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domingo, enero 26, 2020

“Corromper lentamente los mecanismos del imperio” 


Cuando murió Kurt Cobain a los 27 años, yo tenía o estaba por cumplir 23. No supe muy bien qué pensar...

[Nunca fui muy fan de Nirvana, pero el tipo no me caía del todo mal. Vi entero el “1991: the Year Punk Broke”. Varias veces, de hecho, puesto que solían pasarlo por la tele cable y abierta. No muy buen material. La vida en tour de Nirvana y sus amigos de Sonic Youth parecía bastante tediosa. Y hasta lo proclamaban. TEDIUM. Con decir que la mejor parte del film debe ser cuando cantan en una feria de diversiones “Needles and Pins”, o cuando cachureando encuentran el LP “Kings of Punk”, de Poison Idea].

Bueno. Me dio pena. Estaba en Malmö, sur de Suecia. Poco antes o poco después, no recuerdo bien, había visto todo el “Nirvana Unplugged” con mi tía Tencha, que ya no está. Desde que ella murió hace unos años, se me hace indisociable de mi recuerdo de Kurt Cobain. Raro, no? Recuerdo bien todo el set, incluso cuando aparecen los hermanos Kirkwood de los Meat Puppets, y la risa que a ella le dio el tema final, cover del legendario guitarrista Leadbelly: “¡Dime donde dormiste anoche!”, y le agregaba “donde y con quien CTM!”. Jajaja. Qué risa. Y ahora creo que fue justo después del suicidio, pasado en MTV Europa como homenaje nocturno. A mi tía le gustó harto.

Escopetazo en la cara. Otro Suicidio el rocanrol pero…¿qué pasó aquí? Podía sentir la angustia de Kurt. Y me horrorizaba la perspectiva de nuevo ídolo generacional que se venía rápido encima.

El mismo día de la noticia fui a una disquería no muy vistosa en el centro de Malmö, donde había visto una copa usada barata del “Bleach”. Con un esticker de Sub Pop que en rigor no corresponde a este disco sino a uno del vocalista de Screaming Trees.

Me devuelvo al departamento donde viven mis tíos y primos, los Etchechury/Cortés, familia chileno-uruguaya que también consideraba como hija a una lorita que revoloteaba por toda la casa, y realmente se enojaban si abrías las ventanas o entrabas dejando mucho rato la puerta abierta. Pedaleaba por las largas y verdes ciclovías de la ciudad costera en la bicicleta rosada que pusieron a mi disposición y que meses antes un tío de visita no quiso usar debido a su color “femenino”.



Pongo el disco y vomita amargura desde el inicio. “Negative creep” me impresiona bastante. Pero por sobre todo me gustan “Floydthe barber” y “Paper cuts”, los dos temas en que la batería es ejecutada por el Melvin Dale Crover. Pobre Kurt. Alzo unos vasos de cerveza por él, lamentablemente la que se compra en los minimarkets de los suburbios escandinavos es muy suave y solo sirve para eructar y enguatarse. Pobre Kurt, parece que en realidad no pudo soportar el haber sido convertido en una “estrella”. A su manera, destruyó el sistema por dentro, pero más bien exhibió en público lo que el sistema le puede hacer a los que se las dan de doble agentes. [Cuando supo de la muerte de Kurt, el gerente de su sello, Geffen records, lo primero que hizo fue instruir: impriman más discos de Nirvana] [Mi copia del Bleach, único disco de Nirvana que tengo, es previa a esa orden, y es Sub Pop, no Geffen, hecho en Francia y distribuido en Inglaterra por Tupelo Recording Company. Por alguna razón, en la foto de portaba se ven dos o tres chascones tocando, pero no se ven los rostros, y me recuerdan más a Mudhoney que la imagen usual de Nirvana que luego se formó a nivel masivo].

