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miércoles, abril 28, 2021

/Carta //94 años///La Treintitrés 

 HA LLEGADO CARTA:

Estimado/a XXXXXXXXXXXXXX,

Agradecemos el aporte que usted realizó al desarrollo y funcionamiento del país mediante el pago de sus impuestos.

A continuación se detalla cuánto pagó usted en impuestos y de qué manera se utilizaron. Además, se informa el total de ingresos y gastos públicos del país durante el año 2020.

Atentamente, el Servicio de Impuestos Internos (2021)


94 años/La 33

El general director/director general Yañez dice que no se puede borrar con goma de borrar 94 años de historia policial. Tiene razón.

Piñera -the President of Chile (he ain´t no human being!)- fue a celebrar los 94 años de la Institución cuyo símbolo son dos carabinas atravesadas en la 33 comisaría de Santiago, ubicada en el costado sur poniente del Estadio nacional, junto a dos emblemáticas poblaciones ñuñoínas: la Rebecca Matte y Exequiel Gonzalez Cortés. Recuerdo las madrugadas tardo-ochenteras en que caminábamos en piño desde Villas Unidas a ver qué pasaba por allá, sindo siempre bien recibidos en las tertulias interminables que ocurrían entremedio de esos pasajes, vecinos juganda a las cartas con radiocasets impactando el aire con canciones de Deep Purple, vinos en caja y pitos chilombianos baratos y generosamente voladores.

En ambas poblaciones se protestó bastante una semana antes, con motivo del “tercer retiro”. La poblada fue bastante enérgica, y la represión BRUTAL -as usual-.

El martes 27 de abril los COP tenían todo cercado para evitar contra-manifestaciones. De todos modos hubo protesta y cacerolazos  en las inmediaciones de Guillermo Mann.

Esa Comisaría tiene una ubicación bastante interesante, con una avenida bastante amplia hacia el sur, por donde pasan varias micros como la 511, desde Rondizzoni, y hay un bandejón central bastante bonito con una enorme sanguchería poco apta para el público vegetal.

Antes era una escuela pública que el casi eterno alcalde pinochetista Pedro Sabat mando a cerrar. La reemplazó por otra “institución total”. Habla bastante claro del tipo de sociedad en que vivimos el que para pasar de escuela a comisaría no hayan tenido que hacerse obras muy significativas en el espacio aquel.  

El patio gigante y todas sus instalaciones permiten un adecuado uso de personal “científico” para las labores de represión, por eso en días de protestas suele ser usada para detenidos por “delitos especiales”, es decir, candidatos a niveles más intensos de criminalización y/o varios posibles niveles de montajismo.

A poco que uno mire con lupa las actuaciones policiales/militares en general, se dará cuenta de que es habitual que exista algún nivel de montaje, y no me refiero sólo a grandes y famosos casos conocidos como el del “ciudadano pakistaní” detenido en la Embajada de EEUU hace poco más de una década por supuestamente tener “trazas” de explosivos, o la Operación Huracán, caso Bombas o Catrillanca. 

Hay una enorme cantidad de casos que no llegan a ser detectados jamás.

O casos menos intensos pero no menos graves como éste caso del 2013 del que cuenta el sitio del “Proyecto Inocentes” de la Defensoría Pública, ocurrido precisamente en la 33 Comisaría:

“Un joven fue erróneamente detenido al interior de una notaría de Ñuñoa, al ser confundido con una persona que habría robado en una tienda del sector. Una abogada que se encontraba haciendo un trámite en dicho recinto defendió al joven, pero los funcionarios policiales no le creyeron y se lo llevaron. Ella, segura de la inocencia del joven -ya que había estado junto a ella en el momento en el que se habría cometido el delito- fue a verlo a la comisaría. En el recinto policial fue detenida y acusada falsamente de agredir a un carabinero”.  

El parte policial, tomado por verídico por la Fiscalía (era que no) decía que ella “procedió intentar  impedir (sic) la acción de Carabineros y en dicho contexto procedió a agredir de manera ilegítima al Carabinero Luis Ávila Pérez causándole lesiones de carácter leve en una de sus manos.”

La detención fue declarada ilegal y el casi finalmente fue sobreseído cuando quedó demostrado por la propia investigación interna de Carabineros que 10 funcionarios se habían coludido para dejar a la abogada detenida en la 33 comisaría, dándole un martillazo en un dedo a uno de los suyos para que figurara como víctima. El caso luego pasó a la Justicia Militar.

¿CAMBIA, TODO CAMBIA?

NO: LA POLICÍA NO CAMBIA.

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sábado, abril 17, 2021

Transformar (Tensión, EP 2021)/Breve historia de una melomanía 

 


Tensión, Tranformar (12 de abril de 2021)

DEFORMAR, DERRIBAR. La letra de la primer canción de Transformar encuentra una inspiración en este texto. Y como preferimos compartir a esconder, acá vamos a ir dejando algunas pistas...


