italianos que lean con avidez este texto, ebrios del perfume subversivo salpicado por los maderos, ¿habrían hecho lo mismo si se lo hubieran encontrado en una estantería de la Feltrinelli1 con la recomendación de algún iniciado como única referencia? Permítasenos dudarlo. Pero es igual, es inútil redundar en el tema. Comenzamos pues a abordar el texto por su contenido, fuera de su contexto específico, sobre el que volveremos brevemente al final. Evidentemente son las discrepancias, más que las concordancias, las que han atraído nuestra atención.

Además de un prólogo, el libro está compuesto por siete círculos y cuatro capítulos. En la primera parte el Comité Invisible se viste de Dante para hacernos atravesar el infierno de la actual sociedad ilustrándolo con numerosos ejemplos. En la segunda se nos introduce en el paraíso de la insurrección, a alcanzar mediante la multiplicación de las comunas. Si la primera lo tiene fácil para obtener una aprobación inequívoca, con una panorámica del mundo que nos ofrece un escorzo de las continuas devastaciones, la segunda, ciertamente, renquea. Ambas presentan sin embargo una característica común: cierta vaguedad bien disimulada por el estilo seco y perentorio. Pero ¿estamos seguros de que esto constituye un defecto y no es, por el contrario, un ingrediente fundamental del éxito de este libro?

Para ser redactores de un ensayo de filosofía política, el Comité Invisible ostenta un fuerte desprecio por la especulación y una señalada propensión a la práctica. Lo que está muy bien, sobre todo porque les permite recabar el aplauso tanto de eruditos en abstinencia vitamínica como de activistas sedientos de saber. Distinguiéndose de las múltiples sectas marxistas, al Comité Invisible no le gustan los grandes análisis que todo subsumen & explican, explican & subsumen. Análisis inteligentes si se quiere, de acuerdo, pero que despues de un siglo y medio tocan ya un poco los huevos. Son inciertos, discutibles, a veces también patéticos. La crítica de lo existente sujeto a la totalidad no les interesa. Pero al igual que las distintas sectas marxistas, el C.I. está deseoso de imponer su propia visión. Y dado que hoy cualquier dicurso que pretendiera ser tomado en serio por estar fundado sobre presupuestos “científicos” suscitaría cierta hilaridad, es mejor apuntar hacia otro lado, es mejor hacerlo pasar por correcto por estar basado en constataciones. Basta de análisis, de críticas, de estudios, paso a la evidencia y a su granítica objetividad. Así, con afectada humildad, el Comité Invisible precisa desde el principio que se conforma con «poner un poco de orden en los lugares comunes de la epoca, en lo que se murmura en las barras de los bares o tras las puertas cerradas de los dormitorios», es decir, «de fijar las verdades necesarias». Sus miembros tampoco se consideran autores de este libro: simplemente «se han convertido en los escribas de la situacion. Es el privilegio de las circunstancias radicales que la precisión lleva con toda lógica a la revolución. Basta con decir lo que se tiene ante los ojos y no eludir la conclusión». Seguro que eso no lo habíais pensado: los lugares comunes son las verdades necesarias que hay que transcribir para hacer despertar el sentido de la precisión que conduce lógicamente a la revolución. Obvio ¿no? 

Se nos sumirá a continuación en los siete círculos en los que se subdivide el infierno social contemporáneo y encontraremos muy pocas ideas sobre las que reflexionar, pero muchos estados de ánimo que compartir. Como ya se ha dicho, los autores de este texto evitan basar su discurso en teoría alguna. Para no correr el riesgo de parecer rancios, prefieren registrar la vivencia en su ordienaridad, donde todo se vuelve familiar, como un lugar común precisamente. En este nítido y bien articulado fluir de banalidad cotidiana – hecho de anécdotas, ocurrencias, eslóganes publicitarios, sondeos, etc. – cada uno encuentra algo con lo que se reconoce. Al constatar con tono apocalíptico el inminente fin del mundo, pasando revista a los diversos ámbitos sociales en los que éste se está consumando, el Comité Invisible se detiene en los efectos más inmediatamente perceptibles, sin hablar de las posibles causas. De hecho nos informa de que «el malestar general deja de ser sostenible en el momento en que aparece como lo que es: un malestar sin causas ni razones». ¿Sin causas ni razones? No cabe esperar críticas radicales a los existente, como podrían ser las resultantes de combinar las comunistas al capitalismo con las anarquistas del Estado: hay que evitar la antigualla si se quiere parecer original. Se certifica así la impotencia política, la bancarrota económica, la decadencia social de esta civilización, pero siempre vista desde dentro. Sin desilusión por lo que es, pero sin ningún ímpetu por lo que podría ser. Por eso La insurrección que viene nació en forma de mercancía editorial y está pensado y escrito para llegar al “gran público”. Y el “gran público” está compuesto por espectadores ávidos de emociones a consumir en el momento, en el curso de situaciones, y es refractario a las ideas que pueden dar sentido a una vida. Al “gran público”, si se le quiere seducir, hay que proporcionarle imágenes fáciles en las que se pueda reflejar sin mucho esfuerzo (como declaran satisfechos los inefables traductores italianos, «sin promesas de inferencias a alcanzar al término de tal o cual interpretación»).