Eso fue en 1994. Ahora escuchaba el “Warehouse: canciones e historias” (sólo está entero de corrido el disco 1: bien para empezar!), testamento final en formato de LP doble de los Hüsker Dü, 1987, ya no en SST sino que en Warner, tal como el anterior “Candy Apple Grey”. Cuando brota “Parado bajo la lluvia” las lágrimas asoman desde lo más hondo de mis recuerdos de juventud, sintiendo casi la brisa lluviosa de esos largos paseos en la bici rosada, disolviendo las fronteras de mi personalidad en las calles medievales transformadas de a poco por el urbanismo capitalista en estilo nórdico. Me doy cuenta que Warehouse es el reverso del Zen Arcade, 2xLP de 1984. En 1994 eran historia reciente, aunque no me daba cuenta de eso. En esos 4 vinilos (o 2 CDs) es posible registrar y recordar todo lo que ocurrió en la década de 1980, o específicamente entre 1984-87. Si en 1984 la historia detrás del album doble era la de un chico que abandona su hogar y se ve involucrado en diversas aventuras y desventuras, la idea tras las canciones e historias de 1987 parecer ser la de ir "madurando" a pesar de todo y de cierto cansancio vital, y termina con la maravillosa invitación "Puedes vivir en casa". Termina ese disco y siento que con él se acababa toda una época. 10 años de punk rock. Y ahora, ¿a dónde me lleva todo esto? A secarse las lágrimas, a servir el desayuno, y subirme a una bicicleta negra, para ir a trabajar.




“Estoy total y absolutamente a favor de: la homosexualidad, el consumo de drogas como forma de experimentación (aunque yo sea la prueba viviente de los resultados perniciosos de la excesiva permisividad en este sentido), la antiopresión (entendiendo por opresión la religión, el racismo, el sexismo, la censura y el patriotismo), la creatividad a través de la música, el arte, el periodismo, el amor, la amistad, la familia, los animales y la revolución a gran escala organizada de forma violenta y alimentada por el terrorismo.

No se puede desprogramar a los codiciosos.

Estaría bien que los codiciosos llegaran a ser perseguidos con tal asiduidad que al final acabaran sometiéndose al modo de proceder contrario al suyo o estuvieran tan cagados de miedo que no salieran nunca de casa.

John Lennon ha sido mi ídolo toda la vida pero con respecto a la revolución está rematadamente equivocado.

Siéntate en tu culo y que te golpeen.
¡Huevadas!

Ármate, búscate un representante de la codicia o de la opresión y vuélale la tapa de los sesos al muy hijo de puta. Elabora manifiestos con ideas, contactos, adeptos, haz oír tu voz, asume el riesgo de la cárcel o el asesinato, busca un empleo relacionado con tu objetivo para infiltrarte con más facilidad en el sistema y dedícate a corromper lentamente los mecanismos del imperio”.
(Kurt Cobain, Diarios, página 141).



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jueves, enero 23, 2020

"Todo comienza aquí y ahora": carta de Raoul Vaneigem para la región chilena 





Todo comienza aquí y ahora

Hasta ahora el capitalismo solo ha vacilado debido a sus crisis de desarrollo interno, a sus flujos de crecimiento y decrecimiento. Ha progresado de quiebra en quiebra. Solo hemos logrado derribarlo en ocasiones muy breves en las que el pueblo se ha hecho cargo de su propio destino.

    Afirmarlo no es jugar a los profetas: hemos entrado en una era donde la coyuntura histórica favorece el desarrollo del devenir humano, el renacimiento de una vida ebria de libertad.
    ¡Basta de muros de lamentos! Son demasiados los himnos fúnebres que socavan silenciosamente el discurso anticapitalista y le dan un trasfondo de derrota.

    No niego el interés de los observatorios del desastre. El repertorio de luchas se inscribe en la voluntad de romper la globalización financiera y establecer una internacional del género humano. Solo espero que se añadan los avances experimentales, los proyectos de vida y las contribuciones científicas, cuya poesía individual y colectiva marcan demasiado discretamente sus territorios.

    Reivindicar los derechos de la subjetividad es un acto solitario y solidario. Nada es más estimulante que ver a los individuos liberarse de su individualismo cuando el ser se libera del tener. ¿Tomará tiempo? Sin duda, pero aprender a vivir es aprender a romper la línea de tiempo y a desterrar del presente el retorno del pasado donde se profundizan los abismos del futuro.
    Un devenir mantenido en estado fetal durante diez mil años resurge como un objeto del pasado que vemos elevarse desde las profundidades de la tierra.
    Es una brizna de paja en la carreta de heno del oscurantismo universal. Una chispa ínfima le ha prendido fuego. El mundo entero está en llamas.

