Delirio Místico: "A mon seul désir" (Según mi solo deseo)
"La discusión sobre el comunismo no es académica. No es un debate sobre lo que se hará mañana.
Desemboca en, y forma parte de un conjunto de tareas inmediatas y lejanas de las que no es más que un aspecto, un esfuerzo de comprensión teórica" (Gilles Dauvé)
-“Baquedano
recupera su garbo”: sobre la dialéctica de des-monumentalización y
re-monumentalización.
x Julio Cortés Morales
Salgo temprano a la
calle y veo que en la edición impresa de El Mercurio aparece el siguiente
titular: “Baquedano recupera su garbo”, junto a una foto de su estatua ecuestre
completamente reparada y pintada, como una forma de conmemorar los seis meses
del “estallido” en el momento en que el coronavirus lo ha suspendido hasta
nuevo aviso.
Al lado aparecen fotos
del mismo lugar el 1 de enero y el 19 de marzo, como para que el lector lo
compare con el estado en que estaba en el momento aún álgido de la rebelión, y
un día después del estado de catástrofe decretado por la pandemia, que
posibilitó inclusive una sonada aparición del Presidente de la República para
fotografiarse bajo Baquedano y su caballo.
No tengo muy claro qué
es “garbo”, que en principio me suena más a la famosa actriz sueca Greta, así
que acudo al diccionario de la RAE, que en la primera acepción me dice que es
“gallardía, gentileza, buen aire y disposición de cuerpo”.
El mensaje es que el
General luce de nuevo toda su gallardía y buen aire porque su monumento fue
restaurado tras varios meses de haber sido el “epicentro del vandalismo” (1). Sí:
el general Baquedano, un gallardo militar que entre otras cosas participó del
genocidio denominado como “Pacificación de la Araucanía”, con el cual la
República de Chile fue mucho más lejos que la Corona española en sus
pretensiones de conquista y dominación, específicamente como teniente coronel
en las campañas de Malleco y Renaico.
En Chile los monumentos
nacionales están regulados en la Ley 17.288, de 1970, que los declara bajo
protección y tuición del Estado, y los define en su artículo 1° como: “los
lugares, ruinas, construcciones u objetos de carácter histórico o artístico;
los enterratorios o cementerios u otros restos de los aborígenes, las piezas u
objetos antropo-arqueológicos, paleontológicos o de formación natural, que
existan bajo o sobre la superficie del territorio nacional o en la plataforma
submarina de sus aguas jurisdiccionales y cuya conservación interesa a la
historia, al arte o a la ciencia; los santuarios de la naturaleza; los
monumentos, estatuas, columnas, pirámides, fuentes, placas, coronas,
inscripciones y, en general, los objetos
que estén destinados a permanecer en un sitio público, con carácter
conmemorativo”.
Por supuesto, es el
Estado a través de sus instituciones especializadas quien define a quiénes y
cómo homenajear y tal como “la ideología dominante es la ideología de la clase
dominante” (Marx), es fácil darse cuenta del sello de clase que ostenta desde
la simple colocación de nombres de calles y avenidas hasta la decisión acerca
de a qué grandes próceres de la patria vale la pena monumentalizar o no.
Pero si eso es así en
la realidad, el lenguaje pretendidamente frío y neutro de la ley acude en el
artículo 17 a esta definición: “Son Monumentos Públicos y quedan bajo la
tuición del Consejo de Monumentos Nacionales, las estatuas, columnas, fuentes,
pirámides, placas, coronas, inscripciones y, en general, todos los objetos que estuvieren colocados o se colocaren
para perpetuar memoria en campos, calles, plazas y paseos o lugares públicos”.
Tal como el poder de
definición de los delitos y penas mediante leyes y reglamentos, o
“criminalización”, la “monumentalización” también es más dinámica de lo que
parece: la que ahora llamamos Plaza Dignidad no siempre fue Plaza Baquedano (2),
y en cada uno de los monumentos públicos e históricos existentes podríamos rastrear
mucha más historia viva que la que se deja entrever observando esas imágenes
estáticas.
Por otra parte, el
poder también realiza de vez en cuando rituales de “desmonumentalización”: hoy
en día retiran de algunos recintos militares placas conmemorativas del general
Manuel Contreras como resultado de acciones judiciales interpuestas por grupos
de ciudadanos, y se niega en cambio por los tribunales el retiro de la estatua
del almirante Merino en un recinto de la Armada en la Quinta región. También
hemos visto como se han retirado los nombres de curas pedófilos y abusadores
que se habían puesto a determinadas plazas o parques antes de ser descubiertos
en falta.
¿Es en verdad correcto
des-monumentalizara Contreras y seguir
homenajeando a Baquedano y a Merino? ¿A los “valientes soldados” en general,
que hace más de un siglo no han librado ninguna guerra contra una potencia
extranjera pero si varias contra su propia población?
Cuando fui estudiante
en Derecho de la Universidad de Chile a fines de los 80 e inicios de los 90 la
plaza ubicada en Pio Nono frente a la Facultad se llamaba “José Domingo Gómez
Rojas”, en homenaje al estudiante-poeta de tendencias anarquistas que fuera
encarcelado para luego enloquecer y morir encerrado en el manicomio, dentro de
la oleada represiva de los años 20 contra la FECH, el movimiento obrero y todos
quienes se oponían auna guerra con
Perú. Posteriormente la plaza pasó a homenajear al Papa Juan Pablo II, y nadie
sabe a ciencia cierta qué pasó con la enorme piedra roja erigida en memoria de
Gómez Rojas, autor del bellísimo libro de poemas “Rebeldías Líricas”.
En años recientes hasta
la rotonda que homenajeaba a Edmundo Pérez Zujovic -el ex Ministro del Interior
del gobierno de Frei Montalva asesinado en junio de 1971 por miembros de la
Vanguardia Organizada del Pueblo-, dejó de existir, aplastada por el desarrollo
urbanístico e inmobiliario del barrio alto (3).
Pero en abierta
oposición y desafío a los poderes dominantes existe también una tendencia
espontánea de los sectores populares a “desmonumentalizar” los monumentos
oficiales, y a instaurar en el espacio físico y psíquico de la ciudad otras
formas de conmemoración que homenajean lo que Benjamin llamó “la tradición de
los oprimidos”.
Los actos masivos de
desmonumentalización fueron frecuentes en todo el territorio nacional durante
la insurrección de octubre. Resulta obvio que para el lenguaje del poder se
trataba de deleznables delitos, vandalismoy “nulo respeto por la historia” (4). Pero en rigor se trata de
expresiones muy profundas, plagadas de significado, que suelen estar presentes
en todas las insurrecciones y revueltas populares.
