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martes, junio 30, 2009

Michael Jackson y el espectáculo 


Tenía ganas de revisar y tal vez transcribir las partes de "Rastros de Carmín", de Greil Marcus, que hablan de Michael Jackson y el "fenómeno" thriller. Por suerte, en el blog del Colectivo Quartiers blog alguien ya se había dado el trabajo:

"...Debord había pregonado que el espectáculo era un monstruo, una película de horror, un Godzilla de la alienación. Veinte años después de haber dejado constancia de su teoría de la sociedad moderna, sus premisas suenan tan familiares como extrañas, sencillas y paranoicas, obvias y ocultas...y eso mismo es lo que se percibía en el mundo con Michael Jackson en 1984. Era como si hubieras soltado amarras, como si te sintieras a un tiempo humillado y estimulado, como si respondieras a la afirmación "lo verdadero es un momento de lo falso" con un encogimiento de hombros: "Bueno, ¿y por qué no?¿Qué otra cosa puedes mostrarme?" El espectáculo producía su propio opuesto y lo engullía; rechazar un espectáculo era exigir otro.

¿Qué sucedió en el año de Michael Jackson? Para los primeros millones de personas que compraron Thriller, forma y contenido, subjetividad y objetividad, el yo y el otro, mercancía y consumidor, fueron una sola cosa. Esos pocos millones compraron un disco que les gustaba. Luego Thiller se convirtió en una imagen, una imagen, en el ambiente del capitalismo moderno, en el cielo del espectáculo, de lo bueno, una irresistible imagen de autorrelización y conquista del público. Después de eso, la forma reemplazó al contenido, lo que no significaba que el mensaje de Jackson se perdiera en la brillantez de Thriller, si no que ni la forma ni el contenido permanecían atados al disco mismo. El contenido ya no era el sonido de la música, ni la forma la manera en que la música se presentaba o funcionaba como género. El contenido era ahora la respuesta de un acontecimiento social de Thriller, y la forma la mecánica del acontecimiento.

Para Debord, la sociedad del espectáculo era la propia sociedad moderna de un modo no natural, una construcción interesada y sin embargo implacablemente completa: "La realidad se alza dentro del espectáculo y el espectáculo es real". Tal como emergía del mundo del pop, la fábrica de símbolos, uno podía ver Thriller como un espectáculo del espectáculo, una mediación entre el espectáculo pop y el espectáculo aún mayor que, parecía probar Thriller, era la vida social. Al principio los Sex Pistols habían obligado a la gente a estar a favor o en contra de ellos, luego a decidir si debían asistir o no a las actuaciones de Johnny Rotten, decir sí o no a Dios y al Estado, al trabajo y al ocio, al intérprete y a uno mismo. El triunfo de Michael Jackson era permitir a la gente no elegir. Thriller imponía su propio principio de realidad, estaba allí como arte de cada viaje al trabajo, como una serenata a cada recado, como un referente a cada compra, como un hecho que formaba parte de la vida de todos. No tenía por qué gustarte. Solo tenías que reconocer esa realidad, aunque en cierto modo, en el año de Michael Jackson, reconocerla implicase que el disco te gustaba."

Greil Marcus, Rastros de carmín.

todos saben que esto es un no-lugar? 


Bajando por el río con Neil Young, el hippie más hippie del mundo. Tan sinceramente hippie que homenajeó a Johnny Rotten en 1977 y se dejo fotografiar usando poleras de Sex Pistols. Su mejor heredero en el punk rock: J. Mascis. Este album, "Everybody knows this is nowhere", de 1969 es su segundo album solista, y creo que el primero en que la banda acompañante son los Caballo Loco. Podría hablar de las canciones pero es mejor callarse y escuchar las guitarras.

en honduras 





Los incidentes protagonizados este lunes entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes favorables al regreso del derrocado presidente Manuel Zelaya dejaron decenas de heridos en Tegucigalpa y se propagaban a otras ciudades del país, según los medios locales.

Además de Tegucigalpa, se registraban incidentes también en San Pedro Sula, la seguida ciudad del país, y en el Progreso, donde se registraron dos heridos de bala, de donde es originario Roberto Micheletti, el nuevo presidente designado el domingo por el Congreso para reemplazar al depuesto Zelaya.

En la capital, los enfrentamientos entre las fuerzas del orden que defendían la Casa Presidencial, sede de la presidencia hondureña, y los centenares de manifestantes se saldaron con “heridos por todas partes: gente, militares, policía”, relató un fotógrafo de la AFP, que describió el lugar como una “batalla campal”.

“Los militares están disparando a discreción” para desalojar a centenares de manifestantes que se dispersaron por la ciudad.

Muchos comercios cerraron sus puertas en la capital y enviaron a los empleados a casa, informaron los medios locales.

Decenas de jóvenes, empuñando barras de hierro y palos se habían congregado desde primeras horas de la mañana al lado de la Casa Presidencial armados con barras de hierro y palos, así como piedras y todo tipo de materiales para levantar barricadas.

Según el periodista de la AFP, la policía militar lanzó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, que respondieron lanzando piedras y quemando neumáticos.

Radios locales daban cuenta de que células de un número reducido de jóvenes se dispersan por la ciudad rompiendo todo lo que encuentran a su paso.

Centenares de personas habían empezado a congregarse en el Boulevard Juan Pablo II, en las inmediaciones de la Casa Presidencial, para exigir el regreso de Manuel Zelaya, depuesto el domingo por la mañana por un golpe militar orquestado por la justicia y el Congreso.

“Estamos esperando al presidente Mel (Zelaya), el único”, dijo exaltado a la AFP José, con el rostro cubierto por un pañuelo y empuñando una barra de hierro.

Los manifestantes habían cerrado unos unos 200 metros de la avenida donde levantado barricadas y quemado neumáticos.

Desafiando el toque de queda que Micheletti impuso a partir de las 21H00 de la noche del domingo muchos manifestantes pasaron la noche en este lugar.

Juan Barahona, dirigente de la central obrera FUTH, anunció a la AFP que han convocado a partir de este lunes un paro nacional y manifestaciones en todo el país para exigir la restitución de Zelaya.

Otro tanto ha hecho el poderoso sindicato de maestros, y se ha creado el Frente Popular de Resistencia (FPR) para luchar por el regreso de Zelaya.

Zelaya fue sacado del poder por militares el domingo, tras lo cual el Congreso nombró a Roberto Micheletti -hasta entonces su titular- para asumir la presidencia hasta terminar el actual mandato, en enero de 2011.

-El Nacional.

miércoles, junio 24, 2009

abajo la república islámica 


Freedom-loving and resisting women

In the ensuing demonstrations and the climate of protest which has engulfed Iranian society, remove your veils and break the walls of gender apartheid. The hijab is solitary confinement and the most important symbol of the segregation of the sexes and women’s absolute lack of rights. It is time to effectively declare equality between women and men and liberation from 30 years of humiliation and degradation.

The misogynist regime has to go!

Worker-communist Party of Iran
June 16, 2009

Fase 3: thrones and dominions 


Por qué no escribir de música.
Un disco interesante, algo fome, que no hace daño, y ayuda a des-concentrarse en otras huevadas. 1995: Earth lo lanzó para celebr el Día de la Tierra.
(El nombre de este lugar. Bastante ridículo.
"Las depresiones son para las clases media" (Riff Raff de K. Loach).).
Al escribir sobre música siempre se exagera una impresión momentánea.
Es absurdo. Innecesario.
Es como intentar explicar por qué los estalinistas clásicos apoyan al régimen iraní. Excesos del "antiimperialismo"?. Leyendas de "manifestantes financiados por la CIA".
En Amazonia...
El capitalismo, ahora sí global, violenta con fuerza las pocas zonas donde aún no domina todo. La Tierra. Está entrando a una fase catastrófica. Y delirante.

Esto sí que sí.
Cortés: asesino. Neil Young haciéndose acompañar por los Caballo Loco en 1975.
Guitarreao mi alma. Ay señor.

martes, junio 23, 2009

Irán/comunicados desde Perú 


Cobertura detallada de la revuelta en Irán, en La Bataille Socialiste.

Dos comunicados sobre la lucha de clases en el Perú:

¡AHORA O NUNCA!

Compañeros:

La muerte de proletarios en la Amazonía es un claro ejemplo de la destrucción a la que lleva este sistema capitalista. Cada día mueren de hambre, de frío y en la miseria, miles, millones de nuestros compañeros de clase en todo el mundo.

Compañeros, nosotros creamos toda la riqueza de la sociedad, la creamos socialmente, pero sólo unos cuantos se apropian de todo, existe una apropiación privada de la producción social. Y esto lo legaliza el Estado burgués. Nosotros no podemos seguir aguantando y tolerando más la explotación, démonos cuenta que sólo nosotros, las clases explotadas, el proletariado organizado, podrá combatir y luchar por un nuevo sistema. Nosotros debemos decidir qué hacer con lo que producimos, ya no aguantemos más explotación, ya no sigamos a líderes burócratas, organicémonos como clase internacional. Demos lucha a la burguesía con huelgas, paros, hasta tomar el poder para liberarnos.

Se debe acudir a una manifestación no para seguir pasivamente las consignas sindicales sino para discutir entre los trabajadores cómo desarrollar una lucha verdaderamente revolucionaria contra el capitalismo. Los paros, las huelgas, las manifestaciones y las acciones que asumimos (los trabajadores) deben servir para luchar por lo que nos pertenece y manifestar que este sistema caduco no puede satisfacer las necesidades de las grandes masas trabajadoras y sólo puede existir a costa de su explotación. Debemos buscar una organización autónoma fuera de los sindicatos burócratas. Las Asambleas Generales, las luchas que se extienden a otros trabajadores, manifestaciones abiertas donde estudiantes, desempleados, trabajadores de otras ramas puedan participar son las alternativas que debemos seguir.

La muerte en la Amazonía debe servir para darnos cuenta, que la lucha de clases, entre los explotados y explotadores, entre el proletariado y la burguesía está más viva que nunca. Los ricos nunca van a dejar de ser ricos, por más Ollanta, Chávez, Evo Morales que aparezcan; no queremos reformas, queremos revolución, no queremos migajas, queremos todo lo que nos pertenece. Construyamos una revolución de trabajadores en general, estudiantes, oprimidos, del proletariado en su conjunto. Las luchas reivindicativas son un medio para frenar la explotación, pero nuestro fin, debe ser abolirla por completo.

Somos los que creamos todo. ¿Queremos seguir viviendo de rodillas, esperando que llegue un presidente nuevo? ¿Cuándo podremos ser nosotros los que decidamos nuestro destino? Nuestra misión es destruir este sistema, destruir la explotación del hombre por el hombre, y no permitir que nuestro trabajo, sirva para que un burgués se haga rico. El trabajo debe servir para nuestra sociedad y para nosotros mismos. Marchemos compañeros rumbo a la nueva sociedad, tomemos el poder. Organicemos y gestemos el poder proletario.

¡Abajo el sistema capitalista genocida, explotador y opresor!

¡Viva la lucha del proletariado internacional!

NÚCLEO PROLETARIO

Círculo Científico de Análisis Social

"Sociedad y Ciencia" sociedadyciencia@hotmail.com

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SIEMPRE NOS HAN DESTILADO MUERTE : ES LA CARA UNIVERSAL DEL CAPITALISMO.

"La violencia no es anónima, tiene nombre y dirección"

B. Brecht

"El Estado llama ley a su violencia y crimen al de los individuos".

Max Stirner

Ayer como hoy la puesta escénica de la represión del Estado y del capital no deslumbra a nadie, y relucen vistosamente a sus anchas.

