Delirio Místico: "A mon seul désir" (Según mi solo deseo)
"La discusión sobre el comunismo no es académica. No es un debate sobre lo que se hará mañana.
Desemboca en, y forma parte de un conjunto de tareas inmediatas y lejanas de las que no es más que un aspecto, un esfuerzo de comprensión teórica" (Gilles Dauvé)
viernes, abril 27, 2018
Infeliz cumpleaños N° 91/Conversatorio COPEL/MDC
En el Silabario con que se ha enseñado el idioma a miles de personas en América latina se dice “pra pre pri pro pru, pre so: los policías llevan presos y encierran a todos los que se portan mal”. Los ciudadanos-borregos internalizan este mensaje desde la infancia y se lo creen durante toda su vida.
Pero la policía no es un órgano natural ni espontáneo de la comunidad humana. Por el contrario, es una creación propia de las sociedades divididas en clases, que para mantener su orden artificial, irracional y absurdo necesitan de un Estado que centralice y coordine las distintas formas de violencia necesarias para que dicho Orden se mantenga.
En nuestro tiempo en que conviven diversas formas de policía (estatal y privada, profesional y ciudadana), la suma de todas ellas encarna, como dijo Walter Benjamin, “la máxima degeneración de la violencia”.
Carabineros aparece en un lugar destacado en esta revisión, por su consistente labor en la defensa violenta del Orden capitalista. Si bien existían varios tipos de policías –incluyendo una Secreta– desde el siglo xix, fue el dictador Ibañez en 1927 quien unificó las policías municipales, rurales y el Regimiento de carabineros, creando esta sangrienta y corrupta institución que este mes de abril cumple 91 años. La Policía de Investigaciones fue creada en 1933, por el gobierno de A. Alessandri, separándola de Carabineros, y dejándonos desde entonces con “pacos” (“siervos” según cierta etimología) y “ratis” (palabra que proviene del lunfardo bonaerense, como inversión de las sílabas de “tira”, en alusión a su práctica de apremiar a los detenidos amarrándolos con “tiras” o cuerdas).
Carabineros debutó de inmediato con prácticas terroristas. En el agitado año de 1932, detuvieron y arrojaron al mar a Manuel Anabalón, un profesor primario, en el muelle Prat de Valparaíso. El reportero Luis Mesa Bell se puso a investigar esos hechos, siendo también detenido y asesinado. Un día después de su muerte fue encontrado el cadáver de Anabalón. El poeta creacionista Vicente Huidobro dedicó en esos años un ataque contra un poeta/policía amigo del estalinista Neruda y que provenía de esos ambientes.
En ambos casos los victimarios eran de la Sección de Investigación de Carabineros de Chile. Dicha sección, de triste memoria, es la antecesora de las actuales S.I.P (que como se señala en la web “es la rama de Carabineros que más parecido tiene con la PDI dado que comúnmente sus funcionarios no trabajan con el uniforme ni con los vehículos tradicionales. Tienen a su cargo investigaciones ordenadas por la fiscalía y prestan apoyo a procedimientos infiltrándose como agentes civiles”).
Desde 1974 existe la Dirección de Inteligencia de Carabineros, responsable entre otras cosas del secuestro y degüellamiento de 3 militantes del PC en 1985, y que en 1990 pasó a llamarse DIPOLCAR. De esas filas provenía el exdirector Bruno Villalobos, así como Gonzalo Blu y su ejército de montajistas, caídos en desgracia hace poco en medio del multimillonario desfalco y la pelea con la Fiscalía, otra expresión siniestra del sistema represivo, en el marco de la Operación Huracán. Durante su mandato el lema que escogieron era más claro que el agua: “somos la frontera entre la delincuencia y la ciudadanía”.
1.- Aclaración: El descubrimiento de estas carátulas lo hizo
Joe Molina, quien se las entregó a Claudio.
2.- 100 copias del caset re-editado y remasterizado se están
distribuyendo, en disquería Tres Oídos, que queda entremedio de las Torres de Tajamar,
cerca del puterío VIP de Passapoga, y que sólo abre jueves y viernes de 16 a
20, y sábado -no recuerdo el horario- (o sea que con razón siempre que paso por
ahí está cerrada).
SUPERSORDO, “Supersórdido”, caset, 1992.
Me cuentan que debido al
afortunado hallazgo de una caja con carátulas por Claudio (que era el vocalista
de la formación noventera conocida como Supersordo), habrá una reedición
remasterizada en caset de esta vieja gloria. Buen momento para comentarla
entonces, en base a la escucha de los audios ya trabajados por el maestro
sónico, el ingeniero Gomberoff. Excelente hallazgo en todo caso: me hizo
recordar que gracias a uno de Mick Jones hace unos cuantos años pudimos conocer
como sonaban originalmente las canciones del “London Calling” (la verdad es que
sonaban harto más pobres sin toda esa producción de Guy Stevens, pero en fin:
¡son materiales sagrados y uno quiere saber cómo fueron evolucionando!).
Antes de poner play recordé que
yo tenía este caset, pero lo dejé ir. Mi memoria retrocede, 25 años y…llego
hacia esos extraños y primero abúlicos años que ahora llaman de
“postdictadura”. La transición, o transacción, que nunca acababa, y aún al día
de hoy tengo dudas de si alguna vez en realidad acabó.
Lo cierto es que para ese
entonces yo recién me había separado de una larga militancia izquierdista (dos
años en la JS, 1 año en las JJCC, y 4 años en el trotskismo), me atraía el
anarquismo que recién se estaba empezando a reorganizar tras décadas de
ausencia, y uno de los amigotes anarcos que al igual que casi todos amaba a
bandas como La Polla Records y también estaba bastante pendiente de la
actividad de Fiskales y otras bandas locales, llegó diciendo que había visto
junto a Fiskales una banda nueva realmente diferente a todo el resto, que se
llamaba Supersordo. Tomé nota, y el nombre me llamó mucho la atención….poco
tiempo después andaba perdiendo mi adolescente tiempo (ese año de 1992 cumplí
21 años de edad, lo que hasta ese entonces era la “mayoría de edad”…y justo en
ese momento modificaron las leyes y la bajaron a 18: o sea, me perdí como 3
años de mayoría de edad, pero no se preocupen: he tratado de recuperarlos hasta
ahora, y creo aun ser más o menos fiel a lo que fui entre los 18 y los 21
años). Bueno: estaba yo perdiendo el tiempo en Eurocentro…deben tener en cuenta
que en esos años no existía internet, nadie había visto ni un celular ni un
computador, y la música sólo la podías encontrar buscándola en disquerías,
caseterías, o en las piezas de los amigos…Aparece en vitrina el caset, todo
amarillo con unos dibujos en negro, bajo el sello de Toxic records (o no
recuerdo si sólo hacían la distribución) y un precio razonable que también ya
olvidé pero debe haber sido algo así como dos lucas.