    Es suficiente para mi júbilo ver afirmarse en esta insurrección plebeya una radicalidad cuya conciencia no he dejado de afinar. Es una cuestión de mi propia vida añadir unas gotas de agua al océano de solidaridad festiva que bate bajo mis ventanas. Porque el pueblo ya no es una muchedumbre ciega, sino un grupo de individuos decididos a escapar del embrutecimiento individualista; es una mayoría de anónimos protegida de la reificación por su estatus de sujeto. Han revocado su condición de objetos, han desertado del rebaño cuantitativamente manipulable por los tribunales de derecha e izquierda.

    Una vez escribí: «La vida es una ola, su reflujo no es la muerte, es la reanudación de su impulso, el soplo de su vuelo». De esta manera manifestaba mi rechazo a la influencia mortífera que tan servilmente consentimos. Invito aquí a reflexionar sobre las implicaciones que reviste la observación para las prácticas de autodefensa que aplican la creciente potencia poética de las insurrecciones mundiales.

    La tierra es nuestro territorio. Ese territorio tiene las dimensiones de nuestra existencia personal. Es local y es global, pues no pasa ni un solo instante sin que intentemos desentrañar, en nosotros y en el mundo, las alegrías que nos caen y las desgracias que nos agobian. Estamos constantemente moviéndonos entre lo que nos hace vivir y lo que nos mata.       
    Solo en el individualista (ese cretino convertido de sujeto en objeto) la preocupación por sí mismo se convierte en mirarse el ombligo, el cálculo egoísta prevalece sobre la generosidad solidaria, la libertad ficticia se enrola en las cohortes de la servidumbre voluntaria y la resignación resentida.

    Ocupar el territorio de nuestra existencia es aprender a vivir no a sobrevivir. De ahí la pregunta: ¿cómo vivir sin romper el yugo de las multinacionales de la muerte?

    Coger la afición de la insurrección permanente. Los tiempos de la vida no son los de la economía. El capitalismo ha caído en la trampa de la rentabilidad a corto plazo. Nuestra determinación vital juega a largo plazo.   
    Resistir, azotar las finanzas con golpes repetidos, multiplicar las zonas de gratuidad forman parte de una guerrilla de hostigamiento que requiere más ingenio que violencia (como lo demuestra el levantamiento de los peajes de las autopistas, el libre paso en las cajas de los supermercados, el bloqueo de la economía).
  
    El Estado fuera de la ley. El capitalismo y su policía estatal no nos darán un regalo. Combatirán el surgimiento de las zonas donde se desterrará la opresión estatal y la reificación mercantil. Saben que lo sabemos y creen que nos harán arrastrarnos débilmente bajo la amenaza de sus grandes batallones.
    Sin embargo, su jactancia los ciega. Lo que nos dan es, en efecto, un regalo. Nos entregan nada menos que una razón que anula la razón de Estado. El gobierno recurre a la dictadura para reformar, para remodelar la democracia con golpes de garrotes y de mentiras. Así pone en contra de sí el derecho inalienable a la dignidad humana. Justifica la desobediencia civil como un recurso legítimo contra la inhumanidad.
    Sí, nuestro derecho a vivir ahora garantiza la legitimidad del pueblo insurgente.
    Este derecho proscribe la ley del Estado que lo ignora.

    La autodefensa es parte de la auto-organización. Ella nos pone frente a una alternativa: dejarla desarmada es un acto suicida, militarizarla la mata. Nuestro único recurso es innovar, superar la dualidad de los contrarios, la oposición entre el pacifismo y la guerrilla. El experimento está en marcha, acaba de empezar.
    El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), como cualquier ejército, tiene una estructura vertical. Sin embargo, su función es garantizar la libertad y horizontalidad de las asambleas en las que los individuos toman colectivamente las decisiones que se consideran mejores por todos y para todos. Las mujeres han obtenido, por voto democrático, la garantía de que el EZLN intervendrá solo a título defensivo, nunca con fines ofensivos. La mera presencia de una fuerza armada ha sido suficiente hasta la fecha para disuadir al gobierno de aplastar a los zapatistas mediante el uso del ejército y los paramilitares. Nada ha sido jugado, todo se juega constantemente.
    La situación de Rojava es diferente. La guerra librada por la internacional del lucro ha condenado a la resistencia popular a responder en el terreno del enemigo, con sus armas tradicionales. Era un estado de emergencia. Sin embargo, el lugar preponderante de las mujeres, la voluntad de fundar comunas liberadas del comunitarismo, el rechazo de la política empresarial y la primacía otorgada al ser humano auguran una renovación radical de los modos de lucha.
    Evidentemente, estos ejemplos no son un modelo para nosotros, pero podemos aprender lecciones de su carácter experimental.

