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jueves, octubre 25, 2018

Disturbio Menor en mini-gira al Sur/Estruendo 2.0 


-Si bien parecía más probable que se acabara el capitalismo de una buena vez antes que una reunión de Disturbio Menor en el año 2018, lo cierto es que la banda ya ha tocado en tres fechas, y se vienen unas cuantas más, incluyendo estas fechas en el Sur de Chile. ¡Nos estaba quedando chico Santiago! 



Por supuesto, habrá mesa de publicaciones, y entre ellas, además de las usuales, tendremos copias del nuevo libro de nuestro viejo colaborador, el Licenciado J.C.

-Va la intro del autor a esta versión reforzada de Estruendo, con 3 textos más.

Es bastante larga para un blog,  así que recomendaría leerla escuchando las primeras grabaciones de Pink Floyd, hacia 1965, y si aun así no han terminado, seguir con las Peel Sessions de T. Rex en 1970.



Introducción

Estos materiales fueron elaborados entre los años 2010 y 2012, y cumplían una doble función. Por un lado, servían como parte de una Tesis de Magister en Derecho Penal sobre el delito de asociación ilícita terrorista: una de las figuras más curiosas y políticamente peligrosas del ordenamiento jurídico-penal chileno, en que se amalgaman la legislación propia del Código Penal de 1874 con la Legislación Antiterrorista de la dictadura de Pinochet: la Ley N° 18.314, aprobada en 1984, modificada y relegitimada en diversos momentos de la transacción democrática posterior (1), y que aún hoy en pleno siglo XXI continua siendo un importante vehículo de criminalización de la disidencia política radical.

Dicho Magister no fue cursado por motivaciones academicistas (2) sino que obedecía a razones bastante prácticas, pues el estar a lo menos cursando estudios de postgrado era ya en ese entonces un requisito formal mínimo para poder trabajar como profesor universitario. Dicha presión objetiva me llevó a interrumpir mis habituales lecturas autodidactas de criminología (3) y otros temas favoritos, para centrarme en el estudio formal del Derecho Penal de fondo y procedimental.

La casualidad quiso que a poco de haber iniciado dichos estudios el Estado chileno -a través del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, la Fiscalía y las policías-, asestara un fuerte golpe represivo al entorno anarquista y/o libertario de la Región Metropolitana. Esta espectacular operación consumada el 14 de agosto del 2010 había sido anunciada por la prensa a lo menos desde el año anterior, y se había ido impulsando y afinando en todos sus detalles desde que Piñera y Hinzpeter llegaron al Poder Ejecutivo y designaron a Alejandro Peña, en ese entonces cabeza de la Fiscalía Metropolitana Sur, a cargo de la investigación penal de la larga serie de atentados explosivos bautizada como “Caso Bombas”.

Ante las dudosas pruebas relativas a la participación concreta de determinados individuos en la colocación de bombas, el Poder, bastante inquieto por esta “ofensiva antiautoritaria” que se venía intensificando justo antes del inicio de una gran agitación social estudiantil (que llegó a su peak en el 2011-2012), recurrió precisamente a invocar la existencia de una fantasmal asociación ilícita anarco-terrorista como fundamento de una política represiva orientada al conjunto del ambiente okupa y anárquico, o como a partir de entonces le dice la policía: la “escena anarco-libertaria” (4).

En ese contexto, la opción obvia fue dedicar esos estudios de Derecho Penal a analizar detalladamente esa figura penal tan extraña (la asociación ilícita en general, que se sanciona por el mero hecho de organizarse, aunque no llegue a cometer delito alguno de su “plan criminal”), y su vinculación con la legislación antiterrorista, desde la profunda convicción de que el terrorismo es por sobre todo un sistema de dominación, no de resistencia a la misma, y que por ende la asociación ilícita terrorista es una forma organizativa autoritaria y jerárquica, un “Estado dentro del Estado”, que en caso alguno podría ser aplicable a quienes se definen precisamente por su oposición frontal a toda autoridad.

Así, la finalidad académica coincidió felizmente con la finalidad de preparar una adecuada defensa penal de las individualidades que fueron sometidas a esta maniobra, y que fueron encarceladas por casi 1 año bajo acusaciones de liderazgo, pertenencia y/o financiamiento de las actividades de esta peculiar asociación ilícita terrorista.

Los resultados del “Caso Bombas” fueron de todos conocidos, en su dimensión de gran fiasco investigativo y absoluto fracaso judicial. La Ley Antiterrorista en la versión que quedó desde fines del 2010 (cuando se eliminaron las “presunciones de finalidad terrorista” por el uso de artefactos explosivos o incendiarios) siguió siendo en estos 8 años un importante vehículo de represión, justificando largas prisiones preventivas de decenas de personas en la Región Metropolitana y la Araucanía, pero fracasando una y otra vez en la pretensión de fundar condenas por delitos terroristas, a excepción de dos curiosísimas sentencias en procedimiento abreviado aplicadas con su consentimiento a Raúl Castro Antipán, un informante de la Inteligencia de Carabineros. Recién en los últimos meses el Estado ha podido condenar por terrorismo a tres personas en el Wallmapu (en el segundo Juicio Oral, y basándose en las declaraciones de un “delator compensado”, a pesar de sus retractaciones posteriores y denuncias de haber sido apremiado por la policía para declarar) y una sola persona en Santiago, por la bomba en metro Escuela Militar en septiembre del 2014, a pesar de que en su momento el Ministerio Público habló de que los responsables eran una “célula hermética y compacta”.

En el intertanto, y después de tantos fracasos, el segundo gobierno de Bachelet (con la “Nueva Mayoría”, es decir, la vieja “Concertación de Partidos por la Democracia” más el “Partido Comunista de Chile”), hizo aprobar sin mucha publicidad una importante modificación a la Ley de Control de Armas y Explosivos (N° 17.798 (5)), incorporando expresamente mediante la Ley 20.813 del año 2015 las colocaciones de bombas en el artículo 14-D (6), y modificando el régimen de penas sustitutivas, haciéndolas inaplicables a este tipo de delitos, siguiendo así el modelo de la llamada “Ley Emilia” (7).