Resulta casi innecesario hacer notar que el fantasma de Guy Debord infesta todo el texto, que a ratos recuerda también a El club de la lucha, la célebre película basada en la novela de Chuck Palahniuk, conocida por su estilo «duro e innovador, de contenido nihilista». El Comité Invisible nos trae a la cabeza al atildado Edward Norton sentado en el retrete catálogo de Ikea en mano, a punto de transmutarse en un salvaje Brad Pitt. La misma “esquizofrenia”, las mismas frases de efecto disparo a quemarropa.

Esta es tu vida y se está acabando minuto a minuto
– Cualquier otra cosa en la vida aparte de la lucha carece de importancia. ¡Podéis afrontarlo todo!
– Estaba delante de las narices de todo el mundo, Tyler y yo sólo lo hemos hecho visible. Estaba en la punta de la lengua de todos, Tyler y yo sólo le hemos dado un nombre.
– Asesinatos, crímenes, pobreza, son cosas que no me incumben. Lo que sí me importa son los famosos de las revistas, la televisión con quinientos canales, el nombre de un fulano en mi ropa interior, las lociones capilares, el viagra, sucedáneos.
– Sólo tras haberlo perdido todo somos libres para actuar. 
– Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra ni la gran depresión. Nuestra gran guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. 
– Hemos crecido con la televisión, que nos convenció de que un día nos haríamos millonarios, mitos del cine, estrellas del rock. Pero no ha sido así. Y lentamente nos estamos dando cuenta, lo que hace que estemos muy cabreados.
– No sois vuestro trabajo, no sois vuestra cuenta corriente, no sois el coche que tenéis, ni el contenido de vuestra cartera, no sois vuestra ropa de marca, ¡sois la mierda  cantante y danzante del mundo!
– ¿Por qué esos edificios? ¿Por qué compañías de targetas de crédito?. Si se elimina la relación de deudas todos volveremos al punto cero. Se crea el caos total. 
.... Y adelante así hasta el derrumbe de las metrópolis.

En este clima estético-nihilista, La insurrección que viene recrea el fin de la convivencia civil con la distancia que separa las cancioncillas sentimentales del belicismo del rap más militante. El fin de la familia se deduce del ambiente de aburrimiento y fastidio que se cierne sobre las rituales cenas comunes. El fin de la economía se puede intuir en los chistes que circulan entre ejecutivos. El fin de las ciudades se concretiza en forma de manifiesto publicitario. Llegados al final del séptimo círculo, la conclusión está clara: como el dúo Norton/Pitt, el Comité Invisible merece todos los aplausos. Poco importa que no sea difícil resultar convincente cuando te limitas a describir los horrores cotidianos de los que todos somos víctimas. ¿Y a quién puede molestar que esta larga serie de constataciones objetivas deje filtrar aquí y allá algún tic subjetivo? Venga, no seais quisquillosos. No gruñáis ante la reiterada apología del Nosotros colectivo acompañada del consiguiente desprecio del Yo individual. Una vez liquidado como inspirador de Reebok, el individuo es contrabandeado como sinónimo de «identidad», «problema», «camisa de fuerza». A los aspirantes a pastores les gusta deleitarse con el hedor del manada. Para hacerles felices basta con la evocación de una banda callejera o de un colectivo político, con sus respectivos gregarios dispuestos a seguirles en sus grescas y manifestaciones por el control racketistico del «territorio». La unicidad se rechaza porque no hace masa de maniobra. El grado cero de conciencia es el silencio en el que resuenan más fuerte los eslóganes, el papel en blanco en el que se imprimen los Llamamientos a enrolarse.