Así, el martes 2 abril de 1957 durante la
“Batalla de Santiago” la enorme protesta popular y estudiantil en las calles,
fuera ya de todo control por parte de las organizaciones de la izquierda
institucional, se caracterizó -según el historiador Pedro Milós- por una gran
agresividad contra la policía, en la que “la multitud, arriesgando sus vidas,
no dudó en hacerles sentir su superioridad numérica y enrostrarles la ira
acumulada en el curso de los enfrentamientos”, en los que las balas policiales
ya se habían cobrado la vida de la estudiante de Enfermería de la Universidad
de Chile Alicia Ramírez frente al Teatro Miraflores (entre Huérfanos y Merced).
Además, hubo gran
violencia contra los bienes públicos, “como si a través de la infinidad de
fogatas que poblaron el centro de Santiago, se hubiese querido señalizar tanto
la presencia de los manifestantes como su poder de reducir a cenizas los bienes
públicos” (5). En ese contexto es que se produjeron también notables actos de
desmonumentalización expresados “en el ataque a sedes de importantes poderes
públicos y privados”. Siguiendo a Milós: “Punto extremo de esta violencia
simbólica contra lo establecido fue la destrucción de las obras del monumento a
Arturo Prat y el ataque a la estatua de Bernardo O´Higgins, los dos principales
héroes militares de la historiografía nacional”.
¿Bastante similar al 18
de octubre de 2019, o no? Esta similitud evidente se extiende también a los
asaltos y saqueos a algunos comercios del centro, motivado en esa ocasión no
tanto por hambre (las tiendas de alimentos y barrotes casi no sufrieron
ataques, no así las armerías), sino que como expresión de “una especie de deseo
de hacerse justicia por sus propias manos”, pues una vez “roto el compromiso
social, ¿por qué no apropiarse de aquello a lo cual se cree tener derecho, pero
que el orden establecido de ordinario lo niega?” (6).
Otro paralelo que no se
ha destacado es que luego de esa gran agitación popular de marzo/abril de 1957,
proceso semi-insurreccional que estalló con pocos días de diferencia en las
tres principales ciudades (Valparaíso, Concepción, Santiago) y que dejó en
crisis al segundo gobierno del ex dictador Carlos Ibañez del Campo, el
movimiento social tuvo un reflujo forzado en el invierno cuando un brote de
influenza causó una pandemia cuyo efecto se hizo sentir duramente sobre el
pueblo, causando más de 20 mil víctimas fatales, sobre todo niños y adultos
mayores (7).
Los actos de
desmonumentalización popular ocurridos desde fines del año pasado han sido
documentados en una publicación irregular llamada “La Descolonizadora” (N° 1, Año 0, Día 90), en cuya
presentación se dice que “desmonumentalizar es una de las múltiples expresiones
del movimiento social que remeció los órdenes establecidos de forma salvaje a
partir de la evasión liceana”. En esos actos “fueron derrumbados podios del
conquistador español, como también, de agentes del estado chileno en el siglo
XIX. Porque la arremetida colonizadora no solo provino desde el imperio, sino
que también adquirió su forma en la república, desde la cual se invadió, se
exterminó y fueron usurpados los pueblos en nombre de la patria”.
Algunos de los eventos
más significativos de los ahí listados incluyen el 29 de octubre en Temuco,
cuando es derribado masivamente un busto de Pedro de Valdivia, para ser luego arrastrado
con una cuerda y “empalado” a los pies de una estatua de Lautaro.
En La Serena el 20 de
octubre fue derribado e incendiado un monumento a Francisco de Aguirre, cruel exterminador
del pueblo diaguita, y en su reemplazo se instala a Milanka (mujer diaguita). En
La Descolonizadora aparecen extractos de un documento de Aguirre donde confiesa
el exterminio: “sus guerreros fueron muertos en combate, sus mujeres violadas y
sus niños asesinados. Los hicimos desaparecer, a ellos y su presencia en la
historia. Se necesitaba un escarmiento sangriento para que no les quedaran
ganas de rebelarse”.
El 4 de noviembre en
Punta Arenas es derribado el monumento al exitoso emprendedor y exterminador de
fueguinos José Menéndez, para ser depositado a los pies de la estatua del indio
patagón en la Plaza de Armas y reemplazado por un homenaje al pueblo selk´nam.
Mientras esos hechos
ocurrían recuerdo haber pensado en lo impresionante que resulta el haber tenido
que esperar una revuelta en pleno siglo XXI para poder al fin sacar del espacio
púbico esos horribles recordatorios del poder de muerte que tiene el Estado
moderno: colonial, patriarcal, racista y clasista.
Pero desde octubre el
movimiento social no sólo removió el horror de los pedestales de las calles y
plazas, también iba homenajeando de manera informal a las numerosas víctimas de
la represión, como en el memorial ubicado en el sitio en que cayó Mauricio
Fredes en la Alameda con Irene Morales (otra figura del panteón militar
chileno). Por varios días y semanas se sucedía en ese lugar una dinámica de
apropiación/reapropiación del improvisado y anárquico sitio de memoria entre
las fuerzas policiales que lo destruían y los manifestantes que lo
reinstalaban.
También se instalaron
otro tipo de monumentos, como las figuras representativas de los pueblos
originarios en Plaza de la Dignidad, y desde años anteriores había sido posible
apreciar iniciativas como la instalación por el colectivo Memoria Rebelde de
una piedra conmemorativa en homenaje al anarquista Antonio Ramón Ramón, en el mismo
lugar fuera del actual metro Rondizzoni en que en 1914 atentara contra el
masacrador de la escuela Santa María de Iquique, general Silva Renard.
Estamos en un tiempo en
que quienes nos dominan aprovechan el estado de catástrofe y la pandemia para
re-monumentalizar la ciudad tratando de borrar la revuelta, complementando así
la labor de patotas fascistas que en estos meses aprovechaban la oscuridad de
la noche y su amistad con las fuerzas de orden para destruir memoriales de víctimas
de la dictadura de la que se sienten y son legítimos herederos. Esas mismas
patotas, con o sin uniforme, también se han dedicado ahora a borrar nuestros
mensajes de los muros y a destruir los monumentos populares instalados al
fragor de la protesta, como Milanka. Lo cual no es ninguna señal de fuerza,
sino que todo lo contrario.
En estos tiempos en que
la imaginación popular se ha replegado parcialmente abandonando las calles y
autogestionando un cuidado que el Estado mercantiliza y retarda, debemos saber
escuchar a la revuelta cuando nos dice: “fui, soy y seré” (8).
NOTAS:
1.- Como señalaba a su vez El Mercurio en la portada de la
edición del sábado 18 de abril, al exhibir el resultado de las reparaciones del
monumento italiano ubicado al costado norte de Baquedano que representa un
ángel y un león.
2.- Antes fue: Plaza La Serena (1875-1892), Plaza Colón (1892-1910) y Plaza Italia
(1910-1928).
4.- Como señalaba un titular hace un par de décadas dando a
conocer que el monumento a un pionero de la industria salitrera había sido
“decapitado a piedrazos”, acompañando una foto de la estatua dañada. El recorte
de diario fue usado como contratapa del N° 0 de la revista Antagonismo el año
2001.