La intencionalidad era clara: dado que los tribunales en los pocos casos en que dictaban condenas no aplicaban la Ley Antiterrorista sino que la Ley de Control de Armas (por lo general en concurso con el delito de daños), se optó por endurecer esta última, generando un efecto inmediato: la inevitabilidad de largas prisiones preventivas, que ante la certeza de una “pena efectiva”, sin beneficios, ya no parecían medidas cautelares desproporcionadas en relación a la pena probable. Por esa vía se mantuvo en prisión a decenas de jóvenes como producto de las agitaciones sociales de los años recientes, evitando la excesiva publicidad de años previos y sin necesidad de perderse en debates y pruebas relativas al “dolo terrorista”.

En paralelo a dichos esfuerzos, el año 2014 se presentaron dos proyectos para modificar la Ley Antiterrorista, uno por parte de un grupo de Senadores de Renovación Nacional y otro por la Presidencia de la República a cargo del segundo gobierno de Bachelet. El año 2015 el Senado decidió refundirlos en una tramitación conjunta (8), y en abril del 2018 el Ejecutivo conducido ahora en por Piñera -también en un segundo mandato-, presentó dentro de la misma una Indicación Sustitutiva que en rigor constituye una especie de tercer proyecto de ley.

Si la socialdemocracia bacheletista de la Nueva Mayoría había pretendido por unos meses al inicio de su segundo mandato tantear mediante una Comisión de Expertos la posibilidad de derogar la Ley 18.314, planteando la necesidad de incorporar estos tipos penales dentro de la legislación común (Código Penal y Código Procesal Penal), el proyecto que finalmente enviaron al Congreso solamente modifica el contenido de dicha legislación especial, y lo mismo hacen el proyecto de los senadores RN y la indicación sustitutiva del actual gobierno.

Lo más llamativo en estos proyectos es que pretenden desligarse de la tradicional figura de la asociación ilícita, para abrirse tanto a la posibilidad de “organizaciones horizontalmente constituidas” (9), a células descentralizadas y autónomas que incluso sin contacto entre sí mantengan una adhesión a un mismo programa de violencia, como al así llamado “terrorismo individual” de lobos solitarios (con Ted Kaczynski, el Unabomber, como modelo de referencia).

Los textos aquí reunidos corresponden a distintos capítulos de la Tesis titulada “Enemigos del Estado” (10). El capítulo inicial en esta selección fue en su momento difundido como un texto autónomo, bajo el título de “El estruendo de la batalla”, y a fines del 2013 fue publicado bajo el nombre de “Estruendo” por Ediciones del Perro Negro.

El segundo texto, “Algunas consideraciones sobre el ‘Derecho Penal de bombas’” también fue difundido como un texto aparte, levemente modificado, pues ahí se trataba de dar cuenta de las distintas posibilidades que el ordenamiento jurídico chileno ofrecía para hacerse cargo de las colocaciones de artefactos explosivos. Debemos recordar que en esos años el discurso del poder represivo insistía que en que necesariamente toda colocación de bomba era en sí misma un delito terrorista, y que no existían otros tipos penales aplicables a dichos fenómenos. La percepción comenzó a cambiar cuando hacia el año 2014 se produjo una verdadera moda de usar artefactos explosivos por parte de la llamada “delincuencia común”, como medio para poder destruir cajeros automáticos y apoderarse del dinero contenido en su interior.

A nadie se le ocurrió catalogar dichos hechos como atentados terroristas, con lo cual quedaba claro que ninguna bomba en sí misma puede ser “terrorista”, sino que se trata por lo general de un medio de comisión de otros delitos y/o de consecución de determinados objetivos políticos o publicitarios, desde el bombardeo a La Moneda en septiembre de 1973 (11) o las bombas usadas por los aparatos de seguridad del Estado (dentro de Chile, por ejemplo en la bomba a la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, en la combativa Población 18 de septiembre en Punta Arenas ejecutada por la CNI en octubre 1984 y en que murió uno de los militares-colocadores; y fuera de Chile para asesinar a Orlando Letelier en Washington, 1976, o a Carlos Prats y su esposa en Buenos Aires, 1974), hasta su uso por la delincuencia común para conseguir distintos objetivos propios de la lumpen-acumulación capitalista, y por distintas formas de subversión y resistencia a la dominación (en términos de Walter Benjamin o Gunther Anders, violencia limpia o legítima defensa). Sin ir más lejos, el destacado profesor de Derecho Penal de origen español, radicado en Valparaíso, don Manuel de Rivacoba y Rivacoba, estuvo preso en España desde 1947 a 1956 por la colocación de una bomba, que le acarreó una condena por el delito de rebelión, incluyendo cárcel y trabajos forzados, y en estos momentos es un best seller el libro de Guarello sobre Aldo Marín, exiliado chileno que muere en 1977 en Italia portando una bomba. Tolstoi, un libertario cristiano y pacifista, llegó a decir que lo realmente extraño no era que de vez en cuando estallara una bomba, sino que el hecho de que eso no ocurra todos los días (12).

Este texto adquirió un interés adicional cuando fuera mencionado en el Auto de Procesamiento de dos ex acusados del Caso Bombas, al ser detenidos en España bajo la imputación de haber colocado un artefacto explosivo en una Iglesia en Zaragoza en octubre del 2013. Al parecer, a la Policía hispana le llamó la atención descubrir este documento, que tuvo amplia circulación en diversas páginas, en un USB encontrado en la casa de los acusados, y lo describieron de esta forma: “Un documento nombrado 1USB1.000-72092.doc y titulado Algunas consideraciones sobre el derecho penal de bombas”. En este informe, firmado por Julio Cortés Morales, se realiza, en la introducción y posteriormente en su desarrollo, una definición de artefacto explosivo y de terrorista, tanto de un modo definitorio como desde un punto de vista del derecho  internacional. Se trata de un estudio pormenorizado de la legislación chilena en lo que se refiere a las consecuencias penales  de la colocación de artefactos explosivos, referenciando el caso “bombas” de 2009” (13).

En efecto, el texto trataba de hacer un análisis pormenorizado del lugar de las bombas en el Derecho Penal, pero así y todo quedó fuera una figura bastante desconocida del Código Penal, el artículo 481, que en la parte relativa a incendio y otros estragos sanciona a quienes “porten elementos” que sirvan para cometer tales delitos. Posteriormente, dada la modificación ya señalada a la Ley de Control de Armas, el panorama se ha completado con su nuevo art. 14-D, ya referido.