Del mismo modo, tampoco os irritéis por la presencia de la bizantina distinción entre la política y lo político, del afanoso intento de salvar lo salvable tras haber levantado acta del naufragio en curso. El fuego que incinera cualquier reivindicación, como el furor que se sustrae de toda confrontación cívica, tienen por supuesto un significado político. Pero ¿para quién? No para lo insurrrectos anónimos que quieren hacer tabla rasa de cuanto les rodea, a los que les vale dar rienda suelta a sus deseos. Las preocupaciones políticas pertenecen sólo a los «seudópodos de Estado». Y no resopléis tampoco frente a la reproposición de cantinelas dialécticas, imprescindibles encajes de bolillos que transforman las sucesiones de eventos en un mecanismo bien engrasado (si para Marx y Engels «la burguesía ha fabricado las armas que le causan la muerte», para el Comité Invisible «la metrópolis produce también los medios para su propia destrucción»). Si todo esto evoca algo viejo y lúgubre es porque están imbuídos de prejuicios ideológicos viejos y lúgubres. 

Dramáticamente conscientes de que «no nos liberamos de lo que nos coarta sin perder al mismo tiempo aquello sobre lo que podríamos ejercer nuestras fuerzas», el Comité Invisible se mantiene a una distancia de seguridad de toda irreductible alteridad. Mejor no excederse en «desafiliación», mejor que ésta siga siendo «política». Esta sociedad se ha hecho invivible, se repite una y otra vez, pero sólo tras haber constatado los fracasos en el mantenimiento de sus promesas. Viene a decirse: ¿y si no hubiese sido así? Quén sabe, si no hubiésemos sido «expropiados de nuestra lengua por la enseñanza» o «de nuestras canciones por las varietés» o «de nuestra ciudad por la policía», podríamos ser felices viviendo en este mundo. A la espera de reapropiarnos de algo que nunca hemos tenido, podremos vivir y luchar explotando a nuestros progenitores («Con lo que hay de incondicional en los vínculos de parentesco, tenemos la intención de construir el armazón de una solidaridad política tan impenetrable a la injerencia del Estado como un campamento de gitanos. Incluso las interminables subvenciones que muchos padres están abocados a pagar a su progenie proletarizada pueden convertirse en una forma de mecenazgo en beneficio de la subversion social»), o quizás participando en el circo electoral («Aquellos que aún votan dan la impresión de no tener otra intención que la de hacer saltar las urnas a fuerza de votar, en pura protesta. Empieza a adivinarse que es, de hecho, contra el voto mismo que se sigue votando»). Estos filósofos radicales, ¡qué cachondos! Y luego maltratan a los más conformistas de sus lectores asustándoles con la evocación de los incendios del invierno del 2005, amenazándoles con la apología del hampa de periferia, sorprendiéndoles con la afirmación de la inutilidad práctica del Estado, llegando a acusarles de envidiar la vida de los pobres.
¿Todo esto para llegar adónde? Para el Comité Invisible, esta civilización no tiene ya nada que ofrecer. Sólo que se trata de un ocaso que no anuncia ninguna aurora. Como en todas las formas de nihilismo – y como es sabido, nada excita más a los filósofos radicales que el nihilismo – es la tensión utópica la que paga las consecuencias. Fuera de este mundo sólo hay este mundo. No hay solución, no hay futuro. Queda sólo un presente en rápida descomposición en el que sobrevivir de la manera menos mala. No sorprende pues que para los autores «hacerse autónomo» signifique simplemente «aprender a pelearse en la calle, a ocupar casas vacías, a no trabajar, a amarse locamente y a robar en los supermercados». Sobrevivir “en lo menos malo”, precisamente.