Lo compré, y el tipo de la tienda
me dijo algo que luego hablando con los miembros de la banda nunca pude
verificar de a dónde sacó: un tipo rapado al cero con una polera que decía
S.S., así como en el estilo de letras usada por la famosa organización nazi,
era quien los distribuía, y decía que SS era por Super Sordo. ¿Mito urbano? La
cosa es que ninguno de los cuatro integrantes tenía puta idea de a quién se
refería, ni de la existencia de una tal polera. El dato era bastante exótico,
pues en esos tiempos ya pululaban varios skinheads nazis por ahí, aparecían en
incursiones punitivas anti punk en varias tocatas, generalmente con éxito
rotundo por el miedo que generaban, y hasta tuvieron encuentros con miembros de
Supersordo, aunque en uno que me fue relatado y que habría ocurrido por ahí por
el Bellas Artes, los fachos salieron trasquilados…En el suelo quedaron trozos
de un bate de béisbol que según cuentan tenía esvásticas dibujadas con lápiz
pasta…Poco glamorosos los nietos de Hitler y Serrano.
En su momento puse play al lado
A, que parte con un extraño instrumental con aullido llamado “Represión
espacial”, y re-escuchando ahoratengo
la misma sensación de que en base a ese puro tema no da aún para hacerse una
idea de lo que iba a ofrecer este combo durante su destacable existencia. Más
clara queda la cosa cuando pasan a “Terrorismo terrestre”. Si bien “la crítica”
hablaba entonces y ahora de las influencias de Sonic Youth y Black Flag, a mí
me parece que la más notoria era la de Scratch Acid/Jesus Lizard, tanto
instrumental como vocalmente hablando. Pero lo más llamativo era la lírica: hoy
en día no es nada excepcional toparse con rayados tipo “HUMANX PLAGA” o “+
GATXS, - PERSONAS”, y hasta ha surgido toda la derivación “ecoextremista” del
anarquismo insurreccional, que defiende el atentado indiscriminado contra
personas, y que celebra terremotos y nevazones como manifestación de “la
naturaleza salvaje”. Pero en ese entonces no había nada de eso, y por eso
sorprendía tanto que después de referirse a una represión en el espacio, SS
diera expresión a la revancha de la Tierra contra los humanos: “tú la estás
tratando de matarrrrrrrr, pero ella se sabe defenderrrrrrrr” y “muchas veces
pagan aquellos que no deberían hacerlo” grita Claudio, con su chillido
característico y la banda insiste e insiste en un riff que incluye un poderoso
efecto de “bajón” al ir descendiendo en la escala de notas y del sonido hacia
las catacumbas sónicas de esta extraña forma de rock de los 90.
El tercer tema, “Rompe el hielo”,
me imagino que era una especie de declaración de principios juveniles del
momento, y siempre me pareció un poco inocente, al menos políticamente. El
vocalista se pregunta “cuando acabaremos con la irracionalidad y construiremos
en vez de destruir”, y además anuncia que “llevaremos flores a los muertos por
ideología”. Yo y mis amigos en cambio creíamos que era necesario destruir
primero, y quedaba (sigue quedando) mucha labor de demolición por hacer (tanto
en la crítica teórica como en la crítica práctica). En esos años el
encapuchamiento y las “salidas” (a la calle) seguían siendo una actividad
central, no tan minoritaria aún, y a todos nos encantaba. Nos gustaba tanto que
al menos en Macul con Grecia, cerca de mi casa, se practicaba puntualmente
todos los jueves. Demostrábamos nuestra energía vital en continuidad con los 80
y marcando así nuestro rechazo y profundo asco por Pinochet, Aylwin, la
transición, democretinos, sociolistos, el P”C”, etc. Y nos preocupaban nuestros
muertos (no eran pocos) pero ciertamente que no queríamos homenajear a todos
los “muertos por ideologías”, que en rigor deberían haber incluido en la lista
al senador Jaime Guzmán y a otro puñado de fascistas que de una u otra forma
fueron ajusticiados en esos años…Tampoco nos gustaba mucho esa canción ska de
los BBs Paranoicos donde hablaban de los “rojos populares” y los fachos como
equivalentes, aunque estábamos claros en que morir por la patria era propio de
sacos de huevas (“Muere por la patria sacoehuea!”. Esa parte sí que nos
gustaba).
Pero tal vez desde el punto de
vista de SS se estaban refiriendo a algo muy diferente. Pues en efecto en esos
años la “escena punk” era bastante poco creativa. Se dedicaba más a venerar un
par de bandas/pandillas locales, y a pelear con las bandas/pandillas rivales (y
por lo general, a huir juntos entre todos cuando se asomaban los nazis o la
policía). Habían pocos fanzines. Muchas bandas no editaban casi nada de
material, y menos aún se les ocurría hacerlo de manera autogestionada. La onda
punk, que llegó a Chile como una moda visual antes que con los contenidos
políticos a ella asociados, vegetaba en actitud autodestructiva, y en ese
sentido es que cuando el cantante irrumpe con “Rompe el hielo, hazte escuchar,
grita grita grita!!! tal vez estaba en realidad llamando a tomar las armas de
la creatividad.
En fin: esta canción sonaba un
poco “grunge”, y eso era peligroso porque en esos tiempos fue cuando se puso de
moda el “rock alternativo” y todos sus apestosos derivados. SS podía ser metido
en ese saco por publicaciones de mierda como la Zona de Contacto (redefinida en
general en la jerga callejera como la “Zorra de contacto”), aunque por supuesto
eran un animal muy diferente, y eso quedaba claro a poco andar.
(El manuscrito se interrumpe
aquí, por varias semanas…)
Seguimos…(putas que cuesta
sentarse a escribir algo y terminarlo en un tiempo razonable (¿“Tiempo
razonable”? jajajaja: ni me acordaba de esa vieja canción hardcore)):
OK, seguimos con el lado A de la
cinta. Luego del tema anterior que como ya dije no es lo mejor del álbum, viene
una de sus joyas: “El patio, el limón y las hormigas”. Supersordo abandona el
terreno generacional más macrosocial/político para centrarse en un particular
microcosmos: el mundo en que alguien puede ser “dios de las hormigas orinando
desde un árbol”. Esa pequeña gran historia se entrega en formato de mini canción
hardcore, no sonando para nada como Descendents o Minutemen pero en cierta
forma en el mismo espíritu de crear universo entero a gran velocidad y dentro
de muy pocos segundos de duración. Además, ¿qué ebrio o volado o simplemente
contemplativo ser no se ha dedicado a pensar en cosas tales como la diferencia
de escala y cosmovisión entre los humanos y los insectos, y los efectos en el
entorno ambiental del “agüita amarilla”, generalmente propulsada por la ingesta
de grandes cantidades de cerveza, cuando no queda otra que dejarla salir y caer
en el mundo natural o artificial en que habitamos.
Después de esa miniatura tan
disfrutable viene otro de los momentos clásicos de este álbum: el hit “Mi
padre”, que en cierta forma es un equivalente más siniestro del gran himno de
Descendents “My dad sucks”, pero en lenguaje ya no de HC punk rápido, sino que
mucho más viscoso y oscuro. “Tengo miedo de mi familia, sobre todo de mi padre”.