5.- Pedro Milós, Historia y memoria. 2 de abril de 1957, LOM,
207, pág. 240.
Nunca olvidaré el momento exacto
en que apareció el amigo Monki en mi vida: octubre de 1997, en la casa en el
barrio Palermo en que nos quedamos después del concierto de Disturbio Menor, Ácidos
populares y Fun People en All Boys. Al levantarnos con Mogles (batería de DM,
Donfango, Intimate Stranger) aparece este personaje que no habíamos visto hasta
ese momento de nuestra aventura trasandina, nos saluda alegremente y nos
pregunta si queríamos ir con él a comprar “facturas” para desayunar. No teníamos
idea de qué era eso: para nosotros las facturas son un tipo de boleta.
Fuimos, conversamos, desayunamos,
nos encantaron los dulcecitos, y poco después lo volvía ver en un legendario concierto en el club
Continuará…al frente de la formación Delmar, junto a Eterna Inocencia y un par
de bandas más. El slam/pogo era tan alegre y entusiasta que incluía pasos de
tango por un piso completamente mojado por sudor y condensaciones varias de fluidos
corporales: calor humano, que le llaman. Nunca olvidaré como podía patinar en
el suelo bailando con varios amigos mientras Monki agarraba su termo con café
negro y arremetían con “Pervert” de los Descendents. Una imagen de felicidad
pura.
Nunca dejé de estar en contacto
con él, tomando nota de sus diversos proyectos musicales posteriores: 7
Magníficos, Camuflaje, Tildaflipers,
varias formaciones más, y ahora es primera vez que lo escucho en su faceta
solista. Además hay que destacar la labor (fea palabra pero no se me ocurre
otra) de Monki a nivel gráfico, destacando su excelente fanzine Escena Obscena,
y la enorme y hermosa colección de afiches editada por Tren en Movimiento
titulada “Canción del cardumen rancio”.
El lenguaje musical de Monki es
el dub puro, con una sólida base instrumental en que hay bastante protagonismo
de la melódica. Por alguna razón esta colección de temas me recuerda un poco el
“Pick a dub” de Keith Hudson, de 1974,
que fue uno de los primeros álbum de dub (antes de eso el dub era más bien el
tratamiento instrumental de un tema relegado al lado B del single), y que tuvo un gran éxito
en el mercado discográfico de Jamaica. En
ese disco está presente todo el rato la reconocible melódica del gran Augustus
Pablo.
El disco comienza con “Entierro”,
en que sobre una base de bajo de dos notas que pulsan como una arteria
importante, una voz grave nos entrega un mensaje oscuro: “Hay un entierro hoy en
el barrio, se fue un otario, magia y misterio no tiene horario”. Es gracioso
pero no conocía la palabra otario, que en portugués designaría a un estúpido o
tarado, hasta esta misma mañana, en que un brazuca respondió un comentario mío
en youtube tratándome de otario. Mi comentario estaba hecho en la canción “El culo del mundo” de Caetano Veloso , donde habla de Brasil como una nación de
linchadores de niños, y yo puse hace un año más o menos que el que comanda la
tropa de linchadores ahora es el fascista Bolsonaro. Un sujeto me respondió: "SABE DE NADA, OTARIO”(en mayúsculas). Escuchando a Monki espero que su funeral sea pronto:
“Uno a uno/Vamos aenterrarlos/¿Cuánto abuso vas a soportar? ¿No
fue suficiente hasta acá? Cosas que no podes negar/Sube la caca /Un día te
va a tapar”.
Y la mierda ya nos está tapando,
con cerca de la mitad de la población mundial en cuarentena. Y antes de eso, en
Chile todo estalló desde los subterráneos de Santiago el penúltimo viernes de octubre
del año pasado. Nadie soportaba más, y una de las consignas espontaneas que más
circuló fue: “No más abusos”. ¿En qué quedó toda ese energía de la revuelta? ¿Nada se pierde y todo se transforma?
Los temas que vienen son
derivaciones en base a la misma insistente línea de bajo. En algunos se agregan
voces, masculinas y femeninas, que flotan en el espacio recordando un poco ciertas
grabaciones de los Tildaflipers.
“Collie Dub”, “Magia y misterio”.
Se superponen voces y ecos de la melódica. Una pequeña pausa y vienen: “Una
versión mejor”, “Siempre Dub”. El bajo se queda casi sol, y la superficie de la
canción se queda como gradualmente derretida en distintas capas de sonido.
Percusiones se acercan y se van. Toma cuerpo un pequeño solo de un instrumento
de lengüeta que Monki una vez trajo a Chile y que entiendo sigue ahí en el
Estudio Ercilla, la Black Ark porteña donde esto fue grabado.
“Versión visible”. El dub parece
ser un mundo sonoro en que es posible “ver” el sonido, en sus distintas capas,
superponiéndose y tomando turnos. La
vibración se siente en el cuerpo, se procesa en la mente, y hay partes visibles
e invisibles dentro de la experiencia del sonido, que a veces queda
completamente desnudo.
“Visible”. Al final, escuchar un
disco como este es abrazar la luz del sol con todo el cuerpo para ir luego cerrando
los ojos y aceptar la idea de que tenemos que volver a refugiarnos en esta
oscuridad.
"Todo el poder a los soviets" (x el otro Gonzalo Rojas)
“Mi abuelo era un viejo, bastante…”,
bueno, en verdad, mi abuelo materno era un excelente amigo y un comunista recalcitrante
de tomo y lomo, que me decía siempre que era bueno acometer la tarea de estudiar
seriamente lo que está diciendo la prensa burguesa.
Menos mal que murió a inicios de
milenio y no tuvo que conocer la terrible experiencia de leer a los comentaristas
de El Mercurio online, que yo acometo a diario por una mezcla de masoquismo y
curiosidad etnográfica.
Como sea, honrando su tradición de
conocimiento proletario, hagamos el esfuerzo de leer completa esta exótica pero
bastante lúcida aparición en El Mercurio de ayer. [Por cierto, y tal como señalan
la RAE y Disturbio Menor, lúcido no significa abstemio sino que “claro en el
razonamiento, las expresiones, el estilo, etc.”. El autor es un facho de
aquellos: profesor de Derecho de la PUC, como el infame Alvaro Paul, discípulo
de Jaime Guzmán, aunque más cercano ahora a KKKast que al partido de la Riselverga]:
“Que se está preparando otra
epidemia, por supuesto que sí.
Y así como el Gobierno está mostrando su mejor cara al haberse anticipado a la
llegada del coronavirus, también tiene que destinar recursos —mucho cacumen y
mucha energía— para anticiparse al rebrote de violencia insurreccional que se
producirá en cuanto lo decidan los tipos contaminados con este otro bichito
criminal.