Pero entonces, ¿la insurrección? Ahora llegamos. Tras haber descrito un malestar social sin causa ni razón, llegamos a la segunda parte, en la que se anuncia una insurrección sin contenido. También aquí, desde el principio, llama la atención la perspectiva adoptada, apta para contentar a todos los paladares. Una insurrección, dice el Comité Invisible, «ya no podemos siquiera imaginarnos por dónde comienza». Por una revuelta – se podría objetar con irritación. Naaah, demasiado preciso. Mejor dejar la cuestión en suspenso, para así atraer cuantos más curiosos posibles, y saltar de un tema a otro para eludir los puntos en los que habitualmente los pareceres se dividen. ¿Pensáis que las relaciones entre subversivos deben basarse en la afinidad (es decir, en un compartir perspectivas generales e ideas)? ¿O bien en la afectividad (es decir, en un momentáneo compartir situaciones particulares y sentimientos)? Ningun problema, el Comité Invisible con un salto acrobático soslaya grácilmente el obstáculo para balancearse sobre una sensacional superposición («se nos ha inculcado una idea neutra de la amistad, como mero afecto sin consecuencias. Pero toda afinidad es afinidad en una verdad común»). El truco es sencillo. En vez de partir de los deseos individuales, siempre múltiples y divergentes, basta partir de contextos sociales fácilmente perceptibles como comunes. Al Comité Invisible no le gustan las ideas que se tienen, prefiere la verdad que nos tiene: «una verdad no es una visión del mundo, sino lo que nos mantiene ligados a él de manera irreductible. Una verdad no es algo que se detenta, sino algo que nos lleva». La verdad es externa y objetiva, unívoca, fuera de discusión. La inminencia del fin del mundo que nos rodea, por ejemplo (ignorando así una posible dilación artificial de la agonía). Basta  compartir el sentimiento de esta verdad para hacer camarilla en torno a banalidades del tipo «hay que organizarse». No rompáis el encantamiento. Aceptad esta verdad, según la cual el callejón sin salida en el que se encuentra el orden social se convierte en una autopista para la insurrección, y no oséis preguntar: ¿organizarse cómo? ¿Para hacer qué? ¿Con quién? Y ¿por qué?

¿Sois de los que consideran que la destrucción del viejo mundo es algo preliminar e inevitable para una auténtica transformacion social? ¿O tal vez sois del parecer de que el nacimiento inmediato de nuevas formas de vida surgirá de la desautorización de los viejos modelos autoritarios, volviendo innecesario cualquier enfrentamiento directo con el poder? Ningún problema, una vez más el Comité Invisible, jugando a dos bandas, es capaz de conciliar tensiones que siempre han estado contrapuestas. Por un lado ansía «una multiplicidad de comunas que substituyeran a las instituciones de la sociedad: la familia, la escuela, el sindicato, el club deportivo, etc.» y por otro teoriza «No hay que hacerse visible, sino usar en nuestro favor el anonimato al que hemos sido relegados y, mediante la conspiración, la acción nocturna o clandestina, hacer de él una inatacable posición de ataque». La falta de embarazo de los escritores-que-constatan-evidencias es embarazosa. Es cierto que la historia del movimiento revolucionario es un inmenso arsenal, teórico y práctico, que saquear. Pero la sorprendente desenvoltura con la que deshacen nudos seculares es fruto de una grosera manipulación. Transforman el concepto de “Comuna” en un passepartout ideológico capaz de abrir de par en par cualquier puerta. Con tal de recabar consensos en el abigarrado campo de los descontentos, tanto entre los enemigos de este mundo (para los que la Comuna es sinónimo del Paris insurrecto de 1871) como entre los alternativos a este mundo (para los que la Comuna es el oasis feliz en el desierto del capitalismo), llegan a hacerse cantores de una «Comuna» que ven por todas partes:«toda huelga salvaje es una comuna, toda casa ocupada colectivamente sobre unas bases claras es una comuna, los comités de acción del 68 eran comunas como lo eran los pueblos de esclavos cimarrones en los Estados Unidos, o también Radio Alicía, en Bolonia, en 1977». ¿Algo más? «Una comuna es la unidad elemental de la realidad partisana. Una escalada insurreccional no es quizás nada más que una multiplicación de comunas, su conexión y su articulación. Según el curso de los acontecimientos, las comunas se funden en entidades de mayor envergadura o, por el contrario, se fraccionan. Entre un grupo de hermanas y hermanos juntos “hasta que la muerte los separe” y la reunión de una multiplicidad de grupos, de comités, de bandas para organizar el abastecimiento y la autodefensa de un barrio, o de una región sublevada, no hay más que una diferencia de tamaño; son indistintamente comunas». Cierto, indistintamente todos los gatos son pardos.