Y es que las necesidades del capitalismo articulado universalmente, la prepotencia y soberbia de la burguesía y sus aparatos armados ( no es para sorprendernos), irán de tierra en tierra buscando mercados, recursos naturales y humanos, instaurando el terror y sumando nuevos Cadáveres a la larga lista de asesinados a balas, de hambre, en el trabajo, de cansancio, de miedo.

El 5 de junio Bagua fue el lugar "protagónico" de esta ferocidad, y vino a confirmar lo que decimos. Ha sido hoy por hoy uno de los tantos intentos de reapropiación del capital para devastar los recursos forestales valorizando su mercado en prejuicio de los oprimidos que habitan en el.

Pero el proletariado en lucha de Bagua sabe muy bien esto, y sobrepasan los juegos democráticos, saben que la mejor defensa es la ofensiva. Su lucha es la nuestra y nos solidarizamos con ella, pues forma parte de la comunidad de lucha mundial contra la bestia capitalista. Su resistencia a la sumisión es la nuestra y de todos los oprimidos del mundo. Pero si nuestra lucha no contiene un proyecto mayor que supere el orden existente, volverán a cagarse en nuestros hombros y la agudización de la crisis universal del capital nos reventara primero contra nosotros, sin piedad (como siempre) ¿Dudas de ello?.

CAPITALISMO Y HUMANIDAD son antagónicos, y la historia de la lucha de nuestro compañeros contra nuestros enemigos de clase son ejemplos claros y actualmente vivos.

Ya no nos engañamos por todos los oportunistas de siempre que se suben al carro y aprovechan tal situación sobre nuestros muertos, y proclaman su apoyo y representatividad, simplemente persiguiendo intereses burgueses (partidistas, electoreros, dinero).

Los compañeros en Bagua con sus limitaciones dan el coraje para seguir en lucha. Su lucha demuestra una cosa: que resurge y se generaliza la lucha entre clases, que ha escala mundial se hace inocultable y que más temprano que tarde nos tocara tomar parte en el desarrollo de nuestra autoliberación como clase oprimida.

¡CONTRA EL ESTADO Y EL CAPITALISMO!

¡LA EMANCIPACIÓN DE LOS OPRIMIDOS SERÁ OBRA DE LOS OPRIMIDOS MISMOS, O NO SERÁ!

¡POR LA AUTOORGANIZACION Y AUTONOMIA DE LOS OPRIMIDOS EN LUCHA!

Anarquistas de Lima

Jóvenes Proletarios

sábado, junio 20, 2009

la pura y santa verdad 

"esto es una perdida de tiempo, siempre habran payasos, mientras existan los circos con un publico dispuesto y atento.

usen su energia, tiempo y dinero con sabiduria. disfruten de la vida. sean creativos. capaz que se despierten al dia siguiente solo para darse cuenta de que no han vivido nada.

el hardcore es solo un sonido, lo importante es tu comunidad. que esta pasando en sus barrios? que estan haciendo sus vecinos? que esta pasando en el mundo?

en peru los indigenas le estan ganando al gobierno, en colombia hay una guerra y millones de personas desplazadas por la violencia a causa de la “guerra contra las drogas”, en Bolivia hay racistas independentistas tratando de derrocar al gobierno democraticamente elegido, guerra en Afganistan, Pakistan e Irak. el gobierno de Corea del Norte quiere usar sus armas nucleares y aniquilar a su propia poblacion. En Iran la gente quiere un cambio pero los estan reprimiendo…

y nosotros preocupados del “hardcore” (una palabra en ingles)…

puta que estamos mal.

Necesito un cafe."

(JDS)

jueves, junio 18, 2009

La plaga emocional 

"La clase de los grandes capitalistas, que están ya en todos los países civilizados en posesión exclusiva de todos los medios de existencia y de las materias primas e instrumentos (máquinas, fábricas) necesarios para la producción de los medios de existencia; es ésta la clase de los burgueses o burguesía" (Federico Engels, Principios de Comunismo, 1847).

Hay gente que se “proletariza” de golpe, por decisión libre y consciente, pero no se va a trabajar a las fábricas ni nada de eso, más bien se dedican a considerar como enemigos de clase a aquellos trabajadores que reciben sueldos más altos y que por lo mismo pueden gastar más dinero en libros, discos, bebidas y comidas. Se trata de un proceso bastante extraño. Es como una entrevista a unos punkis que hace muchos años salió por ahí en la prensa burguesa, donde les preguntaban qué entendían por “burgueses”, y ellos respondían algo así como “burgueses son los que se levantan todos los días y van a trabajar”. El burgués, para ellos, está atado por sus jornadas laborales. ¿No era exactamente al revés la cosa? Es muy extraño, en realidad, porque para el grueso de los trabajadores educados en el materialismo histórico esa definición calza más bien con la de “trabajador” o “proletario” (términos que no son sinónimos, por cierto, pero que están íntimamente relacionados). Hay una tendencia a glorificar edades pretéritas de la tradicional y combativa clase obrera que ya no volverá (no al menos en las formas que adoptó en su fase heroica, que más que de la realidad se alimenta de ciertas visiones obreristas e industriales típicas de ciertos marxismos y anarquismos), y a confundir proletario con “marginal”, “pobre” o “lumpen-proletario”. Lo más extraño es que ciertos autodenominados proletarios ven con muy malos ojos a quienes ejercen lo que antiguamente eran “profesiones liberales” pero hoy en día formalmente constituye una forma de trabajo dependiente y asalariado -ni siquiera los ven como “pequeño-burgueses” sino que abiertamente como “burgueses”-, pero hacen la vista gorda en relación al hecho de poder disfrutar de propiedades inmuebles de la familia, o de gozar de las ganancias de las empresas familiares, porque claro, ellos son puros y rebeldes, se dedican todo el día a la liberación de los seres humanos y los animales, no transan con nadie. ¿Están fuera del mundo del capital? Convierten la lucha contra relaciones sociales autonomizadas en lucha contra ciertas personas, edificios y símbolos. Se dicen "libertarios" pero no soportan ninguna otra posición que se aparte un ápice de su ideología del momento. Convierten la violencia en fin, no en medio, y alucinan, deliran, babean y se sulfuran por todo, viendo enemigos por todas partes, injurian, calumnian, amenazando con todo tipo de penas drásticas y rechazando cualquier diferencia como diferencia de principios. Estás con ellos, o contra ellos. ¿Tendrá esto algo que ver con la terrible Plaga Emocional de la que nos hablaba hace décadas el camarada Wilhelm Reich? Yo creo que sí.

“Podemos preguntar qué es lo que permite reconocer una reacción de plaga y distinguirla de una reacción racional. La respuesta es la misma que cuando se trata de diferenciar entre una reacción de carácter neurótico y una reacción racional: en cuanto tocamos los motivos de la reacción debida a la plaga, aparecen inevitablemente la angustia o la cólera.

Característica esencial de la plaga emocional es que la acción y razón dada para ella nunca son congruentes. El verdadero motivo siempre se encubre y se lo reemplaza por motivo aparente. En la reacción natural del carácter sano, motivo, acción y objetivo forman una unidad orgánica. Aquí, nada se oculta; la reacción es comprensible en forma inmediata. Así por ejemplo el individuo sano no tiene otro motivo para su comportamiento sexual que su necesidad natural de amor y su objetivo de gratificarlo. El individuo ascético, en cambio, justifica su debilidad sexual en forma secundaria, con demandas éticas. Esta justificación nada tiene que ver con la forma de vivir. La actitud del ascetismo, negadora de la vida, se halla presente antes de la justificación.

[…] El individuo aquejado de la plaga emocional difiere del individuo sano en que no sólo se plantea sus demandas vitales a sí mismo sino primariamente y por sobre todo, al ambiente que lo rodea.

La plaga emocional es ese comportamiento humano que, sobre la base de una estructura caracteriológica biopática, se hace sentir en las relaciones interpersonales (es decir, sociales) y que se organiza en las correspondientes instituciones. […] los sectores en los cuales la plaga emocional es más activa son los más importantes de la vida; el misticismo en su forma más destructiva, el impulso activo y pasivo por la autoridad, el moralismo, las biopatías del sistema vital autónomo, la política partidaria, la plaga familiar que he denominado “familitis”, los métodos sádicos de educación, la tolerancia masoquista de tales métodos o la rebelión criminal contra ellos, el rumor y la difamación, la burocracia autoritaria, la ideología bélica imperialista, todo lo que se resume en la palabra “racket” (extorsión), la antisocialidad criminal, la pornografía, la usura y el odio racial.

Vemos pues que el ámbito de la plaga emocional es aproximadamente el mismo que el de todos los males sociales contra los cuales ha combatido desde tiempo inmemorial todo movimiento de libertad social. No sería del todo incorrecto equiparar el dominio de la plaga emocional con el de la política en general.

(…) ningún movimiento libertario tiene probabilidades de éxito a menos de oponerse con veracidad, claridad y vigor, a la plaga emocional organizada."


(W. Reich, El análisis del carácter)

viernes, junio 12, 2009

aire fresco 


Ataque a la prensa por escolares del Nacional
Alumnos rechazaron a reporteros invitados por el rector a captar imágenes de daños supuestamente en medio de la "ocupación cultural" del recinto.

Periodistas de medios como Canal 13 y TeleCanal, al menos, se cuentan entre los que sufrieron agresiones al interior del Instituto Nacional por parte de alumnos que rechazaron su ingreso para grabar daños en parte de la remozada infraestructura.

Fue el propio rector del establecimiento en "ocupación cultural" desde el lunes, Jorge Toro, el que autorizó el ingreso de la prensa al denunciar la destrucción que habrían provocado algunos escolares.

"Un grupo de alumnos, indudablemente que lumpen porque no se puede considerar que son alumnos, entraron a esta sala dañaron los data show, lo taparon con pintura, le echaron agua, rayaron las murallas, rompieron las cortinas", dijo la autoridad.

Consideró que se trata de "una actitud que es bastante inexplicable e incluso el mismo Centro de Alumnos está muy molesto porque esto desprestigia al movimiento que ellos tienen".

En la refriega se observa que algunos escolares, además de intentar quitarle los equipos, incluso patean en la espalda a uno de los reporteros que con cámaras fotográficas y de televisión captaban la escena.

El Instituto Nacional fue el primero que esta semana inició una "ocupación cultural" en Santiago centro en demanda de estatización de la educación pública. A la protesta se han sumado los alumnos del Internado Barros Arana, Confederación Suiza, Barros Borgoño y las niñas del Liceo A-4 de calle Matucana.

jueves, junio 11, 2009

Solidaridad con la lucha de los pueblos amazónicos en el Perú, USL 



El siguiente comunicado es una iniciativa de solidaridad libertaria internacional con los pueblos indígenas y amazónicos del Perú, en su lucha por la defensa de sus tierras y su cultural ancestral. La misma que está siendo vulnerada y amenazada por el gobierno peruano en alianza con el Imperialismo, las transnacionales y la derecha (principalmente el APRA, Unidad Nacional y el fujimorismo), a través de los Decretos Legislativos inconstitucionales y violatorios, en el marco de la firma del TLC con los EE.UU.

Desde la Unión Socialista Libertaria exhortamos a las organizaciones anarquistas, libertarias o afines de todo el mundo a firmar este documento, hacerlo suyo y difundir su contenido a través de sus espacios virtuales, listas de e-mail, periódicos, revistas, boletines, comunicados, murales, foros, actos públicos, culturales, políticos, etc., con el propósito de sentar una clara posición libertaria y militante sobre lo que acontece en el Perú.

Por ello convocamos a los compañeros libertarios a organizar movilizaciones y mítines frente a las embajadas del Perú en cada país, en coordinación con otros sectores afines y en lucha, para denunciar las acciones del Estado y las transnacionales en nuestro país.