Marzo, sí, la dimensión verdaderamente artera de marzo, esa programación de
actos que hasta el día 8 iba cumpliéndose con exacta regularidad, quedó
simplemente diferida para mejor oportunidad. ¿Para recomenzar el 4 de
septiembre, por los 50 años de la elección de Allende; o para aprovechar el 4
de noviembre, por los 50 años de su asunción al poder? Quizás. O, simplemente,
para un día cualquiera, para el que les parezca más oportuno.
Porque la frustración de marzo fue muy grande para esas huestes, ya que —lo
decían y les creemos— iban a finish. Por eso no tiene nada de alarmista que
pensemos que, dentro de unos meses, esa energía acumulada, esa infección
purulenta, volverá a derramarse sobre nuestra sociedad.
Hoy, el clima nacional impide casi toda manifestación de revuelta (por allá por
febrero, la palabreja ya había ido reemplazando a la expresión “demandas
sociales”), pero los expertos en aprovechar los males sabrán sacarle partido a
la terrible confluencia de enfermedad, más cesantía, más sequía, coordenadas en
las que nos encontraremos muy pronto. (Y si llueve con ganas, les importará
poco.)
Y entonces, convencidos de que para salir del pantano hay que moverse mucho,
los de siempre volverán a dirigir y practicar la violencia, para que ojalá
terminemos por hundirnos en el fango. Es su estrategia más que centenaria:
agudizar las contradicciones.
Por ahora, tantean el terreno la Confech, con su petitorio; las Juventudes
Comunistas, con los insultos a Mañalich; los de a pie, violando el toque de
queda; una que otra directiva, intentando desacreditar al Gobierno.
Escaramuzas, veamos si pican, veamos cómo reaccionan…
Pero en su momento la agresión se presentará de nuevo muy en serio y mejor planificada
aún que en octubre. En la salud, los equipos que llevarán meses enfrentando la
agotadora tarea en la que desde hace pocas semanas comenzaron a implicarse, sí,
los mismos que hoy veneramos, van a ser tentados por los activistas de siempre,
para lanzarse a las calles, radicalmente, contra el sistema; y en la educación,
los estudiantes de todos los niveles, junto a los profesores de Aguilar, serán
de nuevo grito y pataleta contra el cosmos; y aparecerán los comités de
cesantes por ramas de la producción, sí, muchos comités, algunos verdaderos,
otros de fachada, para arremeter contra el modelo; y se organizarán las tomas
de terrenos, movilizando pobladores. En paralelo, por supuesto, media docenita
de proyectos de ley socializantes —ya los hemos comenzado a ver— pondrán en
jaque al Gobierno y a Chile Vamos, presentándolos como insensibles ante la
terrible crisis.
Para los ciudadanos normales, la cuarentena termina siendo latera, aunque se la
acepte; por el contrario, para las primeras líneas y los altos mandos es una
dichosa clandestinidad, que les permite prepararse mucho más a fondo para la
segunda oleada insurreccional. La desplegarán frente a un Cuerpo de Carabineros
aún más cansado y frente a unas Fuerzas Armadas llenas de otras
responsabilidades. Por eso es tan importante trabajar ahora, ¡ya!, en mucho
mejor inteligencia predictiva y de gestión.
“Yo, Lenin, miraría con mucha detención el escenario para ponderar el momento
exacto y, entonces, sin vacilar, lanzaría la consigna: ¡Todo el poder para los
sóviets!”.”
La vorágine era una novela que
había que leer obligatoriamente por ahí por cuarto medio. José Eustasio Rivera…la
leí en 1987 pero no recuerdo casi nada de sus historias, excepto la vaga
sensación de inmensidad selvática americana que impregnaba las páginas.
No creo que tenga nada que ver
con el título que Katafú le dio a este demo-teip cuasi desconocido -recientemente subido a youtube por no se quienes-, que armó cuidadosamente en su
lugar de trabajo en una disquería en Suecia con Providencia, extractando las
mejores grabaciones de ensayo que registraba directamente con una grabadora
SONY cuyos detalles proporcionó en la carátula y aparecen referidos en esta
misteriosa entrada en youtube: sony tcm-373v
La formación Niño Símbolo surgió
una aburrida tarde de verano santiagueño hacia 1997/8 en que fuimos a la casa
de los padres de Giorgio, ex baterista de Supersordo. Katafú era ex Supersordo
también, y yo ex Disturbio Menor. Nuestras
bandas se acababa de disolver a fines del año anterior en circunstancias que
hacían que no se quisiera saber mucho de algunas de las otras individualidades
relacionadas.
Me invitaron en estos términos: “pensamos
en ti para juntarse a tocar sin ningún
compromiso ni idea previa, un poco tal como uno podría juntarse con amigos a
tomar tecito”. Dado que Supersordo era para casi todos nosotros la mejor banda
que había existido en el territorio metropolitano de los últimos tiempos, me
sentí muy halagado de que hubieran pensado justo en mi dentro de toda la sarta
de bajistas buenos para el slap que había en esos años, pero también un poco
nervioso o intrigado. ¿Qué podría salir de esa mezcla? Ni idea.
Y mientras tomamos tecito no pasó
nada en esa tarde, pero luego de media hora de tocar cada uno por su lado,
salimos a conseguir no más tecitos sino que varias botellas de Escudo de a
litro, y cuando nos volvimos a instalar en el living de esa casa nos empezamos
a entender el uno al otro, o mejor, ellos dos a mí y yo a ellos dos y nosotros
tres juntos. O algo así.
El formato de "power trio" no me
era tan desconocido puesto que en DM eramos 4 pero el vocalista no tocaba instrumentos, y a
veces los 3 instrumentistas tocábamos sin voz.
Giorgio tenía una idea de la que
nació “Corea”, porque según se comentaba sonaba un poco a las peripecias fusioneras
de ídolos como Chic y otros virtuosos
del jazz rock. Sobre la misma me atreví a proponer una línea de bajo algo
misteriosa que alguna vez se me susurró solita en el oído del alma y nunca más
la olvidé. Katafú le agregó unos silbidos, y ahí estaba “La nostalgia ya no es lo
que era antes”.
Seguimos ensayando el resto del
año en salas y casas. Katafú siempre estaba grabando, y así fue como tenía el
REC apretado una vez que estábamos cerca de su casa por Rondizzoni hacia el
Poniente apedreando unos vagones de tren abandonados, lo que extractó y puso al
inicio de esta cinta.
Los temas iban saliendo uno tras
otro. Fueron grabados de manera más profesional en el verano siguiente por Sergio Díaz para el programa Interfase de la Radio Beethoven y que editamos como caset por Masapunk bajo el
nombre “La ley del hielo” (luego Giorgio hizo una edición limitada en CD-R en su sello El Ojo de Apolo. Por lo visto alguna gente guardó el caset, mientras aparentemente nadie tiene el CD). Pero acá aparecen en versiones más crudas, o con
ligeras variaciones, por ejemplo, el bajo en “Escaleralsuelo”, a la que además
luego Giorgio le agregó letra, y debe haber sido una de las primeras veces que
Katafú cantó.