Los otros dos textos permanecieron inéditos, aunque algunos fragmentos del capítulo sobre el terrorismo y el Estado han sido usados para otras exposiciones y artículos breves, dedicados a analizar el rol del Derecho en la acumulación originaria del Capital, y su secuestro por el Estado a partir de los siglos XVIII y XIX, hasta llegar al actual “Estado de Derecho”, que encubre y recubre ideológicamente la inmensa acumulación de violencias pretéritas, actuales y potenciales que implica el tan sacrosanto concepto de Orden Público. En ese capítulo se analiza también a posición revolucionaria, marxista y anarquista, frente a la cuestión de la violencia.

Hartas cosas han pasado entre los años 2010 y el momento presente, pero las lecciones del Caso Bombas, que ya han sido sacadas en gran medida desde el lado de quienes nos explotan y dominan, siguen siendo una tarea pendiente desde este lado de la barricada.

Al principio, y en parte debido a que la socialdemocracia estaba en la oposición, los acusados del caso Bombas causaron simpatías en todo el mundo “progre”, en la misma medida que crecía la antipatía pública hacia personajes públicos como Hinzpeter y Peña. Después, a medida que la legitimidad del gobierno en general y su conducción del aparato represivo en particular hacían aguas por todos lados, la comedia de errores garrafales de la “Inteligencia policial” y fiscal dejaba un sabor alegre en la superficie, que hacía olvidar que al Estado también se aplica eso de que lo que no le mata lo fortalece, que hubo efectos reales de las operaciones de criminalización no sólo judicial, sino que policial, social y mediática, sobre todo un ambiente juvenil proletario que se radicalizaba espontáneamente desde su terreno social, y que el Estado –con independencia de las variaciones de estilo que imponen al aparato represivo los sucesivos cambios de gobierno- garante del desarrollo capitalista global en esta angosta faja de tierra ha reservado en exclusiva la etiqueta de “enemigos” tanto a ese medio como a los sectores en resistencia en Wallmapu. Por algo será.

En el momento presente, en que la legitimidad de dos viejas instituciones opresivas y represivas como son la policía y la iglesia está totalmente socavada, y ambas aparecen visiblemente podridas hasta el tuétano, exhibiendo claramente lo que realmente son, y en que junto a las formas tradicionales de Estado represivo se agregan formas diversas, privadas, ciudadanas y hasta nostalgias nacional-microfascistas, confluyendo todas en un inmenso archipiélago posmoderno del Control, es un buen momento para acometer entre todos el estudio sistemático de la Represión, rabiosa y alegremente, desde fuera de las disciplinas oficiales, subvirtiendo y revirtiendo teórica y prácticamente desde esta dimensión de lo existente todas esas tecnologías e ideologías de la dominación.

NOTAS:
1.- Las modificaciones más relevantes a la definición de terrorismo que se le han hecho fueron las de la Ley 19.027, en 1991, apenas iniciada esta “transición”; la Ley 19.806, en 2002, que introdujo la figura de testigos con identidad reservada; la Ley 20.467, de 2010, que dio lugar a la versión aún vigente.

2.- Para quien suscribe, 8 años de educación básica,  más 4 de media, 5 de universidad y 1 de un pos-título realizado hacia 1999, totalizando casi dos décadas como sujeto educativo, eran más que suficientes para cualquier ser humano.

3.- Disciplina que finalmente en la versión que nos depara alguna utilidad consiste ni más ni menos que en el estudio a fondo de las distintas aristas de los procesos de criminalización.

4.- Muy curioso concepto policial, pues por una parte el concepto de “escena” proviene de subculturas juveniles, como la del punk rock, y por otra los términos anarquista y libertario en general se usan como sinónimos.

5.- Esta Ley fue aprobada durante el gobierno de la Unidad Popular, y luego ha sido reforzada y sistematizada tanto durante la dictadura de Pinochet, como durante los gobiernos de Lagos (incorporando directamente las bombas molotov) y Bachelet.

6.- "Artículo 14 D.- El que colocare, enviare, activare, arrojare, detonare, disparare o hiciere explosionar bombas o artefactos explosivos, químicos, incendiarios, tóxicos, corrosivos o infecciosos en, desde o hacia la vía pública, edificios públicos o de libre acceso al público, o dentro de o en contra de medios de transporte público, instalaciones sanitarias, de almacenamiento o transporte de combustibles, de instalaciones de distribución o generación de energía eléctrica, portuarias, aeronáuticas o ferroviarias, incluyendo las de trenes subterráneos, u otros lugares u objetos semejantes, será sancionado con presidio mayor en su grado medio. La misma pena se impondrá al que enviare cartas o encomiendas explosivas, químicas, incendiarias, tóxicas, corrosivas o infecciosas de cualquier tipo.
     Si las conductas descritas en el inciso precedente se realizaren en, desde o hacia lugares u objetos distintos de los allí señalados, la pena será presidio mayor en su grado mínimo.
     Ejecutándose las conductas descritas en los incisos anteriores con artefactos incendiarios, explosivos, tóxicos, corrosivos o infecciosos cuyos componentes principales sean pequeñas cantidades de combustibles u otros elementos químicos de libre venta al público y de bajo poder expansivo, tales como las bombas molotov y otros artefactos similares, se impondrá únicamente la pena de presidio menor en su grado máximo, en el caso del inciso primero, y de presidio menor en su grado medio, en el del inciso segundo.
     Quien disparare injustificadamente un arma de fuego de las señaladas en la letra b) del artículo 2º en, desde o hacia uno de los lugares mencionados en el inciso primero será sancionado con la pena de presidio menor en su grado máximo. Si lo hiciere en, desde o hacia uno de los lugares que indica el inciso segundo, la pena será de presidio menor en su grado medio. Si el arma disparada correspondiere a las señaladas en la letra a) del artículo 2º o en el artículo 3º, se impondrá la pena inmediatamente superior en grado".