Apelamos a la vocación solidaria que nos caracteriza como revolucionarios libertarios para hacer causa común por nuestros hermanos indígenas y para hacerles saber que no están solos, ya que sus luchas son las nuestras, hasta alcanzar la verdadera sociedad de plena libertad, autonomía y progreso humano, sin explotados ni explotadores.


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Las comunidades amazónicas e indígenas de la selva peruana (especialmente en Loreto, San Martín, Amazonas, Ucayali, Huánuco, Cuzco y Madre de Dios) nuevamente hacen sonar sus tambores de lucha y resistencia frente a las arremetidas del modelo económico neoliberal defendido por el gobierno peruano (con el Partido Aprista a la cabeza) y como medida de fuerza hacen el llamado a la rebelión popular tras el Paro General Indefinido acatado masivamente desde el 9 de abril de este año. Es decir, ya van más de 50 días en pie de lucha que sin duda vienen a ser un claro ejemplo de valor, organización y heroicidad.

Este intenso proceso de lucha indígena y amazónica se inicia luego de que el Estado peruano contraviniendo sus propios tratados internacionales, está violando, sistemáticamente, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que establece la consulta previa a los pueblos indígenas u originarios antes de cualquier tipo intervención en sus territorios por instancias ajenas a sus propias comunidades.

Es decir, el gobierno aprista ha iniciado (o mejor dicho, ha reiniciado) una nueva etapa de saqueos y venta al mejor postor transnacional, de las tierras que por tradición e historia le corresponde a cada una de las comunidades (awajún-wampis, kichuas, arabelas, huaronis, pananujuris, achuar, murunahus, o chitonahuas, cacataibos, matsés, candoshis, shawis, cocama-cocamillas, machiguengas, yines, asháninkas, yaneshas y otras más, incluidos los “no contactados”) y que hoy reclaman su derecho a existir y resistir.

El papel del Estado peruano

Se sabe que la Ley 20653, conocida como Ley General de Comunidades Nativas, dada por el gobierno de Velasco Alvarado, reconoció un 24 de junio de 1974, la "existencia legal y la personería jurídica de los pueblos indígenas amazónicos y sus territorios, declarándolos inalienables, inembargables e imprescriptibles", confirmándolo en la Constitución Política de 1979, siendo borrado de un plumazo por la Constitución fujimorista de 1993 (que marcaba el inicio de la dictadura cívico-militar del hoy sentenciado Alberto Fujimori) para dejar el camino abierto al despojo y saqueo por los gobiernos sucesores y abriendo la puerta para el Tratado de Libre Comercio (TLC), que con los Decretos Legislativos de la actual gestión aprista ya han adquirido fuerza de Ley.

Tampoco dejemos de lado el hecho que ya desde que la propia Constitución fujimorista del 93, se dejó la puerta abierta para el despojo de recursos como mencionamos líneas arriba. Entonces es evidente que se ha empezado a ahogar y provocar el aislamiento de las comunidades, mientras la voracidad de las transnacionales lograba el establecimiento de concesiones en favor de empresas petroleras, gasíferas, mineras, turísticas y madereras en territorios que ancestralmente han pertenecido a los pueblos allí asentados.

Es decir, esto ha allanado el camino para la normatividad que el propio Estado, -salteándose la instancia legislativa (Parlamento nacional), mediante diversos decretos legislativos- declare los territorios de los pueblos originarios: "negociables en función de la economía del mercado".

Una vez más, el Estado peruano ha puesto en evidencia su carácter de instrumento de dominación y aprovechamiento de las clases explotadoras en nuestro país, que buscan seguir expropiando no sólo los derechos políticos, sino también los propios recursos a nuestras poblaciones indígenas (pueblos originarios) que hoy se levantan en rebelión contra el poder opresor.

Como comunistas libertarios, declaramos que el derecho a la libre autodeterminación de las comunidades originarias y nativas es un ejercicio auténtico de poder popular, pues se basa en principios comunitaristas, de aprovechamiento y uso colectivo de los recursos naturales, y en las propias formas de trabajo y beneficio común que ancestralmente se conservan en la Amazonía que tiene 31 de los 114 zonas de vida o ecosistemas mundiales, 95% de los bosques del país y un importante potencial de recurso hídrico o hidro-energético.


Indígenas del Abya Yala en pide de lucha
En el marco del Paro Indígena, se ha dado un importante reunión de comunidades originarias andinas en la región sur del Perú, específicamente en Puno. Este encuentro fue la “IV Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala” que culminó el pasado domingo 31 de mayo con el compromiso unánime por el respeto de la madre tierra y los recursos naturales en provecho del ser humano y el rechazo enérgico de la privatización del agua y a la presencia de empresas transnacionales y el modelo económico neoliberal.

Todos estos postulados están comprendidos dentro de la “Declaración de Mama Quta Titikaka” (Lago Titiacaca, entre Perú y Bolivia), donde también se acordó movilizar a las organizaciones sociales y originarias para el mes de junio en defensa de los pueblos amazónicos y hacer marchas o mítines frente a la Embajada peruana en cada país.

Es importante, así mismo, resaltar el carácter de esta Cumbre indígena que lleva en esencia el germen auto-organizativo por el cual nosotros, militantes libertarios, apostamos, ya que en sus recomendaciones finales se planteó “la construcción de Pueblos Plurinacionales Comunitarios, que se fundamenten en el autogobierno y la libre determinación de todos los pueblos”.

Así mismo, cabe denunciar la labor que cumplen los medios periodísticos oficiales empeñados en desinformar, desvirtuar u ocultar las justas medidas que se viene acatando en la selva peruana; en contubernio con el gobierno neoliberal de turno y sus cabezas Alan García; el vicepresidente y almirante en retiro responsable de las matanzas en los penales durante el primer gobierno aprista de los 80s, Luis Giampietri; el primer ministro, Yehude Simon, otrora dirigente izquierdista, incluso encarcelado por sus ideas y ahora fiel guardián de la reacción aprista.

Es claro ver que para la burguesía que controla el Estado bajo órdenes imperialistas, el camino hacia el despojo de las comunidades -que también constituye un plan para destruir su propio tipo de organización social y la relación que los entrelaza con su territorio- en su esencia se contrapone con el criterio occidental de propiedad privada y por ello significa un freno a la voracidad del capital transnacional que busca insertarse en esas zonas, usurpándolas en alianza con el Estado y convertirlas en feudos que garantice prosperidad y dominio a los explotadores.

El mismo presidente Alan García miente “sutilmente” cuando dice que de los 63 millones de hectáreas que tiene la selva peruana, solo 12 millones le corresponde a las comunidades amazónicas, cuando en realidad son más de 25 millones, tal como afirma el dirigente y máximo representante de las comunidades en lucha, Alberto Pizango quien ha sido denunciado por “atentar contra la seguridad común y entorpecer los servicios públicos”, junto a los dirigentes indígenas Marcial Mudarra, los hermanos Saúl y Servando Puerta, Daniel Marzano y Teresita Antazu. Además Pizango ya había sido demandado por “rebelión, sedición y otros” ante la 44ª Fiscalía Provincial Penal de Lima y tiene una tercera denuncia ante la Segunda Fiscalía Provincial Penal de Utcubamba (Amazonas), por “alterar la tranquilidad pública en su modalidad de disturbios”.

Está claro que todo este proceso de demandas y persecución judicial y política se enmarca dentro del afán por parte del Estado de criminalizar toda protesta popular y reprimir las justas demandas sociales, presentando ante la opinión publica como “simples vándalos o salvajes ignorantes del progreso que significa la globalización” a los hermanos y hermanas indígenas del Perú.

En tanto, como libertarios entendemos que la lucha del pueblo indígena, amazónico y andino, por la defensa de sus territorios, de su organización, y de su cultura, se halla inscrita dentro de un programa mínimo que implica la conquista de las reivindicaciones de los pueblos oprimidos por el Estado, el Capitalismo y el Imperialismo.

Esta plataforma mínima debería basarse en exigir el uso de la acción directa para exigir la expulsión de las transnacionales de sus territorios. Ello en defensa de la integridad y sostenibilidad del hábitat y el ecosistema de la región -la cual, hay que recordar, constituye uno de los "pulmones" del planeta-, y por un desarrollo sostenible y la explotación planificada de la flora y la fauna, en base a criterios determinados por las comunidades. Además, la autodefensa activa de sus territorios y la recuperación de los mismos.

Por ello, creemos que la auténtica solidaridad activa con la lucha amazónica e indígena será profundizando la protesta popular (agitación, propaganda, huelgas, paros, acciones directas, etc.) e incorporando en toda plataforma de lucha, la de los pueblos originarios hoy.

Apoyar la justa protesta de los pueblos indígenas y amazónicos

Aunque como libertarios no tenemos nada que esperar del Estado (mas que su destrucción), comprendemos a la lucha de los pueblos originarios como parte inmediata de un proyecto mayor por la liberación de los explotados, y en tal sentido se inserta en una estrategia más amplia o un programa máximo por la revolución social.

En tal sentido, debemos apoyar las reivindicaciones que en lo inmediato conllevan a mejorar sus condiciones de vida y madurar su organización social, política y económica a fin de enfrentar al Estado y destruirlo desde dentro, edificando esos gérmenes del poder popular que derrumbarán a ese gigante con pies de barro que es ahora el Capitalismo, herido de muerte a nivel mundial, por una crisis global de la que no podrá recuperarse, si es que entendemos que tal crisis la deben pagar la burguesía y no los trabajadores.

En tal sentido, apoyamos la lucha del pueblo amazónico y sus diversas comunidades por conseguir soluciones inmediatas y hacemos el llamado a:

-Derogatoria de la normatividad que atente o vulnere los interese de las Comunidades Nativas y Campesinas. Es decir, la derogatoria de la Ley Nº 29317 o nueva la Ley Forestal y de Fauna Silvestre, producto de una apresurada y parcial modificación del Decreto Legislativo Nº 1090 (Ley de la Selva) y los conexos decretos legislativos 1089, 1064 y 1020. Es decir, los 99 decretos impuestos y jamás consultados a los pueblos.

-Exigir el respeto de la autonomía y autodeterminación de las comunidades nativas y su participación política activa en la toma de decisiones y en la aprobación o no, a través de los mecanismos de la democracia directa (Asambleas populares, referéndum, etc.) de las normas legales o contratos de concesión.

-Exigir beneficios y facilidades para que las comunidades o pueblos originarios puedan desarrollar sus actividades productivas, de comercio, e industrialización, con la perspectiva del control directo de estos procesos por los mismos pobladores basándose en principios autogestionarios y de socialización.

-Exigir beneficios y facilidades para la apertura y promoción de la educación y cultura en las comunidades (desde estas y hacia estas). Más colegios, docentes capacitados, promover la profesionalización de los estudiantes indígenas. Es decir, la construcción de un sistema educativo racional y de calidad alejado de las tendencias competitivas y voraces que ordena el mercado capitalista mundial.

-Exigir los mayores beneficios de las actividades de exploración y explotación del Petróleo y el Gas, en favor de los pueblos originarios, así como la edificación de Hospitales, carreteras y la infraestructura que requiera, siempre que sean de la aprobación de los pueblos mismos y se gestione los mecanismos para el óptimo control y administración por las mismas comunidades.

-Cese inmediato a la campaña de criminalización de la protesta que ha emprendido el gobierno aprista y la derecha peruana, además del alto al hostigamiento de luchadores sociales y a la creación de constantes psicosociales que desvíen la atención social sobre los problemas reales en el país.