“Gente fea” se basaba en nuestro
re-enamoramiento por el metal en su variedadlenta, antes de la moda stoner, y en la lectura de Burroughs en las
Cartas del yagé (donde en una parte le cuenta a Allen Ginsberg que iba subiendo
la montaña en Ecuador y decía: “a medida que asciendo me parecen más feos los ciudadanos, miro y miro, y mientras más miro menos me gusta lo que veo: gente fea de aspecto piojoso”), más una incursión de 5 días que
tuve en la ex-Penitenciaría tras un encontrón callejero en Barrio Matta con unos skinheads nazis. De esa pasada por la cárcel aprendimos la entonces desconocida expresión: “dar jugo”.
Nos gustaba
harto Melvins y Eyehategod, y Saint Vitus, aunque a Katafú no tanto pues decía
que no los podía tomar muy en serio porque eran “demasiado pichuleros”.
A ”Corea” se la agregaron después
unas letras que nos obsequió Joselo. “Tranca” ya tenía un texto de Katafú donde
afirmaba al final que “los milagros suceden cuando estás borracho”. ¿El milagro
es el alcoholismo mismo?
“Quetamina”, que a mucha gente la parecía post-rock pero personalmente creo que se parece más al album café de Congreso, ya estaba bien pulida
en esta versión, no así la improvisación etílica “Curadera Attack”, que de
todos modos nos gustó harto así que luego la re-aprendimos escuchando esta
cinta, para grabarla de nuevo en una versión algo más organizada para “La ley del hielo”.
La foto: estaba en un album
familiar en la casa de mis padres. Es mi padre adolescente posando a mediados/fines de los 60 en el Salto del Laja
junto a dos compañeros de la Escuela de Artes y Oficios de la Universidad Técnica
Federico Santa María (Valparaíso). Katafú vió la foto y vio en ella la portada
del caset y además el título: “La vorágine”. No sé si alguna vez se la
devolvimos a mi viejo, pero es curioso que hayan subido este registro a youtube
justo el 2 de febrero de 2020, día en que él cumplió 72 años, y su nieto y
único hijo de quien suscribe cumplió 9.
Más raro fue que justo cuando
nació el nieto hace 9 años yo le regalé al abuelo el Album Blanco en CD, y
cuando él su puso a escucharlo en el auto en el estacionamiento del Hospital de
Talagante se fijó en el texto de la canción “Birthday” al inicio del segundo
CD: “¿Así que es tu cumpleaños? Bueno: es mi cumpleaños también”. Birthday se
traduce incluso mejor para mí como “día de nacimiento”.
"Cuando la bicicleta venció a los tanques" x Cristóbal Cornejo
Nunca
comulgué mucho con las posiciones políticas de la revista La Bicicleta, y la
trayectoria posterior de su director lo confirma. De todas maneras, en medio de
la larga noche dictatorial me alegraba verla en los kioskos y en las casas de
familiares y amigos, y uno se ponía a hojearla con atención, encontrando varios
materiales interesantes, partiendo por las graciosas viñetas del antihéroe
Super Cifuentes, y reportajes musicales que por lo general se centraban en el
Canto Nuevo, pero donde también hubo algunas menciones no tan prejuiciadas
respecto del punk (más gracias a las cartas de los lectores que a la línea
editorial), harta cobertura a Los Prisioneros (que con “Nunca quedas mal con
nadie” ofendían a gran parte de los lectores) y un cancionero de Rock In Rio
donde podías aprender a tocar varios éxitos de Iron Maiden, AC/DC y Scorpions.
Lo usual
era que sus cancioneros estuvieran dedicados a Silvio Rodríguez, lo cual era
bueno y malo. Bueno porque con un par de acordes y harto empeño mucha gente se
atrevía a tomar la guitarra y cantar. Malo porque finalmente todos cantaban las
mismas canciones, y los carretes ochenteros se transformaban en un festival de
imitaciones de Silvio, garantizando conquistas amorosas y encuentros eróticos a
los intérpretes, y el aburrimiento de quienes a pesar de ser militantes de
juventudes políticas de izquierda preferiríamos haber pasado las veladas en
compañía de Black Sabbath o Led Zeppelin.
Subtitulada
“Revista chilena de la actividad artística”, su N° 1 apareció en 1978, incluyendo
esta declaración de principios:
“Queremos expresar a ustedes que hoy
nos sentimos formando parte de un ancho proceso cotidiano de transformación del
arte y del artista, desde la perspectiva de su función social. (…) Hoy día en
Chile, en los más diversos organismos e instituciones, iglesias, poblaciones,
clubes y talleres, germina la actividad artística; a veces con dificultad, con
mayor o menor apoyo, con irregulares logros o fracasos, es un verdadero
movimiento el que surge y se propaga. (…) Es así que nace nuestra revista; un
nuevo grupo de trabajo al interior de este movimiento, un grupo con una función
específica: entregar un medio de comunicación social para facilitar la difusión
de la creación, la reflexión, la crítica; para poder aportar así, a la
profundización de esta experiencia que compartimos. La Bicicleta es
un proyecto largamente madurado, sin embargo no tiene aún la madurez ni la
tendrá en tanto no sea maduro el movimiento artístico del que surge y del que
forma parte”.
El último número apareció en 1990. La Bicicleta no siguió
pedaleando durante la transacción a la democracia. Antes de la Cerdos &
Peces (revista argentina dirigida por e Syms) era el único lugar en que podías
leer sobre Fassbinder, Matta y otros próceres de la contracultura.
Aprovechando que Memoria Chilena subió varios números de la revista,
quería compartir una breve nota que nuestro querido amigo, camarada, cómplice,
amante, músico, periodista, investigador materialista de la realidad, chamán y
poeta Cristóbal Cornejo redactara hace ya 6 años, y que fuera incluida en sus “Escritos
(Anti) Políticos”, editados póstumamente en marzo de 2016.
“Cuando la
bicicleta venció a los tanques”
por Cristóbal Cornejo, El Ciudadano 151, marzo de 2014
Hubo un tiempo en que el arte fue peligroso. Fue arma y estuvo en la
mira de las dictaduras. Eduardo Yentzen fue protagonista de la resistencia
cultural a Pinochet desde La Bicicleta, una publicación que a puro corazón
llegó a ser la revista mensual más leída en Chile, transformándose en trinchera
de quienes buscaban devolver los colores a sus vidas.
Lejano
parece el tiempo en que difundir arte era como cargar armas, donde había que
darle vueltas a la lengua tratando de decir lo inefable. Eduardo Yentzen
Peric (61) y su generación se hicieron expertos en el arte de la metáfora,
y más aún del camuflaje de los sentidos que debía enfrentar la censura
dictatorial mediática. La Bicicleta,
así, pedaleó milla a milla, siempre desde la precariedad, transformándose entre
1978 y 1987 en la revista de artes y humanidades más importante, un bastión de
la diversidad activa contra la Junta Militar.