Resulta increíble que haya que recordar que el debate sobre la relación entre ruptura revolucionaria y experimentación de formas de vida alternativas al modelo único impuesto por las relaciones sociales dominantes se remonta por lo menos a finales del siglo XIX. En Italia se manifestó sobre todo en las discusiones en torno a la Colonia Cecilia, y en Francia se encarnó en las elecciones exisenciales de dos hermanos, Emile y Fortuné Henry (lo sentimos, pero cada uno tiene una Historia que transmitir. A nosotros, a diferencia que al Comité Invisible, nos vienen a la memoria los anarquistas). El primero de ellos, suscribiendo las palabras de Alexander Herzen según las cuales «nosotros no construimos, demolemos; no anunciamos nuevas revelaciones, destruimos las viejas mentiras», acabó en el patíbulo tras haber llevado a cabo unos atentados con dinamita. Los términos del problema casi no han cambiado desde entonces: ¿Puede manifestarse una nueva forma de vida sólo en el curso de fracturas insurreccionales, o puede por el contrario darse al margen de éstas? ¿Son las barricadas las que hacen posible lo imposible mediante la suspensión de hábitos, prejuicios y prohibiciones seculares? ¿O acaso ese imposible puede ser saboreado y alimentado cotidianamente fuera de la alienación dominante?

El Comité Invisible es como la virtud, siempre está en el medio. Como los actuales defensores de la «esfera pública no estatal» (desde los militantes anarquistas más laxos a los “desobedientes” negristas más espabilados), sostiene que «La autoorganización local, al superponer su propia geografía sobre la cartografía estatal, la enmaraña, la anula; produce su propia secesión». Pero mientras los primeros ven en la progresiva difusión de experiencias de autoorganizacion una alternativa a la hipotesis insurreccional, el Comité Invisible propone una integración estratégica de vías consideradas hasta ahora divergentes. No más el sabotage o el huerto, sino el sabotage y el huerto. De día a sembrar patatas, de noche a derribar torretas. La actividad diurna se ve justificada por la exigencia de no ser dependiente de los servicios que hoy en día proveen el mercado y el Estado y de garantizarse cierta autonomía material («¿Cómo alimentarse una vez que todo se ha paralizado? Saquear las tiendas, como se hizo en Argentina, tiene sus límites»). La nocturna por la necesidad de interrumpir los flujos del poder («El primer gesto para que algo pueda surgir en medio de la metrópolis, para que se abran otros posibles, es detener su perpetuum mobile»). Arrastrados por el entusiasmo por esta brillante combinación que jamás antes había asomado por la cabeza de ningún revolucionario, y tras haber escrito que «El movimiento expansivo de constitución de comunas debe adelantar soterradamente al de la metrópolis», los autores se preguntan «¿Por qué las comunas no habrían de multiplicarse hasta el infinito? En cada fábrica, en cada calle, en cada pueblo, en cada escuela. ¡Por fin el reino de los comités de base!». La respuesta a este interrogante es una evidencia fácilmente constatable en Tarnac el 11 de noviembre de 2008: la policía que viene. Sin ninguna originalidad, el Comité Invisible remastica las viejas ilusiones de los setenta sobre la «Comuna Armada», esto es, una comuna que no se encierre en la defensa de su proprio espacio liberado, sino que se dirija al ataque del resto de espacios que permanecen en manos del poder. Sólo que esto no es realizable por al menos dos razones.

La primera es que, fuera de un contexto insurreccional, una comuna vive en uno de los intersticios que la dominación ha dejado vacío. Su supervivencia depende de su inofensividad. Cultivar calabacines en huertos biológicos, cocinar pasta para comedores populares, curar enfermedades en ambulatorios autogestionados, hasta ahí todo bien. A veces es útil que alguien remedie las carencias de los servicios sociales, y en el fondo vienen bien áreas de aparcamiento de marginados lejos de los resplandecientes escaparates de los centros urbanos. Pero en cuanto se sale en busca del enemigo, la cosa cambia. Tarde o temprano la policía llama a la puerta y la comuna se acaba, o por lo menos, se redimensiona. ¡Y pretenden “adelantar” a la metrópolis! Todas las comunas que han ido contra lo existente han tenido una vida breve. 

