miércoles, marzo 27, 2019
El estado contra lxs adolescentes/Estruendo en La Serena/Descension vs. fans de Sonic Youth
-El Estado
policial contra lxs adolescentes
Breve texto
tomado del blog Comunidad de Lucha (recién salido su N° 8):
En una maniobra política-legislativa cobarde y efectista el Gobierno trata de hacer aplicable desde los 14 años de edad el “control preventivo de identidad”, aprobado el 2016 con los votos de la derecha y la Nueva Mayoría.
Desde entonces coexisten dos tipos de controles: el del Código Procesal Penal, que requiere mayores exigencias a la policía pero puede significar la retención de la persona por 8 horas en un recinto policial además de la revisión de sus vestimentas y equipaje, y el preventivo, que se realiza sin causa sino que al mero antojo de la policía, sólo a adultos, no permite revisar pertenencias ni conducir a comisarías y dura máximo 1 hora.
Cuando existía sólo el control del Código se realizaban 2 millones al año. Ahora esos controles han bajado a 400 mil, pero el preventivo, mucho más fácil de realizar considerando la estupidez generalizada de los funcionarios policiales, se aplicó el año pasado a ¡cuatro millones y medio de personas! Sumando ambos mecanismos tenemos que gracias a estas leyes el Estado policial está controlando a 5 millones de personas al año, en un país donde no llegamos a 18 millones de habitantes. Al menos uno de cada cuatro personas va a ser arbitrariamente controlada por la policía cada año, y estamos segurxs de que no serán burgueses ni ciudadanos dóciles, sino que proletarixs, estudiantes y cualquier sospechosx de disidencia a los ojos de la yuta.
La justificación que se ha dado a esta medida es que hay muchas personas con órdenes de detención pendientes. Pura demagogia: los adolescentes son en Chile más de 1 millón, y menos de mil tienen órdenes de detención en su contra. Es decir, el Estado pretende controlar la identidad de todxs ellxs por la posibilidad de dar con el 0,09% que tiene orden pendiente.
La burguesía de todos los colores hace gárgaras con los “derechos del niño”, pero somete la juventud al poder criminal de los pacos: los que asesinaron a Camilo Catrillanca y mintieron desde el primer minuto, los que hicieron el montaje “Operación Huracán” y los mismxs que han robado más de 28 mil millones en el “pacogate”.
¡A COMBATIR POR TODOS
LOS MEDIOS EL ESTADO POLICIAL!
¡ABAJO EL CONTROL
PREVENTIVO DE IDENTIDAD!
¡ABOLICIÓN DE LA
POLICÍA!
-“Estruendo” en la Feria del Libro Independiente en las Compañías, La Serena.
Además de presentar dicho libro en la edición de Tempestades,
habrá algunos ejemplares de 2&3 DORM, “La lógica del género y la
comunización” y “El feminismo ilustrado o el complejo de Diana” para difundir
en esos lares. Las 3 copias de El feminismo ilustrado llevadas al sur con MDC
se vendieron rápidamente en Chillán. Quedan muy pocas copias.
Los dejo con un comentario de “Estruendo” tomado de la página
de la Biblioteca Sante Caserío, aunque está referido a la edición de Perro
Negro (en la de Tempestades hay 3 textos más):
Han transcurrido 6 años
desde que la Prensa, movilizada en conjunto con la Policía de Investigaciones y
Carabineros, realizara los allanamientos simultáneos en Santiago y Valparaíso
para desbaratar una supuesta Asociación
Ilícita Terrorista que habría tenido por motivación atemorizar a la
población (o parte de ella) atraves de bombazos en lo que -según el ente
persecutor-, para el grupo, serian representaciones simbólicas del
Estado, el Capital y la Iglesia. El operativo, monitoreado desde un helicóptero
por el ex Fiscal Alejandro Peña culminaba de esta forma con la detención de 14
personas ligadas a entornos anarquistas-antiautoritarios una mañana de Sábado,
14 de Agosto según el calendario cristiano.
Pero lejos de
significar el triunfo que esperaba la Fiscalia Sur, junto con el Ministerio del
Interior y demases querellantes, el resultado del juicio -que duro varios
meses- termino con la absolución de todxs lxs imputadxs -no sin antes haber
pasado gran parte de ellxs encarceladxs en distintas prisiones y módulos de
máxima seguridad-, que, para sorpresa de muchxs, siempre reclamaron que la maniobra
se trato de un montaje policial, donde las tesis de la Dipolcar (Dirección de
Inteligencia de Carabineros) fueron apropiadas por la Fiscalia, para llevar a
cabo el aniquilamiento de la “escena anarco-libertaria” como le denominaban en
sus informes secretos, siendo o no lxs imputadxs lxs autorxs de dichas
actividades, pues en el fondo, lo que se deseaba era mandar un mensaje de
intimidación a los sectores cercanos a estas corrientes (que por esas fechas se
multiplicaban).
El Caso Bombas deja al
fin y al cabo, varias enseñanzas. Pese a que el montaje cayo por su propio
peso, y significo la victoria en termino jurídicos para todxs lxs procesadxs,
deja también la amargura de saber que en términos políticos, el golpe fue
tremendo, dejando un antes y un después para la “escena anarco-libertaria” como
le denomina la policía a cierto espectro de espacios y compañerxs de lucha. Sin
duda que para el Estado el fracaso de esta operación también significa una
derrota, pues es evidente la frustración que de este germina, mas cabe
preguntarse si el día de mañana, el persecutor no sacara importantes lecciones
de este caso, para futuras maniobras represivas, pues, al fin y al cabo, su
tarea no se vio realizada (al menos no por completo).
Allí radica la
importancia de este libro. De seguro el Poder sabrá tomar la derrota como un
sabio maestro… ¿Y nosotrxs que? ¿Aprendimos algo del mal llamado “Caso Bombas”?
-Hace muchos años leí en una revista The Wire acerca de la
banda Descension, que en 1996 telonéo a Sonic Youth en Inglaterra, causando un
gran disturbio cuando algunos de los fans de SY hostiles al RUIDO (¡qué
paradoja! ¿no era SY la banda emblema del NOISE en algún momento?) agredieron
físicamente al cuarteto arrojando vasos de vidrio, y causando una pelea entre
el baterista y un par de tarados/as que claramente habían ido a puro taquillar
con sus héroes ya completamente subidos al carro del grunge.
Hoy en día el legendario set está en youtube, y además hay
otros registros de conciertos de la banda en el año 1995. La banda amerita estar en el top 3 de bandas de free noise hardcore jazz, junto a Blue Humans y Last Exit.
En su momento Ben Watson, de Militant Esthetix, escribió una crónica de dicho evento, en la revista Variant, con su fino lenguaje situ/marxiano.
Etiquetas: free chant, free jazz, hardcore punk, La Serena, reflexión, rock (no punk)
viernes, marzo 22, 2019
Siouxsie "Join Hands" (1979)/MDC en Chillán y Penco
Siouxsie Sioux estaba ahí desde
el comienzo. Con el contingente Bromley, en la tienda Sex, en las tocatas de
los Sex Pistols, y el comentario de viejo verde que Bill Grundy dirigió contra
ella en el estudio de TV donde entrevistaban a los Pistols a fines de 1976 fue lo que a su vez causó que a modo de
reacción los muchachos procedieran a insultarlo a él, con expresiones de grueso
calibre que nunca antes habían sido transmitidas a las familias británicas por
la pantalla. Al otro día eran portada y el país se dividía entre los que estaban
horrorizados y los que estaban entusiasmados. Y 1977 pasa a ser el año punk por
excelencia.
Ya sería interesante el personaje
Siouxsie si sólo fuera por su imagen y por esos datos. Pero no sólo eso: cuando
armó a su banda, los Banshees, para tocar en el Festival 100, puso a Sid
Vicious (antes Syd, nombre que escogió para homenajear a Syd Barrett) en
batería. Sid había aprendido a tocar el bajo en una sola noche de speed,
escuchando una y otra vez el primer LP de los Ramones en la casa de Viv
Albertine. No se hizo problema en tocar la batería, aunque nunca antes lo había
hecho, pues aunque ya nadie lo recuerde, su primer instrumento era el saxo.
Siouxsie siguió tocando con su
banda, por donde desfilaron personajes ligados a otras bandas como las Slits,
The Cure y Magazine. En los 80 alcanzó
bastante éxito con hits como “Hong Kong garden” y “Happy house”, encantadoras
muestras de post-punk con toques siniestros, ideales para una época dorada del
pop que sólo se ha vislumbrado a veces, y que hacia los 90 y hasta nuestro
tiempo derechamente ha dejado de existir.
Pero el período que quiero
destacar es el de fines de los 70. Su primer álbum, The Scream (1978) ya es
bastante bueno, aunque apenas lo conozco. Pero su segundo álbum, Join Hands, lo
hemos tenido en la tornamesa de la casa desde que lo encontramos en LP la
semana pasada en el Persa Biobío.
Puede que sea su álbum más oscuro,
pero Siouxsie se las arreglaba para mostrar destellos de luminosidad en medio
de los climas más glaciales. Algo debe haber heredado del espíritu vocal de Nico,
aunque a veces mi compañera, Pati, declara que le parece demasiado parecida a su tocaya Patti
Smith. Puede ser, Patti influenció a todo el mundo en un momento, pero la banda
hace la diferencia aquí.
Lo más llamativo es que la
carátula original fue censurada porque mostraba una imagen “religiosa”. ¿Y qué?
Se pregunta uno hoy, pero en la Inglaterra de 1979 todavía podía causar escándalo
algo así.
Entonces la cambiaron por esta
otra portada que no tiene mucho que ver con la idea de “unir las manos” en la
pose tradicional del rezo. Como sea, el artefacto es bellísimo: la portada se
abre, y adentro hay retratos en blanco y negro de cada uno de los integrantes
de la banda. El vinilo viene envuelto en un sobre negro, con las letras. 5
temas en el lado A. 3 en el lado B. El último es una versión de estudio de “The Lord´s prayer”, uno de los temás más “punk” que podrás oír en tu vida.