7.- Tanto en relación a la Ley Emilia como a esta modificación de la Ley de Control de Armas ha habido una verdadera avalancha de requerimientos de inaplicabilidad ante el Tribunal Constitucional, que en varios casos ha sentenciado que en efecto este “régimen” especial es desproporcionado e inconstitucional.

8.- Boletines 9.692 y 9.696-07, refundidos, actualmente en primer trámite constitucional en el Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado.

9.- Como se señala expresamente en el Mensaje del proyecto de Bachelet.

10.- Cuya profesora guía fue Myrna Villegas Díaz, y que fuera defendida el 28 de enero de 2013, ante una comisión integrada, además de por ella, por los profesores Miguel Soto Piñeiro y José Luis Guzmán Dálbora, siendo evaluada con distinción máxima.

11.- No deja de ser grotesco que quienes estuvieron detrás de dicho bombardeo  del palacio de gobierno no hayan sido sancionados por ello, sino que más bien todo lo contrario: gobernaron por 17 años, se enriquecieron notoriamente y siguen enquistados en el poder político, en cambio una adolescente que hace pocos meses dibujó la A circulada en la pared de esa réplica perfecta de La Moneda original que tenemos ahí en el centro de Santiago fue detenida por su acción.

12.- Aunque, ¿quién podría decir en este mundo nuestro del siglo XXI que no estallan bombas a diario?

13.- Auto de procesamiento, Sumario 2/14, Audiencia nacional de España, 4 de julio de 2014.


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domingo, octubre 21, 2018

No existe/Conversa en Valpo./Comercio Atlético 

"La música (separación imaginaria entre el oído y los demás sentidos) no existe".

"El silencio no existe"

(Juan Jaula, aka John Cage).

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Conversatorio este martes en Valparaíso.



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Disturbio Menor en Comercio Atlético.

Vamos bien mañana mejor 
(otro fragmento del libro Disturbio Menor, agotado en su primera versión, en camino una segunda).

“It's getting better all the time”.

—Los Beatles


“Nosotros somos partidarios del olvido. Olvidamos nuestro pasado y olvidaremos nuestro presente. No nos reconocemos contemporáneos de quienes se contentan con poco“.

La nostalgia por debajo de todo, Internacionale Situationniste Nº2 (2-XII-58)


Por alguna razón, más o menos conocida, los seres humanos nos acostumbramos excepcionalmente rápido a situaciones y eventos excepcionales. No hace falta filosofar al respecto, es un comentario que puede salir con mucha naturalidad en la hora punta del metro entre un par de pasajeros, de un esposo a su esposa cuando revisa la última cuenta del agua, una víctima de abusos, o cualquier trabajador o trabajadora a su colega: “el hombre es animal de costumbre”. Incluso los expertos de la ciencia se empeñan  en demostrarlo.

Resulta bastante práctico poner este cliché del sentido común en contraste con el hecho de que todo cambia, y mucho más rápido de lo que muchas veces alcanzamos a notar. La ciudad de Santiago, por ejemplo, no es la misma hoy que la que era 20 años atrás. Pero lo que es obvio en ciertos niveles, no lo es tanto en otros. El nivel de la vida cotidiana es uno en el que se confunden con bastante facilidad aquello que cambia y aquello que no. Se dice, de hecho, que es el nivel en que la realidad se enmascara de ideología. Por decirlo de otra forma, no hay ninguna duda de que no vivimos igual que hacia fines de los noventa, ¿pero qué es exactamente lo que ha cambiado? Internet concentra la vida social y en los recitales los amplificadores son más grandes y más caros; hay más bandas y escenas de todos los tipos y el metro sigue subiendo exponencialmente de precio; la gente mira al suelo más que nunca y Piñera es presidente de Chile (por segunda vez). Es recién un comienzo, la lista no se agotaría nada de rápido. 20 años no pasan en vano.

Pero si aún no está clara la dirección en qué la que intentamos apuntar puede ser útil considerar, por ejemplo, la diferencia que existe entre el año 1967 y  1987. Y dicen que todo siempre va más rápido, ¡imagínense! En los sesenta el mundo civilizado vivía paranoico por la idea de una guerra nuclear, en los 80 Sun Ra cantaba “Nuclear War? Yeah…”, en los noventa los santiaguinos juntaban firmas contra los ensayos nucleares franceses, y hoy, bueno… ya nos acostumbramos.

¿Qué le decía el hardcore de los 80 al rock de los 60? ¿Qué le dice la música de hoy a la música de los noventa? Esto último no queda demasiado claro. El mensaje se disuelve en una sopa de opiniones tecleadas a velocidad-smartphone. Lo que si conocemos es lo que los rockeros de los noventa le tenían que decir al mundo, y por suerte entre esos había algunos que no estaban encandilados con el espectáculo de la democracia: “nos está quedando chica Sudamérica, el próximo año nos vamos pal norte”. ¿Quién se va? En los noventa no había un muro como el que hoy se está construyendo entre Estados Unidos y México (unas de las fronteras más custodiadas del mundo, casi a la altura de Gaza), y no había campos de detención/concentración para niños que buscan asilo humanitario. Los nazis separaban niños de sus familias en los 40, los gringos separan niños de sus familias hoy. Unos son los buenos un día, los malos otro, y entremedio de la confusión no tenemos idea qué cambia y que no. Muy por el contrario, tenemos una desesperante sensación de que todo solamente empeora.

Si los proto-punks que empezaban a sonar con fuerza hacia fines de los sesenta intentaban anunciar un cambio de época del que la humanidad se tenía que hacer cargo y usar a su favor, tan solo un par de décadas después sus herederos asumían con amargura y rabia el “no future”. El año de Orwell pesaba como una maldición: “we've got a bigger problem now / ahora tenemos un problema más grande”. Hay quienes dicen —contra todo pronóstico— que la tercera guerra mundial no empezó nunca, y hay quienes dicen que no considerar lo que vemos hoy y desde hace rato a lo largo y ancho del planeta como una guerra mundial es un absurdo.