    Federar las luchas. Lo que más cruelmente falta en las insurrecciones que se están extendiendo gradualmente sobre nuestra tierra, que está amenazada por todas partes, es una coordinación internacional. Si el nacimiento del movimiento zapatista no fue sofocado en el acto, esto se debió a una movilización inmediata de las conciencias. Una onda de choque sacudió la apatía general.
    Aunque el movimiento de los chalecos amarillos arrancó a la inteligencia popular de un largo letargo, el alboroto mediático, el martilleo del discurso estereotipado, de la neolengua que invierte el significado de las palabras, han recuperado la ventaja y han aumentado considerablemente la eficacia de la máquina de cretinización. Se podría haber asumido que una ola de indignación y protesta global —un «Yo acuso» universal— habría liberado a Julien Assange y protegido a los denunciantes. El espesor del silencio ha demostrado que la era de los asesinos se está instalando discretamente. El cementerio es el modelo social programado. ¿Vamos a tolerarlo?

    ¡Ni triunfalismo ni derrotismo! La vida ha emitido un grito que no se extinguirá. Solo necesitamos propagar su conciencia por los cuatro rincones del mundo. Poseemos una potencia creadora inagotable. Tiene el poder de suplantar, con los ritmos de la vida recién descubierta, la aburrida danza macabra donde se pudre lo vivo.

    Al despojarnos de nuestros medios de existencia, el Estado ya no nos protege del crimen, es el crimen. Nuestra legitimidad es derribarlo. La defensa de la vida, de la naturaleza, del sentido humano lo implica.
    ¿Abatirlo? No. Cuando el proyecto se concibe de esta manera se empaña con una connotación militar y fanfarrona cuyos ejemplos pasados nos llaman a ser cautelosos. ¿No sería mejor vaciarlo desde adentro, para recoger y hacerse cargo de este bien público1 cuyas conquistas se suponía que debía garantizar y que ha vendido a los intereses privados? De eso se trata la Comuna. ¿No?

    Cada cual es libre de diseccionar desde arriba al Estado y al sistema mafioso del cual es el brazo opresivo. Bajo el bisturí de la precisión analítica, hemos visto multiplicarse una serie de revelaciones y denuncias que desnudan al rey hasta el extremo de su inhumanidad transhumanista.
    Estas señalan con el dedo las obras bajas urdidas en los bastidores dorados del teatro elíseo. Muestran cómo la realidad forjada por los explotadores tiende, por la enormidad de su mentira, a reemplazar la realidad que viven los explotados. Cómo somos reclutados a la fuerza en un mundo al revés donde solo somos peones manipulados por cretinos.
    Estas son acusaciones implacables contra el Estado, pero el Estado las empujará con el pie hasta que no se lo cortemos.

    El gobierno legisla sin tener en cuenta el sufrimiento del pueblo de la misma manera que los aficionados a las corridas de toros omiten el dolor animal. Por mi parte, solo puedo rebelarme frente a la inocencia oprimida. Siempre he optado por erradicar la miseria de la experiencia —empezando por la mía— para abolir, atacándolo desde abajo, el sistema que la causa desde arriba.

    ¡Bajemos a nuestra tierra! El escándalo no está ahí arriba, donde los consternados sociólogos y economistas examinan la acumulación de inmundicias, sino aquí, en la base de la pirámide, está en el hecho de que estamos dejando en manos de incompetentes y estafadores áreas que nos afectan de cerca: la educación, la salud, el clima, el medio ambiente, la seguridad, las finanzas, los transportes, la difícil situación de los desfavorecidos y de los migrantes.
    Nuestro empobrecimiento paga el precio de las guerras del petróleo, las incursiones de depredación de cobre, de tungsteno, de tierras raras, de plantas capturadas por patentes farmacéuticas. ¿Vamos a seguir financiando con nuestros impuestos y contribuciones la extracción de nuestros recursos y la prohibición de gestionar su uso?