¡Solidaridad internacionalista con la lucha de los pueblos amazónicos del Perú!
¡Derogatoria inmediata de los Decretos Legislativos que atentan contra la soberanía de los pueblos indígenas!
¡Por la libertad y defensa del pensamiento, cultura y autodeterminación de todos los pueblos del mundo!
¡Contra el autoritarismo del Estado a organizarse y luchar desde las bases!
¡Abajo el TLC y demás tratados comerciales capitalistas!
¡Fuera transnacionales imperialistas y bases militares yanquis de Latinoamérica!
¡Alto a la criminalización de la protesta y libertad inmediata a los presos por luchar!
¡Viva las luchas heroicas de los pueblos indígenas del Abya Yala!
¡Todos somos amazónicos!
¡Arriba los que luchan!

sábado, junio 06, 2009

violencia de masas en Bagua (Perú) como respuesta a una masacre de campesinos 



Los cuerpos de los pobladores amazónicos muertos durante los enfrentamientos con la policía en la carretera Fernando Belaunde, en la zona de "La Curva del Diablo" estarían siendo quemados por efectivos policiales de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) y arrojados al río Marañón en el caserío de Reposo, en Bagua (Amazonas), según denunció el dirigente amazónico Zebelio Kayap.

Kayap precisó que hasta el momento hay aproximadamente 20 heridos y 40 muertos, “pero pueden ser más porque la Diroes ha entrado a atacarnos con balas y todo es un alboroto”.

Informes desde Bagua afirman que 38 policías que custodiaban la Estación N°6 de Petro-Perú (petrolera privatizada), en el distrito de Imaza, en Bagua, han sido retenidos por nativos. Al parecer, un funcionario de la empresa también estaría en calidad de rehén.

El gobierno y los medios burgueses hablan de al menos 11 policías muertos, pero medios cercanos al activismo dejan la cifra en 7 policías ejecutados por la violencia popular. También se comenta que uno de las bajas policiales habría muerto por disparos realizados desde tierra contra uno de los helicópteros que se dedicaba a masacrar a la población.

En Bagua la táctica utilizada por el pueblo en algunos momentos era rodear a un grupo de represores y esperar a que se les acabe el parque. No se les permitía salir del encierro ni la llegada de refuerzos, y cuando los policías empezaban a juntar piedras a falta de otro elemento represivo, el pueblo atacaba.

Amplia información en LA HAINE.

allá arriba 

Perú: 9 policías muertos y 7 desaparecidos entre secuestrados por indígenas

EFE

El ministro de Defensa, Antero Flores-Aráoz, informó hoy que 9 policías peruanos murieron y otros 7 están desaparecidos, de entre los 38 que fueron secuestrados ayer por un grupo de indígenas en la zona de Bagua, donde se produjeron violentos enfrentamientos en el marco de las protestas de las comunidades aborígenes contra una decena de decretos legislativos.

Los otros 22 retenidos fueron liberados con vida por las fuerzas de orden, explicó Flores-Aráoz en declaraciones a la cadena Radio Programas del Perú.

El jefe del Estado Mayor de la Policía Nacional, Miguel Hidalgo, manifestó que espera que lo 7 desaparecidos hayan huido de sus captores.

Los rehenes estaban retenidos en una estación de bombeo de petróleo en el sector de Imazita, después de una sangrienta jornada de protesta, en la que murieron al menos otros 11 agentes. El gobierno habla de 3 civiles muertos, mientras que fuentes médicas dan cuenta de 25.

El ministro de Defensa reveló que el puesto 6 de Imazita, tomado por los indígenas, "ya ha sido recuperado" y que los 22 policías liberados se encuentran a salvo en un cuartel militar de la zona.

Castoriadis: sobre lo que fue la revolución rusa 


Aún no se ha terminado de hablar acerca de la revolución rusa, de sus problemas, de su degeneración, del régimen que finalmente ha producido. ¿Y cómo habría de terminarse de hablar? En ella se combinan la única revuelta victoriosa de cuantas ha protagonizado la clase obrera y, además, el más hondo y revelador de todos sus fracasos. El hecho de que la Comuna de París haya sido aplastada en 1871, o la de Budapest en 1956, nos enseña que los obreros insurgentes encuentran problemas de organización y de política inmensamente difíciles; que su insurrección puede encontrarse aislada; que las clases dominantes no retroceden ante ninguna violencia, ante ninguna barbarie cuando se trata de salvar su propio poder. Pero la revolución rusa nos obliga a reflexionar no tan sólo sobre las condiciones de una victoria del proletariado, sino también acerca del contenido y la posible suerte de tal victoria, acerca de su consolidación y su desarrollo, acerca de los gérmenes de un fracaso cuyo alcance sobrepasa infinitamente la victoria de los versalleses, la de Franco en la guerra civil española o la de los blindados de Kruschev. Precisamente porque aplastó a los ejércitos blancos, pero luego sucumbió a la burocracia que ella misma había engendrado en sí, la revolución rusa nos sitúa frente a problemas de una naturaleza muy distinta que la táctica o los métodos de insurrección armada o la apreciación correcta de la relación de fuerzas. Nos obliga a meditar acerca de la naturaleza del poder de los trabajadores y sobre lo que entendemos por socialismo. Justamente porque condujo a un régimen en el cual la concentración de la economía, el poder totalitario de los dirigentes y la explotación de los trabajadores han sido llevados al límite y producido, en suma, el grado extremo de centralización del capital y de su fusión con el Estado, la revolución rusa nos sitúa para comprender la que ha sido, y sigue aún siendo, la forma en cierto sentido más perfeccionada, más «pura» de la moderna sociedad de explotación. Al encarnarse el marxismo, por primera vez en la historia, al hacer en consecuencia ver en tal encarnación un monstruo desfigurado, nos permite entender ese marxismo en la misma o aún mayor medida en que puede ser comprendida por él. El régimen que ha producido ha pasado a ser la piedra de toque de todas las ideas habidas y por haber, tanto -sin duda- las originarias del marxismo clásico como de las ideologías burguesas; ello lo ha logrado a base de echar a perder al primero precisamente al realizarlo y, también, a fuerza de hacer triunfar la más profunda esencia de las segundas, pese a negarlo de continuo. No ha terminado aún, pues, de plantear los problemas más actuales ni de ser la revelación más evidente, a la vez que la más enigmática, de la historia mundial; no ha terminado de hacerlo, en razón de haberse extendido a la tercera parte del mundo, en razón de las revueltas obreras que se han alzado contra su dominio en los últimos diez años, ni tampoco en razón de su actual estallido en un polo ruso y otro chino. El mundo en que vivimos, pensamos y actuamos ha sido puesto en sus raíles en octubre de 1917 por los obreros y bolcheviques de Petrogrado.

De entre las innumerables cuestiones que suscita la suerte corrida por la revolución rusa, dos constituyen los pilares en que se apoyan todas las demás. La primera: cuál es la sociedad producida por la degeneración de la revolución (es decir, cuál es la naturaleza y la dinámica de ese régimen, en qué consiste la burocracia rusa, cuál es su relación con el capitalismo y con el proletariado, su lugar histórico, sus problemas actuales). Ha sido discutida numerosas veces (1), y aún lo será (2). La segunda: cómo una revolución obrera puede dar origen a una burocracia, y de qué modo esto ha ocurrido en Rusia. Esta cuestión la hemos examinado en su aspecto teórico (3), pero sólo en pequeña medida la hemos abordado desde la óptica de la historia concreta. Por supuesto que existe una dificultad casi insuperable para estudiar de cerca este período oscuro donde los haya, el que va desde octubre de 1917 a marzo de 1921, y en el cual se ha jugado la suerte de la revolución. El problema que en primer lugar nos interesa no es, en efecto, otro que éste: ¿en qué medida los obreros rusos han intentado tomar por sí mismos la dirección de la sociedad, la gestión de la producción, la regulación de la economía, la orientación de la política? ¿Cuál ha sido su conciencia de los problemas, su actividad autónoma? ¿Cuál su actitud frente al Partido bolchevique, frente a la naciente burocracia? Porque no son los obreros quienes escriben la historia, sino siempre “los otros”. Y esos “otros”, quienesquiera que sean, sólo existen históricamente porque las masas son pasivas, o activas únicamente para sostenerles, y ellos mismos lo afirmarán en cualquier oportunidad; la mayor parte de las veces, ni verán ni oirán los ademanes y las palabras que traducen esa actividad autónoma. En el mejor de los casos, la utilizarán a las claras tanto en cuanto coincida “por milagro” con su propia línea, y cuando se aparte de ella la condenarán radicalmente y le imputarán los móviles más infames (de este modo Trotski describe en términos grandiosos a los obreros anónimos de Petrogrado marchando hacia el Partido bolchevique, o movilizándose ellos mismos durante la guerra civil, pero califica a los insurgentes de Kronstadt de infiltrados y agentes del Estado Mayor francés). A esos “otros” les faltan las categorías, las células cerebrales por así decirlo, todo lo que necesitarían para comprender esa actividad autónoma, incluso lo que les sería necesario para captarla como tal: como una actividad que no ha sido institucionalizada, que carece de jefe y de programa, que no tiene estatuto, que ni siquiera es percibible a no ser bajo la forma de los «desordenes» y de los «jaleos». La actividad autónoma de las masas pertenece, por definición, a “lo rechazado” de la Historia.

Por ello, no ocurre únicamente que el registro documental de los fenómenos que nos interesan más que otros en este período sea fragmentario, ni siquiera que haya sido sistemáticamente suprimido, y continúe siéndolo, a manos de la burocracia triunfante. Lo importante es que ese registro es “orientado” y “selectivo” en mucha más honda proporción que cualquier otro testimonio histórico. La ira reaccionaria de los testigos burgueses y la apenas menos rabiosa de los socialdemócratas; el delirio anarquista; la historiografía oficial, periódicamente reescrita de acuerdo con las necesidades de la burocracia; y la historiografía trotskista, exclusivamente preocupada de justificarse a posteriori y en ocultar su papel en las primeras etapas de la degeneración: todo ello se confabula para ignorar los signos de la actividad autónoma de las masas durante esa época o, hablando en puridad, para «demostrar» a priori que era imposible que tal actividad existiera entonces.

El texto de Alexandra Kolontai [“La oposición obrera”] aporta, a este respecto, informaciones de inestimable valor. En primer lugar, por las indicaciones directas que suministra acerca de las actitudes y las reacciones de los obreros rusos ante la política del Partido bolchevique. Seguidamente, y sobre todo, al mostrar que una amplia fracción de la base obrera del Partido tenía conciencia del proceso de burocratización en curso, y se alzaba contra él. Ya no es posible, después de haber leído este texto, seguir presentando la Rusia del 20 como un caos, un amontonamiento de ruinas donde el proletariado estaba pulverizado y donde los únicos elementos de orden eran el pensamiento de Lenin y “la férrea voluntad” de los bolcheviques. Los obreros querían otra cosa, y lo demostraron: en el seno del Partido, por medio de la Oposición Obrera; y, fuera del Partido, por medio de las huelgas de Petrogrado y de la revuelta de Kronstadt. Fue menester que todo eso fuera aplastado por Lenin y Trotsky, para que Stalin consiguiera, después, salir victorioso.

A la pregunta: ¿cómo la Revolución rusa pudo producir un régimen burocrático?, la respuesta habitual, dada antes que nadie por Trotski (y recogida al cabo de mucho tiempo muy a gusto por los compañeros de viaje del estalinismo y, hoy en día, por los mismos kruschevianos, a fin de «explicar» las «deformaciones burocráticas del régimen socialista»), es ésta: la revolución tuvo lugar en un país atrasado, que de todas maneras no hubiese podido construir el socialismo a solas; se encontró aislada en virtud del fracaso de la revolución en Europa, y en especial en Alemania, entre 1919 y 1923; para colmo, el país se fue completamente devastado por la guerra civil.