«A quien no se conforma con el miserabilismo al que estamos sometidos no le queda otro remedio que ser pesimista. Pero este pesimismo debe estar muy lejos de cualquier fatalismo, no es un pesimismo vital, sino un pesimismo crítico que se afirma insumiso frente a las condiciones que nos vienen dadas y cree posible, y más que necesario, cambiarlas. (...) El pesimismo crítico carece de esperanzas, pero no de objetivos. Quizás no sepamos explicar detalladamente qué es lo que entendemos por una vida plena y libre, tan sólo podemos esbozar algunas ideas sobre lo que queremos. Pero aunque esto a veces nos frustre no debemos dejar que se traduzca en impotencia, pues quizás lo más importante ahora sea saber qué es lo que no queremos de ningún modo: esta vida falsificada y sometida a los criterios de la mercancía y a unos poderes que nos son ajenos.» (Andrés Devesa, Sobre el dolor del mundo, el miserabilismo y la voluntad de vivir ...o de la necesidad de "organizar" nuestro pesimismo)

NO HAY LUGARThe Apostles en Pigs for Slaughter dicen «Estamos llamando a tu puerta / Esto va a empezar / Es la guerra de clases». No hay lugar es una especie de respuesta: «Nadie va a llamar a tu puerta / no hay invitación». Mientras le llamábamos "el new wave" un posible nombre era «Esto es lucha de clases» como se titulaba el boletín que hacía el amigo N. Su amigo JC, acabó tocando el saxo en esta canción porque sabemos de sus inclinaciones musicales, y no solamente. Encajaba perfectamente en esta intencionalidad de hacer una canción algo distinta a lo que solemos hacer. A, otro amigo en común también fue invitado para cantar con nosotros. Cada uno grabó en la ciudad que habita: Santiago de Chile y Buenos Aires respectivamente. Ciudades donde dieron o aún dan vida a Disturbio MenorFracasoManual de CombateBiofilo PanclastaClima Bajo Tierra u Hogvera. De estas notas algo desordenadas se trata el punk para nosotros, de amistad pero también de búsquedas comunes, de viajar, de no tener patria.

RELACIÓN IMPERSONAL iba a contener una cita de Polvos de una relación de Virus: «Tu brillo tiende a hipnotizarnos / Cuerpo que encarna el valor». Aunque también podía haber sido «Todo lo sólido se esfuma», guiño al Manifiesto Comunista de 1848: «Todo lo sólido se desvanece en el aire». Roberto Jacoby escribió esta letra para que Federico Moura nos encante con su voz. La finalidad de ambas canciones parece ser la misma, la impersonalidad y cosificación que nos imprime el intercambio, el valor y la mercancía.


Además de las canciones de Virus siempre nos gusta recordar como a contracorriente del rock nacional ellos, junto a Violadores, se negaron a participar de un festival por Malvinas organizado por los mismos milicos que habían mandado a esos jóvenes a morir.

AMOR Y MOVIMIENTO. No hay, a primera vista, alguna referencia literaria en esta canción que intenta expresar lo inseparable de los sentimientos, las ideas y las acciones. Que nos mantiene en pie la ferocidad de los tiempos es una sentencia que viene de la letra de una banda que no fue. Y resulta que, revisando un poco mejor, esa expresión había quedado en el inconsciente luego de, en aquellos años, leer a Roberto Arlt. Como nadie tiene ideas que no hayan sido directa o indirectamente influenciadas por sus vivencias vale continuar recordando. Seguir en pie y asumiendo lo colectivo de la creatividad, colectivo más allá del tiempo y el espacio, y del vínculo estrecho. Aunque aquí y ahora, nosotros.

(Texto tomado del blog DIScarga Directa:)





1.- Deformar, derribar, transformar, construir.

Con el escudo que brinda el pesimismo
frente a cada promesa con más de lo mismo.
Buscamos la belleza que no conocemos.
Carentes de esperanzas no de objetivos.
Martillos templados de pesimismo.
Buscamos la belleza que no conocemos.
Deformar, derribar, transformar, construir.

2.- En este lugar no hay lugar para permanecer espectador,
todos participan lo quieran o no.
Nadie va a llamar a tu puerta, no hay invitación,
antes que lo sepas ya comenzó.
Dueños de la fuerza de trabajo o los medios de producción,
reproducción del modo de producción.
No hay opción ni elección. Ruptura o continuación.

3.- Quiero ver directo a los ojos de quien no conoce mi rostro
aunque estamos vinculados en un trágico intercambio.
Mutuo desconocimiento, trato despersonalizado.
Quiero poner un final a esta relación impersonal.

4.- En ausencia del músculo se atrofian las palabras.
Nervio, brazo y cerebro. Amor y movimiento.
La pasión nos reclamará algo de razonamiento.
Nos mantiene en pie la ferocidad de los tiempos.

Tension es un grupo de punk/postpunk formado en la ciudad de Rosario en 2014.

Tensión somos
Maxi, Leandro, Nacho, Rodrigo
Hicimos las músicas y las letras.
Hicimos los collages y la gráfica.
Grabado y mezclado en Mansión Mutante por Nacho

*

Invitados en No hay lugar:
A. voces. Grabado en Rancho Bogotá, Buenos Aires.
JC. saxos. Grabado en un depto de Villa Olímpica, Santiago de Chile.




