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martes, diciembre 31, 2019

31 de diciembre. Revuelta/revolución. Lambi. 




“Toda revuelta es batalla, pero una batalla en que se elige participar deliberadamente (…) El concepto de revolución permanente revela –más que una duración ininterrumpida de la revuelta en el tiempo histórico- la voluntad de poder suspender en cualquier momento el tiempo histórico para encontrar refugio colectivo en el espacio y en el tiempo simbólicos de la revuelta” (Furio Jesi, Spartakus. Simbología de la revuelta).

Revuelta, insurrección, rebelión, revolución….conceptos técnicos harto mejores que el “estallido” o “crisis social”.

El fascista Kast dice en una entrevista reciente (¿notaron que tras dos meses de susto ahora todos los fascistas y reaccionarios están sacando la voz y amenazando por redes sociales?) que esto no fue un “estallido social” sino que un “estallido de violencia”. En eso el despreciable burgués que es José Antonio (vaya nombre más facho) tiene razón. Y es lo que no quieren reconocer ninguno de los sectores políticos oficiales, ni los bienpensantes ciudadanos constituyentes/constituidos e instituciones burocráticas de “derechos humanos”, que nos insisten en que sólo es legítima y protegida por el Derecho la “protesta pacífica”.

Un panfleto anarquista que vi en la zona cero la segunda semana de la revuelta lo decía bien claro: “¡sólo con violencia revolucionaria la hicimos temblar!” (entiendo que se refería a la burguesía).

Llegará un momento en que sus libros de historia nos van a tratar de hacer olvidar que el plebiscito de abril del 2020 sólo fue posible como respuesta urgente al estallido de violencia revolucionaria proletaria/popular  que empezó el 17/8 de octubre y que todavía no se ha agotado.

No hay mucho más que decir sobre el tema de la violencia revolucionaria. Si quieren perder su tiempo vean el debate entre el veterano autonomista italiano “Bifo” y la filósofa Lucy Oporto, que nos trata a todos de “lumpenconsumistas” y “escoria”.

Más interesante para un balance provisional de todo lo que hemos vivido me parece profundizar la comparación que ya algunxs han destacado entre este proceso y mayo/junio del 68 en Francia.

La Internacional Situacionista en el último N° de su revista, publicado en septiembre de 1969, hace ese balance, en un texto titulado “El comienzo de una época”.

En primer lugar, explican en breve qué fue y significó el proceso:

“La mayor huelga general que haya paralizado nunca la economía de un país industrial avanzado y la primera huelga general salvaje de la historia, ocupaciones revolucionarias y esbozos de democracia directa, la eliminación cada vez más completa del poder estatal durante más de dos semanas, la verificación de toda la teoría revolucionaria y el principio de su realización parcial aquí o allá, la experiencia más importante del movimiento proletario moderno que está en vías de constituirse en todos los países de forma acabada y el modelo a superar a partir de entonces -todo esto fue esencialmente el movimiento francés de mayo del 68, esta fue ya su victoria”.

Este proceso se vivió también en Primavera, y también se dijo que vino a hacer historia luego de 30 años de puro estancamiento:

“En marzo de 1966 escribimos en el nº 10 de Internationale Situationniste: ‘lo que hay de aparentemente osado en muchas de nuestras afirmaciones lo enunciamos con la seguridad de ver a continuación una demostración histórica de irrecusable peso’. No puede decirse mejor.

Naturalmente, nosotros no profetizamos nada. Señalamos lo que estaba ya allí: las condiciones materiales de una nueva sociedad se daban desde hacía tiempo, la vieja sociedad de clases se mantenía en todas partes modernizando considerablemente su opresión y desarrollando cada vez más contradicciones, el movimiento proletario vencido volvía para lanzar un segundo asalto más consciente y total. Muchos pensaban todo esto que la historia y el presente ponían en evidencia, y algunos lo decían, pero de forma abstracta y por tanto en el vacío: sin eco, sin posibilidad de intervención. El mérito de los situacionistas consistió sencillamente en reconocer y designar los nuevos puntos de aplicación de la revuelta en la sociedad moderna (que no excluyen en absoluto, sino que por el contrario restablecen los antiguos): urbanismo, espectáculo, ideología, etc. Debido a que esta tarea se cumplió radicalmente, estuvo en disposición de suscitar a veces, o de reforzar bastante al menos, ciertos casos de revuelta práctica. Ello no quedó sin eco: la crítica sin concesiones había tenido escasos portadores en los izquierdismos de la época anterior. Si muchas personas hicieron lo que nosotros escribimos, es porque nosotros habíamos escrito esencialmente lo negativo que habíamos vivido nosotros y muchos otros antes. Lo que salió así a la luz de la conciencia en primavera de 1968 no fue otra cosa que lo que dormía en esa noche de la "sociedad espectacular" cuyos Sonidos y Luces mostraban un eterno decorado positivo. Nosotros "cohabitamos con lo negativo" según el programa que formulamos en 1962 (cf. I.S. 7). No detallamos nuestros méritos para ser aplaudidos, sino para clarificar en la medida de lo posible a otros que vayan a actuar en el mismo sentido.

Quienes cerraban los ojos a esta "crítica en lucha" no contemplaban en la forma inquebrantable de la dominación moderna más que su propia renuncia. Su "realismo" antiutópico no era más real que una comisaría de policía, como tampoco los edificios de la Sorbona son más reales que lo que hacen con ellos los incendiarios o los "katangais". Cuando los fantasmas subterráneos de la revolución total se alzaran y extendieran su poder por todo el país, todos los poderes del viejo mundo parecerían ilusiones fantasmáticas disipándose en el gran día. Sencillamente, después de treinta años de miseria que en la historia de las revoluciones no han contado más que un mes, llegó ese mes de mayo que resume treinta años”.

Acá en Chile tampoco hubo que “profetizar” nada, pero es evidente ahora a la luz de los hechos que había anticipaciones importantes, como los dos textos de Comunidad de Lucha destacados en la edición especial sobre Revueltas en Chile y Ecuador del boletín rosarino La Oveja Negra.



La IS discute además el tema de si mayo del 68, movimiento cuya derrota proclaman abiertamente, había sido o no una revolución, teniendo para eso en cuento diversas experiencias de los siglos XIX y XX.