Esta respuesta no merecería que nos detuviéramos en ella ni un solo momento, a no ser por la aceptación general que la rodea y el papel mistificador que desempeña. El atraso, el aislamiento y la devastación del país, hechos todos ellos incontestables en sí mismos, habrían podido también explicar una derrota pura y simple de la revolución, una restauración del capitalismo clásico. Pero lo que se pregunta es precisamente por qué no hubo derrota pura y simple, por qué la revolución, después de haber vencido a sus enemigos exteriores, se vino abajo en el interior; por qué «degeneró» bajo esa precisa forma que conducía al poder burocrático. La respuesta de Trotski, para utilizar una metáfora, viene a ser como si dijese: ese individuo ha cogido una tuberculosis porque se hallaba tremendamente debilitado. Pero, estando tan debilitado, habría podido morir, o contraer otra enfermedad: ¿por qué ha contraído precisamente “esa” enfermedad? Lo que hay que explicar, en la degeneración de la revolución rusa, es justamente la especificidad de esa degeneración en cuanto degeneración “burocrática”; y ello no puede hacerse más que a condición de rechazar factores de índole tan general como el atraso y el aislamiento. Añadamos, de pasada, que semejante «respuesta» nada nos enseña que sobrepase el ejemplo de Rusia. La única conclusión que podemos extraer de ella es que los revolucionarios deben formular ardientes votos para que las próximas revoluciones ocurran en países más avanzados, para que no se queden aisladas y para que las guerras civiles no sean en absoluto devastadoras.
Abundando además en este aspecto, el hecho de que desde hace ya más de veinte años el régimen burocrático haya desbordado ampliamente las fronteras de Rusia, el que se haya instalado en países que de ninguna forma podríamos calificar de atrasados (Checoslovaquia o la Alemania del Este), el que la industrialización que ha hecho de Rusia la segunda potencia mundial no haya conseguido debilitar a la burocracia, demuestra que toda discusión en términos de «atraso», de «aislamiento», etc. es pura y simplemente anacrónica.

Si queremos comprender el surgimiento de la burocracia como capa gestora que va siendo más y más preponderante en el mundo contemporáneo, estamos obligados a constatar de inmediato que, paradójicamente, aparece en los dos polos del desarrollo social, a saber: por un lado, como producto orgánico de la madurez de la sociedad capitalista; por otro, como una «respuesta forzosa» de las sociedades atrasadas al problema de su “paso” a la industrialización.

En el primer caso, el surgimiento de la burocracia no ofrece misterio alguno. La concentración de la producción conduce necesariamente a la aparición, en el seno de las empresas, de una capa que debe asumir de modo colectivo la gestión de inmensas agrupaciones económicas, tarea que sobrepasa cualitativamente las posibilidades de un propietario individual. El creciente papel del Estado, en el campo económico por supuesto, pero también en los demás, lleva a la vez a la extensión cuantitativa y a un cambio cualitativo del aparato burocrático del Estado. En el otro polo de la sociedad, el movimiento obrero degenera al burocratizarse, se burocratiza al integrarse en el orden establecido y no puede integrarse en él si no es burocratizándose. Estos diversos elementos constitutivos de la burocracia -técnico-económica, político-estatal, «obrera»- coexisten mejor o peor entre sí y también en compañía de los elementos propiamente «burgueses» (propietarios de los medios de producción), pero la evolución tiende constantemente a incrementar su peso en la dirección de la sociedad. En tal sentido, puede decirse que el surgimiento de la burocracia corresponde a una fase «última» de la concentración del capital, y que la burocracia personifica o encarna el capital durante dicha fase, a igual título que la burguesía en la fase precedente. Y esa burocracia puede, al menos por lo que respecta a su origen y a su función socio-histórica, ser comprendida con ayuda de las categorías del marxismo clásico (poco importa, en este punto, si los supuestos marxistas de nuestros días, infinitamente por debajo de las posibilidades de la misma teoría que se adjudican, siguen siendo incapaces de dar un estatuto socio-histórico a la burocracia, y se ven por tanto llevados, creyendo que en sus ideas no hay nombre para tal fenómeno, a rechazar la existencia de los hechos y a hablar del capitalismo contemporáneo como si nada hubiese cambiado desde hace cien o cincuenta años).
En el segundo caso, la burocracia surge, si así podemos decirlo, del vacío mismo de la sociedad que se considera. Es cierto que, en la casi totalidad de las sociedades atrasadas, las antiguas capas dominantes se muestran incapaces de emprender la industrialización del país; es cierto que el capital extranjero no crea, en el «mejor» de los casos, más que enclaves de explotación moderna; es cierto que la burguesía nacional, nacida tardíamente, no posee ni la fuerza ni el valor necesarios para emprender la transformación de arriba abajo de las antiguas estructuras que sería exigido por la modernización. Añadamos que, por ese mismo hecho, el proletariado nacional es demasiado débil para desempeñar el papel que le asigna el esquema de la «revolución permanente»; es decir, para eliminar a las antiguas capas dominantes y lanzarse a una transformación que conduzca, de modo ininterrumpido, desde la etapa «democrático-burguesa» a la etapa socialista.

¿Qué puede ocurrir entonces? La sociedad atrasada puede permanecer en su estancamiento: y permanece, durante un tiempo más o menos prolongado (sigue siendo el caso, aún hoy en día, de un gran número de países atrasados ya se hayan constituidos como estados antigua o modernamente). Pero tal estancamiento significa de hecho una degradación en cualquier caso relativa, e incluso a veces absoluta, de la situación económica y social, y una ruptura del equilibrio precedente. Agravada casi siempre por factores en apariencia «accidentales», pero en realidad inevitables en su recurrencia y que encuentran una resonancia infinitamente incrementada en una sociedad deslavazada, cada ruptura de equilibrio se convierte en una crisis que, por lo general, se combina con un componente «nacional». El resultado puede ser una lucha social-nacional abierta y larga (China, Argelia, Cuba, Indochina), o un golpe de Estado, casi fatalmente militar (Egipto). Ambos casos presentan inmensas diferencias, pero también un punto común.

En el primer caso, la dirección político-militar de la lucha se erige gradualmente en capa autónoma que gestionara la «revolución» y, después de la victoria, la reconstrucción del país; en vista de lo cual se atrae de forma natural a todos los elementos ligados con las antiguas capas privilegiadas, selecciona otros de entre las masas y constituye, a la vez que la industria del país, la pirámide jerárquica de lo que será el esqueleto social. Esa industrialización se realiza, por supuesto, según los clásicos métodos de acumulación primitiva, mediante la explotación intensa de los obreros y aún en mayor medida de los campesinos y la integración, prácticamente forzosa, de estos últimos en el ejército de trabajo industrial. En el segundo caso, la burocracia estatal-militar, al desempeñar un papel de tutela con respecto a las capas privilegiadas, no las elimina radicalmente, ni tampoco abate el estado de cosas que encarnan; puede preverse así, casi siempre, que la transformación industrial del país no terminará sin una nueva convulsión violenta. Pero, en ambos casos, lo que se constata es que la burocracia juega en efecto, o tiende a jugar, el papel de sustituto de la burguesía en sus funciones de acumulación primitiva.

Es preciso señalar que esa burocracia provoca de hecho el estallido de las categorías tradicionales del marxismo. En ningún sentido puede decirse que esa nueva capa social se ha formado y crecido en el seno de la sociedad precedente, ni que nazca de un nuevo modo de producción, cuyo desarrollo había llegado a ser incompatible con el mantenimiento de las antiguas formas de vida económica y social. Por el contrario, es ella quien hace nacer ese nuevo modo de producción en la sociedad dada; ella misma no surge a partir del normal funcionamiento de la sociedad, sino a partir de la incapacidad que la sociedad tiene para funcionar. Su origen es, casi sin metáfora, el vacío social; sus raíces históricas se hunden tan sólo en el porvenir. No tiene evidentemente ningún sentido decir que la burocracia china es el producto de la industrialización del país, cuando podría decirse, infinitamente con mayor razón, que la industrialización de China es el producto del ascenso al poder de la burocracia. Tal antinomia no puede ser sobrepasada si no es constatando que, en nuestros días, y a falta de una solución revolucionaria a escala internacional, un país atrasado no puede industrializarse más que si se burocratiza.

En el caso de Rusia, si bien la burocracia se encuentra con que ha realizado, después de todo, la “función histórica” (4) de la burguesía de antaño o de la burocracia de un país atrasado de hoy; si, por otra parte, no puede ser asimilada a esta última (5), lo cierto es que las condiciones de su nacimiento son diferentes: lo son precisamente porque Rusia en 1917 no era simplemente un país «atrasado», sino un país que, a la par que su atraso, presentaba un desarrollo capitalista bien afirmado (la Rusia de 1913 era la quinta potencia industrial mundial), tan bien afirmado que el país fue precisamente teatro de una revolución del proletariado que se alzaba en nombre del socialismo (mucho tiempo antes de que esa palabra hubiese llegado a significar cualquiera sabe qué o, incluso, nada en absoluto). La primera burocracia que se ha convertido en clase dominante en su sociedad ha sido la burocracia rusa, y aparece justamente como el producto final de una revolución acerca de la cual todo el mundo pensaba que había otorgado el poder al proletariado.
La burocracia rusa representa, pues, un tercer tipo, de hecho el primero que surge claramente en la historia moderna; un tipo de burocracia bien delimitado: la burocracia que surge de la degeneración de una revolución obrera, la burocracia que “es” esa degeneración misma; lo es incluso si, en el caso de la burocracia rusa, podemos encontrar, desde el principio, tantos elementos de «gestión de un capital centralizado» como de «capa que desarrolla por todos los medios una industria moderna».

Pero ¿en qué sentido puede decirse –teniendo en cuenta precisamente la evolución ulterior, teniendo en cuenta también que la «toma del poder» en octubre de 1917 fue organizada y dirigida por el partido bolchevique y que, desde el primer día, ese poder fue asumido de hecho por ese partido- que la revolución de octubre fue una revolución proletaria, al menos si rechazamos identificar lisa y llanamente una clase con un partido que dice representarla? ¿Por qué no decir -tal y como no han faltado quienes lo han dicho- que nunca hubo otra cosa en Rusia que el golpe de Estado de un partido que, habiéndose asegurado de una manera u otra el apoyo del proletariado, no tendía sino a instaurar su propia dictadura, empeño en el que triunfó?

No tenemos la intención de discutir este problema en los términos escolásticos que lo plantean a base de preguntarse: ¿es lícito clasificar la revolución rusa en la categoría de las revoluciones proletarias? La cuestión que nos importa es ésta: ¿desempeñó la clase obrera rusa un papel histórico propio durante aquel período o, al contrario, fue simplemente la infantería movilizada al servicio de otras fuerzas ya constituidas? ¿Apareció como un polo relativamente autónomo en la lucha y el torbellino de las acciones, de las formas organizativas, de las reivindicaciones y de las ideas o, por el contrario, no fue sino un simple catalizador de impulsos que le venían de fuera, es decir, un instrumento manipulado sin gran dificultad ni riesgo?

Cualquiera que haya estudiado, aunque sea poco, la historia de la revolución rusa, no dudará a la hora de responder. Petrogrado en 1917, e incluso después, no es ni la Praga de 1948 ni el Cantón de 1949. El papel independiente del proletariado resalta con claridad: incluso, en principio, por la naturaleza del proceso que ocasiona que los obreros llenen las filas del Partido bolchevique y le concedan, de modo mayoritario, un apoyo que nada ni nadie podía arrebatarles ni imponerles en aquel entonces; o por la relación que les une con ese Partido; o por el peso de la guerra civil, asumido por ellos espontáneamente. Pero, ante todo, merced a las acciones autónomas que emprenden: ya en febrero, ya en julio de 1917, y mucho más aún después de octubre, al expropiar a los capitalistas sin, y también contra, la voluntad del Partido, al organizar por su propia cuenta la producción; en suma, merced a los órganos autónomos que constituyen, sean soviets o especialmente comités de fábrica.