No es raro: de hecho, “famulus” designaba originalmente a un grupo de esclavos,
y el pater familias de la antigua
Roma era el único sujeto libre del grupo familiar, quedando todos los demás
integrantes sometidos a sus diversos poderes (sobre la mujer, sobre los hijos,
hijas y esclavos/as). Siniestro, ¿no? Y el mérito de SS es que en esos años
todavía no era un tema tan central como ahora la cuestión de la llamada
“violencia doméstica”. El Código Civil hacía todavía distinciones entre hijos
legítimos e ilegítimos, y facultaba a los padres para “corregir y castigar
moderadamente” a sus retoños. Pero criticar a la familia no era bien visto, y
puedo declarar como testigo de oídas lo que me contaron diversos compañeros
acerca de cuándo Supersordo tocó en el patio de la Escuela de Derecho de la
Universidad de Chile en el contexto de unas pretenciosas semanas de “Arte en
Derecho” que se hacían una vez al año. Mientras la banda se entregaba al arte
del rock and roll oscuro interpretando este gran tema, les cortaron la energía
eléctrica y hasta ahí nomás llegó su arte en derecho. Las malas lenguas decían
que la iniciativa de ir a exigir que la cortaran (literalmente) con esto habría
provenido de una chica hija de un famoso periodista, que ahora es la esposa del
famoso opinólogo C. Warnken. Puede ser, puede ser…en esos tiempos yo ya me
asomaba pocazo a ese antro leguleyo y prefería visitar los pastos del
Pedagógico, donde la gente era mucho más interesante y se veía más y mejor lo
que se choreaban entre todos en el supermercado de la esquina. Recuerdo en todo
caso que esa chica usaba en su mochila el feo símbolo de la falange
democristiana.
Así, casi sin darnos cuenta, a la
canción “Mi padre” le sucede casi de inmediato “Inocente”, que si mal no
recuerdo era el momento en que el bajista tomaba el rol de voz cantante, y en
el coro le dice a una niña: “quieres ser dominada, aplastada, pisoteada…hasta
el fondo, eso te gusta!”. No suena muy feminista para los estándares actuales,
pero en fin: un texto es lo que es, y queda a uno interpretarlo como
apologético o crítico o meramente descriptivo. (Nadie diría que “Corazones” de
los Prisioneros es machista, o que los Dead Kennedys eran fascistas por haber
hecho la canción “Maten a los pobres”, pero bueno: hay algún porcentaje de
tarados que toma todo al pie de la letra y podría no entender bien estos mensajes.
No es mi problema).
Y por si fuera poco, para
terminar el lado A agregan las “Herbosas praderas del Tíbet septentrional”, que
a mi juicio es uno de los puntos más altos a que llega la banda en toda su
trayectoria, tanto musical como líricamente. O sea…cuantos otros ejemplos tiene
uno de canciones que empiecen diciendo cosas como “Querida, por favor, dile a
los chicos, que bajen a buscar un balón de gasssssssss”, y de ahí todo se
sumerja en las profundidades del sonido que a estas alturas ya es SS en estado
puro, un microcosmos de caos/orden siempre en tensión, y en donde finalmente
interpelan al Padre Eterno que sería Dios preguntándole “¿por qué me has
abandonado, si serví a la patria con tanto amor?”. Ahora uno escucha esto y
piensa en los vejetes criminales de lesa humanidad apilados en el confort de la
cárcel especial de Punta Peuco, pero en los 90, en esos años….¿en quién o en
qué se pensaba? No lo sé, o simplemente no me acuerdo.
Ahora es cuando habría que dar
vuelta el caset, y ponerle PLAY al lado B.
El lado B parte con “Avión a
Cuba”. En otro texto reciente (“Barricadas a-go-go”, publicado autónomamente
por 2&3 DORM Excursos, y junto a otros 3 escritos dentro del libro
“1-2-3-4” de Ercilla ediciones, Buenos Aires) me he referido a la verdadera moda
de secuestrar aviones para irse a lugares que en la Psicogeografía de la época
eran vistos como centros revolucionarios. En Chile el año 1969 dos adolescentes
“con gusto a leche” (como dijo la prensa) lograron desviar un avión hasta el
norte de Chile, pero no llegaron a Cuba pues fueron reducidos por el propio
personal aeronáutico y encerrados luego en una cárcel de menores. En Japón en
1970 un comando del autodenominado Ejército Rojo secuestró una aeronave y logró
llevarla hasta Corea del Norte, donde todavía están, incluyendo al famoso ex
bajista de Les Rallizes Denudes, Moriaki Wakabayashi. En fin: en el Chile de
esos años por lo que recuerdo los únicos que pidieron “un avión a Cuba” fueron
los asaltantes de una tienda de videos en Santiago centro, en el famoso
incidente que diera lugar al film “Johnny Cien Pesos”. No les resultó, y fueron
detenidos por la poco gloriosa y muy cerda policía uniformada de la República
de Chile. Pero SS hizo esta canción, aunque nunca he entendido muy bien de qué
se trata, y tal vez es mi imaginación ultraizquierdista nunca bien apagada la
que me hace ligarla a estos eventos: “yo, me voy, con una condición, un avión a
Cuba….desesperaaaaadameeeente”. Gran material.
Tras el paso del avión, llega
“Come, trabaja, duerme”. Tal vez un título así encierra la mayor dosis de
crítica social que uno podría dirigir a un sistema que en efecto consiste en
nacer, estudiar, ver tele, trabajar, carretear, tener resaca, enamorarse varias
veces, y después morir. (De hecho, la otra vez quería grafitear esa consigna en
una pared cerca de mi casa, donde están construyendo algo que debe ser un
edificio de mierda pero aún no sabemos. Los grafiteros de nuestro tiempo rara
vez ponen algún contenido de algún tipo que valga la pena, y por lo general se
limitan a marcar su “tag” tal cual un perro o gato marca la calle con sus
meados. Finalmente no lo hice nunca, y ahora está rayado: “Tía Valeria, la
extrañamos un montón”. ¡No se puede negar que hay un cierto mensaje allí! Pero
no sé si valga la pena hacerle eso a una pared ya de por sí bien fea). El lado
más existencial de las letras de SS asoma acá, para ser sucedido por más
líricas interesantes en “Morir de amor”, canción con un riff que era un clásico
instantáneo, y que no tiene mucho que ver con el hit del mismo nombre de Miguel
Bosé. Amor y desamor mueven al mundo, y acá escuchamos al cantante decir: “Y
sin embargo, tu amor es sólo un pretexto. La culpa fue de la inquieta
angustia”. Mmmmm, no sé por qué, al releer esa frase me acordé de la lírica de
King Gordo, que por cierto me atrevería a afirmar que debe haber bebido de esta
influencia, aunque tampoco estaría 100% seguro de ello.
La “critica de la ideología”
vuelve a ser tema en “Ismo”. Una nueva dosis de HC punk a lo Supersordo, donde
en sintonía con una época que proclamaba el “fin de las ideologías” se
despachan a varias, una tras otra: fascismo, terrorismo, nazismo, estupidismo, fisicoculturismo.
Como ahora sabemos, finalmente la época aquella fue la más ideológica de todas:
se proclamó la muerte de las ideologías más exóticas, para salvar la ideología
en sí misma, que sólo triunfa completamente cuando ya no se le reconoce como
tal, y se impone en tanto falsa conciencia como algo natural a todo el mundo.
