miércoles, agosto 23, 2017
A&CN°9 y Barricadas A-Go-Go en la feria del libro de Villa Olímpica este sábado 26
Ya está listo el nuevo número de Anarquía & Comunismo. En esta ocasión trae los siguientes contenidos:
-Mapeando la represión: encierro psiquiátrico, lobotomía y electroshock.
-1° de mayo contra el trabajo asalariado: consideraciones generales sobre su historia y conmemoración/El 1° de mayo en santiago y algunos apuntes sobre el combate callejero.
-Síntesis revolucionaria y descomposición capitalista: aportes para la comprensión y construcción de una posibilidad comunista ante "el fin de la historia".
-Afilando las palabras: Comunización (cuarta parte).
-Hemos recibido: Revista Germinal 1; La Oveja Negra 48: Revista Internacional 157; blog Agitación Inmanente.
Gratis en donde se le pille, y también disponible en anarquiaycomunismo.noblogs.org
Además, ya está disponilbe en papel "Barricadas A-Go-Go". Son pocas copias, y se distribuirán principalmente en FLIA/Tercer Asalto, en Persa Bio-Bio, y puntualmente en esta Feria del Libro en Villa Olímpica.
Los dejo con otro capítulo del ibro.
INFLUENCIAS
OCCIDENTALES EN JAPÓN E INFLUENCIAS JAPONESAS EN OCCIDENTE. DISOLUCIÓN DE
VARIAS BARRERAS GEOGRÁFICAS Y SOCIO-MUSICALES
“Soy más japonés que
los japoneses” (Karlheinz Stockhausen).
Dada la hegemonía clara de formas
de “música occidental”, nos guste o no, todas sus formas se mezclan y reciben
diversas formas de uso, tergiversación y readaptación tanto en otros centros
imperialistas como en todas las periferias a la larga …Los izquierdistas más
reaccionarios chillaban de rabia al ver a los jóvenes distraídos con guitarras
eléctricas y dejándose el pelo largo. Pero en Japón aquí y en la quebrá del ají
se desarrollaron en estrecha competencia dos fenómenos inevitables: expansión
de la contracultura como una variedad de crítica radical de la vida
cotidiana/mercantilización y a la vez intentos permanentes y sistemáticos de neutralización
de dicho potencial crítico de la cultura juvenil, como maniobra ya
especializada de la industria cultural (el último y más claro caso: véase como
manejó al PUNK, pero así y todo, los resultados son ambiguos y ambivalentes…)[i].
A grosso modo uno podría señalar
que en retrospectiva la mayor influencia sónica que dejó la producción de
artefactos musicales a inicios de los 70 puede sintetizarse en los ejemplos de Black Sabbath y John Coltrane. En ambos casos, trato de dejar de lado mis gustos
personales: me concentro en lo que creo sintetiza mejor el nivel de desarrollo
de las “fuerzas productivas estéticas” de esa época, y que yendo mucho más allá
que su envase meramente comercial, eran dos tipos de materiales que
emblemáticamente llamaban a mucha gente a atreverse a explorar el sonido, sea
con un “cuernófono” (no me refiero bajo esta denominación al teléfono de los
Picapiedras, sino que a cualquier tubo o material natural o sintético que sirva
como base de un instrumento de viento, artefacto que tiene a su favor el hecho
de poder hacer harta bulla sin necesidad de enchufarlo a la corriente
eléctrica, a diferencia de la instrumentación usual del rock), o con el formato
clásico del combo de hard rock:
guitarra, bajo, batería y micrófono de voz[ii].
Si Ud. discrepa de mi elección se puede acudir a alguna otra dupla de combo
rock e instrumentista de jazz: Ornette
Coleman y Stooges, Velvet Underground y Miles Davis, MC5 y Eric Dolphy, The Who y Cecil Taylor, etc. Aunque no: Cecil Taylor toca piano, no vientos.
En fin. La idea es la misma.