El éxito de la revolución no fue posible sino por la convergencia del inmenso movimiento de revuelta total de las masas obreras, por su voluntad de cambiar sus condiciones de existencia, de desembarazarse de los patronos y del zar; eso por un lado y, por el otro, por la acción del Partido bolchevique. Decir que únicamente el Partido bolchevique podía, a fines de octubre de 1917, dar una expresión articulada y un “objetivo inmediato” preciso (el derrocamiento del Gobierno provisional) a las aspiraciones de los obreros, de los campesinos y de los soldados, con ser cierto, no significa en ningún modo que esos obreros fuesen una infantería pasiva. Sin esos obreros que militaban en sus filas y fuera de ellas, el Partido no era nada, ni física ni políticamente. Sin la presión de su creciente radicalización, ni siquiera habría adoptado una línea revolucionaria. Y en ningún momento, ni siquiera largos meses después de la toma del poder, puede decirse que el Partido “controlase” los movimientos de la masa obrera.

Pero tal convergencia, que culmina en efecto con el derrocamiento del Gobierno provisional y con la constitución de un Gobierno de predominio bolchevique, resultó pasajera. Los síntomas de separación entre el Partido y las masas aparecen relativamente temprano, incluso si, por su misma naturaleza, semejante separación no puede ser captada con la nitidez debida por las tendencias políticas organizadas.

Resulta cierto que los obreros esperaban de la revolución un cambio total de sus condiciones de existencia. Esperaban sin duda una mejora material, pero sabían perfectamente que esa mejora no podría ser inmediata. Únicamente los espíritus mezquinos pueden ligar esencialmente la revolución a dicho factor, o ligar la posterior desilusión de los obreros a la incapacidad del nuevo régimen para satisfacer tales esperanzas de mejoras materiales. La revolución se había iniciado, en cierto modo, en demanda de pan; pero, ya mucho antes de octubre, había sobrepasado la cuestión del pan y había absorbido la pasión total de los hombres. Durante más de tres años, los obreros rusos soportaron sin flaquear las más extremas privaciones materiales, al tiempo que componían la parte esencial de los contingentes que habrían de derrotar a los ejércitos blancos. Se trataba para ellos de liberarse de la opresión de la clase capitalista y de su Estado. Habiéndose organizado en los soviets y en los comités de fábrica, encontraban inconcebible -ya con anterioridad a octubre, pero sobre todo después- que no se expulsara a los capitalistas; y de ahí que llegaran a descubrir que podían organizar y gestionar por sí mismos la producción. Y ellos fueron quienes echaron por su propia cuenta a los capitalistas, de acuerdo con una iniciativa por entero contraria a la línea del Partido bolchevique -el decreto de nacionalización promulgado en el verano de 1918 no fue sino la ratificación de un estado de cosas dado- y quienes pusieron en funcionamiento las fábricas.

Para el Partido bolchevique de ninguna manera se trataba de eso. Teniendo en cuenta que su línea se precisa después de octubre (pese a la mitología extendida tanto por estalinistas como por trotskistas, puede demostrarse fácilmente, con textos en mano, que antes y después de octubre el Partido bolchevique está enteramente a oscuras en lo que se refiere a lo que pretende hacer una vez que haya tomado el poder), vemos que aspira a instaurar en Rusia una economía «bien organizada», según el modelo capitalista de la época (6), un «capitalismo de Estado» (tal expresión aparece de continuo en los escritos de Lenin), al cual se superpondrá un poder político “obrero”; poder que, de hecho, será ejercido por el partido de los obreros, el Partido bolchevique. El «socialismo» (que, según Lenin escribió sin vacilar, implica la «dirección colectiva de la producción») vendrá después.

No se trata únicamente de una «línea», de algo que simplemente se diga o se piense. En lo que toca a la mentalidad profunda y a la actitud real, el Partido está impregnado, de arriba abajo, de la convicción indiscutible de que debe “dirigir”, en el pleno sentido del término. Tal convicción, existente desde mucho antes de la revolución (como lo demuestra Trotski al hablar de la mentalidad de los «hombres de comité» en su biografía de Stalin), se ve compartida en la época, por otra parte, por todos los socialistas (con sólo algunas excepciones, entre las que contaríamos a Rosa Luxemburgo, a la tendencia Gorter-Pannekoek en Holanda y a los «comunistas de izquierda» en Alemania). Convicción que se verá inmensamente reforzada con la conquista del poder, la guerra civil, la consolidación del poder del Partido; convicción que Trotski expresará con claridad en aquel entonces, al proclamar «los derechos de primogenitura» del Partido.

Esta mentalidad no es sólo una mentalidad; se convierte, casi inmediatamente después de la conquista del poder, en una “situación social real”. Individualmente, los miembros del partido asumen los puestos dirigentes en todas las esferas de la vida social; en parte, cierto, «porque no puede hacerse de otra manera», lo cual quiere decir al tiempo: porque todo cuanto hace el Partido, hace que no pueda ser hecho de otra manera.

En el aspecto colectivo, la única instancia real de poder es el Partido y, ya desde muy pronto, las cimas del Partido. Los soviets se ven reducidos, a raíz de la conquista del poder, a instituciones puramente decorativas (basta con observar que su papel fue absolutamente nulo durante todas las discusiones que precedieron a la paz de Brest-Litovsk, es decir, ya a principios de 1918). Si es verdad que la existencia social real de los hombres determina su conciencia, resulta desde ese momento ilusorio pedir al Partido bolchevique que actúe de otro modo distinto al que le obliga la situación real en que se halla: o sea, como órgano dirigente que posee, no obstante, un punto de vista acerca de su sociedad que no es necesariamente el que la sociedad tiene sobre sí misma.

Ante esta evolución, o más bien ante esta súbita revelación de la esencia del Partido bolchevique, los obreros no oponen resistencia. Al menos, no advertimos signos directos de ello. En el intervalo entre la expulsión de los capitalistas y la puesta en funcionamiento de las fábricas, es decir, entre los comienzos del periodo revolucionario y las huelgas de Petrogrado y la revuelta de Kronstadt, a su final, en el invierno de 1920-1921, carecemos de datos sobre alguna manifestación articulada de actividad autónoma de los obreros [Nota de 1976: Esta afirmación debe matizarse a partir de estudios posteriores; ver por ejemplo “Los bolcheviques y el control obrero 1917-1921”, edición castellana en París, Ruedo Ibérico, 1972]. La guerra civil y la continua movilización militar de ese período, la preocupación impuesta por las cuestiones prácticas inmediatas (producción, avituallamiento, etc.), la oscuridad de los problemas y, sin duda, por encima de todo, la confianza de los obreros en el Partido, explican el fenómeno. Hay, ciertamente, dos aspectos en la actitud de los obreros con referencia a esto. Por un lado, la aspiración a desembarazarse de toda dominación, a tomar en sus propias manos la dirección de sus asuntos; por otro, la tendencia a delegar el poder en ese partido que acababa de demostrar que era el único que se oponía irreconciliablemente a los capitalistas y que conducía la guerra contra ellos. La oposición, la contradicción entre ambos aspectos no era percibida en la época, ni -estaríamos tentados de decir- podía serlo, al menos con claridad.

Y, sin embargo, fue percibida, y en gran medida, en el seno mismo del Partido. Desde comienzos de 1918 y hasta la prohibición de las fracciones en marzo de 1921, se forman en el Partido bolchevique tendencias que expresan con una clarividencia y una nitidez a veces sorprendentes la oposición a la línea burocrática del Partido y a la burocratización vertiginosa de la organización. A comienzos de 1918 son los «Comunistas de izquierda»; en 1919, la tendencia del «Centralismo democrático»; por fin, en 1920-1921, la «Oposición obrera». Podrán encontrarse, en las “Notas históricas” que publicamos como epílogo al texto de Alexandra Kolontai [en su publicación en “Socialisme ou Barbarie”], precisiones acerca de las ideas y actividad de tales tendencias [Nota de 1976: hoy puede verse sobre el tema la obra de Brinton ya citada]. En ellas se expresan a la vez la reacción de los elementos obreros del Partido -que sin duda traduce también las actitudes del ambiente proletario externo al Partido- en contra de la línea de «capitalismo de Estado» impuesta por la dirección, y asimismo se expresa lo que podríamos denominar «el otro componente» del marxismo, es decir, el que invoca la actividad propia de las masas y proclama que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.

Pero las tendencias de oposición fueron sucesivamente derrotadas, y definitivamente eliminadas en 1921, al tiempo que se aplasta la revuelta de Kronstadt. Los muy debilitados ecos de la crítica contra la burocracia que encontramos después en la «Oposición de izquierda» (trotskista), con posterioridad a 1923, no tienen igual significación. Trotski se opone a una “mala política” de la burocracia y a los excesos de su poder; nunca pone en cuestión su esencia, ni los problemas suscitados por las oposiciones de 1918-1921 (primordialmente: quién gestiona la producción, qué debe hacer el proletariado durante la «dictadura del proletariado», aparte de trabajar y seguir las directrices de «su partido»); esos problemas le serán a Trotski extraños hasta prácticamente el final de su vida.

Nos vemos así obligados a constatar que, contrariamente a la mitología dominante, la partida decisiva se juega, y se pierde, no en 1927, ni en 1923, ni siquiera en 1921, sino mucho antes, durante el período 1918-1921. Ya en 1921 hubiera sido precisa una revolución, en el total sentido de la palabra, para enderezar la situación, y ni siquiera una revuelta como la de Kronstadt -los hechos mismos lo probaron- era suficiente para modificar al menos algo de lo esencial. Esta andanada de advertencia condujo al Partido bolchevique a reparar aberraciones cometidas en el tratamiento de otros problemas (en especial con respecto al campesinado y a las relaciones entre la economía urbana y la economía agraria) y propició, por lo tanto, una atenuación de las tensiones provocadas por el hundimiento económico y un comienzo de reconstrucción de la producción. Pero tal reconstrucción iba ya bien colocada en los raíles del capitalismo burocrático.
En efecto, es entre 1917 y 1920 cuando el Partido bolchevique se instala firmemente en el poder, hasta el punto en que no podría verse desalojado de allí sino por la fuerza de las armas. Y es al comienzo de ese período cuando las incertidumbres de su línea son eliminadas, corregidas las ambigüedades, resueltas las contradicciones. En el nuevo Estado, el proletariado debe trabajar, movilizarse, morir dado el caso, a fin de defender el nuevo poder; debe dar sus elementos más «conscientes» , más «capaces» a «su» Partido, en el seno del cual se convertirán en dirigentes de la sociedad; debe ser «activo y participante» cada vez que le sea pedido, pero justo hasta el límite en que el Partido decida; debe someterse absolutamente al Partido en todo lo esencial. «El obrero -escribe Trotsky durante ese período, en una obra que conoce inmensa difusión en Rusia y en el extranjero- no hace cambalaches con el gobierno soviético; está subordinado al Estado, le está sometido en todos los aspectos, ya que se trata de “su” Estado».