“Tras la derrota del movimiento de las ocupaciones, tanto los que participaron como los que tuvieron que padecerlo se han planteado a menudo la pregunta: "¿Fue una revolución?". El empleo extendido, en la prensa y en la vida cotidiana, de un término cobardemente neutral -"los acontecimientos"- señala precisamente el retroceso ante la respuesta, ante la formulación siquiera de la cuestión. Hay que enfocar tal cuestión en su verdadera perspectiva histórica. El "éxito" o el "fracaso" de una revolución, referencia trivial de periodistas y gobernantes, no puede servir de criterio por la simple razón de que aparte de las burguesas nunca ha triunfado ninguna revolución: no ha abolido las clases. La revolución proletaria no se ha hecho hasta ahora en ninguna parte, pero el proceso práctico a través del cual se manifiesta su proyecto ha producido ya al menos una decena de momentos revolucionarios de extremada importancia histórica a los que se reconoce el nombre de revoluciones. Nunca se ha expresado en ellos el contenido total de la revolución proletaria, pero se trata en cada ocasión de una interrupción esencial del orden socioeconómico dominante y de la aparición de nuevas formas y nuevas concepciones de la vida real, fenómenos diversos que sólo pueden comprenderse y juzgarse en su significación de conjunto, inseparable ella misma del devenir histórico que pueda tener. De todos los criterios parciales utilizados para reconocer o no el nombre de revolución a un período problemático del poder estatal, el más perverso es seguramente el que juzga en base a si el régimen político vigente cayó o se mantuvo. Este criterio, muy utilizado después de mayo por los pensadores de izquierdas, es el mismo que permite a los informativos calificar día a día de revolución cualquier putsch militar que haya cambiado en un año el régimen de Brasil, de Ghana, de Irak o de donde sea. Pero la revolución de 1905 no derribó al poder zarista, que sólo hizo algunas concesiones provisionales. La revolución española de 1936 no suprimió formalmente el poder político existente: surgía por lo demás de un alzamiento proletario comenzado para defender la República contra Franco. Y la revolución húngara de 1956 no abolió el gobierno burocrático-liberal de Nagy. Si tenemos en cuenta otras limitaciones dignas de ser señaladas, el movimiento húngaro fue en muchos aspectos una sublevación nacional contra una dominación extranjera, y ese carácter de resistencia nacional, aunque menos importante en la Comuna, tuvo sin embargo un papel en sus orígenes. Ésta no suplantó el poder de Thiers más que en la afueras de París. Y el soviet de San Petersburgo en 1905 no llegó siquiera a controlar la capital. Todas estas crisis, inacabadas en sus realizaciones prácticas e incluso en sus contenidos, aportaron sin embargo muchas novedades radicales y pusieron seriamente en jaque a las sociedades a las que afectaron, por lo que pueden ser calificadas legítimamente como revoluciones. En cuanto a pretender juzgar las revoluciones por la magnitud de la matanza que entrañan, esta visión romántica no merece ser discutida. Revoluciones incontestables se han afirmado con choques poco sangrientos, incluso la Comuna de París que acabaría en masacre, y muchos enfrentamientos civiles han acumulado miles de muertos sin ser en absoluto revoluciones. Generalmente no son las revoluciones las que son sangrientas, sino la reacción y la opresión que se han opuesto a ellas en un segundo momento. Es sabido que el número de muertos en el movimiento de mayo dio lugar a una polémica sobre la cual los mantenedores del orden, provisionalmente tranquilos, no dejan de insistir. La verdad oficial es que no hubo más de cinco muertos que fallecieron instantáneamente, entre ellos sólo un policía. Todos los que lo afirman añaden que es una suerte inverosímil. Lo que aumenta bastante la inverosimilitud científica es que no se admitió nunca que uno solo de los numerosos heridos graves pudiese morir en los días siguientes: esta suerte singular no se debió sin embargo a la rapidez del socorro quirúrgico, sobre todo durante la noche de Gay-Lussac. Por otra parte, si era muy conveniente en aquel momento una sencilla manipulación para subestimar el número de muertos para un gobierno en situación desesperada, lo ha seguido siendo después por razones diferentes. Pero finalmente, en conjunto, las pruebas retrospectivas del carácter revolucionario del movimiento de las ocupaciones son tan incuestionables como lo que arrojó al rostro del mundo existiendo: la prueba de que llegó a esbozar una legitimidad nueva es que el régimen restablecido en junio nunca osó perseguir, para lograr la seguridad interior del Estado, a los responsables de acciones manifiestamente ilegales que le habían despojado parcialmente de su autoridad, o sea de sus edificios. Pero lo más evidente, para aquellos que conocen la historia de nuestro siglo, es esto: todo lo que los estalinianos hicieron por combatir sin descanso el movimiento demuestra que la revolución estaba allí”.

Y por último, el paralelo más evidente. La explosión de creatividad en las calles:

“El movimiento de ocupaciones era el retorno repentino del proletariado como clase histórica, extendido a la mayoría de los asalariados de la sociedad moderna y apuntando siempre a la abolición efectiva de las clases y del salariado. Este movimiento era el redescubrimiento de la historia colectiva e individual, la asunción de una intervención posible sobre la historia y de un acontecimiento irreversible, con la sensación de que "nada sería ya como antes". La gente contemplaba divertida la existencia extrañada que había llevado ocho horas antes, su supervivencia superada. Era la crítica generalizada de todas las alienaciones, de todas las ideologías y del conjunto de la antigua organización de la vida real, la pasión por la generalización, por la unificación. En ese proceso se negaba la propiedad, cada uno se sentía en todas partes en su casa. El deseo reconocido de diálogo, de expresión integralmente libre, el placer de la verdadera comunidad habían encontrado su terreno en los edificios abiertos al encuentro y en la lucha común: el teléfono, que figuraba entre los escasos medios técnicos que aún funcionaban, y el ir y venir de tantos mensajeros y viajeros, en París y en todo el país, entre locales ocupados, fábricas y asambleas, comportaban este uso real de la comunicación. El movimiento de ocupaciones era evidentemente el rechazo del trabajo alienado; y por tanto la fiesta, el juego, la presencia real de los hombres y del tiempo. Era también el rechazo de toda autoridad, de toda especialización, de toda desposesión jerárquica; rechazo del estado, y por tanto de los partidos y de los sindicatos, así como de los sociólogos y de los profesores, de la moral represiva y de la medicina. Todos aquellos a los que el movimiento había despertado con una cadena fulminante de acontecimientos -"Rápido", decía uno de los eslóganes, tal vez el más bello, escritos en los muros- despreciaban radicalmente sus antiguas condiciones de existencia, y por tanto a quienes habían procurado mantenerlas, las estrellas de la televisión y los urbanistas. A medida que se desmoronaban las ilusiones estalinianas con sus edulcorantes diversos, de Castro a Sartre, todas las mentiras rivales y solidarias de la época caían en ruinas. La solidaridad internacional volvió a aparecer espontáneamente, muchos trabajadores extranjeros se lanzaron a la lucha y gran cantidad de revolucionarios de Europa acudieron a Francia. La participación de las mujeres en todas las formas de lucha es un signo esencial de su profundidad revolucionaria. La liberación de las costumbres dio un gran paso. El movimiento era también la crítica, todavía parcialmente ilusoria, de la mercancía (en su inepto disfraz sociológico de "sociedad de consumo") y un rechazo del arte que no se reconocía todavía como su negación histórica (en la pobre fórmula abstracta "la imaginación al poder", que ignoraba los medios para poner en práctica ese poder, para reinventarlo, y que al carecer de poder, carecía también de imaginación). El odio a los recuperadores declarado en todas partes no llegaba todavía el conocimiento teórico-práctico del modo de eliminarlos: neoartistas y neodirigentes políticos, neoespectadores del movimiento que les reclamaba. Aunque la crítica del espectáculo de la no-vida no era todavía su superación revolucionaria, la tendencia "espontáneamente consejista" de la sublevación de mayo se anticipó a casi todos los medios concretos, entre ellos la conciencia teórica y organizacional, que le hubiesen permitido traducirse en poder y ser el único poder”.



(Foto: FFEE reprimen homenaje a Mauricio Fredes y rompen la animita instalada en Irene Morales con Alameda)

Mauricio Fredes, el Lambi, fue sepultado hoy, en un hermoso y masivo funeral. Hasta siempre Lambi. Hoy el fuego de la noche se encenderá por tí, por Abel, por Alex y por todxs los que ya no están. Nada ha terminado. La lucha sigue.

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domingo, diciembre 29, 2019

Mauricio Fredes 



Mauricio Fredes murió arrancando de la policía.

Todos quienes hemos visto y sufrido la acción terrorista del Estado en las calles a través de su policía militarizada sabemos lo que es correr por tu vida, por tu integridad, para que no te atrapen, para que no te golpeen, para que no te lleguen perdigones ni bombas lacrimógenas en la cabeza.

Ese día viernes, segundo de “copamiento preventivo”, la cantidad de pacos era impresionante, con un despliegue hecho para intimidar. Pero la juventud llegó en masa, y finalmente conquistó el espacio de Plaza Dignidad, ganándole cada esquina y metro cuadrado a la policía.

Los pacos incendiaron el Cine Arte Alameda, ubicado estratégicamente justo al frente de su base de operaciones: el espacio entre el Hotel Crowne Plaza, el horrible monumento a los “mártires de Carabineros”, y la Iglesia de los pacos, al lado del Parque San Borja. Es un cuadrilátero del horror. Desde ahí han salido la mayoría de los disparos que han causado lesiones oculares.

Los pacos no podía soportar la presencia del cine, el exNormandie, donde tantas veces fui a ver películas, donde tantas veces toqué o presencié a otros tocando, y donde a veces hubo ferias de fanzines y autogestión.

Desde la gran rebelión del 18 de octubre el espacio central del Cine funcionaba como puesto de voluntarios de la salud y la Cruz Roja.