Las campanadas del inicio de "Poppy Day" dan un
toque funerario, efecto que ya se conocía al menos desde el primer LP de Black
Sabbath, y en la primera canción Siouxsie dice “somos los muertos”. La tercera,
“Placebo effect” se estructura alrededor de un sonido de guitarra que recuerda
un poquito a Wire en “I am the fly”. Además, se dice que este tema influenció
notoriamente al Joy Division del segundo y último álbum, “Closer”.
No tengo muchas más palabras para
describir esta maravilla de álbum. Así que sólo queda pintarse los ojos y
escuchar, una y otra vez.
--
Manual de Combate tocará mañana
en Chillán y el Domingo en Penco. Andaremos con puesto de materiales, que por
mi parte incluirán los pocos ejemplares que quedan del tercer número de 2&3
DORM, y algunos ejemplares de “El feminismo ilustrado o el complejo de Diana”,
de Gilles Dauvé, en versión de Lazo ediciones, y también otro libro que se lee
muy bien en diálogo con ese otro: “La lógica del género y la comunización”: el Dossier
Endnotes de 2&3 DORM. Además, el librito y otros materiales de Disturbio
Menor.
-2&3 DORM N° 2
-Crisis
y Crítica: Ajuste de cuentas (Segunda Parte)
-El
espectáculo del mundial de fútbol y el espectacular futuro mundial
-Ret
Marut: Una visión
-Vidas
Perfectas
-¿El
espectáculo de qué?
-representación
o ideología / representación e ideología
-Trilogía
Rusia
-Cartas
sobre el triunfo de la civilización
-Estudios
sobre la utopía en la sociedad arruinada
- Prólogo: Imágenes del feminismo, de 1974 a 2018
- El feminismo ilustrado o el complejo de Diana
Introducción
No ver el comunismo
Sociedad de ghetto
¿Liberación?
Nostalgia de la familia
Proletaria y mujer
Neoleninismo
Derechos y deberes
Reformismo y tragedia
Reorganización del capital
Masculino-femenino
- Cuarenta años más tarde... conversación con Constance
En tiempos de Le fléau
Hoy
Exit Foucault
Género, palabra y concepto
¿Femino-marxismo?
Identidad obrera e identidad gay
¿Qué hacer?
¿Y mientras tanto?
- Sobre la “cuestión de la mujer”
¿Malas intenciones?
Reproducción y propiedad privada
Las mujeres como criadoras
Mujeres y relaciones de explotación
Control socializado
¿Democracia en la familia?
La igualdad bajo el capitalismo
Feminismo
Victoria amarga
Fuera de la sala de parto
Sexo y revolución
- El feminismo ilustrado o el complejo de Diana
Introducción
No ver el comunismo
Sociedad de ghetto
¿Liberación?
Nostalgia de la familia
Proletaria y mujer
Neoleninismo
Derechos y deberes
Reformismo y tragedia
Reorganización del capital
Masculino-femenino
- Cuarenta años más tarde... conversación con Constance
En tiempos de Le fléau
Hoy
Exit Foucault
Género, palabra y concepto
¿Femino-marxismo?
Identidad obrera e identidad gay
¿Qué hacer?
¿Y mientras tanto?
- Sobre la “cuestión de la mujer”
¿Malas intenciones?
Reproducción y propiedad privada
Las mujeres como criadoras
Mujeres y relaciones de explotación
Control socializado
¿Democracia en la familia?
La igualdad bajo el capitalismo
Feminismo
Victoria amarga
Fuera de la sala de parto
Sexo y revolución
Etiquetas: 77, MDC, punk rock, Siouxsie
miércoles, marzo 20, 2019
TOCATAS: CUANDO LA VIOLENCIA IRRACIONAL ESTALLA EN TU CARA.
Crass en Conway Hall, 1979, y Disturbio Menor en el Playa,
2019.
Había estado muy interesado en un
incidente famoso que alguna vez ocurrió en una tocata de Crass con Poison Girls
y la banda holandesa The Rondos, en un beneficio para anarquistas acusados por
atentados explosivos denominado “Persons Unknown”. Pero no me esperaba que la
violencia estallara frente a mí en la 12va tocata de Disturbio Menor tras el
reencuentro ocurrido desde fines del año pasado.
Vamos en orden: la tocata de
Crass fue en el Conway Hall en 1979, y en sitios como Killyourpetpuppy y
Dangerous Minds se pueden encontrar al menos 3 versiones: la de Crass a través
de su baterista y principal guía espiritual, Penny Rimbaud, la de los Rondos,
banda punk holandesa pero no anarco-punk sino que marxista-leninista-maoísta
que por algún tipo de error estaba visitando a Crass en sus cuarteles generales
en UK (Penny dice: “pensamos que eran anarquistas”), y la versión de un
antifascista que junto a otros grupos antifa vinculados a partidos trotskistas,
como la Red Brigade, atacaron violentamente a una cincuentena de skinheads
ligados al National Front que se habían dejado caer en el lugar gracias a la
tolerancia anarco-liberal de la organización del evento.
Las perspectivas, relatadas por 3
personas representantes de 3 facciones estético/políticas muy distintas pero que estuvieron ahí mismo
en medio de los sucesos, coinciden en varios puntos, y difieren en otros, y por
sobre todo son abiertamente discrepantes en cuanto a la valoración final de lo
que allí sucedió.
Lo que está más o menos
comprobado es que…Crass era bastante popular en ese momento (escuchen las
Peel Sessions de ese mismo año para
hacerse una idea), y al concierto llegaron alrededor de 700 personas. Ese día
los neofascistas del National Front/British Movement habían tenido una
concentración, y más de medio centenar de pelados de diversas edades llegaron a
ver a Crass pues a los skinheads también les gustaba su sonido. Como sea, a
Penny y Crass les parecía que los pelados tenían derecho a ir a verlos si
querían, y Penny dice claramente que ellos no discriminaban a derecha ni a
izquierda, que pocos skins eran en verdad fachos y que incluso así, ellos
serían los más beneficiados escuchando lo que la banda tenía que decir. Los Rondos ven esa cantidad de pelados y se sorprenden de la liberalidad de sus
anfitriones anarcopunks, señalando que si
eran molestados iban a responder contundentemente.
El antifa que ha escrito sus
memorias de dicha batalla, Martin Lux, dice abiertamente que no le gustaba Crass, pero que
los organizadores del concierto le habían pedido ir a darse una vuelta por si
las moscas…Cuando llega ve una cantidad enorme de skinheads, siendo una docena
de ellos de gran tamaño y ferocidad. Se coordina con otros antifas ligados al
Socialist Workers Party (un partido trot) que le dicen que van a ir a buscar
más gente, y que podrían regresar en alrededor de una hora. Al interior del
local, los skinheads se dedican a intimidar a punk rockers, extranjeros y
mujeres, ante la nula reacción de los organizadores, y todo el mundo rumorea
que lo que los skins quieren es tomarse el escenario cuando suba Crass, que iba
a ser la última banda en tocar. Eso les daba tiempo a los antifa para esperar
los refuerzas. En todo momento la actitud de los “anarcos” como despectivamente
los llama este antifa es de pasividad mezclada con angustia y desesperación,
llegando a que algunas chicas les pasaran manoplas y cadenas… como para que
ellos actuaran en su nombre. Lo cual
irritaba a nuestro antifa, dado que esos anarco-pacifistas solían decir que los
antifa eran tanto o más violentos que los propios fachos, etc. etc. etc.
Al final, luego de una tensa
espera plagada de incidentes que este antifa desactivaba como mejor podía,
llegan los refuerzos, no más de 20 personas en total, y deciden usar el factor
sorpresa atacando de inmediato con cadenas, palos, botellas y cuchillos a la
horda skin, no sin lesionar también en la ferocidad del ataque a anarquistas y
público en general que tuvo la mala suerte de estar muy cerca de los pelados.
Los pelados quedaron tirados en
el suelo sangrando y muchos de ellos inconscientes. Los pelados más chicos
aterrorizados eran escondidos en el escenario por los mismísimos Rondos. Los
antifa se fueron hacia la salida, y el relator señala haber dicho a unas
chicas: “¿No decían ustedes que somos tan violentos como los fascistas? No:
¡nosotros somos mucho peores!”.
Penny y Crass condenaron la
violencia, y de hecho dijeron que no habían sido atacados por el National
Front, sino que por los trotskistas de la Red Brigade que en su cruzada por el
poder popular decidió que era buena idea ir a pegarle a quien fuera que tuviera
el pelo muy corto. De pasadita, cortaron relaciones con los Rondos, por su
maoísmo, y en cierta forma los culpaban por lo sucedido.
La prensa publicó que lo
acontecido era una encerrona planificada de Crass en contra de los skinheads.
Crass envió cartas aclaratorias que jamás fueron publicadas, y como resultado
los del NF/BM empezaron, ahora sí, a atacar violentamente a Crass en sus conciertos.
¿Quién tenía razón? ¿Quién hizo
lo correcto?
No me queda claro. Yo preferiría
que no entren ese tipo de sujetos a un concierto. Pero sé que 50 skinheads
intimidan fácilmente a varios centenares de punks: lo he visto. Y sé que hay
quienes piensan que la “escena” es apolítica, y debe dar cabida a todos los que
muestran interés en asistir.
Con todos estos datos en mente, y
re-escuchando un poco a Crass que en lo “musical” siempre me gustó, pero
tomando distancia de su anarco-pacifismo
(en Malmö el 94 me topé en el subterráneo de una disquería con la caja del
doble LP “Christ-The Album”, de 1982, y no lo compré…¿por qué? Porque traía
dentro un pequeño folleto de Mahatma Gandhi), digo: con todos estos datos en la
mente, se me viene encima el 8 de Marzo, en que para apoyar la Huelga he
quedado de montar una especie de guardería infantil en el patio de mi lugar de
trabajo, para cuidar a infantes cuyas madres estén participando de un taller de
autodefensa feminista. Cansador. Pero más cansador es lo que se me viene para
el día sábado: tocar con Disturbio Menor en Hangar Subterráneo a eso de las 18
horas, para acto seguido partir en auto a Valparaíso donde debía tocar primero
con Manual de Combate, y después cerrar la jornada de tocatas de nuevo con
Disturbio Menor. Entre tanto alguna gente hasta alcanzó a pasarse a la tocata
de diablo en Valpo.