(de: "El papel de la ideología bolchevique en la formación de la burocracia", presentación a una edición francesa de 1964 de "La Oposición obrera" (1921), de Alejandra Kollontai, en la revista Socialisme ou Barbarie).

viernes, junio 05, 2009

"el odio es producto del sentimiento de impotencia y de la voluntad de venganza" 



1.- "A cada uno lo suyo" (Lenin)

2.-Psicoanálisis de las películas de Terror (Nildo Viana)

¿Cuál es la lógica que está detrás de las películas de terror? Existen algunas características comunes a casi todas las películas de terror. El apelo a lo sobrenatural está presente en todas. Lo sobrenatural, por su lado, posee su origen en el pensamiento mítico y fue sustituido por el desarrollado por el pensamiento religioso. Lo sobrenatural, en las sociedades donde el pensamiento mítico fue sustituido por el pensamiento religioso, está ligado a la distinción entre el bien y el mal. Es lo sobrenatural de carácter religioso lo que distingue a lo absurdo y extraordinario de estas películas de aquello que se ve en los cuentos de hadas, en los sueños, en la literatura, etc. Pero la dicotomía entre el bien y el mal existentes en las películas de terror no puede explicarse sólo por su carácter religioso, pues es necesario explicar el motivo de su permanencia en nuestra sociedad, marcada por un amplio proceso de racionalización que la vuelve extremadamente "racionalista".

La propia permanencia de la religión debe ser explicada. La religión persiste porque la "miseria real" persiste, o sea, porque la sociedad continúa estando marcada por la miseria, la explotación, la alienación y la represión. La sociedad contemporánea reprime sus potencialidades humanas. El "éxito económico", la búsqueda de status, la competición social, sustituyen y reprimen la realización de los deseos auténticos, que son represados. La represión de los deseos humanos hace que éstos sean lanzados al mundo de lo inconsciente. Éste, entonces, como ya había señalado Freud, se manifiesta en los sueños, en la fantasía, etc. Los deseos reprimidos pueblan el inconsciente y éste se manifiesta en diversas oportunidades. Pero, además de eso, la no-satisfacción de deseos crea disturbios psíquicos (neurosis, psicosis, etc.). Cuanto más se manifiesta el inconsciente, más se descargan la ansiedad y las tensiones; cuanto menos, menor, por consiguiente, será la descarga, que se concretizará de otra forma. Este análisis podrá contribuir a la comprensión de la estructura de las películas de terror.

Las películas de terror más antiguas presentaban un conflicto entre el bien y el mal, tal como las más recientes. Sin embargo, entre las más antiguas y las más recientes hay una diferencia fundamental: en las más antiguas, lo que predominaba era la victoria del bien sobre el mal y en las más recientes ocurre lo contrario. ¿Cuál es el motivo de este cambio? Podemos suponer que la razón de esto se encuentra en la identificación con el bien, en el primer caso, y con el mal, en el segundo. La identificación con el bien, en este caso, significa una identificación con el bien tal como éste es concebido por los valores cristianos y asume el carácter de un intento de asustar a los "infieles" mediante el temor. Esta hipótesis sólo puede comprobarse mediante una investigación concreta. Pero es confirmada, por lo menos parcialmente, por los discursos atemorizantes de ciertas iglesias que permanecen hasta los días de hoy.

Pero lo que nos interesa aquí son las películas de terror más recientes. Podemos decir que en estas películas hay una identificación del creador de su trama con el mal. Esta hipótesis no tiene como fundamento sólo el hecho de que el mal triunfe, sino también la propia estructura de tales películas. En este sentido, es ejemplar la película El monstruo caníbal. Cuenta la historia de una dibujante que era especialista en las historias de viñetas, que se encontró con algunos "amigos" (envidiosos y plagiadores, salvo una excepción) en un caserón un fin de semana. Ella pasó su estancia discutiendo con sus colegas y, con cada discusión, encontraba inspiración para dibujar un monstruo caníbal devorando a sus víctimas, que ella dibujaba con todas las características físicas de sus acompañantes del fin de semana. Entre tanto, el monstruo aparecía en la realidad (de la película, está claro) y devoraba realmente a las personas, que iban desapareciendo una por una y nadie desconfiaba de nada, pues, como el monstruo era caníbal, comía sus víctimas y no quedaban restos, de modo que todos los demás pensaban que simplemente se habían marchado. Al final de la película, ocurre la tragedia de que el único de los presentes que era amigo de la dibujante acaba siendo devorado por el monstruo y ella se vuelve consciente de que era responsable de todo, o sea, de que era su deseo y su odio (su "mal" interior) lo que hacía surgir al monstruo, lo que lo alimentaba y le daba fuerza y todo lo que de ahí derivaba, a través de sus dibujos. Ella también percibió que esto estaba cada vez más lejos de su control, tal como se puede notar por el hecho de que su amigo también fuera devorado. Los dibujos anteriores son todos quemados y ella crea, entonces, un dibujo donde el monstruo desaparece y todos sus amigos retornan al mundo de los vivos. Pero de la papelera retorna el monstruo que devora a todos, inclusive a la dibujante. El retorno del monstruo solamente simboliza que el mal está dentro de ella y que su esfuerzo "racional" por superarlo es inútil, pues él es más fuerte y siempre regresa. Es la victoria del mal sobre el bien.

Esta película es paradigmática, pues revela que el mal (en este caso, el monstruo caníbal) tiene su origen en el odio que la dibujante siente hacia algunas personas. Lo que se ve, a partir de eso, es que una obra ficticia (la historia de viñetas sobre un monstruo caníbal) expresa sentimientos reales (el odio de la dibujante). Lo mismo se puede decir a respecto de la propia película El monstruo caníbal, una creación ficticia que manifiesta sentimientos reales y que toma esta misma relación entre ficción y sentimientos como tema, lo que se hace de tal forma que revela la lógica de producción de este tipo de película. Pero si El monstruo caníbal presenta, de forma bastante explícita, esta relación, no ocurre lo mismo con las demás películas de terror. No obstante, en muchas se percibe esta relación de forma implícita. Basta ver el tema recurrente del peligro del espejo o de los sueños. ¿Qué es lo que el espejo y los sueños reflejan, además de a nosotros mismos? El mal está al otro lado del espejo y nos amenaza con devorar o destruir, y los sueños, como en la película La pesadilla, son donde el mal se manifiesta y busca penetrar en nuestro período de vigilia (cuando estamos serenos). El "otro", que es el mal, está en los sueños y espejos, lo que refleja nuestro "lado oscuro".

En fin, estas películas retratan los conflictos de sus creadores con sus fantasmas interiores. La identificación con el mal se deriva de la situación del creador de la película, no sólo por el hecho de que así él descarga su odio destructivo de forma ficticia, siendo lo que Freud llama sublimación, sino también por el hecho de que él es el "dueño" de la historia y es quien descargará el odio y, por eso, el mal no le resulta amenazador, pero sí para aquellos que él odia. Además, de ahí podemos sugerir la hipótesis de que las personas que son destruidas en estas películas son símbolos de tipos de personas que el creador de la historia realmente odia. Además, el odio es producto del sentimiento de impotencia y de la voluntad de venganza.

Podemos abrir un paréntesis aquí para explicar que el sentimiento de impotencia puede producir diversas reacciones. Entre estas reacciones destacan el odio y el miedo. Esto ocurre principalmente en el interior de relaciones sociales en las que el sentimiento de impotencia ante injusticias o ante las acciones de personas tiránicas produce odio o miedo. Juntamente con el odio viene el deseo de venganza y junto con el miedo viene la sumisión. Cada individuo posee una predisposición mayor a uno u otro, y esto depende de su proceso histórico de vida, principalmente de sus experiencias durante la infancia. No obstante, es necesario resaltar que hay un predominio de uno o de otro, pero que ambos están, en cierta forma, presentes. No hay ningún sumiso que no alimente un quantum de odio por su tirano y no hay ningún sublevado que no cargue sobre sí un quantum de miedo, a no ser en raros casos concretos. Si no fuese así, el miedoso sería incapaz de cualquier acto de rebeldía, lo que no se verifica en la realidad, y el sublevado intentaría concretizar su venganza inmediatamente, lo que no ocurre efectivamente y es justamente esta situación lo que permite la emergencia del odio y del miedo. El odio contenido puede manifestarse a través de otras formas de violencia y agresividad, o mismo bajo formas socialmente permitidas, como, según nuestra hipótesis, la producción de películas de terror.

En el caso de La pesadilla, las víctimas del criminal "resucitado" Fred Krueger (que murió quemado por los habitantes del barrio donde se desarrolla la película, después de haber sido absuelto por el crimen del asesinado de niños) eran tres jóvenes "normales", un joven implicado en drogas y una mujer alcohólica, madre de una de las víctimas. Estos jóvenes pasan a soñar que un hombre/monstruo misterioso, que posee cuchillas en las manos les persigue (individualmente) y ellos recobran la conciencia poco antes de ser matados. Fred Krueger volvió para vengarse y la venganza surge a partir del momento en que, pasando por encima de la ley y de la decisión judicial, los habitantes hicieron justicia por sus propias manos. Dos de las víctimas eran parientes de un delegado (una era la esposa, que participó en la persecución de Krueger y que inclusive guardó el arma que él utilizaba para matar a los niños -cuchillas que se encajaban en las manos como una especie de guante- y otra era la hija). El delegado no hizo, ni podía hacer nada para salvarlas, así como tampoco salvó a Fred Krueger. En el fondo, el odio del creador de esta película, podemos suponer, está dirigido hacia aquellos que hacen justicia por sus propias manos. Esto, con todo, es sólo una hipótesis provisional, que solamente una investigación sobre tal creador podría confirmar o refutar. Pero es bastante probable, y menos discutible, la idea de que la película de terror manifiesta los conflictos interiores de su creador.

Desde Goiania, introduzin Mr. Nildo Viana (o Mr. M), "materialismo histórico y psicoanálisis" 


vamos a osar y nuestra osadía comienza con el intento de elaborar una teoría marxista del inconsciente colectivo. Esto presupone una teoría del inconsciente y del universo psíquico. Para hacer esto desde una perspectiva marxista, es necesario superar determinadas concepciones psicoanalíticas y producir otras nuevas, y es ahí donde reside la osadía (expresada en los conceptos de sobrerrepresión, persona, sombra, inconsciente colectivo, etc.). Esto surge de la necesidad de profundizar aquello que el marxismo y el psicoanálisis apenas esbozaron. Los nuevos conceptos son oriundos de una perspectiva, y de la necesidad que ella encuentra de nuevos conceptos para explicar una determinada realidad. Una concepción sólo supera su estancamiento de esta forma, pues siendo la realidad infinita, la proliferación de conceptos es parte necesaria de su desarrollo -ya que nuevos aspectos de la realidad van siendo integrados en la teoría, lo que requiere nuevos conceptos.

Esto es lo que ocurre con el materialismo histórico, que después de un proceso largo de deformación (que lo transformó en economicismo), necesita dar cuenta de aspectos de la realidad que no estaban aún en su campo de visión en el pasado, o que sólo se esborazon. La cuestión actual de una sociedad altamente desarrollada tecnológicamente, que podría abolir el hambre y la miseria, pero que convive con cerca de 800 millones de personas sin qué comer, que podría traer un alto grado de desarrollo de las potencialidades humanas y, en verdad impide que afloren más de lo que en cualquier otra sociedad, que destruye el medio ambiente y éste es condición de supervivencia de la especie humana, e incluso así continua el proceso de destrucción ambiental a gran escala, nos hace pensar más allá del proceso de explotación de clase y observar cómo esta sociedad todavía permanece, cómo la población no produce la transformación social y funda una sociedad radicalmente diferente.

Así, el psicoanálisis proporcionó elementos fundamentales que contribuyen a la comprensión de este proceso. De esta forma, es preciso prestar atención a los descubrimientos psicoanalíticos, extraer del psicoanálisis lo que posee de verdadero y superar sus ficciones, colocándolo dentro de una perspectiva de transformación social. Es éste el motivo del presente trabajo, aunque focalizando la cuestión del inconsciente colectivo -a pesar de referencias a otros elementos-, que no obstante forma parte de un proyecto más amplio que busca realizar tal hecho.