Yentzen
autoeditó recientemente “Los voz de los setenta: un testimonio sobre la
resistencia cultural a la dictadura (1975-1982)”, un relato personal que, sin
embargo, “es un soporte para la memoria colectiva”, escrito por un joven que en
1982 cumplía 30 años, cuando La Bicicleta cumplía 27 números publicando
colaboraciones nacionales e internacionales de lujo.
Así, desde
los espacios de la creación, al amparo de la Iglesia Católica, al calor
de las peñas y actividades, y empujada por organizaciones que poco a poco iban
reconstituyendo las confianzas, empezó a escribirse la historia de una revista
que, desde sus contenidos, fue oasis en medio del desierto, contraparte al plan
cultural oficial que esos años preparaba el camino a la instalación de los
valores neoliberales; una historia llena de anécdotas tragicómicas, de
solidaridad, y aventuras colectivas que permitieron resistir el miedo al terror
milico.
Una de esas
historias tiene que ver con el concurso literario que -anónima, como suelen ser
las obras participantes en un concurso- ganara Mariana Callejas (agente
de la Dina), obligando al equipo a definirse: finalmente
publicarían a Callejas, luego de un debate que resolvió que se debía premiar
obras o personas; decisión que, claramente, traería coletazos.
“Hace poco
un lector de La Bicicleta me dijo que en ese momento, siendo estudiante
secundario, tomó la posición de consecuencia con los principios democráticos
–que es en lo que nosotros sustentamos nuestra decisión- como ética de vida.
Eran tiempos complejos, los que nos confrontaron tuvieron buenas razones para
ello”, recuerda Yentzen.
Porque no
sólo se enfrentaron contra la prensa y la represión: a veces los militantes más
antiguos, desde su ortodoxia, no comprendieron sus dinámicas, rechazándolas por
“poco claras en sus objetivos políticos”.
“No es que
las rechazaran, sino que por su vida exclusivamente clandestina vivieron un
aislamiento respecto de las lógicas que se iban dando en la resistencia
cultural (filo) legal”, aclara Yentzen. “Estaba la opción de hacerles caso o
expresarles que estaban desubicados y proceder en consecuencia, que fue la
actitud que yo tuve. Y que fue tolerada”, explica.
Sorprende
la diversidad de actores envueltos en la red de La Bicicleta (“debe ser uno de
los tiempos más fraternos entre las distintas trincheras que luchaban contra la
dictadura”), así como lo ascendente de su impacto en la sociedad chilena, ya
que a través de sus contenidos se reflejan los cambios culturales que la
ideología dominante iba generando en el ciudadano medio y los análisis que de
ello hacían académicos y artistas.
Varias problemáticas
se mantienen incólumes al día de hoy. Una de ellos, por ejemplo, es la
concentración de los medios, el monopolio de la imprenta y la distribución, la
uniformidad ideológica: una herencia dictatorial que la Concertación más
que disolver, consolidó.
-Me llama
la atención que el punto de inflexión de la revista en 1981 venga dado por la
inclusión protagonista de los contenidos musicales, al punto que algunos
sectores los criticaron por “haberse vuelto comerciales”…
-Nosotros,
tras el primer especial de Silvio a comienzos de 1980, optamos por ser
una revista juvenil, y la revista juvenil en Chile se ha anclado siempre
en una música, y esa era nuestra música. Y hemos sido sin duda la revista
juvenil más profunda en la historia del país, con más temática cultural, más
impulsora de los nuevos temas de ecología, valoración de los pueblos
originarios, feminismo, etc.
Y lo de ser
comercial es un chiste, porque digo en el libro que el sueldo de todo nuestro
equipo no alcanzaba para más de pagar el arriendo de una pieza en una casa
comunitaria, pagar las cuentas, comer y movilizarse.
-¿Qué
opinas de la recurrente caracterización del Canto Nuevo como “llanto nuevo” por
su estado anímico y disposición? A propósito, en algún momento imaginé que el
título del libro era una respuesta al mensaje de la canción de Los Prisioneros…
-No era una
respuesta sino una referencia o contrapunto. Mi motivación fue hacer una
declaración pública de que existió una generación o voz de los 70, que era la
última de las silenciadas en nuestro rol en esos años. Para mí el Canto Nuevo
fue la música de mi vida juvenil, y en el libro declaro que paradójicamente
ésta tuvo una intensidad gozosa. Por otro lado, qué onda con que el Canto nuevo
expresara dolor, si es quizá el periodo histórico de Chile en que ha habido más
de qué dolerse.
-El ‘92
criticabas en tu obra de teatro los incipientes “abusos de poder” que
detectabas en la Concertación. ¿Qué reflexión haces luego de cuatro gobiernos
que hoy se ve tan cómplices del modelo diseñado por la dictadura?
-Criticar
es decir: lo hacen mal, o tienen mala intención. En mi visión las conductas
llamadas malas nacen de la debilidad. Esto es difícil de explicar aquí. En la
obra de teatro unos fantasmas se le aparecen a un alto dirigente (cualquiera)
de la Concertación para decirle que si se interesaba en no caer en
abusos de poder, ellos se ofrecían a apoyarlo en poder cumplir ese deseo.
Criticar no es útil. Yo ofrezco apoyar a quienes deseen no cometer abuso de
poder. Lo podríamos llamar un ‘coaching
democrático’.
-¿Tiene
sentido para ti para la idea de contracultura en la actualidad?
-Absolutamente,
respecto de la cultura neoliberal, respecto de la cultura
occidental/racionalista. Tenemos la oportunidad de transformación en grande. A
ver si podemos.
Suicidas/Canto a los Anarquistas caídos/La naturaleza no se apresura...
SOBRE EL SUICIDIO
Como dijo Dauvé en una entrevista incluida en “El timón y
los remos”, un suicidio no se puede reducir jamás a una sola causa, y hay
muertes voluntarias más ricas que algunas existencias.
Y Uno cree que apoya la medida extrema del suicidio como un
acto libre y consciente. Pero…¿qué pasa en todos esos casos –no pocos- en que
tenemos dudas sobre el nivel de voluntariedad real de la acción, sea por cosas
que hemos escuchado decir antes al suicidado o suicidante, o por los datos que
tenemos acerca de una posible disminución y/o alteración radical de sus facultades volitivas al momento del intento?
¿Qué pasa si un suicidio es gatillado, como en el caso de
Benjamin, por un apresuramiento en la
evaluación de una situación de riesgo? ¿Hace alguna diferencia si el acto había
sido anunciado (como también fue el caso de Benjamin) en varias ocasiones
previas?
¿Qué pasa si el acto de darse muerte, cuya soberanía total
nadie podría cuestionar, es en lo inmediato impulsado por la sed de drogas?
¿Por hastío?
No lo sé. No tengo opinión ni respuesta. Más allá que aferrarme
a la profunda convicción de que la lucha por el comunismo y la anarquía es una lucha
vitalista, lo cual no me impide apreciar de cerca los aspectos y fases más
oscuras de la existencia animal humana en esta tierra.
