<$BlogRSDUrl$>

jueves, julio 28, 2011

Recaredo Gálvez en libertad! 


La Corte de Apelaciones de Concepción revocó la presión preventiva en contra del secretario general de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción (FEC), Recaredo Gálvez, que fue detenido por carabineros el pasado 21 de julio en medio de manifestaciones.

En fallo unánime de sus jueces, el tribunal de alzada penquista determinó que el universitario debe salir en libertad, situación que se producirá en los próximos instantes.

Los jueces argumentaron la decisión explicando que aún no se ha podido establecer fehacientemente que el estudiante de Ciencias Políticas fue el que lanzó una bomba molotov en contra de los efectivos a policiales.

También añadieron que hubo inconsistencia en las pruebas presentadas por la policía uniformada en sobre la vestimenta que utilizaba el joven en ese momento, ya que algunos funcionarios dijeron que Gálvez estaba encapuchado y otros carabineros señalaron lo contrario.

Familiares del universitario denunciaron agresiones de parte de carabineros hacia el joven, lo que la institución desmintió.

(www.lanacion.cl, 28 de julio de 2011)

--
...lo que en Chile nos han acostumbrado entender como algo normal, no lo es. No es normal que con solo 15 minutos de marcha pacífica, se lance agua tóxica sobre l@s transeuntes. No es normal que tras 20 minutos, siempre se bombardee con bombas lacrimógenas neurológicas. No es normal que apunten con las mismas bombas a las entradas del Metro de Santiago, llenando los túneles con gases infernales por días. No es normal que el mismo Metro por los altoparlantes pida que los pasajeros cierren las ventanas para evitar gases en los trenes. No es normal que por tu estética corporal te lleven detenido arbitrariamente. No es normal que niñ@s de meros 13 años sean abusados a palos y patadas en el craneo por estar presentes en las tomas de sus colegios. No es normal. No es normal que Carabineros tenga que importar desde regiones a cientos de pelados para reprimir. Es que no es normal. No es normal que las ciudades de Chile estén sitiadas por la fuerza del Ministerio del Interior con el beneplácito de Intendentes y Alcaldes.

Un chico de apenas 21 años de una familia sin recursos, fue brutalmente golpeado en la cabeza para luego ser detenido en la carcel El Manzano de Concepción. Figuraba en una marcha de la Universidad de Concepción en apoyo a las familias en Dichato que pedían la reconstrucción mínima tras 17 meses de nula gestíon por parte del gobierno. En Dichato, por supuesto, llovieron bombas lacrimógenas y palizas por parte de Carabineros. Niños y ancianos no fueron excluídos. El abuso chileno es democrático...

(M. Nicolás en El Mostrador)

Etiquetas:


lunes, julio 25, 2011

Rimbaud en el Liceo 7 

Etiquetas: , ,


Más sobre Reca. Por AZ 


No ha muerto Recaredo Galvez, ninguna comisaría se ha adornado con su cuerpo acribillado... aún. Aún no ha muerto, aún no ha sido asesinado Recaredo, pero ¿cuánto falta? No será su cuerpo el que reciba la bala perdida, el golpe de sus propios compañeros exaltados, terroristas, violentistas como informará la prensa, en los días próximos, cuándo nos maten a un hermano, a un compañero, a un vecino.
Qué evidencias adicionales se requieren para entender que Carabineros de Chile es una organización ilícita terrorista que es amparada por jueces, por políticos de todos los colores, y en especial por este excrecente gobierno. Que concursan todos de algo que hacen llamar institucionalidad democrática, una entelequia que no posee reglas claras, ni escritas, ni conocidas por nadie más que por los cincuentamil ricachones que son dueños de esta franja angosta, nada más que un fundo para ellos.
En cada apaleada que nos propina un psicópata uniformado deducimos las mentadas reglas, ninguna de ellas mencionada en una constitución política que consagra la ley de la selva, la ley de Moraga, y la ley del embudo y aún así no se respeta ni en la letra, ni en la mera formalidad que están adoctrinados a hacer respetar, antes de cualquier consideración, la sarta de leguleyos que no son más que guardias de centros comerciales provincianos vestidos de trajes caros tejidos en poliéster. Sí, en poliéster, porque esta banda de buitres amancebada se encandila con la moda y su viveza sólo tiene un lugar en este fundo en donde son subsidiados intelectual y moralmente hasta el punto de posar por ciudadanos respetables.
Amaestrados para torcer la verdad cuantas veces sea necesario, compareciendo como espiritistas de la ley y así forzar su letra y su más caro, y obvio espíritu.
Y no son los peores.
Otros más limitados, incapaces de empinarse al rabo que succionan devotamente éstos, terminan de pacos o periodistas ¿Quien será el primero en darme una diferencia entre los de fusil y los de micrófono?
Y nosotros esperando el turno de ser tumbados, de que nuestra casa sea violentada, que nuestra biografía sea presentada como prontuario, que a un amigo, a un compañero, a nuestra amante, una bala acabe con su vida, un juicio montado le arrebate su vitalidad.
Estoy harto de los ultra pacifistas, mi cabeza será un trofeo para el enemigo porque no pienso regalárselas. No se las ofreceré como garantía de mis ideas delirantes o de una estúpida forma de comprender la consecuencia.
Yo soy humanista, defiendo a los humanos y sus métodos no a las bestias y los suyos. Y cuando pienso en la humanidad sé bien que ella la comprenden seis mil millones de personas y no los cincuentamil ricachones chilenos, ni su banda de asesinos de uniforme verde que son cincuentamil más.
¿Y porque ellos no son humanos? - Me pregunta el ultra pacifista.- No porque ellos te deshumanicen los vas a deshumanizar tu, es una manera que tienen de vencer en ti. De ese modo te convierten en un fascista y tu no te das cuenta.
Demasiado tiempo en pensar huevadas tienes señor pacifista. Tus mariconadas no califican de excusas, son conversaciones válidas a la hora del té mientras se juega canasta en la casa de tu suegra, pero no poseen ni el más mínimo asidero cuando te están apuntando con bala pasada.
En ese punto estamos, esperando que nos maten a un ser querido, ofreciéndoles nuestra vida no como trofeo sino que como un regalo, como el conejo cegado en la carretera y que hay que sacar con una espátula del parachoque. Eso somos, en eso nos hemos convertido. Lea bien, en eso nos hemos convertido, la culpa no es de los ricachones, ni de sus ejecutivos, ni de su corte de tinterilos, ni de los cincuentamil pacos.
La culpa ha sido y es nuestra. Juegan al tiro al blanco con nosotros porque nos hemos convertido en patos demasiado buenos.
Pierden el pulso, y aprietan la mano, porque están nerviosos pero no nos tienen miedo, sólo están nerviosos, y nos matarán a muchos mientras no recobren el control, y nos matarán a miles silenciosamente una vez que se reinstale la normalidad.
Qué estamos esperando para hacerlos cagarse en sus pantalones.
No quiero cobrar en sangre, ojo por ojo, palo por palo. Ello es torpe y moralmente es propio de las bestias uniformadas.
Juegan al tiro al blanco con nosotros porque somos cobardes y, también, porque nosotros no jugamos al tiro al blanco con ellos.
¿Me van a decir que los ricachones no tienen claro el lugar que ocupan en nuestro país y en nuestro planeta? ¿Me van a volver con mariconadas tales como que la verdad depende del cristal con que se mire?
Ellos no son humanos, ellos no son humanos, ellos no son humanos, ellos no son humanos.
Ellos son más que el enemigo, son la ofensa contra la humanidad, son la negación de todo diálogo, de toda racionalidad, de toda posibilidad de humanidad.
Y a estas alturas de la noche fría la vía se bifurca en dos caminos opuestos. O nos formamos en la fila de los patos y saboreamos el plomo que nos disparen en la cien o nos hacemos valientes y gloriosos y emprendemos la tarea de echarlos a patadas.
Pero antes de echarlos a patadas se debe matar no a uno sino que a varios pacos. No a uno sino que a varios de estos cincuenta mil ricachones.
No es por vendeta ni por justicia. Es, ha sido y seguirá siendo así la política. Son las reglas del juego.
Ellos no nos respetarán, nunca lo harán, por lo tanto deben temernos.
Y mientras más injusta sea la muerte, mientras más gratuita, mientras más al peo sea la muerte de ellos más profundo será el temor, el sucedáneo de respeto que podemos imponer, ese es el modo en que actúan a diario con nosotros.
No necesitamos pedir armas a Cuba y desembarcarlas en Carrizal. No necesitamos un ejército ni una organización. Tenemos todo lo que se necesita. Es la hora de devolver el fuego, incluso, es la hora de abrir el fuego antes de que nos reunamos en un funeral de un querido, de un humano.
Unos pacos muertos en la calle al peo, unos hijos de papá muertos al peo, veremos después de eso si se atreven a seguir tratándonos del modo en que lo hacen. No necesitamos magnicidios ni mártires, urge hacerlos sentir la incertidumbre de ser los próximos, la impotencia de ser víctimas gratuitas e inmerecidas.
Es la hora de saborear el dulce sabor del plomo en el cuerpo del enemigo.

Ariel Zuñiga/Violencia y control social

Etiquetas: , , ,


¡Otro montaje! Libertad a Recaredo Gálvez 

En estos álgidos momentos de represión, censura y criminalización de los movimientos sociales el Frente de Estudiantes Libertarios Sección Concepción declara lo siguiente:

1) Dentro de las últimas semanas hemos sido espectadores de la escalada de criminalización y represión de los movimientos sociales en el país. Pero estos no son algo nuevo, ni siquiera en esta supuesta “Democracia”, permanentemente hemos sido testigos de encarcelamientos, detenciones, amedrentamientos y hasta asesinatos de parte de los organismos de control social del Estado. No podemos dejar de recordar a Daniel Menco, estudiante asesinado en el marco de las protestas estudiantiles del año 1999; Claudia López, también estudiante o Rodrigo Cisternas perteneciente a la Federación de Trabajadores Forestales, son algun@s de los tantos caid@s en búsqueda de una sociedad distinta. De este modo, la represión tiene una doble intención, por un lado amedrentar al movimiento social y por otro desenfocarlo, hacer perder la ruta de su objetivo principal para pasar a movilizarse por la libertad de l@s compañer@s que la justicia de los ricos apresa y tortura.

2) Queremos ser enfátic@s y recordar tal como en el primer punto que estos no son hechos aislados, su intención es mellar la voluntad del movimiento estudiantil, atemorizarlo, imprimirle un sello de cobardía y calculismo que no estamos dispuestos a considerar. Ya sucedió una vez con la estudiante Lorena Mussa de Arica, secundaria expulsada de su liceo por organizarse junto a sus compañeros en las presentes movilizaciones estudiantiles. En ese entonces ni la Confech ni las federaciones que la componen se pronunciaron oficialmente sobre lo acontecido. Esperamos que esta vez NO suceda lo mismo con la situación de l@s pobladores de Dichato y tampoco con Recaredo Gálvez.

3) En este marco lógico de defensa de sus privilegios, el bloque en el poder no dudará en usar todo tipo de artimañas para hacernos perder el norte y dejar de reclamar aquello que es justo para nosotr@s, como clase explotada y futur@s cesantes ilustrad@s. Es por lo anterior, que debemos tomar medidas serias y concretas de modo que de una vez por todas seamos capaces de enfrentar estos procedimientos desde la acción directa de masas y la autodefensa popular, en el marco de la necesaria construcción de pueblo digno y soberano. Por lo mismo, llamamos a encarar desde dos caminos esta situación, por un lado a profundizar la construcción de poder estudiantil en un aspecto fundamental, la construcción de espacios/aparatos de defensa de masas que permitan efectuar repliegues ordenados de las bases sociales en manifestaciones; y, segundo, asumir estas acciones como consecuencias lógicas dentro de un sistema neoliberal donde la educación gratuita no tiene cabida más que en el marco de la creación de un nuevo modelo económico y social, socialista, comunista y libertario, he ahí la importancia de este discurso.