Nunca entendí mucho, eso sí, la parte donde dice “mamas de una ideología
extranjera, que no encaja en el lugar donde tienes tus pies”. Me recuerda un
poco la curiosa similitud entre el rechazo de Pinochet al “marxismo
internacional” y los señalamientos de grupos mapuche radicales como la CAM y la
RAM que rechazan al marxismo y el anarquismo como “ideologías revolucionarias
europeas” (es decir, son críticos con los aportes del movimiento obrero
clásico, pero no así con el concepto de “nación”, que de hecho reivindican a
fondo). Como no soy ni nacionalista ni internacionalista sino que me considero
un ser humano y punto, la cuestión de la “procedencia” de las tendencias,
ideologías o modas me da un poco lo mismo (por ejemplo, he conocido
izquierdistas que odian el jazz por ser “gringo”. No sé si frente a eso
preferirían escuchar a los Huasos Quincheros…).
La quinta canción del lado B,
“Posición de altura”, es una de mis menos favoritas. No sabría decir por qué….
“Yo no sé por qué hay gente que se siente superior. Yo no sé por qué será así”.
Una vez más, la letra me parece de un candor algo ingenuote (no es una ofensa:
así mismo he calificado a Les Rallizes Denudes, aunque no por las letras sino
por ciertas estructuras melódicas que usan a veces, por ejemplo, en “The night
of the assasins”). Y la música no está mal, pero no es el SS más denso que
todos aprendimos a amar.
Sí que lo es en cambio, “Tan”, el
tema final del lado y de la obra que estamos comentando (aunque en youtube veo
que se llama “6 tan”. ¿Seitán? Estoy confundido….). Da la impresión de que SS trabajaba
en los límites de la definición misma del “rock” en tanto forma estética, pero
sin salirse totalmente de dicha entidad (o sea, no hay pretensiones de
“post-rock”), sino que más bien dedicándose a hostigarla por distintos lados.
Escuchando esto vuelvo a comprobar que es Scratch Acid su mayor inspiración o
influencia, conceptos casi sinónimos, pero no totalmente: uno puede
“inspirarse” por algo sin que necesariamente el resultado denote dicha
influencia…en fin…es complicado…tengo calor, tengo sed, quiero dejar de sacar
la vuelta en mi trabajo e irme a mi casa a fumar algo, huir de la luz solar, y
sumergirme en un mar de ruido del tipo que alguna vez el guitarrista de esta
formación denominó como “rock desgraciado”.
Un recuerdo final que asomó en lo
que me queda de memoria: carreteando en 1994 con unos catalanes que había
conocido en Granollers y el pueblo vecino de La Roca, sobre un auto escuchamos
mi copia del caset a buen volumen, acompañados de una botella de champán que
como no teníamos plata uno de los nuestros tuvo que ganar en una feria, en el
tiro al blanco. Les gustó harto, así que me pareció justo dejárselos, para
retribuir el que hayan sido tan buenos anfitriones que incluso me hicieron
copias de dos albums esenciales del rock que yo no conocía todavía: “Raw power”
de los Stooges y el primero de MC5. Así da gusto. ¿Qué será de toda esa gente?
“Esta perspectiva no es exclusiva de Francia, sino que es
internacional. Es el sentido total del movimiento de las ocupaciones lo que
habrá que comprender en todas partes, cómo el ejemplo de 1968 desencadenó o
elevó la gravedad de los problemas a través de Europa, América y Japón”
(“El comienzo de una época”, Internacional Situacionista N° 12, septiembre de
1969).
JAPOS CAN´T?
El japonés más famoso de la
historia de la música y cultura del “rock” no se hizo conocido en Japón sino
que en Alemania Occidental: Damo Suzuki,
con CAN, banda formada en la ciudad
de Colonia en 1968, cuya nombre en sigla a veces se ha dicho que correspondía a
Comunismo Anarquía Nihilismo ¿será verdad? Lo que sí es verdad es que en los
inicios de sus andanzas el público alemán se reía de ellos porque no sonaban
como el modelo de banda anglosajona de rock and roll, y les decían los “Can´t”
–o sea, los “no les sale”, o algo así- (1).
Algo similar podemos decir de la
japonesa más famosa: Yoko Ono, que
se empezó a hacer conocida en Nueva York por su asociación con John Cage y el movimiento Fluxus de George Maciunas en la primera mitad de los 60, antes de hacerse
archifamosa (y hasta odiada) por su relación con su tercer esposo: John Lennon de los Beatles, olvidando en general que Ono venía trabajando en el mundo
del arte de vanguardia desde hace unos cuantos años.
Por supuesto que todos amamos a
CAN con o sin Damo, y los camaradas de The
Fall hasta cantaron sobre “ser Damo Suzuki” en un simpático álbum de los 80
(“I am Damo Suzuki”, en el álbum This
nation´s saving grace, de 1985), y reconocemos la importancia de ciertos
artefactos de Ono/Lennon como el álbum Fly
(de 1971).
Pero ahora no queremos hablar de
eso, sino que trasladarnos a la siguiente escena: el Japón de los 70, la década
que a nivel global combustionó lento y sin parar desde el impresionante trienio
1967/8/9 hasta su explosión final hacia 1977, seguido de una derrota total que
tal vez nunca se expresó más claro que en el orwelliano 1984, y después, 1989
(¡según algunos el 89 fue el 68 al revés!). En esta mitología destacan también
los años 1971 (“estamos celebrando los 100 años de la Comuna de París” decían
los de la Angry Brigade en algunos
comunicados reivindicando atentados explosivos), 1973 (fracaso de la “vía
pacífica al socialismo” en Chile, de la cual se sacaron lecciones tanto en el
campo reformista como en el revolucionario), y cabe señalar que el 77 tenía un
significado especial tanto para los punks como para los rastafaris (que creían
que el Armagedón se iba a desatar el 7 del 07 del 77), como también para los
comunistas radicales influenciados por Amadeo
Bordiga, que según cuenta Francesco
Santini en Apocalipsis y
sobrevivencia profetizaban la revolución proletaria para ese año(2).
Poco es lo que se sabe de esa
historia. Ni en su versión “artística” ni en si versión “política”.Menos aún, en la perspectiva combinada, o
sea, mirándola desde “el punto de vista de la totalidad”. O, como decían otros
camaradas, desde una “crítica unitaria del mundo”, es decir, “una crítica
pronunciada globalmente contra todas las zonas geográficas donde se haya
instalado algún poder socioeconómico separado y contra todos los aspectos de la
vida”(3).
Este texto intenta aportar a una
reconstrucción del ambiente revolucionario de esos tiempos, centrándose en
Japón, con sus tormentas de feed-back y barricadas a-go-go, empleando un
concepto de “escena” que integra y supera la distinción entre arte y política.
(…)
INFLUENCIAS OCCIDENTALES EN JAPÓN E INFLUENCIAS JAPONESAS EN OCCIDENTE.
DISOLUCIÓN DE VARIAS BARRERAS GEOGRÁFICAS Y SOCIO-MUSICALES
“Soy más japonés que los japoneses” (Karlheinz Stockhausen).