Breve historia de una (mi) melomanía [Work in PROGRESO]

Cuando tenía cinco o seis años y vivía con mis padres y hermana en Avenida Estadio 3330, población La Pampa de la ciudad de La Serena, un día prendí el aparato de TV y justo estaban dando una serie de los Beatles en dibujos animados. Aún recuerdo la sensación de sorpresa y agrado que tuve cuando tocan “Penny Lane”. No podía dejar de pensar en eso, y de oír las melodías vocales y la trompeta dentro de mi cabeza. Después en una feria ubicada yendo hacia el cerro de atrás que ahora está lleno de antenas, vi uno de esos legendarios casets chinos marca dbx que contenía sus “greatest hits”, puros temas rocanroleros de la primera época de oro. Mis papás, que se conocieron en 1966, eran fanáticos de ellos así que compraron la cinta, y creo que aún la tienen en su casa. En esto mi historia no es distinta a la de muchas personas, entre ellos Viv Albertine de las Slits, que en sus memorias cuenta la impresión profunda que tuvo de niña al escucharlos, cuando una adolescente que conocía le mostró un disco de 7 pulgadas y comprendió que la felicidad podía venir envasada en esos pequeños artefactos, o Daniel Johnston que le agradece en una canción a John  Lennon porque “los Beatles me sacaron de mi oscuridad”.

El problema es que los Beatles me dejaron de gustar algo más grande, en Punta Arenas, porque un vecino algo irritante cantaba sus canciones empalagosamente y además porque a todo el mundo parecían gustarle, luego del deceso de John Lennon.  Demoré como tres décadas en poder apreciarlos de nuevo y ponerlos en el lugar que se merecen en mi panteón personal, y la reapreciación vino sobre todo tras reiteradas escuchas del Album Blanco, una de cuyos discos encontré tirado en la basura cerca del Parque Almagro en su edición Apple de 1969. Cosas que pasan.

Así que de niño conocí tanto el amor por las canciones como el alejarse de un objeto de tu gusto por rechazo al oportunismo de la aceptación masiva. Craso error que después volví a cometer, por ejemplo con los Doors, por culpa de  la película de Oliver Stone y la actuación del pelmazo que interpreta a Morrison.

Seguí avanzando hacia la pubertad sin darle mayor importancia a la música popular, después de haber admirado a Boney M con “Rasputín” y los principales hits de Village People e incluso a Migue Bosé con “Voy a ganar”, motivado sobre todo por el efecto de rayos láser que usó en la Quinta Vergara. Lo que hacía que a uno le gustara el láser era lo mismo que hacía que te gustara el logo de Kiss.

Ya comenzada la década de los 80 y viviendo en la ciudad de Punta Arenas, empecé a estudiar flauta dulce con el profesor Rolando Arancibia, y darle importancia a la música clásica y popular. Era un buen alumno, así que practicaba una hora al día, todos los días. Ademas, seguí toda la colección de “grandes compositores” que llegaba desde Santiago y mi padre compraba puntualmente: 100 fascículos incluyendo en cada uno un caset, dedicado a uno o dos compositores. Escuché todo poniendo mucha atención, pero por alguna razón lo que más me llamó la atención fueron los últimos volúmenes, dedicados a gente como Messiaen y Stravinsky. Como mi padre trabajaba en la televisión, conseguía cosas tan interesantes como un concierto/ballet canadiense de “El pájaro de fuego”, que además de ser muy bello como puesta en escena me permitía observar de cerca a todos los instrumentos de la orquesta, y varios conciertos de la televisión alemana, incluyendo una contundente versión de la Suite N° 2 de Bach, para flauta traversa y orquesta de cámara.

En el ambiente estudiantil y en las familias de izquierda como la mía se escuchaba harto folklore latinoamericano, nueva canción de los sesenta, canciones de protesta, Víctor y Violeta, Isabel y Ángel, Quilapayún e Inti Illimani, Congreso y Los Jaivas, además de Charly García, Silvio Rodríguez y el llamado canto nuevo. Escuchando a bajo volumen “Escucha Chile” de Radio Moscú, y “Chile al día” que se emitía desde la RDA mi papá me enseñó a explorar la radio de onda corta.

Por esos días Claudio Arrau visitó Chile y la televisión transmitió algunos conciertos, de los que aún recuerdo algunas interpretaciones de Beethoven.

Quedé impresionado cuando mi profesor de flauta, Rolando Arancibia me llevó por ahí por 1983 al Teatro Municipal de Punta Arenas a ver al conjunto Syntagma Musicum, que tocaba música antigua con instrumentos extraños como el cromorno, un instrumento medieval de lengüeta cuya apariencia y sonido me fascinó. Tampoco podría pasar por alto el impacto que me causó cuando mi padre me llevó a ver a Congreso por esos mismos años en el Teatro ubicado al lado de la plaza de Viña del Mar (cuando acababan de grabar “Ha llegado carta”, y se disponían a grabar “Pájaros de arcilla” en Argentina, hermoso álbum jamás editado en Chile), y una vez que mi tío Emilio me llevó a un ensayo de su banda Motemey en Valparaíso (con Oscar Carrasco en bajo y voz, casualmente profesor de música de mi amigo Katafú en la escuela, y padre de mi amigo el saxofonista Edén Carrasco).