4) Por ultimo, declaramos que solo la unidad de l@s que luchan podrá romper las barreras del aislamiento, la solidaridad efectiva del movimiento en su conjunto, erradicando los caudillismos y las peleas infantiles, pasando a posiciones de avanzada en lo que a organización estudiantil se refiere. Asegurar lograr nuestros objetivos con el mínimo de bajas posibles, es imperativo enfrentar estos problemas como clase, con una solidaridad real capaz de expresarse tanto en el apoyo y compañía ante estos actos de ultraje como en la necesaria constitución de plataformas programáticas que sean capaces de proyectar el movimiento estudiantil más allá de esta coyuntura particular. De este modo debemos mirar hacia la constitución de un proyecto educativo al servicio del pueblo con la unidad de todos los sectores sociales movilizados y los intelectuales comprometidos. Sabemos que el bloque en el poder no cederá sus privilegios tan fácilmente, el compañero Recaredo Gálvez Carrasco en este caso representa la enorme responsabilidad que tenemos por delante…

PORQUE LA LUCHA NOS DA LO QUE LA JUSTICIA DE LOS RICOS NOS NIEGA!!

ARRIBA LOS Y LAS QUE LUCHAN!

VENCEREMOS!!!

FEL Concepcion

Etiquetas: , , ,


viernes, julio 22, 2011

Huelga salvaje y autogestión (de la educación)? 


Un problema interesante a discutir, y la vía que algunos estàn tomando en distintos Liceos del territorio nacional.


Unas palabras del viejo Ratgeb:


De la libre disposición del espacio-tiempo

93
El espacio-tiempo creado por la revolución de la vida cotidiana es el conjunto de los territorios liberados del control estatal y del sistema mercantil, y modificados permanentemente por los individuos que aprenden a construir, colectiva e individualmente, cada momento de su existencia.

94
Modelo y centro de la vida social, asamblea de autogestión generalizada es la unidad de lugar y de tiempo de la práctica revolucionaria individual y colectiva. Es ahí donde el antiguo proyecto de hacerse haciendo la historia descubre su único camino de realización posible.

95
La libre disposición del tiempo y la libre disposición del espacio son inseparables. Es necesario que a cada instante todos puedan estar en todas partes como en su casa. Eso significa prácticamente que cada individuo tiene derecho a edificar cualquier estilo de vivienda, a crear unos ambientes, a desplazarse como le plazca (derecho de nomadismo), a construir sus sueños, a concretar sus recuerdos, a condensar el tiempo de lo vivido, a desmigajarlo en instantes fugitivos, a acabarlo por el suicidio, a explorarlo.

96
Una de las menores modificaciones del espacio-tiempo, realizable a breve plazo, consiste en liquidar la distinción entre la ciudad y el campo. Parcialmente invadidas por los campos y los bosques, las grandes ciudades desaparecerán en favor de una gran dispersión y una gran variedad de hábitats, móviles o fijos, efímeros o duraderos.

97
El derecho al cambio del espacio-tiempo de la vida cotidiana suscita el derecho a todos los cambios con que sueña la subjetividad (por ejemplo, cambio de aspecto, cambio de nombre según las circunstancias).

98
Es prácticamente seguro que la libre disposición del espacio-tiempo aportará modificaciones preciosas en el comportamiento humano. De este modo cambiará nuestra percepción de lo real, y nuestros sentidos, deteriorados por los hábitos embrutecedores de la supervivencia, se afinarán hasta alcanzar una agudeza actualmente insospechable.

La revolución permanente es el pivote racional de todas las pasiones

Etiquetas: , , , ,


jueves, julio 21, 2011

Incluso arriba en la cordillera... 


...existen muestras del muy antiguo y siempre saludable odio contra la policía. Como dijo Baudelaire, "los policías son el enemigo absoluto".

Esta foto fue tomada en una torre arriba de no se qué cerro donde anduve el año pasado acompañando a un veterano montañista.

No se lee muy bien pero dice "pakos kuliaos" y firma la a en el círculo que cada vez veo en más y más puntos psicogeográficos de la región metropolitana, con el importante y muy significativo agregado de que después del 14-A es cada vez más frecuente ver que en ese diseño el círculo ahora es representado como una bomba con mecha encendida.

Boom!!!.

Etiquetas: , ,


miércoles, julio 20, 2011

El "otro" movimiento obrero: interesante libro sobre las luchas de clases en Alemania durante entre 1880 y 1973 


Entre todo el vendaval de mierda posmoderna que suelen editar en Traficantes de Sueños, de vez en cuando asoma algo realmente interesante. En esta ocasión "El 'otro' movimiento obrero y la represión capitalista en Alemania (1880-1973)", por Karl Heinz Roth y Angelika Ebbinghaus. Como siempre, llegar y descargar, aunque ahora invitan a hacer donaciones.


Presentación web de Traficantes de Sueños:

El «otro» movimiento obrero es un libro clásico, no sólo en la recuperación de los archivos de la memoria de las luchas y los combates de fábrica, sino lo que es mucho más importante, en la puesta en acción del último gran capítulo de la lucha de clases en Europa. Reimpreso en Alemania en sucesivas ocasiones, traducido a las principales lenguas del continente durante la década de 1970, sirvió como material de análisis y fuente de inspiración para los combates que entonces se libraban. La intención de los autores era la de componer una historia desde el punto de vista de los trabajadores. Una historia dirigida a enriquecer el espectro de las resistencias cotidianas con formas de comportamiento que los partidos y los sindicatos no dudarían en calificar de «apolíticas» e «insolidarias». Absentismo, trabajo lento, cambio frecuente de ocupación, huelgas encubiertas, sabotaje, todo aquello que de forma consciente o inconsciente mostrase el rechazo al trabajo impuesto. Estas desobediencias del día a día proletario expresaban una forma germinal de lucha contra las relaciones de valorización capitalistas. Sólo desde esta perspectiva parecía poderse eliminar la brecha creada en el siglo XIX entre la clase obrera real y sus formas de organización burocráticas. La historia de este «otro» movimiento obrero muestra hasta qué punto la reacción capitalista se revuelve brutalmente contra aquellos que, incapaz de integrar, se han afirmado en la desafección al trabajo.


Índice:

Prólogos, etc., y después:

I. Lucha obrera y contraataque capitalista antes
del Nacionalsocialismo (71)
1. Una clase obrera: dos movimiento obreros (71)
2. La reorganización de la fuerza productiva en
la Primera Guerra Mundial (92)
3. Los dos movimientos obreros en la fase
revolucionaria de postguerra (110)
4. Otro nuevo revés para los trabajadores.
La modificación de la organización del trabajo (141)

II. Lucha obrera y contraataque capitalista bajo
el Nacionalsocialismo. Por Elisabeth Behrens (167)
1. Las transformaciones en la crisis económica mundial (167)
2. El New Deal alemán (173)
3. El ciclo de luchas contra el plan cuatrienal (189)
4. La guerra relámpago como instrumento para la
recomposición de la clase obrera (203)
5. La división de la clase obrera por medio del sistema
de trabajos forzados (221)
6. Formas de resistencia en las fábricas (234)

III. Lucha obrera y contraataque capitalista a partir
el Nacionalsocialismo (261)
1. El uso de viejas técnicas para volver a encarrilar la
situación: de 1945 a principios de los años cincuenta (261)
2. El boom (283)
3. El cerco preventivo a la autonomía obrera
en los años sesenta (306)
4. De la crisis económica de 1966-1967 a las huelgas
de septiembre (329)
5. Años agitados (341)
En lugar de un resumen: represión capitalista
y lucha obrera (363)

Etiquetas: ,


martes, julio 19, 2011

LA REVOLUCIÓN PROLETARIA (por Anton Pannekoek, 1938, capítulo IX de Lenin filósofo) 



LA REVOLUCIÓN PROLETARIA


La publicación del libro de Lenin, primero en alemán y después en una traducción inglesa, muestra bien que se le quería hacer jugar un papel mucho mayor que el que había tenido en la antigua controversia del partido ruso. Se lo hace leer a las jóvenes generaciones de socialistas y comunistas para influir en el movimiento obrero internacional. Entonces planteamos esta pregunta: ¿qué puede aportar este libro a los obreros de los países capitalistas? Las ideas filosóficas que se atacan en él están completamente deformadas; y la teoría del materialismo burgués nos es presentada bajo el nombre de marxismo. En ningún momento se intenta llevar al lector a una comprensión y un juicio claros e independientes sobre problemas filosóficos; este libro está destinado a enseñarle que el Partido siempre tiene razón, que debe confiar en él y seguir a sus jefes. ¿Y por qué vía quiere este jefe del partido comprometer al proletariado internacional? Para saberlo no hay más que leer la concepción de la lucha de clase en el mundo que Lenin expone al final de su libro:

"En cuarto lugar, es imposible no discernir detrás de la escolástica gnoseológica del empiriocriticismo la lucha de los partidos en filosofía, lucha que traduce en último análisis las tendencias y la ideología de las clases enemigas de la sociedad contemporánea. La filosofía moderna está tan impregnada del espíritu de partido como la de hace dos mil años. Cualesquiera que sean las nuevas etiquetas o la mediocre imparcialidad de la que hacen uso los pedantes y los charlatanes para disimular el fondo de la cuestión, el materialismo y el idealismo son sin duda partidos enfrentados. El idealismo no es más que una forma sutil y refinada del fideísmo, el cual, habiendo permanecido con toda su omnipotencia, dispone de muy vastas organizaciones y, sacando provecho de las menores vacilaciones del pensamiento filosófico, continúa incesantemente su acción sobre las masas. El papel objetivo, el papel de clase del empiriocriticismo se reduce enteramente a servir a los fideístas en su lucha contra el materialismo en general y contra el materialismo histórico en particular."[1]

Ninguna alusión aquí al inmenso poder del enemigo, la burguesía, que posee todas las riquezas del mundo y contra la cual la clase obrera no progresa sino penosamente. Ninguna alusión al poder espiritual de la burguesía sobre los obreros, que en gran medida están todavía dominados por la cultura burguesa, de la que apenas pueden despegarse en su lucha incesante por el saber. Ninguna alusión a la nueva ideología del nacionalismo y del imperialismo que amenazaba con apoderarse también de la clase obrera y a la que efectivamente poco después arrastró a la guerra mundial. Nada de todo esto: es la Iglesia, es el bastión del "fideísmo" el que para Lenin es la potencia enemiga más peligrosa. El combate del materialismo contra la fe religiosa representa para él el combate teórico que acompaña la lucha de las clases. La oposición teórica, de hecho limitada, entre la antigua clase dominante y la nueva, he ahí para él el gran combate de ideas a escala mundial, y él la pega a la lucha del proletariado, cuya esencia e ideas están bien alejadas de sus propias concepciones. Así en la filosofía de Lenin el esquema válido para Rusia es aplicado a Europa Occidental y a América, y la tendencia antirreligiosa de una burguesía ascendente es atribuida al proletariado en ascenso. De la misma manera que los reformistas alemanes de aquella época pensaban que la división debía hacerse entre "reacción" y "progreso", es decir, no según los criterios de clases sino basándose en una ideología política - manteniendo así la confusión entre los obreros - Lenin piensa que la división se hace según la ideología religiosa, entre reaccionarios y libre-pensadores. En lugar de verse invitada a consolidar su unidad de clase contra la burguesía y el Estado, y llegar así a dominar la producción, la clase proletaria occidental recibe de Lenin el consejo de librar batalla contra la religión. Si los marxistas occidentales hubiesen conocido este libro y las ideas de Lenin antes de 1918, sin ninguna duda habrían criticado mucho más vivamente su táctica para la revolución mundial.