No es el primer incendio causado por sus bombas de mierda. Pero los imbéciles se obstinan en negar la evidencia.

Esa tarde la represión fue dura desde un inicio, pero se le hizo frente. Los medios de la prensa burguesa se quejan del ataque a dos patrullas. Pero estaba totalmente merecido y justificado. Ellos recibieron a la masa de gente con lacrimógenas, lumazos y chorros de agua.

Mauricio luchaba junto a miles de hermanos de clase. Cuando se hizo de noche y el ataque de la jauría uniformada recrudeció, al huir de una siniestra encerrona cayó a una fosa electrificada justo en la esquina de Alameda con Irene Morales.

Ayer la policía reprimió el acto de homenaje en el lugar en que Mauricio cayó. Agua y gases contra quienes querían sencillamente estar ahí en silencio. Los malditos pacos se atrevieron incluso a destruir completamente la animita que se había instalado.

Malditos pedazos de mierda inhumana. Son zombies, muertos en vida, el enemigo absoluto.
Y después no se quejen, porque ninguna de sus acciones está olvidada y vamos a vengar a todas y cada una de las víctimas de su terror.

Mauricio: no te conocí. Pero siento tu fuerza, tu alegría, tu espíritu de lucha.
No serás olvidado, compañero.
Descansa tranquilo. Los que mueren luchando siguen vivos en la lucha.



La afirmación de la vida hasta en la muerte (por los caídos, nada será en vano)”.

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jueves, diciembre 26, 2019

La revolución de octubre. Presxs, heridxs, libros. 



-La Revolución de Octubre. Jazz. En vivo, 22 de octubre de 1994. Rashied Ali en batería, Myra Melford en piano y varios más.

Revolución de octubre en el jazz  era el nombre de un evento musical realizado en octubre de 1964 por obra del trompetista Bill Dixon, en al Café Cellar de Nueva York.

Se ha conmemorado y re-organizado varias veces. Incluso en este enorme 2019 que ya se acaba:




-La gran insurrección. Linton Kwesi Johnson. Entiendo que acá LKJ estaba homenajeando la rebelión juvenil de 1981, iniciada en Brixton por confrontaciones raciales (skins contra negros y  asiáticos y luego todos ellos contra la policía en gran parte del país). Ver también a Hiatus feat. LKJ: Insurrección. Misma idea pero con sensibilidad más "trip hop" (por decir algo...no soy nada experto en estos nuevos ritmos juveniles).


-Barricada Sonora. 20 de diciembre en Parque Bustamante. El “copamiento preventivo” del ahorcador feminicida frustrado del Intendente Guevara obligó al ejército de ruidistas a reunirse en el Café Literario de Bustamante. 

El ataque sonoro duró 3 horas y media. Sólo se interrumpió cuando se difundió el video del criminal atropello de Oscar Pérez por dos zorrillos de las FFEE. Primero pensamos que había muerto. Fuerza para él, y ya se les devolverá a los pacos y sus jefes todo el horror que han causado.

Hasta la próxima barricada sonora.

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Algunxs presxs han salido en libertad. Pero siguen dentro de las mazmorras alrededor de dos mil personas acusadas por delitos en el contexto de la revuelta (no sólo “saqueos”, que es lo que quieren que creamos, sino que los delitos con que reprimen a quienes son capturados en combate callejero: incendio, ley de control de armas, daños, atentados a la autoridad, desorden público).
Hay que visibilizar esta situación y fortalecer las redes de apoyo.

Lo mismo en relación a la gran cantidad de personas heridas con perdigones que han tenido consecuencias en cuanto a plomo en la sangre, baja de defensas, e infecciones de las heridas.  La salud pública no da cuenta de esto, y en la mayoría de los casos los perdigones no se han extraído.

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En líbrerias, justo antes de Navidad, se apilan en la sección de “novedades” varios libros sobre el “estallido”. Uno de fotos de las paredes (Ceibo), otro de fotos de las protestas (Ocho Libros), uno de Matamala y otro de Mayol. Me imagino que luego se viene un libro con las abundantes y delirantes columnas de Mario Waissbluth, las supinas e insulsas colecciones de idioteces de Warnken. Y de ahí en adelante cada “intelectual” tendrá su libro sobre “la revolución de Octubre”.



Una excepción en este mar de oportunismo y opinología es “El provenir se hereda: fragmentos de un Chile sublevado”, libro breve con escritos de Rodrigo Karmy, redactados  al calor de la revuelta.

Fragmentos de una entrevista a RK en El Desconcierto:

RK–Eso que Piñera quiso llamar “normalidad” no es más que una confiscación de nuestro tiempo por el tiempo del capital. La revuelta destituye ese tiempo de los vencedores, si se quiere, y abre un terreno exento del cálculo donde múltiples voces, asonadas y batallas se juegan intempestivamente. 

Más profundamente: la revuelta es aneconómica porque siempre va a pérdida. En esto quisiera detenerme: nunca una revuelta “gana”, pero tampoco “pierde” en el sentido habitual del término (como aquella acción que debe cumplir un objetivo preciso como, por ejemplo, la toma del poder estatal). Está más allá del bien y el mal, del éxito y el fracaso.

Tal como ocurrió en la intifada palestina de 1987 o en la propia Primavera árabe de 2011, tiene lugar solo como invención de formas y nuevas prácticas y no en base a una receta preconstituida o mucho menos, como una determinada “filosofía de la historia” que pueda ilusionarnos con una suerte de futuro garantizado al que llegar. La impureza de la revuelta la vuelve una tensión permanente sobre sí: en esa tensión surgen creativamente estrategias pero entendidas no como caminos trazados de antemano en abstracción del proceso, sino como fuerzas rítmicas en las que los cuerpos descubren nuevos usos: por ejemplo, LasTesis introdujeron otro ritmo, otra marcha a la revuelta que permitió sustraerla de la campaña de criminalización operada desde el gobierno. 

La revuelta es conjunción imaginal: por un lado, desde un análisis vertical nos encontramos con la jerarquía de clases en la que encontramos una alianza clave entre capas medias y populares (cuya conjunción sensible lucha contra el 1% de la oligarquía financiera); por otro, horizontalmente se han desplegado cuatro potencias actuando en estos 60 días: la irrupción secundaria, los movimientos feministas, la asonada encapuchada (primera línea) y la ciudadanía en general que se ha integrado a uno de estas potencias y que, en conjunto han configurado una constelación que baila a sus propios ritmos y que los ha ido modificando a medida que el poder intenta imponer los suyos, sustrayéndose, cada vez, a la posibilidad de su captura y consecuente parálisis.  

La revuelta muestra nuestra fragilidad, la condición de que en nosotros nada ni nadie está detrás dirigiendo el mundo. El carácter aneconómico de la revuelta hace que los ciudadanos se junten de otro modo, que sus cuerpos se toquen de otra manera y que todos, de una u otra forma, devengamos otros.

ED–¿Cómo este movimiento nos ha devuelto el poder por sobre nuestros cuerpos?

RK–No diría que nos ha devuelto “poder” sino más bien, que ha restituido la “potencia” de los cuerpos. Frente a las estrategias de separación de la vida, la revuelta no hace más que restituirla a sus múltiples e inmanentes formas. Eso es justamente lo que el poder no puede soportar. Porque no entiende que los pueblos pueden hacer uso de su potencia, que sus cuerpos pueden abrazar las superficies en las que se juega la sensibilidad común. Y entonces, los poderosos inventan “detrás”: “detrás” de la revuelta estaría la estupidez del castro-chavismo, el anarquismo, los narcos, en suma, los alienígenas. En la intifada palestina de 1987 –y la nuestra hoy en 2019 es una intifada porque la intifada se ha vuelto paradigma de subversión mundial– los israelíes no dejaron de perseguir a los “líderes”, con la consecuencia de que la sublevación se mantuvo y persistió por casi cinco años. El poder siempre se abalanza sobre “alguien” a quien la asonada policial del pensamiento intenta identificar y apresar. Pero justamente una revuelta no tiene nada más que la superficie de sus cuerpos, su vida sensible. No lleva nada “detrás” de sí más que la sensibilidad por la que fluye la imaginación popular. 