Cada grupo de música o anti-música es producto de su época y algo tiene que decirle también. El mensaje de Disturbio Menor no era el más optimista y cuestionaba a su época con decepción, frustración, rabia y mucha energía. ¿Donde quedó esa energía? Había una especie de cultura que la sustentaba, que le daba forma, una especie de comunidad, escena, lo que se prefiera. A 20 años de su extinción, su época los cuestiona de vuelta. ¿Nos traen mejores noticias? Es altamente probable que no, y eso es quizá lo más importante de este salto de tigre al pasado: si creemos que DM logró tomar la temperatura de su tiempo con precisión no hay ninguna razón para pensar que hoy no tienen la misma capacidad para hacerlo. Esperemos que su feedback llegue fuerte y claro a quienes no tuvieron oportunidad de asistir al espíritu de la época que los vio nacer. Y quizá incluso, que los contagie de algo nuevo.




Rodrigo B.



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viernes, octubre 12, 2018

Jackson Prole/Tempestades/Pinchadiscos/Esquina Intransitiva 


1.- Ya está disponible “Jackson Proleta”, un nuevo artefacto del Colectivo No, en base a un registro de una presentación en el Bar 1 por ahí por septiembre  del año 2016 si no me equivoco, para la enésima versión de la Fonda Michael Jackson.




3 temas (o debería decir, “tomas”) de 10 minutos aprox. c/u: Ave, Universal Proleta y Moord. 

Ideal para escuchar haciendo combinaciones de líneas en el Metro de Santiago. Recuerde: lo que no nos mata, nos fortalece.

2.- Lanzamiento del primer título de editorial Tempestades, hoy a las 19:00. Atenti a los nuevos títulos.



3.- Concierto este domingo a beneficio de una Federación de Pinchadiscos. No tengo claro si tocan 10 bandas o solo 3, pero se supone que a lo menos tocarán Disturbio Menor y Enfermos Terminales. Además, estarán pinchando discos (of course). 

A las 17 horas, 3 lucas, en Comercio Atlético (San Diego con Matta).

No encuentro el afiche. Imagínenselo.

Si quiere ir a la marcha de la resistencia mapuche a las 11:00 y además ir después al concierto, le deseamos lo mejor en cuanto a saber escurrirse a tiempo para que no se vaya en cana.

4.- Otro texto del cuadernillo  “Disturbio Menor”, que ya casi se agotó en sus primeras 50 copias, con tapa roja (y negra) el 5 de octubre en la Blondie. Quedan solamente 10 copias, que estarán disponibles este domingo. Si Ud. cree que tiene algo que decir sobre DM, el hardcore punk de los 90, la transacción a la Mierdocracia, etc., no dude en enviarnos su texto, para incluirlo en las sección de “historias” en nuevas re-impresiones de este hermoso artefacto.





ESQUINA INTRANSITIVA (x Ismael)

Porque tú propones, dios dispone y eso es la cristiandad.

De seguro era verano, probablemente del 97’. La esquina, esa que con el tiempo se transformaría en un clásico del hardcore punk, hasta que fue demolida y en su lugar se erigió uno de esos monstruosos Paz Froimovich: la Laberinto. Las Becker desechable de litro corren de mano en mano, abundan los cinturones con remaches, las cadenas, pantalones apretados, algunos con look de hardcore neoyorquino. Es mi primera tocata, tengo cerca de trece años y voy a ver a una de las bandas que me han volado la cabeza, Fun People. Tocan además Enfermos Terminales y Disturbio Menor, bandas que en ese momento no conocía. Como siempre, la espera afuera es larga, y la tocata comienza con dos horas de atraso. Los pacos pasan mirando para otro lado, obviando las botellas vacías.

Una vez dentro todo cambia de ritmo. Es un gran paréntesis en el que no existen las estrellas de rock, sino solo los pares. Contrario a lo que mi cabeza adolescente pensaba, acá hay camaradería y se huele. Los recuerdos se ponen nebulosos, como el humo que envuelve todo adentro de la Laberinto, que le hace honor a su nombre. No sé quién abrió, si fue Disturbio o los Enfermos. Recuerdo ver al batero de Enfermos rompiendo dos baquetas por canción, pegándole como endemoniado a su bataca, y pensar que esa era la música que quería hacer.

Salen los Disturbio Menor y se siente en la gente que es una banda ya querida, los aplausos y silbidos resuenan, y los cabros que se suben agradecen mirando el suelo. Dos minutos de la primera canción y escucho un estilo de hardcore que no conocía. La música acelerada y con cortes que parecen fallas técnicas, variando velocidades e intensidades. Después conocería a Fugazi y otras bandas que seguían esa línea, pero ese día es como si se hubiese abierto un nuevo espectro. Unos meses más tarde me llegaría un cassette pirata en que podría escuchar sus letras, escupiendo palabras que hablan de la autogestión, de estar lúcidos para no dejarse manipular por el sistema, que hablan de organización contra el capital y de la mediocridad del catolicismo. Es como un torrente de información directa al cerebro. Tocan con rabia, tocan con inconformidad y con anhelo. Podías ver un pequeño disturbio formándose dentro de un bar, una liberación de energía que podía transformarse en cualquier minuto en una gran revuelta. Los Disturbio Menor fueron una banda que se alzaron como uno de los estandartes de quienes cantaron contra la transición que sigue transitando. Su inconformidad nació de la decepción y de las promesas no cumplidas, con Pinochet como Senador Vitalicio. Ahí, en ese subterráneo que era la Laberinto, sembraron los cimientos de lo que hoy sigue creciendo en muchos de quienes estuvimos esa tarde.

Hoy, veinte años después, paso por esa esquina y veo el adefesio Paz Froimovich, intentando mantener sepultado un espíritu de lucha que no cesa. Y recuerdo nuevamente las letras de esta banda que hablaba de que uno es quien se hace a sí mismo, que no hay que esperar a que dios disponga de nada, que hay que ir y derrumbar todo lo que nos parece injusto. En tiempos en los que renace en nuestro país un fascismo negacionista, en que los cómplices de la dictadura, civiles y militares, siguen libres o están siendo soltados, en que la izquierda es una maqueta hecha pedazos arreglada por la derecha, gritar como antaño se hace imperioso. A veces me gustaría tomarme una cerveza con mi yo de trece años, y decirle que siga ahí, en esa esquina, que las cosas no han cambiado y que tendremos que seguir dando la pelea codo a codo. Decirle que guarde fuerzas para lo que viene, que veinte años son nada, que a la alegría la encerraron en un departamento de 22 metros cuadrados, que hay que seguir, seguir, seguir, porque sabemos que ese maldito lema de la dictadura era un holograma, y que no vamos bien, y mañana estaremos peor.