Todo bien en el Hangar. Había
llegado poca gente, pero estaban los cabros de Orden Criminal, banda de Temuco,
y varios viejos amigos de los 90. Tocamos un set no tan largo, y por primera
vez mostramos una canción nueva “Como antes” (aunque Olea también pensó en
bautizarla como “las ruinas”). Repartieron cerveza Cortés (no la conocía),
estaba pinchando discos el Coloro de la Federación de Pinchadiscos, fue llegando más gente que no
era poca cuando íbamos saliendo, y así emprendimos felices el viaje al Puerto
principal, los 4 DM más un viejo amigo chillanejo, escuchando el “New Day
Rising” de Hüsker Dü y dándole a un six pack de no recuerdo qué cerveza.
En llegando a Valparaíso nos
vamos de inmediato a La Playa. Había estado allí hace años. No lo recordaba muy
bien. Bar arriba, tocata en el subterráneo, donde aún no llegaba gente y se
estaba instalando el sonido. Instalamos la mesa de fanzines y libros. El resto
de DM sale a pasear un rato y me quedo concentrado con MDC. Algo escucho de un
atado con el trato de entradas con el local, pero no capto muy bien qué pasaba.
Aparecen amigos de Chillán, Llolleo, Santiago, Valparaíso e incluso Buenos
Aires. A algunos no los veía hace mucho tiempo. Nos actualizamos brevemente con
los datos de la vida, hijos/as, parejas, etc. El punk rock envejece y nosotros
también…Comparto cervezas con varios de ellos, y sobre todo con H., a quien
conozco por carta desde 1996/7, y en persona desde 1998/9, según lo que me
queda de recuerdos.
Toca MDC. Poca gente abajo, pero
se va asomando de a poco. Un set de 5 temas. La parte que más me gusta es
cuando en vez del saxo mismo toco sencillamente una boquilla de saxo, encerrada
con las manos a modo de ocarina. Se me hace corto el set, ¿media hora?
Terminamos y pienso: ¡ya cumplí con 2/3 de mi misión musical del día de hoy! Y
me parece notable poder ejercer dos formas distintas de punk rock la misma
noche: una con puros cuarentones, y la otra con veinteañeros; una con bajo, la
otra con saxo.
Suben los de Dosis Mortal, y de
pasada me entero que la bajada de la otra banda, Cartagena, tenía que ver con
una funa feminista, pero no me queda nada claro a quien afectaba ni ninguno de
sus detalles. No veo mucho a Dosis Mortal porque estaba algo agobiado en ese
subterráneo con ese olor a humedad tan fuerte que me impregnó toda a ropa. Subo
al bar, donde venden el litro de Heineken a $3500. Sigo compartiendo con
amigos. Vuelvo a bajar y resulta que Esconder Mi Cara está por empezar, pero
falta el bajista, que había ido a pocas cuadras de ahí a ver a diablo. Lo
llaman y regresa al trote. En poco tiempo más está tocando la banda, que no
conocía y me gustó harto. Conocía al vocalista de una coincidencia anterior en
las calles de Valpo. Pero su look había cambiado un poco, y además en esa
ocasión no hicimos muy buenas migas dada su defensa de posiciones políticas
similares a las de los Rondos. Buena atmósfera, buenos temas, buenos
gritos…Pensaba que no podía pegar mejor con lo que Disturbio iba a ofrecer
justo después, ya cerrando una maratónica jornada.
En algún momento, no recuerdo
bien si estaba tocando Esconder Mi Cara pero creo que sí eran ellos, veo a un
perro negro y más bien grande, que venía desde la escalera y se metió
entremedio de todos nosotros. Lo acaricio pues me hace gracia, jamás pensé que
alguien lo había llevado, sino que más bien creí que era como esas veces en que
los perros se suben al Transantiago por iniciativa propia y la tendencia
natural a la deriva que tienen todos los perros. No lo vuelvo a ver, pero un
tiempo después, ya desde arriba del escenario cuando estábamos preparándonos
para tocar veo que estalla una pelea. H. golpea y empuja a alguien, que sale
volando por los aires. Voy a ver qué pasa, y me dice que un perro lo mordió, y
que el dueño del animal no se hacía responsable. Le pido que se calme, y vuelvo
al escenario. No veo al perro y pienso que ya se lo llevaron. En verdad, lo que
me preocupa en ese momento es que el único amplificador de bajo que había no
suena. Conecto mi bajo, con dos pedales (Big Muff y delay/reverb), y no pasa
nada de nada. El parlante crujía antes de conectarme, y ahora parece
totalmente muerto. Saco los efectos.
Conecto directo al ampli, y no pasa nada.
Gaspar de MDC y Lautaro van a ayudarme.
Probamos otro cable: nada. Olea va y le dice al tipo del sonido que tenemos ese
problema, y vuelve diciendo que el tipo cree que es culpa nuestra. Le tratamos
de demostrar que el problema no es de cables ni del instrumento, y que los
usamos sin problemas unas horas antes en Santiago. Insiste en probar con otro
bajo, y no se convence hasta que conectamos el de Gaspar, y tampoco suena. En
ese punto el sujeto del sonido dice que no hay nada que hacer, pues no tienen
cables del largo necesario para ponerme conectado en línea a la mesa de sonido.
Mucha gente está aglomerada
esperando que empecemos a tocar, y no sabemos qué hacer. Alguien dice que si lo
llevamos en auto podría ir a su casa a buscar un ampli, pero en la ida y vuelta se demoraría como 20 minutos. Ya son cerca de las 3 AM. Hay un
amplificador adicional de guitarra a un costado del escenario, pero el tipo a
cargo este se niega a usarlo, pues dice que lo podemos quemar con el bajo. Le
señalamos que sin efectos y a volumen medio, no corre riesgo, pero cuesta una
buena cantidad de tiempo y saliva el convencerlo.
Recién ahí pudimos empezar a tocar, y yo me sentía bastante frustrado por no poder sonar adecuadamente (el
tipo del ampli ni siquiera me dejaba controlarlo yo mismo directamente, por temor
a que le subiera el volumen), y porque en la tarde había probado el efecto
conjunto de Big Muff/delay para las partes de RUIDO que en Valparaíso quería
explorar de una manera más contundente y con volumen en 11.
El set va transcurriendo bien: hay dinamismo y
energía, pero…advierto que el pogo, slam, mosh o como le quieran llamar está
algo descontrolado, y dominado por machos. Pienso lo que todos me han dicho:
las tocatas en Valpo. son así. Y sigo tocando nomás, feliz de haber pasado más
de la mitad del set sin mayores inconvenientes que un sonido no tan fuerte del
bajo y un par de pifias individuales que abordamos con humor, repitiendo
“Fuego” cuando el baterista se saltó una parte, pues el punk implica errores y
obviamente que es parte de su encanto.
Veo a H. en medio del pogo casi
todo el rato, y hasta hablamos en algunas pausas. Veo a más amigos, y mucha
gente totalmente desconocida para mi. Las mujeres en los bordes de la masa
humana, nunca al centro.
Arremetemos con “Lúcido”, una de
las más fáciles de tocar, en la medida que se haga a la velocidad adecuada.
Robo un poco de micrófono para anunciar que esta canción nunca se trató de no
tomar, sino de “no ser imbécil”. Vamos terminando el tema, unas líneas de bajo
cierran la canción y se supone deberían dar paso a la nueva versión DUB que la
agregamos el año pasado. Me gusta tocar esas líneas, en la tarde las probé y me
propuse tocarlas con más “feeling” en la segunda ocasión. Pero…
…no alcanzo a empezar la
ejecución en el bajo cuando una masa humana cae sobre el costado en que estoy
yo, y al lado mío dos personas filmando. Obviamente se trata de una pelea, pero
me cuesta entender qué pasa. Rápidamente veo que no es una pelea entre bandos o
piños, sino que hay una agitación en contra de una persona en particular, que
resulta ser precisamente ¡H.! Mi primera reacción es impedir una pelea, así que
dejo que él suba al escenario, y se refugie detrás de mí. En ese momento
escucho muchas voces enojadísimas, sobre todo voces femeninas, tratándolo de
“macho culiao”, y una voz que señala algo así como que él le tiró el pelo y le
pegó en la cara. Me cuesta creer lo que
está pasando, pero varios amigos de confianza se acercan y me confirman a gritos que en
medio del pogo y sin mediar provocación alguna, H. tomó a una chica del pelo y
la atacó con fuertes rodillazos. Le pregunto a él directamente qué había pasado y me
responde: “yo quería bailar hardcore”. La indignación aumenta de intensidad, y
empiezan a escucharse gritos pidiendo que el agresor se retire del lugar. Me
parece razonable, dado lo que había hecho. Otras personas me dicen además que H. tiene
un cuchillo.
H. se desplaza hacia el centro
del escenario, y algunas personas me empiezan a cuestionar si es que acaso lo
estoy protegiendo. Me digo que no: que no tengo por qué proteger a alguien que
está golpeando a las personas, aunque no me quede claro el detalle de por qué
lo hizo, y que con su comportamiento acaba de pudrir lo que hasta el momento
era una tocata que transcurría sin mayores problemas. Es algo de lo que tendrá que hacerse cargo él mismo, por responsabilidad individual. Se suben 4 o 5 chicas al
escenario: todas bastante jóvenes, de veintipocos años en promedio diría yo, de
contextura pequeña, y con una notoria expresión
de rabia en sus rostros. Me queda claro que no están pasteleando, sino que
están enfurecidas por la actitud previa de H. Lo golpean entre todas ellas, no vi hombres
en ese momento haciéndolo. Llueven botellas y se revientan al lado del
amplificador en el costado en que está nuestro guitarrista. Es el caos total,
pero entremedio logro ver que dos personas, incluyendo al organizador de la
fecha, se llevan a H. hacia las escaleras, arriba.
Me siento shockeado, desolado,
confundido. No soy una persona muy violenta, aunque como todos, puedo llegar a
serlo, y mucho, en determinadas condiciones. Por lo general siempre he
racionalizado la necesidad de aplicar la violencia contra enemigos claros:
fachos y policías. Dentro de tocatas, dentro de “la escena”, me parece que hay
que evitar en lo posible la violencia, o usarla sólo como medio de autodefensa
cuando no queda otra. El problema con la violencia, propia y ajena, es que las
racionalizaciones son a priori o a posteriori, pero en el momento mismo en que
se ejerce uno nunca sabe de qué será capaz uno, y los otros, a qué extremo de
letalidad/fatalidad/daños se podrá llegar. Sobre todo en un lugar cerrado.