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jueves, diciembre 19, 2019

2 meses de rebelión 



El Barón Haussman rediseñó la ciudad de París para impedir nuevas luchas de barricadas (ver como describe ese proceso Walter Benjamin en uno de los capítulos de “París, capital del siglo XIX”). Pese a ello se produjo la Comuna de París en 1871.

En Santiago de Chile el Intendente Güevara celebra el éxito provisional de su estrategia de “copamiento” policial en la Plaza de la Dignidad. Veamos cuanto le dura. Qué terrible…a mí me gustaba pasear por ahí por las tardes conversando con la gente y tomarme una cervecita en lata, y ahora va a estar lleno de violentísimos usuarios de Mentolatum…

El estado policial se normaliza. La burguesía está dispuesta a todo con tal de volver a su “orden” y garantizar la libre explotación de la mercancía humana. El % de borregos ciudadanos que los apoya puede ir aumentando de a poco.

"Ayer por primera vez no hubo ni un civil en la Plaza Italia y se logró con gran contingente carabineros. Hubo gente transitando, pero fuera de la plaza".

Según el intendente de la RM, Felipe Guevara, esto se debe a una estrategia de "copamiento" del espacio por parte de Carabineros con el objetivo de evitar protestas que no estén autorizadas y así recuperar dicho espacio.

"Lo que se busca es copar el espacio, y en la medida que no exista manifestación autorizada, lo mantendremos (…) el que quiere manifestarse, que se dirija a las autoridades a pedir las autorizaciones".




El intelectual orgánico de la burguesía más o menos “progre”, Mario Waissbluth, ahora nos advierte que si la derecha no suelta algo de dinero y/o su ideología neoliberal fundamentalista, el panorama es muy oscuro: “Esta explosión social es en realidad el último aviso. Si el Presidente Piñera no atina de verdad, si no les dobla la mano a los partidos de su propia coalición para recaudar y gastar más y en serio, si no emprende un rumbo radicalmente diferente para esta nación en dirección a la OCDE –no a Corea del Norte o Cuba–, la explosión de la próxima vez no dejará piedra sobre piedra”.

Para validar su temor, refiere a su ídolo Desbordes, ex paco y actual jefe de Renovación Nacional: “Por Dios que cuesta que se muevan algunos, si no hacemos los cambios ahora, nosotros, en seis, siete meses más, vamos a tener dos millones de personas de nuevo en la calle (...) para los de mi lado, los de más a la derecha uno es traidor, se vendió al marxismo internacional mundial, soy trotskista, leninista, maoísta y no sé cuántos ‘istas’ más”.

De paso insiste en su teoría de mierda sobre la alianza de narcos y anarcos. Pese a la evidente fuerza del “bloque negro” en Chile, la mayoría de los pontificadores no tiene mucha idea de qué es en realidad el anarquismo. Si antes le atribuían características de “asociación ilícita sui generis”, desconociendo totalmente las formas que adopta la organización antiautoritaria, ahora le inventan aliados que en rigor los anarquistas siempre han visto como enemigos: los capitalistas de la droga, y su presencia territorial en la periferia.

Unos “científicos” en Ciper logran por lo menos hacer estos dos interesantes gráficos de violencia estatal:




Otro experto hace un cuadro analítico sobre la “violencia en la primera línea”, volcando todo su conocimiento en “teoría sistémica”.



La Primera Línea tiene una organización en 4 “capas”. En la primera capa, están los que usan escudos hechizos, alineados al frente, recibiendo los perdigones y bombas lacrimógenas que Carabineros lanza a la altura de los cuerpos. En la segunda capa, están los que neutralizan las bombas lacrimógenas (lanzándolas de vuelta, o alejándolas). En la tercera capa, están los que van en defensa de los que son atrapados por grupos de Carabineros. En la cuarta y última capa, donde hay más presencia de mujeres, están quienes asisten a las capas anteriores con agua con bicarbonato o leche de magnesia (que atenúan los efectos de las lacrimógenas) y reúnen peñascos y objetos lanzables a Carabineros. Las cuatro capas, en paralelo a sus funciones específicas, lanzan a Carabineros todo cuanto puedan lanzarles. El peak de violencia en la batalla ocurre alrededor de las 20:00-20:30, pero continúa más o menos hasta las 21:00-22:00, cuando ya la mayoría de los manifestantes de la zona “central” se ha ido. Y así, cada día. Ya van 45 días”.



Por nuestra parte, suman y siguen lxs heridxs y presxs. Duele ver a tantxs amigxs, conocidxs, y hermanxs de clase sufriendo directamente en manos del Estado. Pero sabíamos que esto es así. Y es un proceso que sólo se irá incrementando de aquí en adelante. La burguesía querrá aterrorizarnos para impedir el “verano caliente” y/o  el “super marzo” que se les viene para el 2020.

Desde el lunes 16 ya es casi imposible agruparse en la Plaza de la Dignidad. La prueba de fuerza más decisiva será mañana: un nuevo día viernes, donde la convocatoria siempre ha sido masiva. Como sea, haber estado construyendo comunidad de lucha por 60 días consecutivos desde el corazón de la ciudad ya es en sí mismo un hecho histórico, y es necesario ir variando la estrategia para evitar el cansancio y la rutina.

Las intervenciones “artísticas” oficiales, con escenarios, dirigentes y “músicos” profesionales recibiendo el aplauso de las masas y posando de combativos no son un avance, son un retroceso. Si Emma Goldman decía que “si no se puede bailar no es mi revolución”, debemos agregar que no es nuestra revolución si es que tocan Inti Illimani y los Bunkers!



Nuevo boletín, con reflexiones desde y sobre la revuelta.

Nuevo compilado "Aquí nos están matando" Vol. 2. Pro-fondos para heridxs de la revuelta.

Convocatoria de impro libre para mañana (Big Bang sonoro, de 18 a 20):



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viernes, diciembre 13, 2019

13.12: A.C.A.B. internacional day 


A.C.A.B.



Tal vez la sigla más presente en las calles de Chile hoy, me ha sorprendido un poco que casi nadie sepa de donde proviene.

All coppers are bastards…

“Todos los pacos son bastardos” -que no es exactamente lo mismo que “hijos de puta” pero por ahí va- es una sigla popularizada desde que la banda de Oi! 4-Skins lanzara la canción “A.C.A.B" en su álbum de 1982 “El bueno, el malo y los 4-Skins”. El oi! es la variedad de punk callejero disfrutada sobre todo por los skinheads de fines de los 70 y los 80. Los 4-Skins (juego de palabras que mezcla 4 skinheads –los miembros de la banda- con los escrotos: foreskin), como muchas otras bandas de ese subgénero (Last Resort, Blitz, Business, Combat 84) bordeaban peligrosamente la línea del fascismo, a veces más por sus seguidores que por ellos mismos, pero la ambigüedad política del oi! siempre ha sido evidente.

En fin: este cuarteto británico logró meter en una canción de poco más de minuto y medio el odio lumpen/prole contra los pacos, de manera magistral (el oi! suele ser bastante simple y eficaz).

Por si no quieren escucharla en la versión original, hay también una de los Oppressed, banda skin pero notoriamente antifascista y antirracista.

La expresión ACAB sería en todo caso mucho más antigua que eso. Según informa Wikipedia: “Eric Partrige en su libro “Dictionary of Catch Phrases” estima que las primeras apariciones datan de 1920, siendo usado en la jerga de delincuentes, pero no fue hasta el año 1977 cuando un periodista de un periódico local de Newcastle (Reino Unido), después de una visita a la cárcel local, mencionó en un artículo que dicho término se encontraba en las paredes de las celdas”.

Lo más interesante el día de hoy, 13 de diciembre, es esto: “el número 1312 se utiliza como sinónimo de A.C.A.B. el cual resulta de la sustitución de las letras por el número que ocupan en el abecedario, siendo utilizado este término en ocasiones con el fin de utilizarlo visiblemente con cierta impunidad, al ser este término ligeramente menos conocido.