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jueves, octubre 04, 2018

Memorias de un disturbio menor (otro fragmento) 



La Anarquía estudiantil

Un momento clave en mi vida, digamos, “política”, que debe haber ocurrido hacia 1991-2, fue cuando decidí que mi capucha negra en la cual tenía pintado en rojo el símbolo de la Cuarta Internacional (la hoz y el martillo apuntando en sentido inverso al del símbolo del PC oficial, y con un 4 entre medio de ambas herramientas de trabajo) no volvería a ser usada de esa forma, así que por el otro lado le pinté a la altura de boca una enorme A circulada, en blanco sobre el fondo negro. Adherir a las filas negras llenó el enorme vacío existencial mezclado con depresión tardo-adolescente que sentías tras abandonar la militancia trotskista y, con ella, una historia casi ininterrumpida de militancia “izquierdista” iniciada a los 12 años y medio, primero en la JS, y luego ya en Santiago en las JJCC, gracias a cuya cosmovisión  pude incluso en medio de los años más oscuros del Terror estatal con que se reaccionó a las protestas desde 1983, mantener la fe en el destino socialista/comunista de la Humanidad -así, con mayúsculas-…Ahora, en cambio, solo sentía vacío, odio, rabia y un profundo desprecio por los dos principales bandos de la “transición”, además de un ya cultivado odio contra todos los tipos de estalinistas –puros y /o reciclados-. “Rabia e insatisfacción”, como decíamos en “Escape”). Tuve que esperar unos pocos años, y al descubrimiento vía Greil Marcus del legado de la Internacional Letrista/Situacionista para reconciliarme con Karl Marx, que en verdad no tuvo culpa alguna por lo que hicieron sus epígonos durante buena parte del siglo XIX y todo el siglo XX. Además, si la anarquía es el anti-estado, el comunismo bien entendido es el anti-capitalismo ya realizado, la sociedad sin amos ni esclavos.

Como el punk, la anarquía tampoco era tomada muy en serio por nadie. Más que de “los anarquistas” se hablaba despectivamente de “los anarca”. Pero para el puñado de ultrones que quedábamos dando vueltas alrededor de las sillas, cuando todos los demás se había sentado, la bandera negra tenía todo el sentido del mundo, y si los “izquierdistas” no lo entendían, peor para ellos. Mal que mal, ellos seguían venerando el emblema tricolor, mientras nosotros no perdíamos ocasión de despreciarlo y/o ultrajarlo. (Quien quiera saber qué pasó la primera vez que en Macul con Grecia se le prendió fuego a una bandera chilena, que lea el relato “Banderas y capuchas”, del camarada Conselheiro. Lo que es yo, recuerdo bien cuando vi en La Segunda, tras unos enormes disturbios en el centro de Santiago -en una época en que los más grandes ocurrían en marchas por presos políticos y además ante las negociaciones en materia de violaciones de derechos humanos, en momentos en que los tribunales aún negaban la existencia del terrorismo de Estado y ya se empezaban a encontrar cadáveres, como en Pisagua-, al entonces Intendente regional señalando: “Son anarquistas que solo buscan el caos”).

Cuando se formó una Coordinadora Anarquista Estudiantil, por ahí por 1992, reuniendo a núcleos pequeños pero entusiastas de Derecho, Psicología e Ingeniería de la Universidad de Chile, gente de la Universidad de la República, y el Pedagógico, pasó poco tiempo hasta que llegaron algunos estudiantes secundarios, que provenían de un colectivo que agitaba contra el servicio militar (“COSMO”). Un par de ellos estaban claramente enamorados del punk rock, y a partir de ahí se fue consolidando la amalgama entre política radical libertaria/música y contracultura punk. No sin críticas importantes de los otros sectores libertarios autopercibidos como más “serios”, que al final lo que querían hacer era ni más ni menos que una especie de partido libertario, con pretensiones horizontales y anti-jerárquicas, pero cautivos de la lógica tradicional que tal como escinde lo privado de lo público instala esferas separadas entre la política y la estética.

A partir de esos ambientes se generó el fanzine El Duende Negro, que pasó de ser un puñado de fotocopias a un impreso con bastante tiraje, y posteriormente el vínculo entre punk y anarquía llevó a tener un breve puesto en el Persa Bío Bío, con casets copiados y propaganda escrita, y poco después –ya no recuerdo bien el año- a la creación del sello Masapunk, aun en pie. Para todos nosotros era un salto importante, pues era a través de la autogestión como entendíamos esa conexión, puesto que si se trataba de tomar en tus manos la acción necesaria para despertar y agitar en contra de toda la vieja mierda, no entendíamos por qué en la escena punk realmente existente nadie editaba sus propios casets, había pocas publicaciones, y además, enormes conflictos de pandilla entre tales o cuales piños territoriales, en vez de una acción conjunta contra nuestros viejos enemigos (el Estado, el Capital, la Religión), administrados ahora por la dominación democrática.


Transición

Uno de los integrantes del CAE (no recuerdo que en esos años habláramos de “militancia”) tenía una banda con compañeros de curso. Se llamaban Canutos Presos. Hacían punk rock. Habían tocado poco en vivo, y creo que no habían editado demos. Para el vocalista, llegado hace poco desde Chillán, habían sido su vehículo de expresión y desarrollo en esos años duros de adolescencia provinciana transplantada de golpe a la metrópolis.

Lo mismo me había pasado a mí en 1986, “el año decisivo”, cuando las protestas llegaron a su peak y decayeron y fracasó por un maldito rocket el atentado a Pinochet. Habiendo vivido en Valparaíso, La Serena y Punta Arenas, tuve que desembarcar en la enorme y hostil ciudad de Santiago a punto de cumplir 15, y sin otros vehículos de expresión que las organizaciones políticas en que milité y una que otra intervención musical en conjuntos acústicos (tales como el ensamble Vientos del Pueblo, formado por militantes de la jota del Liceo A-67 y un par más de la Villa La Reina), con una flauta traversa que, tras desaparecer luego del robo a mi casa en septiembre de 1986, tuve que reemplazar por una guitarra de palo -aunque tenía una eléctrica en la que tocaba “Escalera al cielo” y que nunca fuera de la intimidad de mi pieza de primogénito y único hijo varón, o del “living” si no había nadie más en la casa.