Para el caso de la (contra)
cultura japonesa de esos tiempos, por alguna razón, y tal como lo ha destacado
en entrevistas el señor Keiji Haino,
por alguna razón insisto la dupla más influyente y mítica fue la de Blue Cheer y Albert Ayler. A medio camino entre ambas vías se citaba también la influencia de los
alemanes de Guru Guru (un
caleidoscopio de rock ultradenso pero humorístico y fragmentado a morir, nunca
superado en los niveles de expresión que alcanzan sobre todo en el álbum UFO de 1970[iii],
y en menor medida en Hinten de 1971).
Y no me cabe duda de que por ahí van las influencias expresadas notoriamente en
agrupaciones de Haino como Lost Aaraaff
y Fushitsuha (proyecto que mantiene
hasta el día de hoy).
De todas formas, si no todos los
japos de que hablaremos eran seguidores entusiastas de Ayler, es fácil imaginar
el impacto de la gira que hizo Coltrane en 1966, que está documentada en una
caja de 4CDs, con una formación propia de su última y más furiosa época (en vez
del cuarteto clásico: Pharoah Sanders
en saxos tenor y alto; Alice Coltrane
en piano; Jimmy Garrison
–sobreviviente del cuarteto- en contrabajo; Rashied Ali en batería). En este set la famosa y adorada “My
favorite things” (versión de Rodgers-Hammerstein) dura 57 minutos y ocupa el
cuarto CD entero. En los 44 minutos de
“Leo” en el disco tercero Trane y Pharoah se dan tiempo hasta para retarse a
duelo con los saxos altos que les acababa de regalar Yamaha…
El power trio Blue Cheer es algo
más antiguo que Black Sabbath, y fueron los auténticos pioneros del sonido del
heavy metal, pero por la influencia avasalladora de los chicos de Ozzy (junto a
otros megavendedores de hits como Led Zeppelin y Deep
Purple), terminaron siendo injustamente relegados a un lugar casi de culto
(junto a otras dos grandes B del género Heavy Metal: Budgie, y Blue Oyster Cult).
Lester Bangs alababa el efecto
sonoro de la ineptitud de la guitarra, y por esa vía los ubicaba entre el
panteón de los pioneros del Ruido Horrible. En A reasonable guide to horrible noise (1981) Lester decía que:
“Estos tipos pueden haber sido la primera verdadera banda de heavy metal, pero
lo que importa acá no es si Leigh Stephens dio nacimiento a ese gruñido de
macho antes que Mark Farner –de Grand
Funk- (ambos se lo robaron a Hendrix) sino que sus overdubs de guitarra
sub-sub-sub-sub Hendrix se encuentran unos con otros tan ineptamente que
convergían en una atonalidad realmente vivificante”. Sus dos primeros y más
relevantes albums, Vincebus Eruptum y
Outsideinside eran de 1968, justo el
inicio del período que estamos analizando aquí, y tienen toda su marca
registrada de uso/abuso del feed back y agujeros negros de puro ruido
eléctrico.
Ayler podría ser visto como hijo
de Coltrane, pero en realidad lo que más bien ocurrió fue un proceso de influenciamiento
recíproco en el más alto nivel de la expresividad y creatividad individuales.
Sin el sonido de Ayler, no podríamos ni imaginar el nivel de intensidad y
expresión humana pura a que llegó Coltrane en su tramo final, justo antes de
morir. Además, creo que es evidente que es la escuela ayleriana del free jazz
la que mayor efecto de inspiración y contagio hacia otras formas musicales ha
tenido…lo cual resulta evidente si escuchamos al Capitán Beefheart y su Banda
Mágica de fines de los 60, a los Stooges, MC5 y otras bandas que se atreven
a incorporar el “chantofón”[iv] a
su sonido.