La Tercera Internacional enfoca la revolución mundial según el modelo de la revolución rusa y con el mismo fin. El sistema económico de Rusia es el capitalismo de Estado, llamado allí socialismo de estado o incluso, a veces, comunismo, en donde la producción es dirigida por una burocracia de Estado bajo las órdenes de la dirección del Partido comunista. Esta burocracia de Estado, [los altos funcionarios,] que forman la nueva clase dirigente, dispone directamente de la producción y, por tanto, de la plusvalía, mientras que los obreros no reciben más que salarios, constituyendo así una clase explotada. De esta manera ha sido posible, en el breve tiempo de algunas décadas, transformar una Rusia primitiva y bárbara en un estado moderno cuya industria se desarrolla rápidamente, utilizando la ciencia y las técnicas más modernas. Según el Partido Comunista, es necesaria una revolución análoga en los países capitalistas avanzados, siendo la clase obrera la fuerza activa que traerá la caída de la burguesía y la organización de la producción por una burocracia de Estado. La Revolución rusa sólo pudo vencer porque las masas estaban dirigidas por un partido bolchevique unido y muy disciplinado y porque en el partido era la perspicacia infalible y la seguridad inquebrantable de Lenin y de sus amigos las que mostraban a todos el buen camino. Por tanto, en la revolución mundial se necesita que los obreros sigan al Partido Comunista, le dejen la dirección de la lucha y, tras la victoria, el gobierno; los miembros del partido deben obedecer a sus jefes con la más estricta de las disciplinas. Todo depende, pues, de estos jefes del partido capaces y cualificados, de estos revolucionarios eminentes y experimentados; es absolutamente indispensable que las masas crean que el partido y sus jefes tienen siempre razón.

En realidad, para los obreros de los países capitalistas desarrollados, de Europa Occidental y de América, el problema es completamente diferente. Su tarea no es derrocar una monarquía absoluta y atrasada, sino vencer a una clase que dispone de la potencia moral y espiritual más gigantesca que jamás haya conocido el mundo. La clase obrera no apunta de ninguna manera a reemplazar el reino de los especuladores y de los monopolizadores sobre una producción desordenada por el de altos funcionarios sobre una producción regulada por arriba. Su objetivo es administrar ella misma la producción y organizar ella misma el trabajo, base de la existencia. Entonces, pero sólo entonces, el capitalismo habrá sido aniquilado. Sin embargo, un objetivo semejante no puede ser alcanzado por una masa ignorante y los militantes convencidos de un partido que se presenta bajo el aspecto de una dirección especializada. Para esto es necesario que los obreros mismos, la clase entera, comprendan las condiciones, las vías y los medios de su combate, que cada uno de ellos sepa por sí mismo lo que tiene que hacer. Es necesario que los obreros mismos, colectiva e individualmente, actúen y decidan y, por tanto, se formen una opinión propia. Esa es la única manera de edificar desde abajo una verdadera organización de clase, cuya forma se parece al consejo obrero. Que los obreros estén persuadidos de tener jefes verdaderamente a la altura, ases en materia de discusión teórica, ¿para qué sirve esto? ¿No es fácil estar convencido cuando cada cual sólo conoce la literatura de su partido y sólo de él? En realidad, sólo la controversia, el choque de los argumentos, puede permitir adquirir ideas claras. No hay verdad acabada que bastaría absorber tal cual; frente a una situación nueva, no se encuentra el buen camino más que ejercitando uno mismo sus capacidades intelectuales.

Por supuesto, esto no significa que todo obrero debería juzgar sobre el valor de argumentos científicos en dominios que exigen conocimientos especializados. Esto quiere decir, en primer lugar, que todos los obreros deberían interesarse no sólo por sus condiciones de trabajo y de existencia inmediatas, sino también en las grandes cuestiones sociales ligadas a la lucha de clase y a la organización, y encontrarse en situación de tomar decisiones a este respecto. Pero, en segundo lugar, esto implica un cierto nivel en la discusión y los enfrentamientos políticos. Cuando se deforman las ideas del adversario porque no se las quiere comprender o porque se es incapaz de ello, hay muchas posibilidades de ganar ante los ojos de los militantes fieles; pero el único resultado- el que se busca en las querellas de partido - es ligar estos últimos al partido con un fanatismo acrecentado. Sin embargo, lo que cuenta para los obreros no es ver aumentar el poder de un partido cualquiera, sino la capacidad propia para tomar el poder e instaurar su dominación sobre la sociedad. Sólo a través de la discusión, sin pretender a toda costa rebajar al adversario, cuando se han comprendido los diversos puntos de vista serios a partir de las relaciones de clases y comparando los argumentos entre sí, es entonces cuando el auditorio participante en el debate podrá adquirir esa lucidez a toda prueba, de la cual la clase obrera no puede prescindir para asentar definitivamente su libertad.

La clase obrera necesita el marxismo para emanciparse. De la misma manera que el conocimiento de las ciencias de la naturaleza es indispensable para la realización técnica del capitalismo, de igual modo el conocimiento de las ciencias sociales es indispensable para la puesta en obra organizativa del comunismo. Aquello de lo que hubo necesidad muy en primer lugar, fue de la economía política, esa parte del marxismo que pone al desnudo la estructura del capitalismo, la naturaleza de la explotación, los antagonismos de clase, las tendencias del desarrollo económico. Suministró inmediatamente una base sólida a la lucha espontánea de los obreros contra sus amos capitalistas. Después, en una etapa posterior de la lucha, la teoría marxista del desarrollo social, desde la economía primitiva al comunismo pasando por el capitalismo, suscitó la confianza y el entusiasmo gracias a las perspectivas de victoria y de libertad que abría. En la época en que los obreros, no muy numerosos todavía, entablaron su lucha ardua y en que había que sacudir la apatía de las masas, estas perspectivas se revelaron de primera necesidad.

Cuando la clase obrera se ha hecho grande en número y en potencia, cuando la lucha de clase ocupa un lugar esencial en la vida social, otra parte del marxismo debe venir al primer plano. En efecto, el gran problema para los obreros ya no es saber que son explotados y deben defenderse; les hace falta saber cómo luchar, cómo superar su debilidad, cómo adquirir vigor y unidad. Su situación económica es tan fácil de comprender, su explotación tan evidente, que la unidad en la lucha, la voluntad colectiva de tomar la producción en sus manos deberían a primera vista deducirse de ello al instante. Lo que les nubla la vista y se lo impide es, ante todo, el poder de las ideas heredadas e inyectadas, el formidable poder espiritual del mundo burgués, que ahoga su pensamiento en una espesa capa de creencias y de ideologías, los divide, los hace timoratos y les turba el espíritu. Disipar de una vez por todas estas espesas nubes, liquidar este mundo de las viejas ideas, este proceso de elucidación forma parte integrante de la organización del poder obrero, ella misma proceso; ese proceso está ligado a la marcha de la revolución. En este plano, la parte del marxismo a poner de relieve es la que hemos llamado su filosofía, la relación de las ideas con la realidad.

De todas estas ideologías, la menos importante es la religión. Como ésta representa la corteza desecada de un sistema de ideas que refleja las condiciones de un pasado lejano, sólo tiene una apariencia de poder al abrigo del cual se refugian todos los que están aterrorizados por el desarrollo capitalista. Su base ha sido minada continuamente por el capitalismo mismo. Después, la filosofía burguesa la ha reemplazado por la creencia en esos pequeños ídolos, esas abstracciones divinizadas como materia, fuerza, causalidad, libertad y progreso sociales. Pero en la sociedad burguesa moderna estos ídolos olvidados han sido abandonados y reemplazados por otros más modernos y venerables: el estado y la nación. En la lucha por la dominación mundial entre las viejas y las nuevas burguesías, el nacionalismo, ideología indispensable de esta lucha, ha llegado a ser tan poderoso que ha logrado arrastrar tras de sí a una gran masa de trabajadores. Pero más importantes todavía son esas potencias espirituales como la democracia, la organización, el sindicato, el partido, porque todas estas concepciones tienen sus raíces en la clase obrera misma y han nacido de su vida práctica y de su propia lucha. Estas concepciones están siempre más o menos ligadas al recuerdo de esfuerzos apasionados, de sacrificios entregados, de una ansiedad febril en cuanto al desenlace del combate, y su valor, que sólo fue momentáneo y función de las circunstancias particulares en que se desarrollaron, cede el lugar a una creencia en su eficacia absoluta e ilimitada. Es lo que hace difícil la transición hacia nuevas formas de lucha adaptadas a las nuevas condiciones de vida y de trabajo. Las condiciones de existencia constriñen con frecuencia a los obreros a elaborar nuevas formas de lucha, pero las viejas tradiciones pueden estorbarlos y retrasarlos considerablemente en esta tarea. En la lucha incesante entre la herencia ideológica del pasado y las nuevas necesidades prácticas, es indispensable que los obreros comprendan que sus ideas no son verdades absolutas sino generalizaciones sacadas de experiencias y de necesidades prácticas anteriores; deben comprender también que el espíritu humano tiene siempre tendencia a asignar una validez absoluta a tales o cuales ideas, a considerarlas como buenas o malas de un modo absoluto, como objetos de veneración o de odio, haciendo así a la clase obrera esclava de supersticiones. Pero deben darse cuenta de sus límites y de la influencia de las condiciones históricas y prácticas para vencer estas supersticiones y liberar así su pensamiento. Inversamente, deben guardar incesantemente en su espíritu lo que consideran como su interés primordial, como la base principal de la lucha de la clase obrera, como la gran línea directriz de todas sus acciones, pero sin hacer de ello un objeto de adoración. Ése es el sentido de la filosofía marxista, que - además de su facultad para explicar las experiencias cotidianas y la lucha de clases - permite analizar las relaciones entre el mundo y el espíritu humano, en la vía indicada por Marx, Engels y Dietzgen; he ahí lo que da a la clase obrera la fuerza necesaria para realizar la gran obra de su auto-emancipación.

Muy al contrario, el libro de Lenin tiene como meta imponer a los lectores las creencias del autor en una realidad de las nociones abstractas. Por tanto, no puede ser de ninguna utilidad para los obreros. Y de hecho, no es para ayudarlos por lo que ha sido publicado en Europa occidental. Los obreros que quieren la liberación de su clase por sí misma, han superado ampliamente el horizonte del Partido Comunista. El Partido Comunista, por su parte, no ve más que a su adversario, el partido rival, la Segunda Internacional, intentando conservar la dirección de la clase obrera. Como dice Deborin en el prefacio de la edición alemana, la obra de Lenin tenía como fin recuperar para el materialismo a la socialdemocracia corrompida por la filosofía idealista burguesa, o intimidarla con la terminología más radical y violenta del materialismo, y aportar de esa manera una contribución teórica a la formación del "Frente Rojo". Para el movimiento obrero en desarrollo, poco importa saber cuál de estas tendencias ideológicas no-marxistas podrá más que la otra.