El día 13 de diciembre se considera el día “A.C.A.B.”, y todos los años se pueden ver en las redes sociales (como Twitter y Facebook) o incluso en carteles y pegatinas en las ciudades multitud de mensajes con dicho término”.

Ayer le pegaron a un paco entre varios proles juveniles de 1ra línea. La indignación de Rozas y Ubilla es tal, que resulta ofensiva. No se vió la misma indignación para informar ni menos condenar el apaleo masivo que le dieron a Alex Nuñez en Maipú los primeros días de la insurrección, que la causaron la muerte, por dar un solo ejemplo. Y lo más grotesco es que según estos genocidas no se explican el por qué alguien podría llegar a hacer  algo así…¿En verdad que no lo saben? ¿Qué harías tú si a tu amigo, hijo o hermano los pacos les sacaran los ojos a perdigonazos?

Veamos lo que dice emol hoy:

“El incidente en cuestión ocurrió en la intersección de las calles Irene Morales con Merced, cuando encapuchados atacaron por sorpresa a una sección completa de carabineros de la Escuela de Suboficiales. Fue ahí cuando Matamala quedó desprotegido y recibió diversas agresiones de parte de los manifestantes”.

O sea:
-no fue un “cobarde ataque” de varios contra uno, sino que
-los “valientes” compañeros de armas del pobre desgraciado lo dejaron tirado, solo, ergo, arrancaron.

Otra cosa digna de resaltar es que el OS-9 de los pacos "encontré" de inmediato a algunos atacantes y los detuvo.  Mientras tanto, aún no se sabe quien dejó ciegos a Gustavo Gatica y Fabiola Campillay...

En otro frente, dado que ya han usado granadas de aturdimiento y amenazan con amas acústicas, aparentemente algunxs proles juveniles estarían dándoles a priori de probar de su propia medicina:

"Tenemos otro funcionario que recibió el estallido de un fuego artificial y en estos momentos se está viendo. Tiene un trauma acústico con pérdida casi total de la audición", manifestó.

(Fuente: Emol.com - https://www.emol.com/noticias/Nacional/2019/12/12/970278/Carabineros-brutal-agresion-funcionario-Plaza.html)



Siguiendo esa misma idea, el sonido como arma, el otro día un grupo de entusiastas trataron de atacar a las Fuerzas Especiales escondidas bajo el metro con ruido de bronces (2 saxos tenores, 2 saxos altos, y 1 trompeta). He aquí un breve registro para que se hagan una idea y ojalá la práctica cunda por el territorio.

La periodista Mónica González acaba de responder una antipática carta que le envió el Alto Mando de Carabineros. Les dejo la primera parte, muy notable, y recomiendo leerla entera en CIPER Chile.

“Santiago, 11 de diciembre de 2019
Señor Mario Rozas
General Director de Carabineros:

Me dirijo directamente a usted en relación con la carta que en su representación le envió al director de CIPER, Pedro Ramírez, la persona individualizada como Jorge Parra Aguilar, de la “Defensoría Jurídica del Personal (J.2.) de Carabineros de Chile”.  En ella se intenta desmentir los hechos que aparecen consignados en el artículo “Furia desatada en Carabineros: sin control y sin piloto”, publicado por CIPER  el 12 de noviembre pasado y del que soy la autora, acusándome de “falta de rigurosidad periodística” y de hacer imputaciones “sin fundamento alguno”.

Al respecto, quisiera punto por punto mostrarle a usted que ninguno de los hechos que en el citado artículo se mencionan carece de sustento. Y que, releído con atención hoy, a la luz de los hechos de público conocimiento -y de otros que yo misma he continuado recabando desde el 12 de noviembre-, debo afirmar que la ausencia de respeto al mando que usted ejerce sobre los 60 mil hombres que componen su institución, constituye un problema mucho más grave que hace un mes para la seguridad del país y la integridad física de los ciudadanos que lo habitan.

La afirmación que vengo a sostener se sustenta en varios hechos que paso a consignar:

1-. En el informe entregado el 26 de noviembre por la ONG internacional Human Rights Watch, tras dos semanas de trabajo en terreno en el país, junto con denunciar que “Chile enfrenta una situación de extrema gravedad en el orden público”, y que los efectivos de Carabineros que son los encargados de restaurar el orden público cometen en el desempeño de esta función, “graves violaciones a los derechos humanos”, se recomienda -y con urgencia- una profunda reforma a Carabineros.

El director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, concluyó sobre el contenido de ese informe que en Carabineros existe “una cultura de abusos sin que haya ninguna consecuencia”. Y dio ejemplos: “uso indiscriminado e indebido de armas y escopetas antidisturbios, abusos contra personas detenidas y sistemas de control interno deficientes, facilitaron que se produjeran graves violaciones de los derechos de muchos chilenos”.

Y respecto de la responsabilidad del general director de Carabineros en estos hechos, aludiendo directamente a su responsabilidad, José Miguel Vivanco afirmó:
“No es posible que la máxima autoridad de Carabineros no conozca, no sepa, cuál es la composición material de los perdigones. Me parece que es elemental de cualquier fuerza pública en el mundo que por lo menos conozca con mayor precisión no solo las consecuencias que tenga el uso de estas escopetas (antidisturbios), sino la composición y las reglas del juego para usarlas”.

No solo a José Miguel Vivanco le pareció impresentable su primera declaración pública al respecto, en la que desmintió el estudio de la Universidad de Chile que indica que los perdigones que dispara en las manifestaciones el personal bajo su mando contienen plomo, entre otros componentes que provocan daño importante en las personas, y que incluso puede ser letal; para luego tener que reconocerlo y deslindar responsabilidad en el proveedor de los perdigones, diciendo que usted desconocía su composición.

Esa actitud habla por sí sola del desconocimiento que tiene de protocolos, procedimientos y adquisiciones en áreas clave de una institución que debe garantizar el orden público y la seguridad de los habitantes de este país. Sus dos declaraciones fueron escuchadas por los cientos de miles de personas que en estos 54 días han comprobado personalmente, o a través de los testimonios de sus familiares y amigos, la violencia sin control que despliegan sus hombres contra quienes se manifiestan en forma pacífica, en contraste con la inacción que se percibe frente a grupos organizados de delincuentes o del narcotráfico.

Su actitud fue leída por muchos como la vía para endosar la responsabilidad por las más de 1.550 personas que han sido heridas y atendidas en hospitales a causa de la violación de los protocolos del uso de estas armas antidisturbios. Una actitud muy poco digna de la investidura que aún lleva.

El mismo día que se conoció el informe de Human Rights Watch, el gobierno informó -a través de su ministro del Interior- que le había solicitado al general director de Carabineros -es decir, a usted- un informe que debía ser entregado en el plazo de una semana. Y lo hizo. En ese informe de 36 páginas, usted intentó refutar los graves hechos que consigna el documento de Human Rights Watch.

Se cuestionan las cifras, específicamente la de la cuantía de heridos entre el 18 de octubre y el 22 de noviembre, que en esos días llegaba a 11.564 personas, de los cuales “más de 1.100 presentaban lesiones moderadas o graves” y “al menos 1.051 personas resultaron heridas por impacto de perdigones”. Para Carabineros, en el informe refrendado por usted, sus registros indicaban un total de 1.195 civiles lesionado hasta el 2 de diciembre, de los cuales solo 376 presentaban heridas de perdigones “cuya autoría aún no se encuentra determinada por los órganos persecutores”. También refutaron las cifras de abusos sexuales.

Sobre este último punto, en el informe de Carabineros que usted firmó, se lee: “Agrega el informe HRW (Human Rights Watch), la existencia de 74 casos relacionados con abusos sexuales en que los detenidos fueron obligados a desvestirse y hacer ‘sentadillas’ en las comisarías, sin que existan elementos de convicción que permitan sostener la efectividad de esos relatos”. Y agregó: “Por lo demás, varios de ellos han podido desvirtuarse en sede administrativa con la sola exhibición de cámaras de televigilancia existente en los cuarteles”.