    Las cifras de negocios y sus administradores se burlan de las escuelas igual que de las camas y los tratamientos que necesita el hospital. Aquí estamos boquiabiertos frente a la infame inhumanidad que los gobernantes cubren en el cilicio acolchado de su arrogancia. ¿Qué debemos hacer con sus discursos contra la violencia, la violación y la pedofilia ahora que la depredación, base de la economía, se predica en todas partes y se le propina a los niños con el palmetazo de la competencia comercial y la pugna?

    ¿A qué grado innoble de esclavitud consentida debe descender un pueblo para aceptar que los ricos administradores de su miseria lo despojen de esta existencia, de esta familia, de este ambiente que es capaz de administrar por sí mismo? La bancarrota del Estado es la victoria pírrica de las multinacionales del «lucro a pura pérdida». Depende de nosotros jugar, y jugar a favor de la vida es dejarla ganar.

    ¿Qué debemos hacer con sus ministerios y burocracias cuya misión es demostrar que el enriquecimiento de los ricos mejora la condición de los pobres; que el progreso social consiste en reducir las pensiones, los subsidios de desempleo, las estaciones, los trenes, las escuelas, los hospitales, la calidad de los alimentos?

    ¿Cuándo vamos a reapropiarnos de lo que pertenece a la humanidad y está a nuestro alcance? Dado que este bien público es el que nos toca más de cerca, es parte de nuestra existencia, de nuestra familia, de nuestro entorno.

     En oposición a las instituciones pretendidamente dirigentes, erigimos como exigencia absoluta que la libertad humana revoque las libertades del lucro, que la vida importe más que la economía, que el objeto manipulado ceda el paso al sujeto, que el trabajador,  producto y productor de la desgracia, aprenda a convertirse en el creador del mundo creando su propio destino.
    Los contaminadores e incendiarios del planeta utilizan la ecología como detergente para lavar el dinero sucio. Mientras tanto, en el bar de la mentira cotidiana, los consumidores brindan por las medidas a favor del clima, mientras que a diez metros de casa luchan contra los pesticidas, contra las industrias (Seveso), contra los perjuicios del lucro. ¿Cómo no podemos ver esto como una prueba de que nuestras luchas son locales e internacionales?
    El pueblo, el barrio, la región no necesitan de un ministerio para promulgar una prohibición de las empresas tóxicas desde el momento en que basan en nuevas prácticas y experimentos, como la permacultura, la reinvención de productos útiles, agradables y de calidad.
    Promover los transportes gratuitos es una respuesta plausible a la privatización de los ferrocarriles y los entramados viales por medio de la estafa gubernamental.
    La autoconstrucción es capaz de echar por tierra la especulación inmobiliaria. La estimulación de la búsqueda de fuentes de energías no contaminantes (¿central solar?)  Es capaz de eliminar el petróleo, la energía nuclear y el gas de esquisto. En cuanto al ministerio de la educación concentracional, no resistirá a las escuelas de la vida que las iniciativas individuales y familiares propagan por todas partes.
     No es nuestro problema dejar el mercantilismo fuera o no del euro. La verdadera cuestión es prever la desaparición del dinero y diseñar cooperativas que promuevan el intercambio de bienes y servicios ya sea que utilicen o no una moneda no acumulable. El hecho de que estas soluciones, que son practicables en entidades pequeñas, luego se federen a nivel regional e internacional, marcará un punto de inflexión decisivo en el curso de la organización tradicional de las cosas.
    Hasta ahora ha sido privilegiada la cantidad. El único razonamiento fue en términos de los grandes grupos. El reino de la mayoría, de las cifras, de las estadísticas impuso un desorden en las multitudes gregarias donde el orden represivo aparecía ilusoriamente como un factor de equilibrio.
  
    Vivir la Comuna. La Comuna autogestionada es el poder del pueblo por el pueblo. Así como la estructura familiar patriarcal fue la base del Estado, sagrado o profano, la Comuna y sus asambleas autogestionadas harán latir el corazón de la generosidad individual. Así como la religión fue una vez el falso corazón de un mundo sin corazón, ahora la vida humana imprime su ritmo al mundo nuevo. Abandona el viejo a la agotadora taquicardia de las especulaciones bursátiles.