Años después la cambié por un bajo Yamaha, rojo, modesto pero eficaz, y aprendí entre esas cuatro paredes a tocar por la vía de acompañar el “Damaged”/“Jealous Again” de Black Flag y el CD con la discografía completa de Minor Threat.

Un día a finales del año 1995 fui invitado a probar como sonaba el bajo con la voz, batería y guitarra de Canutos Presos. Tras buscar varios pretextos para no ir, me di cuenta de que en rigor me inundaba una sensación muy similar al miedito, pero pensé que en realidad no tenía ningún motivo para negarme a la posibilidad de probar qué se sentía tocando en una banda de verdad, y no acompañando unilateralmente a Greg Ginn, Toni Iommi (nunca me dejó de gustar Black Sabbath) y Lyle Preslar en la pieza.

Llegando al ensayo, recuerdo haberles mostrado el esqueleto de la canción que pasó a ser “Tiempo razonable”. Nunca he confesado esto antes pero…cuando inventé esas dos partes y las junté en la intimidad de mi pieza tenía en mente para la primera parte como referencia vaga el estilo de una mis conjuntos favoritos de toda la vida, los adorados  Hüsker Dü, y para la segunda me inspiré bastante directamente en el final de una canción de…Total Chaos!!! (Epitaph records, puaj), aunque en el proceso la idea original quedó totalmente modificada. ¿Así se hacía una canción punk? No lo sabía. Y todavía no lo sé. Lo importante es que al final, tocada con 3 personas más, sonaba a nosotros mismos, y punto.

Ellos (Lautaro, Mauricio y Olea) a su vez me mostraron una canción a medio hacer, que pasó a ser “Fuego”, y a la que tuve que meterle unas líneas de bajo que todo el mundo encontraba inspiradas en The Cure, para mi gran molestia pues en esos años la sobreexposición de los muchachos de Robert Smith me había llegado a saturar, y encontraba que como banda eran nada en comparación a Joy Division. (Olea tenía siempre a mano una libreta, y no le costaba casi nada de tiempo meterle letra a cualquier construcción musical que hiciéramos, a veces improvisando hasta dar con partes que nos gustaran, o muchas veces en base a ideas que ya había trabajado Lautaro por su lado y que el baterista y el bajo complementábamos).

En fin, desde el primer momento era evidente que la cosa resultaba bastante bien, y en este terreno las cosas o resultan o no resultan nomás, así que entre los cuatros decidimos espontáneamente formar una nueva banda, con un nuevo repertorio, y un nuevo nombre.

Y las cosas se vinieron bastante rápido para la nueva formación, dado que con muy pocas canciones aún fuimos invitados el Primer Festival Hardcore, idea de los BBs Paranoicos que se concretó con la ayuda del puñado de nuevas bandas que estaban saliendo, de las cuales la más veterana era Silencio Absoluto. (Había habido un festival previo, de bandas que recién se estaban conociendo -incluyendo a Canutos, Silencio, Don Fango y Octopus, agregándose sobre la misma Submongo- en el Galpón donde ensayaba Lautaro en La Florida, arribita del cerro. Ya había conocido a Jerónimo, de Silencio, y de una Flipside que me prestó tomé la imagen de Elvis en skate para hacer un rudimentario afiche, cuya estética de recorta y fotocopia y pega aún me sigue gustando mucho más que 20 afiches diseñados en computador.  Llegó tal cantidad de gente que apenas cabía, y se sentía una energía colectiva empezando su proceso de ebullición. Aunque sin que lo supiera en ese momento, ya había tensiones con el elemento nacionalista, que no comulgó para nada con las arengas anti-patriotas del vocalista de los Canutos).

Dar con el nombre Disturbio Menor no fue tan difícil, aunque ahora no lo recuerdo muy bien, pero creo que en definitiva era una mezcla de dos factores: la pasión por el hardcore punk de los 80, antes de la era del NYHC –que en rigor nunca nos gustó mucho, pues parecía más rap/metal que otra cosa-, y sobre todo sus inicios, bien expresados en “Minor Disturbance”, el primer EP de los Teen Idles, la banda pre-Minor Threat, aunque el inglés que manejábamos nos daba para discernir que en rigor “disturbance” tiene una acepción más en la línea de “molestia” que de “revuelta”, que en inglés se designa más bien con la palabra “riot”.

Y ahí viene el segundo factor: los anarquistas de esos años teníamos la idea de que estábamos en malos momentos para la rebelión, dado el contexto global posmoderno y neoliberal y la manera en que se expresaba en Chilito, este paraíso poblado de “jaguares” (como destacaban los Enfermos Terminales), laboratorio psicosocial del capitalismo global. Los entusiastas del partido del Orden hasta proclamaban que habíamos llegado al “fin de la historia”, y que se había acabado ¡al fin! la era de las grandes revueltas y agitaciones sociales.

A eso apuntaba, por ejemplo, la letra de “Fuego”, cuando diagnostica amargamente que “se van vaciando las barricadas y se va alejando el modo de empezar de nuevo” (Además, esa canción le pasa la cuenta al fenómeno de los “socialistas renovados”). Y en efecto, mi generación pasó de enormes barricadas de centenares de personas, a gestos estéticos similares a barricadas, protagonizados por escuálidos puñados de encapuchados. Los socialistas por su parte, y tal como dice un orador anarquista en la serie “Belin Alexanderplatz” de Fassbinder (siguiendo al pie de la letra la novela de Alfred Döblin): no conquistaron la política, sino que la política los conquistó a ellos.

En fin: si había algo a lo que no íbamos a renunciar, era a la protesta expresada precisamente en barricadas y “salidas” a cortar la calle. En tiempos de gran confusión, y un estado de ánimo colectivo derrotista y/o conformista, era casi nuestra única certeza (y como decía La Polla Records: “información y agitación son una parte de razón/ladrillos, piedras, gasolina…completan la ración”). Así que había una convicción minoritaria pero profundamente identitaria: nos íbamos a dedicar rabiosamente a eso, aunque se tratara, como decían los medios, de “incidentes aislados” o de “un disturbio menor”.