El otro motivo que frustra el intento de generalización de las «Comunas Armadas» fuera de una insurrección es la dificultad material a la que se enfrentan este tipo de experiencias, que por lo general ven surgir frente a ellas un sinfín de problemas acompañados de una crónica falta de recursos. Y dado que sólo unos pocos privilegiados son capaces de resolver cualquier complicacion con la velocidad con la que se firma un cheque (a no ser que te lo firme papá o mamá mecenas de la subversión) los integrantes de la comuna casi siempre se ven obligados a dedicar todo su tiempo y energía a su “funcionamiento” interno. En suma, y por seguir con la metáfora, por un lado la actividad diurna, con sus exigencias, tiende a absorver todas las fuerzas en detrimento de la actividad nocturna; por otro, la actividad nocturna, con sus consecuencias, tiende a poner en peligro la actividad diurna. Al final, estas dos tensiones chocan. Fortuné Henry, en el momento en que inició una intensa actividad propagandística que le llevó a asentarse en Aiglemont, vio su experimento social naufragar en poquísimo tiempo (y nadie lo lamentó). Los anarquistas ilegalistas franceses de principos del siglo XX habían convivido en la colonia Romanville, pero fue sólo tras el colapso de esta tentativa comunitaria y de su vuelta a París que se convirtieron en los «bandidos del automóvil».

Pero quede claro que no pretendemos negar la importancia de tales experimentos. Pretendemos tan sólo no atribuirles un significado y un alcance que no pueden tener. Como Malatesta en 1913, «No tenemos nada que objetar ante el hecho de que algunos compañeros busquen organizar su vida como quieran y saquen el mejor partido posible de las circunstancias en las que se encuentran. Pero protestamos cuando las formas de vida, que no son y no pueden ser más que adaptaciones al sistema actual, se quieren presentar como algo anarquista o, peor, como medios de transformar la sociedad sin recurrir a la revolución». Un experimento in vitro, limitado y circunscrito, es desde luego capaz de sumunistrar buenas pistas y ser muy útil en determinadas circunstancias, pero no constituye de por sí la liberacion. Extender el concepto de Comuna a todas las manifestaciones rebeldes y equiparar su suma a una insurrección, como hace el Comité Invisible, es una salida instrumental para soslayar la cuestión y hacer que su eslogan publicitario sea acogido por todas partes. Si el conjunto de prácticas subversivas es la insurrección, entonces ésta no está en absoluto llegando: ya está presente, siempre lo ha estado. ¿No os habíais dado cuenta? Más que una constatación que difunde gozo, parece un consuelo que difunde complacencia. En jerga retórica se podría tal vez definir, si se nos permite la trivialidad, como una metonimia. Dicho de manera vulgar, un intercambio de términos que consiste en usar el nombre de la causa por el del efecto, del continente por el contenido, de la materia por el objeto... Se trata de un confusionismo muy útil para el Comité Invisible, que le permite ganarse tanto a quien piensa en la satisfacción de necesidades cotidianas como a quien aspira a la realización de deseos utópicos (por lo demás, «rabia y política no se deberían haber desligado nunca»), de acercarse tanto a los entregados a «comprender la biología del placton» como a los que se plantean cuestones como «¿Cómo inutlizar una linea de TGV, o una red eléctrica? ¿Cómo encontrar los puntos débiles de las redes informáticas, cómo generar interferencias en las ondas de radio y hacer que desaparezcan las imágenes de la pequeña pantalla?» A través del alarde de su afán por la  práctica – noble intento al que nadie osaría oponerse – el Comité Invisible elude cualquier cuestión que pudiera suscitar discordia, frotándose las manos por la “fecundidad política” así alcanzada. Mete mucho ruido contra esta civilización y no dice una sola palabra sobre aquello por lo que lucha. ¿El resultado práctico de esta actitud? «Tenemos la hostilidad hacia esta civilización para trazar unas solidaridades y unos frentes comunes a escala mundial». Pero si la hostilidad hacia esta civilización se acompañara por la pasión por una existencia privada de toda forma de dominación, todos estos frentes comunes no serían posibles: ¿quién llegaría a una alianza con un competidor del poder?