Un buen amigo de mi padre, José Luis Vergara, participaba del Taller Alturas, conjunto que grabó el “Canto a Magallanes” y luego la suite “El Pionero”. A veces lo acompañé a ensayos caseros de pequeños ensambles que tenía, y fue quien me prestó por primera vez algo de Led Zeppelin: un caset chino de su álbum II, conseguido en la Zona Franca, donde un amigo encontró también el vol. IV de Black Sabbath, cuyo guitarrazo inicial aún me resuena hasta hoy. 

Pero a pesar de lo muy interesante que todo eso me resultaba, diría que mi vida cambió radicalmente cuando al observar Magnetoscopio Musical un domingo a la hora de almuerzo vi bandas de heavy metal como Judas Priest y Scorpions, demás de Ozzy, en el US festival. Poco después dieron tres video-clips de Iron Maiden al hilo, y en ese momento pensé: “esto es lo mío”, y me convertí a lo que sentía que era una especie de culto del rocanrol en general, y del rock pesado y el heavy metal en particular. Debo confesar que además de la parafernalia metalera de cuero negro y brazaletes, y el sonido característicamente ochentero de las guitarras eléctricas, lo que más me atrajo era el look del guitarrista de Ozzy cuando su vestimenta roja se movía con el viento. O sea que en el fondo era una atracción libidinal, aunque aún no estuviera preparado para darme cuenta de ello.

Más fanático del estilo heavy metal me sentí cuando mi profe de música y algunos profesores me advirtieron que esa música, además de mala (e “imperialista” para algunos), era satánica.

En 1984 me compré un caset por primera vez en mi vida, en una galería ubicada una cuadra hacia la costanera desde la Plaza Muñoz Gamero en Punta Arenas. Me demoré como media hora en elegir entre “Asesinos” o “El número de la bestia” (sí: en esos años los casets nacionales ponían las traducciones de los títulos).

Opté por “Asesinos”, y al mes siguiente regresé por el otro. Con esas compras agotaba de inmediato la mesada y no me quedaba para nada más, pero no importaba. Escuchaba obsesivamente hasta ir agregando el siguiente artefacto, además de grabar algunas cosas desde la radio y casets de amigos. Nunca más abandoné esa experiencia de ir apurado a la casa a poner el caset o disco recién conseguido y ver qué tanto te acercaba a tu idea de felicidad acústica, el cielo en la tierra de los que sufrimos esta enfermedad.

Otros amigos se escribían con gente de Santiago que tenía zines fotocopiados, entre ellos el famoso Anton R. (de Criminal). Copiábamos la info a mano, y además copiábamos los casets que se intercambiaban por correo. Así pudimos acceder en 1985 en el extremo austral a “Kill’em all” y “Ride the lightning” de Metallica, que eran lo más rápido que habíamos escuchado hasta entonces, pues no teníamos idea de la existencia del hardcore punk. Para mi desagrado, pude comprobar en el Liceo que  a los fachos también les gustaba el metal. De hecho, la fachada de la CNI conocida como ACHA (Acción Chilena Antocomunista) usó imágenes de Iron Maiden y su monstruo Eddie en su propaganda. En Punta Arenas pusieron una bomba en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, en que explotó en mil pedazos uno de los milicos de la ACHA/CNI.

Cuando el heavy metal se volvió thrash/speed/black metal, me empecé a interesar en el rock pesado y progresivo de los 70. Incluso de puro contreras, y por asumir una fidelidad general con todo el estilo, apoyé con todo a Nazareth cuando en 1985 fracasó estrepitosamente en el Festival de Viña, mientras los metaleros suizos de Krokus triunfaban gracias a su versión de “Ballroom Blitz”. La Estrella mintió señalando que cuando cantaban “now you´re messin with a son of a bitch” en Hair of the Dog (que después todos amaban cuando la grabó Guns and Roses) insultaban al público, y tituló la portada: “Nazareth: rotos, guatones y pencas”. Gracias a eso los casets y LPs de esta nunca bien valorada banda escocesa terminaron todos en las canastas de saldos a precios módicos, y yo los compré. Todavía los tengo.

A partir de ese salto a los 70 tuve los oídos bien abiertos para distintas variedades de rock experimental, difícil de conseguir pero bien presente en los programas dominicales de las radios en la última mitad de los 80, como “Tiempo Contemporáneo” y varios de la radio Beethoven, que fueron muriendo todos a medida que entrábamos en la siguiente horrible década. Ahí conocí el inclasificable “Camenbert Electrique” de Gong, “Attahk” y “Köhntarkösz” de Magma, Here & Now, el “Tago Mago” de Can, Heaven/Hell de los Residents, Naked City y Fred Frith entre otros, pistas que me llevaron a buscar material en las disquerías clave para los repocos sujetos interesados en esos sonidos en ese momento: Beat en la galería San Diego, y Melody Rock en el Interprovidencias. Ambas siguen ahí, aunque va muy poca gente. Fueron los sitios en que pude conocer a un par de amantes del Rock In Opposition. Es curioso pero a mediados de los 80 visitaron Chile la mitad de Cassiber (Heiner Goebbels y Alfred “23” Harth), y a mediados de los 90 vinieron Fred Frith y Chris Cutler, de Henry Cow.