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miércoles, octubre 03, 2018

Nick Cave en Chile: i´m stranded 




A mediados de los 90 uno de mis principales héroes musicales era Nick Cave. Lo conocí gracias aun compañero de universidad que duró poco en esa carrera (no lo culpo) y que por ser hijo de exiliados en Alemania cuando retornaron a la dulce patria tuvo que dejar su colección de LPs allá, pero copió todo o casi todo en casets y los prestaba generosamente (bueno, era comunista, en el buen sentido del término). Gracias a él conocimos a Black Flag, Die Haut, Nick Cave, Leonard Cohen, Birthday Party, Sonic Youth y Big Black, entre varios otros.

La primera vez que tuve un trabajo remunerado, cuando tenía como 22 años, en un sofocante subsuelo de un edificio en Nataniel con Santa Rosa desde cuya ventana podía mirar a la gente caminando arriba en la vereda, apenas me pagaron el primer sueldo de 40 mil pesos fui corriendo a una disquería que duró poco tiempo en Providencia a comprar el “Hits” de Birthday Party. Por esos mismos años me llegó una vez de regalo el “Tender Prey” de Nick Cave sin Birthday Party pero con los Bad Seeds aún en plena forma, incluyendo a Kid Congo Powers (ex Cramps).

En 1994, viajando en la extinta aerolínea “soviética” Aeroflot por 3 días (itinerario: Santiago, Miami, Irlanda, Luxemburgo, Moscú, Copenhague) para de ahí cruzar en barcaza a Malmö (Suecia) donde una gran cantidad de parientes, mezcla de exilio político de los 70 y económico de los 80, ví en las paredes que los Bad Seeds iban a tocar en Christiania en unas semanas más. Cuando traté de conseguir entradas desde Suecia, ya se habían agotado. Era la gira del “Let love in”, a mi juicio, el último disco realmente bueno de Nicolás  Cuevas y las Malas Semillas, aunque las “Baladas asesinas” y “The Boatman´s call”  tienen aún varios buenos momentos.

En esos años MTV todavía era un canal de música, y en Europa daban una vez a la semana el programa 120 minutos, con invitados. Cuando estuvieron Nick Cave y Blixa Bargeld mostraron entre otras joyas a los australianos Saints, tocando “I´m stranded” (o "estoy varado"). Aún les agradezco eso.

Ya de regreso en Chile, en 1996, fuimos junto a Lautaro (guitarra de Disturbio Menor) y otros amigos de madrugada a El Mercurio a buscar invitaciones para el festival Crazy Rock (o “rock loco”), convocado por helados Crazy, donde tocarían, en este orden: Aterciopelados, Los Tres, Nick Cave and the Bad Seeds, Love & Rockets y Cypress Hill, en el Caupolicán. El resultado fue famoso: ¾ de la audiencia eran puros entusiastas del hip hop, que hostilizaron a tal punto a Aterciopelados que le arrojaron una lluvia de escupos a la vocalista (que con actitud bastante punk decía: “por lo menos apúntenme bien a la boca”) y lanzaron un enrome petardo al baterista en el pie, momento en el cual se retiraron de escena. A continuación, salen Los Tres, haciendo gala del peor chovinismo, con una bandera tricolor (sí, la misma que según Piraña está en el corazón de la bandera gringa, lo cual me llena de alegría pues por dada bandera de EEUU incinerada en estos tiempos se ha quemado también, lo sepan o no los quema-banderas, nuestra buena mierda tricolor). Esa tropa de giles comandada por Titae y Alvarito-transplante-de-hígado Henríquez, a quienes siempre he detestado profundamente, juntos o por separado, llamaron a apoyar la música nacional (“si es chileno es bueno”) y fueron tolerados por las hordas de raperos durante todo su set.

Luego salieron los Bad Seeds, y la hostilidad llegó a los niveles más altos, al punto que en rigor casi no pudieron tocar, Nick Cuevas se mosqueó y se retiró del escenario cuando la lluvia de pollos ya era intolerable, y costó unos buenos minutos de darlo todo entre el puñado de fanáticos que habíamos para que saliera de mala gana a ofrecer un par de temas más, en versión resumida, incluyendo “The mercy seat” y “From her to eternity”. Uno de los conciertos más tensos e intensos en que he estado.

De hecho, en un momento en que un piño de raperos avanzaba a puro escupitajo hacia el escenario, junto a mi hermana chica tratamos de encararlos, y pude aplicarle un buen gargajo en el rostro al que venía primero. Cuando se disponían a darme un severo tratamiento masivo de patadas, una chica karateca surgió de la nada, golpeó al primero en el hombro con un pie, y retrocedieron. Entre mi hermanita y yo le agradecimos como pudimos, y disfrutamos los últimos minutos del accidentado set.
Unos amigos fueron a dejarle a los Bad Seeds al hotel unas botellas de pisco, a modo de desagravio. Al otro día mi hermana y una amiga fueron al aeropuerto pro no los encontraron. En cambio, estuvieron un rato compartiendo con Cypress Hill. Los amigos de las botellas de pisco sí que se toparon con Nick Cave, que les ofreció vino, acusó recibo de una tremenda resaca de pisco, y les regaló un retrato de cada uno de ellos al lápiz en pequeñas hojas de papel. Cuando un guardia del aeropuerto Pudahuel le dijo a Nick que no podía beber vino en ese recinto, éste bajó la cabeza y dijo “sí señor”. Apenas se fue, descorchó otra. Uno de esos amigos, Orlando,  ya falleció.

No voy a ir a verlos este viernes 5 de octubre (30 aniversario de la masiva validación de la Constitución de 1980 por un pueblo desesperado que se conformaba con sacarse de la presidencia a Pinochet. Jaime Guzmán y Pinocho mismo todavía se deben estar riendo desde su sitial a la derecha de Dios Padre) por dos sencillas razones:

1.- Mientras más conozco a los nuevos Bad Seeds más me gustan los antiguos Birthday Party, y

2.- ese día vamos a tocar, tras 21 años, con lo que considero la formación única y original de Disturbio Menor.






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