Pero en el año de nuestro señor
de 1966 no fue sólo Coltrane quien visitó Japón, sino que ese mismísimo año fue
la gira japonesa de los Beatles -con enorme despliegue policial
dadas las amenazas de odiosos estudiantes reaccionarios y nacionalistas-, que
hicieron 5 conciertos en que tocaron siempre el mismo set de 11 canciones[v], y la
visita por un espacio más largo de tiempo del compositor alemán Karlheinz
Stockhausen. No es posible exagerar
el diferente pero de todas maneras profundo impacto de cada una de esas visitas
ilustres en el desarrollo de la escena que estamos analizando aquí. Por si
fuera poco, en 1962 había visitado la isla el compositor norteamericano John
Cage, en el memorable evento titulado JOHN CAGE SHOCK, que entre
otras cosas marcaron el debut de las performances de Yoko Ono. En esa ocasión,
decidió poner micrófonos en los WC del baño del teatro en que Cage se iba a
presentar, amplificando los sonidos en la sala. Las influencias van en todas
direcciones: ya antes la música de guitarras de los Shadows y los Ventures
había causado gran entusiasmo en Japón, de la mano de la fabricación de miles
de guitarras eléctricas y el surgimiento del sonido eleki. La gira de los Beatles inspirará el surgimiento de decenas
sino centenares de bandas juveniles que, por no poder pronunciar bien “rock and
roll” (lock and loll) prefieren
denominarse como “Group Sounds”. Mientras, tanto Cage como Stockhausen
aprovechan de entrevistarse con el filósofo zen
D.T. Suzuki. En esos años John Lennon telefoneaba constantemente a
Stockhausen, que acababa de tener una estadía en Gringolandia donde pudo ver en
vivo a Jefferson Airplane y declarar que le habían “volado la cabeza”, y
dos de cuyos discípulos en Alemania eran los miembros fundadores de CAN[vi],
y en el Album Blanco de los Beatles
se incluye la magnífica pieza de musique
concréte llamada Revolution N° 9…
Todas las barreras del mundo separado se empezaban a derretir, lo cual parece
un signo claro de épocas revolucionarias.
En todo caso, no sería una visión
completa fijarse tan sólo en la influencia que va desde el Oeste al Este, sino
que hay que tener en cuenta el largo proceso, muy bien descrito por Julian Cope
en su libro, que va también en un sentido opuesto, que comienza ya a inicios de
los 60, y que deriva en una especie de obsesión occidental por todo lo
orientaloide en general (estética, filosofía, música) y lo japonés en
particular. En ese proceso juegan un rol importante no sólo los artistas
sonoros y/o visuales como Yoko Ono y su primer esposo, Toshi Ichinayagi (un pianista de formación académica rigurosa y
discípulo de John Cage, que fue el primer artista en interpretar las obras de
Cage en territorio japonés, y que como veremos luego de su proceso de
psicodelización terminó colaborando con bandas como los Flowers), además de formaciones tan singulares como el Group Ongaku y después los Taj Mahal Travellers, sino que también colectivos
de arte subversivo como los Hi-Red
Center, uno de cuyos miembros, Genpei
Akasegawa, fue perseguido, juzgado y condenado por “falsificar” moneda
japonesa como parte del sobre en que se enviaban invitaciones a una de sus exhibiciones
en Tokyo.
Los Hi-Red Center a su vez
influyeron al movimiento Fluxus de Nueva York, donde fueron invitados por
Maciunas en el año 1966, ocasión en que difundieron un interesante poster/mapa
de Tokyo con las acciones directas urbanas que habían realizado desde 1963,
además de ejecutar las propias en Nueva York, incluyendo su detallada operación
de limpieza de la calle en Grand Army Plaza, dejando su sello: pintar una parte
de la plaza con su color rojo característico.