El gusto por el rock me hizo desinteresarme del folclore, la música clásica, y mi instrumento: la flauta traversa. La única banda que usaba una y sonaba bastante bien era Jethro Tull, cuyo “Aqualung” aún me sigue pareciendo interesante y oscuro. De a poco me fui pasando al bajo eléctrico. Hubiera agradecido que en esos años juveniles me hubieran presentado a Albert Ayler y un saxo tenor.

Ya bien arrimado en los veintitantos y gracias a los Ramones me acerqué al punk, que volvió a cambiar mi vida, y a partir de ahí he transitado sus caminos entendiéndolo como un estímulo poderoso, al igual que el free jazz y otras expresiones de creación y libertad humanas, momentos del tiempo de varias vidas que se juntan para hacer su aporte a la vibración universal, sacando de adentro todas esas emociones y sonidos que se toman las ondas y entran directo a nuestra mente y cuerpo, haciéndonos vibrar también para siempre.............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

(Desarrollar un poco más)..........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

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jueves, abril 08, 2021

PRISIÓN POLÍTICA Y LUCHA POR LA AMNISTÍA (x Ya No Hay Vuelta Atrás) 

 


[The Ex, Tumult, 1983].

PRISIÓN POLÍTICA Y LUCHA POR LA AMNISTÍA (Texto tomado del boletín Ya No hay Vuelta Atrás, N° 4, marzo de 2021).

A partir de octubre de 2019 y en poco más de tres meses ya se contaba con cerca de 2500 personas en prisión preventiva imputada por delitos de incendio, desordenes públicos (incluyendo la famosa “ley antibarricadas”), maltrato de obra a policías (a veces calificados como “homicidio frustrado”, pues ningún uniformado murió en ese contexto), Ley de Control de Armas, Ley de seguridad del Estado y diversos tipos de hurtos y robos (llamados “saqueos”, que también ameritaron una nueva ley (1)). 

En la gran mayoría de los casos se trató de personas bastante jóvenes y sin antecedentes penales previos, que se la jugaron poniendo el cuerpo y arriesgando la vida y la libertad para hacer posible la revuelta, que es incluso admitida por la doctrina y el derecho internacional como “derecho de rebelión” ante la tiranía y la negación sistemática de derechos fundamentales que sobre el papel se reconocen a todos los seres humanos por igual.

La respuesta del Estado ante la revuelta popular fue implacable: no sólo mediante la represión directa a cargo de militares y policías, que causó tres decenas de muertos y varios cientos de mutilaciones y lesiones oculares, sino que también por parte del sistema judicial que en pocos meses hizo que cerca del 5% de la población penitenciaria del país estuviera compuesta de los llamados “presxs de la revuelta”. El grueso de las pruebas en contra de estxs presxs consiste en la actividad de la “inteligencia policial” y sus agentes infiltrados y provocadores, que actuaron claramente en vulneración de su propio marco legal, como queda claro en casos como el de la Universidad Pedro de Valdivia y el Hotel Principado de Asturias, por los cuales el sistema se ensaña contra jóvenes proletarios que llevan más de un año presos y a quienes se les piden penas de hasta 20 y 30 años de cárcel, sin haber matado ni lesionado a nadie.

En contrapartida, según datos del propio Poder Judicial, a diciembre de 2020 sólo 11 agentes de Estado se encontraban en “prisión preventiva” por delitos cometidos en ejercicio de la represión, la cual no se cumple en cárceles sino que en recintos policiales o militares, y sólo 1 de ellos había sido condenado, a una pena de cumplimiento en libertad: el sargento de Fuerzas Especiales Juan Gabriel Maulén Báez, considerado autor de homicidio frustrado por disparar una bomba lacrimógena directamente a la cabeza de un estudiante en Rancagua a 8 metros de distancia. Por no tener antecedentes penales se le condenó a Libertad Vigilada.

A los pocos fascistas imputados de diversos delitos, incluyendo el porte de ametralladoras y otros “utensilios” (como dijera el subsecretario Galli), se les asusta un poco en cárceles VIP antes de ser enviados a cumplir arresto domiciliario en sus domicilios ABC 1, por lo general en horario nocturno (al igual que todo el resto de los habitantes del país tras 12 meses de toque de queda).

Desde la socialdemocracia y la izquierda parlamentaria se ha intentado tímidamente defender la idea de que se trataría de “prisión política”, para así justificar un proyecto de ley de indulto general, el que ha enfrentado una cerrada oposición no sólo de la derecha sino que del Ministerio Público, la Defensoría Penal Pública, influyentes columnistas de El Mercurio e incluso del jefe de Human Rights Watch. Otros, como Sergio Micco del INDH, han guardado silencio, a diferencia de cuando en pleno estallido afirmó ante todo Chile que las violaciones de derechos humanos que estaban ocurriendo no eran “sistemáticas”, por lo cual no podrían ser consideradas como crímenes contra la humanidad.