Es decir, usted no reconoce ni una sola “sentadilla” en total desnudez a las que han sido obligadas menores en sus retenes, ni una sola tocación violenta en los genitales de detenidos hombres y mujeres y ni una sola violación. Y ello, a pesar de que, tal como le refutó José Miguel Vivanco el 5 de diciembre, las querellas por abusos sexuales desde el 18 de octubre llegaban en esos días a 74, las que incluyen testimonios estremecedores. No hubo ni una sola información sobre sumarios en curso. José Miguel Vivanco lo dejó en silencio. Y se entiende.

Después del informe de Human Rights Watch vino el segundo pronunciamiento sobre el uso excesivo de la fuerza policial que hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desde que se iniciara el estallido social el 18 de octubre pasado. En él se expresa la preocupación por el alto número de denuncias de violaciones a los derechos humanos, las que presentan un patrón de conductas de violencia en contra de manifestantes que se repiten. Junto con llamar al gobierno al “cese inmediato del uso desproporcionado de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad del Estado”, el organismo de la OEA expresó su alarma por el alto número de acciones judiciales por abusos sexuales contra menores que se manifestaban. Usted, señor general director, guardó silencio.

También guardó silencio cuando pese a la orden que emanó del gobierno prohibiéndole al personal bajo su mando disparar perdigones, debido al alto número de heridos que habían dejado esas armas antidisturbios en el país, se siguieron registrando heridos por la misma causa. Cientos de imágenes captadas por equipos de documentalistas que recorren el país registrando cada manifestación, muestran cómo sus hombres desobedecieron las órdenes de las autoridades. Y también se aprecia como efectivos policiales bajo su mando continuaron disparando bombas lacrimógenas directo al cuerpo y a corta distancia contra personas que manifestaban de forma pacífica.

El 6 de diciembre pasado el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), cuyas cifras se han constituido en el registro de la verdad sobre la vulneración de derechos en Chile desde el 18 de octubre, ya que su sustento son las cifras oficiales que sus funcionarios recogen en hospitales y comisarías en todo el país, entregó su último recuento:

Personas heridas y atendidas en hospitales: 3.449, de las cuales 254 corresponde a niños, niñas y adolescentes.
Heridos por lesión ocular: 352.
Heridos por disparos: 1.983, de los cuales 1.554 corresponden a perdigones, 180 a balines y 51 heridos por bala.
Denuncias por Tortura: 405
Denuncias por violencia sexual: 192.

El balance del INDH fue un duro golpe. Si a esa cifra se le suman las al menos 26 víctimas fatales que se registran desde el 18 de octubre, la dimensión de las violaciones a los derechos humanos cometidas principalmente por efectivos policiales bajo su mando adquiere una dimensión inédita en estos 30 años desde la recuperación de la democracia.
Pero eso no fue todo. Al finalizar la tarde del pasado 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, cuando miles de chilenos se reunieron pacíficamente a denunciar la violación de los Derechos Humanos que tiene lugar en estos días en Chile, sus hombres volvieron a violar los protocolos dejando en el centro de Santiago a 14 personas heridas por el impacto de bombas lacrimógenas, dos de ellas -una menor de 15 años y un hombre de 35 años- con riesgo vital al haber recibido el impacto directo en la cabeza.

Esa noche, el director del INDH, Sergio Micco, después de constatar el estado de salud de los heridos y la violación de los protocolos por parte de los efectivos policiales sin que nadie responda por ello, afirmó: “Exigimos que se cumplan los protocolos. Es público y notorio que estas situaciones siguen sucediendo, el dolor y el miedo se expanden y esto le hace más daño a la sociedad chilena. Hay cientos de testimonios que indican que esto sigue ocurriendo (disparo al cuerpo)”.

Horas antes se había reunido la comisión constituida por el gobierno para diseñar la reforma de Carabineros, la que ya no habló de “modernización”, sino que se sumergió en la “reestructuración urgente” de la institución debido a la gravedad y dimensión de las reiteradas violaciones a los derechos humanos provocados por efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros. Y se dio un plazo de 50 días para ello. Usted nuevamente guardó silencio. En los precisos momentos en que se está ejecutando una reingeniería profunda a su institución por las graves violaciones y delitos cometidos, el hombre que está al mando guarda absoluto silencio. Y sigue en su puesto.

El mismo silencio que usted mantuvo -aunque parezca increíble- cuando en la tarde de ayer miércoles 11 de diciembre el Senado aprobó la acusación constitucional en contra de quien fuera ministro del Interior hasta el 28 de noviembre, Andrés Chadwick. Y el fundamento de esa condena política es la responsabilidad que ese ministro tiene al no haber sido capaz de parar los graves abusos que han cometidos los efectivos policiales bajo su mando.

Lo hasta aquí relatado y ocurrido en estos 54 días transcurridos desde que el 18 de octubre se iniciara el estallido social protagonizado por millones de chilenos en las calles de distintas ciudades del país, indica que su permanencia y su actitud a la cabeza de Carabineros se ha constituido en la constatación de que en Chile se violan los derechos humanos en democracia, y sin costos para sus autores. Esta suerte de impunidad representa un problema grave no solo por la violencia ejercida sobre más de tres mil ciudadanos, sino por los juicios que mantendrán ocupado al Estado de Chile en los años que vienen. En esto, ya no hay vuelta atrás”.

Así que ya saben: que tengan un muy feliz 13 de diciembre, y no se olvide a de apoyar a lxs prsxs de la revuelta (van más de 2000, mientras a los pacos asesinos solo los llaman a retiro).



-Disturbio Menor en La Calera (vea la interpretación de “Armado y sin cerebro” con nuevo coro inicial: Uno tres!! Uno dos!!!).

-Manual de Combate, Aparcoa (single diciembre 2019).

-Mini Documental: El psicópata de la escopeta, sobre el gatillo fácil de Carabineros.


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jueves, diciembre 12, 2019

Piraña/Anti-tesis/Ser 




1.- Con ustedes, el Presidente-Delincuente (Infractor cuya carrera delictiva lo ha llevado de ser un simple ladrón de bancos y especulador financiero a todo un criminal de lesa humanidad) en entrevista  reciente a un medio español:

“Hace casi siete semanas, se dieron dos situaciones simultáneas, pero de muy distinta naturaleza. Lo primero fue que surgió fue una demanda muy fuerte de toda la ciudadanía por hacer de Chile un país más justo, más inclusivo, con menos tolerancia a los abusos, con mayor igualdad ante la ley y con mayor respeto por los ciudadanos. Eso es una cosa que yo estimo como muy positiva”, aseguró Piñera.

“Pero, simultáneamente, se desató una ola de violencia brutal en la que pequeños grupos ejercieron una violencia sin dios ni ley, quemaban todo lo que se ponía en su camino, las estaciones del metro, los hospitales y los supermercados, tratando de causar daño para destruir el sistema”, expresó.
Tras esto, el jefe de Estado chileno confesó que esta crisis social “no lo vi venir” y que hasta el momento de las protestas habían buenas cifras de crecimiento económico y empleo.

“Estábamos preparándonos para ser la sede de la APEC y de la COP25, que iban a celebrarse en Chile en noviembre y en diciembre, respectivamente. Un 18 de octubre que nunca lo voy a olvidar, se desató una ola de violencia sistemática, profesional, organizada con tecnología punta que buscaba destruirlo todo. Querían incendiar el país“, expresó.

Sobre la responsabilidad en la violencia generada tras el 18 de octubre, Piñera dijo que “eso está en estudio por nuestras agencias de inteligencia que debo reconocer que no estuvieron a la altura por lo que las estamos renovando íntegramente. También ha habido mucha información de países amigos que indican que aquí hubo algo no fue casual y que fue deliberado. Definitivamente aquí vimos algo que nunca habíamos visto”.



2.- Ante el carácter marcadamente anarco-feminista del canto de Las Tesis que señala que “El Estado represor en un macho violador”, varios “intelectuales” se han visto necesitados de salir a aclarar que a pesar de lo “simpático” de la acción, es peligroso ir y atacar directamente al Estado, aunque sea de esta forma.