    La insurrección pacífica es una guerra de guerrillas desmilitarizada. Debe tener como base y objetivo la auto-organización de las comunas autónomas. Antes que la autoridad del amo nuestro enemigo más temible es la resignación de los esclavos. La abolición del Estado como órgano de represión requiere el creciente desarrollo de la desobediencia civil. La resistencia, la obstinación y el ingenio de los chalecos amarillos me sugirieron que la determinación para enfrentar la violencia de la represión estatal y para mantenerse firme sin caer en el izquierdismo paramilitar, el retro-bolchevismo y otras palinodias guevaristas debería llamarse «pacifismo insurreccional» o «insurrección pacífica».
    Evitar los encuentros cara a cara con el poder represivo del enemigo implica nuevos ángulos de enfoque en el tratamiento de los conflictos. Hasta ahora, el enfoque más efectivo es la resolución firme y fluctuante de los chalecos amarillos. Es su manera de intervenir donde no se espera, de golpear, de acosar, de aparecer, de alejarse y de ser omnipresente. Una inventiva inusual y sorprendente es lo que los convierte en un «cuchillo sin mango cuya hoja ha desaparecido». Como lo expresó poéticamente un insurgente: «No disparamos con un arma, disparamos con nuestra alma».


Raoul Vaneigem
12 de enero de 2020


Notas

1.Es importante que precise lo que en Francia se entiende por “bien público”. El bien público es lo que en latín se llama res publica, de donde procede la palabra “república”. Pero lo importante no reside aquí. El “bien público” forma parte de una fase histórica del desarrollo capitalista, en la época en la que era todavía capaz de apaciguar al pueblo lanzándole migajas.

Es preciso saber que el movimiento de resistencia que había luchado contra la ocupación nazi representaba un peligro una vez obtenida la victoria contra Alemania. Para evitar la amenaza de una revolución, el Estado francés otorgó al “Consejo de la resistencia” una serie de medidas para desactivar el riesgo de conflagración: subsidio de desempleo, seguridad social que permitía el acceso a los cuidados médicos, garantía de una jubilación hacia los 50 años, subsidios familiares, salarios regulados, derecho de huelga, relativa libertad de expresión. A lo que hay que añadir un funcionamiento correcto de los transportes, de los hospitales, etc. Todas estas reformas mejoraron la supervivencia de la clase popular al mismo tiempo que mantenían su sumisión. Son estas conquistas sociales, obtenidas al precio de luchas reivindicativas, que hoy en día forman este “bien público” y es precisamente este bien público el que el Estado, mano derecha de las multinacionales, está vendiendo al sector privado. Es todo un sistema de supervivencia que se ve amenazado. La lucha contra la liquidación del sistema de las pensiones de jubilación constituye un detalle emblemático. Nos recuerda que la existencia de la mayoría consiste en trabajar hasta la muerte y morir buscando trabajo. Esto es algo que ya no queremos. Y recuerda también de qué manera se adquirió esta miserable reforma. Por un movimiento de resistencia que hostigó al ocupante nazi y que se había prometido hostigar al capitalismo pretendidamente demócrata que había cogido la delantera. Lo que este movimiento de resistencia no hizo en la segunda parte de los años 40 del pasado siglo, lo puede hacer hoy. No con los fusiles de una guerrilla urbana, cuyos resultados ya conocemos, sino mediante un hostigamiento clandestino del enemigo, mediante los golpes infligidos a la máquina de triturar que el lucro pone en movimiento contra nosotros. Es la poesía insurreccional, individual y colectiva, la que destruirá a los zombis que nos gobiernan perforando la billetera que tienen en lugar de corazón.

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Presxs/Wuhan/Mala Honda 




1.- LXS PRESOS DE LA REVUELTA SON PRESXS POLÍTICXS

Una columna de uno de nuestros más antiguos colaboradores, en El CiuDADAno.

Parte con una referencia a una hermosa canción de The Ex, “Pregúntale al prisionero”, del definitivo álbum doble Joggers & Smoggers, y que alguna vez se tradujo en la Corazón de Chancho.

«Si quieres saber lo que es la libertad, pregúntale al preso, no al Estado»
(The Ex, “Ask the prisoner”, 1989).