El argumento estrella del partido del orden es que no se trata de “presos políticos” porque no son “presos de consciencia”, lo cual revela de entrada su mala fe al confundir intencionalmente dos conceptos diferentes: el preso político está preso a causa de sus ideas o acciones políticas, no sólo por pensar o manifestar opiniones (como en los casos de Dauno Tótoro y Jaime Castillo Petruzzi, contra quienes el Gobierno presentó querella de Ley de seguridad de Estado a causa de opiniones vertidas en una asamblea y en el lanzamiento de un libro, respectivamente). Pero esa discusión técnica/jurídica no es lo esencial, y sólo ha servido para entrampar la discusión y trabar la ley de indulto (a pesar de que fue aprobada por 3 a2 la idea de legislar en la Comisión pertinente del Senado).

Lo relevante es que el “estallido social” fue un proceso insurreccional masivo mediante el cual fue impugnado y destituido radicalmente el orden social y político existente, causando una parálisis de la clase dominante que sólo un mes después logró articular una respuesta. En efecto, el “acuerdo por la paz y una nueva constitución” del 15 de noviembre de 2019 y el itinerario “constituyente” posterior serían impensables sin la violencia popular que se tomó las calles de todas las ciudades y regiones de Chile (incluyendo a Aysén, que fue la única región en que no se decretó Estado de Emergencia), y que sólo con ocasión de la pandemia y las medidas represivas con pretexto sanitario fue parcialmente desactivada en aras de su canalización institucional.

Y he aquí el factor clave: el partido del orden, a la vez que se vio obligado a generar dicho Acuerdo para salvarse de la revolución en curso (2), no puede reconocer la naturaleza revolucionaria de los acontecimientos de Octubre pues, como tal como señalaba Federico Engels a propósito de eventos similares ocurridos en Alemania en 1848, habría que “reconocer como una verdadera y auténtica revolución la lucha librada en las calles (…), que se pretende presentar como una simple revuelta”: pues de esta diferencia dependía que “los combatientes de las barricadas no tienen su puesto en la llamada Asamblea Nacional Constituyente, sino en el tribunal penitenciario. Y no hay más que decir” (3). Sí cabe agregar que hoy en día el peso de la tradición izquierdista y ultraizquierdista, modelada por los ejemplos de las revoluciones francesa y rusa, añade sus propios argumentos para negar el carácter revolucionario del “estallido social” chileno.

En un sentido similar se decía en el Chile del siglo XX que cuando las rebeliones triunfaban y “creaban Derecho” los delitos cometidos en su transcurso dejaban de serlo, pues se les entendía precisamente como “delitos políticos” (4). Por eso es que se dictaron más de 100 amnistías e indultos, por delitos comunes y políticos, la mayoría de las veces para proteger y evitar el juzgamiento tanto de conspiradores y masacradores (como Ibañez y Alessandri, por su participación a uno y otro lado de eventos como la Masacre del Seguro Obrero (5)) como también para liberar a encarcelados y relegados por su participación en revueltas y  asonadas populares.

Así que en definitiva el criterio decisivo es político y no jurídico. Por eso es que lo que se impone como necesidad es una amnistía total de todxs lxs presxs de la revuelta (6), con independencia del tipo de delito cometido.

El hecho de que no se logre algo así es indicador del nivel de negación de la profundidad de los acontecimientos de Octubre que ha logrado imponer la contra-revolución democrática, a la vez que se prepara para una “renovación” de la institucionalidad política aprovechando como buenos parásitos que son un camino que al abrirse quedó pavimentado de sangre, mutilación y cárcel de quienes se atrevieron a enfrentar directamente a los ejércitos del Estado/Capital.    



1.- Los nuevos delitos (barricadas y saqueos) fueron incorporados al Código Penal por la Ley 21.208 en enero de 2020, con votos del Frente Amplio.

2.- Sobre nuestra noción de “revolución” recomendamos revisar nuestro artículo “Notas sobre a revolución que comienza”, publicado en el N° 2 de YNHVA, febrero de 2020.

3.- “El debate de Berlín sobre la revolución”, Nueva Gaceta Renana, junio de 1848. Incluido en: Marx y Engels, Las revoluciones de 1848, FCE, 1989.

4.- Elizabeth Lira y Brian Loveman, Poder judicial y conflictos políticos (Chile 1925-1958), LOM, 2014.

5.- Intento fracasado de golpe de Estado efectuado el 5 de septiembre de 1938 por el Movimiento Nacional Socialista, para dejar a Ibañez en el poder. 70 nacistas ya rendidos fueron masacrados por Carabineros siguiendo instrucciones de Alessandri. Finalmente todos los conspiradores y represores fueron indultados o amnistiados.

6.- Técnicamente la diferencia es que la amnistía deja sin efecto el delito y la pena, en cambio el indulto solo perdona la aplicación de la pena.

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lunes, abril 05, 2021

ACERCA DEL INDULTO GENERAL A LOS PRESOS DE LA REVUELTA (x Myrna Villegas) 

 


Extractos de intervención de Myrna Villegas en la Comisión de Derechos Humanos del Senado con ocasión del debate por el proyecto de ley de indulto contemplado en el Boletín 13.941-17, enero de 2021. El texto completo está acá. Para escuchar: The Ex, Historia es lo que está ocurriendo.