Sobre todo si corrió bastante alcohol desde varias horas antes. Sobre todo si
alguien porta armas…
No puedo creer que la tocata
terminara así. En los 90 la violencia nos acompañó bastante. Al tocar con Fun
People en la Blondie en 1997 no pudimos terminar el set: vez que acelerábamos,
un sector del pogo se volvía muy violento. En su frustración Lautaro desenchufó
su guitarra y se fue, cuando ya no había nada que pudiéramos hacer para calmar
la situación. Hay simios a quienes les parece que el punk es así y que tratar
de evitar la violencia irracional es propio de jipies o de burgueses. Pobre
gente. Se revuelcan en la mierda del sistema y se sienten felices por ello.
También recuerdo una vez que tocamos en el Pedagógico, y que cuando la música
aceleraba un sector de la gente se aforraba. Tuvimos que parar de tocar, y aún
recuerdo las cabezas sangrantes, rotas por golpes de botellazos, siendo lavadas
en las mangueras de los pastos del Peda. Y yendo al principio de todo, recuerdo
que la primera vez que tocó DM fui con mi hermana chica, que tenía 12 o 13
años. Después de tocar me dijo que mientras nos estaba viendo, de la nada una
punk rocker salió del centro del pogo y le dio un puñetazo en la mejilla. Quedó
descolocada y adolorida, estaba sola, y no pudo hacer nada…
En esos casos siempre me
imaginaba este diálogo con el resto de la sociedad:
-No nos gusta este orden social
de mierda, tratamos de escapar de él creando nuestros propios espacios, nuestra
contracultura
-¡Rica tu contracultura!
Vuelvo en mí, arriba del
escenario, y veo la situación: ánimos caldeados, gritos y reproches.
Guitarrista y baterista querrían seguir tocando, mal que mal quedaban solo 3
temas y un posible cover. Yo no sé si quiero seguir tocando…Aún no puedo creer
que haya sido por H. que la cosa haya colapsado. Justo antes de empezar nos
dijo: “va a ser una noche memorable”. Sí, claro. Totalmente en lo correcto,
pero por las razones equivocadas.
Anunciamos “No soy cómplice”, y
se agrega casi espontáneamente “Nueve vueltas”. Lautaro y Mogles quieren seguir
con “Escape”, pero a mí no me da el ánimo. Me siento realmente mal…Recuerdo
cuando escribí acerca de unos incidentes también por pogo violento de machos en
la tocata de Marcel Duchamp en el Alameda. Pero acá fue mil veces peor…Pienso
en que en Talca, Puerto Montt y Chillán el pogo era masivo, alegre y mixto.
¿Por qué no puede ocurrir eso en Santiago y Valparaíso? ¿Por qué? ¡Díganme por
qué! ¿O en realidad vamos a necesitar espacios separatistas? ¿Pogo de hombres y
pogo de mujeres? ¿Y le decimos a la sociedad que llevamos un mundo nuevo en
nuestros corazones?
Pero sus coletazos no pararon, y
siguen hasta hoy…
Al hablar con amigos comunes que
tengo con H. presentes en la tocata, me dicen inequívocamente qué él se mandó
una tremenda cagada, injustificable, y que ellos sólo pudieron ir afuera a
evitar que le siguieran pegando, para que se pudiera ir. Escucho a una sola
persona diciendo que H. está casi ciego y por ende no pudo ver bien a quién le
estaba aforrando…lo cual no me queda claro qué es exactamente lo que justifica….salvo lo que se ha
venido diciendo por algunos en cuanto a que su actitud no fue misógina, que es
como se le etiquetó en la funa feminista que circula.
¿Detalle técnico? No sé, no
creo…la excusa me recuerda a los ratis que obstaculizaron por casi una hora la denuncia
de agresión en contra de Carolina Torres, en Pudahuel, porque decían que fue un
“problema entre barristas” y en ningún caso un ataque “lesbofóbico”.
Las mujeres que estuvieron en el
incidente envían dos días después un comunicado planteado como funa a H. Lo subimos al Facebook
de la banda. H. envía luego sus aclaraciones incluyendo abundantes disculpas. Las
subimos al Facebook de la banda. Queremos que se conozcan ambas versiones. Pero
la banda toma una posición clara: no queremos pogo violento, no queremos que
las mujeres se queden en los márgenes viendo como los hombres “vacilan”. No
queremos que las diferencias se resuelvan aplicando de inmediato la fuerza. Y
yo tampoco estoy de acuerdo en que hayan linchado a H. una vez que ya estaba fuera
de la tocata. La autodefensa de las mujeres agredidas me pareció inevitable y
hasta violencia justa en sus propios términos. Pero más que eso me parece un exceso,
o en jerga castrense “violencia innecesaria”, que según supe, pues no la ví, hasta pudo haber sido con "resultado de muerte". ¿O la "justicia alternativa" de lxs libertarixs consiste sólo en linchamientos?
Sin embargo, a medida que pasan
los días hemos visto que unas cuantas voces, que en su casi totalidad NO
ESTUVIERON ALLÍ ESA NOCHE, ocupan el espacio virtual para defender a H. y hasta
pasando a atacar a Disturbio Menor.
Unos dicen que si la cosa era tan
grave deberíamos haber parado de tocar. ¿Sí? Bueno: Algunas personas nos dijeron eso al final, pero mucha
gente opinaba en cambio que un solo sujeto no podía cagar una tocata donde había más de 100
personas, que deberíamos haber seguido tocando y punto. En fin: lo
intentamos, no pudimos, y no cabe dar explicaciones por eso.
Otro dice que no se podía esperar
otra cosa de DM, puesto que según él hemos tocado en varias fechas organizadas
por la productora Korova, que tendría alguna vinculación con el asesinato de 5 personas en el
concierto de Doom el 2015. ¿A qué tocatas se refieren calumniadores de mierda?
Pues es absolutamente falso. No tenía ni idea de la existencia de dicha
productora, y menos hemos aceptado supuestas invitaciones suyas a tocar en
ningún lugar. ¿Se hará cargo el calumniador de aclarar sus dichos, o se
amparará también en la impunidad de las redes para hablar mierda sin dar cara?
Otras personas, incluyendo
mujeres, dicen que el punk es violento, y que si a los “burgueses” y
universitarios no les gusta eso, pueden ir a entretenerse en peñas con vino
navegado. ¡Buen punto! ¿Quiere decir que se conforman con ser peores que los
jipis? ¿Naturalizan entonces la violencia entre pares, por descarga, delirio o
lo que sea? ¿Les gusta ir a tocatas a pegar y ser golpeadxs? Putas que estamos
mal entonces…yo creía que la idea era la “destrucción de lo que nos destruye”,
pero con estos anarco-punks ¡no se necesitan skinheads nazis!
Por último, otro agresor virtual
dice que la banda “sobrevalorada como histórica” no se demoró un segundo en
“juzgar” a H. Esta está chistosa: ¿qué banda no está ligada a su época, y por
ende tiene un carácter histórico? Ninguna pues, ahueonao. Y por lo demás, no
somos ningún tribunal, y no sé si te diste cuenta de que por eso mismo subimos
las dos versiones.
Les pregunto a todos ellxs,
nuestros apasionados detractores tras un teclado: ¿Qué esperaban entonces de
nosotros? ¿Un cordón de protección para H.? ¿Qué nos uniéramos a él para
pegarle a las chiquillas que habían ido a la tocata y se encontraron de golpe
con sus agresiones? ¿Qué no subiéramos la versión que ellas escribieron y nos
enviaron para difundir? ¿Qué le digamos a a H.: “no importa compa, te conocemos
hace años y respetamos tus credenciales anarcopunk así que puedes mandarte
todas las cagadas que quieras y te vamos a apañar igual siempre”? ¿Algo así?
Váyanse un buen poco a la mierda.
Por culpa de gente como ustedes el punk está como está. Mejor háganse miembros de
una barra brava y descarguen allá sus frustraciones, lejos de quienes aún
creemos que el hardcore punk comunica un mensaje fraternal y horizontal, antiautoritaria y anticapitalista.
Etiquetas: a desalienar, absurdo, cualquier cosa, hardcore punk, pastelismo, Valparaíso, violencia y control
jueves, marzo 07, 2019
8M: La comunización y la abolición del género
¿Por cuanto tiempo más toleraremos el asesinato en masa?
La Comunización y la abolición del género (Endnotes, traduccción de 2&3 DORM)
La civilización actual deja claro
que sólo permitirá relaciones sexuales sobre la base de un vínculo solitario e
indisoluble entre un hombre y una mujer, y que no admite la sexualidad como una
fuente de placer en sí misma y sólo está preparada para tolerarla porque hasta
ahora no hay un sustituto para ella como medio para propagar la raza humana.
—El malestar en la
cultura, Sigmund Freud
La comunización no es una
posición revolucionaria. No es una forma de sociedad que construimos después de
la revolución. No es una táctica, una perspectiva estratégica, una organización
o un plan. La comunización describe un conjunto de medidas que tenemos que
tomar en el desarrollo de la lucha de clases si es que alguna vez va a haber
una revolución. La comunización abole el modo de producción capitalista,
incluido el trabajo asalariado, el intercambio, la forma valor, el Estado, la
división del trabajo y la propiedad privada. Que la revolución deba tomar esta
forma es una característica necesaria de la lucha de clases hoy. Nuestro ciclo
de luchas no puede tener ningún otro horizonte, ya que el desenvolvimiento de
las contradicciones del capital aniquiló las condiciones que requerían otras
formas de revolución. Ya no es posible imaginar una situación en la que las
divisiones sociales se disuelvan después de la revolución.