Vean lo que dijeron Daniel Mansuy con Gabriela Caviedes en una columna mercuriana reciente:

“La política es un campo de brocha gruesa, donde las sutilezas propias del mundo académico —que es la fuente de Lastesis— no pueden ser detalladas ni bien explicadas. En la academia es posible puntualizar cuál es el sentido y el alcance de una crítica al “Estado opresor”, tratado acá como “macho violador”. En política, en cambio, esas prevenciones no son posibles. Así, el joven manifestante que tararea en su mente “el Estado opresor es un macho violador” no necesita preguntarse por el significado de tal figura simbólica, ni mucho menos poner en marcha su pensamiento crítico al respecto. Solo se le otorgan aceleradores para extender su ira contra instituciones suficientemente frágiles. Es más, necesitaremos esas mismas instituciones si acaso algún día queremos combatir el abuso, proteger a los débiles y, en definitiva, rehabilitar nuestra vida común. Sin embargo, el Estado opresor, macho y violador no tendrá legitimidad alguna para ayudarnos en esas tareas.

La paradoja no deja de ser tan llamativa como preocupante. Tesis doctrinarias convertidas en panfletos pueden tener resultados muy distintos a los originalmente buscados. En el éxito de Lastesis puede estarse incubando también su principal peligro”.

Brillante. Aplausos cerrados. Aún tenemos intelligentsia, ciudadanes!!!. Así que para ellos  está bien ser medio “anarco” en las salas y pastos académicos , y con buenas bases teóricas. Pero no en la primera línea de la calle, donde se es inmediatamente sospechoso de terrorismo y nadie tiene un buen “aparato crítico” más allá de la crítica armada de voluntad, palos y piedras.


Y si tienen un estómago a prueba de asco extremo, también cabe destacar lo que dijo el abogado Hernán Corral, también en El Mercurio:

“Volviendo a la manifestación de Lastesis, hay que señalar que al fundamentalismo se añade una incoherencia selectiva, ya que no defiende a todas las mujeres. Muchas de las que realizan la performance portan el pañuelo verde, emblema del aborto libre. Se reclama por la violencia contra mujeres ya nacidas, pero para las criaturas de sexo femenino en gestación se promueve su eliminación discrecional. Se protesta por la impunidad de los femicidios mientras se alienta el femicidio in utero. ¿No se aplica a estas mujeres por nacer lo de que “la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía”?

Tampoco se incluye a las mujeres uniformadas; al término de la actuación, se suele corear con un entusiasmo digno de mejor causa: “puta, maraca, pero nunca paca”.

Lo más complejo es que se llama a desconfiar de las instituciones del Estado de Derecho, como la justicia, el gobierno y las fuerzas encargadas del orden público: “Son los pacos, los jueces, el Estado, el Presidente”, dice la canción. Se llega al extremo de sugerir burdamente que los carabineros son pedófilos, al repetir, con torcida intención, la estrofa del himno institucional que alude a una niña que duerme tranquila porque por su sueño vela su amante carabinero.

Queremos creer que la mayor parte de las mujeres que se han sentido interpretadas por la performance o han participado en ella no comparten el feminismo amenazador que trasunta el cántico. Pero no estaría de más que se reflexionara sobre la responsabilidad que cabe en la divulgación de un mensaje que, además de desestabilizador, presenta la imagen de una mujer en guerra contra todo y contra todos”.

Excelente. Sin comentarios.



3.- Se recomienda imprimir, difundir, leer y discutir este texto tomado del blog Hacia la Vida(cabe en 4 planas):



La manera de hacer es ser

“Si no cambias la dirección, puedes terminar donde has comenzado”

Lao Tse 

El mando capitalista de la producción social requiere que los proletarios se sometan voluntariamente a las condiciones que hacen de su explotación algo inexorable. El objetivo de todo capitalista es preservarse como capitalista en un medio hostil de competición entre empresas, lo cual exige que su tasa de ganancia sea lo suficientemente provechosa para seguir invirtiendo. Este dinamismo obligatorio no puede darse si no es en las condiciones del libre mercado, condiciones que sólo pueden existir cuando hay igualdad formal entre quienes venden su fuerza de trabajo y quienes la compran. Sin este tácito consentimiento a la desigualdad real que está en la base de la relación de explotación, no puede haber capitalismo.

Este es el motivo de que la represión abierta por parte de la burguesía sea más bien la excepción que la regla. El recurso a la fuerza bruta constituye una medida de su debilidad más que de su fuerza. Siempre que la burguesía desata la violencia coercitiva para mantener disciplinada a la fuerza de trabajo, lo hace a sabiendas de estar contraviniendo el fundamento de la relación social de explotación. Cuando desata la furia represiva de sus cuerpos armados, lo hace temblando de pies a cabeza. Cuando promulga leyes para amordazar y maniatar a una clase trabajadora sublevada, lo hace con el desasosiego de quien se amputa un miembro para evitar la propagación de una gangrena, sospechando que la podredumbre puede haber alcanzado ya un punto sin retorno.

Puede que los patricios romanos hayan sido más fuertes cuando enviaban a sus legiones a aplastar las rebeliones de esclavos, y puede que la alianza entre la nobleza y el clero haya expresado su fuerza en la carnicería que desató contra los campesinos anabaptistas. Pero esa correlación entre el ejercicio de la fuerza armada y el poder social no se aplica a la burguesía. No porque la burguesía sea menos brutal y despiadada que las clases explotadoras que la precedieron, sino porque su poder tiene una base muy diferente. El poder de las clases dominantes del pasado descansaba en gran medida sobre la base fija e inmutable de sus lazos territoriales y sanguíneos, mientras que el poder de la burguesía depende casi exclusivamente de la valorización del valor, un dinamismo ciego en continua aceleración que tiende cada vez más hacia una creciente fluidez y desarraigo. El poder de los capitalistas es el poder de generar entropía a través de la valorización, entropía que a su vez no hace más que disolver progresivamente los fundamentos sociales de su poder.

Esta dinámica tiene la consecuencia, por otra parte, de que la clase a la que el capital explota difiere en un aspecto crucial de las clases explotadas del pasado. En el caso del proletariado su posición no depende de atavismos inamovibles, sino del proceso dinámico-entrópico de la valorización, proceso que disuelve sin cesar cualquier base objetiva de un posible poder político y económico del proletariado. Pero al mismo tiempo que la producción capitalista le niega al proletariado la posibilidad de fundar su poder en factores externos a él mismo, le obliga a convertirse en una potencia productiva de primer orden, siendo la reproducción ampliada de su propia actividad social la condición sine qua non de su existencia física. El proletario que no amplía continuamente su potencia subjetiva en relación con los otros tiende a la inexistencia social, del mismo modo que la vida subjetiva tiende a cero en ausencia de actividad social. La producción de la Gemeinwesen, de la comunidad humana como realidad material y espiritual, no es para los proletarios una elección libre en el sentido en que podría serlo escoger una ocupación o un pasatiempo en compañía de otros. Es, en cambio, la condición misma de su vida y lo que su propia actividad va haciendo de ellos en el transcurso de su existencia. De pronto una masa de proletarios se descubre capaz de organizar de manera espontánea una insurrección, empleando en ello recursos psicoafectivos, culturales, técnicos y materiales que sólo ayer nadie imaginaba que pudiesen aplicarse a ello. La revelación sublime consiste en esto: en esta masa que hasta ayer parecía ser puro automatismo y pasividad, habita una potencia capaz de desplegarse sin freno. Ahora bien: esta potencia, que es capaz de convulsionar un país y al mundo entero mostrándose como un poder real, no depende de ninguna forma exterior, de ninguna implementación material o institucional dispuesta previamente al estallido; proviene exclusivamente de una interioridad, de una fuerza del todo inmaterial, del ser subjetivo y social del proletariado. Su poder emana de su sociabilidad, de su vida misma, y no de equipamiento o institución alguna. No es otra cosa lo que expresa el grito: “Somos choros, peleamos sin guanaco”.