...Ahora bien, la discusión tiende a empantanarse porque existe la creencia, errada, de que solo los que están privados de libertad podrían ser beneficiarios, cuestión que queda desestimada a la luz del propio texto del proyecto, que incluye también a los que están formalizados con o sin medidas cautelares. En este punto quiero hacer hincapié en que el arresto domiciliario es lo que su nombre indica, una privación de libertad, solo que en un lugar diferente a una cárcel, y por ende, en caso alguno importa una puesta en libertad.

Pero también la discusión se empantana porque se tiende a reconducir el debate a la problemática de que se trata de delitos comunes y no políticos. El proyecto de ley no lo menciona, sin embargo es un tema imposible de soslayar si se quiere delimitar el ámbito de aplicación a que alude el artículo 3 del proyecto.

En este punto quisiera indicar que no es una verdad indiscutida que los delitos políticos sean solo los delitos de expresión, o que preso político sea solo aquel a quien se le persigue por sus ideas. Esta es una visión idealizada y alejada de la realidad, es el delincuente político ideal, que se convierte en víctima simplemente por expresar opiniones diferentes. De acuerdo a esto, ni siquiera Assange podría caber en esta concepción.

Los delitos comunes que se comenten en el curso de un delito político como un alzamiento, una insurrección, una rebelión, asumen la forma de lo que en doctrina se conoce como “delitos políticos conexos” o “delitos políticos complejos”. La discusión reside en si ellos pueden o no gozar de los beneficios del delito político puro, como el privilegio extraditorio y el asilo. Y en este punto no hay acuerdos en la doctrina, pero sí ciertos consensos.

En verdad, como decía Carrara, el delito político "no viene a definirse por verdades filosóficas, sino más bien por el predominio de los partidos y de las fuerzas, por la suerte de una batalla" Sin embargo, a lo largo de la historia se ha intentado delimitar el concepto para evitar que se torne aún más pendular y relativo de lo que es. Y así hay quienes (Rossi, Garraud, Fiore, Antón Oneca, Cobo del Rosal) estiman que los delitos políticos son solo aquellos que objetivamente lesionan el orden establecido por las leyes fundamentales del Estado relativas a la distribución de poderes, el orden social y los derechos y deberes que de él derivan. Otros (Ferri, Jiménez de Asúa, Quintano Ripolles, Alvarez y Cobos)) estiman que los delitos políticos son aquellos que se comenten con un móvil o finalidad política, permitiendo incorporar en esta categoría entonces a delitos comunes que se cometen con esta finalidad. Generalmente lo reconducen a móviles altruistas, la finalidad de deponer a los malos gobernantes, v/s el móvil abyecto o egoísta.

Hay quienes combinan ambos criterios y sostienen que es delito político todo el que atente contra la organización política del Estado, cometido con una finalidad política. Y esta última marca dos tendencias, una para extender el campo de los delitos políticos puros (los que lesionan el orden político del Estado) a los delitos comunes cometidos con fines políticos y a aquellos cometidos contra la organización política del Estado con fines no políticos (Manzini y Massari, Glaser, Cuello Calón, Cobo Del Rosal); o bien para restringir el ámbito de los delitos objetivamente políticos sólo a los cometidos por móviles o fines políticos (Cerezo Mir, Rodríguez Devesa, Sáinz Cantero, Landrove y Luzon Peña).

Los delitos conexos, esto es, aquellos delitos comunes (no políticos) que se cometen para preparar, facilitar, consumar o asegurar la impunidad de un delito político, en principio también gozan del privilegio extraditorio, pero, según la doctrina mayoritaria, son extraditables cuando el delito común constituye un hecho bárbaro, inhumano o que lesione bienes jurídicos tan importantes como la vida o la integridad física de las personas, sin que haya combate declarado. Hay acuerdo en que los delitos políticos complejos, que son los que lesionan a la par el orden político y el derecho penal común (p. ej, el homicidio del jefe de Estado) son extraditables (“clausula belga o del atentado”).

Si aplicamos estos mismos razonamientos a la idea del “derecho de gracia” que implica la concesión de un indulto general, es posible entonces otorgarlo a quienes han cometido delitos comunes en el curso del estallido social o de la protesta social, pues técnicamente son delitos políticos conexos.

Y así también, desde esta perspectiva, no veo razón para excluir del catálogo de delitos al contenido en la letra d) del art. 6 de la Ley n°12.927, sobre seguridad del Estado, que hace referencia a delitos de destrucción y daño de puentes, caminos y otros. Más dudas me merece la inclusión de la letra e) del mismo artículo, que hace referencia a un delito de peligro concreto contra la salud pública (envenenamiento de aguas o fluidos).

Ahora bien, me parece que sería prudente reflexionar acerca de los criterios para delimitar el ámbito de aplicación, pues si bien es fácil comprobar, por ejemplo, que tal o cual delito de desórdenes públicos, o lanzamiento de artefactos incendiarios o incendios, se cometieron en el curso de una manifestación, en otros casos será compleja la prueba. Por ello, deberían esclarecerse tales criterios a fin de contar con la mayor objetividad y transparencia posibles, como por ejemplo: a) el lugar de comisión, b) las condiciones de la detención y si ha habido vulneración de garantías y/o faltas al debido proceso, c) la finalidad de la conducta, que no necesariamente debe identificarse con querer atentar contra la organización política del Estado, sino con algo más amplio, como por ejemplo, cometer el delito para salir de una situación de injusticia social, supuesto que es un deber político del Estado el procurar a todos los ciudadanos iguales oportunidades para desarrollarse y satisfacer sus necesidades básicas.