Puesto que la revolución como
comunización debe abolir todas las divisiones en la vida social, también debe
abolir las relaciones de género, no porque el género sea inconveniente u
objetable, sino porque es parte de la totalidad de relaciones que diariamente
reproducen el modo de producción capitalista. El género, también, es parte de
la contradicción central del capital, y por tanto, debe ser desmantelado en el
proceso de la revolución. No podemos esperar hasta después de la revolución
para que el problema del género se resuelva. Su relevancia respecto a nuestra
existencia no se va a transformar lentamente ya sea por medio de una
obsolescencia planeada o una deconstrucción lúdica, o a través de la igualdad de
los distintos géneros o la proliferación de una multitud de diferencias. Por el
contrario, para que haya revolución, la comunización debe destruir el género en
su propio curso, inaugurando las relaciones entre individuos definidos en su
singularidad.
El hecho de que la revolución
adquiera la forma de la comunización no es el resultado de las lecciones
aprendidas de viejas derrotas, ni siquiera del miserable fracaso de los
movimientos pasados que intentaron resolver el problema del género. El que
podamos o no discernir, una vez consumados los hechos, una estrategia
victoriosa para los movimientos del pasado no dice nada sobre el presente,
puesto que el capital ya no organiza una unidad entre los proletarios sobre la
base de su condición común de trabajadores asalariados. La relación
capital-trabajo ya no le permite a los trabajadores afirmar su identidad como
tales y construir sobre esa base organizaciones capaces de asumir poder dentro
del Estado. Los movimientos que elevaron a los trabajadores al estatus de un
sujeto revolucionario todavía eran ‘comunistas’, pero comunistas de un modo que
hoy no puede ser el nuestro. La revolución como comunización no tiene sujeto
revolucionario, no tiene identidad afirmable: ni el Trabajador, ni la Multitud,
ni el Precariado 1. La base real de cualquier identidad revolucionaria se ha
desvanecido.
Por supuesto, los trabajadores
todavía existen como clase. El trabajo asalariado se ha convertido como nunca
antes en una condición universal de la vida. Sin embargo, el proletariado es
difuso y está fracturado. Su relación con el capital es precaria. La
sobreoferta estructural de trabajo es enorme. Una población excedentaria de más
de un billón de personas —ansiosas por encontrar un lugar en las cadenas
globales de producción de las que han sido excluidas— hace que sea imposible
formar organizaciones de masa capaces de controlar la oferta de trabajo,
excepto entre los estratos más privilegiados de trabajadores 2. El capital ahora
exacerba, fragmenta y más que nunca depende de las divisiones entre los
trabajadores. Los que alguna vez fueron los orgullosos portadores de una
esencia revolucionaria universalmente relevante, la Clase Trabajadora, en su
autonomía como una clase dentro del capitalismo, ya no puede construir su poder
como una clase contra el capital. Hoy, la revolución debe emerger de la
separación del proletariado, como el único proceso capaz de superar esa
separación. Si la acción revolucionaria no abole de inmediato todas las
divisiones entre proletarios, entonces no es revolucionaria; no es
comunización.
En la actualidad, la propia
incapacidad de los trabajadores para unirse en función de una identidad de
trabajadores constituye entonces el límite fundamental de la lucha. Pero ese
límite es a la vez el potencial dinámico de este ciclo de luchas que contiene
en sí mismo la abolición de las relaciones de género y todas las otras
distinciones fijas. No es ningún accidente histórico que el fin del ciclo de
luchas anterior coincida con una revuelta contra el predominio del Trabajador
—una revuelta en la que el feminismo jugó un rol importante—. Re-imaginar un
movimiento de los trabajadores que no rebaje a las mujeres, a los negros y a
los homosexuales a una posición subordinada es pensar un movimiento que carece
precisamente del rasgo unitario/excluyente que alguna vez le permitió moverse.
En retrospectiva, cada vez es más evidente que si la clase trabajadora (en
tanto clase de todos aquellos sin acceso directo a los medios de producción)
estaba destinada a convertirse en mayoría dentro de la sociedad, era improbable
que el movimiento de los trabajadores organizara una mayoría clara a partir de
sí mismo. La revolución como comunización no resuelve este problema, pero lo
lleva a un nuevo terreno. Como topógrafos de este nuevo territorio, debemos
evaluar el estado actual del movimiento práctico hacia el fin de las relaciones
de género. También debemos ampliar la discusión de esta esencial medida
comunizadora.
Hasta hace poco, la teoría de la
comunización ha sido el producto de un pequeño número de grupos organizados en
torno a la publicación de un puñado de revistas anuales. Si solo unos pocos de
esos grupos se han hecho cargo de la tarea de teorizar el problema del género,
es porque la mayoría de ellos se han mostrado totalmente desinteresados en
examinar la base real de las divisiones que marcan la existencia de la clase
trabajadora. Por el contrario, se han abocado a tratar de descubrir un anillo
decodificador secreto3 revolucionario, con el que puede que sean capaces de
descifrar los logros y fracasos de las luchas pasadas. Así, la mayoría de los
partisanos de la comunización han pensado la revolución como una superación
inmediata de todas las separaciones, pero llegaron a esta conclusión por medio
de un análisis de lo que la comunización tendría que ser para tener éxito ahí
donde los movimientos pasados fallaron, en vez de hacerlo apuntando a la
especificidad histórica del presente⁴.
Por esta razón, la tendencia
organizada en torno a Théorie Communiste (TC) es única, y nosotros en gran medida
los seguimos en nuestra exposición. Para TC, la revolución como comunización
solo emerge como una posibilidad práctica cuando estas luchas comienzan a
‘desviarse’ (faire l’ecart) a medida que el propio acto de luchar fuerza cada
vez más al proletariado a cuestionar y actuar en contra de su propia
reproducción como clase. De este modo, se abren ‘brechas’ (l’ecarts) en la
lucha, y la multiplicación de estas brechas es en sí misma la posibilidad
práctica del comunismo en nuestro tiempo. Los trabajadores queman o hacen
explotar sus fábricas, exigiendo la indemnización por despido en vez de luchar
por mantener sus trabajos. Los estudiantes ocupan las universidades, pero no a
favor, sino que en contra de las demandas por las cuales están supuestamente
luchando. Las mujeres rompen con los movimientos en los que ya son una mayoría,
pues estos no pueden más que fracasar en su intento de representarlas. Y en
todas partes, los desempleados, los jóvenes y los indocumentados unen fuerzas y
aplastan las luchas de una minoría privilegiada de trabajadores, volviendo a la
vez obvia e imposible de sostener la limitada naturaleza de las demandas de
estos últimos.
Frente a la proliferación de
estas brechas en la lucha, una fracción del proletariado, al ir más allá de la
lucha basada en demandas, tomará medidas comunizadoras e iniciará así la
unificación del proletariado que será el mismo proceso de unificación de la
humanidad, es decir, su creación como el conjunto de relaciones sociales que
los individuos establecen entre sí sobre la base de su singularidad⁵.
Para TC, las divisiones dentro
del proletariado son, por lo tanto, no solamente aquello que se debe superar en
el curso de la revolución, sino también la fuente misma de esta superación.
Quizás por eso, entre los teóricos de la comunización, solo TC se ha dedicado a
examinar la distinción de género, ya que es tal vez la división más fundamental
dentro del proletariado.
El trabajo de TC sobre el género
es relativamente nuevo, especialmente para un grupo que ha pasado los últimos
30 años afinando y reelaborando una y otra vez unas pocas ideas claves. Su
texto principal sobre el género, escrito en el 2008, fue finalmente publicado
en el 2010 (con dos apéndices adicionales) en el número 23 de su revista bajo
el título Distinction de Genres, Programmatisme et Communisation [Distinción de
Géneros, Programatismo y Comunización].
TC es conocido por sus formulaciones esotéricas. Sin embargo, con un
poco de esfuerzo, la mayoría de sus ideas pueden ser reconstruidas de manera
clara. Dado que su trabajo sobre el género es provisional evitamos usar citas
extensas. TC afirma que la comunización implica tanto la abolición del género
como la abolición de las relaciones capitalistas, pues las divisiones que
sostienen al capitalismo sostienen las divisiones de género y las divisiones de
género preservan todas las otras divisiones. Sin embargo, aunque TC avanza
hacia el desarrollo de una rigurosa teoría materialista histórica de la
producción del género, no hace mucho más que suturar el género a una teoría ya
existente del modo de producción capitalista (en gran medida, esto se debe a
que se basan en el trabajo de una importante feminista francesa, Christine
Delphy⁶).
Para nuestro contexto aquí, TC
tiene una teoría particularmente fascinante de la comunización en la medida en
que también es una periodización de la historia de la lucha de clases —que en
sí misma corresponde a una periodización de la historia de la relación
capital-trabajo—. Esto le otorga a TC una ventaja histórica única sobre las
perspectivas actuales del comunismo. Fundamentalmente, TC se enfoca en la
reproducción de la relación capital-trabajo, en vez de hacerlo en la producción
de valor. Este cambio de enfoque le permite abordar el conjunto de relaciones
que realmente construyen la vida social capitalista más allá de las paredes de
la fábrica o la oficina. Y la relación de género se ha extendido siempre más
allá de la esfera de la producción de valor.
I. La construcción de la
categoría ‘Mujer’
La mujer es una construcción social.
La misma categoría de mujer está organizada dentro y a través de un conjunto de
relaciones sociales a partir de las cuales la división de la humanidad en dos,
mujer y hombre —y no solo femenino y masculino— es inseparable. De esta forma,
se le otorga a la diferencia sexual una relevancia social particular que de
otro modo no poseería⁷. La diferencia sexual recibe este significado fijo
dentro de las sociedades de clases cuando la categoría de mujer se define por
la función que la mayoría (pero no todas) las hembras humanas ejecutan, por un
periodo de sus vidas, en la reproducción sexual de la especie. Por lo tanto, la sociedad de clases le otorga
un propósito social a los cuerpos: puesto que algunas mujeres ‘tienen’ bebés,
todos los cuerpos que posiblemente ‘producen’ bebés están sujetos a la
regulación social. Las mujeres se vuelven las esclavas de las contingencias
biológicas de su nacimiento. A lo largo de la extensa historia de la sociedad
de clases, las mujeres nacieron en un mundo organizado solo para los hombres
—los ‘actores’ principales en la sociedad, y en particular las únicas personas
capaces de poseer propiedad—. Las mujeres se convirtieron así en propiedad de
la sociedad en su conjunto.
Puesto que las mujeres son, por
definición, no hombres, están excluidas de la vida social ‘pública’. Para TC,
esta delimitación del ámbito de las mujeres significa que no solo sus cuerpos
son apropiados por los hombres, sino que también la totalidad de su actividad.