Luego de un recorrido por algunas definiciones y procesos, se concluye que “ todas las personas que están siendo criminalizadas por su participación en la revuelta son blanco de una represión abierta y explícitamente política. Y tal como ya nadie puede negar que las violaciones de Derechos Humanos han sido graves, masivas y sistemáticas, ahora debemos agitar para instalar la idea de que todxs nuestrxs compañerxs que están encarceladxs por ejercer el derecho de rebelión son, en efecto, prisionerxs políticxs”.




2.- CAPITALISMO CULINARIO Y EPIDEMIAS MORTALES: EL CASO DE LA NEUMONÍA DE WUHAN

Los primeros casos de la neumonía de Wuhan aparecieron alrededor de un mercado en el que se vendían animales vivos. Las distintas pandemias de «gripes» y neumonías que han aparecido en la última década han surgido siempre en entornos de producción o distribución ganadera o aviar de alta densidad en los que las enfermedades podían «saltar» de los animales a los humanos. Por baja que sea la probabilidad si el número de interacciones se aumenta hacia el infinito por el hacinamiento, alguna mutación saltará. De ahí el éxito de los coronavirus, una familia de virus que se transmiten por vía respiratoria entre mamíferos. Todo apunta a pensar en un insuficiente control de la salud de los animales, en el hacinamiento de éstos bajo condiciones higiénicas insuficientes y en la falta de protección de los trabajadores a lo largo de toda la cadena de producción y distribución.

Pero si nos detenemos por un minuto veremos que encaja en un patrón que excede la situación de una industria en un país. En Francia vimos casos tremendos como el de la contaminación de la leche infantil con salmonela en 2017… y 2019 y luego los jamones con listeria; como en España este mismo verano con «la Mechá» y los brotes de botulismo en latas de atún. En las nuevas epidemias e intoxicaciones europeas es obvia la relación con la precarización: trabajadores temporales insuficientemente formados en los protocolos básicos de seguridad alimentaria y aun peor pagados, presionados para producir más en ambientes laborales disfuncionales. Resultado: la precariedad no solo mata en la forma de accidentes laborales.

En un caso y en otro las fuerzas que impulsan las mutaciones y las epidemias no tienen nada de misterioso ni fatídico. No son fuerzas naturales sino sociales las que presionan a la baja los costes y la precarización de las condiciones de trabajo y producción. La verdadera profilaxis debería empezar por ahí. Pero no hay que esperar que llegue, globalmente, por concurso de los gobiernos que están precisamente en facilitar el desarrollo de unas «fuerzas de mercado» a las que deifican para «ganar competitividad» y aumentar la rentabilidad del capital invertido en el agro y la industria alimentaria. Las mismas causas que llevan a la sobre-explotación en el campo y la industria alimentaria, son las que abren la puerta a las nuevas pandemias que están surgiendo en Asia.

(Tomado de Nuevo Curso).



3.- MALA HONDA

El Grupo Móvil de Carabineros de Chile -inmortalizado en la canción “Movil Oil Special” de Víctor Jara, 1968- tenía un lema que ha sido heredado por las fuerzas especiales, ahora rebautizadas como COP. Sí: ¡COP!, por “control de orden público” (lo que sólo hace más pertinente aún la consigna ACAB):

“A LA VIOLENCIA DEL DESORDEN, LA FUERZA DEL ORDEN LEGAL”.

El lema está puesto en una piedra conmemorativa afuera del cuartel de las FFEE/COPs en San Ignacio.

Me gustaría saber en qué parte del orden legal se autoriza a los pacos a insultar, torturar y mutilar personas, pero sobre todo, ¿¡en qué parte de sus Protocolos se les autoriza a atacar a los manifestantes con hondas?!



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jueves, enero 16, 2020

Babel/PSU 


Esta parte del Antiguo Testamento debería estar en las “Banalidades de base” de nuestro tiempo, pues nos habla del origen de la separación humana, impidiendo desde arriba el surgimiento de la verdadera comunidad no alienada. Se lo leí a mi hijo mientras escuchábamos al supergrupo del Rock In Opposition (con la mayoritaria presencia femenina de Dagmar Krause en voz, Lindsay Cooper en vientos y Zeena Parkins en harpa, más Chis Cutler en percusiones, y en un par de temas Robert Wyatt en voz)  News From Babel. Su CD en Recommended Records reune dos trabajos: “Work resumed on the tower” de 1984 y “Letters Home” de 1986. Pocas veces el “rock” tuvo ideas y orquestaciones tan interesantes.