Pero, por otro lado, la filosofía de Lenin puede tener cierta importancia para la lucha de los obreros. El fin del Partido Comunista - lo que él llama la revolución mundial - es llevar al poder, utilizando a los obreros como fuerza de combate, una categoría de jefes que después podrán poner en marcha, por medio del poder del Estado, una producción planificada; este fin, en su esencia, coincide con la meta final de la social-democracia. Apenas difiere tampoco de las ideas sociales que maduran en el seno de la clase intelectual, ahora que se da cuenta de su importancia cada vez mayor en el proceso de producción y cuya trama es una organización racional de la producción que gira bajo la dirección de cuadros técnicos y científicos. Por eso el P. C. ve en esta clase un aliado natural e intenta atraerla a su campo. Se esfuerza, pues, con ayuda de una propaganda teórica apropiada, en sustraer la intelectualidad a las influencias espirituales de la burguesía y del capitalismo privado en declive, y convencerla para que se adhiera a una revolución destinada a darle su lugar verdadero de nueva clase dominante. En el ámbito de la filosofía, esto quiere decir ganarla para el materialismo. Una revolución no se acomoda a la ideología dulzona y conciliante de un sistema idealista, necesita el radicalismo exaltante y audaz del materialismo. El libro de Lenin suministra la base para esta acción. Sobre esta base ya han sido publicados un gran número de artículos, de revistas y de libros, primero en alemán y, en mucho mayor número, en inglés, tanto en Europa como en América, con la colaboración de universitarios rusos y sabios occidentales célebres, simpatizantes del Partido Comunista. Se observa enseguida, nada menos que en el contenido de estos escritos, que no van destinados a la clase obrera sino a los intelectuales de los países occidentales. Se les expone el Leninismo - con el nombre de marxismo o de "dialéctica" - y se les dice que es la teoría general y fundamental del mundo y que todas las ciencias particulares sólo son partes que se derivan de él. Está claro que con el verdadero marxismo, es decir, la teoría de la verdadera revolución proletaria, tal propaganda no tendría ninguna posibilidad de éxito; pero con el Leninismo, teoría de una revolución burguesa que instala en el poder a una nueva clase dirigente, ha podido y puede tener éxito. Sólo hay una pega: la clase intelectual no es bastante numerosa, ocupa posiciones demasiado heterogéneas desde el punto de vista social y, por consiguiente, es demasiado débil para ser capaz por sí sola para amenazar verdaderamente la dominación capitalista. Tanto los jefes de la IIª como de la IIIª Internacional, por su parte, tampoco son una fuerza como para disputar el poder a la burguesía, incluso si lograsen afirmarse gracias a una política firme y clara en lugar de estar podridos por el oportunismo. Pero si el capitalismo se encontrase alguna vez a punto de caer en una crisis grave, económica o política, de suerte que hiciese salir a las masas de su apatía, y si la clase obrera reanudase el combate y lograse, con una primera victoria, estremecer el capitalismo - entonces habrá llegado su hora. Intervendrán y se pondrán en primera fila, jugarán a jefes de la revolución, supuestamente para participar en la lucha, de hecho para desviar la acción en dirección de los fines de su partido. Que la burguesía vencida se una a ellos o no, con el fin de salvar del capitalismo lo que pueda ser salvado, es una cuestión secundaria; de todas maneras, su intervención se reduce a engañar a los obreros, a hacerles abandonar la vía de la libertad. Y aquí vemos la importancia que puede tener el libro de Lenin para el movimiento obrero futuro. El Partido Comunista, aunque pueda perder terreno entre los obreros, intenta formar con los socialistas y los intelectuales un frente unido, listo, a la primera crisis importante del capitalismo, para tomar el poder sobre los obreros y contra ellos. El leninismo y su manual filosófico servirá entonces, con el nombre de marxismo, para intimidar a los obreros y para imponerse a los intelectuales como un sistema de pensamiento capaz de aplastar las potencias espirituales reaccionarias. Así la clase obrera en lucha, apoyándose en el marxismo, encontrará en su camino este obstáculo: la filosofía leninista, teoría de una clase que intenta perpetuar la esclavitud y la explotación de los obreros.

A. Pannekoek
Ámsterdam, julio de 1938.

Etiquetas: , ,


lunes, julio 18, 2011

Un texto de Laín Diez 




En un texto de Comunización sobre el "marxismo olvidado", se referían a Laín Diez de la siguiente forma:

"es curioso que, siendo precisamente eso lo interesante del comunismo de consejos, no se haya incluido en esta compilación ninguna referencia a Laín Diez, comunista-consejista chileno que en el marco de una intensa labor teórica, escribió a lo menos una quincena de artículos para Babel. Éstos incluyen análisis de economía política, esbozos filosóficos, correspondencia con libertarios de otras latitudes, comentarios sobre episodios de la historia social de Chile y traducciones de consejistas europeos como Paul Mattick. Con todo, y aun siendo de gran interés, estos artículos representan apenas una parte de la obra de Laín Diez, quien además de fundar un “Centro de Estudios Materialistas”, llevó a cabo, en 1948, la única traducción al castellano existente hasta hoy del libro “Lenin filósofo”, donde el comunista holandés Anton Pannekoek mostró cuán erróneas eran las concepciones filosóficas del líder bolchevique. Diez ofreció también interesantes interpretaciones de la Primera Internacional y de la Comuna de París, apuntando siempre a superación de lo que él consideraba una separación abusiva e injustificada entre marxismo y anarquismo. El hecho de que un autor de la importancia de Laín Diez no haya sido incluido en una re-edición de Babel dedicada al “marxismo creativo”, da bastante que pensar acerca de los prejuicios que aún hoy siguen obstaculizando una comprensión amplia y desmitificada del movimiento social y del marxismo en Chile y en América Latina".

La edición del libro de Pannekoek por el Centro de Estudios Materialistas la encontré en el 2003 en la feria de libros usados de la Plaza O´Higgins en Valparaíso. Además de eso y los artículos de la revista Babel a que se refiere Comunización, no he encontrado muchas más referencias a Laín Diez, especie de "eslabón perdido" del marxismo revolucionario y libertario en Chile.

En internet se encuentra el Prólogo que escribiera Diez para esa edición de 1948 de "Lenin filósofo" (traducción que fuera luego usada por los Cuadernos de Pasado y Presente en los 70, adjuntando en este cuaderno 42 un texto de Paul Mattick sobre Pannekoek, uno de Karl Korsch contra "La ilosofía de Lenin", y otro claramente leninista -¿como para compensar?- de Althusser titulado "Lenin frente a Hegel"), que funciona muy bien como una adecuada y sintética introducción a las posiciones comunistas consejistas, además de defender ya desde ese entonces una superación revolucionaria de la dicotomía marxismo/anarquismo:

Prefacio de Laín Diez a su traducción de "Lenin, filósofo" de Antón Pannekoek

1. Pocos años antes de caer víctima del hierro asesino, Trotski estampaba su opinión sobre la literatura marxista en los términos siguientes:

“En las condiciones actuales, la etiqueta marxista nos predispone antes al recelo que a la simpatía. Íntimamente ligado a la degeneración del Estado soviético, el marxismo de los últimos quince años ha pasado por un período sin precedentes de decadencia y relajación. De instrumento de análisis y crítica, se ha convertido en instrumento de apologética barata. En vez de analizar los hechos, se preocupa de seleccionar sofismas en interés de clientes encumbrados” (1).

Este juicio, que se refiere a los partidos políticos vinculados al desarrollo de la que un tiempo fue, con razón o sin razón, la “Roma del proletariado”, es sin duda unilateral e incompleto. Lo primero, porque cierra sus ojos al renacimiento del marxismo en los grupos y corrientes ideológicos que se desenvolvieron y lucharon al margen del Estado soviético y en dura oposición contra sus panegiristas interesados. Incompleto, pues data el proceso degenerativo a partir de la consolidación en el poder de la burocracia staliniana. Pero hacer contemporánea la decadencia del marxismo de una fase artificialmente aislada del desarrollo que culmina con el proceso aquél, no es dar pruebas de imparcialidad objetiva ni de esa capacidad, que tanto echa de menos Trotski en sus adversarios, de utilizar el marxismo como instrumento de análisis y de crítica. Mas no interesan por ahora las razones subjetivas que limitaron el horizonte crítico y la libertad de juicio del gran revolucionario e historiador de la Revolución rusa.

2. En su aspecto ideológico, la evolución del fenómeno ruso tiene su origen en dos problemas estrechamente unidos en la práctica de la lucha social: el de la “conducción” del movimiento obrero, que involucra la tesis de la vanguardia necesaria, y el de la conciencia-intelecto en oposición a la conciencia espontánea. El primero es consecuencia del segundo, y ambos fueron tema de las discusiones que pusieron frente a frente a Lenin y a Rosa Luxemburgo en una polémica memorable. De más está decir que los hechos le han dado la razón a esta última y a ... Trotski, que a la sazón polemizaba junto a ella contra Lenin.

3. La relación entre la teoría de la conciencia-intelecto y la teoría de la vanguardia revolucionaria ultracentralizada, tal como se expresan en Qué hacer y en Un paso adelante, dos pasos atrás, de Lenin, ha sido analizada con minuciosa objetividad por Sprenger en su Sociología del bolchevismo, de la cual hemos traducido los capítulos pertinentes no hace mucho (2). Del análisis de Sprenger y otros se desprenden las siguientes conclusiones:

La teoría de la conciencia-intelecto es contradictoria. Por una parte, Lenin adhiere a la concepción mecánica del materialismo que no ve en la conciencia sino el reflejo del mundo exterior, y esto le hace subestimar el papel de la espontaneidad en la historia; por otra parte, en su concepción de la conciencia socialista, ésta no se identifica con el proletariado, sino con el aporte desde el exterior de la ideología de una “élite” intelectual burguesa, cuya misión es precisamente propagar el socialismo en la clase obrera. Las luchas y la experiencia histórica de esta clase no figuran para nada en el esquema leniniano, y la misión del proletariado es dejarse penetrar por esta propaganda y servir de instrumento a un buró político, única autoridad capaz de señalar los métodos y finalidades de la lucha.

La teoría de la conciencia-intelecto es, por lo tanto, fundamentalmente idealista, y su corolario, el partido político, vanguardia de revolucionarios profesionales, sujetos a una disciplina estricta, obedientes a una dirección centralizada, está emparentado ideológicamente y por sus métodos de acción con el jacobinismo. Con tales antecedentes no es de extrañar que el partido de Lenin en el poder se comportara como la versión rusa de una dictadura jacobina.

4. En cambio, la teoría de la conciencia espontánea es materialista. Sus raíces ideológicas ya están en Marx, se perfecciona con Rosa Luxemburgo y encuentra en Paul Mattick una expresión madura (3). Expresa lo que hay de espontáneo en el movimiento de clase obrero, en sus creaciones y método de lucha. Es el reflejo de la conciencia de los luchadores más sagaces y refractarios a la mediación eclesiástica dei partido, del movimiento que se materializa en los soviets y en los consejos obrero. El desarrollo de la teoría, enriquecido por las experiencias dé las luchas sociales de los últimos treinta años, conduce a conclusiones originales en sus aplicaciones inmediatas y en sus proyecciones al futuro, la organización de la sociedad comunista.

5. Tocante al primer punto, los “comunista de consejos” proclaman su oposición al Estado, al parlamentarismo y a todas las organizaciones de masa como los partidos políticos y sindicatos centralizados, en los cuales no ven sino gérmenes de nuevas desviaciones jerarquizantes y autoritarias, incubadoras de privilegios y dictaduras totalitarias. La unidad fundamental es el “consejo de fábrica”, versión occidental del soviet, que tuvo un principio de realización en Alemania, muy luego sofocado por los esfuerzos convergentes de la reacción socialista-militar y de la III Internacional bajo Lenin.

6. En cuanto al segundo punto, cómo es posible organizar la producción en conjunto y la distribución sin recurrir a un poder central, sin Estado, la solución de los comunistas de consejos es ingeniosa y, teóricamente, inobjetable. La forma de operar con el tiempo social medio de trabajo como unidad contable para fijar la participación individual en el consumo, satisface las exigencias igualitarias de la época de transición hacia una economía de abundancia, con un mínimo de trabajo estadístico y sin reconstituir un sistema monetario encubierto (4). La fórmula que condensa el criterio distributivo presenta una estructura que implícitamente reconoce la realidad del organismo social. Refrena en esta forma las tendencias de un individualismo extremo expresadas en las consignas de “la mina, a los mineros”, “el campo, a los campesinos” y otras por el estilo, en que podrían desahogarse los viejos hábitos de apropiación con grave peligro para la existencia misma del principio comunista. Pero esta valla de ninguna manera coarta la iniciativa y la autonomía de las diversas unidades de producción.

7. Se comprende que una organización de la sociedad sin mecanismos políticos compulsivos; sin la acción coercitiva del Estado; compuesta de unidades relativamente pequeñas, los consejos, de gran autonomía, debe presentar en la práctica tendencias centrífugas, por lo menos durante una fase transitoria del desarrollo, que podrían crear dificultades a una acción de conjunto cuando ésta fuese requerida por proyectos de gran envergadura y larga ejecución. Estas tendencias no pueden combatirse por medios mecánicos o externos. Renunciar a ellos es el precio de la libertad dentro de la igualdad. Pero esto impone la urgencia de vigorizar los lazos espirituales entre los miembros de la comunidad de productores. De ahí la importancia de una filosofía coherente que suscite un mismo convencimiento íntimo en las voluntades de todos los asociados en el trabajo creador. Y esta filosofía debe contemplar normas de convivencia, una ética de productores libres, capaz de arraigar en las conciencias el respeto hacia todas las ideas, y en la conducta, la práctica de controversias de un elevado tono social. Es oportuno citar a Dietzgen:

El hombre individual se siente incompleto, inepto y corto bajo muchos aspectos. Precisa de sus semejantes y de la sociedad para complementarse. Por lo tanto, si quiere vivir, debe dejar vivir. Las concesiones mutuas que surgen de tales necesidades relativas, eso es la moralidad. (5).