Cuando no se explican ni sobre el porqué ni sobre el qué, podemos imaginar cómo afrontarán la cuestión del cómo. También aquí la omisión viene revestida con el manto del estilo: «en lo relativo a decidir acciones, este podría ser el principio: si cada uno va a reconocer el terreno, si se confirman los datos, la decisión llegará por sí misma; más que tomarla nosotros, ella nos tomará». Inútil por tanto perder tiempo en aburridos debates sobre el método a seguir o la finalidad a alcanzar, que tienen además la fastidiosa consecuencia de producir discrepancias: salgamos por ahí a callejear y la decisión vendrá por sí sola. Hermosa, luminosa y válida para todos. Ante la necesidad de alguna precisión, se puede echar una ojeada a sus referencias históricas y hacer un esfuerzo de imaginación. Si bien de palabra «el incendio de noviembre de 2005 ofrece el modelo», la acción que tienen en mente los autores parece asemejarse más a la de un Partido de los Panteras Negras guiado por Blanqui. Si pensáis que parece un batiburrillo autoritario de corte vanguardista, es porque estáis irremediablemente anticuados y superados, incapaces de contentaros con dotes evanescentes como la «densidad» relacional, o el «espiritu comunitario», pero capaces tal vez de encontrar empalagosa la descripción literaria de lo que podría pasar en una insurrección, ¡como la que aparece al final del libro! Habíamos ya señalado la escasa precisión con la que está redactado este texto, lo que no constituye precisamente su mayor defecto, su punto débil, como algunos han sostenido al reseñarlo. Al contrario, resulta ser su punto fuerte. La insurrección que viene está a la altura de los tiempos, perfectamente a la moda. Posee las características más requeridas actualmente, es flexible y elástico, se adapta a todas las circunstancias (del ámbito subversivo). Se sabe presentar, tiene estilo y resulta simpático a cualquiera porque da un poco la razón a todos, sin descontentar a fondo a nadie. Desde este punto de vista, es un libro eminentemente politico.

Para terminar, un par de palabras sobre el contexto del que proviene el libro. Francia es, como es sabido, la patria de la revolución y del amor. Pero también de las vanguardias culturales. Allí se publicó el Manifiesto del Futurismo, texto considerado inaugurador de la vanguardia, y allí estuvo activa la Internacional Situacionista, considerada su última expresión. El Comité Invisible es el nigromante de esta pútrida tradición que querría conjugar tensiones revolucionarias e ingresos de tendero2 (generalmente poniendo las primeras al servicio de los segundos). Como sus predecesores, no hacen sino publicitar cuestiones que de siempre han sido abordadas por individuos y grupos alejados del escenario cultural y político.  Tras haber recurrido a las fuentes más extravagantes del patrimonio revolucionario y tras haber mezclado bien los elementos seleccionados, presentan con el ceño fruncido este chispeante mix subversivo a un público de consumidores de emociones radicales, jactándose de su originalidad. Aun conociendo las contradicciones en las que calleron sus padres/padrinos, el Comité Invisible les sigue tanto de palabra como en los actos. El resultado es un texto publicado por una editorial comercial, pero que al mismo tiempo pone en guardia contra «los ambientes culturales» cuya tarea es «identificar las intensidades nacientes y sustraeros, exponiéndolo, el sentido de lo que hacéis». Por un lado es elegido libro del mes en el FNAC, por otro avisa que «En Francia, la literatura es el espacio que soberanamente se ha otorgado para divertimento de los castrados. Es la libertad formal que se ha concedido a quienes no se adaptan a la nada de su libertad real».  Pero como ya hemos dicho, un movimiento revolucionario que aspire a alcanzar una ruptura con lo existente no tiene ninguna necesidad de ser ratificado por el orden social que critica. Dejamos para los oportunistas de todo pelaje la hipocresía de hacer pasar por desprejuiciada incursión en territorio enemigo lo que en realidad es colaboracionismo. Extraña idea de autonomía y secesión de las instiuciones es esa que induce a poner pie en ellas.  

Ahora podemos entender que los fans de este libro tengan buenos motivos para regocijarse: la edición estadounidense, publicada por Semiotext(e), especializada en la french theory post-estructuralista, será distribuida por M.I.T. Press (por tan sólo 12.95 dolares). Su éxito se prevé planetario.  A pesar de las conexiones que podamos sentir con ella, La insurrección que viene en los escaparates de todas las librerías no es más que la caricatura y la comercialización de la insurrección que podría romper todos ellos.

Mayor casa editorial de Italia, que posee a su vez grandes librerías repartidas por todo el país. (NdT). 
Uno de los presuntos autores del libro, arrestado en Tarnac, declaró a unos periodistas ser un simple “épicier”, esto es, propietario de una tienda de ultramarinos. (NdT).

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