Su actividad, tanto como su propio ser, es por definición ‘privada’. De esta
forma, la actividad de las mujeres adquiere el carácter de trabajo doméstico.
Este trabajo se define no como el trabajo hecho en el hogar, sino como el
trabajo de las mujeres. Si una mujer vende telas en el mercado, es tejedora,
pero si hace tela en su casa, es solo una esposa. Por lo tanto, la actividad de
una mujer se considera simplemente como su actividad, sin ninguna de las
determinaciones concretas que se le darían si fuera ejecutada por alguna otra
entidad social más digna. La distinción de género hombre/mujer adquiere así un
significado adicional como público/privado y social/doméstico.
¿Por lo tanto, es el trabajo no
pagado de las mujeres para los hombres, incluyendo quizás su ‘producción’ de
niños, una relación de clase o incluso un modo de producción (como Delphy lo
denomina, el modo doméstico de producción)? TC define la sociedad de clases
como una relación entre productores y extractores de excedente. La división
social entre estos grupos constituye las relaciones de producción que organizan
las fuerzas productivas con el propósito de producir y extraer excedente.
Fundamentalmente, estas relaciones deben tener como su producto la reproducción
de la relación de clase en sí. Sin embargo, para TC —y los seguimos en este
punto— cada modo de producción es ya una totalidad, y, de hecho, la relevancia
social del rol de las mujeres en la reproducción sexual cambia con el modo de
producción. Esto no significa que las relaciones entre los hombres y las
mujeres sean derivadas de las relaciones entre las clases. Significa, en
cambio, que las relaciones entre los hombres y las mujeres forman un elemento
esencial de la relación de clase y no pueden pensarse como un ‘sistema’
separado que luego se relaciona con el sistema basado en la clase.
Por supuesto, esta discusión
sigue siendo abstracta. La pregunta ahora es ¿cómo unimos nuestra historia de
las mujeres con nuestra historia de la sucesión de los modos de producción?
Para TC, las mujeres son la fuerza productiva principal dentro de todas las
sociedades de clases, puesto que el crecimiento de la población es un pilar
fundamental de la reproducción de la relación de clase. El crecimiento de la
población como fuerza productiva primaria sigue siendo, a través de la historia
de la sociedad de clases, la carga de sus mujeres. De esta forma, la matriz
heterosexual se funda sobre un conjunto específico de relaciones sociales
materiales.
Sin embargo, debemos recordar que
la carga especial del parto antecede al advenimiento de la sociedad de clases.
Históricamente, cada mujer tenía que parir, en promedio, seis niños solo para
asegurar que al menos dos sobrevivieran para reproducir las generaciones
venideras. La posibilidad de que una mujer muriera durante el parto, en el
transcurso de su vida, era de casi una
entre diez⁸. Quizás la idea de TC es que el advenimiento de la sociedad de
clases —que registró un crecimiento
masivo en el tamaño de la población— fortaleció la relevancia social de
estos hechos. Pero incluso antes del advenimiento de la sociedad de clases,
nunca hubo un régimen ‘natural’ de la reproducción sexual humana. La edad para
casarse, la duración del amamantamiento, el número de niños nacidos, la
aceptabilidad social del infanticidio: todo ha variado a través de las formaciones
sociales⁹. Su variación señala una adaptabilidad única de la especie
humana.
Sin embargo, nos preocupa menos
la larga historia de la especie humana que la historia del modo de producción
capitalista. El trabajo asalariado es fundamentalmente distinto tanto de la
esclavitud antigua como del vasallaje feudal. En el sistema esclavista, los
productores de excedente no tienen ‘relación’ con los medios de producción,
pues los mismos esclavos son parte de estos. La reproducción o mantenimiento de
los esclavos es responsabilidad directa de sus dueños. Entonces, para los
hombres y mujeres esclavos la distinción entre público y privado se disuelve,
puesto que los esclavos existen enteramente dentro del ámbito privado. Tampoco
cabe para los esclavos ninguna pregunta sobre la herencia de propiedad o las
relaciones con el Estado tales como el cobro de impuestos. Curiosamente, hay
evidencia que indica que el patriarcado fue, quizás por esta misma razón, más
bien débil entre las familias de esclavos del sur de Estados Unidos 10. En el
sistema feudal, por el contrario, los productores de excedente tienen acceso
directo a los medios de producción. El excedente es extraído por medio de la
fuerza. El hombre campesino se posiciona en relación a esta fuerza externa como
el representante público de la casa campesina. La propiedad pasa a través de su
línea. Las mujeres y niños campesinos están confinados al ámbito privado de la
villa que es en sí mismo un sitio de producción y reproducción. La familia
campesina no necesita dejar su esfera privada para producir lo que necesita,
sino que solo debe entregar una parte de su producto a los señores. Por esta
razón, las familias campesinas se mantienen relativamente independientes de los
mercados.
En el capitalismo, la vida de los
productores de excedente está constitutivamente dividida entre la producción
pública de excedente y la reproducción privada de los mismos productores. Los
trabajadores, a diferencia de los esclavos, son su ‘propia propiedad’: existen
solo si se hacen cargo de su propio mantenimiento. Si los salarios son muy
bajos, o si sus servicios ya no son requeridos, los trabajadores son ‘libres’
de sobrevivir por otros medios (siempre que sean legales). La reproducción de
los trabajadores no es, por tanto, responsabilidad del capitalista. Sin
embargo, a diferencia de los vasallos, los trabajadores pueden hacerse cargo de
su mantenimiento solo si vuelven al mercado de trabajo, una y otra vez, para
encontrar trabajo. He aquí la esencia de la relación capital-trabajo. Aquello
que los trabajadores ganan por la producción ejecutada socialmente en el ámbito
público, es lo que tienen que gastar para reproducirse domésticamente en su
propia esfera privada. Los binarios de público/privado y social/doméstico están
encarnados en la misma relación salarial. De hecho, estos binarios solo podrán
colapsar con el fin del capitalismo.
Si los capitalistas fueran
directamente responsables de la sobrevivencia de los trabajadores —y, por lo
tanto, si su reproducción fuera removida de la esfera privada— estos ya no
estarían obligados a vender su fuerza de trabajo. La existencia de una esfera
de la reproducción doméstica separada (donde ocurre poca producción que no esté
mediada por las mercancías compradas en el mercado) es constitutiva de las relaciones
sociales capitalistas como tales. La actividad social se separa de la actividad
doméstica a medida que el mercado se vuelve el mecanismo mediador del trabajo
social concreto que se lleva a cabo fuera del hogar. La producción para el
intercambio, que antes ocurría puertas adentro, deja cada vez más el hogar para
ejecutarse en otro sitio. En este momento, la distinción entre público/privado
adquiere una dimensión espacial. El hogar se vuelve la esfera de la actividad
privada —es decir, el trabajo doméstico de las mujeres y el ‘tiempo libre’ de
los hombres— mientras que la fábrica se encarga del carácter público y
socialmente productivo del trabajo de los hombres.
Por supuesto, las mujeres siempre
han sido trabajadoras asalariadas, junto con los hombres, desde que el
capitalismo ha existido. Para TC, el
carácter de género del trabajo doméstico de las mujeres determina que su
trabajo, incluso cuando se lleva a cabo fuera del hogar, se mantenga como
trabajo de mujeres. Es decir, se mantiene como trabajo asalariado de un tipo
particular, a saber, como trabajo improductivo 11 o de bajo valor agregado. Las
mujeres suelen emplearse en trabajos de media jornada y mal pagados,
particularmente, en servicios (aunque hoy en día, por supuesto, hay al menos
algunas mujeres en todos los sectores de la economía incluyendo entre los
profesionales mejor pagados). Las mujeres usualmente realizan servicios
domésticos en casas de otras personas o bien en oficinas y aviones. Cuando las
mujeres trabajan en fábricas son segregadas en trabajos de mano de obra
intensiva que requieren de trabajo manual delicado, particularmente, textiles,
confección y ensamble de aparatos electrónicos. Asimismo, el trabajo que se
hace en el hogar se mantiene como trabajo de mujeres, aun cuando los hombres lo
realizan, lo cual, en gran medida, no hacen.
En este sentido, una vez que el
género se materializa en la relación salarial como una relación binaria
pública/privada, TC deja de basar su argumento en el rol que las mujeres juegan
en la reproducción sexual. El hecho de que el trabajo de las mujeres sea de un
carácter particular fuera del hogar es verdadero solo por analogía al carácter
del trabajo que realizan en el hogar. No tiene ninguna relación con los
fundamentos materiales del rol de las mujeres en la reproducción sexual y, en
este sentido, es más o menos ideológico. De la misma manera, TC define cada vez
más el trabajo que las mujeres hacen en el hogar por su carácter como el
trabajo reproductivo diario realizado necesariamente fuera de la esfera de la
producción —y no en relación al rol que las mujeres juegan en los nacimientos,
como la “fuerza principal de producción”—. Si, dentro del modo de producción
capitalista, las mujeres son y siempre han sido trabajadoras asalariadas y
trabajadoras domésticas, ¿por qué siguen siendo casi solamente mujeres? A
medida que TC comienza a discutir el capitalismo, deja de lado su enfoque en la
reproducción sexual, el cual desaparece bajo una concepción materialmente
infundada del trabajo doméstico (aunque, como veremos, más tarde vuelven sus
referencias a la biología).
Esta inadvertencia es un error
importante. En el modo de producción capitalista, la segregación sexual del
trabajo está directamente relacionada con la temporalidad de la vida de una
mujer: como engendradora de niños, es la fuente principal de nutrición en
edades tempranas (amamantamiento) y su cuidadora principal durante la pubertad.
A lo largo de la extensa historia del capitalismo, la participación de las
mujeres en el mercado de trabajo ha descrito una ‘curva en M’ distintiva 12. La
participación se eleva rápidamente a medida que las mujeres entran en la
adultez, luego cae cuando las mujeres alcanzan sus tardíos veinte y tempranos
treinta años. La participación vuelve a elevarse lentamente a medida que las
mujeres entran en sus tardíos cuarenta años antes de caer a la edad de
jubilación. Las razones de este patrón son bien conocidas. Las mujeres jóvenes
buscan trabajo de tiempo completo, pero con la expectativa de que dejarán de
trabajar o trabajarán media jornada cuando tengan hijos. Cuando las mujeres
entran en edad reproductiva declina su participación en la fuerza de trabajo.