La respuesta bien podría estar por acá:
“Te crees vivo, pero
estás muerto. Despiértate y reanima lo que todavía no ha muerto".
Adivine quien lo dijo:
a) Sun Ra
b) Wilhelm
Reich
c) Juan (autor del Apocalipsis)
d) Jesucristo
e) Todos los anteriores
Vamos hacia la vida.
CANTO A LOS
ANARQUISTAS CAÍDOS SOBRE LA PRIMAVERA DE 1939
El primer poema que aparece en su Poesía Completa
(1970-2000) de Leopoldo María Panero es este, que me parece aplicable a todxs
lxs anarquistas muertxs en diversas formas de combate:
No sentiste crisálida aun el peso del aire
en tu cuerpo aun sin límites no hubo deseos alas
en tu cuerpo aun sin límites ciega luz no sentiste
oh diamante aun intacto el peso del aire.
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Por dónde van las águilas. Cruzan sombras la nieve
Canta el viento en los álamos los arroyos susurran
las luciérnagas brillan en las noches serenas
olor denso a resina crepitan las hogueras
Con antorchas acosan y dan muerte a los lobos
En combate de luces derrotada la nieve
Nada turba el jazmín al aire florecido
Y sus rubias cabezas sobre la hierba húmeda
Son sus ojos azules un volcán apagado
En el viento naufragan sus cabellos de oro
De sus muslos inmóviles tanta luz que deserta
Cómo duele en la sombra desear cuerpos muertos.
La mies amarillea caen a tierra los frutos
Ellos vuelven cansados y no hay luz en sus ojos
Pero los huesos brillan y dividen la noche
Estantigua que danza alrededor del fuego
La hora es del regreso y no hay luz en sus ojos
Salpicaduras al borde del camino cabellos aplastados
La hora es del regreso tened cuidado aguardan.
Las luciérnagas brillan en las noches serenas.
Canta el viento en los huesos como en álamos secos
entra en el pecho silba y ríe en las mandíbulas
entre las ramas flota de un ruiseñor el canto
y como un río el viento acaricia sus cuencas
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Una antorcha en la mano de mármol una llama de gas
bajo el arco vacila
Y sus nombres apenas quiebran la luz el aire
Sepultará la tierra tan débiles cenizas
volarán sobre ellas golondrinas y cuervos
sobre ellas rebaños pasarán hacia el Sur
se alzará sobre ellas el sueño de pastores
y desnuda la tierra morirá con la nieve
La hora es del regreso en sus labios asoman
olvidadas canciones rostros contra el poniente
Qué voló de sus labios al cielo y sus ojos azules
qué lava derramaron en qué ocultas laderas
En sus ojos azules se posaba la escarcha
antaño fue el deseo siempre arrancada venda
oh qué fuego voló de sus labios al cielo
aquellos labios rojos que otros nunca olvidaron.
Pero el viento deshace las últimas nieblas
otros creen que es el frío en las manos caídas
Olvidan que la llama no sólo se apaga en sus ojos
que después no es el frío, es aún menos que el frío.
DIARIOS DE CUARENTENA
Va la entrada correspondiente al 28 de marzo en el diario de
RB/2&3 DORM:
La naturaleza no se
apresura,
pero todo lo logra.
I.
Para empezar a sanar una
enfermedad hay que poder reconocer los síntomas (1). Un médico alópata educado
en la tradición científica moderna reconoce estos síntomas de manera racional.
Busca en su enciclopedia mental qué datos se conectan con determinadas imágenes
y números, etc., para luego poner un nombre técnico a esa conexión. Unas
conexiones pueden ser más complejas y otras más simples, pero en el vocabulario
de nuestra civilización enfermedad y síntoma están neuróticamente conectados.
La causalidad, la relación de
causa/efecto entre ambos, es tan lejos como nuestro sentido de la salud
civilizado puede ver. La crisis de antidepresivos, opioides, y analgésicos que
vive actualmente EEUU y el mundo en general es testimonio de ello.
En las tradiciones
pre-industriales, en casi todas las culturas del mundo, la enfermedad y los
síntomas son parte de un universo mayor en el que “la medicina” se desarrolla
más como un arte que una ciencia. Quizá la distinción entre estas dos miradas
era menos estricta antes porque la división del trabajo aún no había hecho lo
suyo. El curandero también tiene que poder reconocer los síntomas antes de
actuar, pero algo que lo distingue es que la sintomatología no se reduce a lo
racional, y que los síntomas son solo el enunciado o señal de una historia más
larga.
El astrónomo y revolucionario
Anton Pannekoek sintetizó este problema de una manera excepcionalmente clara: la ley de gravedad es la abstracción
conceptual que nuestra capacidad intelectiva extrae del fenómeno de la caída
(2). Las ideas se confunden con la realidad tanto como el síntoma con la
enfermedad. Pensamos que el dinero es riqueza, y al cabo de un tiempo nos
terminamos hundiendo en números. Esto intentaba hacer ver un confundido
periodista a la jefa del departamento de economía de la OCDE (organización de
la que Chile es el único y orgulloso miembro latinoamericano): “estamos siendo
testigos de cómo frente al retroceso de la actividad económica global hay un
avance y recuperación inmediata de los ecosistemas que tanto han sufrido en las
últimas décadas”. Pero del otro lado no se encontraba con ninguna respuesta:
“la situación va a hacer que nos cuestionemos profundamente la manera en la que
hemos llevado la economía las últimas décadas”.
II.
La transformación de la vida
cotidiana a la que estamos asistiendo revela la pobreza de contenido de las películas
de ciencia ficción con las que la industria cultural intenta vendernos eltiempo
como un gadget más o, en el mejor de
los casos, como una fantasía sobre la que proyectar nuestros propios sueños.
Pareciera que nunca había sido tan cierto que “la realidad supera la ficción”.
Incluso más: la situación actual está borrando el límite entre una y otra.
El escritor y activista norte
americano Derrick Jensen desarrolló en su libro Endgame (3), la idea de que el imaginario apocalíptico es una
característica propia de las “culturas civilizadas”. Dicho de revés, no es
propio de la condición humana el miedo o deseo de fin de mundo, sino propio de la civilización. Esta sutil distinción
entre miedo y deseo (rechazo y aprobación) es digna de observar de cerca. Así es
como la industria cinematográfica divide falsamente a su audiencia: mientras
para algunas personas el escenario post-civilización es una pesadilla para
otras es un “sueño hecho realidad”, pero a todo el mundo fascina por igual.
Menos interés parece concitar el
hecho de que a otrxs tantxs no quedan ganas siquiera de imaginar un “más allá”.
III.