8. Hemos resumido a grandes rasgos las nociones fundamentales del comunismo de consejos. Considerando los conceptos de acuerdo con su generalidad decreciente, nos encontramos con la siguiente sucesión: materialismo (filosofía); espontaneidad (teoría de la conciencia social); comunismo (teoría económica de la producción); consejos obreros (teoría de la lucha social). Claro está que en su propaganda los comunistas de consejos siguen el camino inverso de lo particular y concreto a lo general y abstracto, conforme a un método de sana comunión social, y porque hay que partir al fin y al cabo de los datos de la realidad inmediata, de la lucha elemental por el pan nuestro de cada día, por condiciones de vida más humanas y por las libertades individuales, hoy tan menoscabadas, hasta llegar a una visión amplia y armónica del mundo, la herramienta emancipadora definitiva.

9. Se comprende ahora por qué ha encontrado un eco simpático el comunismo de consejos en los sectores anarquistas. La oposición al Estado y al parlamentarismo; el rechazo de toda colaboración de clase y el repudio a los partidos políticos; la postura crítica frente a las organizaciones de masa jerarquizadas; todo eso debía inevitablemente provocar un acercamiento. Era un marxismo regenerado, que sabía extraer de Marx lo que la pasión y ceguera políticas de los partidos autoritarios, de índole reformista o jacobina, dejaron olvidado y sin aplicación. Como, por otra parte, se producía una evolución similar en el anarquismo, tras largos años de estagnación ideológica, asistimos hoy al espectáculo de un afán sincero por establecer lazos que auguran una síntesis próxima y la reconciliación definitiva de las dos tendencias de la I Internacional que resumen todas las luchas y esperanzas de la clase obrera y de la humanidad (6).

10. En consecuencia, debemos modificar el juicio crítico de Trotski apuntado más arriba, con este otro de Karl Korsch:

En las discusiones fundamentales referentes a la posición integral del marxismo de hoy, en todos los grandes problemas decisivos, la vieja ortodoxia marxista de Karl Kautsky y la nueva ortodoxia del marxismo ruso o leninista, pese a mezquinas y subalternas controversias pasajeras, estarán solidariamente juntas de un lado, y todas las tendencias críticas y progresivas en la teoría del actual movimiento de la clase obrera estarán del otro. (7).

Laín Díez, Santiago de Chile, 1948.

Notas [indicaciones bibliograficas en la edicion Ayuso, Madrid 1976]

1) Harold R. Isaac, The Tragedy of the Chinese Revolution, Secker & Warburg, Londres, 1938, p. XI.

2) Rodolfo Sprenger, El bolchevismo, Santiago de Chile, 1947.

3) The Inevitability of Communism, Polemic Publishers, Nueva York, 1935.

4) “What is Communism”, Council Correspondence, octubre, 1934, Chicago, 111.

5) Josef Dietzgen: The Nature of Human Brainwork, en The Positive Outcome of Philosophy, Ch. H. Kerr & Co., Chicago, 1928, p. 158. (La edición alemana es de 1969), [versión castellana: El trabajo intelectual humano, Ed. Sígueme. Salamanca].

6). Hay numerosos documentos de ese nuevo estado de espíritu en las revistas Freedom, Le Libertaire, Freie Sozialistische Blätter, Southern Advocate of Council Communism, La Obra (Buenos Aires), etc.

7) Karl Korsch Marxismo y Filosofía, citado por Mattick en su obra precitada, p. 35.

Etiquetas: , ,


Tendencias Emol: primer paso de la represión contra la juventud anarquizante 


Hace poco me sorprendió lo sincero de un reportaje en EMOL donde se reivindicaba abiertamente el derecho de la mujer chilena burguesa a ir a Haití y adoptar niños negros. Muy Benetton, digamos.

Ahora hace poco, en el mismo pasquín se dan consejos a las madres que tienen que lidiar con hijos "anarquistas, rebeldes, vegetarianos", etc. Se trataría del primer nivel en que los defensores del orden lidian con la desviación. Sabemos que luego vienen niveles de represión más complejos, terminando con encarcelamiento bajo acusación de "terrorismo" y/o gatillo fácil de la policía para eliminar rebeldes por la espalda.

Impresionante:

Cómo orientar a hijos anarquistas y rebeldes

Por Francisca Vargas

Ser rebelde, no pescar, confrontar o transgredir las normas pueden ser actitudes típicas de la adolescencia, pero cuando esta conducta es sin respeto o pone en riesgo la vida de las personas hay que “tomar cartas en el asunto”.

El querer diferenciarse de los demás y encontrar la identidad personal es el proceso típico que se vive cuando se avanza a la adultez, pero hay que avanzar con calma y con la contención parental aunque claro esto los chicos no lo tienen en cuenta.

Entonces buscan llamar la atención y oponerse a las normas. “Lo peligroso es cuando se vuelcan al alcohol, las drogas o se vuelven antisociales y confrontacionales sin considerar si se hace daño o no a las personas que lo rodean y quieren”, explica la psicóloga de la U. Católica, terapeuta familiar y de pareja, Yvette Yunis Muñoz.

Para orientar hay que partir con los padres o los responsables con mayor experiencia de vida y manejo de las relaciones interpersonales. La idea es guiarlos para que ejerzan su “poder” pero en forma democrática para que el niño o la niña pueda asumir a sus padres con reales autoridades. “Si eres muy autoritario lo más probables es que vas a generar más obstinación, anarquía y más intentos por tener el poder”, agrega.

Por otra parte, la conducta “laissez faire” o dejar hacer por parte de los padres generaría una conducta igual de oposición, anarquía o confrontación porque los chicos necesitan saber cuáles son sus límites y para ello están sus padres.

“Obviamente las relaciones humanes se caracterizan por tener dificultades y diferencias que se tendrán que ir aclarando o repactando durante toda la vida. En el caso de los adolescente con sus papás, esta forma de repactar las reglas, las http://www.blogger.com/img/blank.gifconductas a seguir, tienen que derivarse de una conversación donde el niño en general pueda respetar o conocer como válidas esa intervenciones de los papás”, sostiene la psicóloga.

“Soy vegetariana”

María Isidora Hurtado tiene 16 años, se cortó el pelo estilo mohicano, decidió no comer carnes rojas, blancas ni pescado y hacer danza como hobby. Le va bien en el colegio pero no tolera la falta de compromiso o el desinterés de sus pares en cualquier situación...

SEGUIR LEYENDO (Y DEJAR COMENTARIOS).

Etiquetas: , ,


Las puertas y La cura 


Días extraños (The Doors, 1967)


Ojos extraños llenan extrañas habitaciones
Voces señalan su cansado final
La casera esta sonriendo
Sus invitados duermen por pecadores
Me oyen hablar del pecado
Y tu sabes que es esto

Yeah!

Los días extraños nos han encontrado
Y a través de sus extrañas horas
Nosotros nos desmoronamos solos
Cuerpos confusos
Memorias maltratadas
Mientras corremos desde el día
Hacia una extraña noche de drogas


versus

Un día extraño (The Cure, 1982).


Dame tus ojos,
que asi podre ver al ciego que besa mis manos.
El sol esta zumbando,
mi cabeza se hace polvo mientras el juega arrodillado.
Y la arena y el mar crecen.
Cierro los ojos, me muevo lentamente
entre las olas que ahogan.
Yendome lejos en un dia extraño.
Y me rio mientra floto en el viento,
ciego bailando en una playa de piedra.
Acaricio las caras mientras esperan su final,
un sonido repentino a traves del agua
y otra vez estamos aqui.
Y la arena y el mar crecen.
Cierro los ojos, me muevo lentamente
entre las olas que ahogan.
Yendome lejos en un dia extraño.
Mi cabeza cae y las paredes se derrumban,
y el cielo y lo imposible explotan.
Congelado por un instante, recuerdo una cancion,
una impresion de un sonido,
despues todo se va para siempre.
Un dia extraño

Etiquetas: , ,


domingo, julio 17, 2011

Derecho burgués vigente: delito de hurto 

4. Del hurto (ARTS. 446-448)

Artículo 446.- Los autores de hurto serán castigados:

1.º Con presidio menor en sus grados medio a máximo y multa de once a quince unidades tributarias mensuales, si el valor de la cosa hurtada excediera de cuarenta unidades tributarias mensuales.

2.º Con presidio menor en su grado medio y multa de seis a diez unidades tributarias mensuales, si el valor excediere de cuatro unidades tributarias mensuales y no pasare de cuarenta unidades tributarias mensuales.

3º Con presidio menor en su grado mínimo y multa de cinco unidades tributarias mensuales, si excediere de media unidad tributaria mensual y no pasare de cuatro unidades tributarias mensules.".

Si el valor de la cosa hurtada excediere de cuatrocientas unidades tributarias mensuales, se aplicará la pena de presidio menor en su grado máximo y multa de veintiuna a treinta unidades tributarias mensuales.

Articulo 447. En los casos del artículo anterior podrá aplicarse la pena inmediatamente superior en grado:

1° Si el hurto se cometiere por dependiente, criado o sirviente asalariado, bien sea en la casa en que sirve o bien en aquella a que lo hubiere llevado su amo o patrón.

2° Cuando se cometiere por obrero, oficial o aprendiz en la casa, taller o almacén de su maestro o de la persona para quien trabaja, o por individuo que trabaja habitualmente en la casa donde hubiere hurtado.

3° Si se cometiere por el posadero, fondista u otra persona que hospede gentes en cosas que hubieren llevado a la posada o fonda.

4° Cuando se cometiere por patrón o comandante de buque, lanchero, conductor o bodeguero de tren, guarda-almacenes, carruajero, carretero o arriero en cosas que se hayan puesto en su buque, carro, bodega, etc.

Articulo 448. El que hallándose una especie mueble al parecer perdida, cuyo valor exceda de una unidad tributaria mensual, no la entregare a la autoridad o a su dueño, siempre que le conste quién sea éste por hechos coexistentes o posteriores al hallazgo, será castigado con presidio menor en su grado mínimo y multa de cinco unidades tributarias mensuales. También será castigado con presidio menor en su grado mínimo y multa de cinco unidades tributarias mensuales el que se hallare especies, al parecer perdidas o abandonadas a consecuencia de naufragio, inundación, incendio, terremoto, accidente en ferrocarril u otra causa análoga, cuyo valor exceda la cantidad mencionada en el inciso anterior, y no las entregare a los dueños o a la autoridad en su defecto.