Las mujeres que siguen trabajando mientras sus hijos son pequeños están entre
las proletarias más pobres y sobreexplotadas: madres solteras, viudas y
divorciadas o mujeres cuyos maridos tienen un salario bajo o inestable. A
medida que los hijos crecen, más y más mujeres vuelven al mercado de trabajo (o
se cambian a un trabajo de tiempo completo), pero con una desventaja clara en
términos de habilidades y experiencia de trabajo, al menos en comparación con
los hombres con quienes compiten por trabajos 13.
Por todas estas razones, las
economías capitalistas siempre han tenido un ‘lugar’ especial para las mujeres
trabajadoras, ya sea como trabajadoras de las que no se espera que permanezcan
en el trabajo por mucho tiempo o, de mayores, como entrantes tardías o
reentrantes en la fuerza de trabajo. Más allá de eso, las mujeres forman un
componente importante de lo que Marx denomina el ejército industrial de reserva
‘latente’, que se espera que entre y deje la fuerza de trabajo de acuerdo a las
necesidades cíclicas de las empresas capitalistas. La existencia de un lugar
distintivo para las mujeres en la fuerza de trabajo refuerza, entonces, el
compromiso a escala social y la ideología acerca del lugar natural de las
mujeres tanto en el hogar como en el trabajo. Incluso cuando los hombres y las
mujeres trabajan, los hombres usualmente (al menos hasta hace poco) ganan
salarios más altos y trabajan más horas fuera del hogar. Por lo tanto, sigue
existiendo una gran presión sobre las mujeres, en la medida en que dependen
materialmente de sus maridos, para que acepten su subordinación: para que no
‘presionen demasiado’ 14 en cuestiones de la división sexual del trabajo dentro
del hogar. A lo largo de la historia, esta presión se vio agravada por el hecho
de que las mujeres fueron excluidas, hasta después de la Segunda Guerra
Mundial, de facto sino de jure de muchas formas de propiedad, lo que las hacía
dependientes de los hombres como mediadores de su relación con el capital. Por
lo tanto, las mujeres no poseían las libertades jurídicas que los hombres
proletarios ganaron para sí —y no para sus mujeres—. Las mujeres no eran
verdaderas trabajadoras ‘libres’ en
relación al mercado y al Estado, como sí lo era su contraparte masculina 15.
II. La destrucción de la
categoría ‘Mujer’
Aunque TC no explica el
fundamento de la construcción de las mujeres en el capitalismo, ciertamente,
tiene una provocativa teoría de cómo cambia su situación con el
desenvolvimiento de las contradicciones del modo de producción. ‘El capitalismo
tiene un problema con las mujeres’, pues, en el período actual, la relación
capital-trabajo no puede acomodar el crecimiento continuado de la fuerza de
trabajo. Como ya hemos señalado, el capital se enfrenta cada vez más con una
vasta y creciente población excedentaria, estructuralmente excesiva en relación
a sus demandas de trabajo. El surgimiento de esta población excedentaria ha
coincidido con una transformación de la forma en que los Estados capitalistas,
el movimiento de los trabajadores y también las feministas han concebido a las
mujeres como la ‘fuerza productiva principal’. En un período anterior, las
tasas de natalidad declinaron abruptamente en Europa y en las antiguas colonias
europeas. La respuesta entonces fue ‘pro-natalidad’. La civilización supuestamente
enfrentaba una inminente degeneración, pues las mujeres no eran capaces de
completar su deber con la nación; tuvieron que ser alentadas para que lo
retomaran. En la década de 1920, incluso las feministas se volvieron cada vez
más pronatalidad, convirtiendo el maternalismo en una explicación de la
dignidad ‘igual pero diferente’ de las mujeres en comparación con los hombres.
En la década de 1970, sin embargo, —a medida que la población de los países
pobres se disparaba mientras la economía capitalista entraba en una prolongada
crisis— el maternalismo estaba, en gran medida, muerto. El mundo estaba
sobrepoblado con respecto a la demanda de trabajo. Las mujeres ya no eran
necesarias en su rol de mujeres. La ‘dignidad especial’ de su rol subordinado ya
no era para nada dignificante.
Sin embargo, esta es solo la
mitad de la historia. La otra mitad puede encontrarse en la misma transición
demográfica que TC no considera. Durante el curso de su desarrollo temprano, el
capitalismo aumentó el consumo de los trabajadores y mejoró así su salud, lo
que redujo la mortalidad infantil. La decreciente mortalidad infantil, a su
vez, redujo el número de niños que cada mujer tenía que tener para reproducir
la especie. Al comienzo esta transformación apareció como un aumento en el
número de niños sobrevivientes por mujer y como un rápido crecimiento de la
población. Así, la expansión de las relaciones sociales capitalistas se asoció
en todas partes con un aumento en la carga reproductiva de las mujeres. Sin
embargo, con el paso del tiempo, y ahora en casi cualquier región del mundo, ha
habido una posterior reducción tanto del número de niños que cada mujer tiene
como del número de niños que sobreviven la infancia y la niñez temprana.
Simultáneamente, a medida que los hombres y las mujeres viven más, las mujeres
dedican menos tiempo de su vida a tener o cuidar niños pequeños. La importancia
de estos hechos no puede ser sobreestimada. Explica por qué, en nuestro
periodo, las hebillas de la camisa de fuerza de la matriz heterosexual se han
soltado ligeramente tanto para los hombres como para las mujeres (e incluso, en
una proporción pequeña, para aquellos que no encajan ni en las categorías de la
distinción de género ni en esas de la diferencia sexual) 16.
Como con todo lo demás en el
capitalismo, la “libertad” que las mujeres han ganado (o están ganando) de su
destino reproductivo no ha sido reemplazada con tiempo libre, sino que con
otras formas de trabajo. La supuesta entrada de las mujeres a la fuerza de
trabajo se trató, en realidad, de un aumento del tiempo y la duración de la ya
existente participación de las mujeres en el trabajo asalariado. Sin embargo
ahora, dado que las mujeres en todas partes están dedicando menos tiempo a
tener y criar niños, ha habido una reducción en la forma de la ‘curva en M’ de
su participación en los mercados de trabajo. La situación de las mujeres está
dividida cada vez más entre, por un lado, la decreciente, pero todavía pesada
carga de la maternidad y el trabajo doméstico; y, por otro lado, el rol cada
vez más importante del trabajo asalariado en sus vidas, dentro del cual se
mantienen, sin embargo, en desventaja. Como todas las mujeres saben, esta
situación se expresa como una decisión forzada entre la promesa de una vida de
trabajo supuestamente igual a la de los hombres y la presión, así como el
deseo, de tener hijos. El que algunas mujeres elijan no tener hijos —y que por
lo tanto resuelvan por sí mismas este dilema, aunque de forma inadecuada— es la
única explicación posible de la caída de la tasa de natalidad por debajo de lo
que predice la teoría de la transición demográfica. En la actualidad, el índice
de fecundidad alcanza la baja cifra de 1.2 niños por mujer en Italia y Japón y
en casi todas partes de Occidente es menos de 2. En todo el mundo la fecundidad
ha caído de 6 niños por mujer en 1950 a alrededor de 2.5 actualmente.
En esta situación, se vuelve cada
vez más claro que las mujeres tienen un problema con los mercados, puesto que
los mercados son incompatibles con las mujeres. Esta incompatibilidad se reduce
a dos hechos acerca del modo de producción capitalista. Primero, el capital no
puede, si quiere permanecer como capital, asumir la responsabilidad directa de
la reproducción de la clase trabajadora. Es el hecho de que los trabajadores
son responsables de su propio mantenimiento lo que los fuerza a volver, una y
otra vez, al mercado de trabajo. Al mismo tiempo, los mercados de trabajo, si
quieren permanecer como tales, deben ser ‘sexualmente neutrales’17. Los
mercados deben evaluar la competencia entre los trabajadores sin tener en
cuenta ninguna de las características no-mercantiles de los propios
trabajadores. Estas características no-mercantiles incluyen el hecho de que la
mitad de toda la humanidad es asignada el sexo femenino. Para algunos
empleadores, la diferencia sexual no aparece más que como un costo adicional.
Las mujeres trabajadoras son capaces de concebir niños y por lo tanto no se
puede confiar en que no vayan a hacerlo. Para otros empleadores, la diferencia
sexual aparece como un beneficio exactamente por la misma razón: las mujeres
proporcionan mano de obra flexible y barata. Así, las relaciones capitalistas
relegan a las mujeres —precisamente porque los mercados son sexualmente
neutrales— a trabajo asalariado de mujeres.
Esta incompatibilidad de las
mujeres y los mercados ha invadido el movimiento de las mujeres. A lo largo de
la historia, el feminismo aceptó la dimensión de género de la vida social,
puesto que fue solo a través del género que las mujeres podían afirmar su
identidad como mujeres con el objetivo de organizarse sobre esa base. Esta
afirmación se convirtió históricamente en un problema para el movimiento, pues
es imposible reconciliar totalmente el género —la propia existencia de las
mujeres y los hombres— con la existencia simultánea de la clase trabajadora y
el capital 18. En consecuencia, el movimiento de las mujeres ha oscilado entre
dos posiciones 19. Por un lado, las mujeres lucharon por la equidad sobre la
base de su igualdad fundamental con respecto a los hombres. Pero, cualquiera
sea la similitud de sus aptitudes, las mujeres y los hombres no son y nunca
serán lo mismo para el capital. Por otro lado, las mujeres han luchado por la
equidad sobre la base de su ‘diferencia, pero igual dignidad’ con respecto a
los hombres. Pero esa diferencia, aquí explicitada como maternidad, es
precisamente lo que explica el rol subordinado de las mujeres.