El pensamiento se empeña en
“poner orden” para encontrar una salida a las dificultades de la carne. Pienso, luego existo. Las medidas de
gobierno, las políticas de Estado, la violencia sistémica, etc., por muy
abstractas y ajenas que parezcan tienen un efecto directo sobre nuestros
cuerpos y mentes. El cambio, cuando
no es conducido por el propio espíritu sino por fuerza externas, se vive como
una dolorosa tragedia.
Las respuestas y soluciones que
vemos esgrimir a los expertos por televisión e internet nos parecen
irracionales, desquiciadas y alejadas de la realidad, justamente porque lo son:
lo suyo es el espectáculo, no la realidad. Nuestras vidas están en manos de
ineptos totales en el mejor de los casos. Esta alienación profunda es el tipo
de problemas que el intelecto intenta resolver hasta que duele la cabeza o da
insomnio (la coraza se tensa). Y cuando al virus le siguen terremotos y
maremotos (4), cuando los planetas parecen alinearse para sacudir la soberbia
del “humano plaga”, a muchxs lxs inunda un extraño sentido de agradecimiento
hacia la Pachamama.
La historia de la humanidad es
también la historia de las respuestas que hemos dado a estos problemas existenciales.
Hay muchas de esas historias. Nuestra civilización, desde luego, no las conoce
todas y borra con el codo tantas más.
Si se trata de rastrear el origen
de la catástrofe en la que nos encontramos, las apuestas se disparan. Se puede
hablar de años, décadas, siglos, milenios o kalpas.
El itinerario de la cosmología hindú, por ejemplo, es cíclico y no lineal, es
multidimensional y no uni-dimensional. Según su calendario nos encontramos
justo al comienzo de una de las cuatro eras que componen un ciclo: Satya Yuga, Treta Yuga, Dwapara Yuga y
la nuestra, Kali Yuga. En la primer
era no hay vicio; en la segunda el vicio se introduce; en la tercera el vicio
se ubica en el centro y crece; en la cuarta el vicio se apodera de todo, Kalki aparece y destruye ese todo para
que vuelva a empezar el ciclo. Este último yuga empezó hace 5000 años, es el
más corto de todos y dura 432.000 años. Si bien, según algunos cálculos, la
sumatoria de las cuatro eras resulta en 4.32 millones de años, lo importante es
observar que el ciclo que describen es traducible a cualquier medida de tiempo.
Los 5000 años de Kali Yuga andados parecen coincidir con
los cálculos que hacen otrxs observadores contemporáneos. Claudio Naranjo, el
psiquiatra chileno fallecido en 2019, databa este problema a unos 6 mil años,
fecha aproximada en la que según él transitamos desde una comunidad humana
matrística (o matriarcal) a una sociedad patriarcal (5). Coincide en esto con
otro psiquiatra, Ian McGilchrist, que observó cómo en cierto momento de la historia
humana nuestro lado izquierdo del cerebro se “tomó la palabra” en desmedro del
lado derecho.
El teórico Jaques Camatte apunta
también a un ciclo temporal mayor. Según él la errancia de la humanidad (7), su locura y alienación, sólo
terminará cuando se reintegre a la naturaleza de la que escapó hace varios
miles de años. En su opinión este largo periplo está llegando a una conclusión
ante nuestros ojos, pero es aún imposible vislumbrar si está conclusión
significará la realización de la comunidad humana (Gemeinwesen) o su extinción.
En una carta reciente a“un/a compañerx de la región chilena” a
propósito de la pandemia Camatte confesó: “Lo interesante es que estamos siendo
testigos del resultado de este vasto fenómeno que se desarrolla durante miles
de años entre los dos momentos de la afirmación de la amenaza del riesgo de
extinción. Estamos en el corazón de su despliegue, es decir, de la
manifestación, de la epifanización para señalar su potencia integral, del
riesgo. Es como si nada fuera a pasar y, sin embargo, todo está sucediendo
ahora. No obstante, no sabemos cuánto tiempo va a tomar. En última instancia,
lo importante es ser capaz de poder experimentarlo —vivirlo— efectivamente en
su totalidad, lo que requiere restablecer la preeminencia de la afectividad que
permite el sentido de la continuidad y, por consiguiente, del poder de la
vida.”(8)
IV.
Lo que más cuesta aceptar es que
el problema lo estamos teniendo aquí y
ahora.
Esa es la primera condición para
sanar nuestro mal-estar.
NOTAS:
1.- A la pregunta de “¿Cuánto
tiempo dura el tratamiento?” Sigmund Freud responde con una referencia a una
fábula de Esopo: “Uno tendría que conocer el paso del caminante antes de
estimar la duración de su peregrinaje” (La
iniciación del tratamiento, 1913).
2.- Ver Lenin, filósofo (1938), de Anton Pannekoek, disponible aquí
(http://marxists.catbull.com/espanol/pannekoek/1938/lenin/index.htm)
3.- Ver Endgame Vol I, de Derrick Jensen, disponible en inglés en (https://derrickjensen.org/endgame/)
4.- El terremoto registrado en
las islas Kuriles, Rusia, el pasado 25 de marzo tuvo durante algunas horas en
pánico a los países del pacífico ante la amenaza de un maremoto.
5.- Para mayor información
consultar La mente patriarcal(RBA 2010).
6.- En su trabajo The master and his emissary. The divided brain and the making of the modern world, McGilchrist
ofrece una completa síntesis sobre cómo nuestros cerebros están constituidos y
perciben la realidad. Ahora bien, el autor no propone una glorificación del
sentimiento a expensas del pensamiento. A diferencia de la doctrina comúnmente
aceptada, McGilchrist argumenta que la división del cerebro en hemisferios
permite dos tipos de atención que sirven a tareas esencialmente diferentes. En
términos muy generales, el hemisferio derecho está a cargo de la percepción de
la totalidad del contexto, mientras que el izquierdo está a cargo de la
atención orientada al detalle. Estas dos formas de percibir dan origen a dos
versiones incompatibles del mundo, con prioridades y valores muy diferentes. Un
punto central de la obra es que, si bien la conciencia se produce
constantemente a través de las conexiones entre nuestros hemisferios,
prácticamente hemos perdido contacto con la información procedente de nuestro
hemisferio derecho a raíz del dominio del creciente cientificismo de la cultura
tecnológica. McGilchrist sugiere que el fomento del pensamiento preciso y
categórico a expensas de la experiencia y la visión de fondo ahora ha llegado a
un punto en el que está distorsionando seriamente nuestras vidas y nuestro
pensamiento.
7.- La errancia de la humanidad fue publicado originalmente en la
revista francesa Invariance en 1973. Se puede encontrar la versión original
aquí (link) y una versión en castellano aquí
(https://anarquiaycomunismo.noblogs.org/post/2017/09/16/errancia-de-la-humanidad-jaques-camatte-1973/)
8.- Ver Carta de Jacques Camatte a un/a compañerx de la región chilena,
disponible aquí
(https://hacialavida.noblogs.org/post/2020/03/24/carta-de-jacques-camatte-a-un-a-companerx-de-la-region-chilena/)