Etiquetas: , ,


El “renegado” Kautsky y su discípulo Lenin – Jean Barrot (intro GCI) 

LA VIGENCIA CONTRARREVOLUCIONARIA DEL LENINISMO
No sólo quienes nos critican, sino incluso lectores y compañeros próximos, se sorprendieron de nuestra enésima insistencia sobre el leninismo, el bolchevismo, el estalinismo…, considerando que todo eso ya está quemado, superado o/y que todo eso se hizo pelota con la «caída del muro» y que sólo quedan absurdos resabios, caribeños u otros, que no tienen ninguna actualidad. Esa apreciación no se basa en la realidad de la dominación capitalista y el aporte que, a la misma, significó la contrarrevolución leninista-estalinista como «ciencia de la maniobra política, táctica y estratégica», que justifica todo y su contrario, sino en lo que los políticos dicen de sí mismos, o lo que es lo mismo, en los regímenes políticos o partidos formales que se llaman a sí mismos leninistas o marxistas leninistas.
El leninismo es, sin embargo, mucho más amplio e importante que los regímenes marxistas leninistas, que, no está de más recordarlo, abarcaron más de la mitad de la humanidad y Lenin fue el autor más divulgado de todos los tiempos hasta épocas muy recientes. El marxismo leninismo es una metodología general decisiva para dominar al proletariado, una verdadera «ciencia de la maniobra», como Trotski decía, por la cual, en nombre de intereses superiores, se liquida la acción directa revolucionaria. Si en el sentido más amplio todas las fuerzas y partidos, cuyo objetivo es controlar a los proletarios, constituyen el partido histórico de la socialdemocracia (sí, del viejo partido burgués para neutralizar a los proletarios), el triunfo de la contrarrevolución leninista hizo, de esa ciencia, la forma más desarrollada de la dominación de los proletarios, la metodología más perfeccionada para imponerle al proletariado, en nombre del futuro socialista, la movilización productiva y nacional imperialista.
El leninismo no sólo es utilizado por estalinistas, trotskistas, zinovievistas, gramscianos… que es verdad que cada vez son menos importantes, sino que, en forma consciente o inconsciente, es utilizado por nacionalistas, socialistas, libertarios, liberales, populistas, derechistas, izquierdistas… No es necesario leer a Lenin para encontrar esa misma dualidad característica, llevada a su expresión máxima, en nombre no tanto del partido, sino del socialismo futuro, el progreso, la nación, la democracia, la igualdad… Tampoco es necesario ser miembro de un partido para defender esa concepción; hoy la misma reflorece, como si se tratara de hongos, en las ONG, los sindicatos, las estructuras de ayuda social... que el estado instaura en los barrios pobres como táctica contrainsurreccional (en las favelas, en los banlieu, en los suburbios, en las villas…), en el pseudosocialismo latinoamericano, entre los piqueteros argentinos o adentro del movimiento de trabajadores sem terra de Brasil…
Se nos dirá que ese dualismo es esencial en todas las formas de dominación capitalista y que no son fruto del leninismo, ni de la socialdemocracia, lo que es totalmente cierto, porque la democracia misma, para disolver la clase en el individuo ciudadano, requiere de todo eso y, en ese sentido, todo partido interesado en el desarrollo y el progreso del capital tiene que utilizarlo. Sin embargo, en tanto que proletarios, explotados y dominados, en lucha contra el capital y sus estados, nos interesa de sobremanera las formas precisas en que esa dominación se estructura y, en particular, las formas de dominación destinadas a los proletarios, concebida para canalizar a quienes ponen su voluntad en la lucha contra esta sociedad. Es decir, nos interesa de sobremanera el papel de los partidos burgueses para el proletariado, es decir la socialdemocracia y su perfeccionamiento marxista leninista. Y al profundizar en la misma constatamos que no estamos frente a una forma cualquiera de dominación sino frente a la forma más perfeccionada que puede existir, más allá de la terminología que la misma pueda utilizar.
Así, el «mal menor» es un invariante en toda la historia de la opresión y dominación de clase. Siempre la clase dominante intenta utilizar y canalizar a sus propios explotados y dominados contra otros sectores diciendo que son peores, siempre se trata de cambiar algo para que todo quede como está. Siempre la socialdemocracia había utilizado ese expediente contra la autonomía proletaria y la acción directa. Pero el mérito de aplicar dicho expediente para liquidar toda la fuerza del proletariado insurrecto mundial de los años 1917 a 1919 y canalizarlo hacia el frentismo corresponde al leninismo en el poder (1918-1923) y a la consecuente propaganda marxista leninista. La forma más elevada de esa liquidación revolucionaria es precisamente esa transformación histórica hasta imponerle el frente único, luego el frente popular, el frente nacional, hasta la sumisión a la guerra interimperialista y su masacre generalizada. Desde entonces siempre la dictadura del capital, la democracia, para su dominación, crea el cuco del fascismo para legitimarse como antifascista y liquidar toda expresión autónoma en base a un frente (que como todo frente popular incluye el terrorismo de estado). Pueden variar las formas o las denominaciones pero todas las formas de dominación y liquidación del proletariado autónomo utilizan las bases socialdemócratas y el perfeccionamiento de las mismas que efectuó el leninismo y sus diferentes y numerosas variantes.


El “renegado” Kautsky y su discípulo Lenin – Jean Barrot

“Las tres fuentes del Marxismo; la obra histórica de Marx” presenta un interés histórico evidente. Kautsky era incontestablemente el maestro del pensamiento de la II Internacional y de su partido más potente: el partido socialdemócrata alemán. Guardián de la ortodoxia, Kautsky era casi universalmente considerado como el mejor conocedor de la obra de Marx y Engels, y como su intérprete privilegiado. Las posiciones de Kautsky son por tanto testimonio de toda una época del movimiento obrero, y merecen ser conocidas, aunque sólo sea a este título. Esta conferencia trata precisamente de una cuestión central para el movimiento proletario: la relación entre la clase obrera y la teoría revolucionaria. La respuesta que da Kautsky a esta cuestión constituye el fundamento teórico de la práctica y de la organización de todos los partidos que constituían la II Internacional, y por tanto, del partido socialdemócrata ruso y de su fracción bolchevique, miembro “ortodoxo” de la II Internacional hasta 1914, es decir, hasta su hundimiento frente a la primera guerra mundial.

Sin embargo, las tesis desarrolladas por Kautsky en este folleto no se han “hundido” al mismo tiempo que la II Internacional. Muy al contrario, han sobrevivido y constituido igualmente el fundamento de la III Internacional por medio del “leninismo” y de sus avatares estalinistas y trotskistas.

¡El leninismo, subproducto ruso del kautskismo! He ahí lo que hará sobresaltarse a aquellos que no conocen de Kautsky más que los anatemas lanzados contra él por el bolchevismo y, en particular, el folleto de Lenin: La bancarrota de la II Internacional y el renegado Kautsky, y que no conocen de Lenin más que lo que es bueno conocer de él en las diferentes iglesias, capillas o sacristías que frecuentan.

No obstante, el título mismo del folleto de Lenin define muy exactamente su relación con Kautsky. Si Lenin trata a Kautsky de renegado, es ciertamente porque considera que éste era antes un adepto de la verdadera fe, de la que él se considera ahora el único defensor calificado. Lejos de criticar el “kautskismo”, al que se considera incapaz de identificar, Lenin se contenta de hecho con reprochar a su antiguo maestro del pensamiento el traicionar su propia doctrina. Desde cualquier punto de vista, la ruptura de Lenin fue a la vez tardía y superficial. Tardía porque Lenin mantuvo las ilusiones más grandes acerca de la socialdemocracia alemana, y no comprendió sino después que la traición hubo sido consumada. Superficial porque Lenin se limita a romper sobre los problemas del imperialismo y de la guerra, sin remontarse a las causas profundas de la traición socialdemócrata de agosto de 1914 ligada a la naturaleza misma de estos partidos y de sus relaciones tanto con la sociedad capitalista como con el proletariado. Estas relaciones deben ser vueltas a llevar, a su vez, al movimiento mismo del capital y de la clase obrera, y comprendidas como fase del desarrollo del proletariado, y no como una cosa susceptible de ser modificada por la voluntad de una minoría, ni siquiera de una dirección revolucionaria, por muy consciente que sea.

De ahí se deriva la importancia actual de las tesis que Kautsky desarrolla en este folleto de modo particularmente coherente, y que constituye el tejido mismo de su pensamiento a lo largo de toda su vida, y que Lenin recoge y desarrolla desde 1900 en Los objetivos inmediatos de nuestro movimiento y después en ¿Qué hacer? en 1902, en que, por lo demás, cita larga y elogiosamente a Kautsky. En 1913, Lenin recuperará nuevamente estas concepciones en Las tres fuentes y las tres partes constitutivas del Marxismo en donde desarrolla los mismos temas repitiendo a veces palabra por palabra el texto de Kautsky.

Estas tesis, basadas en un análisis histórico superficial y sumario de las relaciones de Marx y Engels, tanto con el movimiento intelectual de su época como con el movimiento obrero, pueden resumirse en pocas palabras, y algunas citas bastarán para esclarecer su sustancia:

“Un movimiento obrero espontáneo y desprovisto de toda teoría que se erige, en las clases trabajadoras, contra el capitalismo creciente, es incapaz de realizar… el trabajo revolucionario.”

Por eso es necesario realizar lo que Kautsky llama La unión del movimiento obrero y del socialismo.

Ahora bien: “La conciencia socialista hoy (!?) no puede surgir sino sobre la base de un profundo conocimiento científico… Ahora bien, el portador de la ciencia no es el proletariado, sino los intelectuales burgueses; …así pues, la conciencia socialista es un elemento importado desde fuera dentro de la lucha de clase del proletariado y no algo que surge espontáneamente”. Estas palabras de Kautsky son, según Lenin, “profundamente justas”.

Cae de su peso que esta unión tan deseada del movimiento obrero y del socialismo no podía realizarse de la misma manera en las condiciones alemanas y en las condiciones rusas. Pero es importante ver que las divergencias profundas del bolchevismo en el terreno organizativo no resultan de concepciones diferentes, sino tan sólo de la aplicación de los mismos principios en situaciones políticas, económicas y sociales diferentes.

De hecho, lejos de desembocar en una unión cada vez más grande del movimiento obrero y del socialismo, la socialdemocracia no desembocará sino en una unión cada vez mayor con el capital y con la burguesía. En cuanto al bolchevismo, después de haber estado en la revolución rusa como pez en el agua (“Los revolucionarios están en la revolución como el agua en el agua”) y por el hecho del fracaso de ésta, acabará en una fusión casi completa con el capital estatal administrado por una burocracia totalitaria.

Sin embargo, el “leninismo” continúa atormentando la conciencia de muchos revolucionarios de más o menos buena voluntad, en la búsqueda de una receta susceptible de triunfar. Persuadidos de ser “de vanguardia” porque tienen la “conciencia” mientras que no poseen sino una teoría falsa, militan para unir esos dos monstruos metafísicos que son “Un movimiento obrero espontáneo, despojado de toda teoría” y una conciencia socialista desencarnada.

Esta actitud es simplemente voluntarista. Ahora bien, si como ha dicho Lenin, “La ironía y la paciencia son las principales cualidades del revolucionario”, “la impaciencia es la principal fuente del oportunismo” (Trotsky). El intelectual, el teórico revolucionario no tiene que preocuparse de ligarse a las masas, pues si su teoría es revolucionaria, ya está ligado a las masas. No tiene que “elegir el campo del proletariado” (no es Sartre quien utiliza este vocablo, es Lenin) pues, hablando con propiedad, no puede elegir. La crítica teórica y práctica de que es portador está determinada por la relación que mantiene con la sociedad. No puede liberarse de esta pasión más que sometiéndose a ella (Marx). Si “puede elegir” es que ya no es revolucionario, y que su crítica teórica está ya manida. El problema de la penetración de las ideas revolucionarias que comparte en ambiente obrero es, por ahí mismo, transformado totalmente: cuando las condiciones históricas, la relación de fuerzas entre las clases en lucha, principalmente determinada por el movimiento autonomizado del capital, prohíben toda irrupción revolucionaria del proletariado en la escena de la historia, el intelectual hace como el obrero: lo que puede. Estudia, escribe, da a conocer sus trabajos lo mejor que puede, generalmente bastante mal. Cuando estudiaba en el Museo Británico, Marx, producto del movimiento histórico del proletariado, estaba ligado, si no a los trabajadores, al menos al movimiento histórico del proletariado. No estaba más aislado de los trabajadores que cualquier trabajador lo está a su vez de los demás, en la medida en que las condiciones del momento limitan sus relaciones a aquellos que el capitalismo permite.

Por contra, cuando el proletariado se constituye en clase y declara de una manera u otra la guerra al capital (y no tiene ninguna necesidad de que se le aporte EL SABER para hacerlo, pues al no ser él mismo, en las relaciones de producción capitalista, más que capital variable, basta que quiera cambiar aunque sea un poco su condición, para estar de lleno en el corazón del problema que el intelectual tendrá dificultad en entender) el revolucionario no está ni más ni menos ligado al proletariado de lo que ya lo estaba. Pero la crítica teórica se fusiona entonces con la crítica práctica, no porque se la ha aportado desde el exterior, sino porque son una sola y misma cosa.

Si en el período precedente el intelectual tuvo la debilidad de creer que el proletariado permanecía pasivo porque le faltaba la “conciencia” y si había llegado a creerse “de vanguardia” hasta el punto de querer dirigir al proletariado, entonces se reserva amargas decepciones.

Esta es, sin embargo, la concepción que constituye lo esencial del leninismo, y es lo que muestra la historia ambigua del bolchevismo. Estas concepciones sólo han podido mantenerse finalmente porque la revolución rusa ha fracasado, es decir, porque la relación de fuerzas a escala internacional entre el capital y el proletariado no ha permitido a este último hacer su crítica práctica y teórica.