Desarrollaremos, como nuestra contribución para la formación de una teoría marxista del inconsciente colectivo, un análisis de los dos intentos más elaborados de analizar este fenómeno, el de Jung (capítulo 1) y el de Fromm (capítulo 2) y después, basándonos en el materialismo histórico, realizaremos una reformulación y resignificación de este concepto (capítulo 3), lo que significa desarrollar una nueva visión de la realidad de la que el mismo es expresión.

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El inconsciente, en cuanto energía represada, se transforma, cuando es acumulada en exceso, en dos fenómenos distintos. Por un lado, se transforma en energía constructiva, lo que Freud denominó sublimación y Adler llamó compensación. La energía constructiva transforma la energía represada (inconsciente) en desarrollo (o mejor, superdesarrollo) de alguna necesidad-potencialidad y es por eso que Jung afirma que la especialización puede producir "grandes éxitos". Por otro lado, se transforma en energía destructiva, que puede tanto volverse hacia el interior, generando los problemas psíquicos (neurosis, psicosis, etc.) como hacia el exterior (odio, agresividad, etc.), aunque se puedan mezclar (tal como en la psicopatía, en la que hay un doble proceso de destrucción, interno y externo) y en la realidad concreta andan juntos, predominando uno u otro. Freud denominó esta "energía transformada" como dislocamiento. Sin embargo, en la concepción freudiana el dislocamiento se refiere sólo al objeto, en tanto que para nosotros no sólo hay un cambio de objeto, sino también en la propia energía dislocada, ganando carácter destructivo.

La representación gráfica más abajo sólo ilustra estas relaciones, dado que, obviamente, no poseen localización, sea en el cerebro o en cualquier otro lugar. Esta representación sólo muestra que existen mecanismos represores que presionan hacia "abajo" la energía psíquica, que queda represada, en el inconsciente, y cuando ella es muy fuerte se desvía por la "derecha" como energía destructiva y/o por la "izquierda" como energía constructiva .

Estas formaciones energéticas derivadas del inconsciente pueden ser denominadas como persona y sombra. El concepto de sombra es semejante al presentado por Jung: "la sombra es una espesa masa de componentes diversos, aglomerando desde pequeñas flaquezas, aspectos inmaduros o inferiores, complejos reprimidos, hasta fuerzas verdaderamente maléficas, negruras que asustan" (Silveira, 1981, p. 92), aunque en el caso de Jung halla también "aspectos positivos", lo que no existe en nuestra concepción. La sombra es la energía destructiva que está en el origen de los problemas psíquicos y de la agresividad, dos caras de la misma moneda. La formación de la sombra, mientras tanto, ocurre cuando existe un alto grado de represión, tanto en el sentido cuantitativo (quantum de potencialidades reprimidas) como cualitativo (intensidad). No obstante, en una sociedad represiva (dividida en clases sociales), todos los individuos poseen en su universo psíquico un cierto quantum de sombra, solo que en proporciones insignificantes en las personas que poseen un grado bajo de recalque o una persona fuerte, o, incluso, consigue satisfacerse parcialmente con las satisfacciones sustitutivas producidas por las sociedad. Sin embargo, las personas que se encuadran en los dos últimos casos están al borde de poseer una sombra fuerte, siendo casos "fronterizos", que el proceso histórico de vida puede desencadenar. En las personas que no consiguen estas condiciones de desarrollo psíquico, que están sometidas a sobrerrepresión (para utilizar la expresión de Marcuse) , esto es, a una represión extensiva e intensiva, la sombra no sólo existe sino que ejerce una gran influencia sobre ellas. De este modo, solamente un quantum considerable de sombra produce una neurosis o un individuo agresivo .

Fragmentos de un texto de Gianfranco Sanginetti, 1979 

Todos los actos de terrorismo, todos los atentados que tuvieron y tienen cabida en la imaginación de los hombres, fueron y son o acciones ofensivas o acciones defensivas. Si forman parte de una estrategia ofensiva, hace tiempo que la experiencia ha demostrado que están siempre destinados al fracaso. Si forman parte de una estrategia defensiva, la experiencia demuestra que estos actos pueden conllevar algún éxito, pero sólo momentáneo o precario. Son actos de terrorismo ofensivo, por ejemplo, los atentados de los Palestinos o de los irlandeses; son defensivos, por el contrario, la bomba de piazza Fontana y el secuestro de Aldo Moro.

En cualquier caso, no es sólo la estrategia lo que cambia, según se trate de un terrorismo ofensivo o defensivo, sino también los estrategas. Son los desesperados y los ilusionados los que acuden al terrorismo ofensivo; al defensivo, por el contrario, siempre y solamente los Estados, bien sea porque están en pleno centro de una crisis social grave, como el estado italiano, o porque la teme mucho, como el Estado alemán.

El terrorismo defensivo de los Estados es practicado bien directamente por ellos, bien indirectamente, con sus propias armas o con las de otro. Si los Estados recurren al terrorismo directo, éste debe estar dirigido contra la población - como por ejemplo en el caso de la masacre de piazza Fontana, del Italicus, y de Brescia. Si deciden al contrario recurrir al terrorismo indirecto, éste debe dirigirse aparentemente contra ellos - como por ejemplo en el asunto Moro.

Los atentados ejecutados directamente por los servicios especiales del Estado y por sus servicios paralelos, no son reivindicados por nadie habitualmente, pero son atribuidos e imputados cada vez a algún "culpable" ad hoc, como Pinelli y Valpreda. La experiencia ha mostrado que ahí está el punto débil de este tipo de terrorismo, y lo que determina su fragilidad extrema para el uso que se trata de hacer políticamente de él. A partir de las conclusiones obtenidas de esta misma experiencia los estrategas de los servicios paralelos del Estado intentan dar en adelante una mayor credibilidad, o al menos una menor inverosimilitud, a sus propios actos, por ejemplo, firmándolos directamente con una sigla cualquiera de un grupo fantástico, o incluso haciéndolos reivindicar por un grupo clandestino existente cuyos militantes son aparentemente, y a veces ellos mismos lo creen así, ajenos a los designios del aparato del Estado.

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No os digo más que esto, respetados mistificadores: contrariamente a vosotros, he conocido bien, en los últimos 13 años, a una gran parte de los revolucionarios de Europa - conocidos también por todas las policías - que más han contribuido, por la teoría y por la práctica, a reducir el capitalismo a sus actuales condiciones: pues bien, ¡ninguno de ellos, sin excepción, ha practicado nunca ni aplaudido lo más mínimo el terrorismo espectacular moderno, lo que verdaderamente no es de extrañar! No hay asuntos secretos en la revolución, todo lo que es secreto hoy pertenece al poder, es decir a la contra-revolución. Y esto todas las policías lo saben perfectamente.

Conviene que desde ahora tengáis la conciencia tranquila sobre un punto, señores del gobierno: mientras vuestro Estado exista y yo esté vivo, no me cansaré jamás de denunciar el terrorismo de vuestros servicios paralelos, y cueste lo que cueste: porque ahí está precisamente el principal interés del proletariado y de la revolución social, en este momento y en este país, y esto precisamente porque, como decía Courier, "política conocida, política perdida". Y si este Estado criminal quiere seguir mintiendo, matando y provocando a toda la población, se verá obligado en adelante a tirar su máscara "democrática", a actuar en primera persona contra los obreros, abandonando el actual espectáculo de comedia en el que se exhiben los servicios secretos, que mantienen ilusiones sobre la "lucha armada" en algunos militantes ingenuos, con el fin de dar verosimilitud a sus provocaciones, para a continuación meter en la cárcel a centenares de personas, mientras que nuestros políticos se entrenan en el tiro a pichón esperando la guerra civil.

A partir de 1969, para seguir siendo creído, el espectáculo tuvo que atribuir a sus enemigos acciones increíbles, y para seguir siendo aceptado, atribuir a los proletarios acciones inaceptables, y darles una gran publicidad para que las gentes que se dejan asustar elijan siempre el "mal menor", dicho de otra manera, el actual estado de cosas. Cuando los verdaderos jefes de las B.R. ordenaron tales atentados, que apuntaban a dirigentes industriales de segunda fila, hecho únicamente digno de la cobardía policial y no del valor revolucionario, sabían perfectamente lo que querían: dar miedo a esta parte de la burguesía que, como no disfruta - ella - de las ventajas de la gran burguesía, no tiene suficiente conciencia de clase, con el fin de ganársela a la guerra civil. La fragilidad de este tipo de terrorismo artificial se debe de todas formas a esto: procediendo de esta manera, esta política acaba por ser también mejor conocida, y en consecuencia juzgada, y todo lo que había hecho su fuerza, acaba por constituir su debilidad, hasta tal punto que las grandes ventajas que prometía a sus estrategas se convierten en un perjuicio mayor.

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En semejantes condiciones, el primer deber de cada subversivo consciente es quitar sin piedad de las cabezas llamadas a la acción cualquier ilusión sobre el terrorismo. Como ya he dicho en otro lado, el terrorismo no ha tenido nunca históricamente eficacia revolucionaria más que allí donde otra forma de manifestación de la actividad subversiva se hacía imposible por una represión total, y por lo tanto cuando una fracción considerable de la población proletaria era llevada a tomar partido silenciosamente por los terroristas [29]. Pero ya no es, o no es todavía el caso de la Italia actual. Además, hay que señalar que la eficacia revolucionaria del terrorismo ha sido siempre muy limitada, como lo muestra toda la historia de finales del siglo XIX.

La burguesía que impuso su dominación en la Francia de 1793 gracias al terrorismo, debe recurrir otra vez a este arma, pero en un contexto estratégico defensivo, en el momento de la historia en que su poder es universalmente cuestionado por esas mismas fuerzas proletarias que su desarrollo ha creado. Paralelamente, los servicios secretos del Estado burgués encubren su terrorismo utilizando oportunamente a los militantes más ingenuos de un leninismo completamente deshecho por la historia - leninismo que por otra parte utilizó, entre 1918 y 1921, el mismo método terrorista anti-obrero para destruir a los soviets y apoderarse del Estado y de la economía capitalista en Rusia.

Todos los estados han sido siempre terroristas, pero lo han sido más violentamente en su nacimiento y en la inminencia de su muerte. Y los que hoy, bien sea por desesperación, bien sea porque son víctimas de la propaganda que el régimen hace del terrorismo como nec plus ultra de la subversión, contemplan con una admiración acrítica el terrorismo artificial entrenándose incluso a veces para practicarlo, ignoran que hacen la competencia al Estado en su propio terreno; e ignoran no sólo que ahí el Estado es más fuerte, sino también que tendrá siempre la última palabra. Todo lo que no abate el espectáculo lo refuerza; y el reforzamiento inaudito de todos los poderes estatistas de control, desarrollados estos últimos años bajo el pretexto del terrorismo espectacular, es utilizado ya contra todo el movimiento proletario italiano, hoy el más avanzado y el más radical de Europa.

No se trata ciertamente de "estar en desacuerdo" estúpidamente y abstractamente con el terrorismo, como lo hacen los militantes de Lotta Continua, y menos todavía de admirar a los "compañeros que se equivocan", como lo hacen los supuestos Autónomos - que dan así un pretexto a los infames estalinistas para predicar la delación sistemática - sino que se trata de juzgarlo simplemente por sus propios resultados, de ver a quién benefician éstos, de decir claramente quién practica el terrorismo y qué utilización hace de él el espectáculo - a continuación se trata de acabar con él, de una vez por todas.

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