Dada la hegemonía clara de formas
de “música occidental”, nos guste o no, todas sus formas se mezclan y reciben
diversas formas de uso, tergiversación y readaptación tanto en otros centros
imperialistas como en todas las periferias a la larga …Los izquierdistas más
reaccionarios chillaban de rabia al ver a los jóvenes distraídos con guitarras
eléctricas y dejándose el pelo largo. Pero en Japón aquí y en la quebrá del ají
se desarrollaron en estrecha competencia dos fenómenos inevitables: expansión
de la contracultura como una variedad de crítica radical de la vida
cotidiana/mercantilización y a la vez intentos permanentes y sistemáticos de neutralización
de dicho potencial crítico de la cultura juvenil, como maniobra ya
especializada de la industria cultural (el último y más claro caso: véase como
manejó al PUNK, pero así y todo, los resultados son ambiguos y ambivalentes…)(4).
A grosso modo uno podría señalar
que en retrospectiva la mayor influencia sónica que dejó la producción de
artefactos musicales a inicios de los 70 puede sintetizarse en los ejemplos de Black Sabbath y John Coltrane. En ambos casos, trato de dejar de lado mis gustos
personales: me concentro en lo que creo sintetiza mejor el nivel de desarrollo
de las “fuerzas productivas estéticas” de esa época, y que yendo mucho más allá
que su envase meramente comercial, eran dos tipos de materiales que
emblemáticamente llamaban a mucha gente a atreverse a explorar el sonido, sea
con un “cuernófono” (no me refiero bajo esta denominación al teléfono de los
Picapiedras, sino que a cualquier tubo o material natural o sintético que sirva
como base de un instrumento de viento, artefacto que tiene a su favor el hecho
de poder hacer harta bulla sin necesidad de enchufarlo a la corriente
eléctrica, a diferencia de la instrumentación usual del rock), o con el formato
clásico del combo de hard rock:
guitarra, bajo, batería y micrófono de voz (5).
Si Ud. discrepa de mi elección se puede acudir a alguna otra dupla de combo
rock e instrumentista de jazz: Ornette
Coleman y Stooges, Velvet Underground y Miles Davis, MC5 y Eric Dolphy, The Who y Cecil Taylor, etc. Aunque no: Cecil Taylor toca piano, no vientos.
En fin. La idea es la misma.
Para el caso de la (contra)
cultura japonesa de esos tiempos, por alguna razón, y tal como lo ha destacado
en entrevistas el señor Keiji Haino,
por alguna razón insisto la dupla más influyente y mítica fue la de Blue Cheer y Albert Ayler. A medio camino entre ambas víasse citaba también la influencia de los
alemanes de Guru Guru (un
caleidoscopio de rock ultradenso pero humorístico y fragmentado a morir, nunca
superado en los niveles de expresión que alcanzan sobre todo en el álbum UFO de 1970 (6),
y en menor medida en Hinten de 1971).
Y no me cabe duda de que por ahí van las influencias expresadas notoriamente en
agrupaciones de Haino como Lost Aaraaff
y Fushitsuha (proyecto que mantiene
hasta el día de hoy).
De todas formas, si no todos los
japos de que hablaremos eran seguidores entusiastas de Ayler, es fácil imaginar
el impacto de la gira que hizo Coltrane en 1966, que está documentada en una
caja de 4CDs, con una formación propia de su última y más furiosa época (en vez
del cuarteto clásico: Pharoah Sanders
en saxos tenor y alto; Alice Coltrane
en piano; Jimmy Garrison
–sobreviviente del cuarteto- en contrabajo; Rashied Ali en batería). En este set la famosa y adorada “My
favorite things” (versión de Rodgers-Hammerstein) dura 57 minutos y ocupa el
cuarto CD entero. En los 44minutos de
“Leo” en el disco tercero Trane y Pharoah se dan tiempo hasta para retarse a
duelo con los saxos altos que les acababa de regalar Yamaha…
El power trio Blue Cheer es algo
más antiguo que Black Sabbath, y fueron los auténticos pioneros del sonido del
heavy metal, pero por la influencia avasalladora de los chicos de Ozzy (junto a
otros megavendedores de hits como Led Zeppelin yDeep
Purple), terminaron siendo injustamente relegados a un lugar casi de culto
(junto a otras dos grandes B del género Heavy Metal: Budgie, y Blue Oyster Cult).
Lester Bangs alababa el efecto
sonoro de la ineptitud de la guitarra, y por esa vía los ubicaba entre el
panteón de los pioneros del Ruido Horrible. En A reasonable guide to horrible noise (1981) Lester decía que:
“Estos tipos pueden haber sido la primera verdadera banda de heavy metal, pero
lo que importa acá no es si Leigh Stephens dio nacimiento a ese gruñido de
macho antes que Mark Farner –de Grand
Funk- (ambos se lo robaron a Hendrix) sino que sus overdubs de guitarra
sub-sub-sub-sub Hendrix se encuentran unos con otros tan ineptamente que
convergían en una atonalidad realmente vivificante”. Sus dos primeros y más
relevantes albums, Vincebus Eruptum y
Outsideinside eran de 1968, justo el
inicio del período que estamos analizando aquí, y tienen toda su marca
registrada de uso/abuso del feed back y agujeros negros de puro ruido
eléctrico.
Ayler podría ser visto como hijo
de Coltrane, pero en realidad lo que más bien ocurrió fue un proceso de influenciamiento
recíproco en el más alto nivel de la expresividad y creatividad individuales.
Sin el sonido de Ayler, no podríamos ni imaginar el nivel de intensidad y
expresión humana pura a que llegó Coltrane en su tramo final, justo antes de
morir. Además, creo que es evidente que es la escuela ayleriana del free jazz
la que mayor efecto de inspiración y contagio hacia otras formas musicales ha
tenido…lo cual resulta evidente si escuchamos al Capitán Beefhearty su Banda
Mágica de fines de los 60, a los Stooges, MC5 y otras bandas que se atreven
a incorporar el “chantofón” (7) a
su sonido.
Pero en el año de nuestro señor
de 1966 no fue sólo Coltrane quien visitó Japón, sino que ese mismísimo año fue
la gira japonesa de los Beatles -con enorme despliegue policial
dadas las amenazas de odiosos estudiantes reaccionarios y nacionalistas-, que
hicieron 5 conciertos en que tocaron siempre el mismo set de 11 canciones (8), y
la visita por un espacio más largo de tiempo del compositor alemán Karlheinz
Stockhausen. No es posible exagerar
el diferente pero de todas maneras profundo impacto de cada una de esas visitas
ilustres en el desarrollo de la escena que estamos analizando aquí. Por si
fuera poco, en 1962 había visitado la isla el compositor norteamericano John
Cage, en el memorable evento titulado JOHN CAGE SHOCK, que entre
otras cosas marcaron el debut de las performances de Yoko Ono. En esa ocasión,
decidió poner micrófonos en los WC del baño del teatro en que Cage se iba a
presentar, amplificando los sonidos en la sala. Las influencias van en todas
direcciones: ya antes la música de guitarras de los Shadows y los Ventures
había causado gran entusiasmo en Japón, de la mano de la fabricación de miles
de guitarras eléctricas y el surgimiento del sonido eleki. La gira de los Beatles inspirará el surgimiento de decenas
sino centenares de bandas juveniles que, por no poder pronunciar bien “rock and
roll” (lock and loll) prefieren
denominarse como “Group Sounds”. Mientras, tanto Cage como Stockhausen
aprovechan de entrevistarse con el filósofo zenD.T. Suzuki. En esos años John Lennon telefoneaba constantemente a
Stockhausen, que acababa de tener una estadía en Gringolandia donde pudo ver en
vivo a Jefferson Airplane y declarar que le habían “volado la cabeza”, y
dos de cuyos discípulos en Alemania eran los miembros fundadores de CAN (9),
y en el Album Blanco de los Beatles
se incluye la magnífica pieza de musique
concréte llamada Revolution N° 9…
Todas las barreras del mundo separado se empezaban a derretir, lo cual parece
un signo claro de épocas revolucionarias.