Esto permitiría dotar de mayor contenido a las razones humanitarias que se invocan en el proyecto de ley para la concesión del indulto, las que entiendo se fundamentan en las especiales situaciones de judicialización vulneratorias de garantías que rodean estos casos, y por supuesto, no se circunscriben únicamente a la situación de eventual prisión preventiva u otra medida cautelar que implique una exposición con riesgo para la salud en situación de pandemia, sino también al interés público que suponga su des judicialización, supuesto que el Estado debe asumir su responsabilidad en las causas que motivaron el estallido social. Quiero decir, el Estado y sus instituciones, así como la sociedad, debe asumir su co responsabilidad en la generación de este tipo de delitos dada la situación de injusticia social que motivó las protestas de octubre de 2019 en adelante, y que, por cierto, significaron un cambio radical al punto que hoy estamos ad portas de escribir una nueva Constitución.

A ello también pueden considerarse, sin necesidad de que puedan ser copulativas, y según se presenten en cada caso, otras razones humanitarias, como por ejemplo, el fortalecimiento de lazos familiares, asistencia a la escuela o trabajo, presencia de alguna enfermedad propia o de familiar, hijos menores o adultos mayores o en situación de discapacidad total o parcial que requiera cuidados, entre otras.

Finalmente, el periodo comprendido entre el 18 de octubre de 2019 y el 9 de diciembre de 2020 me parece requiere una mayor argumentación, pues si bien el inicio está claro en cuanto al contexto, no lo está en cuanto a la fecha de término, pues pareciera que con la presentación del proyecto termina el “estallido social”. La pregunta que debe hacerse es ¿terminó el estallido social?, y si la respuesta es afirmativa, ¿Cuándo terminó?, ¿Cuándo ganó el Apruebo?, o si la respuesta es negativa (por cuanto siguen existiendo protestas y manifestaciones), ¿donde se fijará el límite?



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domingo, abril 04, 2021

La ley de la emergencia. 18 ensayos sobre derecho, excepción y pandemia. 

 


Tuve la oportunidad de aportar el penúltimo ensayo (Emergencia y libertad personal. 1. Toque de queda 2. Cuarentena 3. Cárceles) de este volumen colectivo que ya está a la venta presencial y en línea [Si no van a comprar/robar el libro y de todos modos les interesa leer el ensayo, solicítenlo por alguna vía idónea].

LA LEY DE LA EMERGENCIA. ENSAYOS SOBRE EL DERECHO, LA EXCEPCIÓN Y LA PANDEMIA

Der Ediciones, 2021, 258 páginas, Encuadernación rústica.

Este libro es fruto de (y reacciona a) la excepción. La ley de la emergencia es un conjunto de ensayos sobre el derecho, la excepción y la pandemia situados en el Chile actual. Se trata de un esfuerzo de emergencia, escrito en breve tiempo, y que convocó a pensar, dibujar ideas, reconfigurar las preguntas y cuestionar críticamente las respuestas desplegadas en nuestro país, en ese continuum que va desde el estallido social de 18 de octubre de 2019 y la expansión nacional del virus SARS-CoV-2. Se trata de textos acotados en extensión, con el objeto de abrir los puntos ciegos del derecho en momentos en los que los días se suceden con parca similitud –en su rutina–, pero en que, a la vez, estamos discutiendo los grandes temas sobre el actual y, quizás, futuro pacto social.

El libro se compone de 18 ensayos que abordan distintos problemas sobre la relación del derecho y la excepción, especialmente vinculado a la emergencia pandémica. Los textos fueron escritos entre mayo y junio de 2020, por lo que, al momento de su publicación, pueden haberse producido cambios normativos, pero que no afectan las principales conclusiones de los autores.

Los ensayos pueden ser distribuidos en tres partes. La primera parte del libro trata los aspectos institucionales relativos al proceso constituyente, las potestades extraordinarias del Estado bajo excepción constitucional y los poderes clásicos del Estado -Administración, proceso legislativo y judicatura– en el marco de la anormalidad.

La segunda parte aborda la relación del Estado y la (des) protección de ciertos derechos fundamentales. Aquí se examina el sistema internacional de protección de los derechos humanos, la protección de la salud, las condiciones estatales de intervención en la economía –propiedad privada, libertad de empresa y especulación de precios–, el trabajo, la privacidad, la protesta, el género y el acceso al agua.

La última parte contiene tres ensayos que apuntan a la posibilidad misma de la eficacia del derecho y de la preservación de las prerrogativas estatales de la excepcionalidad. Orden público, libertad personal y obligatoriedad de la ley son los que cierran la reflexión respecto a cómo una comunidad política se autocomprende y organiza para sobrevivir juntos o, por el contrario, para privilegiar el buen pasar de algunos pocos.

(de la Presentación de Pablo Contreras Vásquez, editor).

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