¿Serán las barricadas una forma de seguir tratando de construir la torre de Babel? Puede ser. Viva la humanidad. Abajo los dioses y patrones.

LA TORRE DE BABEL (Génesis)
11 En ese entonces se hablaba un solo idioma en toda la tierra.
 Al emigrar al oriente, la gente encontró una llanura en la región de Sinar, y allí se asentaron.
 Un día se dijeron unos a otros: «Vamos a hacer ladrillos, y a cocerlos al fuego». Fue así como usaron ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mezcla. 
Luego dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra».
Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo,
y se dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es solo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr. 
Será mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos».
De esta manera el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra, y por lo tanto dejaron de construir la ciudad.
Por eso a la ciudad se le llamó Babel, porque fue allí donde el Señor confundió el idioma de toda la gente de la tierra, y de donde los dispersó por todo el mundo.

[En hebreo, Babel suena como el verbo que significa confundir].


Texto tomado de Hacia La Vida blog:


“Se pone joven el tiempo”
La infame PSU, el “torniquete de la educación” en Chile, ha recibido una estocada mortal. Y, tal como con las fecundas evasiones masivas en el metro que gatillaron la explosión del 18 de octubre, han sido nuevamente lxs estudiantes secundarixs quienes han sido la punta de lanza contra este instrumento del Capital, que resguarda la segregación social y sexual. Hace años que la eliminación de esta prueba se alza como una reivindicación central del proletariado juvenil, y hoy, en este contexto de intensa agitación general, por fin se hace posible.

Casi un centenar de sedes en las cuales se debía rendir este examen han debido suspender el proceso, como consecuencia de las manifestaciones tanto dentro como fuera de los recintos. Lxs estudiantes bloquean los accesos, se toman las dependencias, queman facsímiles y se enfrentan con la cobarde policía y algunxs serviles apoderadxs.

La casta política se escandaliza. La burguesía progresista repite su cantinela típica: “no es la forma”. La derecha dura, adicta por esencia de las jerarquías, sin pudor alguno denuncia el “autoritarismo” de lxs jóvenes y adolescentes. Pusilánimes intelectuales debaten acerca de mecanismos más o menos justos de acceso a la universidad. Algunos toman un tono paternalista; “Esta vez se equivocaron”, pontifica el imbécil de Jorge Baradit.

El gobierno intenta dar señales de normalidad, anunciando simultáneamente duros castigos a quienes protesten. Pero sus amenazas son desoídas. El número de establecimientos que deben suspender el proceso no hace más que aumentar.

Se oye a otros rezongar acerca del “derecho” de lxs estudiantes de rendir la PSU, el que estaría siendo pisoteado. El rector de la Universidad de Chile, tomando nota de la evidente desigualdad del sistema educativo, a renglón seguido afirma que esta prueba garantiza un acceso equitativo a la educación superior. Un absurdo que nadie se traga. Se habla del esfuerzo de las familias, de los años de estudio perdidos. ¿Derecho a rendir un examen que impedirá a miles de jóvenes entrar a la universidad? ¿Acaso no está desde antes fijada la suerte para ellxs, por más “esfuerzo” y “estudio” que dediquen? Lxs estudiantes son lo suficientemente lúcidxs para comprender cuán ridículos son estos planteamientos. Son lo suficientemente valientes para combatirlos.

La destrucción de esta verdadera muralla erguida contra el proletariado fortalece a nuestra comunidad de lucha en la reafirmación sus intereses vitales. Pero, a la vez, se hace patente que no se trata de solo aspirar a un acceso “más justo” a la educación, sino de criticarla como la herramienta burguesa que es. El sistema educativo es desigual, además de un lucrativo negocio, pero por sobre todo cumple un rol esencial en el disciplinamiento de la clase explotada y en su preparación para satisfacer las necesidades de la acumulación capitalista.

Lxs jóvenes proletarixs van abriendo camino. La clase en su conjunto debe estar a la altura. Así como hoy arden los facsímiles de la PSU, que en abril ardan las urnas del plebiscito con el que quieren apaciguarnos.

“Qué suerte que el tiempo joven le falte al tiempo el respeto” (D. Viglietti)


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