En todo caso, no sería una visión
completa fijarse tan sólo en la influencia que va desde el Oeste al Este, sino
que hay que tener en cuenta el largo proceso, muy bien descrito por Julian Cope
en su libro, que va también en un sentido opuesto, que comienza ya a inicios de
los 60, y que deriva en una especie de obsesión occidental por todo lo
orientaloide en general (estética, filosofía, música) y lo japonés en
particular. En ese proceso juegan un rol importante no sólo los artistas
sonoros y/o visuales como Yoko Ono y su primer esposo, Toshi Ichinayagi (un pianista de formación académica rigurosa y
discípulo de John Cage, que fue el primer artista en interpretar las obras de
Cage en territorio japonés, y que como veremos luego de su proceso de
psicodelización terminó colaborando con bandas como los Flowers), además de formaciones tan singulares como el Group Ongaku y después los Taj Mahal Travellers, sino que también colectivos
de arte subversivo como los Hi-Red
Center, uno de cuyos miembros, Genpei
Akasegawa, fue perseguido, juzgado y condenado por “falsificar” moneda
japonesa como parte del sobre en que se enviaban invitaciones a una de sus exhibiciones
en Tokyo.
Los Hi-Red Center a su vez
influyeron al movimiento Fluxus de Nueva York, donde fueron invitados por
Maciunas en el año 1966, ocasión en que difundieron un interesante poster/mapa
de Tokyo con las acciones directas urbanas que habían realizado desde 1963,
además de ejecutar las propias en Nueva York, incluyendo su detallada operación
de limpieza de la calle en Grand Army Plaza, dejando su sello: pintar una parte
de la plaza con su color rojo característico.
1.- El mito dice que Jaki Liebezeit y Holger Czukay (respectivamente baterista
y bajista de Can) encontraron a un raro personaje japonés cantándole al sol a
guata pelada en una plaza en Munich, justo el día que tenían que dar un
concierto en dicha ciudad, y a ambos les pareció adecuado invitarlo a cantar,
sin ningún ensayo previo. Damo reemplazó así al vocalista afroamericano Malcolm
Mooney, que había acompañado a la banda en los primeros tiempos dejando su
registro en excelentes albums como Monster
Movie y Delay 1968 y que tras severos
problemas de salud mental se devolvió a EE.UU. En la cumbre del sorpresivo
éxito que empezó a tener la banda, entre 1970 y 1973, Damo se casó con una
testigo de Jehová alemana y abandonó el rock and roll por un buen tiempo. Para
la posteridad quedó su participación en albums como el doble LP Tago Mago (1971), Ege Bamyasi (1972) y Future
Days (1973). En el álbum Soundtracks
(1970) hay temas con Malcolm y temas con Damo. Para una historia de la banda es
recomendable el capítulo “Can: No Führers” en el libro Future Days. El krautrock y la construcción de la Alemania moderna,
de David Stubbs, publicado en inglés el 2014 y en versión española en Argentina
por Caja Negra, 2015.
2.- “Siguiendo la periodización
mencionada más arriba, en 1971 se cerraba el ciclo abierto en el 64 por las
revueltas de los negros y el movimiento de los derechos civiles en los Estados
Unidos. Se abría una nueva fase de espera, que sin embargo según la percepción
de los revolucionarios, debía ser breve: el 68 había reabierto la era de las
revoluciones. Sobre todo Detroit (1967) demostraba que los Estados Unidos eran
el nuevo epicentro de la revolución mundial (contra las previsiones de
Bordiga), aunque Danzig y Stettin (1970) confirmaban por otro lado la
importancia de “la zona alemana” (con Bordiga). Es cierto que la teoría es
previsión o no tiene razón de ser; pero la profecía basada en cálculos exactos
de los ciclos de crisis, tal como fuera formulada por Bordiga en los años
cincuenta, se convirtió para nosotros en un “artículo de fe” tomado medio en
serio, por cuanto venía a resolver todas las dudas teóricas: una profecía mencionaba el año 1975; otra,
más precisa y específica, indicaba el 77 como la fecha de una crisis y de una
violenta convulsión del capitalismo: para nosotros ésta era, sin más, la fecha
de la revolución”. Francesco Santini, Apocalipsis y sobrevivencia.
Consideraciones sobre el libro Critica
dell’utopia capitale de Giorgio Cesarano y la experiencia de la corriente
comunista radical en Italia, Comunización ediciones, 2016, pág. 61.
3.- “Definición mínima de la organización revolucionaria”, en Internacional Situacionista N° 11, octubre de 1967.
4.- Para el caso de los hippies y la contracultura de los 60, en relación a la cual
el punk funciona en parte como negación/realización superadora (“aufheben”),
valga conectar este texto con una interesante nota hecha por el traductor del
libro de Santini ya referido: “El
movimiento de rebelión que se desarrolló en norteamérica desde fines de los 40
hasta la segunda mitad de los 60 estaba fuertemente arraigado en las
tradiciones sociales oprimidas del continente: la cultura negra, las
cosmovisiones aborígenes y el movimiento obrero de los wooblies, lo que quedó
de manifiesto en su literatura, su música y el modo de vida que inspiró a los
jóvenes. Naturalmente, tales expresiones “culturales” fueron convergiendo cada
vez más con la insubordinación social expresada sobretodo en el movimiento
contra la guerra de Vietnam. La recuperación política y publicitaria de este
movimiento, bajo la forma del “underground” (sumada a la sangrienta
represión de algunos de sus componentes más radicales),tuvo algunos momentos
reveladores: la veloz decadencia del distrito contracultural de Ashbury Heights
en San Francisco; el autista festival de Woodstock y el incidente de Altamont,
donde el “poder de las flores” derivó en una violentísima batalla campal entre
hippies dopados; la alocada historia de intrigas que implicó a Andy Warhol,
Valerie Solanas y el «Manifiesto SCUM»; etc. Estos episodios ocurrieron
mientras estaban en funcionamiento las operaciones MHCHAOS y COINTELPRO de la
CIA, ambas diseñadas para neutralizar al movimiento contestatario. Se sabe, por
ejemplo, que la CIA mantuvo estrechas relaciones con personajes underground
como Timothy Leary y Gloria Steinem (apóstoles de la liberación sicotrópica y
del feminismo, respectivamente) y que tuvo mucho que ver en la proliferación de
drogas desestructurantes y contenidos culturales reaccionarios encubiertos bajo
una apariencia emancipadora”. F. Santini, Apocalipsis y sobrevivencia,
Comunización ediciones, 2016, nota 14, págs. 94-95.