Es la iniciativa, creatividad e ingenio, es la fuerza comunicativa y la expresividad, la empatía, lo que funda el poder social de los proletarios, y lo saben. Quienes no lo saben aún lo suficiente, temen que todo ello pueda sucumbir frente a las aventuras represivas emprendidas por la burguesía. Pero lo único que queda comprometido en ese caso son las formas exteriores en que se manifiesta la potencia del proletariado: ciertas modalidades prácticas de su lucha, cierta técnica, ciertos hábitos ligados a una fijación excesiva en las formas y por ello a una fijación excesiva en lo que le ata a las reacciones de sus enemigos. Quienes sí saben que para el proletariado el poder es sólo un efecto colateral del ejercicio de la potencia de su ser, saben que la libertad no es jamás un objetivo a alcanzar. La libertad es ante todo la libertad de autodeterminarse en el transcurso mismo de la acción, de la vida y de la lucha. Los alardes represivos del enemigo son exactamente el negativo opuesto de nuestra potencia: lo único que nos muestran es que estamos obligados a amar la libertad y que si no obedecemos a este mandato estamos perdidos.

Los seres humanos a menudo ignoramos nuestra propia potencia y por diversas razones tendemos a perseverar en esa ceguera. Esto nos hace a veces capitular a un paso de la victoria, creyendo que debíamos medirnos con la vara del enemigo y viéndonos a nosotros mismos, de esta forma, más débiles de lo que somos. Pero todo aquel que haya librado una batalla sabe que en determinado momento es inevitable imponernos nuestra propia medida con independencia de quienes siendo menos que nosotros pretenden ser más. Por otro lado, estando ya instalados en la experiencia de un despertar telúrico, son tantas las libertades que nos hemos tomado que sería por decir lo menos extraño que no nos tomemos ahora la libertad de reinventarnos, a nosotros y a nuestra lucha, justo en el momento en que la burguesía pretende habernos inmovilizado maniatándonos con unas cuantas leyes. Es necesario sopesar esto con cuidado: ellos esperan que reaccionemos ciegamente a su reacción. Que nos abstengamos de seguir luchando o que nos arrojemos desesperados contra la valla que nos han puesto por delante, yendo en masa a la carnicería o propinando golpes aislados que sin detener la megamáquina le dan brío a su violencia represiva. Cualquiera de estas reacciones nos mantendría presos de, precisamente, el juego de reacciones a que el enemigo quiere reducirnos. Pero nosotros no estamos determinados por la forma exterior de nuestras acciones, ni por nuestros hábitos, ni por las reacciones que hemos suscitado en el enemigo, ni por las que nosotros mismos hemos tenido: estamos determinados por nuestras relaciones internas en tanto humanidad en contradicción consigo misma. La contradicción es el campo de la libertad, y esto significa que no estamos peleando para ser libres, sino que estamos peleando porque ya somos libres. No usar esta libertad para proseguir la lucha bajo nuestros propios términos es la única derrota posible. Seguir haciendo lo mismo con la esperanza de obtener resultados diferentes sería perpetuar la contradicción sin superarla.



A nuestros hermanos de clase asesinados, mutilados, torturados y hechos prisioneros, el Estado no les hizo eso por lo que sus acciones son en sí mismas, sino por lo que representan. Las barricadas no han sido prohibidas con penas de cárcel porque hayan paralizado la economía nacional, sino porque son el signo visible de una potencia que podría llegar a paralizarla si se lo propone, y que no lo haría precisamente con barricadas. A Rodrigo Campos no lo procesaron para compensar la rotura de un torniquete, sino para hacer audible ante todos el latigazo como símbolo. No han disparado a los ojos porque sí. Todo esto lo sabemos. Lo que no está tan claro es si hemos sacado las conclusiones correctas y necesarias. EVADIR: quizás no hemos prestado suficiente atención al hecho de que esta consigna haya estado en el centro de la explosión. Evadir es negar el fundamento metafísico de esta sociedad y el mecanismo que le da vida: “se paga por vivir”. Todo lo que vino después no ha sido otra cosa que esa impugnación acrecentada. La exigencia de salarios más altos y tarifas más bajas, de un sistema previsional que no sea un robo, de mejores servicios sociales, responde al anhelo de “pagar menos por vivir”. Pero este anhelo no es sólo eso: expresa aun embrionariamente la revelación de que “no hay que pagar por vivir”. Esta revelación ya se ha manifestado, sólo necesita ser expresada como necesidad para convertirse en un imperativo práctico capaz de cambiar las reglas del juego. Las evasiones en el transporte público podrían continuar y masificarse sin que nadie transgreda ninguna de las leyes represivas vigentes. Podrían extenderse -tal como fueron las “autorreducciones” en la Italia de los años setenta- a los servicios de agua potable, electricidad, gas y conectividad. Podría convertirse en una oleada imparable de robos hormiga hechos en masa en todas partes sin pausa. Podría derivar en un movimiento de desobediencia social y económica efectuado por millones de personas de mil maneras diferentes, transgrediendo muchas normas, pero ninguna ley. Podría suceder que las relaciones de comercio habituales lleguen a verse tan perturbadas que no haya otra forma de proporcionar alimentos y suministros a la población que mediante una política de racionamiento. Pero un capitalismo de barracas es una imposibilidad práctica.

En condiciones así, la necesidad de apropiación directa de los bienes de consumo no podría llegar muy lejos adoptando la forma acostumbrada del saqueo. Pero eventualmente podría llevar a los choferes de camiones a sumarse a la desobediencia masiva y a entregar esos bienes a las asambleas en vez de a los supermercados. Esa misma tendencia podría terminar imponiendo a quienes producen los bienes la necesidad de liberarlos sin la mediación del comercio. La interrupción del ciclo de valorización que ello supondría haría inviable la adquisición mediante el salario, abriendo la vía hacia la distribución directa. Sería un bucle de retroalimentación tendiente a la comunización progresiva de todo. En el transcurso, el Estado estaría obligado a prohibir prácticamente todo con excepción de los actos de compraventa, erosionando así la libertad formal que es su propio fundamento.

No cabe imaginar un proceso tal sin que tenga lugar una proliferación de violencias, que en cualquier caso sería el despliegue cinético de la enorme violencia potencial ya contenida en la propia forma social capitalista. De lo que se trata no es tanto de evitar la violencia estatal, que es inevitable, sino de cómo hacerle frente desde la posición de ventaja que nos brinda la masividad y sobre todo la potencia social que nos habita. Todo depende de cuán capaz sea el proletariado de determinar por sí mismo la dinámica de la lucha, fijando él las reglas del juego. Allí donde se le quiera imponer el enfrentamiento directo en condiciones donde sólo puede salir herido de muerte, tendrá que evitarlo llevando la desobediencia a un plano diferente. Allí donde se le quiera arrastrar a un callejón sin salida tendrá que saber crear una vía imprevista; tendrá que animarse a detener aquello que se suponía no podía parar de moverse, a movilizar aquello que se suponía indefectiblemente quieto, a crear un vacío en el que se precipite cada golpe dirigido contra él. Tendrá que sorprender al enemigo privándole de cada superficie sobre la que esperaba apoyarse para seguir golpeándole, imponiéndole un desgaste progresivo. Cansarlo, agotar sus fuerzas, hasta que le resulte más costoso seguir luchando que abandonar. Todas las armas y recursos materiales no son nada sin el ánimo que hace falta para ponerlos en acción.

Tiene una importancia clave que la lucha sea no sólo en pos de objetivos económicos y políticos, sino que su propio desenvolvimiento sea la demostración práctica de que vivir sin pagar es una forma de vida superior que la actual, y hacerlo con una elocuencia tal que cada vez sean menos los que quieren seguir malviviendo como lo hacían. Esto supone para el proletariado dejar atrás todo aquello a lo que estaba acostumbrado, desaferrarse de la forma de vida que le constituye como proletariado. Pues bien, si algo ha quedado claro en estas semanas es que esto no sólo es posible, sino que se ha vuelto hasta cierto punto inevitable y es, si se lo piensa bien, lo mejor que podría pasarnos. Asumirlo implicaría, para empezar, que dejemos de pedirle respeto a quienes han demostrado no ser en absoluto respetables; y que llevemos nuestra dignidad recién recobrada hasta su última consecuencia: la autodeterminación total.



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