[i]
Para el caso de los hippies y la contracultura de los 60, en relación a la cual
el punk funciona en parte como negación/realización superadora (“aufheben”),
valga conectar este texto con una interesante nota hecha por el traductor del
libro de Santini ya referido: “El
movimiento de rebelión que se desarrolló en norteamérica desde fines de los 40
hasta la segunda mitad de los 60 estaba fuertemente arraigado en las
tradiciones sociales oprimidas del continente: la cultura negra, las
cosmovisiones aborígenes y el movimiento obrero de los wooblies, lo que quedó
de manifiesto en su literatura, su música y el modo de vida que inspiró a los
jóvenes. Naturalmente, tales expresiones “culturales” fueron convergiendo cada
vez más con la insubordinación social expresada sobretodo en el movimiento
contra la guerra de Vietnam. La recuperación política y publicitaria de este
movimiento, bajo la forma del “underground” (sumada a la sangrienta
represión de algunos de sus componentes más radicales),tuvo algunos momentos
reveladores: la veloz decadencia del distrito contracultural de Ashbury Heights
en San Francisco; el autista festival de Woodstock y el incidente de Altamont,
donde el “poder de las flores” derivó en una violentísima batalla campal entre
hippies dopados; la alocada historia de intrigas que implicó a Andy Warhol,
Valerie Solanas y el «Manifiesto SCUM»; etc. Estos episodios ocurrieron
mientras estaban en funcionamiento las operaciones MHCHAOS y COINTELPRO de la
CIA, ambas diseñadas para neutralizar al movimiento contestatario. Se sabe, por
ejemplo, que la CIA mantuvo estrechas relaciones con personajes underground
como Timothy Leary y Gloria Steinem (apóstoles de la liberación sicotrópica y
del feminismo, respectivamente) y que tuvo mucho que ver en la proliferación de
drogas desestructurantes y contenidos culturales reaccionarios encubiertos bajo
una apariencia emancipadora”. F. Santini, Apocalipsis y sobrevivencia,
Comunización ediciones, 2016, nota 14, págs. 94-95.
[ii]
En rigor esa es la
instrumentación básica del “rock pesado” en sus diversos formatos. Debo la
aclaración sobre este punto a mi hijo, que cuando tenía como dos años de edad
una vez me dijo: “para tocar ´Iron man´ se necesita una guitarra, un bajo,
batería y xilófono”. Yo lo refutaba diciendo “no hay xilófono en Black
Sabbath!”, hasta que me di cuenta que por “xilófono” él quería decir “micrófono”…Y
tenía toda la razón: el instrumento o artefacto que usa el vocalista es el
micrófono, y todo el rock (a pesar de la moda relativamente reciente de los unplugged) se basa en las posibilidades
de la voz amplificada.
[iii]
Es difícil describir la música en palabras, pero acudiré a David Stubbs que ya
refirió este álbum de manera bastante adecuada: “Hay fragmentos de wah-wah que
se pierden, ruidos no identificables ahogados en montículos de grava. Llegado
cierto punto, uno se encuentra vadeando en un agua oxidada sumergido hasta la
cintura. Es un ruido de rock crudo
apenas modificado, sometido al mismo tipo de aniquilación por abstracción que
se había abatido sobre el jazz en su fase histórica terminal ‘free’. Crescendos
ensordecedores escalan a una confrontación brutal con los escombros recién
dinamitados de todos los preconceptos sobre la forma, la dirección y el origen
del rock (…)”. En cuanto a comparaciones, Stubbs dice que “partes del disco
hacen que Throbbing Gristle suene
como Depeche Mode”, y que “solo en
años recientes, en su fase tardía y de madurez –y aún así solo en sus márgenes
exteriores, a decir verdad, el metal se ha acercado a una forma similar de
tocar, a algo de esta intensidad y densidad viciosas” (Krautrock, págs. 311 y
312. Al igual que Can, Faust y Amön Düül, Guru Guru era una
banda-comuna.
[iv]
Chantofón: 1.- Un saxofón tocado chantamente. 2.- Un instrumento de viento con lengüeta relativamente precario al que no
le da para ser considerado en propiedad un saxofón.
[v]
Partiendo todas las veces con su versión de “Rock and roll music”, de su majestad Chuck Berry. Debo señalar que cuando redacté esta parte de mi
escrito el 17 de marzo de 2017 estaba convencido de que Berry había muerto hace
poco, así que había agregado “Que En Rock and Roll Descanse” y cuando buscaba en internet los años de
nacimiento y muerte para poder referirlos a continuación me di cuenta de que no
había muerto. Más grande fue mi sorpresa cuando un par de días después vi en la
televisión que acababa de morir, el 18 de marzo. Así que ahora sí que sí: Chuck
Berry, QER´n’RD, 1926/2017.
[vi]
Holger Czukay y Jaki Liebezit (Q.E.R’n’R.D, 1938/2017).
Etiquetas: 1971, 68, 77, A&C, Chantiago, free chant, free jazz, heavy metal, Japo, krautrock, psicogeografía, punk rock, rock (no punk), rock pichulero
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