5.-En rigor esa es la
instrumentación básica del “rock pesado” en sus diversos formatos. Debo la
aclaración sobre este punto a mi hijo, que cuando tenía como dos años de edad
una vez me dijo: “para tocar ´Iron man´ se necesita una guitarra, un bajo,
batería y xilófono”. Yo lo refutaba diciendo “no hay xilófono en Black
Sabbath!”, hasta que me di cuenta que por “xilófono” él quería decir “micrófono”…Y
tenía toda la razón: el instrumento o artefacto que usa el vocalista es el
micrófono, y todo el rock (a pesar de la moda relativamente reciente de los unplugged) se basa en las posibilidades
de la voz amplificada.
6.- Es difícil describir la música en palabras, pero acudiré a David Stubbs que ya
refirió este álbum de manera bastante adecuada: “Hay fragmentos de wah-wah que
se pierden, ruidos no identificables ahogados en montículos de grava. Llegado
cierto punto, uno se encuentra vadeando en un agua oxidada sumergido hasta la
cintura. Es unruido de rock crudo
apenas modificado, sometido al mismo tipo de aniquilación por abstracción que
se había abatido sobre el jazz en su fase histórica terminal ‘free’. Crescendos
ensordecedores escalan a una confrontación brutal con los escombros recién
dinamitados de todos los preconceptos sobre la forma, la dirección y el origen
del rock (…)”. En cuanto a comparaciones, Stubbs dice que “partes del disco
hacen que Throbbing Gristle suene
como Depeche Mode”, y que “solo en
años recientes, en su fase tardía y de madurez –y aún así solo en sus márgenes
exteriores, a decir verdad, el metal se ha acercado a una forma similar de
tocar, a algo de esta intensidad y densidad viciosas” (Krautrock, págs. 311 y
312. Al igual que Can, Faust y Amön Düül, Guru Guru era una
banda-comuna.
7.- Chantofón: 1.- Un saxofón tocado chantamente. 2.- Un instrumento de vientocon lengüeta relativamente precario al que no
le da para ser considerado en propiedad un saxofón.
8.- Partiendo todas las veces con su versión de “Rock and roll music”, de su majestad Chuck Berry. Debo señalar que cuando redacté esta parte de mi
escrito el 17 de marzo de 2017 estaba convencido de que Berry había muerto hace
poco, así que había agregado “Que En Rock and Roll Descanse” ycuando buscaba en internet los años de
nacimiento y muerte para poder referirlos a continuación me di cuenta de que no
había muerto. Más grande fue mi sorpresa cuando un par de días después vi en la
televisión que acababa de morir, el 18 de marzo. Así que ahora sí que sí: Chuck
Berry, QER´n’RD, 1926/2017.
9.- Holger Czukay y Jaki Liebezit (Q.E.R’n’R.D, 1938/2017).
--
Ya no me acuerdo bien de cuales capítulos se habían subido a medida que el texto estaba quedando listo. Creo que estos faltaban, además de la despedida y postscriptum (ya vienen, ya vienen). Hasta el Presidente-Delincuente anda hablando huevadas sobre 1968, así que se hace urgente difundir contra-verdades básicas, como una especie de Banalidades de base.
Hay un Ciclo de cine sobre el 68, todos los lunes en Proyección, que a diferencia de la Falsificación afrancesada que gustan celebrar casi todos, de entrada define ese período desde una dimensión global.. Veamos qué pasa.
Pregunta: ¿Qué tocaba tu padre? ¿Tocaba algún instrumento?
Taylor: Tocaba ollas y sartenes.
Pregunta: ¿Tu madre tocaba?
Taylor: ¿Te refieres a la música? Bueno, todo es música, ¿no? La manera en la que uno cocina el pan, prepara los platos que comemos... puede ser algo que provoca a los sentidos a crear eso que coloreamos al llamar emociones.
Un instrumento es solo un objeto. La música viene de adentro.
El instrumento es una herramienta que hace un lenguaje en particular.
Pregunta: ¿Qué estudiaste?
Taylor: La gente.
El estudio hay que dividirlo en dos categorías: ese de la academia, y ese que viene de las áreas que están comúnmente ubicadas al otro lado de la línea del tren. En este caso en particular las líneas del tren estaban ubicadas a las
afueras de Boston en un pueblo llamado West Medford,
y ahí yo escuché otras músicas.
Cualquiera que haya
sufrido el hacinamiento y la espera tortuosa en el “horario punta”, puede
fácilmente comprender la naturaleza inhumana del sistema de transportes.
Efectivamente, este sistema no ha sido creado pensando en nuestras necesidades,
ni mucho menos en la comodidad y el placer de quienes viajamos en micro o en
Metro. Muy por el contrario, ha sido planificado con la misma racionalidad
egoísta y calculadora con la que un empresario compra camiones para transportar
animales hacia el matadero: no importa el bienestar de las personas,
lo que importa es el bienestar de las empresas.
Es decir, el sistema
está creado para hacer de lxs asalariadxs, y de sus hijxs, una fuente
permanente de acumulación de capitales: explotadxs directamente en tanto
trabajadorxs, y además como “usuarios” de un servicio por el cual debemos
pagar. El hecho de que el “Panel de expertos del Transantiago” haya decretado
19 veces desde su puesta en marcha en 2007 la subida del precio del pasaje
evidencia su verdadera labor: mejorar la rentabilidad económica de una empresa.
El apoyo –financiero,
legal, policial– del Estado a las empresas del transporte es un hecho que ni
siquiera cabe discutir, puesto como entidad administradora y protectora de la
dominación capitalista, tiene sumo interés en que la gigantesca masa de
esclavxs asalariadxs pueda ser transportada todos los días, y en grandes
cantidades, a los lugares de trabajo y consumo. Más aún, el día 18 de enero se
aprobó la famosa “Ley Anti-Evasión”, que penalizará duramente no sólo el no
pago del pasaje y creará un registro nacional de “evasores”. Así, no solo se
protegen con multas, cárceles y listas negras las ganancias, inversiones y la
propiedad privada de capitalistas y políticos, también se logra, al mismo
tiempo, el doble objetivo de perseguir a quienes no pagan, y de aislar y
dividir cualquier manifestación de rebeldía por parte de lxs explotadxs y
destruir cualquier posible brote de solidaridad.
La existencia de
fiscalizadores, así como de la policía, es la prueba de que jamás hemos
abandonado la época de los “negreros”: esclavos que controlan y apalean a otros
esclavos.
Pero el verdadero
símbolo de la miseria de este sistema capitalista, el secreto revelado de su
existencia impersonal, inhumana, son los torniquetes.
El torniquete, lejos de
ser un objeto neutral o accidental que con maquiavélico ingenio es usado por
empresarios para obligarnos a pagar, es en realidad el modelo de toda esta
sociedad, el verdadero espíritu de esta falsa comunidad, es la imagen que
resume toda nuestra no-vida: pagar para vivir, vivir para pagar.