Es lo que vamos a intentar mostrar analizando someramente lo que ha pasado en Rusia y el papel real del bolchevismo.

Al creer ver en los círculos revolucionarios rusos el fruto de “la unión del movimiento obrero y del socialismo”, Lenin se equivocaba gravemente. Los revolucionarios organizados en los grupos socialdemócratas no aportaban ninguna “conciencia” al proletariado. Bien entendido, una exposición o un artículo teórico sobre el marxismo era muy útil a los obreros: no servía para dar la conciencia, el conocimiento de la lucha de clases, sino solamente para precisar las cosas, para hacer reflexionar más. Lenin no comprendía esta realidad. No sólo quería aportar a la clase obrera el conocimiento de la necesidad del socialismo en general, sino que quería igualmente ofrecerle consignas imperativas que expresasen lo que debe hacer en un momento preciso. Por lo demás, esto es normal, puesto que el partido de Lenin, depositario de la conciencia de clase, es, 1º, el único capaz de discernir el interés general de la clase obrera por encima de todas sus divisiones en capas diversas, y 2º, el único capaz de analizar permanentemente la situación y formular consignas adecuadas. Ahora bien, la revolución de 1905 debía mostrar la incapacidad práctica del partido bolchevique para dirigir a la clase obrera y revelar el retraso del partido de vanguardia. Todos los historiadores, incluso favorables a los bolcheviques, reconocen que en 1905 el partido bolchevique no ha comprendido nada de los soviets. La aparición de formas de organización nuevas suscita la desconfianza de los bolcheviques: Lenin afirma que los soviets no eran “ni un parlamento obrero ni un órgano de autogobierno proletario”. Lo importante es ver que los obreros rusos no sabían que iban a constituir los soviets. Una minoría muy pequeña de entre ellos conocía la experiencia de la Comuna de París, y sin embargo crearon un embrión de Estado obrero, a pesar de que nadie les había educado. La tesis kautskista-leninista niega de hecho todo poder de creación original a la clase obrera desde el momento en que no es guiada por el partido-fusión-del-movimiento- obrero-y-del-socialismo. Ahora bien, se ve que en 1905, para retomar la frase de las “Tesis de Feuerbach”, “que el educador necesita ser educado él mismo”.

Sin embargo, Lenin realizó un trabajo revolucionario (entre otros, su posición sobre la guerra), al contrario que Kautsky. Pero en realidad Lenin no fue revolucionario más que contra su teoría de la conciencia de clase. Tomemos el caso de su acción entre febrero y octubre de 1917. Lenin había trabajado más de 15 años (desde 1900) para crear una organización de vanguardia que realizase la unión del “socialismo” y del “movimiento obrero”, agrupando a los “jefes políticos”, los “representantes de vanguardia capaces de organizar el movimiento y dirigirlo”. Ahora bien, en 1917, como en 1905, esta dirección política, representada por el comité central del partido bolchevique, se muestra por debajo de las tareas del momento, con retraso con respecto a la actividad revolucionaria del proletariado. Todos los historiadores, comprendidos los historiadores estalinistas y trotskistas, muestran que Lenin tuvo que librar un combate largo y difícil contra la dirección de su propia organización para hacer triunfar sus tesis. Y no pudo triunfar más que apoyándose en los obreros del partido, en la verdadera vanguardia organizada en las fábricas en el interior o alrededor de los círculos socialdemócratas. Se dirá que todo esto habría sido imposible sin la actividad desarrollada durante años por los bolcheviques, tanto en el ámbito de las luchas cotidianas de los obreros como en el de la defensa y propaganda de las ideas revolucionarias. Efectivamente, la gran mayoría de los bolcheviques, y en primer lugar Lenin, han contribuido con su propaganda y su agitación incesantes al levantamiento de octubre de 1917. En tanto que militantes revolucionarios, han jugado un papel eficaz: pero en tanto que “dirección de la clase”, “vanguardia consciente”, han estadoretrasados respecto al proletariado. La revolución rusa se ha desarrollado contra las ideas de “¿Qué hacer?”. Y en la medida en que estas ideas han sido aplicadas (creación de un órgano que dirige a la clase obrera pero separado de ella), se han revelado como un freno y un obstáculo a la revolución. En 1905, Lenin está en retraso respecto a la historia porque se aferra a las tesis de “¿Qué hacer?”. En 1917, Lenin participa en el movimiento real de las masas rusas, y al hacer esto rechaza –en la práctica- la concepción desarrollada en “¿Qué hacer?”.

***

Si aplicamos a Kautsky y a Lenin el tratamiento inverso del que ellos hacen sufrir a Marx, si ligamos sus concepciones a la lucha de clases en lugar de separarlas de ella, el kautskismo-leninismo aparece como característica de todo un período de la historia del movimiento obrero dominado en primer lugar por la II Internacional. Después de haberse desarrollado y organizado mal que bien, el proletariado se encuentra desde el final del siglo XIX en una situación contradictoria. Posee diversas organizaciones cuyo fin es hacer la revolución y al mismo tiempo es incapaz de hacerla pues las condiciones no están todavía maduras. El kautskismo-leninismo es la expresión y la solución de esta contradicción. Al postular que el proletariado debe pasar por el rodeo del conocimiento científico para ser revolucionario, consagra y justifica la existencia de organizaciones que encuadran, dirigen y controlan al proletariado.

Como hemos señalado, el caso de Lenin es más complejo que el de Kautsky, en la medida en que Lenin fue, durante una parte de su vida, revolucionario contra el kautskismo-leninismo. Por lo demás, la situación de Rusia era totalmente diferente de la de Alemania, que poseía casi un régimen de democracia burguesa y en donde existía un movimiento obrero fuertemente desarrollado e integrado en el sistema. En Rusia, por el contrario, hacía falta construirlo todo, y no se trataba de participar en actividades parlamentarias burguesas y sindicales reformistas que no existían. En estas condiciones, Lenin podía adoptar una posición revolucionaria a pesar de sus ideas kautskistas. No obstante, hay que señalar que él consideró hasta la guerra mundial a la socialdemocracia alemana como un modelo.

En sus historias revisadas y corregidas del leninismo, los estalinistas y los trotskistas nos muestran a un Lenin lúcido que comprende bien y denuncia antes de 1914 la “traición” de la socialdemocracia y de la Internacional. Eso es pura leyenda y haría falta estudiar bien la verdadera historia de la II Internacional para mostrar que no sólo Lenin no lo denunciaba, sino que no había comprendido nada antes de la guerra sobre el fenómeno de degeneración socialdemócrata. Antes de 1914, Lenin elogia incluso al partido socialdemócrata alemán por haber sabido reunir el “movimiento obrero” y el “socialismo” (ver “¿Qué hacer?”). Citemos solamente estas líneas extraídas del artículo necrológico “Augusto Bebel” (que contiene, por lado, varios errores de detalle y de fondo sobre la vida de este “dirigente”, este “modelo de jefe obrero” y sobre la historia de la II Internacional).

“Las bases de la táctica parlamentaria de la socialdemocracia alemana (e internacional), que no cede un ápice a los enemigos, que no deja escapar la menor posibilidad de conseguir una mejora, por pequeña que sea, para los obreros, que se muestra al mismo tiempo intransigente en el plano de los principios y se orienta siempre hacia la realización del objetivo final, las bases de esta táctica fueron puestas a punto por Bebel…”

Lenin dirigía estas alabanzas a “la táctica parlamentaria de la socialdemocracia alemana (e internacional), “intransigente en el plano de los principios” (!) ¡en agosto de 1913! Cuando un año más tarde creyó que el número del Vorwärts (órgano del partido socialdemócrata alemán), anunciando el voto de los créditos de guerra por los diputados socialdemócratas, era una falsificación fabricada por el estado mayor alemán, solamente revelaba las ilusiones que había mantenido durante largo tiempo, de hecho desde 1900-1902, desde “¿Qué hacer?”, sobre la Internacional en general y la socialdemocracia alemana en particular. (No abordamos aquí la actitud de otros revolucionarios frente a estas cuestiones, Rosa Luxemburgo, por ejemplo. Este problema merecería de hecho un estudio detallado).

Hemos visto cómo Lenin había abandonado en la práctica las tesis de “¿Qué hacer?” en 1917. Pero la inmadurez de la lucha de clases a escala mundial, y en particular, la ausencia de revolución en Europa, conlleva la derrota de la revolución rusa. Los bolcheviques se encuentran en el poder con la tarea de “administrar Rusia” (Lenin), de realizar las tareas de la revolución burguesa que no ha podido llevarse a cabo, es decir, de hecho, asegurar el desarrollo de la economía rusa, no pudiendo ser este desarrollo más que capitalista. Meter en cintura a la clase obrera –y las oposiciones dentro del partido- se convierte en un objetivo esencial. Lenin, que no había rechazado “¿Qué hacer?” explícitamente en 1917, recupera enseguida las concepciones “leninistas” que son las únicas permiten el encuadramiento “necesario” de los obreros. Los Centralistas-demócratas, la Oposición obrera y el Grupo obrero son aplastados por haber negado “el papel dirigente del partido”. La teoría leninista del partido es igualmente impuesta a la Internacional. Después de la muerte de Lenin, Zinoviev, Stalin y tantos otros debían desarrollarla insistiendo cada vez más en la “disciplina de hierro”, “la unidad del pensamiento y la unidad de acción”: mientras que el principio sobre el que reposaba la Internacional estalinizada era el mismo que el que cimentaba los partidos socialistas reformistas (el partido separado de los trabajadores que les aporta la conciencia de sí mismos), cualquiera que rechazase la teoría leninista-estalinista caía en “el marasmo oportunista, socialdemócrata, menchevique…”. Por su parte, los trotskistas se aferraban al pensamiento de Lenin y recitaban “¿Qué hacer?”. La crisis de la humanidad no es otra que “la crisis de la dirección”, decía Trotsky: había que crear, por tanto, a cualquier precio una dirección. Supremo idealismo, la historia del mundo era explicada por la crisis de la conciencia.

En definitiva, el estalinismo no debía triunfar sino en los países en que el desarrollo del capitalismo no podía ser asegurado por la burguesía, sin que estuviesen reunidas las condiciones para que el movimiento obrero pudiese destruirlo. En Europa del Este, en China, en Cuba, se ha formado un grupo dirigente nuevo, compuesto de cuadros del movimiento obrero burocratizado, de antiguos especialistas o técnicos burgueses, a veces de cuadros del ejército o antiguos estudiantes incorporados al nuevo orden social como en China. En último análisis, un tal proceso no era posible más que en razón de la debilidad del movimiento obrero. En China, por ejemplo, la capa social motriz de la revolución fue el campesinado, incapaz de dirigirse a sí mismo, no podía sino ser dirigido por “el partido”. Antes de la toma del poder, este grupo organizado en “el partido” dirige las masas y las “regiones liberadas” si las hay. Después, toma en sus manos el conjunto de la vida social del país. En todas partes las tesis de Lenin han sido un potente factor burocrático. Para Lenin, la función de dirección del movimiento obrero era una función específica asegurada por “jefes” organizados separadamente del movimiento y cuyo único papel es ése. En la medida en que preconizaba un cuerpo separado de revolucionarios profesionales que guían a las masas, el leninismo ha servido de justificación ideológica a la formación de direcciones separadas de los trabajadores. En este estadio, el leninismo, desviado de su contexto original, ya no es más que una técnica de encuadramiento de las masas y una ideología que justifica la burocracia y sostiene al capitalismo: su recuperación era una necesidad histórica para el desarrollo de estas nuevas formaciones sociales que representan a su vez una necesidad histórica para el desarrollo del capital. A medida que el capitalismo se extiende y domina el planeta entero, las condiciones de posibilidad de la revolución maduran. La ideología leninista comienza a estar fuera de uso, en todos los sentidos de la palabra.