El movimiento de los trabajadores
prometió reconciliar a las mujeres y a los trabajadores más allá, o al menos a
espaldas, del mercado. Después de todo, los textos fundadores de la
socialdemocracia alemana, además de El Capital de Marx, fueron Los orígenes de
la familia, la propiedad privada y el Estado de Engels y Mujer y Socialismo de
Bebel. A través de la lucha, el movimiento de los trabajadores prometió sacar a
las mujeres del hogar para hacerlas entrar a la fuerza de trabajo, donde
finalmente se volverían pares verdaderos de los hombres. Para lograr esta
igualdad verdadera, el movimiento de los trabajadores socializaría el trabajo
reproductivo de las mujeres ‘después de la revolución’. Tanto el trabajo del
hogar como la crianza serían llevados a cabo colectivamente por los hombres y
las mujeres juntos. Como se hizo evidente para los elementos más extremos del movimiento
Feminista Radical de la década de los 70, estas medidas nunca serían
suficientes para asegurar verdaderamente la ‘igualdad real’ entre los
trabajadores hombres y mujeres. La única posibilidad de lograr la igualdad de
los trabajadores, en el límite que intersecta el género y el trabajo, sería si
los bebés nacieran en probetas eliminando así cualquier relación con las
mujeres 20.
De hecho, el movimiento de los
trabajadores traicionó a sus mujeres tan pronto tuvo la oportunidad. Cada vez
que se acercaron al poder, los trabajadores estuvieron totalmente dispuestos a
demostrar sus capacidades para manejar la economía exhibiendo que ellos también
sabían cómo mantener a las mujeres en su lugar. En el Partido Comunista inglés,
la liberación de los maridos del trabajo doméstico fue la tarea principal del
“trabajo de partido” de las mujeres21. ¿Cómo podría haber sido de otro modo?
Dentro de un mundo definido por el trabajo —o, más precisamente, por el trabajo
productivo (una categoría del capitalismo)— las mujeres siempre serían menos
que los hombres. El intento de “elevar” a las mujeres a pares de los hombres
fue siempre una cuestión de ajustar un movimiento de trabajadores
“universalmente” relevante a las necesidades “particulares” de sus mujeres. El
intento de hacerlo dentro de los límites del capitalismo significó una
socialización mínima de la crianza, así como también la institución de un
conjunto mínimo de leyes que protegen a las mujeres de sus desventajas en los
mercados (es decir, licencia de maternidad, etc.). El movimiento de los
trabajadores podría haber llegado más lejos en este camino. Podría haber hecho
de las mujeres una prioridad más de lo que lo hizo. Pero el hecho es que no lo
hizo. Y ahora está acabado.
La muerte del movimiento de los
trabajadores ya ha sido considerada en otros textos 22. Su muerte marca también
el paso de una forma histórica de revolución a otra. Hoy, la presencia de las
mujeres dentro de la lucha de clases solo puede funcionar como una fisura
(l’ecart), una desviación en el conflicto de clase que desestabiliza sus
términos. Esa lucha no puede ser su lucha, incluso si, en cualquier caso, ellas
conforman la mayoría de los participantes. Mientras los proletarios sigan
actuando como una clase, las mujeres entre ellos no pueden sino perder. En el
transcurso de la lucha, por lo tanto, las mujeres entrarán en conflicto con los
hombres. Se les criticará que están descarrilando el movimiento, distrayéndolo
de sus objetivos principales. Pero el ‘objetivo’ de la lucha yace en otro sitio.
Es solo desde dentro de este (y otros) conflictos que el proletariado verá su
pertenencia de clase como una opresión externa, un callejón sin salida que
tendrá que superar para estar más allá de su relación con el capital. Esa
superación es solo la revolución como comunización que destruye el género y
todas las otras divisiones entre nosotros.
NOTAS:
1 Multitud es un concepto que han
elaborado Negri y Hardt basándose en el trabajo de Spinoza. En su libro
Multitud (2004) definen el término como la “inteligencia del enjambre”, el
sujeto social que constituye la “carne verdadera de la producción posmoderna” y
que está compuesto por una irreductible “multiplicidad de singularidades”. En
lo que respecta a Precariado, es un concepto que fue acuñado por Guy Standing
en su libro El Precariado: una nueva clase social (2011). El término proviene
de la conjunción de los términos precario y proletario y define a una emergente
clase social caracterizada por relaciones específicas con el Estado y de
producción y distribución. En primer lugar, el Precariado estaría conformado
por todos aquellos que aún contando con un alto nivel de educación, solo pueden
acceder a trabajos temporales muy por debajo de sus habilidades profesionales.
A raíz de esta falta de continuidad de empleo, el Precariado carecería de una
identidad laboral y se encontraría sometido a una gran inestabilidad vital. En
segundo lugar, y derivado de la anterior, el Precariado estaría excluido de los
beneficios no salariales que otorgan las empresas a sus trabajadores y por esto
solo contaría con el salario monetario como fuente de ingresos. Finalmente, y a
raíz de su marginalidad social, el Precariado gozaría de menos derechos que
otras clases que gozan de estabilidad laboral. (NdelaT)
2 Ver Miseria y Deuda, Endnotes
nº 2 (2010), https://endnotes.org.uk/issues/2/ es/endnotes-miseria-y-deuda.
3 Un “anillo decodificador
secreto” se trata de un objeto que permite descifrar o encriptar mensajes
siguiendo una sustitución simple de letras y números. Los decodificadores
secretos derivan de los discos o tablas de cifrados. Uno de los primeros discos
de cifrados polialfabéticos fue inventado por el artista, arquitecto, poeta,
cura, lingüista, filósofo y criptógrafo Leon Battista alrededor de 1466. El
primer anillo decodificador propiamente tal apareció en 1960 como una
estrategia de marketing del programa de televisión Jonny Quest. (NdelaT)
4 Para un debate al respecto ver
Endnotes nº 1 (2008), http://endnotes.org.
5 Théorie Communiste, The Present
Moment [El momento presente], no publicado.
6 Christine Delphy y Diana
Leonard, Familiar Exploitation [Explotación familiar] (Cambridge: Polity Press,
1992).
7 No todos los seres humanos
encajan en las categorías de hombre y mujer. La cuestión no es usar el lenguaje
de la biología para fundamentar una teoría de la sexualidad naturalizada a
diferencia de un género socializado. La naturaleza, que está exenta de
distinciones, se integra a una estructura social que toma constantes de la naturaleza
y los transforma en normas de comportamiento. No todas las “mujeres” tienen
hijos; tal vez algunos “hombres” lo hacen. Esto no los hace menos obedientes de
las restricciones de la sociedad, incluso a nivel de sus propios cuerpos, que a
veces son alterados al nacer para garantizar la conformidad con las normas
sexuales.
8 Estas estadísticas dejan claro
en qué medida la violencia contra las mujeres, algunas veces llevada a cabo por
las propias mujeres, siempre ha sido necesaria para mantenerlas firmemente
sujetas a su rol en la reproducción sexual de la especie. Ver Paola Tabet,
Natural Fertility, Forced Reproduction [Fertilidad natural y reproducción
forzada], en Diana Leonard y Lisa Adkins, Sex in Question [Sexo en cuestión]
(London: Taylor and Francis, 1996).
9
Para una introducción a la demografía ver Massimo Livi-Bacci, Historia
mínima de la población mundial (Barcelona: Critica, 2009).
10 Ellen Meiksins Wood, Capitalism and Human
Emancipation [Capitalismo y emancipación humana], New Left Review I/167
(Jan-Feb 1988): 3-20.
11 “La diferencia entre el
trabajo productivo y el improductivo consiste tan solo en si el trabajo se
intercambia por dinero como dinero o por dinero como capital” (Marx). Un
trabajo es productivo cuando valoriza directamente el capital, es decir, si una
empresa de limpieza contrata a un grupo de mujeres para que limpie edificios
por las noches, y ocupa una parte de las ganancias obtenidas de la explotación
de estas para expandirse, por ejemplo, contratando más trabajadoras para
limpiar más edificios. En cambio, si una de esas mujeres es contratada por
alguien que trabaja en esos edificios para que limpie su casa simplemente para
ahorrarse tiempo, entonces el trabajo de esa mujer es improductivo porque su
capacidad de trabajo no es directamente usada para producir más dinero, esto
es, para valorizar el capital. (NdelaT)
12 El término viene de Japón, ver
Makotoh Itoh, The Japanese Economy Reconsidered [Una reconsideración de la
economía japonesa] (Palgrave 2000).
13 Johanna Brenner y Maria Ramas,
Rethinking Women’s Oppression [Repensar la opresión de las mujeres], New Left
Review I/144 (Mar-Apr 1984): 33-71.
14 Ibid.
15 Para una teoría más
desarrollada de la relación de las mujeres con la propiedad ver Notes on the
New Housing Question [Apuntes sobre el nuevo problema de la vivienda], Endnotes
nº 2 (2010): 52-66, http://endnotes. org.uk/articles/3.
16 Las bases de este
aflojamiento, así como su temporalidad, siguen sin ser explicadas dentro de los
límites de la teoría queer.
17 Brenner and Ramas, Rethinking Women’s
Oppression.
18 En este sentido, estamos
interesados, por supuesto, solo en la historia de la situación de las mujeres
dentro del movimiento de los trabajadores. Los sufragistas burgueses
argumentaron a favor del voto basado en el requisito de la propiedad, excluyendo
así a las mujeres como enemigas de clase. Hacia la mitad del siglo XX, estos
mismos burgueses se convirtieron en los defensores del rol maternal de las
mujeres, al mismo tiempo que fundaban organizaciones para controlar el cuerpo
de las mujeres entre las ‘clases peligrosas’.
19 Joan W. Scott, Only Paradoxes to Offer [Solo
paradojas para ofrecer] (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1996).
20 El feminismo radical siguió
una curiosa trayectoria en la segunda mitad del siglo xx tomando como bases de la
opresión de las mujeres primero la maternidad, luego el trabajo doméstico y
finalmente la violencia sexual (o el orgasmo masculino). El problema fue que en
cada caso estas feministas buscaron un fundamento ahistórico para lo que se
había vuelto un fenómeno histórico
21 Al respecto de la historia de la situación de
las mujeres en el movimiento de los trabajadores ver Geoff Eley, Forging
Democracy [Forjando la democracia] (Oxford: Oxford University Press, 2002).
22 Théorie Communiste, Mucho
ruido y pocas nueces, Endnotes nº1
(2008),
https://endnotes.org.uk/issues/1/es/theorie-communiste-mucho-ruido-y-pocas-nueces
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