¿No es, acaso, ilimitado el
número de “torniquetes” que debemos pasar durante nuestra vida? ¿Y cuántos de
esos otros “torniquetes” son imposibles de saltar? Está el torniquete de la
vivienda: pagar para habitar, para dormir, para tener un espacio –reducido para
la mayoría de nosotrxs– en el cual sobrevivir. El torniquete de la salud: pagar
para sanarnos y continuar nuestra existencia, no en tanto que seres humanos,
sino como asalariadxs. Por lo demás, cuando se trabaja por menos de $400.000
(es decir, más de la mitad del universo de quienes trabajan) enfermarse es casi
una condena a muerte. ¡Y no se le vaya a ocurrir tener una enfermedad crónica!
Porque entonces el “torniquete farmacia” le cobrará mensualmente una suma para
que Ud. siga respirando. Y si te endeudas y no puedes pagar, también habrá
fiscalizadores acompañados de policías que irán a tu casa a embargarte por la
imprudencia de haberte endeudado para mantenerte vivo ¿Y el “torniquete de la
educación”? Pagar por venderte a un mejor precio, en el mejor de los casos, que
obviamente es el más raro. Una situación laboral precaria e insegura es lo más
común, aquí nuevamente… ¡no se le vaya a ocurrir tener problemas, estar triste,
enfermarse, tener hijxs que le necesiten mientras trabaja, algún problema
familiar! ¡Recuerde que hay cientos, miles tal vez, esperando reemplazarle! En
resumen: si no pagas, no comes, no hay casa, y no hay salud, porque si
no pagas… ¡no vives!
En el actual sistema de
transportes y su organización, se encuentra visiblemente revelada toda la
miseria de nuestra vida cotidiana. Hasta tal punto son el Metro y el
Transantiago una manifestación de la universalidad de nuestra
no-vida, que la crítica del sistema de transportes –y de la rutina social y del
aburrimiento que fomenta– es al mismo tiempo la crítica de toda la
sociedad, y la confirmación de la necesidad de una vida no sometida al
dinero ni al trabajo asalariado. No se trata, por lo tanto, de que se cometa
contra nosotrxs una injusticia particular –el torniquete, el hacinamiento, la
humillación, la vigilancia– sino que se comete contra nosotrxs una injusticia
de carácter universal que abarca todas las dimensiones y facetas de nuestra
vida social. El problema no es tal o cual aspecto de esta sociedad
capitalista –transporte, salud, AFPs, educación, etc.–, sino que la forma misma
en que producimos y reproducimos la totalidad de nuestra vida. Es
necesario, entonces, crear dentro de esta sociedad inhumana una comunidad que
no dé cabida a la explotación; una comunidad que nos permita imaginar y crear
colectivamente una forma de vida emancipada del miedo y de los efectos de todas
las formas que asume la represión y, sobre todo, de un modo de no-vida basado
en la dominación sobre el ser humano y la naturaleza.
Esta comunidad comienza
parcialmente con la rebeldía colectiva a enajenar nuestra vida en el chip de
una tarjeta, al negarnos individual y masivamente a reforzar un sistema que nos
transporta directo hacia nuestra esclavitud. Pero para que la actual pasividad
y evasión individual se convierta en rebeldía generalizada, habría que
cuestionar prácticamente todos los aspectos de nuestra vida, de la cual el
sistema de transportes es –por fundamental que resulte– solamente un elemento
entre muchos otros. Una comunidad de lucha solamente podrá emerger con la
ruptura del aislamiento capitalista que cotidianamente reproducimos, no
solamente con la evasión o el negarse a pagar un pasaje, no solamente
impidiendo que fiscalizadores y policías bajen de la micro a quienes no pueden
o se niegan a pagar, sino en la subversión colectiva contra la sociedad del
capital. Debemos ir a la raíz del problema. Es necesario dejar de pagar el
pasaje como primer paso para dejar de pagar para vivir. Es necesario abolir la
propiedad privada y el trabajo asalariado, bases reales sobre las que crecen el
Estado y el sistema capitalista. Una comunidad de lucha solamente podrá
afirmarse en ruptura con la totalidad del sistema y no solamente contra un
aspecto particular, en la creación colectiva de una vida que ataque
directamente los fundamentos sociales e históricos de la inhumanidad. La
rebeldía contra el sistema aunque se manifieste por ahora en situaciones que
aparecen como las más injustas –como las alzas de pasajes– lleva en sí un
espíritu universal: el comienzo de la época de la superación colectiva del
aislamiento capitalista.
Contra las leyes, la
represión y la paz social del Capital
¡Comunidad de lucha!
Metro/Tren fantasma/Olor a mierda en Línea 6/Lanzamiento L. Lingg
Ya no leo en el metro. Lo hice
todo el año pasado, pero este año no he podido retomar la costumbre. Por lo
general, el metro está lleno y cuesta subirse y cuesta incluso tomar un libro
de tamaño razonable entremedio de todo eso,puesto que rara vez uno alcanza a afirmarse de los pasamanos. Además,
como que ya no tengo el impulso de curiosidad lectora cerebral, y entonces me
prefiero dedicar a cerrar los ojos y meditar/dormitar. Hoy así lo hice, pero
tampoco pude descansar mucho, puesto que alrededor mío había 4 personas con
audífonos de esos en que el sonido sale igual hacia afuera, y entonces sonaba
una extraña mezcla de reggaetón con electropop y algo que sonaba como ese
hardcore melódico más gritón y fome que siempre he odiado…Aunque no en esta
ocasión: la mezcla de esos cuatro sonidos, todos bastante monótonos, con los
sonidos no tan monótonos en comparación del paso del vagón por su largo
recorrido, le daban un toque interesante para apreciar.
No tan interesante en todo caso
como las grabaciones que un miembro de Cabaret Voltaire embaló y editó bajo el
nombre de “El tren fantasma”, creo que en los 80, pero no estoy nada seguro de
eso, y no importa.(ERROR: en efecto, el album nunca fue de los 80, sino que se editó en el 2011, x Chris Watson, también ex-mienbro de The Hafler Trio).
Por lo menos en la Línea4 uno puede ir atento a los sonidos. En la
nueva Línea 6 lo que más se aprecia es un horrible olor a gas, que hace que mi hijo hable no de “Estación
Cerrillos” sino que de la “Estación Zorrillos”. ¿A nadie le llama la atención
ese fuerte e insoportable aroma? ¿Causará una explosión algún día? Hay andén
anti-suicidios, pero nada que nos defiende de esa curiosa mezcla de olor a agua
podrida, gas y alcantarillados.
Por supuesto, ese aroma no se
aprecia en la Línea 1, y si se produjera entre, digamos, Baquedano y Los
Dominicos, haría noticia y se solucionaría a la brevedad.
Conclusión: el olor que en
reclamos.cl alguien describe como “asqueroso (alcantarillado, agua podrida, etc.)”
es un síntoma de nuestra sociedad, que por encima trata de ocultar lo que en
este subsuelo queda más que claro: estamos todos atrapados en la mierda.
Pasando a otro plano, en este
misma ciudad, se realizará un importante lanzamiento este jueves: un libro
centrado en el más “insu” de los llamados “Mártires de Chicago”; Louis Lingg,
que viene como anillo al dedo (que fea expresión!) justo antes de un nuevo 1°
de Mayo.