Es imposible examinar el problema del partido sin ligarlo a las condiciones históricas en las cuales este debate nace: en todos los casos, aunque bajo formas diferentes, el desarrollo de la ideología leninista es debido a la imposibilidad de la revolución proletaria. Si la historia ha dado la razón al kautskismo-leninismo, si sus adversarios jamás han podido ni organizarse de un modo duradero ni siquiera presentar una crítica coherente de él, no es debido a la casualidad: el éxito del kautskismo-leninismo es un producto de nuestra época y los primeros ataques serios – prácticos- contra él marcan el fin de todo un período histórico. Para ello hacía falta que el modo de producción capitalista se desarrollase ampliamente a escala del mundo entero. La revolución húngara de 1956 ha doblado las campanas por todo un período de contrarrevolución, pero también de maduración revolucionaria. Nadie sabe cuándo será definitivamente superado este período, pero es seguro que la crítica de las tesis de Kautsky y de Lenin, productos de esta época, se hace desde entonces posible y necesaria. Por esta razón hemos tenido empeño en reeditar “Las tres fuentes del marxismo, la Obra histórica de Marx”, para mejor dar a conocer y comprender lo que fue, lo que todavía es, la ideología dominante de todo un período. Lejos de querer disimular las ideas que condenamos y combatimos, queremos, por el contrario, difundirlas ampliamente a fin de mostrar simultáneamente su necesidad y su límite históricos.

Las condiciones que han permitido el desarrollo y el esplendor de organizaciones de tipo socialdemócrata o bolchevique están hoy superadas. En cuanto a la ideología leninista, además de su utilización por los burócratas en el poder, lejos de servir en las agrupaciones revolucionarias que se reclaman de la unión del socialismo y del movimiento obrero, no puede servir desde ahora más que para afirmar provisionalmente la unión de intelectuales mediocres y de trabajadores mediocremente revolucionarios.

(Tomado de: revista COMUNISMO N° 56)

Etiquetas: , , ,


Acerca de la comprensión comunista/anárquica de las actuales protestas estudiantiles (x R.A.P.) 


Acerca de la comprensión comunista/anárquica de las actuales protestas estudiantiles

Hemos estado leyendo los panfletos difundidos por Hommodolars en relación a las últimas manifestaciones estudiantiles, así como los comentarios del propio sitio sobre los mismos y las referidas movilizaciones. En este sentido, nos han surgido algunas reflexiones que tienen que ver, sobre todo, con el análisis y comprensión de estas luchas parciales y, en coherencia con ello, la postura y acción de las minorías revolucionarias frente a tales procesos.

Los panfletos por sí mismos contienen una crítica (que obviamente compartimos) a las castraciones ciudadanistas y reformistas del propio proceso de movilizaciones, así como un llamado a la superación de estos límites, a la profundización de los análisis y a la radicalización teórica/práctica en base, principalmente, a la mantención y transformación de los espacios ocupados para ir más allá de las demandas al estado; para la generación de relaciones que rompan con la cotidianidad alienante del capital. También intentan clarificar el rol de la educación en la sociedad capitalista -como transmisora de la ideología dominante y generadora de mano de obra cualificada y funcional a los engranajes del sistema-, en perspectivas de romper con su mistificación como herramienta neutral de progreso social. En tal sentido, concordamos en lo fundamental y creemos necesaria la difusión de este material, la que alentamos. Por lo visto, los/as compas de HD también se identifican con los mencionados panfletos, razón por la que le dan espacio en su web. Sin embargo, pensamos que las notas y comentarios de HD al respecto contienen algunos errores importantes. No es sólo el lenguaje (muy agresivo), sino que pensamos que existe una desconexión ideológica con la clase en sí. No nos parece correcto (en un sentido teórico, no solamente discursivo) denominar como “estupidez” la lucha parcial -o incluso artificial- de un sector social específico (en este caso, el estudiantado). Si bien, no creemos ser los únicos en sentir un instintivo desprecio hacia el mundillo estudiantil universitario "buena onda", que se compró aquello de que era la "élite intelectual del país" y de que con sus lamentos democráticos van a ayudar a los "más necesitados", entender desde posiciones comunistas revolucionarias estas movilizaciones sólo como superficialidades y consecuencias del capitalismo espectacular, es no ver las potencialidades rupturistas que se van dibujando en estos momentos. Porque más de 100 mil estudiantes en las calles en todo el país no es sólo una muestra más del borreguismo reformista. Hay algo más. Si bien no toda movilización popular es constitutiva del desarrollo del movimiento comunista, la lucha de masas sí es imprescindible para el avance efectivo del mismo. Es decir, de manera más general, que no todo lo proletario es revolucionario (1) , pero la ruptura comunista/anárquica sin la acción del proletariado constituido como clase es imposible (2) .

Con todo, cuando la "gente común" pide más democracia, lo que está realmente haciendo es reconocer en la práctica la enajenación cotidiana de la que es parte, la falta intolerable de control y decisión sobre sus vidas. Y todo aquello lo reviste con la imagen mistificada y mitificada de la democracia, la cual en su expresión supuestamente auténtica garantizaría la posibilidad de expresar sus opiniones y definir el curso de su vida en base al intercambio libre de las mismas. Entregar elementos para romper con esa mistificación es una de las tareas de lxs comunistas/anárquicos, y eso se hace de manera seria y siendo parte de las experiencias (no de todas, claro está, sino de las que, luego de un determinado análisis, veamos como potenciales).

No se trata de que creamos que a partir de estas movilizaciones, dotándolas con una correcta orientación o conducción, entremos de lleno a un periodo abiertamente revolucionario, sino que las entendamos como procesos necesarios para la experiencia colectiva de la clase, desde los cuales comienza a abrirse camino hacia su propia liberación. Por ello, la potenciación de las características autónomas y rupturistas de estas protestas y demás acciones, que creemos posible, se torna una tarea fundamental de las individualidades y agrupaciones comunistas/anárquicas. Tenemos claro que la revolución no se trata de la acumulación cuantitativa de experiencias similares a las actuales (muy limitadas en su forma y contenido). No es la suma de parcialidades la que de por sí se torna revolucionaria. Ante todo, se requiere de cambios cualitativos para entrar a una fase de enfrentamiento clasista abierto. Es decir, es la esencia del movimiento la que debe ser distinta. Pero esa esencia, si bien no es consecuencia directa de la mera sumatoria de experiencias aisladas, si tiene sus raíces en el desarrollo de dichos procesos. Es por todo esto que los empeños de HD en demostrar el reformismo y la “estupidez” de estas experiencias no nos parecen aportadores ni clarificadores. No porque solamente el lenguaje sea agresivo, sino porque no reconoce la validez de estos eventos como posibles pasos para el movimiento en general, para generar una conciencia proletaria verdadera. Y es que la mantención de esta actitud lleva a la inacción y al desdén reaccionario hacia la actividad de la clase. Por supuesto que tampoco se trata de querer conducir estas movilizaciones asumiendo sus propias limitaciones, cuestión que, según nos parece, hacen o pretenden hacer otras organizaciones del marxismo-leninismo y afines al anarquismo oficial y plataformista. Son éstas las que, en nombre de la “inserción social”, lo que hacen es, tácita o explícitamente, asumir una limitación perpetua de las capacidades intelectuales, organizativas y revolucionarias del proletariado, puesto que no pretenden superar sino sumar parcialidades que, bajo su alero, serían conducidas por la senda correcta (senda que es tan diversa como diverso es el espectro del izquierdismo). Como hemos planteado, la alteración de las relaciones en el seno de estas experiencias es la que nos interesa, no la conducción técnica y politiquera de un amasijo de contradicciones.

Por otro lado, lejos de condenar la violencia proletaria organizada o instintiva, y despreciando profundamente la actitud "pacifista" (y, paradójicamente, a menudo muy violenta con el "violentista") del “ciudadano democrático”, no nos encuadramos tampoco en la apologización y recuperación ideológica de todo desmadre que se produzca en las calles, muchos de ellos también interpretables como expresión espectacular de la violencia cotidiana que el sistema impone y reproduce. No toda expresión de lucha proletaria debe recurrir a la fuerza en todo momento. Pero la madurez de las mismas ya dará cuenta de eso.

En definitiva, el estudiantado sólo pasará a ser un agente de ruptura cuando sea capaz de comprenderse como parte integral de la clase sometida a la explotación, y como tal luche ya no por una mejor domesticación, sino por la subversión total de las relaciones alienantes, producidas y reproducidas por la sociedad de clases. Aquí no hay ninguna controversia con los/as compañeros/as de HD. Pero ese proceso no se logra sólo con la difusión de panfletos y comunicados, menos si estos se empeñan en desacreditar las experiencias particulares por sus evidentes limitaciones. Es, sobre todo, un camino cuyo inicio está en la superación de estas experiencias. No desconocemos la posibilidad de que a la vez se constituyan en mecanismos de autocontrol del mismo sistema, pero distanciarnos por este motivo es perder de vista las experiencias necesarias para el avance de la conciencia y acción proletaria para su autoliberación.

Finalmente, hay que denunciar el intento mediático, estatal y reformista de fijar bajo sus criterios los límites entre manifestantes “buenos”, aquellos que con sus demandas en el marco de la legalidad contribuirían al progreso nacional, y los malos, esos “infiltrados ideologizados” que sólo buscan destruir (la expresión en la prensa de este intento es tan burda, que no debería costar mucho derribarla).
Esperamos que estos comentarios sean recibidos como una visión crítica fraternal y, en ningún caso, como un ataque o intento de demarcación entre lo correcto y lo falso. Si planteamos todo lo anterior, es porque reconocemos en HD un importante espacio difusor de teoría radical y análisis derivados de ella. Creemos que el fortalecimiento de una perspectiva comunista radical precisa de una crítica y autocrítica constante, dura si se requiere, pero fraterna y libre de suspicacias que no deberían tener lugar entre quienes nos planteamos la superación de las prácticas comunes de la izquierda del capital.

Por lo demás, en tiempos como estos, en que la acción y conciencia del movimiento proletario son débiles en términos generales, creemos necesario valorizar la integralidad y radicalidad de la teoría y praxis total de la clase, con el fin de generar perspectivas y posibilidades coherentes que permitan el advenimiento de un escenario (realmente) revolucionario. De ahí el interés en plantear nuestro punto de vista y posiciones, no sólo como ataque al status-quo, si no también como contribución al movimiento del que, un puñado de compañeros que conformamos las RAP, creemos ser parte.

Saludos revolucionarios.

Redes por la Autonomía Proletaria - RAP.

NOTAS:

1:No creemos necesario desarrollar más este punto. Baste decir que la existencia del proletariado requiere de la alienación del mismo, por tanto la actitud “normal” de la clase, bajo la dominación de la ideología (siempre burguesa), tiende a ser reaccionaria. Así el machismo, la homofobia, el racismo, el nacionalismo, etc., son actitudes proletarias que claramente constituyen un obstáculo en el desarrollo de la propia conciencia clasista revolucionaria, y el hecho de recuperarlas so pretexto de “acercarse al pueblo” es parte de una política evidentemente reaccionaria.

2: Y esto es lo que no comprenden ciertas corrientes del anarquismo, que promueven el “ataque ahora ya” al capital, mistificando ciertas acciones pirotécnicas en particular y desdeñando al “pueblo”, porque este sería un ente pasivo y totalmente entregado a la dinámica del sistema. Una cosa es reconocer el estado actual de la clase, y otra es perpetuar ideológicamente tal estado y entregarse a la idea romántica de crear islotes de resistencia y ataque al sistema. Ataque por lo demás ilusorio, porque el capitalismo prosigue su funcionamiento sin variar significativamente luego de estas acciones, respondiendo a su vez con su clásica maquinaria represiva mediática-estatal y enviando compañeros y compañeras a sus centros carcelarios o a la muerte. El capitalismo está fundado en relaciones sociales, por tanto son éstas las que deben ser subvertidas, desde el contacto interpersonal más íntimo hasta la relación inter-clasista mediada por la dominación, proceso en el cual el enfrentamiento físico con los aparatos contra-revolucionarios es sólo una parte. No desconocemos los brotes aislados de respuestas radicales a las condiciones brutales en las que nos mantiene el capital y sus estados, pero también comprendemos que para constituir una amenaza para la existencia del sistema y a la vez una propuesta creativa de relaciones sociales no-alienadas, hace falta más que la mera multiplicación de estos focos de lucha.

Etiquetas: , , ,


This page is powered by Blogger. Isn't yours?